Acta 13-08-08

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Asamblea del Claustro
Facultad de Agronomía
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13.08.2008
Sesión abierta de la Asamblea
del Claustro de
la Facultad de Agronomía
13/08/2008
Asistencia
En Montevideo, a los trece días del mes de agosto de 2008, se reúne la
Asamblea del Claustro de la Facultad de Agronomía en sesión abierta, bajo la
presidencia de la Ing. Agr. Gianfranca Camussi, y con la participación del Sr. Rector de
la Universidad de la República, Dr. Rodrigo Arocena.
SRA. PRESIDENTA (Ing.Agr. Gianfranca Camussi). La Asamblea del Claustro de la
Facultad de Agronomía desea agradecer al Sr. Rector particularmente la diferencia de
venir a visitarnos a nuestra casa, para dar el puntapié inicial a nuestra discusión sobre
la Reforma de la Ley Orgánica. La idea es poder intercambiar y hacer preguntas, pero
sobretodo quizás lo que más me preocupa como Presidenta del Claustro es hablar de
etapas, representaciones y de quiénes son en realidad las voces que van a llevar
adelante los planteos para la reforma, en el entendido de cómo se va a colectivizar esta
discusión.
Es un tema que ya hemos estado tocando algunas veces y mirando algo que para
todos nosotros es un icono de nuestro quehacer universitario y lo que nos ha sostenido
a lo largo de muchísimos años, aún durante la dictadura. La Ley Orgánica ha sido casi
intocable. Es interesante ver en estos cincuenta años qué cosas se han detectado o se
ha avanzado, en qué puntos esa ley ha envejecido y de qué manera el colectivo lo va a
estar apoyando. Lo manifiesto, porque a veces a priori asusta tocar iconos.
A eso es a lo que queremos apuntar en esta jornada.
SR. RECTOR. Muchas gracias por la ocasión de intercambiar ideas con el Claustro de
Facultad y de plantear este tema que merece un esfuerzo grande.
Pienso que el Uruguay está en un momento en el que ciertos iconos pueden ser
encarados con vocación de rescatar lo mejor de ellos, pero también de pensarlos en el
Siglo XXI. Para ustedes, además, que estuvieron festejando los 100 años, es bastante
claro que el Uruguay está haciendo algo que no vive desde hace 100 años. En muchos
sentidos, si uno mira la cuestión económica, la disposición a pensar a largo plazo, la
educación, la cierta expectativa de avance social, todas esas cosas el Uruguay las
conoció en el Siglo XX más de una vez, pero en conjunto, yo creo que hay que
remontarse a la primera presidencia de Batlle y Ordóñez, lo que dio lugar a esta
Facultad.
Si no pensamos en este momento,de la coyuntura económica que va más allá de
la coyuntura y que parece ser una cuestión relativamente sostenida, de preocupación
global por repensar la educación, cierta vocación de introducir cambios que van mucho
más allá, creo yo de tal o cual partido, fíjense ustedes: ¿cuándo el Uruguay pensó todo
su sistema educativo; cuando lo pensó por última vez? No soy historiador, pero lo
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pensó con Varela la última vez en su conjunto. Después cambió durante la dictadura de
Terra, separó la enseñanza secundaria, y ahí hubo cambios grandes.
Pero pensar el conjunto del sistema educativo como de alguna manera se está
haciendo un esfuerzo ahora con la presentación del proyecto de Ley de Educación, eso
no lo hace el país desde la década de 1870.
Me parece bastante claro que la Universidad no puede estar al margen de eso.
No debería sólo hacer lo que está haciendo, que es opinar sobre la Ley de Educación.
Por cierto, hemos ido, a partir de las opiniones construidas por el Claustro y de las
cuestiones más concretas que acordó el Consejo Directivo Central, a muchos lugares a
decir lo que pensamos. Pero, ¿podemos pensar en una reconstrucción del marco
normativo de conjunto de la educación pública en una perspectiva de largo plazo y no
pensar también lo que esto tiene que ver con la Universidad? Yo creo que la respuesta
debiera ser bastante clara al respecto.
Ahora, estamos entre gente con experiencia universitaria y no sólo universitaria.
Hay que pensar también en términos de tiempos. Los tiempos no son una cuestión
menor en este asunto. El país, por suerte, ha recuperado una absoluta normalidad
institucional. Eso quiere decir que dentro de ocho o nueve meses va a estar
absolutamente condicionado por cosas tan importantes como las elecciones primarias,
etcétera.
Si uno quiere realmente hacer un esfuerzo que tenga alguna chance de
plasmarse en lo que a mí me gustaba denominar la actualización de la Ley Orgánica,
vale decir la reafirmación de sus valores y su adecuación a condiciones sociales y
culturales diferentes, eso está hablando de tiempos relativamente acotados.
Pues bien, en ese contexto, para que sea viable, pero además porque me parece
que la cosa apunta en esa dirección, creo que una primera cuestión clave a discutir, a
intercambiar ideas en el clima tan agradable que lo proponía la intervención inicial de la
Presidenta del Claustro, es que este proceso de transformación del marco normativo de
la Universidad debiéramos pensarlo en realidad en dos etapas, y en eso es muy distinto
de cómo se pensó la Ley Orgánica en los años cincuenta. En realidad, se empezó a
pensar a partir del Estatuto Universitario del 35, pero fue entre 1951 y 1958 que se
pensó con más cuidado. En ese momento se pensó como un gran cambio de todo el
marco normativo.
Una de las cosas que hemos aprendido es que no podemos pensar un marco
fijado por ley que cristalice por otros cincuenta años las posibilidades de irse
adecuando a los cambios del mundo académico, a los cambios de la sociedad, a los
cambios de la cultura. Eso lleva a una idea en la que me gustaría concentrar la
atención. Tenemos que pensar una Ley Orgánica que le dé a la propia Universidad
muchas posibilidades de ir evolucionando internamente, de adecuarse a circunstancias
cambiantes, que nos permita no tener que pensar dentro de siete años que tal o cual
cosa no fue prevista, y resulta que está cristalizada en la Ley. Así no podemos avanzar.
Mi sugerencia, que creo que es de sentido común, es que pensemos en una Ley
Orgánica que dé a la Universidad una mayor cuota de autonomía, una autonomía
organizativa, una autonomía para evolucionar y para irse adecuando en muchos
aspectos, con garantías, con mayorías especiales, con lo que haga falta, pero irse
adaptando a los tiempos. Y en ese sentido pienso que hay que tener como una suerte
de primera etapa, llamémosle la etapa parlamentaria, porque es la que terminaría si
tenemos la capacidad de hacerlo, con la aprobación de una actualización de la Ley
Orgánica, y una segunda etapa interna en la cual, a partir de una mayor flexibilidad
normativa y en uso de una autonomía expandida --con tiempo, con discusiones
profundas, con intercambios de ideas y mayorías especiales eventualmente que den
garantías a todos-- nos adaptemos a eso.
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Fíjense ustedes. En la Ley Orgánica, artículo 21, inciso q), hay una frase que por cierto
no iba en la propuesta inicial de la Universidad, que dice que "en caso de crearse una
nueva Facultad, la ley establecerá su representación en el Consejo Directivo Central".
En la década del 50, podía parecer relativamente razonable; hasta entonces,
todas las Facultades se habían creado por leyes. Uno no pensaba en un mundo
académico con la velocidad de cambio que lo mira ahora. ¿Tiene sentido que
pensemos que cada creación de una Facultad o de un servicio académico regional, o
de un instituto de tales o cuales características va a requerir una ley para establecer
cómo se va a insertar en la estructura del cogobierno?
La primera idea que pongo a discutir a los compañeros es que la adecuación del
marco normativo de la Universidad de la República debiera pensarse en dos etapas:
una primera, propiamente parlamentaria, que dé un marco legal mucho más flexible;
una segunda autónoma, interna, lo que podríamos llamar un avance hacia la autonomía
organizativa. Luego, en la medida que vayamos intercambiando ideas, podré dar
ejemplos al respecto.
Por cierto, antes de ir directamente a la pregunta que planteaba la Presidenta del
Claustro como guía, me parece claro que hay que reafirmar que el cambio de Ley
Orgánica es una herramienta para llevar adelante un proceso de reforma universitaria,
es una herramienta muy importante, no la única. La reforma universitaria, el cambio
integral de nuestra educación universitaria y terciaria no se identifica al cambio de la
Ley Orgánica, pero actualizar la Ley Orgánica, pensarla en nuevos términos, es una
herramienta importante y además un mensaje importante a la sociedad. La Universidad
no sólo opina sobre cómo debe cambiar el resto del sistema educativo; también
propone cómo debe cambiar ella. En ese sentido esto hay que destacarlo.
El marco general de la reforma lo hemos conversado muchas veces. Me permito
decir que desde mi punto de vista tiene que ver esencialmente, y dicho de manera muy
sintética, con tres grandes pilares: en primer lugar, vivificar lo que es la Universidad
autónoma, democráticamente cogobernada y socialmente comprometida, que por cierto
inspiró la Ley Orgánica de 1958, pero vivificar eso en las condiciones sociales y
culturales del Siglo XXI.
