respuestas a las cuestiones del texto 39

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RESPUESTAS A LAS CUESTIONES DEL TEXTO 39
1. RESUMEN
En el pueblo quieren linchar a una mujer que ha matado a un hijo engendrado
fuera del matrimonio. Dentro de la casa, todos los personajes apoyan este castigo
para quien ha violado las leyes de la decencia, excepto Adela que se solidariza
con ella.
2. TEMA Y ORGANIZACIÓN DE LAS IDAS
2.1. TEMA:
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El conflicto entre una moral restrictiva y otra basada en la libertad de la
persona.
La marginación de la mujer.
2. 2. ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS:
El texto consta formalmente de 22 líneas distribuidas en 14 intervenciones y 6
acotaciones, de las cuales 2 son independientes.
Considerando el desarrollo de la acción, se puede dividir el
partes:
texto en dos
A. Introducción al conflicto: el caso de la hija de la Librada contado por
Poncia (líneas 1-10).
B. Desarrollo del conflicto entre las que quieren castigarla y la que pide su
libertad (líneas 11-22).
Las intervenciones de esta segunda parte se pueden distribuir en dos
apartados, según el personaje represente el principio de autoridad o libertad:
a. Principio de autoridad: intervenciones de Bernarda, Poncia y Martirio.
b. Principio de libertad: intervenciones de Adela.
Se produce, además, un incremento progresivo de la tensión dramática, que
reconocemos en la extensión de las intervenciones, cada vez más breves, así
como en la acumulación de oraciones exhortativas, y que culmina con las
palabras que se cruzan Adela y Bernarda, reclamando ésta la muerte de la hija
de La Librada y aquella su liberación.
Para relacionar estas partes y dar cohesión al texto, el autor utiliza una serie de
procedimientos, entre los que destacamos los siguientes:
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
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Recurrencias léxicas: “hijo” (4, 5); distintas formas del verbos matar (8,
12, 13, 22).
Deíxis anafórica: “todos” (11) señala a los hombres citados en la anterior
intervención.
Campo semántico de la violencia: “lo mató” (6); “la quieren matar” (8); “la
traen arrastrando” (9); “matarla” (12); “acabad con ella” (19); etc.
3. COMENTARIO CRÍTICO
El emisor del texto es Federico Gacía Lorca, escritor a quien se le encuadra en
la Generación del 27, junto con Rafael Alberti, Jorge Guillén, Vicente
Aleixandre, Luis Cernuda, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Pedro Salinas,
Manuel Altolaguirre y Emilio Prados.
El receptor es un público amplio, pues el texto no ofrece especiales
dificultades de comprensión, aunque algunas expresiones metafóricas, como
“Que pague la que pisotea la decencia” pueden restringir la comprensión total
del mismo; indeterminado, ya que el emisor no se dirige a unas personas
concretas; y universal, porque pueden acceder a él lectores presentes o
futuros. Además el receptor, no tiene capacidad de respuesta, salvo en el caso
de que la obra sea representada, aunque sí libertad de interpretación.
La intencionalidad es mostrarnos el conflicto entre una moral restrictiva y
autoritaria representada por los personajes que reclaman la muerte para la hija
de la Librada y el principio de libertad encarnado por Adela, aunque, en el
fondo, lo que denuncia Lorca, y sobre lo que quiere que reflexionemos, es la
marginación de la mujer en el ambiente rural.
De todo lo expuesto (estructura dialogada, tipo de receptor, etc.) se deduce que
estamos ante un texto literario de carácter dramático, en el que
reconocemos fundamentalmente las funciones poética y apelativa.
La función poética se ve reflejada en las figuras retóricas que llaman la
atención sobre la forma en que está escrito el texto:
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Símiles: “como llevados por la mano de Dios (7-8).
Metáforas: “Carbón ardiendo para el sitio del pecado” (19-20).
Hipérbole: “dando unas voces que estremecen los campos” (10).
Para reconocer la función apelativa, debemos considerar como emisores y
receptores a los diferentes personajes que intervienen en el diálogo. La ponen
de manifiesto los siguientes recursos:
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Oraciones interrogativas: “¿Qué ocurre?” (3); “¿Un hijo?”.
Vocativos: “¡Bernarda!” (2).
Imperativos: “¡Acabad con ella...¡” (19); “¡Matadla!” (22).
