TEMA 2. SUJETO, OBJETO Y CONTENIDO I. Titularidad del derecho de autor. 1. Obras colectivas. 2. Obras en colaboración. 3. Obras compuestas. 4. Obras derivadas. II. El objeto protegido. III. Derecho moral. IV. Derechos de explotación. 1. Derecho de reproducción. 2. Derecho de distribución. 3. Derecho de comunicación pública. 4. Derecho de transformación. V. Otros derechos. 1. El derecho de participación. 2. El derecho de remuneración por copia privada. Titularidad del derecho de autor. La titularidad originaria del derecho de propiedad intelectual corresponde al autor. Autor en el sentido legal es siempre una persona física (art. 5.1 LPI), aunque las personas jurídicas pueden beneficiarse de la protección concedida al autor en los casos legalmente previstos (art. 5.2 LPI). La titularidad derivativa de los derechos de propiedad intelectual es aquella que adquieren personas distintas de los autores como consecuencia de la cesión de tales derechos que en su favor realiza el autor (cesión convencional) o dispone la ley (cesión legal). Los contratos típicos de cesión de derechos de propiedad intelectual son el contrato de edición (arts. 58-73 LPI) o el contrato de representación teatral y ejecución musical (arts. 74-85 LPI). Además, la LPI dicta una serie de normas generales aplicables a todo contrato de cesión de derechos de propiedad intelectual, bien los dos citados, bien cualquier otro (arts. 42-57 LPI). Esta materia se estudia en el Tema 4 el Programa. Un ejemplo de cesión legal puede ser el previsto en el artículo 88.1 LPI como presunción (p. ej., cesión exclusiva en favor del productor de los derechos que corresponden a los autores de una película cinematográfica). La colaboración entre varios autores para la creación de una obra puede dar lugar a diversos tipos de obras, en función de cómo se haya desenvuelto esa colaboración. Así: - Obra en colaboración (art. 7 LPI). Se define como aquella que sea “resultado unitario de la colaboración de varios autores”. El caso elemental es la canción cuya música es obra de un autor y cuya letra es obra de otro; ambos son coautores sometidos al régimen del artículo 7 LPI. Es también obra en colaboración, por expresión prescripción legal, la obra audiovisual (película); según el artículo 87 LPI, son autores de una obra audiovisual el director-realizador; los autores del argumento, la adaptación y los del guión o los diálogos; y los autores de las composiciones musicales, con o sin letra, creadas especialmente para esta obra. La concurrencia de varios cotitulares, en plano de igualdad, sobre una misma obra, obliga a dictar una serie de reglas para ajustar los intereses a veces contrapuestos. Así: 1. Para divulgar (dar a conocer) y modificar la obra tienen que estar de acuerdo todos los coautores (regla de la unanimidad). Si no hay tal acuerdo, decidirá el Juez. 2. Una vez divulgada la obra, ningún coautor puede rehusar sin causa su consentimiento para que la obra se explote económicamente en la forma que se divulgó. 3. Los coautores podrán explotar separadamente su aportación a la obra en colaboración, salvo que se haya pactado otra cosa o que causen perjuicio a la explotación común. 4. Los derechos de propiedad intelectual corresponden a los coautores en la proporción que determinen. Si nada se determina, les corresponden por partes iguales. 5. Con carácter general, se aplican a las obras en colaboración las normas del CC en materia de comunidad de bienes (arts. 392 a 406 CC). - Obra colectiva (art. 8 LPI): “la creada por la iniciativa y bajo la coordinación de una persona natural o jurídica que la edita y divulga bajo su nombre y está constituida por la reunión de diferentes autores cuya contribución personal se funde en una creación única y autónoma, para la cual haya sido concebida sin que sea posible atribuir separadamente a cualquiera de ellos un derecho sobre el - conjunto de la obra realizada”. Salvo pacto, los derechos sobre la obra colectiva corresponden a la persona que la edita y divulga bajo su nombre. Obra compuesta (art. 9 LPI): es la que incorpora una obra preexistente sin la colaboración del autor de esta última, sin perjuicio de los derechos que a éste correspondan y de su necesaria autorización. Objeto protegido: el concepto de obra. El concepto de obra protegida por la LPI se contiene en el artículo 10. Hay un concepto general de obra: “creaciones originales literarias, artísticas o científicas, expresadas en cualquier soporte, tangible o intangible, actualmente conocido o que se invente en el futuro”. Y luego una enumeración no exhaustiva de obras en las distintas letras del artículo 10. En la LPI hay una reglamentación específica para las obras cinematográficas y demás obras audiovisuales (arts. 86-94) y para los programas de ordenador (arts. 95-104). El título de una obra, cuando