SALUD MENTAL, EDUCACIÓN Y RESILENCIA Producciones

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CIRRO - Centro Interdisciplinario de Resiliencia Rosario
SALUD MENTAL, EDUCACIÓN Y RESILENCIA
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Publicado el : 04/09/2008 16:50:00
EDUCACIÓN, SALUD MENTAL y RESILIENCIA. En el ámbito familiar y escolar
Doctora ELISABETTA PAGLIARULO
EDUCACIÓN, SALUD MENTAL y RESILIENCIA
En el ámbito familiar y escolar
Doctora ELISABETTA PAGLIARULO
CIRRO
Centro Interdisciplinario de Resiliencia Rosario
IES Nº 28 “Olga Cossettini”
Modalidad de producción: ENSAYO CIENTÍFICO
EDUCACIÓN, SALUD MENTAL y RESILIENCIA
En el ámbito familiar y escolar
Introducción:
La salud no es la ausencia de la enfermedad, es un estado de completo bienestar físico, psíquico y
social, esta definición es atribuida a la Organización Mundial de la Salud y constituye el marco más
adecuado para analizar el concepto de salud mental con relación a la educación, tanto en ámbito
familiar como escolar.
La salud mental no es un estado que se hereda, ni es la resultante de un deseo o acción individual;
su presencia se hace evidente mediante indicadores que atribuyen a un individuo un determinado
comportamiento. De lo expuesto se deduce que el estado de bienestar mental es el resultado de un
proceso de interacción de diferentes agentes y/o factores y no es definitivo, se caracteriza por una
constante búsqueda de adecuación entre la persona, sus representaciones mentales y la relación
con su entorno social, tratando, en especial, de resolver sus disonancias, (Festinger, L. 1957). La
salud mental es evaluada mediante la correspondencia entre la conducta de un individuo y el
comportamiento esperado por el grupo social al cual pertenece.
La salud mental está vinculada a los valores, normas, prescripciones culturales, etcétera, que una
sociedad ha legitimado y se hace evidente a través de los grados de aceptación que muestran sus
miembros. No obstante, ese mismo comportamiento puede ser evaluado de distinta forma según el
contexto social en que se realiza. Consecuentemente Goffman (1976), llega a definir a la salud
mental no como un conjunto de síntomas identificables sino como una “incorrección situacional”, la
misma mostraría una ruptura de las reglas sociales que definen la interacción comunitaria.
La diversidad de modelos explicativos de la salud mental, además de la diferentes representaciones
sociales de su concepto, no permiten concebir un modelo integrado, ni un criterio de definición único
de salud o enfermedad mentales.
Para el DSM-IV “Manual estadístico y de diagnóstico de los trastornos mentales” los criterios
principales para el diagnóstico de la enfermedad mental son: la existencia de sintomatología, el
comportamiento social desajustado y la duración prolongada de los síntomas, de hecho la ausencia
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de los mismos implicaría lo contrario, salud mental.
El reconocimiento de la salud mental como un proceso determinado histórica y culturalmente en la
sociedad, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social, y está
vinculada a la concreción de los derechos al trabajo, al bienestar, a la vivienda, a la seguridad social,
a la educación, a la cultura, a la capacitación y a un medio ambiente saludable. La salud mental es
inescindible de la salud integral, y parte del reconocimiento de la persona en su integridad
bio-psico-socio-cultural y de la necesidad del logro de las mejores condiciones posibles para su
desarrollo físico, intelectual y afectivo. Ley Nº 448 de Salud Mental de la ciudad de Buenos Aires.
Cap.I Disposiciones generales.
Para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires la salud mental es una cuestión del Estado, éste debe
preservarla y mejorarla porque los ciudadanos tiene derechos que resguardan su salud en todos sus
aspectos. Lo que no es aceptable su definición de salud mental como un proceso “determinado
históricamente y culturalmente por la sociedad”.
