PETRÓLEO: UNA FUENTE DE ENERGÍA Y UNA FUENTE DE PROBLEMAS. Nuestra civilización depende, sobre todo, de la energía. Antes de la revolución industrial que tuvo su principal escenario en la Inglaterra de los siglos XVIII y XIX, la energía no era ningún problema, el viento suministraba la suficiente para el transporte marítimo, molinos, bombas para pozos, etc. La fuerza animal bastaba para la agricultura y el transporte terrestre y la del hombre para las artesanales industrias de entonces. La revolución industrial se basa en una fuente de energía conocida desde mucho antes pero sin utilización hasta entonces, el carbón en sus distintas clases. La máquina fundamental es la de vapor que se impone en el transporte terrestre (ferrocarril), en el marítimo, hasta el punto de llegar a ser sinónimos barco y vapor, y en la industria. Hay todavía amplias reservas de carbón, pero la utilización del petróleo (en toda la gama de productos obtenidos de él) y sus motores resulta más ventajosa y el uso del carbón ha quedado desplazado incluso en las instalaciones de calefacción, quedando fundamentalmente en la industria siderúrgica y para la obtención de productos químicos. Con una política energética muy discutible se ha promovido el uso del petróleo y sus derivados mientras se desaconsejaba el uso del carbón por ser, según se dijo, más contaminante. Incluso el gas ciudad obtenido por destilación de la hulla ha sido sustituido por el gas natural que ha de importarse con el consiguiente aumento de nuestra dependencia energética respecto de países no siempre estables. La preocupación por el futuro energético, tan absolutamente dependiente del petróleo, debería ser una cuestión de política universal prioritaria, ya que, tarde o temprano, se agotará y su sustitución paulatina debería estar ya en marcha. Sin embargo, el plazo que se da es muy corto considerado históricamente, pero ya no tanto comparado con la vida humana y el hombre propende a no considerar las cuestiones molestas que no sean inmediatas. La contaminación que se deriva de su transporte y de su consumo, creciente como es lógico, se pretende soslayar con hipotéticas medidas y, en última instancia, se habla de energías alternativas limpias que, por el momento, son más un deseo que una solución efectiva. No está de más que echemos una ojeada breve sobre esta fuente de energía y de problemas. El petróleo se encuentra en el interior de la Tierra a profundidades muy variables. Su formación, aunque hay hipótesis inorgánicas prácticamente desechadas en la actualidad, se debe a la acumulación de materia orgánica procedente de seres vivos y transformada por bacterias y luego por el calor y la presión. Se conoce desde hace mucho, los babilonios utilizaban el asfalto (un derivado muy denso) para asentar los ladrillos de sus construcciones. En el antiguo Egipto lo usaban los embalsamadores y, según la Biblia, la madre de Moisés para calafatear la cesta en la que lo confió a las aguas del Nilo. No merece la pena insistir en este aspecto histórico, salvo para hacer notar que estos productos se encontraban aflorando en la superficie terrestre pues por entonces estaba descartada la posibilidad de su extracción (recordemos el caso del lago Asfaltites). Como anécdota, las muestras enviadas a los Reyes Católicos con la explicación del empleo que le daban los indios. Raramente se le encuentra en la zona de su origen, ya que emigra a través de estratos permeables confinados entre otros impermeables. La figura es un esquema de la localización de un estrato petrolífero. 