Aguascalientes - IVONNE GUERRERO NAVARRO

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Lic. Ivonne Guerrero Navarro
Lic. Laura Marcela Gutiérrez Romo
INEFICACIA PROBATORIA EN LA REPARACIÓN DEL DAÑO
EN EJECUCIÓN DE SENTENCIA
Como punto de partida de esta exposición se debe considerar que
una sentencia condenatoria en materia penal en la cual no se ha logrado liquidar
un monto relativo a la reparación del daño se debe a que dentro de las etapas
procesales que le antecedieron, las partes, no aportaron los medios probatorios
conducentes o suficientes para acreditar el monto de la reparación de los daños ya
sea por una total ausencia de medios probatorios, o bien debido a que aportados
no resultaron idóneos para acreditar el monto por lo cual, difícilmente en una etapa
procesal posterior se puede contar con ellos.
Así es, la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
en la contradicción de tesis número 97/2004-PS ha considerado que para hacer
eficaz el derecho que la víctima tiene a que se le repare el daño no debe
supeditarse a una etapa procesal sino que, su garantía deberá ser observada
durante todo el proceso penal ya que el quantum no es parte de la sentencia
condenatoria sino que es una consecuencia lógica y jurídica de ésta pues lo que
se acredita en el procedimiento es el derecho de la víctima para obtener la
reparación del daño y por ello, es posible que su liquidación pueda cuantificarse
en la ejecución de la sentencia; sin embargo se enfrenta una problemática
recurrente que hace nugatorio este derecho, esto es la ineficacia probatoria.
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Así, tenemos que en la práctica
la ineficacia probatoria en la
ejecución de sentencia se puede presentar en dos supuestos: el primero de ellos
cuando la víctima ya ha reparado el daño y por ende, tiene conocimiento del
monto a que ha ascendido éste concepto y el segundo, se presenta cuando la
víctima no lo ha reparado.
En el primero de los supuestos, la problemática a la que se enfrenta
la víctima consiste en que durante las etapas de averiguación previa y procesal, el
fiscal no aportó los medios idóneos para acreditar la existencia real del daño, es
decir que si bien es cierto en la sentencia definitiva se ha analizado el objeto
material del ilícito y la existencia de un daño material, éste no siempre
corresponde con la realidad.
Es decir, con relativa frecuencia se ha observado que el fiscal,
preocupado por acreditar solo la existencia del hecho ilícito no se ocupa de
demostrar todos los alcances de los daños materiales producidos por éste, los
cuales deben quedar demostrados desde el auto de formal prisión, pues por poner
un ejemplo, en los daños producidos a vehículos en hechos de tránsito terrestre,
únicamente demuestra la existencia de los daños físicos de los automotores
apreciables a simple vista olvidándose de acreditar la existencia de los daños
mecánicos, que en muchos de los casos no son visibles y para identificarlos se
requiere de una asesoría experta que actúe en conjunto con el fiscal, para luego
pretender demostrarlos al momento de promover un incidente en ejecución de
sentencia con el objeto de cuantificar el monto de la reparación de la totalidad de
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los daños materiales, lo cual desde luego no es posible, pues en este caso los
daños del vehículo corresponden al objeto material del ilícito que debe quedar
plenamente determinado desde la etapa de preinstrucción.
Por otro lado, en la práctica también nos hemos encontrado con el
hecho de que la víctima que ya ha realizado erogaciones para reparar su daño, no
recibió asesoría adecuada por la representación social para la obtención de los
documentos idóneos con los cuales pueda acreditar sus gastos en el
procedimiento.
Esto es, con relativa frecuencia se ha observado que en la
tramitación de los incidentes en ejecución de sentencia, las víctimas aportan como
medios probatorios documentos en los que no se describe los conceptos por los
cuales se realizó la erogación o bien, que éstos no corresponden con los daños
que se demostraron durante la etapa de averiguación previa y por lo tanto resultan
inatendibles para liquidar la reparación del daño, lo cual redunda en una
afectación a la víctima en su derecho a que se le reparen la totalidad de los daños
por los cuales ya ha realizado una erogación.
En este supuesto, es decir, cuando la víctima ya ha reparado el
daño, los documentos que obtuvo por este concepto, en muchas ocasiones ya
fueron ofertados desde la etapa de averiguación previa o de instrucción por lo que,
debe entenderse que ya fueron apreciados por la autoridad judicial y considerados
ineficaces para acreditar en todo o en parte el quantum de los daños; sin embargo,
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es práctica común que el fiscal o la víctima, en la etapa de ejecución de sentencia
persista en el ofrecimiento de las mismas pruebas para cuantificar el daño
causado y ello se traduce en incidentes ociosos que ningún beneficio le acarrea a
las víctimas.
En el segundo de los supuestos planteados, es decir cuando el
ofendido o la víctima no han reparado el daño material causado con motivo del
hecho ilícito, es frecuente que se pretenda demostrar su monto con dictámenes
periciales.
