INSTITUTO DE ESTUDIOS ESTRATÉGICOS DE BUENOS AIRES EL CONCEPTO DE LO POLÍTICO-ESTRATÉGICO EN HAMILTON (Agosto de 2003) La producción teórica de Alexander Hamilton1 es uno de los hitos principales del pensamiento político moderno. En efecto, no solo ha escrito más de la mitad de los artículos que integran “El Federalista”, que sienta las bases y las proyecciones del Derecho Constitucional estadounidense, sino que también ha dedicado largas páginas a cuestiones políticas, estratégicas, económicas e históricas. En la medida en que Hamilton vivió desenfrenadamente como hombre político de los tiempos heroicos de la organización constitucional de los Estados Unidos de Norteamérica, sus escritos tienen una organización un tanto abigarrada y caótica. Sin embargo, el producto intelectual contenido en ellos preserva una lógica implacable, que puede ser elucidada a partir de la exposición de sus categorías rectoras.2 1) La Cuestión Nacional. Al comenzar “El Federalista” Nro.1, Hamilton reformula la cuestión constitucional como cuestión nacional, afirmando que de ella depende “la existencia de la Unión, la seguridad y el bienestar de las partes que la integran y el destino de un imperio que es en muchos aspectos el más interesante del mundo”3. Los términos “destino” e “imperio”constituyen la clave de acceso a la comprensión de la autoconciencia estadounidense, su objetivo nacional más importante y su carácter como destino4 imperial.5 Inmediatamente prosigue: “parece haberle sido reservado a éste pueblo el decidir, con su conducta y su ejemplo, la importante cuestión relativa a si las sociedades humanas son capaces o no de establecer un buen gobierno”... “cualquier elección errónea de la parte que habremos de desempeñar, merecerá calificarse, conforme a este punto de vista, de calamidad para todo el género humano”. La asociación entre la suerte norteamericana y el destino de la humanidad, es la concepción imperial por definición. Hamilton aparece -en éste sentido- como el creador 1 WORKS OF ALEXANDER HAMILTON, editados por Henry Cabot Lodge, Edición Federal, 12 volú,enes(Nueva York y Londres, 1904. 2 Por supuesto, la categorización de un pensamiento político como el de Hamilton conserva- en cierto sentidoun carácter sesgado, cuando no arbitrario. Sin embargo, creemos en la presencia de elementos fuertes que- a título monográfico- justifiquen epistemológicamente el trazado de la jerarquía conceptual que aquí presentamos. 3 EL FEDERALISTA, párrafo 2, página 3, Fondo de Cultura Económica, México, 2001. 4 La doctrina de la predestinación calvinista está presente en la cuestión del “destino”. 5 “La República Imperial”, la llamará Raimond Aron. del sentido misional moderno de los Estados Unidos. “Esta idea añadirá un móvil filantrópico al patriótico”, es decir, una vocación de universalidad a la nacionalidad. Por lo tanto, los objetivos nacionales que integran el corpus de un Constitución Nacional, se interpretan en Hamilton como objetivos imperiales. La cuestión nacional se torna así, en cuestión imperial. 2) La virtud política. Hay en Hamilton un espíritu vivificador, regeneracionista, fundacional. Su lenguaje- además- está repleto de términos religiosos que nos recuerdan la tesis del joven Carl Schmitt6: “...en política como en religión, resulta igualmente absurdo hacer prosélitos por el fuego y la espada”. Es evidente la visión cristiana protestante, eminentemente misional y evangelizadora, opuesta a la tradición católica inquisitorial7. Sin embargo, el sentido activo, de fundamento misional y expresión práctica, está posibilitado por la concepción del “vigor” y la “energía” del buen gobierno.8 “Un desvelo inteligente por la energía y la eficacia del gobierno será estigmatizado como síntoma de un temperamento inclinado hacia el poder despótico y hostil a los principios de libertad. Un escrupuloso y tal vez exagerado temor a poner en peligro los derechos del pueblo, lo cual debe achacarse frecuentemente más a la cabeza que al corazón, será descrito como pura simulación y artificio, como el gastado señuelo para obtener popularidad a expensas del bien público...el vigor del gobierno es esencial para asegurar la libertad; que a los ojos de un criterio sano y bien informado sus intereses son inseparables y que una ambición