1 En ella se puede ver que agua, petróleo y gas se sitúan ordenados por su densidad; como el agua es la más densa, está más abajo, de ahí la desilusión que se ve en tantas películas cuando en un nuevo pozo sale inmediatamente agua, porque ya no puede haber petróleo aunque se siga perforando. El comienzo de la moderna industria del petróleo puede fijarse en el 27/8/1859 con el pozo abierto por el coronel E. I. Drake en Titusville, Pensilvania. Le bastó con la muy modesta profundidad de 21 metros usando una máquina de vapor. El resultado también fue modesto, 3,2 toneladas diarias. Hoy se sobrepasan fácilmente los mil metros, llegando a más de seis mil; si no se pasa a mayores profundidades es debido principalmente al costo de la extracción que hace no competitivo el yacimiento. En cuanto al rendimiento, muy variable, por supuesto, puede ser de decenas de miles de toneladas diarias. Cuando han empezado a acabarse los yacimientos en tierra, se ha buscado los submarinos usando las plataformas petrolíferas que ya son elementos popularizados por los medios de comunicación y el cine. Tras el imperio del carbón, protagonista de la revolución industrial, ha sobrevenido el del petróleo. En 1990 nada menos que el 38,6% de la energía comercial mundial se obtenía del petróleo. Antes, en 1971, el porcentaje había llegado al 47,4%, lo que no quiere decir que el consumo absoluto de petróleo fuese mayor porque la energía consumida era entonces menor. Tras la crisis del petróleo generada por la OPEP en 1973 se intentó reducir sustancialmente la dependencia del petróleo, pero, a medida que pasaban los años se olvidó lo pasado y se incrementó de nuevo. El consumo actual (prácticamente equivalente a la producción) es enorme, unos 77 millones de barriles al día. El barril tiene un poco menos de 160 litros (158.9 l). La producción y el consumo global se representa en el gráfico siguiente: 2 Con más detalle, en agosto de 2002, las producciones diarias de algunos de los más importantes productores fueron en miles de barriles: Arabia Saudí Estados Unidos Irán Méjico Noruega Venezuela Reino Unido Emiratos Árabes Irak 7,735 7,690 3,410 3,214 3,110 2,390 2,129 1,980 1,390 (La coma es el separador de mil, no la decimal) La distribución geográfica de los yacimientos más importantes se indica en el mapa siguiente: Salvo el caso de los Estados Unidos, la producción está lejos de los centros de consumo, lo que implica un enorme tráfico de petroleros a través de los mares. El caso de los Estados Unidos es muy especial, consume tanto petróleo, unas tres veces más por habitante que otros países desarrollados, que, a pesar de su gran producción ha de importar mucho petróleo; es el gran “bebedor” mundial de petróleo. 3 La OPEP. La Organización de Países Exportadores de Petróleo se constituyó como entidad intergubernamental el 14 de septiembre de 1960 en Bagdad, integrada por cinco países que han llegado a ser 11 en la actualidad. Su composición actual es: OPEP País Localización Año de ingreso Arabia Saudita * Medio Oriente 1960 Argelia África 1969 Emiratos Árabes Medio Oriente 1967 Unidos Indonesia Asia 1962 Irán * Medio Oriente 1960 Iraq * Medio Oriente 1960 Kuwait Medio Oriente 1960 Libia África 1962 Nigeria África 1971 Qatar Medio Oriente 1961 Venezuela * Sur América 1960 * Miembros Fundadores. Fuente: Boletín de OPEP Su objetivo (por lo menos el confesado) era coordinar y unificar las políticas petroleras de sus países miembros, buscando asegurar la estabilidad de los precios del petróleo en los mercados internacionales con miras a evitar las fluctuaciones innecesarias y perjudiciales de los precios, mantener un suministro regular, eficiente y económico de petróleo a los países consumidores y preservar los intereses de las naciones productoras. Enmascarado con palabras más o menos suaves, se ha creado un monopolio a escala mundial capaz de fijar los precios a su conveniencia siempre en un alto nivel, aunque con la precaución de no llegar a situaciones tan conflictivas para la economía de los consumidores que pudieran obligar a drásticas medidas de supervivencia. En apariencia la OPEP está lejos de la producción total como se muestra en esta tabla: 4 Producción Diaria de Petróleo Crudo en los Países Miembros de OPEP (millones de barriles por día) País Arabia Saudita Irán Venezuela Iraq Emiratos Árabes Unidos Nigeria Kuwait Indonesia Libia Argelia Qatar Total 1999 7.52 3.50 2.79 2.52 2.07 1.95 1.65 1.27 1.38 0.76 0.63 26.04 2000 8.00 