Temen la existencia del tráfico de órganos

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La Opinión
Miércoles 23 de Enero del 2008
Temen la existencia del tráfico de órganos
Gardenia Mendoza Aguilar
http://www.laopinion.com/primerapagina/?rkey=00000000000003043120
Varios migrantes centroamericanos han sido encontrados sin ojos, riñones, corazón ni hígado
TIERRA BLANCA, México.— Los traficantes de indocumentados acechan los albergues de
emigrantes en esta zona del estado de Veracruz, al sureste del país, en busca de incautos.
Según testigos, usan a chicas como anzuelo para raptarlos y luego, al parecer, extraer sus
órganos vitales para venderlos en el mercado negro, donde alcanzarían un valor de hasta cinco
mil dólares.
"Hemos visto a varias mujeres que alejan a los centroamericanos de los albergues", cuenta
Guillermo Ramírez, encargado del albergue Santa Justina Kowalska, en Coatzacoalcos,
municipio vecino de Tierra Blanca. En noviembre pasado él fue testigo del hallazgo de dos
cuerpos encontrados sin ojos y con el estómago abierto.
"Sus cómplices se los llevan por la fuerza, los secuestran, extorsionan a sus familias y si no
tienen dinero los matan y trafican con sus órganos: córneas, riñones, hígado, etcétera", cuenta.
En Tierra Blanca, Maribel Juárez llega muy temprano a las vías del tren, como una
indocumentada más, pero lo que hace es estudiar a los posibles interesados.
Es una hondureña aprendiz de "coyote". Tiene 18 años y un instructor que le enseña a
"trabajar" en este punto estratégico del ferrocarril, ya que aquí se bifurca el camino rumbo a
Tamaulipas y Chihuahua.
"Soy una enganchadora", dice al presentarse como el primer contacto con el grupo de
"polleros" que cobran 2,500 dólares por llevarlos a Houston", Texas.
Pero nadie sabe quién es ella. Maribel dice que su jefe le da dinero a la policía para que dejen
operar a la banda. Y así operan. Así, podrían ser una ficha más del macabro esquema de la
venta de órganos.
Por eso, el pasado 21 de enero, cónsules centroamericanos, diputados estatales y federales y
organizaciones civiles realizaron una marcha en Coatzacoalcos para protestar por la pasividad
de las autoridades en este delito. En la movilización, según los organizadores, participaron
alrededor de 200 personas.
Los encargados del refugio para emigrantes en Tierra Blanca y el albergue de Coatzacoalcos
Santa Justina Kowalska calculan que en los últimos tres meses ha habido al menos 280
secuestros de hondureños, salvadoreños y nicaragüenses.
"En esto hay involucrados policías estatales, federales y municipales, coyotes mexicanos,
hondureños y salvadoreños", afirma Ramírez.
Hasta la fecha, sólo se han presentado dos denuncias ante el Ministerio Público de
Coatzacoalcos por la desaparición de emigrantes en este punto. El principal obstáculo es que
los centroamericanos no denuncian los abusos, principalmente por el temor de ser deportados
y porque su internación ilegal es penada por dos años de cárcel.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) realiza una investigación al respecto. Sin
embargo, aún no ha tenido elementos suficientes para hacer una recomendación.
"Es urgente que se haga conciencia", señala Miguel Ángel Ochoa, diácono de la Iglesia Santa
María de Guadalupe en Tierra Blanca, uno de los organizadores de las movilizaciones.
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El tráfico de órganos es considerado por la Iglesia Católica uno de los máximos peligros que
corre el indocumentado al cruzar territorio mexicano, además de robo, secuestro, tráfico de
personas y violación. En las parroquias de las iglesias de los pueblos y ciudades por donde
cruza "La Bestia", como llaman los inmigrantes al tren, pende de las puertas una pancarta con
la advertencia.
El padre Luis Ángel Nieto, de Lazos de Sangre, organización angelina que documenta abusos
contra los centroamericanos en México, recopiló en Nuevo Laredo, Tamaulipas, el testimonio
de dos mujeres que al reclamar el cuerpo de un amigo hondureño en Oaxaca, se lo entregaron
sin órganos.
Fueron secuestrados por una banda de salvadoreños en el tren y el varón cayó en las vías.
Murió. Las chicas siguieron el camino, pero después regresaron por él: ya no tenía ojos,
riñones, corazón ni hígado.
"Es fácil entender el porqué los emigrantes en México son un blanco fácil: no tienen papeles
que los identifiquen y, por lo tanto, nadie los protegerá ni los buscará", comenta.
Esto facilita las actividades de cualquier tipo de delincuentes. Maribel Juárez, la
"enganchadora" de Honduras, conoce esta situación, aunque por su inexperiencia no sabe ser
cauta a las preguntas de desconocidos.
"Somos cuatro los que trabajamos en esta ruta, desde Veracruz hasta el Distrito Federal: yo les
explico por dónde los llevamos, dos de mis compañeros se encargan de guiarlos y el jefe de
dar el dinero a los policías", cuenta a La Opinión.
—¿Qué sabes del tráfico de órganos?
—Algo escuché, pero no entendí bien.
¿Por qué trabajas como enganchadora?
—Mi amigo me dijo que se ganaba mucho dinero. Y sí, si hay buen dinero. Ahora me gusta
trabajar en esto… pero mejor que se lo explique él.
Un hombre alto, moreno, fuerte y con aspecto de proxeneta se acerca. "Es el jefe de la banda",
alcanza a decir Maribel.
Él dice que es un emigrante hondureño y que la ha pasado muy mal en el tren, que tiene
hambre, que en su país hay mucha pobreza… Todo mientras evita ensuciar sus blanquísimos
tenis Nike y agita su holgada playera al estilo de un rapero.
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