La persona aparece en la experiencia esencialmente como un “mi” con la organización de la
comunidad a la que pertenece. Esta organización, por supuesto, se expresa en las características
particulares y en la especial situación social del individuo. Es lo que es en cuanto miembro de dicha
comunidad, pero con una herencia y con una posición especial que la distinguen de todos los
demás, no obstante, no se constituirá una persona, si no tiene una relación con la comunidad.
La estructura organizada de cada persona individual, dentro del proceso social de experiencia y
conducta, refleja las pautas de relaciones organizadas de dicho proceso en cuanto un todo y está
constituida por dichas pautas. Pero cada estructura de persona individual refleja un distinto aspecto
o perspectiva de esas pautas de relaciones, y está constituida por las mismas desde su punto de
vista único. Mead, G. H.(1990)
El individuo reacciona continuamente contra esa sociedad. Cada adaptación involucra algún tipo de
cambio, el equilibrio estable que le permite una adaptación superadora es lo que denominamos
resiliencia. De este modo la salud mental constituye un equilibrio dinámico ante los riesgos
inherentes a la vida en sociedad, que a su vez lo fortalece para nuevos y más graves embates.
Estas primeras disquisiciones sobre salud mental pretenden introducirnos en la diversidad de
conceptos que aluden al tema y a las dificultades de marcar los límites como objeto de estudio.
No podemos pensar en la salud mental como un valor absoluto, se contempla como un proceso
dinámico por el cual todas las personas a lo largo de sus vidas atraviesan por diferente períodos en
los que el grado de salud varía dentro de los carriles de salud-enfermedad.
El objetivo de este ensayo consiste en tomar la salud mental como proceso y resultado de la
educación considerada como la realización de la persona en las situaciones sociales, en especial en
los ámbitos familiar y escolar. Además, establecer relaciones entre salud mental y resiliencia. Por lo
tanto, es indispensable hacer una análisis de la situación actual de la familia y su relación con la
institución escuela, en cuanto constructoras de significados que generan salud mental.
Familia y escuela: ámbitos del análisis de la salud mental
Una de las notas distintivas de la institución familia es que en ellas el trato social es interno y
frecuente. El distanciamiento de la familia tradicional de la actual es justamente la pérdida de esta
condición de relación cotidiana.
Hoy no se hace vida de hogar, su intimidad ha desaparecido, los miembros de la familia vigente se
ven accidentalmente, incluso, a veces se evitan.
No obstante esta realidad, difundida en forma alarmante, es evidente la importancia que exista el
trato social íntimo, espontáneo y frecuente porque en él está el núcleo del proceso de la interacción
humana. Esta condición es esencial y además es la que estimula la vida social, la que afianza las
relaciones y las interacciones, porque la multiplicidad y diversidad de relaciones dan cuenta del tipo
de cultura del grupo.
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Otra función de la familia es la crianza y educación de los hijos; que conjuntamente con la institución
escuela, tienen como finalidad la transmisión de los valores y la cultura del grupo, podemos afirmar
al respecto que hoy la familia ha delegado en la sociedad esa función, en cierto modo se ha
retrocedido a las primeras etapas de la evolución de esta institución, con la diferencia de que
entonces los nuevos miembros eran considerados tácitamente como hijos del grupo y hoy son los
hijos de los otros, casi los enemigos, por lo tanto no se regulan las relaciones por las normas
compartidas, sino por la anomia generalizada.
La crisis de la familia como institución social, a la cual asistimos, se genera y potencia por la pérdida
de la especificidad de los roles y funciones dentro de ella; lo mismo sucede en la escuela, los
agentes educativos no quieren o no pueden desempeñarse como tales, los niños y jóvenes no
tienen modelos y las relaciones no se basan en el amor, sino en el egoísmo. Hemos llegado a un
punto tal que no se reconocen cimientos morales para sustentar los trabajos y las entregas que cada
cual tiene que cumplir, se viven las funciones como cargas y no como respuestas ineludibles que
comprometen la pertenencia a cada grupo.