3.69 2.89 2.57 2.24 2.04 1.77 1.20 1.41 0.80 0.69 27.30 Total Producción 74.12 Mundial 76.70 Fuente: Weeckly Petroleum Status Report/Energy Information Administration Sin embargo, el volumen que controla es más que suficiente para fijar el precio, ya que grandes productores, como EEUU, consumen tanto que también han de importar. De hecho la experiencia demuestra que, efectivamente, son capaces de fijar los precios a su conveniencia. RESERVAS MUNDIALES. Es un asunto que tiene demasiadas incógnitas. No olvidemos que hace años se pronosticó el agotamiento del petróleo para el año 2000, entonces aún lejano. Aparte de la dificultad de evaluar correctamente las reservas de un yacimiento conocido, queda la ignorancia de cuántos podrían descubrirse en el futuro. Es muy posible que las plataformas continentales puedan deparar agradables sorpresas, aunque parece que los futuros yacimientos serán menos rentables por la creciente dificultad de la extracción. Así las cosas, aunque todo el mundo reconoce que el petróleo se ha de acabar, los pesimistas ponen un plazo de unas decenas de años y los optimistas bastante más de un siglo. Los yacimientos controlados por la OPEP, con el consumo actual, pueden durar 80 años, mientras que los de los demás países parecen estar mucho más próximos a su agotamiento por haber sido, en su mayoría, muy explotados. La tabla siguiente da las reservas de los yacimientos actuales. 5 Reservas de Petróleo en Países de la OPEP, Año 2000 (billones de barriles) País World Oil and Gas Oil Arabia Saudita 261.4 Journal263.5 Iraq 100.0 112.5 Emiratos Árabes Unidos 63.8 97.8 Kuwait 94.7 96.5 Irán 93.1 89.7 Venezuela 47.1 72.6 Libia 29.5 29.5 Nigeria 24.5 22.5 Argelia 13.0 9.3 Indonesia 8.4 50 Qatar 5.4 3.7 Total OPEP 740.9 802.5 Total Mundial 981.4 1,016.8 Nota: World Oil y Oil and Gas Journal son Publicaciones especializadas Fuente: Energy Information Administration Los billones de este cuadro son, según es uso en otros países, miles de millones. Puede verse que la casi totalidad de las reservas pertenecen a la OPEP; la dependencia del mundo occidental respecto de la OPEP puede llegar a ser una gravísima situación si no se adoptan cuanto antes medidas eficaces en la política energética, bien sea buscando nuevos yacimientos en zonas no controladas por la OPEP, bien aumentando el uso de otras energías y mediante un ahorro, cada vez más eficiente, de sus diversas formas. Prescindir de la energía nuclear puede resultar una opción suicida a pesar de sus inconvenientes, ya que, por ahora, no se vislumbra otra solución verdaderamente eficaz. Hay mucho ecologismo propugnado, entre otras cosas, una fuerte disminución del consumo energético, pero nadie quiere prescindir del coche, el frigorífico o el aire acondicionado. Algunas de estas facilidades pueden parecer refinamientos superfluos, pero cabe preguntarse si no serán necesarios para la vida urbana actual; las trágicas consecuencias de la última ola de calor parecen contestar a la pregunta. LOS PROBLEMAS DEL PETRÓLEO. Ya se ha visto por encima algunos de los problemas que plantea el petróleo. Precisemos y completemos. 1. Es una fuente de energía no renovable, por tanto agotable en un plazo más o menos cercano. El enorme problema de su sustitución ha de afrontarse con mucha antelación para que pueda ser realizado sin tremendas consecuencias. En este aspecto la humanidad (o sus dirigentes) están actuando con la misma impavidez del fumador empedernido que no se plantea dejar el tabaco a pesar de conocer sus riesgos. Por otra parte, su extracción produce lodos muy contaminantes que acompañan al petróleo y que se separan antes de transportarlo. 