sea original, está protegido como parte de la misma. También son obras, sin perjuicio de los derechos de propiedad intelectual sobra la obra original: - Obras derivadas (art. 11 LPI): son aquellas que tienen por base fundamental otra obra: traducciones y adaptaciones; revisiones, actualizaciones y anotaciones; compendios; arreglos musicales; cualesquiera transformaciones de una obra literaria, artística y científica. - Colecciones (art. 12 LPI): “las colecciones de obras ajenas, de datos o de otros elementos independientes como las antologías y las bases de datos que por la selección o disposición de sus contenidos, sin perjuicio, en su caso, de los derechos que pudieran subsistir sobre dichos contenidos”. Lo que se protege aquí es la “estructura” de la colección “en cuanto forma de expresión de la selección o disposición de sus contenidos, no siendo extensiva a éstos”. En la LPI, las bases de datos son una forma de colección, caracterizada porque los elementos que la integran están “dispuestos de manera sistemática o metódica y accesibles individualmente por medios electrónicos o de otra forma”. El derecho sui generis sobre las bases de datos se regula en los artículos 133-137 LPI. No son obras las enumeradas en el artículo 13 LPI. La vertiente moral de la propiedad intelectual: el derecho moral de autor. Una primera faceta del derecho de propiedad intelectual es el de los derechos morales reconocidos a los autores en el artículo 14 LPI. Estos derechos morales guardan un innegable parentesco con los derechos o bienes de la personalidad. Son irrenunciables e inalienables. Algunos se extinguen con la muerte del autor, pero otros pueden ser ejercitados incluso después de ese momento. Los derechos morales están reconocidos también en favor de los autores de obras anteriores a la LPI de 1987 (cfr. Disposición transitoria 6ª LPI). Estos derechos son: 1. Derecho de inédito (art. 14.1º y 2º): derecho a decidir si la obra se divulga y en qué forma, y si la divulgación se hace con el nombre del autor, bajo seudónimo y anónimamente. 2. Derecho de paternidad (art. 14.3º): derecho a exigir el reconocimiento de su condición de autor de la obra. 3. Derecho de integridad (art. 14.4º y 5º): derecho a exigir el respeto a la integridad de la obra e impedir cualquier deformación, modificación, alteración o atentado contra ella que suponga perjuicio a sus legítimos intereses o menoscabo a su reputación. El autor, en cambio, sí puede modificar la obra, respetando los derechos adquiridos de terceros y las exigencias de protección de bienes de interés cultural (Ley del Patrimonio Histórico Español de 1985 y concordantes autonómicas). 4. Derecho de retirada (art. 14.6º): derecho a retirar la obra del comercio por cambio de sus convicciones intelectuales o morales, y previa indemnización de daños y perjuicios a los titulares de los derechos de explotación de esa obra. 5. Derecho de acceso (art. 14.7º): derecho a acceder al ejemplar raro o único de la obra, cuando se halle en poder de otro, a fin de ejercitar el derecho de divulgación o cualquier otro que le corresponda (derecho, pues, auxiliar para el ejercicio de otros). El precepto aclara las condiciones de ejercicio de este derecho. Fallecido el autor, el ejercicio del derecho moral (ejercicio post mortem auctoris) sufre algunas modalizaciones (arts. 15 y 16 LPI). Así, - Los derechos de modificación de la obra, retirada y acceso se extinguen. - Los derechos de paternidad e integridad serán ejercitados, sin límite de tiempo, por la persona, natural o jurídica, que el autor designe en su testamento; en su defecto, por los herederos; y, siempre - - que no existan estas personas o se ignore su paradero, por las instituciones públicas citadas en el artículo 16 LPI. El derecho de divulgación puede ser ejercitado por las mismas personas (en ese orden) y en las mismas condiciones que las señaladas para los derechos de paternidad e integridad; la diferencia radica en que el plazo para el ejercicio del derecho de divulgación es de setenta años desde la muerte o declaración de fallecimiento del autor. Si los interesados decidieran la no divulgación “en condiciones que vulneren lo dispuesto en el artículo 44 de la Constitución”, el Juez podrá ordenar la divulgación al amparo del artículo 40 LPI. Aunque la obra haya caído en el dominio público y pueda ser utilizada libremente por cualquiera, hay que respetar los derechos de paternidad e integridad (art. 41 LPI). La vertiente patrimonial de la propiedad intelectual: los derechos de explotación. Para el autor de una obra, seguramente la perspectiva de su derecho más interesante es la patrimonial, en la medida en que le permite obtener un rendimiento o aprovechamiento económico de su creación. Piénsese que, en ocasiones (p.ej., una película o un libro exitosos), los ingresos