Ética y Estética del pensamiento complejo Dra. Denise Najmanovich Una de las características más notables del pensamiento occidental ha sido el divorcio entre la apariencia y la realidad, la forma y el contenido, el proceso y el producto. Estas dicotomías que heredamos de los filósofos de la Grecia Antigua han perdurado hasta la actualidad, aun cuando hayan cambiado muchas veces las figuras con que se han presentado. Lo que solemos llamar conocimiento ha estado inextricablemente ligado a esta forma de pensar que ha generado la tenaz ilusión de un “verdadero mundo”. Un mundo rígidamente ordenado según una disposición eterna e invariante de objetos completamente definidos opuesto al universo del cambio, el tiempo y la vida que desde esta perspectiva es sólo un “mundo aparente”. Este cosmos occidental ha sido concebido de tal modo que se presenta como si fuera independiente de nuestra actividad cognitiva. El mundo de las ideas platónicas tanto como el universo newtoniano son criaturas sin padres a pesar de que llevan su apellido. Tanto Platón como Newton, no obstante sus estilos tan diferentes, se presentan como voceros de Dios, pretendiendo conocer el mundo desde una perspectiva trascendente. Esta es la paradoja fundante de la episteme occidental. A lo largo del siglo XX diversos desarrollos en las ciencias comenzaron a erosionar desde “dentro” esta concepción. Particularmente importantes en este sentido han sido las fisuras provocadas por las investigaciones de la física cuántica en la primera mitad del siglo. Éstas fueron profundizadas llevándolas casi hasta la demolición por las implicancias de las ciencias de la complejidad, hacia fines de la centuria. Paralelamente, las teorías epistemológicas heredadas sufrieron importantes embates a su solvencia y credibilidad gracias a los trabajos de Kuhn, Feyerabend, Fox Keller, Rorty, Foucault, Deleuze, Stengers, Latour, Morin y muchos otros. Ambas perspectivas conjugadas han tenido un fuerte impacto en la cultura y nos han permitido comenzar a visibilizar las zonas oscuras, las brechas, la opacidad, la indefinición, los otros mundos en el mundo, en el universo claro y distinto que la modernidad pretendió establecer. Para comprender los profundos cambios que los abordajes de la complejidad están provocando en nuestros modos de pensar y la forma de concebir el conocimiento es preciso dar cuenta de las implicancias que estos modos de producción de sentido tienen sobre nuestra concepción del saber. Aunque resulte sorprendente, e incluso contradictorio, es notable el hecho de que muchos de los científicos que participan activamente con sus investigaciones en el campo de las ciencias de la complejidad tienen aún una concepción simplista de su práctica cognitiva. Los filósofos de la ciencia, especialmente los de la tradición positivista anglosajona, en su mayoría han preferido desentenderse del tema, o si lo abordan, tienden a eludir el tratamiento de las profundas implicaciones epistémicas de los abordajes de la complejidad. En este trabajo me propongo realizar una exploración preliminar de esta verdadera “terra incógnita” que surge en el entrecruzamiento entre los nuevos paradigmas en las ciencias y los enfoques epistemológicos post-positivistas. Para facilitar la comprensión de la estética del pensamiento complejo y sus implicancias en cuanto a nuestra concepción del conocimiento, he considerado necesario explicitar previamente la estética de la ciencia moderna en la que hemos sido educados. Esta tarea resulta imprescindible, en primer lugar debido a que el discurso científico niega el hecho de ser un discurso y pretende tener una forma “neutra”, y esto, cuando admite tener una forma. En segundo término, la tarea es fundamental en tanto el legado cultural constituye la plataforma de lanzamiento desde la cual podemos comprender la complejidad y es a la vez, y paradójicamente, el mayor obstáculo para lograrlo (más aún cuando la mayoría de los que lo aplican a diario desconocen sus supuestos fundamentales). I.