ALIMENTACION COMPLEMENTARIA DEL LACTANTE. Edith Franco Y. Unidad de Nutrición Depto. Pediatría y C. Infantil Facultad de Medicina, UFRO Introducción: La introducción de la alimentación sólida es una etapa de vulnerabilidad nutricional, ya que representa un período de transición dietaria, donde existen altos requerimientos para el crecimiento y desarrollo cerebral. La adecuada nutrición en este período es substancial para alcanzar un óptimo crecimiento en el primer año de vida, que influirá en la salud futura del niño y también del adulto. Por ello es necesario dar tiempo y orientación a través de la educación a los padres respecto al inicio de la alimentación complementaria del niño. Fundamentos para la incorporación de la alimentación complementaria. Los principales fundamentos para la introducción de la alimentación complementaria del lactante son de carácter nutricional y derivados del desarrollo del niño. Nutricionales: Después de los 5-6 meses de edad, la leche materna o las fórmulas lácteas como única fuente energética y de otros nutrientes como el hierro son insuficientes. Los depósitos de hierro y zinc del nacimiento, se han depletado a los 6 meses de edad. Del desarrollo: La introducción de diferentes sabores y texturas promueve la masticación y la movilidad buco-faríngea. La masticación mejora la coordinación de la boca y la lengua, órganos importantes para el desarrollo del lenguaje. La introducción tardía de diferentes texturas y sabores puede dar cuenta del rechazo de alimentos sólidos en edades más tardías. Edad de inicio de la alimentación complementaria: Antes de los 20 años los lactantes fueron criados básicamente con leche materna, los cereales eran comúnmente los primeros alimentos sólidos que recibían, pero muchos niños no recibían ningún alimento hasta muy cerca del primer año de vida. En los años 50 muchas de estas prácticas cambiaron radicalmente, ya que las madres fueron instruidas por personal de Salud a introducir alimentación sólida tempranamente, incluso dentro de las primeras semanas de vida. Sin embargo, estas recomendaciones fueron rápidamente desechadas por las consideraciones negativas para la salud. El proceso del destete es gradual y su inicio es desde que se introduce el primer alimento diferente a la leche materna. Las actuales guías de salud, en todo el mundo, recomiendan el inicio de la alimentación sólida a los 5-6 meses de vida. Lamentablemente esta recomendación se cumple sólo por una parte de la población, ya que en la práctica un porcentaje no despreciable introduce alimentos sólidos más precozmente, con una serie de riesgos que analizaremos. Estudios en el Reino Unido presentan cifras de ingesta de alimentos sólidos antes de los 3 meses de vida en más del 50 % de la población. Del mismo modo, investigaciones en USA muestran que un alto porcentaje de familias introducen alimentos sólidos y líquidos diferentes de la leche materna o fórmulas lácteas temprano en la vida. La introducción precoz de alimentos se fundamenta, en el concepto de “niño gordo, niño sano”, y de la idea errada que los alimentos sólidos son considerados de mayor valor nutricional y con mayor capacidad de satisfacer al lactante que la leche. Por otro lado algunas madres tienen la impresión que con la alimentación sólida los lactantes lloran menos y logran dormir toda la noche, lo que es interpretado por ellas como saciedad. De esta manera muchas madres son estimuladas a través de conductas familiares heredadas por generaciones, iniciar precozmente la alimentación sólida y no seguir las recomendaciones de los organismos de salud. ¿El inicio temprano de la alimentación complementaria es dañino para el lactante? Los efectos adversos de la alimentación precoz, dependen de varios factores que incluyen el tipo de alimentación láctea que recibe el lactante, la historia familiar de atopia y la edad de introducción del alimento. Por otra parte la información existente describe, riesgos mayores a infecciones entéricas, reacciones alérgicas, sofocación por aspiración de alimentos, rechazo y/o aversión a ciertos alimentos y obesidad para los lactantes que iniciaron precozmente la alimentación sólida. A pesar de estos antecedentes la interrogante aún