© Editorial Aranzadi S.A. AC 2002\515

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AC 2002\515
Sentencia Audiencia Provincial núm. 27/2002 Valladolid (Sección 3ª), de 30 enero
Recurso de Apelación núm. 269/2001.
Jurisdicción: Civil
Ponente: Ilmo. Sr. D. Miguel Angel Sendino Arenas
DEFENSA DE LA COMPETENCIA: FALSEAMIENTO DE LA LIBRE COMPETENCIA POR
ACTOS DESLEALES: restricción a la competencia: estimación: salida de codemandado
de la entidad actora en la que desempeñaba el cargo de adjunto a la dirección
comercial llevándose el listado de clientes y detalles de compra pertenecientes a la
empresa: incorporación a la plantilla de la mercantil demandada adquiriendo ésta el
listado y detalles de compra a cambio de una compensación económica: utilización:
comportamiento contrario a las exigencias de la buena fe.
DAÑOS Y PERJUICIOS: DETERMINACION DE SU EXISTENCIA Y CUANTIA: en la ejecución
de sentencia: estimación: patrimoniales o materiales: acreditación de su existencia en
la fase declarativa: determinación en fase de ejecución; DAÑOS MORALES:
desestimación: inexistencia de dato relevante y objetivo que permita dar por
acreditada la realidad y existencia de tales daños.
La Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Valladolid declara haber lugar en
parte al recurso de apelación interpuesto por la entidad «Ediciones Simancas, SA» y
declara no haber lugar al formulado por don José T. G. frente a la Sentencia de fecha
24-05-2001, dictada por el Juzgado de Primera Instancia núm. 5 de Valladolid en juicio
de menor cuantía.
En Valladolid, a treinta de enero de dos mil dos.
Visto en grado de apelación ante esta Sección 3 de la Audiencia Provincial de
Valladolid, los Autos de Menor Cuantía 251/2000, procedentes del Juzgado Primera
Instancia núm. 5 de Valladolid, a los que ha correspondido el Rollo 269 /2001, en los
que aparece como parte apelante don José T. G., representado por la Procuradora
doña María Pilar M. S. y defendido por el Letrado don Andrés P. C. y Simancas
Edicciones representado por el procurador don Constancio B. H. y asistido por el
Letrado don Santiago R. Z., y como apelado Ediciones Deusto, SA, representado por el
procurador don José María B. G., y asistido por el Letrado don Javier I. R. Ch., sobre
competencia desleal.
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- Se aceptan los antecedentes de hecho de la resolución recurrida.
SEGUNDO.- Seguido el litigio en cuestión por sus trámites legales ante le Juzgado de
Primera Instancia de referencia, con fecha 14 de mayo de 2001, se dictó sentencia
cuyo fallo dice así: «Que estimando la demanda interpuesta por el Procurador señor B.
G. en nombre y representación de Ediciones Deusto, SA contra Simancas Ediciones, SA
y don José T. G., debo declarar:
Que los actos descritos en la demanda son constitutivos de competencia desleal;
acordando las medidas siguientes:
1. Ordenar a Simancas Ediciones, SA, proceda a la destrucción de cuantas copias tenga
en su poder del listado de clientes de la actora, sea cual sea su formato.
2. Ordenar a Simancas Ediciones, SA, eliminar de la última actualización de su listado e
clientes, sea cual sea el formato que lo contiene, cuanta información comercial
proceda de los listados de clientes de la actora; debiendo fijarse en ejecución de
sentencia los daños y perjuicios ocasionados a la actora, por la práctica de
competencia desleal llevada a cabo por los codemandados, de los que deberán
responder solidariamente, así como de los daños morales ocasionados a la actora, por
la práctica de la competencia desleal llevada a cabo por los codemandados, de los que
deberán responder solidariamente; ordenando la publicación a costa de los
demandados, en dos publicaciones nacionales de difusión general, a determinar en
ejecución de sentencia, de la parte dispositiva de la sentencia; condenando a los
codemandados al pago de las costas del juicio».
TERCERO.- Notificada a las partes la referida sentencia, por la representación de los
demandados se preparó recurso de apelación que fue interpuesto dentro del término
legal alegando lo que estimaron oportuno. Por la parte contraria se presentó escrito de
oposición al recurso. Remitidos los autos de juicio a este Tribunal se señaló para la
vista el pasado día 10 de enero.