En segundo lugar, algo que tiene que ver con una meta que no era razonable
plantearse hace cincuenta o sesenta años, pero que a mi juicio hoy es absolutamente
cardinal, que es plantearse que el país avance hacia la generalización de la enseñanza
avanzada, permanente, de alto nivel, diversificada, ofrecida en una variedad de
ámbitos, pero que permita realmente que el Uruguay, en un lapso que no va a ser de
meses, ni de pocos años, quizás de algunos lustros, pase a tener 12 ó 13% de su
población adulta con formación terciaria, a algo sustantivamente mayor, que no es por
cierto la panacea por sí solo del desarrollo. Pero si algo tienen en común todos los
países que han mejorado las condiciones de vida de su gente, es que todos han
multiplicado enormemente el acceso a la formación terciaria. Y naturalmente, en un
país como el Uruguay, país subdesarrollado, donde la Universidad es el principal
generador de conocimientos, una tercera meta fundamental de un proceso de cambio
es colaborar al desarrollo integral del país, con todo lo que tiene que ver con las
cuestiones de inclusión social, de mejora de la calidad de vida, de mejora de las
capacidades productivas, es decir todo lo que hemos conversado más de una vez y que
los compañeros creo que en líneas generales tenemos como una posición compartida.
En esta perspectiva ¿cómo reorientar el marco normativo de la Universidad?
Muy sintéticamente y con todos los riesgos de telegrama, pero para generar una
ida y vuelta: ¿qué metas debiéramos perseguir con un nuevo texto de Ley Orgánica?
En primer lugar, colaborar a la educación integral de nuestros estudiantes, a
afirmar que la educación universitaria es una formación que se ofrece en la práctica
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conjunta de la enseñanza, la investigación y la extensión, cosa que la Ley Orgánica no
dice, y que en esa perspectiva de formación integral el cogobierno --otra expresión que
la Ley Orgánica no utiliza-- no es sólo un derecho, sino también parte de la formación
ciudadana que la Universidad ofrece y por lo tanto, impulsar, vivificar todo lo posible
para que en cada etapa el cogobierno tenga vitalidad, pase a ser una de las
responsabilidades de la Universidad, no solamente las cuestiones que pasan, que
suceden dentro de la Universidad, sino también una de las tareas que debiera tener la
institución.
En segundo lugar, en una perspectiva de contribuir a la generalización de la
enseñanza avanzada, creo que la nueva ley debiera posibilitar el aporte de la
Universidad a la construcción de un sistema de educación terciaria pública. En ese
sentido acabamos de tener una resolución unánime del Consejo Directivo Central,
después de una discusión intensa en la Asamblea General del Claustro y no unánime,
pero sin embargo en el CDC tomando algunas cosas que nos parecían fundamentales,
llegamos a una resolución unánime que estamos intentando que sea recogida en la Ley
de Educación. No sé qué pasará, pero en todo caso esta idea de articular esfuerzos
para ir construyendo un sistema de educación terciaria pública, cosa en la cual por
cierto la Facultad de Agronomía colabora activamente con todo lo que tiene que ver con
el Programa Nacional de Enseñanza Terciaria Agraria, es un ejemplo.
Una tercera meta que me parece importante destacar es la cuestión de la
consolidación y la ampliación del cogobierno. Digo consolidar, porque tenemos que
pensar dentro de principios que mantienen plena vigencia, qué significa cogobernar una
Universidad de 81.770 estudiantes, y no de 12.000, como era aproximadamente la de
1958, en la cual uno de cada tres estudiantes trabaja más de 30 horas semanales. ¿Los
principios cambian? No, no cambian, pero las formas de implementar una participación
real, si uno quiere pensarlo en los mismos términos que cuando yo entré a la
Universidad, entonces lo más posible es que mucha gente no pueda participar.
Hablo de consolidación, pero también de ampliación hacia adentro y hacia afuera
de la Universidad. Creo, sé qué es un tema polémico, y para eso estamos, que hay que
ir ampliando la participación de los funcionarios en la Universidad. Eso tiene que ser un
proceso gradual, tiene que tener en cuenta por supuesto el marco constitucional.
Naturalmente, ustedes saben que el artículo 203 de la Constitución dice algunas cosas
netas sobre el cogobierno universitario. Tiene que tener en cuenta también un proceso
que espero sea una de las grandes apuestas de la Universidad, a la creciente
capacitación de sus funcionarios técnicos, pero en todo caso me parece que hay que
apuntar hacia una ampliación de la participación de los funcionarios en el gobierno del
institución.
Decía ampliación del cogobierno hacia adentro, ampliación hacia afuera. Cuando
uno lee el Estatuto Universitario de 1935, un documento muy interesante, pero de hace
setenta y tantos años, se nota una aspiración que no es típica de la reforma
universitaria latinoamericana en su conjunto, pero si de la región rioplatense: la idea de
que los egresados son los representantes de la sociedad dentro de la Universidad.
La presencia de los egresados, que prefiero llamar graduados en un mundo en el
cual no se egresa de la Universidad, es extremadamente valiosa, pero justamente,
como la sociedad se ha hecho más diversa y como los graduados están más vinculados
que antes a la Universidad, hay que pensar en nuevas reformas en las que la sociedad
civil pueda, de alguna manera, participar en la orientación de una institución que busca
estar al servicio de la sociedad.
En cuarto lugar, me parece que hay que consagrar una concepción moderna de
la autonomía, una autonomía que le permita a la Universidad irse transformando. En
otra época, uno pensaba las leyes como algo que cristalizaban el mundo ideal. Uno lo
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ve inclusive en el comienzo de la historia, los legisladores de las ciudades griegas eran
personajes casi míticos, que construían la legislación ideal a prueba del tiempo. En
algún sentido esa concepción todavía está vigente en algunas leyes y la legislación de
hace cincuenta o sesenta años se pensaba así. En un mundo en rápido cambio, la idea
de la autonomía moderna es una autonomía que implique la posibilidad de irse
cambiando a sí misma la propia institución. Me parece que esta es una cuestión
absolutamente clara.
Vayamos a otra de las temáticas que han sido discutidas desde hace 100 años,
por lo menos.
Cuando se discutió la Ley Orgánica de 1908, penúltima Ley Orgánica, hubo una
terrible discusión entre centralización y descentralización en la Universidad. Aquella era
una Universidad de mil estudiantes.
¿Cómo se plantea esa discusión en el 2008?. Por un lado, debemos tener una
institución que sea una Universidad, con políticas conjuntas, con posibilidades de
pensarse a largo plazo, con posibilidad de sumar esfuerzos. ¿Eso puede pensarse a
través de la centralización de todas las decisiones en un organismo único, en un
organismo que de alguna forma conduce las cuestiones de largo plazo, las cuestiones
de mediano plazo y las cuestiones cotidianas, las colectivas y las de cada sector de la
Universidad? Yo creo que pensar en una institución a la vez unitaria, en el sentido de
una institución y no una suma de Facultades, ágil, democrática, participativa, lleva a
tratar de combinar la unidad de acción, con una cuota muy amplia de autogestión de
cada parte de la Universidad. Si uno se fija la estructura que ahora tenemos, es una
estructura en la cual cada parte tiene escasa cuota de autogestión y la conducción
colectiva de la institución está desbordada de temas que debieran ser resueltos a otro
nivel. Debemos pensar en una estructura que combine la capacidad de conducir
estratégicamente el conjunto de la institución, con una cuota de descentralización y
desconcentración muy grande, que además es clave para que haya participación.
Casi nadie empieza a participar acercándose a los organismos centrales que
discuten problemas de conjunto. ¿Dónde empezamos todos a participar? Empezamos
en los barrios, en los municipios, en la democracia de proximidad. Esa es una
experiencia histórica que la Universidad puede recoger.
Una sexta meta, que me parece fundamental, es que la nueva Ley Orgánica
permita una estructura académica diversificada. Si ustedes leen la Ley Orgánica, la
Universidad está formada por Facultades o cosas que se parezcan lo más posible a
Facultades.
Bien; las Facultades deben seguir existiendo. Yo no planteo esto en los términos,
con todo el respeto del caso por las grandes personalidades involucradas, en los que se
planteó esta cuestión en los años sesenta: Facultades sí o Facultades no, institutos
centrales sí o institutos centrales no. Creo que fue una contraposición errónea. Una
Universidad moderna tiene que tener Facultades por mil y un motivo, que si hace falta
después los recuerdo. Pero tiene que tener otras estructuras, tiene que tener espacios
interdisciplinarios, centros regionales, institutos para abordar ciertas cuestiones de
encuentro de muchas disciplinas. Cualquiera que recorre una Universidad
contemporánea lo sabe.
En esta perspectiva y en conjunto, me parece que la cuestión es cómo nos
damos una estructura a la vez más flexible, más participativa que permita a la
institución estar cambiando permanentemente y de esa manera fortalezca a la
Universidad como principal generadora del conocimiento del país y la favorezca en lo
que nos asigna como misión el artículo 2, que a mi juicio no debiera ser modificado ni
en una como en la nueva Ley Orgánica, muy particularmente en lo que tiene que ver
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con contribuir al estudio de la comprensión pública, y diría la solución de los problemas
de interés general.