En este rubro también se advierte una ineficacia probatoria pues en
casi todos los casos, los dictámenes periciales no resultan idóneos para acreditar
el monto del daño, dado que no atienden los lineamientos establecidos en la ley
penal o los criterios sustentados en tesis jurisprudenciales.
Se considera necesario explicar lo que es una prueba pericial; por
principio de cuentas, podemos afirmar que la naturaleza jurídica de la prueba
pericial es una actividad procesal desarrollada por personas distintas de las partes
en el proceso, especialmente calificadas por sus conocimientos técnicos, clínicos,
artísticos, prácticos o científicos mediante la cual se suministran al Juez
argumentos o razones para la formación de su convicción respecto de ciertos
hechos cuya preparación, entendimiento o alcance escapa a las aptitudes del
común de la gente.
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El perito es un auxiliar técnico de los tribunales en determinada
materia y como tal, su dictamen constituye una opinión ilustrativa sobre cuestiones
técnicas emitidas bajo el leal saber y entender de personas diestras y versadas en
materias que requieren conocimientos especializados, expresados de forma lógica
y razonada, de forma tal que, proporcionen al juzgador elementos suficientes para
orientar su criterio en materias que éste desconoce o que no domine.1
En ese sentido, la prueba pericial debe reflejar no solo las
conclusiones a las que el experto ha llegado después de aplicar sus
conocimientos especiales en algún campo o ciencia, sino también deberá expresar
los argumentos o razones para la formación de su convicción, es decir, un
verdadero auxiliar del órgano jurisdiccional respecto a cuestiones cuya apreciación
requiere conocimientos especiales y para lo cual fue nombrado dentro de un
proceso del orden penal.
Atendiendo a las anteriores consideraciones, podemos afirmar que
los elementos que han de agotarse en un dictamen pericial para auxiliar
eficazmente al órgano jurisdiccional son los siguientes:
a) Los principios que el perito ha tomado como punto de partida, y las
leyes científicas o técnicas a que han sometido los hechos observados.
b) Las deducciones motivadas en las cuales establece su opinión.
Tomada de la Tesis aislada numero V.4o.4K, visible en la página 2745, tomo XXII, diciembre de 2005,
Novena Época, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, sustentada por el Cuarto
Tribunal Colegiado del Quinto Circuito con el rubro: “Prueba pericial, su naturaleza jurídica y alcance”
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c) Su concordancia con los datos resultantes de la pieza del proceso.
d) Que el dictamen se encuentre sólidamente motivado y no deje
lugar a la desconfianza.2
Ahora bien, se ha advertido no solo por Tribunales de primera y
segunda instancia, sino también por Tribunales de constitucionalidad que los
dictámenes periciales no reúnen estos elementos y por tanto, no son aptos para
orientar al juzgador sobre cuestiones cuya apreciación requiere conocimientos
especiales de los que carece, lo que trae como consecuencia para el caso en
estudio, una imposibilidad material para cuantificar el daño causado a la víctima.
En cuanto a los dictámenes relativos a la valuación de objetos, de
manera generalizada, los peritos, han adoptado como método de estudio, la
investigación de campo, el cual, atendiendo a la ley de la oferta y la demanda, el
perito acude a diversas negociaciones que se dedican a la compra y venta de
productos de similares características a las del objeto de valuación o de servicios,
para la obtención de un listado de precios.
Además, de forma genérica, los expertos refieren en sus estudios
que, al no ser compradores en potencia, los negocios no les proporcionan por
Tomada de la tesis número V.4o.9 P, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,
Diciembre de 2005, tomo XXII, página 2744, Novena Época, sustentada por el Cuarto Tribunal Colegiado del
Quinto Circuito, cuyo rubro reza: “Prueba pericial en materia penal. La valoración de los dictámenes emitidos
por peritos científicos u oficiales, queda sujeta a las reglas de la sana crítica y a los principios que le son
inherentes, en función de la integración de la prueba circunstancial y en acatamiento al principio de estricta
aplicación de la ley, en congruencia con las constancias de autos”.
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escrito las cotizaciones de los objetos valuados, lo cual, a su consideración los
exime de expresar en su dictamen los precios que obtuvieron en cada una de las
empresas a las que acudieron.
No obstante lo anterior, para agotar el primero de los elementos que
deberá contener un dictamen pericial, es menester que, si el perito he elegido el
método de investigación de campo como punto de partida, deberá expresar
también los precios que le fueron proporcionados de manera verbal en cada una
de las negociaciones a las que acudió, de forma tal que en su estudio incluya cada
uno de los precios obtenidos en cada negociación consultada.
Ahora bien, el estudio pericial no debe agotarse únicamente con una
investigación de campo para la obtención de un listado de precios, pues esta es
una actividad que cualquier persona podría realizar, y en el caso particular se
requiere la aplicación de conocimientos especiales sobre la materia; es por ello
que, una vez obtenidos los precios del mercado, el perito, deberá expresar sus
deducciones respecto al valor que tienen los objetos sujetos a peritación
atendiendo a sus características particulares, tales como estado de uso,
funcionalidad, tamaño, peso, material, modelo, etcétera para concluir si estas
particularidades tienden a aumentar o disminuir su valor tomado de la
investigación de campo que previamente realizó.