2. El uso de gasolinas, gasóleos, fuel y otros derivados del petróleo implica una combustión que termina en la producción de vapor de agua y anhídrido 6 carbónico si la combustión fuese perfecta, pero que en la realidad van acompañados por monóxido de carbono, combinaciones de oxígeno y azufre, óxido de nitrógeno y partículas sólidas. El efecto de tal contaminación puede llegar a ser muy grave para la salud de los habitantes de núcleos urbanos e industriales, incluso para la flora a causa de la lluvia ácida, pero es posible que llegue a ser alterado el clima del planeta por la excesiva presencia de CO2 que produce el tristemente célebre efecto invernadero. No es fácil predecir cuán graves pueden ser las consecuencias en un plazo determinado, pero el riesgo es tan grande que merecería bastante mayor atención que las siempre fracasadas conferencias para reducir la emisión de gases nocivos. Los derivados del petróleo son hidrocarburos (con diversas impurezas), esto es, compuestos de hidrógeno y carbono. En contra de lo que se suele pensar, el elemento más energético por unidad de peso es el hidrógeno y no produce contaminación, ya que arde dejando vapor de agua. En cambio, el carbono, suponiendo perfecta la combustión, produce CO2 en la proporción de 3.67 kg de este gas por cada kilo de carbono. Si admitimos que, por término medio, hay 0.85 kg de carbono por kilo de combustible, tendremos unos 3 kg de CO2 por kilo de combustible utilizado. Si empezáramos a multiplicar se llegaría a una astronómica cifra de dióxido de carbono disipada en la atmósfera cada año. 3. El transporte masivo del crudo o productos derivados de él se realiza por mar, aunque el uso de oleoductos cubra las zonas dentro de un mismo continente. Durante muchos siglos el transporte marítimo no era peligroso mas que para los tripulantes, en verdad muchas veces extremadamente peligroso. Hoy los grandes petroleros suponen un peligro ecológico de primera magnitud. La economía del transporte ha llevado a verdaderos gigantes de la mar que transportan cada uno algunos cientos de miles de toneladas y un naufragio es una catástrofe para el medio marino y para las zonas de la costa que pueden ser afectadas. Como este es uno de los puntos fundamentales de la exposición, ya que aquí siempre hablamos de la mar, volveremos sobre él más adelante. 4. La pesada dependencia energética respecto de países muy heterogéneos y de dudosa estabilidad muchas veces, supone un gran riesgo para la economía mundial que puede ser llevada a crisis gravísimas de muy incierto desenlace. Sin llegar a tanto, véase la repercusión que los precios del crudo tiene en la inflación y si queremos ponernos en lo peor, consideremos las consecuencias que pueden derivarse de una restricción de la producción como arma contra los países consumidores. EL MAR EN PELIGRO. Desde hace bastante tiempo se viene tratando al mar con mucha desconsideración. Se lo ha fijado el destino natural de todos los desperdicios, basuras y aguas residuales. Ahora nos ocuparemos exclusivamente del petróleo. Aunque hoy parezca una práctica totalmente rechazable, durante años los deslastres de los petroleros iban a parar a la mar. Como es sabido, un petrolero en vacío no tiene las condiciones necesarias para navegar, por tanto, debe ir en lastre con un peso proporcionado al estado de la mar. La idea más simple (y más económica) es utilizar 7 como tanques de lastre los mismos del petróleo llenos con agua de mar para alcanzar el lastre necesario. Esta agua debería descargarse en el puerto, pero para evitar retrasos y costos se usaba el procedimiento de deslastrar el barco todo lo posible estando ya cerca del puerto, dejando el lastre mínimo para llegar con seguridad. Como el crudo no es precisamente un producto limpio, el deslastre en la mar vierte con el agua empleada una gran cantidad de residuos del petróleo; todos hemos conocido las negras bola o pellas en las playas sin necesidad de accidente alguno. Esta práctica es insostenible en un momento en que se estima que hay navegando unos seis mil petroleros, de ellos 4800 de más de 5000 t de carga y entre ellos, muchos de más de 50000. También se solía aprovechar para lavar los tanques de cuando en cuando para tenerlos limpios para la próxima carga. La solución más radical es que los tanques de lastre sean sólo para lastre, aunque, naturalmente, sea a costa