peligrosa acecha más a menudo bajo la máscara especiosa del fervor por los derechos del pueblo, que bajo la ruda apariencia del celo por la firmeza y la eficacia del gobierno. La historia nos enseña que el primero ha resultado un camino mucho más seguro que el segundo para la introducción del despotismo y que casi todos los hombres que han derrocado las libertades de las repúblicas, empezaron su carrera cortejando servilmente al pueblo: se iniciaron como demagogos y acabaron en tiranos”9. Esta larga cita que articula el “vigor” con la limitación republicana de la democracia (a los fines de evitar la recaída en el despotismo y la tiranía) nos permite relativizar el término “energía”10 y caracterizarlo como significante del principio de la “virtud”. “Todos los conceptos que se imponen en la teoría moderna del Estado son conceptos teológicos secularizados”. Teología Política, Buenos Aires, Editorial Struhart y Cía, 1985. 7 La “Teología Política” schmittiana no guarda relación alguna con la concepción política que emana de la filosofía moral asentada en las encíclicas papales y los documentos pontificios. Por el contrario, se trata de un recurso crítico- analítico que explora las raíces teológicas del pensamiento político y reabsorbe- de este modoa lo político en lo religioso como clave de la cultura. 8 En EL FEDERALISTA 34, Hamilton asocia la “energía” en la recaudación de impuestos con el progreso. 9 EL FEDERALISTA 1, PÁG.4. FCE, México, 2001. 10 LA TEORÍA POLÍTICA DE “EL FEDERALISTA”, David F. Epstein, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1987. En el capítulo 2, Epstein desarrolla el concepto de “energía” como clave conceptual del pensamiento de Hamilton. 6 Desde “El Príncipe” de Maquiavello, es recuperada la virtud romana como aspecto central y distintivo de las comunidades sanas. No se trata- hay que recordarlo- de la virtud privada del buen cristiano (hombre de familia, padre ejemplar, etc.), sino de una virtud pública, que tiene- podemos decirlo-dos dimensiones: - La virtud del ciudadano, viva y activamente integrado a la cosa pública (concepto clásico- ciceroniano). - La virtud del gobernante- que prolonga aquélla- en la eficacia operativa (concepto moderno-maquiavélico). Ésta última, podemos traducirla como “capacidad de conducir”, o “capacidad de construir éxitos políticos para una comunidad política”. La revivificación del pensamiento romano- presente en el Renacimiento italianotambién es un componente central en el pensamiento de Hamilton. 2) El Estado. En el Capítulo 2, titulado: “Sobre la democracia. Acerca de su relación con la igualdad”, del libro “Democracia y Desigualdad”, sobre la “democracia real” a fines del siglo XX, de Carlos Strasser, se establece el concepto de Estado “en una perspectiva político- sociológica( más que político- constitucionalista y jurídica, bien que teniendo a las dos como articuladas entre sí), el Estado es la organización básica, omnicomprensiva y verdaderamente nodal (aunque no necesaria, ni en todos los casos completamente formalizada) de los recursos (materiales y de todo tipo), las instituciones (en la acepción sociológica- políticológicamente acostumbrada, según la cual una institución es un patrón de reglas, comportamientos, actitudes, expectativas, etc., regularmente observados, tampoco el necesario o completamente formalizado) y las normas (incluidas las jurídicas, pero no sólo ellas: también todas las que gozan de “exigibilidad” por el Estado o la sociedad o la cultura misma) de una unidad soberana”11 Esta cita nos servirá para encuadrar el término “Unión” – presente permanentemente en Hamilton- como representativo del concepto de Estado Federal. Por un lado, la “Unión” es – en sentido schmittiano -la afirmación de la unidad política de un pueblo, el estadounidense. Por otro lado, es la reivindicación de la forma federal de Estado, que sostiene la Constitución recién promulgada12, que Hamilton (junto a Say y Madison) defiende. Nos dice Hamilton: “Una FIRME UNIÓN será inestimable para la paz y la libertad de los Estados, como barrera contra los bandos domésticos y las insurrecciones”13. En primer lugar, analiza las consecuencias posibles de la desunión. Un primer conjunto de problemas potenciales se efectivizarían si no se lograse la Unión Federal. Podemos organizar ese conjunto de la siguiente manera: 11 Op.Cit., página 35. 