Llegado a este punto, esta situación no es responsabilidad exclusiva de la familia, ella vive al
amparo de los avatares políticos y económicos; sufre las avalanchas ideológicas que tratan de
quitarle el sustento moral. La tecnología conlleva la despersonalización del trabajo, ha logrado
disminuir al ser humano, a tal punto, que junto con otros factores, trabajar es considerado un
castigo, porque no significa ni dignidad, ni creatividad. Se han distanciado las grupos sociales
profundizándose la brecha en el entramado social.
La educación ha cedido terreno a las modas y los padres han delegado su responsabilidad
educadora. La escuela reafirma su función educadora pero la comparte con la atención social
diversificada, alimentaria, asistencial, etcétera. De todo este análisis se comprende que la
renovación y el fortalecimiento de la familia y de la escuela, y como consecuencia, de la sociedad es
una labor conjunta, así como es también responsabilidad de la política socio-económica y cultural
actual.
El espacio familiar junto con el de la escuela son los que más evidencian los problemas de
incomunicación, por lo tanto, son los de mayor gravedad dada la importancia formadora que se le
adjudica a estos ámbitos. Aquí es donde se genera o se permite la violencia, en todas sus
versiones, física, intelectual y espiritual. Pagliarulo, E.(2003)
No es necesario abundar en el diagnóstico de la familia actual, sabemos que ha perdido mucho de
los sentidos de su existencia, sin desechar las teorías de su evolución.
Indicadores negativos de una familia disfuncional proclive al deterioro de la salud mental
El abandono: Cada uno de los integrantes de la familia ha abandonado su rol, se confunden,
superponiéndose o enajenándos, de esta manera, se ha entablado la lucha por el poder que cada
rol tiene en el grupo, que sin dudas conforman un cuerpo, un sistema de relaciones, funciones y
comunicaciones. El que consigue imponerse es el que manda, hoy vivimos una paidoarquía, que
desemboca en una adolescencia autoritaria e insegura, confundida por un abandono prematuro
durante la niñez y por la entrada a una adultez temprana e inmadura. A su vez, los padres
descienden hasta la imitación y la inconciencia adolescente; el desplazamiento de las etapas
evolutivas y sociales produce el vaciamiento de las responsabilidades propias de cada rol.
La incomunicación: Para poder definirla y darle la dimensión de su presencia, es necesario recurrir a
su opuesto. Comunicación deriva del vocablo latino communicatio “puesta en común, intercambio de
palabras, acción de participar”, traducido en “manera de estar juntos”, por lo tanto, un modo
privilegiado de relación en ese ámbito.
La comunicación permite a los hombres establecer entre ellos relaciones que les induce a apreciar
lo que los diferencia y los reúne, creando vínculo psicológicos y sociales. Charaudeau P.;
Maingueneau, D, (2005)
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La incomunicación divide y distancia a los integrantes del grupo generando el aislamiento y el
autismo social, nefasto para construir una buena salud mental.
La violencia es la manifestación o el ejercicio inadecuado de la fuerza o del poder. Esta idea implica
manifestación o ejercicio extemporáneo (fuera de lugar y de contexto) o desmesurado (inapropiado
en intensidad)
El concepto de violencia no precisa intencionalidad del agente o del paciente. Así podemos, sin
antropomorfizar, hablar de la “violencia de los elementos”, “tormenta violenta”, “ruido violento”; no es
necesario que un comportamiento violento sea agresivo y viceversa. Por ejemplo, durante el juego
de los niños puede producirse violencia (manifestación o uso inadecuado de fuerza) sin que haya
agresión (transitividad o intención de dañar o de no ser dañado). La violencia modifica el contexto en
que viven las personas y, con él, su salud mental. Esta no es un constituyente invariable de sus
vidas ni se da en la misma forma en todas las regiones de la Tierra.