Vistos, siendo ponente el Ilmo. Sr. Magistrado D. Miguel Angel Sendino Arenas.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- La sentencia de instancia estima la demanda que para la declaración de
deslealtad competencial, remoción de efectos y resarcimiento de daños y perjuicios,
ejercita Ediciones Deusto, SA frente a Simancas Ediciones, SA y en consecuencia,
declara que los actos descritos en la citada demanda son constitutivos de competencia
desleal y a su vez, ordena a Simancas Ediciones, SA procesa la destrucción de cuantas
copias tenga en su poder del listado de clientes de la actora así como de cuanta
información comercial proceda de dicho listado, dejando para ulterior fase de
ejecución de sentencia la fijación de los daños y perjuicios incluido los morales,
ocasionados a la actora por la práctica de competencia desleal llevada a cabo por los
codemandados, de los que éstos deberán responder solidariamente, ordenando
también la publicación a su costa, en dos publicaciones nacionales de difusión general,
la parte dispositiva de la sentencia.
Frente a esta Sentencia se alzan ambos demandados, alegando, en síntesis, errónea
apreciación de la prueba practicada y vulneración –por aplicación indebida– del
artículo 5 de la Ley de Competencia Desleal (RCL 1991\71) en relación con el artículo
7.1 del Código Civil. Uno y otro pide se dicte nueva sentencia por la que se les absuelva
de los pedimentos de la demanda.
SEGUNDO.- Con carácter previo –y a fin de lograr una perspectiva idónea y adecuada
de la cuestión litigiosa– es necesario dejar sentado que nuestro sistema económico
parte de los principios de libertad de empresa, libertad de competencia (sentencia del
Tribunal Supremo de 11 de octubre de 1999 [RJ 1999\7323]) y funcionamiento
concurrencial en el mercado para que el consumidor pueda elegir el producto que más
le interese confrontando calidades y precios (sentencia del Tribunal Supremo de 5 de
junio de 1997 [RJ 1997\4608]) e igualmente conviene recordar, como ya dijera esta
Audiencia Provincial en sentencias anteriores (S. 26 de mayo de 1997 [AC 1997\1047];
31 de octubre de 2000 [JUR 2000\310936]), que si bien por regla general la obtención
de un cliente por parte de una empresa implica la pérdida de ese mismo cliente para
otra que, por ello –de forma genérica– sufre un perjuicio, esta concurrencia y
competencia está permitida siempre que se realice con medios honestos y honrados,
sancionándose en otro caso la competencia como desleal cuando la captación de
clientes se realiza mediante maniobras, maquinaciones o medios que la conciencia
social y la Ley reprueban como contrarios a la moral comercial. Es por ello que la
cláusula general del artículo 5 de la Ley 3/1991, considera como desleal, «todo
comportamiento que resulte objetivamente contrario a las exigencias de la buena fe».
Este precepto contiene una verdadera norma sustantiva de la que, en sentido propio,
se derivan deberes jurídicos precisos para los particulares y de la que en consecuencia,
puede perfectamente sustentarse el ejercicio de acciones de competencia desleal
distintas de los restantes ilícitos particularmente tipificados en la Ley, pues establece
un límite jurídico al ejercicio del derecho a desarrollar una actividad económica en el
mercado e instaura el principio básico de que los agentes económicos han de competir
sobre la base de sus propios méritos y la eficacia de sus propias prestaciones, sin
aprovecharse para sí o para tercero, del esfuerzo desplegado por otros participantes
en el mercado.
Introduce en suma, como parámetro para juzgar sobre existencia de deslealtad en un
determino acto, su contrariedad objetiva con las exigencias de la buena fe en la
competencia, lo cual, de conformidad con el modelo seguido por el legislador, no
significa una mera oposición a las tradicionales normas de corrección y buenos usos
mercantiles, sino su inadecuación a los principios del ordenamiento económico actual
(libre competencia, tutela del consumidor, competencia por eficiencia etc.) o el abuso
del derecho de libertad de empresa.
Se deduce de ello que el acto de deslealtad se construye, desde su óptica positiva,
como un ilícito objetivo que no depende del dolo o grado de culpa del causante (STS
de 15 de abril de 1998 [RJ 1998\2053]), como un ilícito de peligro, ya que no se hace
depender de los resultados finales del mismo, y de naturaleza extracontractual puesto
que el desvalor del mismo tiene su origen en la contravención de deberes generales de
conducta y no del quebrantamiento de relaciones jurídico obligacionales que vinculen
al sujeto infractor con el que padece los resultados del acto.