de la capacidad útil del barco. Otra ventaja de esta solución es que la situación aconsejable de los depósitos de lastre es la situada junto a los costados, con lo que, además, en caso de colisión, es más difícil que sean dañados los tanques de petróleo situados más adentro. Con todo, diversas maniobras (como el repostar en la mar), fugas, etc., hacen imposible evitar que alguna parte del petróleo transportado vaya a parar a la mar sin que sea necesariamente por causa de un accidente catastrófico. Por otra parte, las fugas y pérdidas en instalaciones y vehículos terrestres acaban por llegar a la mar. Se estima que una cantidad comprendida entre el 0.1% y el 0.2% de la producción de petróleo acaba en la mar. Como porcentaje parece muy poco, pero, admitiendo el valor mínimo, supone cada día 74000 barriles, esto es, unas 9400 t y en un año unos tres millones de toneladas. Se podrá objetar que son estimaciones muy poco aproximadas, pero es tanta la cantidad que aun admitiendo una gran rebaja, supone un problema ecológico de primera magnitud. Los estudios realizados por la National Academy of Sciences de los EEUU dieron las siguientes cantidades: Año 1973 1979 1981 1983 1985/19 89 Toneladas vertidas 6.110.000 4.670.000 3.570.000 3.200.000 2.400.000 Las causas de estos vertidos se clasifican según el cuadro siguiente: Por causas naturales 10% Desde tierra Por funcionamiento de petroleros Por accidentes Por explotaciones petróleo en mar Por otros buques 64% (de ellas un 15 a un 30% por aire) 7% 5% 2% 12% 8 Vemos que, en contra de lo que se suele suponer, la mayor parte de la contaminación procede de tierra y sólo un 7% se debe a los petroleros en uso normal y un 5% a los accidentes. Aunque estos porcentajes parecen pequeños, el tráfico de petroleros mas sus accidentes son 360,000 t anuales, es decir, cinco Prestiges por año. Estadísticamente los accidentes pudieran parecer irrelevantes en comparación con lo que se lleva al mar desde tierra, pero la concentración local de sus efectos si el desastre, como suele suceder, ocurre cerca de una costa, supone una auténtica catástrofe ecológica. Los mayores vertidos pueden ser debidos a las plataformas marinas, como las 400,000 t de la rotura de una de ellas el año1979 en el Golfo de Méjico, y, peor aún, a actos de guerra como en la del Golfo, en la que se estima que pudo llegarse a las 800,000 t. Para una idea más aproximada podemos fijarnos en el cuadro siguiente: Vertidos de petróleo de más de 140 mil toneladas Año Accidente Lugar Toneladas vertidas 1991 Guerra del Golfo Golfo Pérsico 816 000 1979 Plataforma Ixtoc I México 476 000 1983 Pozo petrolífero Irán 272 000 1992 Oleoducto Uzbekistan 272 000 1983 Petrolero Castillo de Bellver Sudáfrica 267 000 1978 Petrolero Amoco Cádiz Francia 234 000 1988 Petrolero Odyssey Canadá 146 000 1979 Petrolero Atlantic Empress Caribe 145 000 198U Pozo petrolífero Libia 143 000 1979 Petrolero Atlantic Empress Barbados 141 000 9 Otros accidentes conocidos o que han sucedido en España 1967 Petrolero Torrey Canyon Reino Unido 130 000 1994 Rotura de oleoducto Rusia 104 000 1976 Petrolero Urquiola La Coruña 95 000 1992 Petrolero Mar Egeo J La Coruña 71 000 1989 Petrolero Exxon Valdez Alaska 37 000 Omitimos el Prestige por estar demasiado reciente. El peligro para las costas deriva de que las rutas principales van costeando los continentes; una desde el N del Japón contornea Asia hasta el Golfo de Arabia, sigue por África y bordea la Península Ibérica para continuar por las costas europeas hasta Noruega. Hay otra que atraviesa el Atlántico después de un buen trayecto costero por Europa para seguir por las costas de América. El Mediterráneo también soporta un denso tráfico. Para España es especialmente peligrosa la concentración que se produce en las costas gallegas y la del Estrecho de Gibraltar. ¿Qué ocurre con el petróleo vertido?. Inicialmente se extiende sobre la superficie del mar en capa muy delgada cuyo espesor depende de la muy variable viscosidad del producto, pero que