no está completamente aclarada, ya que las evidencias son controversiales por las metódicas de estudio y los múltiples factores involucrados. De todos modos se recomienda estar alerta a la posibilidad que los padres, inicien antes de lo deseado la alimentación sólida, de modo que se anticipe esta situación y así se adviertan los aspectos negativos de la alimentación sólida precoz. En los casos donde la alimentación sólida ya se inició antes del 4º mes, es importante asegurar la ingesta de leche materna (o de fórmula láctea), lo suficiente como para cumplir con los requerimientos nutricionales, aconsejar la ingesta de alimentos de baja alergenicidad, monitorear la variedad y tipo de alimentación sólida y evaluar la necesidad de suplementar con micronutrientes Cantidad y consistencia de la alimentación complementaria. En la primera etapa (6 meses) se requieren pequeñas cantidades de alimentos. Una a tres cucharaditas chicas, es suficiente para lograr que el niño tome el alimento desde una cuchara. El aumento de la cantidad y la frecuencia con que se ofrece el alimento al niño, se aumentará progresivamente, hasta completar el volumen de 1 taza (200 g) durante en un horario de almuerzo. Los primeros alimentos deben ser livianos y purés suaves para permitir que el lactante pueda utilizar el reflejo de succión, se espesan gradualmente en la medida que el niño desarrolle la capacidad de mover el alimentos hacia atrás de la boca con los labios juntos. En esta primera etapa de comienzo de alimentación complementaria, el lactante podrá aceptar cualquier nuevo sabor y familiarizarse con estos, por lo cual es necesario intentar introducir una amplia variedad de sabores progresivamente. La recomendación de introducir un alimento por vez se restringe a los niños con fuerte historia familiar de alergias, aunque la introducción gradual de nuevos alimentos facilitará la diferenciación de los distintos sabores. Más adelante a los 8 meses se incorporará la 2º papilla a la hora de cena en las mismas condiciones como la primera. La cantidad de alimento aceptada por el niño, varía ampliamente de un lactante a otro, de modo que solo los padres pueden informar de la ingesta. Sin embargo los niños no deben ser forzados a recibir grandes cantidades de alimentos. En el grupo etáreo de 8– 9 meses se ofrecen alimentos de mayor textura y trozados. El postergar esta medida puede conducir al rechazo posterior de alimentos de esta consistencia e inhibir el proceso de la masticación. La sugerencia es administrar gradualmente alimentos trozados suaves, hasta llegar a la mezcla de texturas. Los alimentos en forma de dedos “finger foods” se pueden ofrecer a partir de los 8 meses, estimulando con ello la masticación, Ej: “los dedos” de vegetales. Desde los 6 meses se pueden incluir la mayoría de los alimentos. Sin embargo algunos investigadores especifican la forma en que deben ser ofrecidos estos alimentos, por ej: las frutas sin semillas, cereales y vegetales como ingredientes en las comidas, La mayor importancia del período de 6 – 9 meses es que la alimentación sólida comienza a tener una contribución significativa en la nutrición del lactante, de manera que es de gran interés educar a las madres, respecto a la variedad de alimentos para asegurar la ingesta de todos los nutrientes. En el período de 8 – 12 meses, el esquema de alimentación incluye a lo menos 2 comidas y progresivamente cambiar el alimento molido, a un alimento picado de más amplia variedad y consistencia. Para el siguiente año de vida, se espera alcanzar una adecuada alimentación respecto de todos los nutrientes y estimular hábitos y estilos de vida saludables. Aunque las necesidades en este período son menores a las requeridas en las etapas previas, aún siguen siendo altas respecto del tamaño corporal (95 kcal/kg/día), por lo que los profesionales de la salud, deben estimular y explicar a los padres, la importancia de entregar alimentación variada, que asegure la disponibilidad de un amplio rango de nutrientes. Los menores de 2 años tienen una capacidad estomacal pequeña y apetito variable, por lo cual se necesitan alimentos densamente energéticos, capaces de entregar la energía y los nutrientes necesarios. En un sentido