Terminaría esta primer intervención reiterando que me parece fundamental para
avanzar, pensar en una primera etapa de pocos meses, en la cual lleguemos a tener un
proyecto que podamos presentar al Parlamento, y una segunda etapa esencialmente
interna, si nos va bien y logramos cumplir esa primera etapa, si logramos llegar a la
aprobación parlamentaria, en la cual a partir de las nuevas flexibilidades que espero
que la Ley Orgánica de estos tiempos nos dé, podamos entonces adoptar una serie de
resoluciones específicas que vayan adecuando el marco normativo a las nuevas
posibilidades y a las nuevas demandas.
Creo, y termino, que debemos muy pronto tener sobre la mesa una suerte de
estructura básica para la discusión, propuestas de capítulos, sugerencias alternativas
de artículos, porque para avanzar, además de temas generales, necesitamos una
suerte de marco. Estamos trabajando para intentar esbozar un marco de capítulos
posibles para la Ley Orgánica, cosa que los Ordenes tengan una referencia para poder
encarar tales o cuales temas. Necesitamos organizar el debate.
Se prevé, vamos a ver si el Consejo Central lo aprueba, por parte del Comité
para la Promoción de la Reforma Universitaria, para el 13 y 14 de setiembre una
jornada intensiva de dos días, amplia, a la que debiéramos llegar con un marco
razonable para avanzar en la discusión, y salir de esa jornada con cosas que nos
permitan avanzar para ir diseñando el proyecto de ley.
Como intervención inicial, y sobre todo queriendo escuchar mucho, muchas
gracias señora Presidenta.
SRA. PRESIDENTA.- Este es un Claustro abierto, por lo que no vamos a estar
limitándonos a estructuras. Abrimos la lista de oradores.
SRA. CRUZ.- Me parece muy buena la idea de fortalecer y ampliar la participación para
llegar a un intercambio sobre aspectos que reconozco sería bueno que fueran
cambiados en la Ley Orgánica.
Mi pregunta es la siguiente: ¿de qué manera se visualiza la articulación de la
participación del demos universitario para llegar a esas jornadas con algo previamente
discutido y medianamente acordado por los distintos colectivos de la Universidad?
¿Cuáles serían esos canales de participación que se prevén para llegar con ideas, con
propuestas o por lo menos con las cosas discutidas sobre los aspectos que se plantea
reformar?
SEÑOR RECTOR.-En algún sentido, la pregunta de la compañera apunta a los
Ordenes. ¿Qué debe hacer el Rectorado a este respecto? Creo que el Rectorado tiene
que jugar un papel de estímulo de la discusión y eventualmente, si después se le
encarga eso, de articulación de distintos puntos de vista. Pero hay un momento en que
tienen que hablar los Ordenes.
Permítanme recordar cómo esto ha venido.
A fines del año pasado, en el Comité para la Promoción de la Reforma Universitaria,
planteé con total franqueza tener la sensación de que el tema que ha estado esbozado,
de reforma de Ley Orgánica, a pesar de que decimos que sí, no ha avanzado. Por
tanto, si a los compañeros del Comité no les parece mal, anuncio que para febrero
estoy presentando ciertas notas para desencadenar el tema.
Así lo hicimos. En Febrero presentamos una primera versión, y en marzo con
algunas correcciones, la publicitamos. A partir de eso hubo una Convención de la
Federación de Estudiantes, que adoptó posición. Durante los meses de otoño, hubo
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incluso algún Decano que nos decía que teníamos que avanzar más rápido. Nosotros le
respondimos que si hay una Convención de uno de los actores que está por tomar
posición, hay que esperar.
Una vez que esa posición se conoció, entonces dijimos apresurar de nuevo el
proceso y le propusimos al CDC, y así lo resolvió el 17 de junio, convocar a la
Universidad a avanzar en la propuesta de una pronta Ley Orgánica nueva.
Diría, cómo va a llegar cada colectivo al 13 y 14 de setiembre; depende de cómo
cada colectivo lo entienda más conveniente.
Lo que podemos hacer desde Rectorado y nos parece que puede ser útil, es
poner sobre la mesa una estructura tentativa de capítulos y puntos de cada capítulo,
que pueda ayudar para la discusión. Pero es como aquello de cómo se hace un soneto:
al comienzo se pone tal cosa, al final se pone tal otra, en la primera línea tal cosa y la
última tal otra, ¿pero en el medio? . En el medio hay que poner talento, y el talento va a
tener que venir de los Órdenes, porque esta es la cuestión fundamental.
Nosotros podemos, y quiero decirlo con franqueza, dado los plazos, desde el
equipo de Rectorado estamos trabajando para armar un capitular tentativo. Ahora,
¿cómo llegan los órdenes al 13 y 14 de setiembre? Una de las cosas que estamos
haciendo es recorriendo todos los Claustros que nos dan con toda amabilidad la
ocasión de hablar, para tratar de advertir a los compañeros y compañeras que tenemos
una oportunidad, pero no podemos dejar pasar mucho tiempo. ¿Como la
aprovecharemos? Dependerá de lo que los colectivos universitarios sean capaces de ir
haciendo.
SRA. PRESIDENTA.- Una pregunta corta: ¿órdenes o gremios?
SEÑOR RECTOR.- Cuando tengo cuidado, uso la palabra colectivos universitarios. A
mí me parece que hay que buscar la participación más amplia. En el Comité para la
Promoción de la Reforma Universitaria están representados como colectivos, todas las
áreas, todos los órdenes, y los dos gremios de funcionarios de AFFUR y UTHC.
Tengo la impresión que lo que hay que hacer aquí es que florezcan cien flores y
compitan mil escuelas. Necesitamos un momento de florecimiento de las iniciativas
colectivas. Naturalmente, la Universidad tiene sus mecanismos muy claros para adoptar
posición. La Asamblea General del Claustro y el Consejo Directivo Central en algún
momento tendrán que decir, esta es la propuesta que elevamos vía Ministerio de
Educación y Cultura al Parlamento, pero mientras tanto, colectivos, diría yo.
SRA. RIVAS.- La duda que me genera la discusión es justamente, por lo que decía el
Sr. Rector, sobre los tiempo de cambio, si realmente la discusión es la Ley Orgánica de
la Universidad o es una ley sobre el sistema terciario público, o cómo una ley de
reforma de la Ley Orgánica deja abierta la puerta a la posibilidad de otras instituciones
públicas. O cómo, en una proyección en el tiempo, una cosa es pensarnos nosotros
mismos en la Universidad actual, y otra es un futuro que creo yo que cada vez está más
cerca, con el nuevo estatuto de Regional Norte, nuevos centros en el interior, posibles
independencias que es probable que puedan ocurrir.
Esa discusión creo que se ha empezado a dar en el Claustro general. ¿Es la
discusión de la Ley Orgánica de la UDELAR o de las universidades públicas del país?
Luego, tengo algunas interrogantes sobre qué cosas pueden quedar abiertas
para la segunda parte de la discusión interna. Me preocupa, luego de pasar la etapa
parlamentaria, cómo hacemos mover mecanismos que estén bien aceitados como para
tomar esas decisiones, algunas de las cuales tienen que ver con el número de
integrantes de Consejos, de Claustros y otra serie de organismos, que después en este
esquema de discusión podrían quedar a resolución nuestra. Lo que preocupa es
nuestra baja participación para ir construyendo ese mecanismo.
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SEÑOR OYHANÇABAL.- Nuestra idea es trabajar algunas de las cosas que habíamos
venido discutiendo, tanto en la AEA, como en la Federación de Estudiantes.
Luego de una Convención de casi un mes y medio, salió una resolución favorable a la
discusión de la Ley Orgánica, casi de amplio consenso. Después tuvimos una etapa de
ajuste a un documento interno para enviar al debate, que instrumentamos la semana
pasada, que intenta ponerle más precisión a partir de las resoluciones de la Convención
sobre los aspectos que la FEUU entiende pertinente discutir –y por qué-- a la hora de
cambiar la Ley Orgánica.
Es interesante partir de un marco que ya tiene diversidad para la discusión, al
que adherimos totalmente, que no se va a modificar en su esencia y en su filosofía, que
es lo que refiere a los artículos 2º (los fines de la Universidad), 3º (libertad de opinión;
libertad de cátedra), 5º (autonomía) y 66 (gratuidad). Para nosotros eso son ejes
estructurantes y definitorios de lo que entendemos por Universidad y por el modelo
latinoamericano, y significa un avance en el sentido de hacia adónde va a la discusión
de que la Universidad se haya pronunciado a través de su CDC en el marco de esas
grandes reivindicaciones. A su vez la Asamblea General del Claustro, en una resolución
de hace dos o tres semanas, también reivindica la necesidad de ratificar la libertad de
opinión, el cogobierno y la gratuidad, como factores esenciales del poder de la
Universidad.
La FEUU consideró, y esto es importante para nosotros, el momento del cambio.
En su aprobación, siempre estuvo en consideración si era momento o no de discutir el
cambio de la Ley Orgánica, hasta el momento de total defensa y retroceso como fue la
dictadura, y luego la instancia de la recuperación democrática con la defensa y
reestructuración de la Universidad, proclive al debate y a la transformación de la Ley.