TERCERO.- Pues bien, sentando lo anterior, la Sala, tras ponderar de nuevo y en sana
critica toda la prueba practicada, no puede sino refrendar las afirmaciones esenciales,
tanto de orden fáctico como jurídico, alcanzadas por la Juzgadora de instancia y por
cuya virtud, concluye que la actuación de ambos demandados es constitutiva de
competencia desleal por integrar un comportamiento objetivamente contrario a las
exigencias de la buena fe del artículo 5 de la Ley de Competencia Desleal.
En lo esencial, el análisis y la valoración plasmada en el fundamento Cuarto de su
sentencia, resulta lógica y coherente con el resultado probatorio obtenido y en modo
alguno puede ser tildada de irrazonable, deficiente o incompleta cual aducen ambos
apelantes con evidente interés y falta de fundamento ya que ninguno de ellos aporta
datos serios u objetivos que pudieran contrarrestar o poner en entredicho ese
acertado análisis judicial.
No obstante, y aun cuando carece de la trascendencia que ambos recurrentes
propugnan, tienen razón en el punto concreto referido al extracto de cuenta del Banco
Santander Central Hispano titularidad de señor T. G., correspondientes a los años
1997-1998 en el que aparecen unos ingresos de 19 millones de pesetas (folios 1114 y
1120) pues, ciertamente, tras la prueba documental admitida y practicada en esta
segunda instancia respecto del origen de gran parte de tales ingresos (Certificado
BCSCH) no cabe –cual equivocadamente hace la juzgadora de instancia– vincular
directamente este saldo millonario con el hecho de que el señor T. percibiera de
Simancas Ediciones un precio o compensación económica por la entrega de los listados
de clientes y notas de compra pertenecientes a la actora.
El resto de las consideraciones son plenamente certeras y reflejan con fidelidad, como
ya hemos dicho, el resultado que en sana crítica cabe obtener de la abundante
actividad probatoria, tanto directa como presuntiva, desplegada por ambas partes,
muy primordialmente por la mercantil actora.
Han quedado debidamente demostradas las dos premisas fácticas determinantes de la
conducta desleal que la sentencia declara e imputa a ambos demandados, y así, de una
parte, la salida del demandado don José T. G., de la mercantil Deusto, SA en la que
desempeñaba el cargo de adjunto a la dirección-comercial, llevando consigo –
indebidamente– los listados de clientes y detalles de compra pertenecientes a esta
empresa, para acto seguido, incorporarse a la plantilla de la mercantil demandada; y
por otra, la tenencia y utilización ilícita, por parte de Simancas Ediciones del mentado
listado y detalles de compra, adquirido al señor T. a cambio de una compensación
económica, principalmente instrumentalizada a través de una breve y ventajosa
relación laboral a cuya finalización éste percibió una indemnización superior a los
21.000.000 pesetas.
Pues bien, ese indebido apoderamiento por parte del señor T. G., del Listado de
Clientes y detalles de compra, que es documentación empresarial de carácter
reservado y de gran trascendencia competitiva y económica ya que contenía
importantes y sensibles datos de información comercial (comprador, tipo de
mercancía adquirida, persona de contacto, teléfono, precio etc.), junto a ese ilícito uso
y aprovechamiento de la documentación por parte de Simancas Ediciones, obviamente
con la finalidad de captar nuevos clientes sin necesidad de desplegar el mínimo
esfuerzo que impone la actividad concurrencial, constituye a todas luces, un
comportamiento objetivamente contrario a las exigencias de la buena fe, y por tanto,
subsumible en la prohibición general contenida en el artículo 5 de la Ley.
CUARTO.- La primera de las citadas premisas ha quedado sobradamente acreditada
por la conjunción de numerosos datos objetivos, de los que en buena lógica puede
extraerse aquella conclusión. Tales son: la accesibilidad del señor T. a los listados de
clientes y detalles de compras en virtud del cargo de adjunto a la Dirección Comercial
de Ediciones Deusto; su voluntaria y sorpresiva baja laboral de esta compañía para la
que había trabajado durante treinta años, aduciendo únicamente cuestiones de índole
personal; su pronta contratación, apenas dos meses después, por Ediciones Simancas;
el contenido y características del contrato de trabajo suscrito con esta empresa en el
no se fija ni se reconoce ninguna antigüedad laboral ni se pacta variable alguna en su
remuneración; la no aportación –carga que obviamente correspondía a los
demandados– de prueba alguna demostrativa de la prestación efectiva de trabajo; su
escasa permanencia en dicha compañía –12 meses y 15 días– y en fin, la percepción al
finalizar la relación laboral de una suma de 21.263.760 pesetas que según refiere el
perito señor C. P., en la ratificación de su informe, no guarda ninguna relación con sus
retribución anual y su antigüedad, habiendo reconocido incluso su Consejero Delegado
señor Fernando M. que el señor T. se fue voluntariamente de la empresa en virtud de
un «mutuo acuerdo» y que las consecuencias atribuidas a esa baja fueron las de
despido improcedente.