El pensamiento occidental ha desestimado desde sus inicios culturales la existencia de la
prepotencia. Muchos pueblos han mostrado complacencia en la agresión y el sometimiento de otros,
pero la conciencia sobre la prepotencia todavía no es nítida y clara hasta nuestros días. La cultura
de nuestro tiempo ha enmascarado con variados eufemismos la prepotencia y la agresividad.
Capanna, (1996)
La descalificación, que se asimila con la burla y la discriminación dentro del sistema familiar se
identifica con las actitudes de una contracultura. Bosch, (1999).
Todos estos aspectos que reconocemos en el ámbito de la familia, están presentes en la escuela
actual, multiplicados por el mayor número de personas que interactúan simultáneamente.
Teorías psicosociales que explican las relaciones sociales desde una perspectiva mercantil y
utilitaria
Las relaciones humanas pueden ser la fuente de mucha felicidad o de una profunda desesperación;
también pueden engendrar aburrimiento, descontento, inquietud, hastío, esto sucede si no
responden a las expectativas propias, las deseadas con respecto a los demás, o no son capaces de
sobrellevar las demandas o situaciones de la vida. (Ámbitos que la Federación Mundial para la
Salud Mundial marca como campos de observación ante un diagnóstico)
Podríamos caracterizar la época actual como el momento histórico en que más expectativas
ponemos en las relaciones íntimas y por el contrario, son las fuente de profundas decepciones.
En el estudio de las relaciones, el enfoque psicosocial que ha logrado más cantidad de seguidores
es el llamado del intercambio social. Para los que consideran que la asociación entre personas se
rige a partir de los principios que regulan el mercado económico, sostienen que “compramos” la
mejor relación que podamos obtener, vale decir, nos adscribimos a la que nos ofrece más
remuneración a menor costo.
Es necesario profundizar estos aspectos para construir un marco de análisis de la familia y de la
escuela actuales, que en gran medida se han convertido en espacios a los cuales se accede desde
una posición materialista y utilitaria.
¿Qué parámetros adoptamos para elegir al otro miembro de las relaciones humanas: familiares,
pareja, esposo, amigo, compañeros, etcétera?
Partiendo de las recompensas que pueden ofrecer, se elige al que posee determinadas
características intrínsecas como lo son los atributos personales: belleza, inteligencia, bondad,
etcétera. O el ofrecimiento de un servicio: relaciones sexuales, préstamos, atención, contención,
recomendación, etc.
En cuanto a las características extrínsecas del otro para establecer una relación se puede pensar en
el dinero, el prestigio, la protección que la misma puede reportar. Se ven claramente estos motivos
que justifican la recompensa en la relación de una pareja, pero también cabe este enfoque en
cuanto a la relación con los hijos y con los demás miembros de la familia grande. ¿Cuántas veces
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asistimos al deterioro de la relación con los miembros mayores de la familia cuando éstos ya no
aportan más que trabajos y requieren atención por sus enfermedades o vejez?
Toda relación implica costes para los que intervienen en esa relación. Conducirse dentro del
esquema de relaciones por las remuneraciones posibles implica esfuerzo y tiempo. Para que dure
una relación es necesario asumir ese coste. En otras palabras, si la relación pretende ser duradera
tienen que tolerarse los aspectos desagradables de la relación, esto es más llevadero cuando se
pueden lograr recompensas que los neutralicen.
Si existe otra posibilidad de relación que ofrece menor coste o mayor remuneración es muy común
que se produzca una solución de sustitución o cambio en los integrantes de las relaciones.
Si bien la concepción mercantilista de las relaciones es la perspectiva teórica predominante que
reconoce la psicología social en la actualidad, hay que admitir que también existen relaciones
altruistas, desinteresadas y que sostienen los vínculos dentro de parámetros más espiritualistas y
generosos.