Nosotros entendemos que hoy, tanto por la coyuntura parlamentaria, que
muestra si se quiere mayorías más afines hacia el proyecto y hacia los temas que
discute la Universidad, como la propia interna universitaria, que está debatiendo su
transformación con una avidez que no tenía tiempo atrás, vuelven un escenario más
que favorable para discutir un cambio de la Ley. Más allá de lo que plantea el Sr. Rector
en cuanto a las etapas de discusión como mecanismo, hay que tener presente que el
debate no está sólo en la Universidad, sino que también el Parlamento va a someter a
la discusión este tema y es importante tener presente cómo va a dar esa discusión y
qué valoraciones tiene, para poder dinamizar el debate a la interna nuestra.
En ese marco general lo otro que ratificamos es que la modificación de la Ley
Orgánica no debe volverse un fin en sí mismo, sino que debe volverse un fin en la
medida que permite potenciar transformaciones que la Universidad viene discutiendo, y
no el cambio por el cambio o solamente tener como fin dar una buena señal política.
Aprovechemos a dar una buena señal política, pero al mismo tiempo levantamos
cuestiones fundamentales, y aprovechemos oportunidad del cambio de la Ley, no para
hacerle un maquillaje, sino para introducir cambios sustanciales.
Por último, haciendo una enumeración somera, hacemos una defensa de artículo
2º, y allí entendemos que puede ser pertinente, manteniendo su filosofía, introducir
algunas nociones que quizás en su momento no estaban. Entendemos las funciones
universitarias, particularmente la extensión a la cual la Federación le pone mucho
ahinco. Es pertinente introducir su conceptualización y lo que se entiende por ésta, y la
noción del desarrollo sustentable y la cuestión ambiental también son aspectos que
parecería pertinente también introducirlos a la Ley.
Después, un aspecto que hace a la defensa de la autonomía y a introducir la
noción que mencionaba el Sr. Rector en cuanto a autonomía organizativa. Entendemos
que la Universidad no puede dejar supeditada su estructuración interna a un posible
escenario favorable para modificar la Ley. Creemos que significa profundizar la
autonomía, darle flexibilidad para organizarse internamente y estar preparada a
modificaciones que por distintos motivos entiende pertinente realizar. De la mano de
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esto también entendemos pertinente introducir no sólo la necesidad de profundizar la
autonomía organizativa en lo académico, si no las estructuras de cogobierno, y ahí
podrían verse los mecanismos en que esto se puede implementar, pero podría ser
interesante darle más autonomía a la Universidad para que si considera que tal
organismo de cogobierno tiene determinado funcionamiento, pueda discutir con plena
autonomía modificarlo y de qué manera. Eso para nosotros significaría un avance.
Después, hay una enumeración de puntos, que nosotros denominamos de
radicalización democrática o profundización de la democracia en la Universidad, que no
es más que profundizar el cogobierno, alguno de los cuales ya fue mencionado por el
Sr. Rector.
Uno es la incorporación de los funcionarios no docentes en el cogobierno, lo cual
nos parece justo, habida cuenta que son actores centrales en la vida universitaria en la
construcción de la misma. Entendemos que a la vez es una oportunidad para
comprometerlos y responsabilizarlos más con la institución, al darles más participación,
con la salvedad de que entendemos que es necesario discutir los mecanismos de
reelección y carrera funcionarial. Pensamos que debería trabajarse en un mecanismo
similar al que tienen los docentes, que significa evaluación de desempeño y reelección.
Es de justicia, y sería pertinente.
A su vez reivindicamos la paridad de Ordenes, que es una reivindicación
histórica del movimiento estudiantil, que hace a la profundización de la democracia y a
la mayor justicia interna en la representación equitativa de todos los ordenes que en ella
participan.
Luego, lo que hace a la revisión del Consejo Directivo Central, ámbito que
entendemos debe ser esencialmente conducido por los Órdenes de la Universidad, y no
por Servicios o estructuras académicas. Por eso pensamos que el debate debe estar
centrado en el órgano central de conducción de la Universidad, y cómo hacemos para
que su estructura más representativa sean los Ordenes, y luego pensar otro mecanismo
para la expresión con voz y/o con voto de las estructuras académicas.
Esto creo que también amerita la discusión de las regionales de la Universidad
en el interior y cómo introducirlas a la conducción central de la Universidad.
Y por último, el aspecto que hace a la participación de la comunidad o sociedad
civil en la conducción de la Universidad. Hay que encontrar mecanismos para darle
participación con voz y con voto inclusive a distintos actores de la sociedad a los cuales
la Universidad se debe en la definición.
Otro aspecto es la necesidad de reivindicar y profundizar la gratuidad de todos
los servicios que brinda la Universidad, y en esto pensamos no sólo en la educación de
grado, sino en la educación de posgrado y en la educación permanente. Esto no es
sólo resorte de la Ley Orgánica, porque también la Universidad podría sin un cambio de
la ley discutir estos temas, pero es una reivindicación que queremos sentir.
Y por último, aspectos que hacen a la descentralización. Entendemos que hay
que generar estructuras cogobernadas --aunque ya existen— y profundizar su
funcionamiento en el interior del país, y a su vez dotarlas de la mayor autonomía
posible, siempre en el marco de la unicidad de la Universidad y de una coherencia
estratégica en su rumbo.
Por último, entendemos que hay que introducir la discusión de los departamentos
centrales, pensando en las ideas del Ing. Maggiolo, no como repetición mecánica. ¿Es
pertinente a veces tener los mismos equipos académicos trabajando
descoordinadamente en los mismos temas, o es posible ir hacia mecanismos sinérgicos
donde se potencie el trabajo académico, tanto en la docencia, en la investigación y en
la extensión?
Esto es somera y desordenadamente lo que hemos manejado en la FEUU.
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SEÑOR RECTOR-. En primer lugar, voy a referirme a la cuestión de la baja
participación.
Demorar no aumenta la participación. Eso es claro. Lo que puede aumentar la
participación es que la gente sienta que estamos por decidir cosas importantes.
Fíjense, con toda modestia, pero hay veces donde hay que marcar lo que la
Universidad logra, y no sólo sus carencias. El proyecto de Ley de Educación entró al
Parlamento el 2 de junio. El 16 de julio, mes y medio después nada más, la Asamblea
General del Claustro ya tenían posición. El 29 de julio, menos de dos meses, y
habiendo sido discutido en algunos Consejos, en Gremios y Órdenes, el Consejo
Directivo Central ya tenía posición.
Tenemos problemas de participación, pero no nos echemos demasiada ceniza
en la cabeza y sobre todo no pensemos que por postergar las cosas, la participación
incrementa. Y a 40 años de 1968, no pensemos que en esa época había una
participación masiva y que todos los días había miles de personas dispuestas a hacer
cosas; en 1968, como treinta años después, tenía el carácter fluctuante de los procesos
colectivos. Por lo tanto, trabajemos para que la mayor cantidad de gente pueda
intervenir, pero no digamos que postergamos porque está interviniendo poca gente.
¿Para cuándo; la postergación nos traerá más gente?
Voy a tomar la duda que mencionaba la Consejera Rivas. Me parece claro que
hay dos procesos que tienen que ir de la mano, pero que no hay que entreverar, porque
si no muy probablemente nos quedemos discutiendo en cuál avanzamos. Hay un
proceso de elaboración de una ley de educación en el conjunto del país. Allí está la
cuestión del sistema terciario, claramente planteado, tan claramente, que la Universidad
considera por unanimidad que las soluciones de la ley no son las mejores y propone
otras. Ahí tenemos cinco artículos concretos, que los fuimos a defender ayer al
Parlamento, por cierto. En paralelo con eso, tenemos que ir avanzando en la
modificación, actualización, reforma de la Ley Orgánica. Es como ir caminando en dos
pies.
Esa sería mi propuesta de respuesta a esa duda.
Es importante señalar que dejar para una segunda etapa muchos temas relevantes no
significa esquivar problemas que hoy están resueltos.
Déjeme tomar un ejemplo que hemos estado discutiendo mucho con algunos
amigos abogados.
Dicen algunas personas que el Consejo Directivo Central tiene que estar fijado
en la ley y no puede modificarse sino por ley. Si uno mira con cuidado la Ley Orgánica
actual, el CDC se puede modificar drásticamente. Eso está encubierto y no necesita
mayorías especiales. Pero déjeme ponerle dos ejemplos para que esto esté claro: uno
es, creo yo, realista, y el otro es de política ficción.
Supongamos que hace veinte años se hubiera hecho lo que alguna gente
recomendaba; fusionar las Facultades de Agronomía y de Veterinaria. Eso
inmediatamente hubiera cambiado la composición del Consejo Directivo Central.
Hubiera pasado de veinte personas, a diecinueve, y hubiera cambiado temas tan
discutidos, como la relación entre Ordenes y Servicios. Eso no está dicho en ninguna
parte, pero puede pasar, y no requiere mayoría especial.
Déjeme ir un poco más allá con una cuestión de política ficción. Hoy por hoy, si el
Rector, los tres Órdenes y una Facultad se ponen de acuerdo, a las otras nueve
Facultades las fusionan, y pasamos a tener doce miembros del Consejo Directivo
Central. Eso se puede resolver por once votos en veinte presentes (art. 21, inc.Q).