práctico, se recomienda estimular la ingesta de leche y derivados, carne, pescado, papas, frutas y vegetales. Los azúcares son considerados alimentos “extras” debido a su bajo valor nutricional y alto poder energético, no así algunas grasas (margarinas y aceites) que proveen vitaminas liposolubles y ácidos grasos. En relación al tamaño, en general deben ser pequeñas porciones y ajustarse al apetito del niño. Las recomendaciones del número de porciones se muestran en la siguiente tabla: Recomendaciones del número de porciones para niños de 6 meses a 2 años. Edad 6-9 meses 9-12 meses 1-2 años Grupo de alimentos Leche y derivados Carnes Cereales y papas Frutas Vegetales Leche y derivados Carne Cereales y papas Frutas Vegetales Leche y derivados Carne Cereales y papas Frutas Vegetales Grasas y dulces Número de porciones/diarias 3 – 4 porciones (600 – 800 ml) idealmente leche materna 2-3 porciones (1 cucharada) 2 porciones (1 cdta de té a 1 taza) 1 -2 porciones 1 -2 porciones 3 porciones. Idealmente leche materna (600 - 700 ml) 1 – 2 porciones 3 - 4 porciones 2 porciones 2 porciones 3 porciones (600 ml o 3 tazas) 2 porciones 4 porciones 2 porciones 2 porciones Moderada cantidad de mantequilla o margarina Limitar otros alimentos grasos y bebidas azucaradas Sal y azúcar en la alimentación del lactante: En el inicio de la alimentación complementaria no es recomendable adicionar sal a los alimentos y el azúcar debe ser consumida con moderación. Los estudios muestran que la adición de sal a los alimentos estimula preferencias futuras (menores de 5 años) por alimentos salados. Estas conductas en el largo plazo pueden tener efectos adversos sobre la presión arterial. En lo inmediato, la mayor ingesta de sal en el lactante aumenta la carga renal de solutos lo cual puede, en circunstancias extremas, llevar a la hipernatremia y la deshidratación. Al progresar en la edad del lactante, la sal aún no debería ser adicionada a los alimentos, ni al agua con que se cocina. Los alimentos muy salados como caldos en cubos, carnes desecadas o salsas en polvo están proscritos. En relación al azúcar, varias investigaciones han mostrado que la adición de azúcar a los alimentos, favorece la preferencia por los alimentos dulces y se asocia al rechazo de otro tipo de alimentos en el futuro. Adicionalmente se ha demostrado que la alta ingesta de azúcar, se asocia con un mayor riesgo de caries dentales y un excesivo aumento de peso. Los consejos para los menores de 6 meses es tomar solo leche materna, la que reduce considerablemente el riesgo de caries. El azúcar se debe utilizar con moderación siendo la atención dirigida a la miel, la fructuosa, los jarabes y los jugos de frutas concentrados, que son dañinos, especialmente para la salud dental. Los endulzantes artificiales, no debieran ser agregados a los alimentos de lactantes y no deben ser autorizados en la manufactura de alimentos para bebés. A los niños mayores de 9 meses algunas madres les dan platos preparados (pastas con salsa, pescado y ave, alimentos prefritos, cereales azucarados, comida china) ignorando que son frecuentemente altos en sal y azúcar, bajos en vitaminas y muy altos en grasas saturadas. La misión del equipo de salud, es que si se administran alimentos preparados se estimule la utilización de alimentos más saludables con bajo aporte de sal y azúcar v como por ej: porotos, vegetales, frutas precocidas o en conserva, sin azúcar.(alimentos infantiles). Al aumentar la ingesta de sólidos aumenta la necesidad de ingerir líquidos, para lo cual se aconseja ofrecer agua (hervida o embotellada). No hay necesidad de administrar jugos de lactantes, pero si la madre insiste, se aconseja la dilución máxima de manera que el agua se vea apenas coloreada. El tiempo para administrar bebidas azucaradas debe ser lo más breve posible, porque el tiempo de contacto en la boca, es un factor predisponente a las caries. Glúten El glúten es una proteina que se encuentra en el trigo, la avena, el centeno, y la cebada, y su intolerancia da diferentes síntomas y signos que traducen la malabsorción de nutrientes y el daño intestinal. Ya es conocido que existen familias con predisposición para manifestar la enfermedad celíaca y frecuentemente