Sí, el agua es importante.

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Sí, el agua es importante. ¡Dígannos algo nuevo!
A menudo nos quejamos de nuestra suerte, de cómo va el mundo,
creemos que no tiene arreglo y que es culpa de otros. Pero nuestro
consumo responsable, fruto de una buena información, tiene poder
para modificar la economía mundial... si estuviéramos unidos y nos
informáramos más allá de lo que nos enseñan los grandes medios.
Es obvio que las empresas grandes, que estén en el punto de mira de los medios
de comunicación, que tienen recursos, que les interesa guardar una imagen
favorable ante la sociedad, sean respetuosas con el medio ambiente. Al menos
eso nos hacen ver, aunque todo es cuestionable, desde la extracción de materias
primas, hasta la tecnología usada para fabricar un producto.
¿Y los empleados? ¿Usan correctamente el agua? En mi opinión este recurso no
pertenece a las Empresas, sino a todos, y el favor o perjuicio que hacemos con
nuestras acciones, sólo nos lo hacemos a nosotros. La mayoría estamos
concienciados de cerrar grifos y duchas tras su uso, y cosas así, pero, como el
agua es tan barata, muy pocos se plantean, en lugar de tirar agua potable por el
inodoro, usar dos circuitos de agua en casa, uno potable y el otro no.
Uno de los pilares que muchas compañías tienen en el terreno de la imagen ante
el exterior son los jardines. El césped no autóctono necesita un riego continuo,
cuando plantas autóctonas con 'peor imagen', no necesitarían casi nada. El césped
es como el cemento y el alquitrán, un símbolo de status económico, fuera de la
ley natural, al menos aquí en Valencia. Recuerdo el comentario que en ese
sentido realizó el director de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, Manuel
Toharia, hace unos años en una de sus charlas.
Sólo por intereses económicos más de la mitad del mundo muere por falta de
agua potable, y seguimos mal informados y bien educados para no pensar. Para el
poderoso es importante que existan grandes diferencias. Mientras un mundo
vive en la abundancia, el otro agoniza de sed, de hambre, de miserias. Surge así
todo un abanico de posibilidades de negocio. Muchas multinacionales establecen
sus factorías en los países pobres, mucho más baratos y con una precaria
protección laboral, porque «así lo demanda las leyes del comercio internacional»,
porque «hay que sobrevivir». Y con tales excusas —pactada entre los ricos en
gigantescas reuniones tipo Davos, y otras más ocultas— recortan los derechos
de los pobres. «¡Estamos en crisis! Fuera recursos». Y todos a ajustarnos los
cinturones para que la Compañía sobreviva. Con el agua ocurre igual. ¿Qué
pasaría si hubiera agua saludable para todos? Al cubrirse las necesidades
mínimas de muchos se acabó el negocio de los ricos, la explotación y la rentable
política del miedo, se acabaron las empresas embotelladoras (gran negocio), y los
productos de alta farmacia que venden 100 gramos de pura agua marina no
contaminada, a 10 dólares la ampollita.
Abriendo nuevas fronteras con el agua.
En “El agua prometida” el escritor canario Alberto Vázquez Figueroa explica con
todo detalle cómo funciona su desaladora por osmosis inversa. Es mucho más
barata que las actuales, mucho más capaz, y necesita mucha menos energía para
funcionar. Así lo demostró con detalle a científicos y políticos de España, hace
unos años. Sin embargo el proyecto fue tumbado al llegar al Ministerio, sin más.
Una fuerte campaña de ridiculización (esperada, por otra parte) se lanzó contra
el hasta entonces discreto escritor. Y su apacible vida en las Islas Afortunadas se
vio turbada por su deseo de “Agua para todos”. Nos tienen divididos hablando
de si transvase sí, transvase no, y las buenas ideas están ahí fuera, olvidadas.
Afortunadamente las buenas ideas siguen apareciendo, y soy de la opinión que
serán avalancha. El biólogo norteamericano Gordon Sato ha demostrado que se
puede reverdecer el desierto, usando salicornias, es decir, plantas que viven en
manglares, con agua de mar. Al verter agua marina sobre la arena el desierto de
Eritrea, uno de los países más pobres del mundo, ha demostrado que se puede
cultivar. ¿Por qué no se apoya esta iniciativa como debiera? En su libro “El
Poder Curativo del Agua de Mar”, el oceanólogo Héctor Bustos-Serrano y el
doctor en veterinaria Ángel Gracia nos narran que no sólo el agua marina puede
producir alimentos en los desiertos, sino que mediante su ingestión (rebajada a
la concentración adecuada) se pueden curar enfermedades de todo tipo, desde
óseas hasta cutáneas. Pero también hay campaña para que creamos que el océano
está tremendamente contaminado y para que dependamos cada vez más de las
farmacias. Un mundo sano sería la ruina para muchas multinacionales.
Y mientras permanecemos desinformados, enojados y separados, los poderosos
ultiman su control... ¡Y la solución a nuestros males está ahí fuera! esperando a
ser escuchada, y dentro de nosotros mismos, esperando a que nos escuchemos.
¿En qué queremos utilizar nuestras energías? ¿Cómo queremos luchar?
¿Enfrentándonos entre nosotros? Vivimos rodeados de agua por todas partes,
rodeados de vida... Que la vida triunfará es mi convicción, no mi consuelo.
P.H.
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