puede ser de una décima de milímetro. Como el petróleo tiene elementos volátiles en proporción que depende del producto, entre la tercera parte y los dos tercios se evapora y acaba siendo descompuesto por fotooxidación. Parte del que permanece en el agua, sometido a los rayos solares, acaba también fotooxidado, mientras que otra se disuelve en el agua y, prácticamente, la envenena. El resto se va emulsionando con el agua por la acción de las olas y el viento formando una especie de “crema” muy espesa y que es el célebre chapapote. Arrastrado por el viento, se acumula capa sobre capa y puede llegar a tener considerable espesor pronto fragmentado en bolas o pellas. Se dice que en el centro del Atlántico hay unas 86,000 t de chapapote, la mayor parte pringando las algas del Mar de los Sargazos. Una parte del chapapote se puede ir concentrando hasta alcanzar mayor densidad e irse al fondo con gran daño de las especies marinas que lo tengan como habitat. La figura resume gráficamente lo expuesto. 10 Aunque no se haga nada para eliminar el vertido, la mar tiene recursos, como los microorganismos capaces de “comerse” el petróleo y, en pocos años logra eliminar el vertido. Peor es el caso de la concentración en una costa, sobre todo si es productiva desde el punto de vista de la pesca o del turismo. Con todo, el método mejor en este caso es el que se sigue en Galicia, la recogida manual, pues el uso de agua caliente a presión, detergentes, etc. ensayados en ocasiones han resultado peores que la propia contaminación. En el caso del Exxon Valdez se empleó agua caliente a presión para desprender el petróleo de costas y playas y empujarlo al agua y resultó mortal para las especies marinas, de suerte que se regeneraron mucho antes las zonas a las que no se había aplicado tratamiento alguno. En el caso del Torrey Canyon los detergentes fueron extremadamente perjudiciales desde el punto de vista ecológico. POR QUÉ SE PARTEN LOS PETROLEROS. En primer lugar, hay muchos petroleros que terminan su vida en el desguace sin terminar partidos por la mitad, pero la noticia está, precisamente, en los que se parten y los medios de comunicación se lanzan sobre estos casos llamativos como si fuesen la norma general. Sin embargo, hay que reconocer que el número de roturas es más alto que lo que estadísticamente se podría esperar y, sin duda, debe haber para ello alguna razón. Actualmente el cálculo de estas estructuras flotantes está muy lejos del empirismo de otras épocas; el estudio estadístico de las solicitaciones y la determinación de los esfuerzos por el método de los elementos finitos han añadido seguridad y confianza. Sin embargo, estamos ante fenómenos naturales que pueden apartarse mucho de los valores estadísticos característicos, como es para las estructuras terrestres el caso de un terremoto. A pesar de que el cálculo para efectos dinámicos está bien establecido, de vez en cuando un terremoto se salta los supuestos y se produce la catástrofe. La navegación de los costosos petroleros no se puede restringir a la mar tranquila y se afrontan con frecuencia situaciones cercanas al límite. Prescindiendo de efectos dinámicos, hay dos casos extremos de flotación con olas: 11 1. El barco tiene una gran ola a proa y otra a popa. Se produce un aumento del empuje en ambos extremos y una disminución en el centro, lo que da lugar al arrufo del barco trabajando a tracción la quilla y a compresión la cubierta. 2. El barco tiene una gran ola en el centro mientras que la pro y la popa están en los senos. Ahora el empuje es mayor en el centro y menor en los extremos por lo que el barco sufre quebranto con tracción en la cubierta y compresión en la quilla. Además hay un gran esfuerzo cortante en el centro que afecta sobre todo a las planchas de los costados. 