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Lo que estamos proponiendo es que eso se haga explícito y que requiera
mayorías especiales, que haya una ordenanza clara de cómo se hace eso y que la ley
establezca que para modificar la integración del CDC no se haga por vías extrañas y
mayorías de uno o dos votos, sino por una mayoría clara que trasunte un acuerdo
importante dentro de la institución. En este sentido, cuestiones como las mencionadas
por el Br. Bach. Oyhançábal -- agrupamientos, áreas, etc.-- pienso que sería un error
plasmar en la ley. Por ejemplo, ¿vamos a poner en la Ley cuantas áreas tenemos? Si
mañana nos parece útil revisar eso, aparecen otras Facultades, se crean otros servicios
académicos, la ley debiera prever la posibilidad de constituir agrupamientos de servicios
académicos y dejar eso a resorte interno.
Dentro de veinte años no voy a estar trabajando en la Universidad, pero no se
me ocurre cual puede ser la diversidad de la vida universitaria dentro de veinte años.
¿Queremos cristalizarla ahora en la ley, queremos decir que las áreas son tales y
cuáles? Yo diría que tenemos que darnos las facilidades para que en veinte años el
demos universitario tenga las posibilidades de hacerlo.
En ese sentido me parece importante señalar, por ejemplo, que el artículo 4º de
la Ley Orgánica, integración de la Universidad -- yo no lo pondría allí en la próxima Ley
Orgánica-- dice: "la Universidad estará integrada por las Facultades, Institutos y
Servicios que la constituyen actualmente o se creen o se incorporen en el futuro¨
Diría que la próxima Ley Orgánica debiera hablar de servicios académicos, pero en un
sentido mucho más flexible, mucho más vasto, que permita combinar centros regionales
con otro tipo de servicios, como cualquier universidad del siglo XXI.
Quiero empezar a decir algunas cosas sobre los capítulos. Algunos compañeros
decían que esta no es una discusión sólo interna de la Universidad.
No debe serlo además. El Consejo Directivo Central resolvió convocar a la Comisión
Social Consultiva, algo que no funciona desde hace muchos años y por lo tanto alguno
de los compañeros puede no saber siquiera como está integrada.
La Comisión Social Consultiva fue creada allá por 1999 por una ordenanza
especial, que prevé un lugar de encuentro entre la Universidad y representantes de
actores sociales de partidos políticos, con representación parlamentaria, etcétera.
Estamos pensando justamente en convocar a la Comisión Social Consultiva para
empezar a intercambiar ideas, una vez que la Universidad tenga más definido su
proyectos, de tal manera que esta discusión no sea sólo interna, y vaya teniendo en
cuenta puntos de vista externos a la Universidad. Creo que es muy importante que si
pretendemos ampliar el cogobierno hacia la sociedad civil, la propia elaboración de esta
propuesta tenga un carácter que, en la medida de lo posible, involucre a la sociedad
civil.
SEÑORA VAN LIER.- Quiero plantear una preocupación, que surge a raíz de lo que
algunos compañeros mencionaron sobre ciertos artículos de la Ley Orgánica, como si
fueran ya de antemano artículos intocables.
Para ser fieles a nosotros mismos y decir que realmente estamos discutiendo
una ley, debería ser discutible todo su contenido, y debería llegar naturalmente a los
acuerdos donde se tiene que llegar, que pueden ser los mismos como ya están
planteados. Pero me parece que si nosotros decimos que este tema no, porque no,
porque lo definimos, nos estamos haciendo trampa. Hay aspectos de la Ley Orgánica,
de funcionamiento general que estamos teniendo, que no están resolviendo las
preocupaciones que tenemos con nuestra sociedad.
Por ejemplo, quiero tocar el tema de la gratuidad. Hoy, para ser un profesional,
uno puede entrar en una Facultad sin pagar matrícula. ¿Realmente, tal como está la
situación, estamos resolviendo la injusticia social que existe; la Universidad está
captando a toda esa gente que nosotros apuntamos a captar?
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Hay temas que la Universidad en sí misma no tiene capacidad para resolver. Hay
muchos niños naciendo en lugares que, por sus característica, ya están prácticamente
destinados a no llegar a nuestras puertas.
La acción para incluir a esa gente, no es cuando llega a los dieciocho años, sino
mucho antes. En ese sentido creo que decir que la gratuidad de nuestra Universidad
permite una justicia social, es hacerse trampas. No es una ecuación válida.
Por otra parte, ¿la gratuidad de esta Universidad, sobre las espaldas de quienes cae?
Sobre todo el pueblo. Entonces, cuando empezamos a avanzar acerca de los
posgrados y la educación permanente ¿hasta cuándo un profesional que ha tenido el
privilegio de poder estudiar en una universidad gratuita, tiene que seguir siendo
sostenido por esa sociedad que con su labor ha logrado un presupuesto para la
Universidad, sin tener muchas veces la capacidad de mandar a sus hijos a esta
Universidad. Ahí también tenemos que pensar en una justicia social. En ese sentido,
no digo que se tiene que pensar en que todos tengan que pagar, pero sí digo que
vamos a tener una justicia social si los que pueden hacen un aporte importante.
Muchos van a discrepar conmigo, y está todo bien, porque como dijo el Rector acá
estamos para poner ideas y poder intercambiar aún posiciones diferentes. Pienso que
tenemos que ser abiertos a ver los problemas de otros ángulos y no solamente del
ángulo tradicional.
Es simplemente un planteo que quiero hacer, aunque es posible que no se logre
una discusión profunda de estos conceptos, dado el corto plazo que se está
planteando.
SEÑOR SPERANZA-. De acuerdo a algunas consultas que se han hecho, tal vez con
distintos énfasis y matices me pareció que se estaba reclamando una agenda de
discusión, y me parece que para un tema tan complejo como éste, y justamente para
evitar lo que se puede estar dando, creo que es importante tener una agenda de
discusión y definir cualquier forma de representación de las fuerzas que están
involucradas, donde se intente que cada uno tenga un colectivo que lo represente. Por
que si no, podemos caer simplemente en medir las fuerzas de militancia en la medida
que aparezcan temas polémicos, y no creo que eso sea bueno, porque las decisiones
que se tomen así en un tema tan delicado, tan visceral, no quedarían legitimadas.
Quedarían determinadas cosas sujetas a quien pudo participar más o llevar adelante
sus propuestas, y eso después no genera los consensos, y no genera las adhesiones
que debería para que fuera un gran proyecto colectivo.
Reclamaría, no sé si al equipo rectoral que promueve la discusión, ordenar y
decidir no quiénes quedan excluidos y quienes no, sino cómo se representan las
distintas fuerzas involucradas. Justamente, creo que el ejemplo que eligió la doctora
Van Lier tiene que ver con eso. Por un lado el Rector nos presenta una flexibilización de
un formato que tiene la Universidad, para que la Universidad pueda reformarse sobre la
marcha, pueda a autoevaluarse, y que esa autoevaluación tenga un sentido, porque
puede verse plasmada en algún cambio, cosa que hoy por hoy no sentimos que sea
así. Nosotros crecimos pensando que la Ley Orgánica era algo absolutamente intocable
y en realidad cada vez voy descubriendo más que todos creen que la Ley Orgánica
fijaba muchas más cosas de las que realmente fija. Entonces, los ejemplos que nos
estaba dando el Rector sobre algunas cosas que podrían pasar con esta Ley Orgánica,
es bueno tener la opinión de técnicos que puedan decir realmente qué es lo que está
determinando la Ley Orgánica actual. Ese tipo de aportes es sumamente importante.
Detecto que hay distintas etapas. Algunos estamos tratando de ver qué tipo de
definiciones tomar ahora, y creo que es un poco la propuesta del Rector; es decir esta
discusión en dos etapas, este proceso en dos etapas, un cambio de la Ley que nos
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permita discutir determinadas cosas y después abocarnos, con el compromiso de la
celeridad que eso requiere, a discutirlas realmente.
Esa es una posición que creo que se puede validar, y que rápidamente podría
recibir un cierto apoyo. Pero no podemos superponer ese tipo de posiciones, con otros
procesos en los cuales determinadas cosas ya se dan por sentadas, o la dirección de
los cambios ya se dan por sentadas, porque algunos pueden pensar que son
unanimidades obvias, y otros pueden pensar que no. Son dos niveles diferentes de
discusión.
Un tipo de discusión que nos dé primero un marco determinado detectando en
base a cosas de la realidad muy poco discutibles, por ejemplo, la rigidez determinadas
cosas, podría generar rápidamente consensos, y dejar para otro momento, dentro de
otro marco, la discusión de otras cosas.
Con cuidado, creo que desde el punto de vista de las personas que están más
profesionalmente dedicadas a esta parte del cogobierno, elegir como circunscribir estas
cosas para lograr realmente que pasemos a esa segunda etapa.
SEÑOR BASSO.- Comienzo informando que la Asociación de Docentes se reúne la
semana que viene en un plenario grande, con un tema central que es justamente la Ley
Orgánica. Lo menciono, porque nosotros a veces estamos un poco desatentos acá en
Agronomía respecto a esas instancias.