17 de septiembre de 1787. 13 EL FEDERALISTA, IX. 12 a- “Las disputas territoriales han sido en todo tiempo una de las causas más fecundas de hostilidad entre las naciones”14. “Poseemos una vasta extensión deshabitada de territorio dentro de las fronteras de los Estados Unidos”15 b- “La competencia comercial sería otra fuente fecunda de contiendas”16 c- “La deuda pública de la Unión sería otro motivo de choques entre los distintos Estados o confederaciones. Su prorrateo al principio y su amortización progresiva después, serían causa de animosidad y mala voluntad. ¿Cómo ponerse de acuerdo sobre una base de prorrateo que satisfaga a todos?”17. d- “Las leyes que violan los contratos privados y que equivalen a agresiones contra los derechos de los Estados a cuyos ciudadanos perjudican, pueden ser consideradas como otra causa probable de hostilidad”18. e- “La probabilidad de alianzas incompatibles entre los diferentes Estados o confederaciones y las distintas naciones extranjeras y el efecto de esta situación sobre la paz general, han sido puestos en claro ampliamente en anteriores artículos.”19 En suma, en el caso que la Unión (en el sentido schmittiano de “unidad política de un pueblo”) adquiera una forma estatal confederal y laxa, quedaría a medio camino entre una situación de guerra civil y una situación de guerra interestatal. Esta ambigüedad subyacente como peligro potencial es la que quiere evitarse con la forma de Gobierno Federal.20 3) La visión Geopolítica. A más de cien años de la conferencia titulada “El Pivote Geográfico de la Historia”, de Halford Mackinder, pronunciada ante la Sociedad Geográfica Real (Londres)21y de la acuñación del término por Rudolf Kjellen22, resulta llamativo como la recta interpretación de lo que podemos llamar hoy día como “amenazas a la seguridad nacional” aparece- en la dimensión conceptual que articula el Estado y el espacio- en El Federalista Nro. VIII. En suma, un análisis geopolítico. 14 EL FEDERALISTA,VII. Op.Cit.,VII. 16 Ibidem. 17 Ibidem. 18 Ibidem. 19 Ibidem. 20 Es posible establecer una analogía con la teoría del Estado de Thomas Hobbes, en particular, con el concepto y la figura del Leviatán como reaseguro frente al peligro de la guerra civil. Por otra parte, es cierto que en el Leviatán de Hobbes está claramente establecido el estado de naturaleza interno (que el Soberano conjura) y el estado de naturaleza externo (con el cual el Estado convive). En Hamilton la posibilidad de que la Unión, en el segundo sentido no se realice, pone en cuestión la Unión en primer sentido. Ése es el aporte más original que resuelve EL FEDERALISTA. 21 “The Geographical Journal”, Vol. XXIII, pág.421 y siguientes, 1904. 22 “La palabra española ‘Geopolítica’, en inglés Geopolitics y en francés Geopolitique, es traducción de la palabra alemana Geopolitik, vocablo creado por el profesor Rudolf Kjellen, y empleado en sus obras, en especial en su última: El Estado como Manifestación de la Vida (1916)”.ATENCIO, JORGE, Qué es la Geopolítica, Editorial Pleamar, Buenos Aires, 1965. 15 “Si tenemos la prudencia de conservar la Unión, es verosímil que gocemos durante siglos de ventajas semejantes a las de una situación insular. Europa está muy distante de nosotros. Las más próximas de sus colonias probablemente seguirán teniendo una fuerza lo bastante desproporcionada para evitarnos el temor de cualquier peligro. En ésta situación, no son indispensables para nuestra seguridad grandes organizaciones militares. Pero si nos desuniéramos y las partes integrantes permanecieran separadas o, lo que es más probable, se reunieren en dos o tres confederaciones, nos encontraríamos en breve período de tiempo en el mismo trance que las potencias continentales de Europa- nuestras libertades serían víctimas de los instrumentos necesarios para defendernos contra la ambición y la envidia de cada cual”23. Ésta, que hoy llamaríamos “reflexión geopolítica” sobre la “ubicación geográfica relativa”, permaneció poco abordada por la politología moderna. Incluso -en el peor de los casos- se habla de los “escritos militares” de Hamilton, como si el problema de la seguridad no fuese -aún hoy lo es- la condición de posibilidad de