-Estética de la simplicidad: En una primera y esquemática aproximación podemos decir que la forma canónica del conocimiento en occidente ha sido: Dicotómica A-priori Monológica (lógica clásica, Mirada exterior) La ciencia moderna ha aportado además ciertas notas específicas, entre las que se destaca su carácter: Monodimensional (Ceteris Paribus), Lineal (Interpolable, extrapolable), Representacional (Apariencia-Realidad – Modelo/Copia) Mecánico-Determinista Exploraremos estas características a partir de algunas metáforas ampliamente difundidas que nos permitirán dar cuenta de cómo las figuras-metáforas de la simplicidad se han presentado y utilizado en muy diversos contextos y cómo han ido conformando nuestras creencias respecto del mundo, de nosotros mismos y de nuestras posibilidades de conocerlo. Comenzaremos nuestra exploración por la “Alegoría de la Caverna” de Platón, pues allí se establece la disyunción entre el mundo de la apariencia -al que acceden los comunes mortales- y el de la verdadera realidad. A ese otro mundo que nos trasciende infinitamente sólo acceden unos pocos elegidos: los autodenominados sabios (en aquellos tiempos filósofos, en los nuestros científicos o expertos). Proseguiremos el camino considerando la metáfora fundante de la concepción representativa del conocimiento: la del saber como espejo de la naturaleza (Rorty,@). (Perspectiva lineal el ojo de Dios: unificación del espacio/ Imprenta (representacionalismo - metáfora del trasvasamiento). Para finalizar este recorrido por las metáforas básicas de la simplicidad consideraremos dos ejemplos paradigmáticos de las concepciones modernas: el mundo-reloj (unificación del tiempo: mecanismo determinista y determinado) y el universo como un juego de billar (espacio inerte, e independencia). I-a. A través de la alegoría de la caverna Platón encadena definitivamente su filosofía a la dicotomía Apariencia/Realidad. En el texto platónico, que no casualmente es el primer tratado político de occidente, los hombres son presentados como esclavos que confunden las sombras con las auténticas realidades. Sólo el sabio (obviamente Platón) tiene acceso al conocimiento verdadero, a la luz. La metáfora pretende mostrar a los hombres que son necios e ignorantes y que lo que ellos creen que es el mundo no es sino mera ilusión, una apariencia fantasmal, una versión degradada de la verdadera realidad. El filósofo, único poseedor de verdadero saber, tiene que sufrir la incomprensión y el maltrato de sus congéneres habituados como están a su mundo de fantasía. No por ello ha de cejar en su designio de “salvar” a sus congéneres del error y guiarlos hacia el saber iluminador. Al contrario, hará de cada obstáculo un desafío, como su maestro Sócrates que no se arredró ni ante la cicuta y que hasta su último suspiro siguió aguijoneando a sus conciudadanos. A partir de Platón, el objetivo supremo del sabio ha de ser el de sacar al rebaño desde la cueva de la apariencia hacia la luz de la verdadera realidad. Extraordinario y loable proyecto, generoso y sacrificado, salvo un pequeño “detalle”: ¿existe realmente esa caverna? ¿es real la realidad platónica? ¿es nuestro mundo sensible mera apariencia? Nietzsche denunció a los cuatro vientos la gran falacia platónica y nos mostró “Cómo ‘el mundo verdadero’ terminó por convertirse en una fábula” (Nietzsche, @), es decir, cómo la tradición filosófica se construyó sobre un descomunal error denominado “Verdad”. Nos advirtió también que, disuelta la ilusión de un verdadero mundo, se desvanece el mundo aparente. A partir de sus enseñanzas, no se tratará ya de salir de la caverna, sino de darnos cuenta de su inexistencia. Continuando con el linaje iniciado en Parménides y profundizando el legado de Sócrates, Platón fundó el “verdadero mundo” y simultáneamente degradó a la categoría de “apariencia” a cualquier otro que no coincidiera con su mundo de las ideas. En un solo movimiento inventó la esclavitud y se propuso como el libertador. La gran mayoría de los pensadores posteriores discutieron, criticaron e incluso rechazaron buena parte de las enseñanzas del gran maestro de la Academia, pero todos de un modo u otro aceptaron la gran escisión entre realidad y apariencia, a partir de la cual surge el privilegio de la problemática por la verdad como adecuación entre el saber y la realidad. De ese modo, aún los que combatieron al platonismo, reeditaron con otras figuras la experiencia de la caverna, manteniendo la frontera entre los que tienen acceso privilegiado a la verdad y se proponen como liberadores y los comunes mortales que irremediablemente quedan subyugados por la esclavitud de la ignorancia. La diferencia en muchos casos fue apenas la que produce un cambio cosmético en el rostro de la verdad. Ib.