El texto tiene interés porque aborda un tema, la marginación de la mujer, que
aún hoy día sigue teniendo plena actualidad, como ponen de manifiesto, por
ejemplo, los frecuentes casos de malos tratos que conocemos a través de los
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medios de comunicación. Además, la denuncia que hace Lorca en el texto, así
como en la obra a la que pertenece éste, “La casa de Bernarda Alba”, se refiere
a nuestro propio país, aunque a principios del siglo XX, lo cual incrementa el
incrementa el interés por su cercanía. A esto hay que añadir la repercusión
social que tiene todo lo relacionado con las mujeres que representan
aproximadamente el 50 % de la población. Tampoco debe olvidarse, por la
relación del episodio con el sexo y la violencia, la atracción morbosa que
ejerce sobre nosotros.
El problema que se plantea en el texto no es tanto el crimen cometido por la
hija de La Librada, como el hecho de haber tenido un hijo fuera del matrimonio.
Esto es lo que enardece los ánimos de los personajes que representan una
moral autoritaria y restrictiva y que demandan un castigo ejemplar para ella.
Son significativas al respecto las palabras que emplean para reclamar éste:
"que pague la que pisotea la decencia”. Se entiende que lo que ha violado esta
mujer son las leyes de la decencia que prohiben tener hijos a las madres
solteras. Parece quedar en un segundo plano el hecho de que haya matado al
niño. También apuntan en esta dirección las palabras, llenas de crueldad y
odio, de Bernarda exigiendo el castigo y la muerte para la acusada: “¡Acabad
con ella antes de que lleguen los guardias! ¡Carbón ardiendo en el sitio de su
pecado!”. Porque las cuestiones de decencia se resuelven al margen de las
autoridades competentes, como sucede hoy día en algunos países islámicos
donde es la propia familia, en ocasiones, la que se encarga de castigar con la
muerte, incluso a mujeres que ha sido violadas. En estos países también suele
aplicarse, de forma estricta, la “sharia”, código de comportamiento emanado del
Corán que establece el castigo de la lapidación para la mujer adúltera. Por
ejemplo, en Nigeria, se ha dado al menos dos casos de mujeres (Safiya y Amina)
condenadas a morir de esta manera, por haber cometido adulterio.
La hija de la Librada, por consiguiente, sufre discriminación por el mero hecho
de ser mujer y haber ejercido su libertad, pues, si se tratase del caso contrario,
es decir, que fuera un hombre el que había tenido un hijo fuera del matrimonio,
la reacción de la sociedad sería completamente distinta, incluso podría
considerar el comportamiento como un ejemplo de hombría. De hecho, en el
texto no se hace referencia la padre de la criatura, como si él no tuviera nada
que ver con la violación de las leyes de la decencia.
El punto de vista de Lorca, no parece que haya duda al respecto, es de
solidaridad con la mujer, a la que erige en sus obras -incluida “La casa de
Bernarda Alba a la que pertenece el texto- a la categoría de protagonista, con
lo que conlleva de ruptura con toda una tradición teatral de protagonistas
masculinos. Es probable que una persona como él de orientación homosexual
sufriera en vida una discriminación semejante o mayor incluso a la de las
mujeres. Y esta situación particular, sin duda, le hizo sentirse más cercano a
ellas y, en general, a los seres que son marginados por razones étnicas (los
gitanos), raza (los negros), de sexo...
Compartimos esta actitud solidaria, pues la mujer ha sufrido discriminación a
lo largo de la historia y la sigue padeciendo en nuestros días. Afortunadamente
las leyes, al menos en los países occidentales, han cambiado en aras de la
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igualdad entre hombres y mujeres; pero los residuos machistas siguen estando
presentes en nuestra sociedad, como ponen de manifiesto los continuos casos
de violencia contra ellas por parte de hombres que las consideran propiedad
particular. Tampoco se ha modificado la posición de la iglesia católica en
relación a los hijos, que subyace tras las actitudes de Bernarda y Martirio, pues
sigue considerando pecado engendrarlos fuera del matrimonio.
Lorca, además, ha sabido estructurar el texto de una forma lógica, pues,
primero, introduce la causa del conflicto y, después, lo desarrolla. Así, las
actuaciones de unos y otros personajes, tanto de los que representan el
principio de autoridad, como de quien simboliza el de libertad, resultan
convincentes
En resumen, estamos ante un texto de gran interés y actualidad, que posee,
además, una extraordinaria fuerza dramática, ya que la denuncia contra la
marginación que sufre la mujer, se presenta, mediante un diálogo, en el que la
tensión va creciendo progresivamente, como comentamos en el apartado de la
organización de las ideas, lo cual constituye un acierto, sobre todo si nos
ponemos en el lugar de un espectador que asiste a la representación de la
obra.
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