el diagnóstico, se evidencia al iniciar la alimentación sólida, cuando se ingieren los primeros alimentos con glúten. En la actualidad los organismos de salud recomiendan ofrecer alimentos sin glúten a los menores de 6 meses, lo que ha disminuido notablemente la incidencia de la enfermedad en este grupo etáreo. Las controversias actuales se dirigen a aquellos lactantes con historia familiar de enfermedad celíaca, donde algunos aconsejan postergar la introducción de glúten hasta después de 1 año de vida. Los fundamentos para esta posición solo pretende que los niños que generarán la enfermedad, presenten las manifestaciones en un período de menor vulnerabilidad nutricional. Alergenicidad El término alergia alimentaria es ampliamente conocido y frecuentemente mal utilizado. A continuación se presentan las siguientes definiciones para aclarar 3 conceptos: Alergia alimentaria: Corresponde a una forma de intolerancia alimentaria, donde existe clara evidencia de una respuesta inmunológica anormal al alimento. Intolerancia alimentaria: Reacción desagradable frente a un alimento reproducible y que no tiene bases sicológicas, ya que ocurre aún cuando el alimento está encubierto en el plato. En esta situación no se involucra el sistema inmune. La reacción puede resultar de deficiencia enzimática, efectos farmacológicos, efectos irritantes sobre las mucosas y/o fermentación de alimentos no absorbidos en el colon. Aversión alimentaria: Rechazo a un alimento específico por razones sicológicas. En la alergia siempre existe una respuesta inmunológica involucrada, con sensibilización del organismo a un alimento y donde un número de factores contribuye a este riesgo. El proceso de sensibilización en el lactante, supone una ingestión de un antígeno alimentario, que cruza la pared intestinal, produciendo anticuerpos específicos. Nuevos contactos con el mismo antígeno alimentario gatillará una respuesta adversa del sistema inmune. Los alimentos más comúnmente asociados a reacciones alérgicas, son la leche de vaca, los huevos, pescados, el trigo, los cítricos, el maní y la soya. La prevalencia de alergia alimentaria no está aclarada y los informes describen cifras tan variables como del 0.3 al 20 %, siendo más frecuente en aquellos niños que cursan sus primeros meses de vida. Las causas por las cuales se dificulta poder definir la prevalencia real de alergia, son la falta de test diagnósticos definitivos, los criterios diagnósticos diferentes en los distintos estudios y la descripción subjetiva por los padres de los síntomas del niño. Por otra parte la predisposición familiar a presentar estas reacciones existe, de manera que un niño hijo de padres atópicos, tiene un riesgo mucho mayor de presentar alergenicidad a los alimentos. De allí que se ha definido al “lactante riesgo” el cual presenta una historia familiar de enfermedad alérgica y/o un aumento de la concentración de IgE en sangre del cordón. Sin embargo a pesar de la predisposición genética, es el factor más importante para desarrollar una enfermedad alérgica, esta puede ser modificada por el tiempo de lactancia, la dieta materna durante ese período, el momento de inicio de la alimentación sólida y su tipo, además de ciertos factores ambientales, como la exposición a otros alergénos. No hay información concluyente respecto al momento de inicio y tipo de alimentación sólida en estos niños, y la falta de investigación al respecto. Los estudios actuales sugieren que la introducción de la alimentación complementaria antes de los 4 meses, se asocia a un mayor riesgo de eczema, especialmente en los lactantes con historia familiar de enfermedad atópica. Las evidencias muestran que el retraso en la introducción de alimentos alergénicos, beneficia a los niños denominados de “riesgo”. La Academia Americana de Pediatría, señala que en los lactantes de “alto riesgo” no se debiera introducir la alimentación sólida antes de los 6 meses de vida, retrasando hasta el año la introducción de productos lácteos y derivados de leche de vaca, hasta los 2 años el huevo, y hasta los 3 años los productos como el maní, nueces y pescados. Alimentos caseros vs. alimentos comerciales. Una pregunta frecuente de los padres es, si ¿las