Otra teoría sobre las relaciones sociales basada en el intercambio, es la de la inversión Rusbult,
(1980). Desde esta perspectiva la inversión está compuesta por todo recurso psicológico o material
que se emplea en la relación y tendría dos proyecciones: que se pierda el capital relacional, en el
caso de que finalizara la relación o que se capitalice como experiencia positiva y de crecimiento para
el inversor. Es la situación en que un integrante se siente como beneficiado, aún cuando, la relación
termina. Desde esta última visión nunca se pierde en las relaciones sociales y son casos notorios de
salud mental o del producto de una intervención externa que genera resiliencia.
La teoría de la disonancia, es sostenida por Festinger, (1957) La situación de disonancia constituye
un estado de impulsión desagradable que los individuos intentan reducir por diversos motivos y
medios.
Entramos en un estado de disonancia cuando tenemos una relación que nos cuesta un gran
esfuerzo mantener y lo hacemos a pesar de la irritación que nos produce.
Una forma de reducir la disonancia es convencerse de que los objetivos o metas por la que sufrimos
la irritación/disgusto, valen la pena, en definitivas, resulta aceptable. De esta manera los aspectos
negativos pueden neutralizarse hasta llegar a un puesto de aceptación, o puede desembocar en el
fin de la relación; cuando la disonancia persiste, a pesar de lo trascendente de los beneficios que
reporta.
La teoría de la equidad, afirma que los excedentes de beneficios para unos y las carencias de
beneficios para otros son desagradables por igual y que las personas intentarán restablecer la
equidad; una equidad real en función de las aportaciones y retribuciones, o bien una equidad
psicológica en la que se considera que el miembro de la pareja que obtiene un excedente de
beneficios se los merece.
Este marco teórico que nos aporta la psicología social, como ciencia que estudia las relaciones
sociales, muestra en este caso un perfil bastante frecuente en las relaciones dentro de la sociedad
actual y nos sirve para un análisis diferente de las relaciones familiares y escolares.
Proyección de los modelos de las relaciones familiares utilitarias a la escuela.
La escuela, grupo social afectivamente significativo, reproduce las paradojas que presenta el ámbito
de las relaciones familiares. Los alumnos soportan, en algunos casos, el doble abandono de la
familia y se la escuela, no encuentran contención en los espacios afectivos más genuinos.
La violencia y la prepotencia son dos constantes en la cultura actual y campean abiertamente dentro
del ámbito escolar. Ya sea en forma explícita como en forma de violencia simbólica.
La incomunicación se refuerza desde la imposibilidad de acceder a un conocimiento real del otro, y
desde lo afectivo, en la inexistencia de conductas contenedoras y resilientes.
La discriminación y la descalificación se han convertido en mecanismos de defensa para resguardar
el poder, aunque sea pequeño, que confiere seguridad a los que lo poseen, en esta mundo en
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constante crisis y cambios.
Estos condicionamientos familiares y su extensión al ámbito escolar degradan a la persona humana,
¿Por qué y cómo justificar entonces el deseo de aprender y esforzarse para lograrlo?
Se hace necesaria una mirada más humana y esperanzada de las relaciones sociales para rescatar
las condiciones resilientes en cada persona, para colaborar con la salud mental. Constituye un
desafío para la familia y para la escuela actuales, poder concebir una sociedad más justa y
saludable
Resiliencia y salud mental
La palabra resiliencia proviene del latín, de resilio, que significa volver atrás, dar un salto; pertenece
al vocabulario de la Física y hace referencia a la capacidad de un material para recobrar su forma
original después de haber estado sometido a una condición de exigencia máxima. Se proyectó por
analogía a las ciencias humanas para referirse a la facultad que permite a las personas, no obstante
las condiciones adversas, salir indemnes y transformadas positivamente por esa experiencia.