procedentes de la obra pueden ser enormemente cuantiosos. Estos derechos económicos del autor son conocidos como derechos de explotación y se regulan en los artículos 17 a 23 LPI. La regla de partida es que el autor es el titular exclusivo de los derechos de explotación en cualquier forma imaginable. En cuanto derechos patrimoniales, son cedibles a terceros (a diferencia, como se recordará, de lo que sucedía con los derechos morales). La exclusividad significa, entre otras cosas, que es necesaria la autorización del autor para ejercitar cualquiera de los derechos de explotación. La LPI, atendiendo a la realidad actual, establece cuatro modalidades de los derechos de explotación: el derecho de reproducción, el derecho de distribución, el derecho de comunicación pública y el derecho de transformación. Estas modalidades son independientes entre sí (art. 23 LPI), lo que significa que el ejercicio de una de ella no comporta el de las restantes, y que la cesión de una de ellas no se extiende a las otras (cfr. art. 43.1 LPI). Se trata de esta manera de garantizar el máximo aprovechamiento económico al autor de la obra. DERECHO DE REPRODUCCION (art. 18) Reproducción, a efectos legales, es “la fijación de la obra en un medio que permita su comunicación y la obtención de copias de todo o parte de ella”. Lo fundamental es la incorporación o fijación de la obra a una base material o soporte físico. DERECHO DE DISTRIBUCION (art. 19) Los conceptos claves de este artículo 19 LPI son los siguientes: - Derecho de distribución: poner a disposición del público el original o copias de la obra; jurídicamente, esa puesta a disposición puede efectuarse mediante venta, alquiler, préstamo o de cualquier otra forma. - Agotamiento (extinción) del derecho de distribución: si la distribución se realiza mediante venta en el ámbito de la UE, la primera de ellas agota (extingue) el derecho de distribución siempre que esa primera venta se haga por el propio autor o con su consentimiento. - Alquiler: puesta a disposición de los originales y copias de una obra para su uso por tiempo limitado y con un beneficio económico o comercial directo o indirecto (p.ej., alquiler de vídeos o cd’s por un comercio dedicado a esa actividad). - Préstamo: puesta a disposición de los originales y copias de una obra para su uso por tiempo limitado sin beneficio económico o comercial directo ni indirecto, siempre que dicho préstamo se realice a través de establecimientos accesibles al público (p.ej., préstamo de un libro por una biblioteca pública). No hay beneficio si el prestamista cobra una cantidad que no exceda de lo necesario para cubrir los gastos de funcionamiento. DERECHO DE COMUNICACIÓN PUBLICA (art. 20) La LPI ofrece un concepto general de comunicación pública: “todo acto por el cual una pluralidad de personas pueda tener acceso a la obra sin previa distribución de ejemplares a cada una de ellas”. La ausencia de distribución distingue este derecho del anterior. No hay comunicación pública si la comunicación se realiza dentro de un ámbito estrictamente doméstico que no esté conectado o integrado a una red de difusión de cualquier tipo. Junto a este concepto general, el artículo 20.2 LPI hace una enumeración no exhaustiva de los actos de comunicación pública más frecuentes. En la práctica vienen generando una particular problemática dos casos distintos, aunque un tanto relacionados entre sí: 1) la recepción de programas de televisión o de radio a través de aparatos instalados en bares y cafeterías; 2) la recepción de programas en las distintas dependencias de hoteles, en particular en las habitaciones de los clientes. Se discute si ambos actos son o no comunicación pública, sujetos a la autorización del autor. La comunicación vía satélite y la retransmisión por cable se regulan en los apartados 3 y 4 del artículo 20 LPI, respectivamente. DERECHO DE TRANSFORMACION (art. 21) Supone la traducción, adaptación y cualquier otra modificación en la forma de la obra de la que se derive una obra diferente (recuérdase el concepto de obra derivada, art. 11 LPI, antes visto). Otros derechos de propiedad intelectual. 1. El derecho de participación (también conocido como derecho de suite, derecho de seguimiento o derecho de secuencia) está regulado en el artículo 24 LPI y en los artículos 2 a 8 del Real Decreto 1434/1992, de 27 de noviembre. Sus características son las siguientes: - Acreedor: el autor de una obra plástica (excluidas las obras de arte aplicadas). - Deudor: el vendedor de una obra plástica en subasta pública, establecimiento mercantil o con la intervención de un comerciante o agente comercial. El propietario de la obra revendida y el comerciante son responsables solidarios frente al autor. - Nacimiento del derecho: cuando se realice una reventa de obra plástica en subasta pública, establecimiento mercantil o con la intervención de un comerciante o agente comercial, siempre que el precio de la reventa sea igual o superior a 300.000 pesetas por obra vendida o conjunto que pueda tener carácter unitario. No surge este derecho cuando hay venta simplemente privada. - Cuantía del derecho: el 3% del precio de la reventa. - Caracteres del derecho: irrenunciable, transmisible únicamente mortis causa, duración de 70 años. - Ejercicio del derecho: véanse los apartados 4 y 5 del artículo 24 LPI y los arts 4 a 8 del Real Decreto 1434/1992. 