2. A esto se suma el efecto de la oblicuidad del frente de las olas que producen disimetría en las bandas y torsión en el casco. Pero estos efectos se repiten mientras el barco navega, son cargas repetidas capaces, si los esfuerzos son grandes, de causar la fatiga del material. Este concepto es un tanto complicado pero podemos simplificarlo. Todo el mundo ha intentado (y conseguido) alguna vez romper algún elemento metálico doblándolo alternativamente a uno y otro lado. Al cabo de una serie de repeticiones el elemento se rompe. El número de repeticiones necesario depende del esfuerzo que sufre la estructura. Si las tensiones son bajas no se producirá la rotura por fatiga nunca (se suele fijar este nunca en más de un 12 millón de ciclos). Si las tensiones son altas, aunque lejos de la que produce la rotura con carga estática, el número de ciclos es menor cuanto más alta sea la tensión. La rotura por fatiga comienza siempre por alguna zona defectuosa, aunque sea de pequeña extensión, o bien por una zona de concentración de tensiones como los ángulos poco redondeados de una abertura. Al principio el daño es prácticamente invisible hasta que la repetición de los esfuerzos agranda las pequeñísimas fisuras y las convierte en grietas y, al final, en rotura. Las grandes estructuras son más propensas a la fatiga porque en su gran extensión es más probable encontrar un defecto inicial en el material que en una más pequeña. Pero el barco no navega sin sufrir serios esfuerzos dinámicos, golpes de mar, por ejemplo, aparte de las vibraciones de sus propias máquinas. De hecho, el paso de las olas produce movimientos más o menos violentos que, con la gran inercia del barco, inducen tensiones dinámicas en toda su estructura. La fatiga de los materiales es acumulativa; se recuerda las cargas anteriores, no hay recuperación como en el caso de un ser vivo que se cansa, descansa y vuelve a estar tan fresco. Todo esto se tiene en cuenta en el proyecto y construcción del petrolero pero se supone además que se cumplirán tres requisitos fundamentales: 1. Correcta carga y gobierno de la embarcación. 2. Conservación adecuada y reparación a tiempo de las anomalías. 3. Limitar la vida útil de la embarcación a un plazo razonable. Las exigencias de lograr la mayor economía posible hace que a veces la tripulación, recogida aquí y allá, no cumpla la primera, que las inspecciones y reparaciones se limiten lo más posible buscando puertos “comprensivos” y que la vida del barco se prolongue más de lo debido. Si se falta a los tres requisitos, la suerte del barco está cantada. ¿Cómo es un petrolero? Para hacernos una idea veamos la figura que muestra un petrolero que puede ser de los de 150.000 t de carga, un buen barco pero no uno de los monstruos de 300.000 y más. Sobre la imagen se ha superpuesto el rectángulo de un campo de fútbol. Los que han navegado en muy grandes petroleros dicen que cuesta mucho acostumbrase a ver desde el puente la cubierta deformándose apreciablemente al paso de las olas, es decir, materializando el arrufo o el quebranto y las torsiones. Aunque se cuente con esta deformabilidad es evidente que tiene que extrañar. Si como consecuencia de la mala conservación llega a producirse alguna holgura no prevista y 13 con la deformación alguna parte roza contra otra, podría llegar a generarse electricidad estática y tal vez una chispa capaz de incendiar los vapores de un tanque. Para conseguir una correcta distribución de la carga los tanques van agrupados en varias secciones todos cuyos tanques han de estar llenos o vacíos. En cuanto a su estructura interior no es precisamente la de cuadernas, etc. aunque así se sigan llamando. Recuerda bastante a la de los puentes metálicos con sección en forma de cajón, como puede verse en los esquemas siguientes. La figura 10 es la sección por la cuaderna maestra de un petrolero de Fernández Tapias; lo presentamos como ejemplo de buque monocasco, esto es, aquel cuyo casco es la pared exterior de los depósitos. Cualquier rotura del casco por colisión u otras causas provocará la fuga del petróleo del depósito afectado. La figura siguiente es un petrolero de la misma naviera, pero con doble casco. En este tipo de barco los depósitos están limitados por el casco interior quedando entre ambos cascos un espacio de seguridad que puede ser utilizado para tanques de lastre. En el caso de una colisión que afecte sólo al casco exterior, es decir, no extremadamente violenta, no se producirá derrame de combustible. 