existencia del Estado mismo, como entidad soberana. En su “Report of Manufactures”24, Hamilton se destaca como un proteccionista nacionalista en materia de economía política. Su propósito era favorecer a fabricaciones tales “que tiendan a hacer a Estados Unidos independiente de naciones extranjeras en cuanto a abastecimientos militares y otros de carácter esencial”25. En El Federalista Nro.XI, Hamilton afirma: “Existen indicios que permiten suponer que el espíritu aventurero distintivo del carácter comercial americano, ha producido ya cierto malestar en varias potencias marítimas de Europa. Parecen temer nuestra excesiva intromisión en el comercio de transportes, que es el sostén de su navegación y la base de su fuerza naval. Las que tienen colonias en América, esperan con penosa inquietud el desarrollo que somos capaces de alcanzar. Prevén los peligros que pueden amenazar a sus posesiones de América, vecinas de unos Estados dispuestos a crear una poderosa marina y provistos de todos los medios necesarios para lograrlo”.26 El desarrollo del poder marítimo es –en el pensamiento de Hamilton- mucho más que la necesidad de un escudo de protección en las costas. “Otro recurso para influir sobre la conducta de las naciones europeas para con nosotros en éste asunto, surgiría del establecimiento de una marina federal”...”Adhiriéndonos firmemente a la Unión, podemos esperar convertirnos, antes de mucho, en el árbitro de Europa en América y poder inclinar la balanza de las rivalidades europeas en esta parte del mundo, como nos aconseje nuestra conveniencia”...”Sólo se respetan los derechos de la neutralidad cuando 2323 EL FEDERALISTA,VIII. Works, IV, 70-198, especialmente 71-73, 100-101. El Report (informe) también está incluido en un volumen editado por Samuel McKee(hijo), en Papers on Public Credit, Comerse, and Finance by Alexandre Hamilton(Nueva York, 1934). 25 Ibidem, página 70. 26 Se anticipó también en cien años -a la Doctrina Naval norteamericana asentada por el Almirante Alfred Thayer Mahan en TheInfluence of Sea Power upon History, 1660-1783 en el año 1890.(Ed. Rev Princeton, 1942) 24 los defiende un poder adecuado. Una Nación despreciable por su debilidad, pierde hasta el privilegio de ser neutral”. 4) El régimen político. En la obra citada, Carlos Strasser afirma: “El régimen político es el modo (un modo, algún modo) regular característico en un cierto tiempo de la actividad en las esferas específicas del gobierno y la administración efectivos del estado”. En el pensamiento de Hamilton el “régimen de gobierno del Estado” (Strasser) esta dado por la articulación entre la democracia, la representatividad republicana, la división de poderes en contrapeso y el gobierno federal. El carácter republicano busca acotar claramente el peligro de una tiranía y el carácter democrático- dado por la moderada participación popular- preserva de modo institucional el principio de legitimidad. Sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que Hamilton articula caracteres y principios de diversos tipos de gobierno (Monarquía, aristocracia, democracia) en la singular complexión mixta dada por la “república democrática federal”.27 Se inscribe- en éste sentido- en la tradición clásica. 5) Conclusiones Para la realización de éste escrito hemos considerado la concepción de las categorías político-institucionales en el marco superior de la visión (filosófica, por así decirlo) sobre el destino nacional estadounidense trazado por Hamilton. Ésa mirada -no siempre explorada en la Ciencia Política- nos permite comprender la singular intensidad de la formula representativa, como parte de una proyecto imperial novedoso, orientado a persistir y extender su dominio. El régimen de gobierno de Estado (Strasser) de tipo democrático, es la invención norteamericana por definición. El mundo no conocería de repúblicas democráticas si el poderío nacional estadounidense -diseñado por Hamilton- no la hubiese extendido a la dimensión de la historia universal. La democracia representativa es -en este aspecto- un producto de una vocación imperial. “Anakiklosis” llamaban los antiguos griegos a la reunión de los tres principios en un único régimen político. Cicerón, en La República, reivindica la forma mixta como el punto medio de equilibrio. 27