comidas caseras son mejores que las fabricadas comercialmente? y la respuesta más adecuada, es que cada una tiene su sitio. Los profesionales de la salud deben estimular la apropiada preparación de alimentos hechos en casa. El problema es que algunas investigaciones recientes, han encontrado que estas comidas caseras no siempre son nutricionalmente adecuadas, a diferencia de la mayoría de las comidas comerciales para lactantes, que contienen una adecuada cantidad de nutrientes y son controladas periódicamente para cumplir con lo establecido en su etiquetado. Las ventajas de cada una de estas comidas se presentan en la siguiente tabla: Comida casera Estimula la familiarización con alimentos comunes. Estimula la integración precoz a la alimentación familiar. Previene la sobre-dependencia con alimentos comerciales. Es más barata Con el adecuado consejo profesional cumple los requerimientos nutricionales del niño. Comidas comerciales Mayor comodidad. Permite el uso de cantidades adecuadas a la edad Tienen una composición regular y claramente establecida. Pueden ser fortificadas con nutrientes específicos. Es más cara Tanto en los alimentos caseros como en los comerciales, se requiere de la adecuada educación a los padres, respecto a la seguridad en la preparación y almacenamiento. Estos consejos deben incluir la discusión del recalentamiento, la duración de su almacenamiento, el uso de microondas, la ausencia de sal y azúcar adicional, y la definición de aquellos alimentos que deben evitarse o postergarse. En la etapa de 6-9 meses la inadecuada alimentación casera puede ser la razón probable, para una alta incidencia de déficit de hierro en los lactantes mayores y el inicio del sobrepeso u obesidad. En este sentido la ingesta de leche materna como principal fuente láctea, líquida hasta el primer año de edad, el inicio de alimentación complementaria a los 6 meses, la ingesta de vegetales verdes desde temprana edad, la administración de alimentos que contengan hierro hem diariamente, el aporte de cereales fortificados, de frutas o jugos diluidos ricos en vitamina C y la ausencia de té o exceso de fibra, permiten asegurar una adecuada nutrición de este mineral. Dietas especiales: Vegetarianas. El término vegetariano es amplio y debe ser especificado en la entrevista con los padres, para dar un adecuado consejo. En general cuando se habla de vegetariano se está describiendo al lácteo-ovovegetariano, pero existen otros 2 términos que también lo incluyen. Lacto-ovo-vegetariano: Excluye todas las carnes (rojas, pescados y aves), Los productos lácteos y los huevos pueden ser consumidos. Lacto-vegetariano: excluye todas las carnes (rojas, pescados y aves) y huevos. La leche y sus derivados pueden ser consumidas. Vegan: No consumen ningún alimento de origen animal, incluyendo los lácteos En familias vegetarianas, el inicio de la alimentación sólida difiere muy poco del de otras familias, ya que en las primeras semanas los alimentos ofrecidos son los mismos. Al progresar la introducción de alimentos y edad del niño, una alimentación vegetariana puede ser insuficiente en energía, hierro, aporte de proteínas de alto valor biológico y vitamina D. La orientación se dirige a estas áreas: Energía: estimular la prolongación de la lactancia materna, durante el primer año de vida, incluir alimentos de alta densidad energética después de los 6 meses como los cereales, usar menos alimentos ricos en fibra y no dar excesivo volumen de frutas y vegetales. Mantener un control periódico del peso y la curva pondoestatural. Hierro: estimular la lactancia materna hasta los 6 meses de vida en forma exclusiva, la ingesta de alimentos ricos en hierro y vitamina C. después de los 6 meses. Evitar la ingesta de té y excesiva ingesta de fibra, que inhiben la absorción del hierro no hem (que es el único consumido en estos casos). Proteínas: Incluir una amplia variedad de cereales, legumbres y productos lácteos para alcanzar un buen aporte de proteínas de alto valor biológico. Vitaminas: Estimular la lactancia materna y suplementar con vitamina D. Sin embargo el principal problema se presenta en los hijos de padres vegetarianos estrictos, (Vegan) donde la dieta es altamente restrictiva y se generan