Muy cerca de todo este proceso que ha sido distinto, participando en el Comité
de la Reforma y en la Presidencia de la Asamblea General del Claustro, preocupado
por la forma y por el contenido, y teniendo en cuenta un poco el contexto de plazos
breves, hay un elemento que parece que podría ser ordenador, que es intentar por un
lado plasmar todos los consensos, y en ese sentido los esfuerzos que se puedan hacer
en este tema de los capítulos, es decir empezar a darle forma a todo aquello que
creemos que tiene que estar, y que sin grandes ruidos se puede llegar a definir, y tratar
de aislar aquellos aspectos en los cuales hay que prestar principal atención. Y no son
muchos, pero son muy importantes.
De algún modo el documento de la FEUU lo expone, blanco sobre negro; cada uno
tendría que hacer eso, pero en definitiva, va a ayudar mucho que tengamos muy claro
cuáles son aquellos aspectos que en definitiva son definitorios y sobre los cuales
tenemos que ser muy cuidadosos en tomar las decisiones.
Esa preocupación que de algún modo acá se plantea acerca de cómo se va a resolver
ese tema, va a ser fundamental. Lo primero es tratar de tenerlos muy claro. De algún
modo la reunión que está planteada para los días 13 y 14 no va a ubicar en la temática.
Hay una Comisión Académica que está haciendo una recopilación, que en cierta
medida está poniendo las distintas posiciones en relación a distintos temas, y eso
puede ayudarnos para tener más claro al respecto lo que se opina con relación a ello,
pero yo pienso que claramente es sobre los aspectos que va a haber que trabajar.
En ese sentido, pienso que está bien todo el tema de los mecanismos. Lo digo, y
hay que valorarlo como autocrítica, a mí que me tocó trabajar fuerte para tratar de sacar
el documento en relación a la Ley de Educación, que es importante, algunos aspectos
claves que definían algunos contenido del documento se discutieron en la Asamblea
General del Claustro a las 11:30 de la noche con un quórum mínimo. Entonces, cuando
analizo eso, pienso que en realidad hicimos todo un esfuerzo y no lo culminamos
correctamente, porque pasamos a definir algunos elementos centrales en una mala
condición. Los compañeros que están acá en la Asamblea del Claustro lo saben. Los
estudiantes al final nos aplicaron unos votos de yeso y, en realidad, como Presidente de
la Asamblea del Claustro me sentí bastante frustrado. Pero fueron aspectos puntuales
que de algún modo marcan los pasos que tenemos que dar. Para todo el esfuerzo que
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se había hecho, nos faltó tal vez afinar algunas instancias para verdaderamente darle
un toque correcto al conjunto del documento.
La preocupación existe; está en que todos nos demos las formas para que se
cumpla, empezando por enterarnos y hacer el mayor esfuerzo por llegar correctamente
a la discusión, informarnos, tomar posición, tener los máximos elementos. En ese
sentido la Asamblea General del Claustro está trabajando en una Comisión que va a
tener por lo menos un par de sesiones importantes.
Hay algunos temas que veces se dan por sobrentendidos. Hay definiciones
grandes sobre qué es una Universidad, que se entiende por Universidad, y aunque hay
algunos elementos que parecen obvias, en muchas discusiones a veces luego se
manifiesta que las condiciones no son necesariamente las mismas, y eso también
predispone un poco las decisiones que vienen a posteriori.
Para terminar, diría que se está haciendo el máximo esfuerzo por llevar el
proceso de la forma más prolija posible. Se han tensado fuerzas para llegar hasta allí y
me parece que las etapas que vienen claramente son las más importantes y se tienen
que centrar en esos aspectos claves que definen un poco la temática, sobre los cuales
me parece sí que hay matices. Eso lo tiene que ver la Universidad con un carácter
nacional. La Universidad tiene que resolver bien esos temas como institución, por dos
razones: una, a la interna, porque todos tenemos que sentimos bien con las decisiones,
y por la externa, porque no tengo dudas que su aprobación va a depender mucho de
todos. Si es un proyecto de grandes consensos, es diferente que si es un proyecto que
tuvo sus dificultades. Pienso que no podemos dar por sentado los votos que puede
haber en el Parlamento, y tenemos que ser muy cuidadosos.
Es correcta la iniciativa que tomó el Rector de convocar a la sociedad, en el
sentido de lograr los mayores consensos o, mejor dicho, la mayor repercusión social
posible dentro de lo que es hoy la realidad para que de algún modo sea entendido
porqué estamos haciendo lo que estamos haciendo, porqué estamos planteando lo que
estamos planteando. Creo que de todo eso depende que lleguemos a culminar
correctamente, que seamos capaces de llevar el proceso correcto, prolijo y que luego
eso nos valide al momento que tengamos que demandar el voto y el apoyo de los
sectores políticos, que pienso pueden ser muy amplios si hacemos ese proceso
correctamente.
SEÑOR FERNANDO GARCÍA.- A veces me preocupa mucho cuando en esta discusión
se pierde un enorme tiempo discutiendo cómo vamos a discutir. El asunto es que
alguien tiene que hacer un temario y discutir el temario. Tal vez ésta sea una postura un
tanto extrema, porque obviamente una buena organización de la discusión tiene que ver
con resultados, pero para avanzar realmente hay que tirar los temas arriba de la mesa y
opinar sobre ellos.
Y lo otro que mencionaba el Rector; cuando se sabe que se van a tomar resoluciones, a
la gente que le interesa participa, y a quienes no les interesa no participan.
Hay un hecho que es claro. La Universidad estuvo esperando 50 años para tener
la coyuntura de un ámbito político en el cual animarse a proponer una reforma
importante en su normativa con el menor riesgo de que pesen otras cosas, que una
sana discusión.
Dicho esto, una cuestión crucial es que para que la Ley dure y no tengamos que
estarla tocando a cada rato y que no sea un corsé por 50 años, tiene que marcar
grandes cuestiones generales. Estoy totalmente de acuerdo con que después la
Universidad pueda autónomamente reglamentarlo, y por lo tanto tomar definiciones.
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Una de las cosas que más me preocupan, y si me preguntan en aquella
antinomia de los sesenta donde uno se ubica, yo me siento mayorista. Creo que una de
las grandes razones por las cuales a la Universidad le ha costado tanto reformarse ha
sido porque el concepto de Facultad desde el principio encierra los intereses
corporativos, sobre todo de los colectivos profesionales.
Un sistema terciario que evolucione, tiene que estar continuamente ofreciendo
nuevos perfiles de programas, y por lo tanto de graduados o posgraduados, y tiene que
tomar las decisiones a veces de discontinuar algunas y empezar cosas nuevas.
Entonces, esa rigidez de la vieja estructura de una profesión, de una carrera, de una
Facultad, que está todavía metida muy fuerte dentro de nuestra estructura presente, es
una de las dificultades mayores, amén de otras.
Lo que me preocupa es cómo, manteniendo las Facultades, lograr una estructura
intermedia superior de toma de decisiones reales, de asignación y manejo de
presupuesto, para empezar por lo más importante. Siempre he pensado, que las tres
macroáreas, para hacer un corte un poco más grueso, tienen un sentido muy grande,
más allá de que hay cruces que van a través de las macroáreas, en el sentido de la
transversalidad, la posibilidad de que haya multi disciplinas y sobre todo porque lo que
cristaliza a más largo plazo una estructura universitaria es cuando eso tiene una base
edilicia. Si miramos el período que comentaba el Rector, del primer gobierno de don
José Batlle y Ordóñez, marcó prácticamente la estructura edilicia que tenemos. Este
edificio que tenemos aquí detrás, que el año que viene cumple 100 años de construido
es de aquella época., así como es de aquella época el edificio central de la Universidad,
el Vázquez Acevedo, las Facultades de Medicina, Química y algunas más. Y también,
porque no, recordar tres años después la red de Estaciones Experimentales del país,
que son de 1911.
Eso para mi es muy claro, en el sentido que, definido una estructura, luego
cuando se planea el desarrollo que evidentemente hay que remozar y darle dispersión
en el territorio de la base edilicia, es que se cristalizan las cosas por muchos años en
adelante, aún en los tiempos modernos. Eso me preocupa muchísimo y creo que es
uno de los temas centrales que hay que ver. En primer lugar, tomar las definiciones;
nos jugamos a las tres macroáreas, lo cual tiene un sentido muy importante.
Creo que en algunos de los ámbitos de la Universidad ha habido una
proliferación de Facultades o Servicios totalmente autónomos excesivo, que luego no
tienen el mismo poder de decisión que otros del área en la cual integran. Eso me
preocupa muchísimo.
Después, una anotación al pasar sobre el tema de la gratuidad. Desde que se
creó el Fondo de Solidaridad, hace rato que todos los profesionales que egresan de la
Universidad pagan matrícula de por vida. Por tanto, es falso que vivimos en un
ambiente de gratuidad.
Quizás lo que habría que considerar, pensando en el otro tema, que es el
desarrollo de los posgrados, y no los académicos, porque éstos son una necesidad
propia del desarrollo académico, que todos atacamos, porque al fin y al cabo es el
ámbito donde hacemos la investigación y la creación de conocimientos a través de los
estudiantes que trabajan en eso haciendo sus tesis, que es la razón última de
diferenciación de la Universidad frente a otras instituciones de enseñanza, si no los
otros, los que son para el servicio a los egresados, para una capacitación directamente
con mejorar su perfil de actuación profesional.