- El conocimiento como espejo de la naturaleza ha sido una de las más grandiosas creaciones del hombre moderno. El mismo ha sido productor y producto de esta perspectiva. Sin embargo, ha sido parte de la metodología eludir este lugar de producción, crearlo y simultáneamente negarlo. El sujeto moderno mira al mundo pero no se ve a sí mismo mirándolo: él es meramente un espejo. La metáforas ópticas han sido la forma más habitual en que se presentó la caverna platónica en la Modernidad. Esta nueva versión combinó la escisión entre la apariencia y la realidad con el cisma entre el cuerpo y la mente, y la desvinculación entre el sujeto y el objeto. De este modo a la tradicional problemática de la verdad se le sumó la de la objetividad del conocimiento. Un conjunto de dispositivos técnicos y metodológicos encarnaron y realizaron el “esquema óptico-geométrico” del conocimiento como reflejo interno en el sujeto del mundo externo supuestamente objetivo: el espejo, la técnica pictórica de la perspectiva lineal, la Imprenta, y más tarde la fotografía. Casi todas las personas que han pasado por la institución escolar recordarán las imágenes que muestran al ojo humano como una “cámara fotográfica”. Pero son pocos los que se han percatado de la inmensa fuerza de estas imágenes y metáforas para construir nuestra noción de “conocimiento objetivo”. La expansión de las metáforas ópticas durante el Renacimiento no se limitó a moldear la obra de sus artistas plásticos, sino que se extendió como reguero de pólvora para enseñorearse sobre un gran conjunto de temáticas. Las prácticas pictóricas y las teorías óptico-geométricas entraron en resonancia con otros campos de experiencia, particularmente con los procedimiento mecánicos, entre los que se destaca la imprenta, que permite obtener copias “idénticas” de un original, abonando el campo del que habría de surgir la “teoría” representacionalista, como podemos apreciar en la siguiente cita de Locke: “Supongamos que la mente es, como nosotros decimos, un papel en blanco, vacío de caracteres, sin ideas ¿Cómo se llena? ¿De dónde procede el vasto acopio que la ilimitada y activa imaginación del hombre ha grabado en ella con una variedad casi infinita? A esto respondo con una palabra: de la experiencia. En ella se funda todo nuestro conocimiento, y de ella se deriva todo en último término. Nuestra observación, ocupándose ya sobre objetos sensibles externos, o ya sobre las operaciones internas de nuestras mentes, percibidas y reflejadas por nosotros mismos, es la que abastece a nuestro entendimiento con todos los materiales del pensar. Cuando las ideas simples se ofrecen a la mente, el entendimiento no puede rehusar tenerlas, ni alterarlas cuando están impresas, ni borrarlas para hacer otras nuevas, de la misma manera que un espejo no puede rehusar, alterar o destruir las imágenes o ideas que los objetos puestos delante de él produceni” (Locke, @) A partir de esta metáfora y estos dispositivos paradigmáticos se va estructurando una concepción del conocimiento que instituye: 1. La separación radical entre el espacio externo y el interno (Mundo Real-Imagen Mental), la independencia absoluta entre el conocedor y aquello que ha de ser conocido (Objeto-Sujeto). 2. A la tradicional problemática de la verdad se le suma la de la objetividad del conocimiento que ha nacido a partir de la metáfora óptica. 3. El sujeto es completamente pasivo (metáfora cartesiana) o a lo sumo activo pero abstracto (metáfora kantiana). 