E igualmente, ha quedado incontestablemente acreditada la segunda de tales
premisas, es decir, la tenencia y utilización del citado listado de clientes y detalle de
compras por parte de Simancas Ediciones; y a este respecto no hay mas que ver las
actuaciones practicadas en el Juzgado de lo Social número 12 de Valencia Autos
91/1999, y observar el propio listado de clientes de Simancas Ediciones en el que
aparecen copiados y adaptados datos contenidos en el listado de clientes y detalle de
compras de la actora e igualmente todas las declaraciones, que en sentido
concordante y ofreciendo detalles y explicaciones plenamente convincentes y
verosímiles, han prestado varios empleados de la actora (señores don Emiliano M.;
don Antonio A., don Kepa G., don José Antonio C.), y otros que lo fueron de la
demandada señores doña Amparo P. y don Jorge B., cuyo testimonio –no puede
quedar invalidado o desvirtuado– cual pretenden ambos recurrentes, en base a
circunstancias que poca o ninguna relación guardan con el objeto del presente pleito,
cual son, la constitución por ambos testigos de una sociedad que al parecer compite
con Simancas Ediciones (obviamente también con Ediciones Deusto), o la existencia de
tres procedimientos penales abiertos contra el señor B., que, según se advierte, fueron
promovidos por Simancas Ediciones y un empleado de ésta, por lo que mal pueden
significar otra cosa que la existencia de una cierta enemistad o animadversión de
Simancas Ediciones y dicho empleado contra el señor B.
Finalmente, respecto a las manifestaciones del señor Julián A. sobre las que
particularmente insisten ambos apelantes nada desmiente y contradicen el hecho
fundamental que motiva el pronunciamiento judicial recurrido, o sea, la tenencia y uso
ilícito por parte de Simancas Ediciones del listado de clientes y detalle de compra de
Ediciones Deusto del que previamente se había apoderado indebidamente el
codemandado señor T. G.
La eventualidad de que el resultado comercial obtenido en virtud de dicho
aprovechamiento –en relación con el trasvase de clientes que entre ambas empresas
habitualmente se producía cada año– no hubiera tenido la importancia o relevancia
esperada, no desvanece la ilicitud inicial del acto, aunque obviamente pueda tener
reflejo a la hora de fijar y cuantificar el perjuicio patrimonial sufrido por la actora.
Como antes ya se dijo, el acto de deslealtad competencial se constituye como un ilícito
de peligro y no se hace depender del resultado obtenido con el mismo.
QUINTO.- De forma subsidiaria, denuncia la defensa de Simancas Ediciones infracción
de la doctrina jurisprudencial sobre que los daños y perjuicios deben quedar
demostrados en la fase declarativa del proceso. Entiende que no procede
indemnización ninguna –ni materiales y menos morales– ya que a lo largo del
procedimiento no se ha probado su existencia, y en todo caso, la Juez de instancia, ha
debido fijar las bases o líneas directrices para su fijación o concreción en fase de
ejecución de sentencia.
En lo que atañe a los perjuicios materiales o patrimoniales, es evidente que la
infracción denunciada no se ha producido, pues la existencia y realidad de los mismos
que es lo que verdaderamente importa y necesariamente debe quedar establecido en
fase declarativa del procedimiento (otra cosa es su exacta determinación y
cuantificación) ha quedado suficientemente demostrada por simple aplicación, de la
doctrina jurisprudencial mencionada por la Juzgadora y que presume la causación de
tales perjuicios... «...incluso en los procesos civiles de patentes, marcas o competencia
desleal sin razonar sobre las pruebas de su existencia que tiene por evidentes... por
tener en cuenta la indiscutible incidencia que las infracciones cometidas han tenido
sobre las ventas de la actora y en las ventas de ella misma» (STS 23 de febrero de 1998
[RJ 1998\1164]; también 31 de diciembre de 1998 [RJ 1998\9765]; 5 de febrero de
2000). Así pues y respetando siempre el límite máximo indemnizatorio estimado en su
demanda por la actora, es evidente que en fase de ejecución de sentencia y a la hora
de determinar la indemnización procedente por perjuicios patrimoniales, habrá de
valorarse la efectiva incidencia que la infracción cometida –tenencia y uso del listado y
detalle de compras para la captación de clientes– haya podido tener sobre las ventas
de una u otra empresa durante el período que se produjo esa tenencia y utilización
ilícita del listado de clientes y detalles de compra de la actora.