riesgos de deficiencia nutricional considerables, que incluyen déficit energético, proteico, hierro, calcio, vitaminas B12 y D. Para este grupo no son suficientes los consejos generales, pues se requiera adicionar suplementos de micronutrientes, vitaminas y orientación y seguimiento por Nutricionista. Salud Bucal: Las caries dentales son el mayor problema de salud bucal en los niños, pero puede ser reducido con la educación de los padres. La carie comienza a producirse cuando el esmalte es atacado y desmineralizado. Los azúcares dietarios son la mayor causa de desmineralización, a partir de las bacterias que están en la boca. Estos azúcares se metabolizan y producen ácidos, que al alcanzar cierto nivel se unen a los iones de calcio y fósforo del esmalte dentario, dañándolo. La severidad del “ataque ácido” depende de la saliva, de la placa bacteriana, la frecuencia y duración de la ingesta de azúcar, del tipo de azúcar dietaria y de la resistencia dentaria. Azúcar: Aunque la cantidad de azúcar consumida, es un factor importante para el desarrollo de la carie, la frecuencia de consumo es de significativa mayor trascendencia. La ingesta frecuente de azúcares promueve producciones repetidas de ácido que impiden la acción buffer de la saliva. Si los padres entienden la importancia de reducir la frecuencia y duración de la ingesta de azúcares, deberán limitar las bebidas, golosinas y alimentos dulces entre comidas. Algunos azúcares se consideran más dañinos para el esmalte dentario que otros, (“más cariogénicos”). Los azúcares intrínsecos de los alimentos, son de baja cariogenicidad. En cambio los azúcares extrínsecos (altamente cariogénicos) se encuentran libres en los alimentos o están adicionados a estos, a excepción de la leche y sus derivados (lactosa) que poseen bajo poder cariogénico. Las recomendaciones más estrictas en relación a los productos bebestibles se indican a continuación: Evitar la mamadera como chupete de entretención. Evitar la mamadera nocturna especialmente si contiene sacarosa, darla en un horario más temprano. Evitar líquidos adicionales en lactantes con alimentación materna exclusiva. Introducir la taza tan pronto sea posible, y evitar el uso de mamaderas más allá del año de vida. Estimular la ingesta de agua previamente hervida o embotellada al ofrecer líquidos. Si se administran jugos: - Seguir las instrucciones del envase en los manufacturados. - Servir en las comidas por períodos cortos y no fuera de ellas. - No usar chupete. Idealmente usar cuchara, tazón o taza, pero no mamadera. - No administrar a la hora de dormir o durante la noche. En cuanto a los azúcares de los alimentos sólidos, el inicio de la alimentación de este tipo, aumenta la ingesta total y la frecuencia con que se ingieren. Varias son las causas que explica este suceso, e incluyen la recompensa, la adaptación natural a la familia, que consume un nivel más alto de azúcar en la dieta, la falta de información respecto del daño que produce en los dientes, y la confusión en cuanto al nivel de azúcar de ciertos alimentos. Es poco probable esperar erradicar los azúcares de la dieta, pero reducir la frecuencia de su ingesta es muy importante. Para reducir la ingesta de azúcar se aconseja: Dar alimentos dulces solo en las comidas y nunca entre estas. No administrar alimentos dulces antes de dormir. Intentar no dar alimentos dulces en recompensa o premios. Oponerse a que los abuelos o familiares obsequien alimentos dulces. Estar conciente de los diferentes tipos de azúcares. Cepillar los dientes después de cada comida. (mínimo 2 veces al día). Fluor: El agua potable fluorada ha demostrado reducir las caries de la población. El agua fluorada en 1 parte por millón (1 ppm) durante el período de desarrollo de los dientes, se cree ofrecer una óptima protección contra las caries. La suplementación adicional con fluor, debe ser indicada por el dentista y se prescribe de acuerdo a las necesidades individuales. Los estudios indican que sería beneficioso para los niños que tienen alta y frecuente ingesta de azúcares, para aquellos cuyos padres tienen mala salud bucal y también los con aseo bucal infrecuente. REFERENCIAS. 1. 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