4. La imagen especular se forma instantáneamente y para sustituida por otras que no se afectan entre sí de ningún modo. Cada imagen es independiente instituyéndose así una concepción la a-histórica del conocimiento. Esta estética del conocimiento es especialmente apta para el privilegio teórico (que etimológicamente proviene del Griego y refiere al espectador de las olimpíadas). El observador es apenas un sujeto virtual, nunca una presencia corporal, afectiva, socializada, interactiva, múltiple. Sólo un punto de convergencia de los rayos lumínicos, una “Tabula Rasa” en la que se “imprime” la imagen. Esta geometría del conocimiento elude siempre la agencia, el intercambio, la mediación, del lado del sujeto. Al mismo tiempo, la omnipresente metáfora visual elimina del conocimiento los olores y los sabores, las tonalidades y los ruidos, las texturas y las rugosidades, las temperaturas y los ritmos y en su afán de “claridad y distinción” también arrasa con lo borroso, lo difuso, lo irregular, lo ambiguo del mundo. Uno de los más grandes inventos cartesianos fue justamente la invención de la Geometría Analítica cuyo estudio nos permite dar cuenta de la forma clave del pensamiento moderno. Forma que no puede ser jamás neutra o inerte, sino que por el contrario es formativa e impone a la experiencia una configuración específica. Descartes pretendió reducir la geometría (cuyo objeto es la magnitud o cantidad continua) a la aritmética (cuyo objeto es el número o cantidad discontinua o discreta). Paradigmas Clásicos-Teorías Modelos Ideales Universales Metodología Única Cartografía estática exterior Causalidad Mecánica Lineal Predicción-Precisión- Exactitud Certidumbre-Control Valores universales a-priori: Definición- Unidad- Uniformidad Exactitud y precisión: linealidad y sumatoria Regularidad y estandarización: Normalidad y Jerarquías Previsión, predicción, determinación Independencia Universalidad Absoluto @Como hemos podido observar a través de los distintos ejemplos, metáforas y modelos, la forma del pensamiento no es en absoluto mero formalismo. Instituye un horizonte de lo posible, establece un conjunto de constricciones implican simultáneamente el ámbito de competencia y de potencia, como aquello que estará excluido, menguado o imposibilitado. Elegir una estética no es un acto menor, una preferencia exclusivamente ornamental, implica definir el territorio de existencia posible. Ni más, ni menos. Estética de la complejidad: @ comenzar con las paradojas, el cierre sobre si mismas, que implica simultánemamente apertura, gracias a que está implícita la dimensión temporal: diferencia entre repetición e iteración (auto-referencia). Seguir con que no se trata de nuevas respuestas a viejas preguntas sino de habilitar otros interrogantes, de gestar otra mirada sobre el mundo, incluidos nosotros en él, de tal modo de darnos la oportunidad de insuflar sentido en nuestras formas de conocimiento de modo tal que sea posible legitimar experiencias que habían sido desvalorizadas, desatendidas, invisibilizadas e incluso rechazadas o negadas. Paradójica (El contenido de la forma y la forma del contenido Multimodal (modos de la presencia y de presentación) Rizoma multidimensional (campo-red en los itinerarios exploratorios) Dinámica Transformadora (flujo multirítimico) Punto de vista implicado-situado Polifónica y dialógica Ordenes generativos en contextos activos Estética de del pensamiento complejo: El contenido de la forma, la forma del contenido: paradoja fundante. dinámica en zoom, creación de figuras que no se disuelven, itinerarios, convivencia tensional, articulaciones. Multidimensionalidad Multimodalidad: diversidad espacio-temporal Ensambles dinámicos evolutivos: heterarquía y ad-hocracia Cartografías fluidas: fenomenologías implicadas Acontecimiento – Emergencia- Azar - Poiesis Generatividad Morfosis: Meta-morfosis, Media-morfosis Enacción: con-figuración encarnada de mundos Inclusión de lo borroso, vago, ambiguo, difuso Itinerarios- articulaciones- mediadores – interfases- configuracionesconstelaciones Enfoques complejos Poiesis: Hacer-Ser (Producción-Creación) Devenir Tiempo Creador Contextos activos Espacio Encarnado Vivencial Unidades Heterogéneas Ensambles Dinámicos – Redes Fluidas Límites Habilitantes Autonomía Ligada Figuras del pensar Producciones de Sentido Contextuales y Diversas Herramientas - Guías Heurísticas y Dispositivos elegidos en situación Cartografiar implicado y evolutivo Cognición Polifónica Multidimensional Emergencia Ensambles dinámicos Ruptura Determinismo-Predicción Redes i Locke, J. “ Ensayo sobre el entendimiento humano”, Aguilar, Madrid, 1982.