En ese caso, se agrega trabajo, que no necesariamente deja un producto
académico. Pienso que esa diferenciación hay que hacerla.
Ahora bien. En la hipótesis de que se tomara en forma radical el planteo de la
FEUU, de que eso también es absolutamente gratuito, habría que considerar que lo que
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ingresa por Fondo de Solidaridad tendría que ser el presupuesto para solventar los
posgrados. Estas cuestiones hay que tratar de ponerlas arriba de la mesa.
Me preocupa sobre todo la nueva estructura. Es deseable que las Facultades se
integren en ámbitos mayores donde realmente haya mucho más poder de decisión que
el que se tiene en las propias Facultades.
SRA. SCARLATO.- Con respecto a lo que planteaba la Dra. Van Lier, en torno a la
gratuidad, nosotros estamos sumamente abiertos a discutir todo lo que se plantee, lo
que no quita que ya tengamos una discusión previa y una postura que manifestamos en
los órganos pertinentes. En ningún momento cerramos las puertas a discusiones que
puedan surgir.
Luego, no quiero dejar pasar así no más el comentario del Presidente de la Mesa
de la Asamblea General en cuanto al voto de yeso. Por suerte, la Federación de
Estudiantes tiene una delegación que concurre, que tiene discusiones y las plantea en
la Asamblea General, que participa de buena forma y cumple con su obligación de
asistir, de participar y, cuando le toca, también votar, lo que no significa que sea un voto
de yeso, y tampoco que esa resolución tenga menos valor. Me preocupa que el
Presidente de la Asamblea haga esas manifestaciones. Pienso que es una afirmación
incorrecta.
Después, en toda la discusión se plantea el tema de la participación, y da la
impresión que se está entreverando un poco el ámbito institucional, el ámbito de los
colectivos que discuten y de la representación que estos tienen en los órganos
institucionales de decisión. Muchas de las preocupaciones que plantean docentes, se
solucionarían pensando un poco mejor a nivel docente –aunque no nos incumbe—
cómo organizarse como colectivos para poder discutir y poder lograr que realmente a
quienes se votó como representantes del Orden Docente, sean reflejo de una discusión
de un colectivo mayor. Eso es tarea de cada Orden y de cada colectivo ver cómo hace
para que dentro suyo haya mayor participación y que todos puedan ser escuchados.
Creo que desde la institución debemos fomentar la participación, generar
instancias –como pueden ser jornadas institucionales, asambleas, claustros abiertos y
otras formas— buscando la más amplia participación, pero está claro que a la hora de
las resoluciones existen delegados, existen representantes de los órganos de
cogobierno, que al fin y al cabo son los que van a decidir.
Todos debemos ver de qué forma podemos discutir y que nuestra opinión llegue
a través de nuestros delegados.
Desde la AEA teníamos pensado –estamos terminando en esta semana de
resolverlo en el plenario-- presentar una propuesta para la discusión del tema Ley
Orgánica para la Facultad, que estaríamos presentando el próximo lunes al Consejo.
SEÑOR BASSO.- Lo que quiero expresar, es que a mí me preocupa como responsable
de ordenar la discusión. Hice todos los máximos esfuerzos para agilitarlo, no por la
decisión en sí misma, pero me pareció que es la forma en que lo habíamos resuelto; lo
que dije es que lamentablemente no habíamos culminado correctamente la tarea .
Simplemente lo ponía como ejemplo, porque tenemos que aprender cómo resolver en
forma colectiva. Lo veía como un elemento en un proceso en el que a mi juicio debía
tener el máximo de validez.
SRA. RIVAS.- Creo compartir el planteo del Ing. Basso.
Los estudiantes –e inclusive los egresados-- tienen todo la razón del mundo en el
sentido de que están cumpliendo mucho más en la asistencia y en la participación al
Claustro Central, que el Orden Docente; eso es vergonzoso y real. Lo que no quita la
responsabilidad institucional final, donde se van a tomar grandes resoluciones que al
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final terminó siendo triste que no fueran unánimes una serie de cosas por
responsabilidad de todos, aunque el Ing. Basso como Presidente lo siente más. Pero es
un tema que nos atañe a todos.
SEÑOR BORSANI.- Estoy de acuerdo en separar la discusión en dos etapas: una, de
rejuvenecimiento de la ley, para después discutir a la interna. En esa primera etapa,
que es la etapa parlamentaria, es donde la Universidad se juega realmente lo que va a
mostrar hacia la sociedad en lo que quiere cambiar. Ahí se va a contemplar si la
Universidad quiere cambiar, qué quiere cambiar y hacia adónde queremos cambiar de
la ley.
La discusión que se haga internamente probablemente quede dentro de la Universidad
y muchas veces en eso no necesariamente la sociedad en sí va a tener acceso.
Entiendo que en esa discusión primaria para presentar una propuesta al
Parlamento se van a dar las discusiones de las grandes cosas; por ejemplo, lo
relacionado al cogobierno, a la modernización de la Universidad, gratuidad, en todo lo
cual se puede dar la discusión, pero me cuesta ver cómo poder separar esa discusión
de los grandes temas, con otros temas relacionados directamente con lo que es la ley
en sí. Por ejemplo, se puede flexibilizar la ley para favorecer la participación de los
funcionarios, pero sabemos que dicha participación de alguna forma está supeditada a
una modificación de un formato de funcionario público, diferente al de los docentes. Y
así, con otras discusiones que nosotros podemos generar o dar una idea de lo que
queremos como Universidad, pero que a su vez eso puede estar supeditado a modificar
radicalmente en la letra cosas que van más allá de la propia discusión. Sobre todo
teniendo en cuenta los tiempos, cómo es que se piensa separar lo que es la discusión
de los grandes temas, con las discusiones más puntuales.
SRA. CRUZ.- Uno de los aspectos que se resaltan, y en lo que estoy de acuerdo, es en
profundizar la participación en la eventual generación de un cuarto Orden. Por eso
quería destacar dicha participación. Si uno de los grandes objetivos es profundizar la
participación a nivel de la Universidad e inclusive hacia afuera de la Universidad, es
extremadamente importante cómo canalicemos nuestra participación.
Lo inherente a los Órdenes ya lo conozco, y de hecho me desenvuelvo en esos
ámbitos, pero creo sinceramente que no alcanza y que no refleja en muchísimos casos
lo que en el día a día la gente reproduce y hace en su tarea. No lo vive, no lo siente, y
muchos cambios no funcionan por esa razón.
Tal vez sea importante discutir cómo es que vamos a discutir.
SEÑOR OYHANÇABAL.- Una somera reflexión, y una pregunta. En realidad, es sobre
el tema gratuidad, discusión que ojalá podamos tener en otro momento. Nuestra
definición es conceptual: la educación como un bien transable de mercado o la
educación como derecho, y entendemos que ponerle precio a la educación significa
volverla transable en el mercado. Y en eso, hay una serie de documentos, pero sugiero
entre ellos la declaración final de la Conferencia Regional Americana de la Unesco que
versa de manera muy amplia y profunda sobre el tema y que puede ser un documento
orientador interesante para este tipo de situación.
Agregado a esto, hablando sobre el mecanismo de justicia social o no, la
Federación es firme defensora de la distribución de la riqueza e implementar
mecanismos de justicia social. Entendemos que la Universidad no es la herramienta
que tiene el Estado para recaudar tributos y socializar riquezas; esa es una
responsabilidad del Gobierno Central. Somos favorables a los impuestos a la renta,
etc.. La propuesta de la última Convención habla de que el Fondo de Solidaridad pasa a
ser progresivo, de manera que aporte más aquel profesional que tenga más ingresos,
como es el impuesto la renta, y a través de eso, tanto el mecanismo de becas, como
otros que favorezcan la condición de una serie uruguayos que hoy no pueden ni
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siquiera tener estudios secundarios, puedan favorecer generalizar la enseñanza
avanzada.
La pregunta para el Rector apunta a un tema delicado, que exige ponerle
bastante estudio: ¿como está pensando el diálogo con los actores parlamentarios?,
tanto para este tema, como para conocer su opinión sobre la propuesta que quizás
eleve la Universidad de nueva Ley Orgánica.
SEÑOR RECTOR.- Como son muchos y muy interesantes los temas voy a tener que
seleccionar algunos y tratar todos con menos extensión que la que me gustaría.
Debemos tener claro sí, lo que es una Universidad. Ahora, eso no lo tenemos
que tener claro para cambiar la Ley Orgánica. Creo que lo tenemos claro. Se puede
entender que la formación universitaria es la que combina a alto nivel enseñanza,
investigación y extensión; que un docente universitario es una persona que por
definición no es vitalicio en su puesto, sino que es que está permanentemente siendo
evaluado y renovado en función de un conjunto de actividades; que una Universidad no
es una institución que se concentra en la matemática o en la botánica, sino que cubre la
creación y el conjunto de la gama del conocimiento de manera lo más entrecruzada
posible. Eso lo tenemos claro, y hay que ratificarlo, en un momento en que en el país
está en discusión la eventual creación, por ejemplo, de una Universidad de la
Educación, o cosa por el estilo. Estos son criterios que la Universidad ha discutido y los
tiene claros.
