Gestión de residuos Durante la era industrial se ha vivido un aumento espectacular de la población mundial. En un periodo corto de tiempo, unos 200 años, se ha pasado de mil millones de habitantes a los seis mil millones actuales. Al bienestar económico se le exige que posibilite, a su vez, un desarrollo de nuevas oportunidades para la protección del medio ambiente. La opinión pública, gobiernos e instituciones, nacionales e internacionales, son conscientes de los impactos negativos de la actividad industrial sobre la salud pública y los ecosistemas, especialmente el aumento de forma incontrolada de los residuos. Del mismo modo, el uso de productos químicos en los cultivos, y las consecuencias de su utilización, motivaron el Convenio de Rotterdam, bajo el epígrafe "sobre el procedimiento de consentimiento fundamentado previo aplicable a ciertos plaguicidas y productos químicos peligrosos objeto de comercio internacional". Organizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUD) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). En la comunidad iberoamericana, así como en el resto del mundo, las regulaciones son mejoradas de forma constante, así como la tecnología para la protección del medio ambiente. En los comienzos del siglo XXI, las soluciones a este problema deberían ser globales, además de locales o nacionales. Uno de los problemas legales surge cuando los deshechos peligrosos cruzan las fronteras de los países. Para paliar los conflictos que podían surgir se celebró el Convenio de Basilea sobre el control de los movimientos transfronterizos de los desechos peligrosos y su eliminación que fue adoptado por la Conferencia de Plenipotenciarios de 22 de marzo 1989, bajo el auspicio de la Organización de las Naciones Unidas. La concienciación de la sociedad sobre la importancia del reciclaje, la minimización y el almacenaje seguro de desechos contaminantes, es útil para la protección de medio ambiente, pero insuficiente para el desarrollo sostenible en el futuro. Para abordar el problema de la contaminación orgánica y sus negativas consecuencias para la alimentación y por ende para la salud, las Naciones Unidas celebraron el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes (POPs). En 1998, los gobiernos decidieron reforzar el procedimiento adoptando el anteriormente mencionado Convenio de Rotterdam, (texto del acuerdo) que "establece un vínculo jurídico para el Consentimiento Fundamentado Previo. El Convenio establece una primera línea de defensa al otorgar a los países importadores los medios y la información que necesitan para reconocer peligros potenciales y excluir productos químicos que no puedan manejar en forma segura. Si un país consiente la importación de productos químicos, el Convenio promueve la utilización sin riesgos del mismo mediante normas de etiquetado, asistencia técnica y otras formas de apoyo. También vela por que los exportadores cumplan con dichas normas". El Convenio de Rotterdam (página web de la secretaría) entró en vigor de febrero de 2004. Según los expertos, reestructurar los organigramas habituales del sistema de producción es indispensable y urgente para responder a problemas ambientales, actuales y futuros. Sin embargo, la tecnología limpia que integra el reciclaje de los desechos del proceso de producción y de los productos al final de su ciclo de vida, debería ser aplicada a todas las futuras plantas industriales. En los últimos tiempos, debido al rechazo social que genera el miedo a accidentes, se ha paralizado la construcción de centrales nucleares en varios países. A esto hay que sumarle la cada vez mayor preocupación por la gestión de los residuos radioactivos y su impacto en el medio ambiente. Para las centrales ya existentes, se busca una gestión segura, mediante la introducción de fuertes medidas de control. Selección de enlaces comentados sobre 'Gestión de residuos' por países