14 La figura siguiente es la sección de un petrolero de un millón de toneladas proyectado hace años. 15 La imagen siguiente representa un petrolero cuyo descuidado aspecto salta a la vista, sugiriendo una mala conservación. La siguiente, por el contrario, muestra un aseado aspecto exterior. Claro está que eso no basta para asegurar que está correctamente conservado, pero lo hace suponer. Además es un barco mucho más moderno 16 EL DOBLE CASCO. Con ocasión del naufragio del Prestige, toda la prensa, radio y televisión se han lanzado sobre los petroleros monocasco. Dejando aparte el hecho de que son la mayoría de los que actualmente navegan y que su eliminación en breve plazo es imposible si no se quiere dejar sin petróleo a medio mundo, se está exagerando la influencia del doble casco en la seguridad del buque. Un monocasco bien proyectado, construido y conservado no tiene un menor grado de seguridad que el de doble casco en relación con su pérdida total por partirse por el medio, ya que los cálculos contarán en todo caso con los mismos supuestos. La única ventaja es frente a pequeños accidentes que supongan una rotura muy localizada, por una colisión o una varada, que alcance sólo al casco exterior, en cuyo caso, al no ser éste parte de los tanques, no se producirá el vertido en un primer momento. Sin embargo, si el daño es grande y el barco no puede buscar pronto refugio, al quedar sustancialmente debilitada su estructura resistente, puede muy bien acabar partido en dos como cualquier monocasco. Se ha dado la sensación de que doble casco significa un barco mucho más resistente, algunos pensarán que el doble, pero la economía en la construcción y en la explotación no permite aumentar los coeficientes de seguridad en tan gran medida. No obstante, quizá no estuviera de más revisar los valores que se aceptan actualmente en vista del número de accidentes y de la cuantía de los daños que se producen cuando uno de estos gigantes vierte su contenido relativamente cerca de una costa. LA INEVITABLE SUSTITUCION DEL PETRÓLEO. Hemos visto los problemas del petróleo que, aunque hubiera inagotables reservas, harían insostenible el continuo aumento de su consumo. Pero el hecho de que inevitablemente se agotará hace necesario que se busque las soluciones para sustituirlo como fuente de energía. Es seguro que habrá que recurrir a todas las medidas posibles aunque no se vislumbre ninguna fuente capaz de ocupar en solitario su puesto. La energía eólica con sus aparatosas instalaciones no está exenta de críticas y, sin ayuda de otros procedimientos, tiene el inconveniente de depender del tiempo. La energía solar requiere grandes superficies porque la cantidad de energía que llega por unidad de superficie es pequeña; se mejorará el rendimiento de los procesos de captación, pero subsistirá el problema de fondo. Por otra parte, es discontinua en mayor grado aún que la eólica. Hay más, mareas, geotérmica, etc. Sin embargo, la verdaderamente capaz de resolver por completo el problema es la denostada energía nuclear. El grave problema de los residuos radiactivos se solucionaría usando el proceso que desde hace miles de millones de años usa el Sol: la energía de fusión y sobre ello se está actualmente aunque a nosotros nos resulte difícil lo que el Sol hace con toda naturalidad gracias a su enorme masa. El combustible capaz de sustituir al petróleo sería el hidrógeno producido con la energía nuclear u otras fuentes; ya hay tentativas muy esperanzadoras sobre el uso del hidrógeno, incluso circulan autobuses experimentales; lástima que no haya cantidad apreciable de hidrógeno libre y que haya que producirlo consumiendo más energía que la que luego se obtendría de él. Pero, como decía Kipling, esto es otra historia. 17