¡Que la transformación de la Ley Orgánica no puede ser la reforma! . Por
supuesto. A fines del año pasado el CDC definió nueve líneas concretas de reforma
universitaria; una de ellas tiene que ver con lo que decía el Decano García, de volver a
pensar, como en el período inicial de Batlle y Ordóñez en perspectiva académica y a
veinte años plazo, la estructura edilicia de la Universidad. Eso se está haciendo,
seguramente más lento de lo que uno quisiera, pero se ha instalado un equipo de
técnicos especializados que, recogiendo las ideas que vienen de distintos lados y con
un equipo político con representación de Ordenes y Servicios, para fin de año va a
hacer una propuesta a muchos años plazo.
Por cierto, no creo que haya ningún artículo tabú, y no creo que podamos
plantearlo así. Lo que me parece, es que la discusión debiera llevar a ratificar algunos
artículos. Me parece que el artículo 2, el artículo 3 sobre la libertad de opinión, el
artículo 5 sobre la autonomía, son artículos que los contenemos, pero me parece que
nuestra historia apunta a la riqueza de ellos. Eso sí, tenemos que incorporar varios
otros. A grosso modo, todos los artículos más decisivos de principios generales, salvo
el 66 sobre gratuidad de la enseñanza, hoy por hoy están en los dos primeros capítulos
de la Ley Orgánica como aplastados en los capítulos de disposiciones generales y de
organización. Hay que pensar en una estructura más diversificada, de capítulos de
principios fundamentales; un capítulo que hable de las funciones universitarias, un
capítulo que hable de derechos y deberes de los universitarios, otro que hable de
integración, y otro que hable de organización y funcionamiento. En algún momento
trataremos de tener la ocasión de detallar un poco esto.
Pero en aras a la brevedad simplemente señalo, que me parece que la mejor manera
de avanzar sería ver qué artículos esencialmente consideramos que han sobrevivido al
paso del tiempo y cuáles debieran ser introducidos, pero como separando, porque
también tenemos que aprovechar la experiencia y aprovechar el tiempo.
Con respecto a lo que dice la compañera, con el mayor respeto a todas las
opiniones pienso que la cuestión de la matrícula claramente desde ser objeto de una
respuesta negativa, lo que no implica --sino todo lo contrario-- una contribución
posterior, y en función de los ingresos.
Asamblea del Claustro
Facultad de Agronomía
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13.08.2008
Yo he tenido el privilegio de completar una formación terciaria, el posgrado,
etcétera. Ese es un deber que yo tengo para con la sociedad. Me parece que eso es a
la vez más justo, y mucho más eficiente en términos de recursos reales y de
recaudación, pero, conversaremos. Lo que no creo es que debamos poner esos temas
como tabú. Tenemos opiniones bastante firmes, porque hemos estado pensando y
viviendo esto durante muchos años.
Con respecto a alguna de las cosas que decía el Decano. Creo que hay que
pensar en agrupamientos de servicios, pero no plasmarlo en la ley. La ley debiera decir
que se pueden constituir agrupamientos de servicio, con una serie de potestades, pero
no decir cuáles deben ser. En ese sentido hay que dar la posibilidad de constituirlos, y
también la flexibilidad de irlos haciendo evolucionar.
La venida aquí, me ha convencido de que tenemos que avanzar en el equipo de
Rectorado en poner sobre la mesa un capitulado pronto, que permita hacer
esencialmente una gran clasificación; cuáles son esbozos de artículos donde hay
amplios acuerdos, y dónde están los artículos polémicos. Sería el ideal que para el 13 y
el 14 de setiembre no estemos intercambiando criterios sobre aquello en lo que
concordamos. Esos días vamos a poner todas las baterías sobre aquello en lo que no
estemos de acuerdo. Vamos a tratar en los próximos días de poner sobre la mesa un
documento mártir, que pueda ser manejado, pero que sirva para esto.
En esa perspectiva de los desacuerdos, es muy claro que el tema participación
de los funcionarios es un tema de desacuerdo, y no vamos a cerrar los ojos a eso.
Hay que ofrecer dos o tres alternativas. Me parece que hay una posición de base, en la
cual no he escuchado discrepancias, que los funcionarios a través de los elementos
muy claros de elección, tienen que tener por lo menos participación con voz en una
serie de organismos universitarios. ¿En cuáles pueden tener voto? Allí ya hay dos
problemas distintos: uno, es criterios diferentes. Habría que tener formulaciones
alternativas sin llegar a decidir, y otro es que claramente no pueden ser electores del
Consejo Directivo Central. Eso es la interpretación del artículo 230 de la Constitución.
Pero a mí, me gustaría que a largo plazo los funcionarios participaran de manera
amplia. También quiero decir que tengo una visión evolutiva del cogobierno. El gran
éxito que ha sido a mi juicio la participación de los estudiantes en el cogobierno, se
debe entre otras cosas a que no empezó de la noche a la mañana, a que se fue
peleando, a que se fue construyendo. De 1908 a 1958 --ese es el lapso que tardó--, esa
lucha por el cogobierno fue lo que hizo que cuando los estudiantes se incorporaron al
cogobierno directo, tenía mucho acumulado. Por lo tanto, veo esto en términos de
construcción.
Ahora bien, si queremos tener cierta garantía de que la ley que apruebe el Parlamento
sea la que proponga la Universidad, es claro que tiene que haber un consenso interno
muy amplio. Nosotros debemos tener claro, por ejemplo, el tema de las proporciones
de los Ordenes. Es un tema que en los próximos dos meses no lo vamos a resolver,
porque las posiciones son claramente diferentes. ¿Qué hacemos, votamos 11 a 9 en el
Consejo Directivo Central, o lo que tratamos es de plasmar una formulación
jurídicamente clara que le dé a la Universidad la posibilidad de ir evolucionando en la
materia, con garantías, mayorías especiales y criterios claros? Yo me inclino por esto.
Por cierto, muchas universidades argentinas tienen la posibilidad de dictar su propio
estatuto. Así que tampoco estaríamos inventando nada demasiado original, pero nos
daría posibilidades de avanzar en esto.
No creo que vayamos a inventar mucho, pero en todo caso combinaremos de
manera nueva.
Asamblea del Claustro
Facultad de Agronomía
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13.08.2008
Con respecto a la pregunta de Oyhançábal respecto a los actores
parlamentarios. Pienso que eso tiene que ver con el hecho de que ya estamos
convocando a la Comisión Social Consultiva para empezar a conversar. Aquí la
cuestión clave es que haya un consenso interno muy grande. Vamos a conversar con
todos, que es lo legítimo, porque son representantes de la ciudadanía y es lo
políticamente razonable. Pero la cuestión clave es por cierto que haya un acuerdo
interno muy grande y que, por consiguiente, veamos cuáles son las cosas que
necesitamos plasmar en la Ley Orgánica, y no esquivemos las discusiones, sino que las
llevemos hasta su conclusión, votemos y nos pongamos de acuerdo en que lo que
salga con claridad internamente, la Universidad lo va a defender.
Insisto, luego de escuchar el intercambio de ideas de tres compañeros de
Agronomía en el Claustro General, respecto a eso, que el Claustro General peleó
mucho, y sin embargo el CDC se nutrió de eso y llegó a una resolución unánime. No
digo que la historia se vaya a repetir, pero podríamos pensar en que las discusiones
sean en un momento muy enfervorizadas --eso es rico, ayuda, abre perspectivas
nuevas --, y a cierta altura llegará el momento de la síntesis.
Si no hacemos este tipo de cambio entre los meses finales del 2008 y los
primeros meses del 2009, todo recomienza en el 2011. Vamos a ser realistas; vienen
las elecciones nacionales, viene el año del presupuesto, viene la instalación de un
nuevo Parlamento y en el 2011 ojalá estemos mucho mejor como país y como
Universidad que ahora, pero ¿sería razonable no aprovechar una circunstancia nacional
propicia?
Lo que estamos viendo es si la Universidad es capaz de impulsar y dar una
muestra al país de que quiere transformarse, proponiendo ella una nueva Ley Orgánica.
Los argentinos, y con esto termino, hablan de los dos períodos: 1918, cuando
ellos propusieron desde adentro de la Universidad, y 1995, cuando les impusieron
desde afuera una ley que los argentinos consideran la ley de contrarreforma.
Nosotros tenemos que mostrar que somos capaces de impulsar nuestra propia
reforma, y yo creo que hay circunstancias que permiten llegar a un consenso
importante. Vamos a hacer lo posible.
SRA. PRESIDENTA-. Simplemente para cerrar la jornada, resta agradecer al Sr. Rector
su presencia en Sala y agradecer la presencia de todos ustedes. De alguna manera,
hemos nivelado el estado del arte entre todos; sobre todo quizás a los docentes nos
cabe la reprimenda de que estamos un paso atrás. Es una discusión que hay que
tomarla. La tomaremos en el Claustro, buscando el apoyo del colectivo.
Haremos los mayores esfuerzos para llegar con posición en las fechas previstas del 13
y 14 de setiembre. Toda discusión, sobre todo en un tema tan importante y punto a
punto, no puede ser más enriquecedora para todos aquellos que participen.
SEÑOR RECTOR.- Muchísimas gracias a todos.
(Aplausos)
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