Presupuestos básicos del paradigma de la resiliencia
· Existen evidencias científicas de que no todas las personas sometidas a situaciones de riesgo
desencadenan enfermedades, desarrollos retardados o crisis irremediables, todo lo contrario, hay
quienes superan la situación negativa y salen fortalecidos por la misma.
· No siempre se pueden asociar situaciones de riesgo con disfunciones relacionales y sociales;
muchas situaciones de exclusión social producen reacciones superadoras.
· Se ha podido reconocer que en la mayoría de las reacciones resilientes ha existido una
intervención o mediación de factor/es, que se activan en situaciones muy especiales.
· Las observaciones sobre personas y grupos que logran afrontar las desgracias satisfactoriamente
de alguna manera plantean un desafío a los paradigmas tradicionales en cuanto a la forma de
abordar los problemas y sufrimientos humanos.
· El punto de partida del análisis de una situación adversa, para la teoría de la resiliencia consiste en
resaltar las fortalezas de la persona o grupo para salir adelante, y no privilegiar las causas o
condicionamientos negativos.
· Pueden reconocerse “pilares de la resiliencia” Suárez Ojeda, (1997) que se muestran como
indicadores: a) Introspección; b)Independencia; c)Capacidad de relacionarse; d)Iniciativa; e)Humor;
f)creatividad; g)moralidad; h)autoestima consistente. Melillo, (2003).
· Sin dejar de reconocer que las personas son vulnerables a los conflictos y a las adversidades,
como también lo son las relaciones sociales, muchos de los científicos que investigan el tema de la
resiliencia, han reconocido algunos condicionamientos que la refuerzan, tales como creencias,
actitudes y aptitudes. Se puede inferir que son recursos que poseen o están al alcance de las
necesidades humanas. ¿Podrá denominárselo componentes de la salud mental?
A modo de síntesis
La permanencia de la familia con sus fortalezas como institución social constituye uno de los
desafíos más grandes de las sociedades en la actualidad.
Nadie desconoce su importancia como continuidad a través del tiempo y como ámbito de desarrollo
de sus integrantes, lo que sí es evidente, que esta institución primaria y fundante ha evolucionado,
es decir, se ha ido adaptando en cada época y lugar, de manera que muestra su poder instituido e
instituyente. Pero en los últimos tiempos se pueden reconocer fuerzas, de índole diferentes, que
convergen para su deterioro que acarrea como consecuencia un extrañamiento tal, que ya no se la
reconoce con todas sus funciones constitutivas.
En el desarrollo de este trabajo se destacaron los indicadores que caracterizan a las familias
actuales, que pueden convertirse en decisivas para su existencia, entre ellos se destaca: la
confusión y superposición de roles, la delegación de sus responsabilidades específicas, la
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destrucción de la autoimagen de grupo de pertenencia primaria, la dilución de los lazos de
solidariedad que se deben por sus vínculos sanguíneos y, específicamente, la débil contención y la
adecuada formación que ofrecen para que las jóvenes generaciones puedan insertarse
saludablemente en la sociedad.
Los indicadores negativos más notorios en las relaciones familiares actuales son: el abandono, la
incomunicación, la violencia, la agresión, la prepotencia, la descalificación. Las teorías psicosociales
que explican las relaciones sociales que caracterizan a las familias en la actualidad nos muestran
vínculos endebles, basados en las transacciones utilitarias y materialistas. Sin embargo, existen
muchas evidencias de que hay familias que logran sobrellevar con éxito los avatares de las
carencias económicas, las largas enfermedades, las persecuciones, las pérdidas y resistir, para
luego continuar fortalecidas.
Estas condiciones, que sin duda constituyen una fortaleza, las podemos identificar como capacidad
resiliente, a su vez, muy asimilable al significado de salud mental.
Bibliografía
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Fuente documental:
CIUDAD AUTONOMA DE BUENOS AIRES. Ley 448 de Salud Mental En:
www.psicologos.org.ar/docs/Ley_448. pdf
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