A este respecto, la sentencia de instancia, cita algunos de los datos y conclusiones
afirmados por el perito judicial sobre clientes en los años 1997 y 1998, que obviamente
deberán ser tenidos en cuenta.
Cuestión distinta es la que se plantea con los daños morales, pues, al contrario de lo
que ocurre con los patrimoniales o materiales en autos no existe ninguno dato
relevante y objetivo que permita dar por acreditada la realidad y existencia de tales
daños, normalmente asociados a un desprestigio comercial y desmerecimiento en la
reputación industrial de la empresa afectada. La demostración de su realidad-efecto
jurídico probatorio que lógicamente incumbía obtener a la parte actora reclamante
queda de hecho postergada para la ulterior fase de ejecución de sentencia, en franca
contradicción con la doctrina jurisprudencial que prohíbe postergar para dicha fase tal
pronunciamiento y que, como señala la reciente sentencia del TS de 26 de noviembre
de 1999 (RJ 1999\9134), resulta, «...de tanto mayor aplicación en materia de daños
morales por cuanto se trata de daños de no apreciación tangible, cuya valoración no
puede obtenerse de una prueba objetiva (S. 21 octubre 1996 [RJ 1996\7235]), o cuya
relatividad e imprecisión impide una exigencia judicial respecto de su existencia y
traducción económica o patrimonial y exige la utilización de un prudente criterio,
resolviendo jurídicamente con pragmatismo y aproximación (Sentencias 9 mayo 1984
[RJ 1984\2403] y 5 octubre 1998 [RJ 1998\8367]), lo que obviamente implica una
función más propia de la declaración, que no del período de ejecución».
Debe pues estimarse este particular motivo del recurso y consecuentemente, revocar
parcialmente la Sentencia recurrida a fin de acordar la absolución de los demandados
de la condena a indemnizar a la actora por perjuicios morales, absolución que también
resulta extensible al codemandado señor T., al declararse la responsabilidad solidaria y
ser de aplicación la doctrina denominada del «efecto extensivo» del recurso, que
responde a elementales reglas de lógica jurídica, y goza de pleno reconocimiento en la
dogmática procesal y acogimiento por la Jurisprudencia (Sentencias TS 2 diciembre
1994 [RJ 1994\9394], 27 mayo [RJ 1997\4324] y 13 junio [RJ 1997\4650] 1997, entre
otras).
El acogimiento de este motivo del recurso, unida a la parcial rectificación de la
valoración judicial, instada por ambos recurrentes, permite que no se haga especial
imposición respecto de las costas causadas por ninguno de los recursos, así como
tampoco respecto de las originadas en la primera instancia dada la parcial estimación
de la demanda que conlleva (artículo 523 y 710 LECiv).
Vistos los artículos citados y demás de general y pertinente aplicación.
FALLAMOS
Que estimando en parte el recurso de apelación interpuesto por Ediciones Simancas,
SA y desestimando el formulado por don José T. G. contra la Sentencia de fecha 24 de
mayo de 2001, recaída en autos de Juicio de Menor Cuantía 251/2000, seguidos ante
el Juzgado de Primera Instancia número 5 de Valladolid, revocamos parcialmente
dicha sentencia en el pronunciamiento referido a la condena de ambos demandados
por daños morales, la cual dejamos sin efecto, absolviendo a los citados demandados
de dicho pedimento y ratificando y dejando subsistentes el resto de los
pronunciamientos, sin hacer expresa imposición de costas originadas en ninguna de las
instancias.
Así, por esta nuestra Sentencia, lo pronunciamos, mandamos y firmamos.
PUBLICACION.–Dada y pronunciada fue la anterior Sentencia por los Ilmos. Sres.
Magistrados que la firman y leída por el Ilmo. Magistrado Ponente en audiencia
pública el mismo día de su fecha, de lo que yo la Secretaria certifico.
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