Es en este rubro en donde el experto, atendiendo a sus
conocimientos especiales, deberá llevar a cabo las operaciones o experimentos
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que su ciencia o arte le indiquen para llegar a la conclusión de un valor real de los
objetos.
En ese sentido, para expresar las especificaciones de los objetos
dañados que el perito habrá de tomar en cuenta, por ejemplo en las partes
automotrices si éstas son susceptibles de reparación o si por el contrario deberán
ser repuestas, expresando desde luego las razones por las cuales se arribó a tal
conclusión.
En resumen, la valoración jurídica de un dictamen pericial no se
encuentra determinado por el método que el perito haya empleado para su
elaboración, sino en que se hayan expresado válidamente los hechos y
circunstancias que le sirvieron de fundamento, es decir, la explicación objetiva que
los llevó a sus conclusiones, en donde, desde luego, se deberá apreciar sus
conocimientos sobre la materia; en otras palabras, los peritajes deberán estar
debidamente motivados; esto es no solo se requiere un listado de precios
obtenidos de una investigación de campo sino que además deberá expresar el
experto, las razones que tuvo para considerar cuál de éstos precios es el que
resulta más adecuado, para determinar el valor del daño, desde luego atendiendo
siempre a las características del objeto a valuar, para así lograr la cuantificación
de los daños que deberán ser pagados a la víctima.
Otra problemática que ha impedido la cuantificación de la reparación
del daño en ejecución de sentencia, es el hecho que por diversas circunstancias,
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no se haya tenido a la vista el objeto que se condenó a su pago o restitución, bien
sea porque no fue recuperado en etapas procesales anteriores o bien que por
motivo del hecho ilícito éste se haya destruido o consumido en su totalidad.
En estos casos la fiscalía recurre comúnmente al dictamen pericial
como forma de acreditar el monto de la reparación de los daños; sin embargo,
ésta prueba se enfrenta a una problemática constante, pues en estos casos los
dictámenes son tildados de dogmáticos, según la tesis aislada sustentada por el
Primer Tribunal Colegiado en materia penal del Segundo Circuito 3, ello se debe a
que el perito, no se encontró en aptitud de apreciar objetivamente el estado de
conservación, uso y calidad de las cosas, únicamente se apegó a las
declaraciones del denunciante y en la fe ministerial de objetos en los casos en que
se haya logrado, sin embargo, generalmente estos datos no proporcionan al
experto las características especiales de los objetos que pudieran considerarse
para aumentar o disminuir su valor partiendo del tan recurrido método de la
investigación de campo.
Localizable bajo el numero II.1o.P.118P de la Novena Época del Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta, XV, Mayo de 2002, página 1279. Bajo el rubro: “ROBO. VALOR PROBATORIO DEL DICTAMEN
PERICIAL EN MATERIA DE VALUACIÓN, CUANDO NO SE TUVIERON A LA VISTA DEL PERITO EXPERTO LOS
OBJETOS DE AQUÉL (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE MÉXICO)”.
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CONCLUSIONES
Al analizar la problemática que en la práctica se advierte respecto de
la ineficacia probatoria para acreditar el quantum de la reparación de los daños, la
primera conclusión a la que se llega consiste en la falta de una asesoría adecuada
por parte de la representación social hacia la víctima u ofendidos que
preponderantemente deberá proporcionarse en la etapa de averiguación previa
pues no solo se debe centrar la investigación en demostrar la existencia de un
daño al acreditar un hecho ilícito sino que, debe demostrarse la totalidad de éste
pues es imposible procesalmente hablando acreditarlo en etapas posteriores.
Por otra parte, la asesoría que deberá proporcionar el fiscal debe ser
tan eficaz que la propia víctima pueda suministrar al órgano investigador o a la
autoridad jurisdiccional todas aquellas pruebas que se encuentran a su alcance
para demostrar, no solo la existencia de la totalidad del daño sino además de su
monto pues indiscutiblemente, la víctima, que ha sufrido el daño es la persona que
conoce de todas aquellas características peculiares de los bienes que resultaron
afectados por el hecho ilícito y que solo con una oportuna comunicación con el
fiscal puede materializarse en pruebas idóneas y eficaces que lo demuestren en
un proceso penal.
La intervención de los expertos como auxiliares de la autoridad
también juega un papel preponderante y por ello, deben encontrarse debidamente
capacitados para la elaboración de dictámenes, pues no solo basta con el
conocimiento que se tenga de la materia sino además deberán poseer la
capacidad de expresarlo de manera objetiva de forma tal que cree convicción en el
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juzgador para cuantificar los daños y evitar así, sentencias en las cuales solo se
declare el derecho a que se le repare a la víctima.
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