2. Otro derecho de propiedad intelectual es el derecho de remuneración por copia privada, regulado en el artículo 25 LPI. Se trata de uno de los derechos más complejos en su aplicación práctica y de ahí su muy detallada regulación legal y reglamentaria (arts. 9 a 38 del Real Decreto 1434/1992, algunos de ellos derogados por la Ley 43/1994, de 30 de diciembre, y el art. 15.2 modificado por el Real Decreto 325/1994, de 25 de febrero; para la regulación de este derecho en Ceuta y Melilla, v. Real Decreto 1802/1995, de 3 de noviembre). En los casos que especifica el artículo 31.2 LPI, esto es, cuando se trate de una reproducción para uso privado del copista y siempre que no sea objeto de una utilización colectiva ni lucrativa, la reproducción puede hacerse sin autorización del autor. Se trata de uno de los límites más importantes al derecho de autor, y que más dificultad interpretativa presenta. Pues bien, dado que tales reproducciones son libres, en el sentido de que el autor no está habilitado para autorizarlas y cobrar por la autorización, el ordenamiento jurídico prevé un mecanismo que compense a los autores de los ingresos que no perciben al estarles negado el derecho de autorizar o no la reproducción. De ahí procede el propio nombre del derecho: remuneración compensatoria. El régimen de este derecho, brevemente descrito, es el siguiente: - Acreedores: los autores de obras divulgadas en forma de libros o publicaciones que estos efectos se asimilen, así como de fonogramas, videogramas o de otros soportes sonoros, visuales o auodivuales, así como los editores, los productores de fonogramas y videogramas y los artistas intérpretes o ejecutantes cuyas actuaciones hayan sido fijadas en dichos fonogramas y videogramas. - Deudores: los fabricantes en España, así como los importadores en territorio español, de equipos, aparatos y materiales que permitan la reproducción de dichas obras. Hay excepciones al pago en el apartado 6 del artículo 25 LPI. - Importe del derecho: lo fija con detalle el apartado 5 del artículo 25 LPI. - Ejercicio del derecho: necesariamente colectivo a través de una entidad de gestión de derechos de propiedad intelectual; no se admite el ejercicio individual. Para la operatividad concreta del derecho, v. apartados 11 a 22 del artículo 25 LPI. ********** TEMA 2-A: Sentencia del Tribunal Supremo de 15 de diciembre de 1998 Ideas clave: Derecho moral de autor: derecho de paternidad y derecho de integridad; vulneración; competencia de la jurisdicción civil para el conocimiento del litigio; límites al derecho de propiedad intelectual. MARGINAL: RJ 1998\10149 RESOLUCION: SENTENCIA de 15-12-1998, núm. 1165/1998. Recurso de Casación núm. 2055/1994 JURISDICCION: CIVIL (TRIBUNAL SUPREMO, Sala de lo Civil) RESUMEN: PROPIEDAD INTELECTUAL: DERECHOS DE AUTOR: contenido: derechos al reconocimiento de la autoría de la obra, a su integridad y a autorizar su reproducción: vulneración: existencia: reproducción de cartel artístico en sello postal sin autorización ni identificación de su autor y alterando su contenido; límites: no se presumen: la autorización de la reproducción ha de ser probada por quien la invoca. JURISDICCION CIVIL: COMPETENCIA: procedencia: vulneración de los derechos de propiedad intelectual por la Administración Postal. CARGA DE LA PRUEBA: derechos impeditivos y extintivos. PONENTE: Excmo. Sr. D. ANTONIO GULLON BALLESTEROS TEXTO: Recurso de Casación Núm.: 2055/1994 Ponente: Excmo. Sr. D. Antonio Gullón Ballesteros Votación y Fallo: 30/11/98 Secretaría de Sala: Sr. Cortés Monge TRIBUNAL SUPREMO Sala de lo Civil SENTENCIA NUM. 1165/1998 Excmos. Sres.: D. José Almagro Nosete D. Antonio Gullón Ballesteros D. Xavier O'Callaghan Muñoz --------------------------------------En la Villa de Madrid, a quince de diciembre de mil novecientos noventa y ocho. Visto por la Sala Primera de este Tribunal Supremo, integrada por los Ecxmos. Sres. Magistrados anotados al margen, el recurso de casación contra la sentencia dictada en grado de apelación por la Sección Decimocuarta de la Audiencia Provincial de Madrid, como consecuencia de juicio ordinario declarativo de menor cuantía, seguido ante el Juzgado de Primera Instancia núm. 12 de los de Madrid, sobre reclamación de cantidad, cuyo recurso fue interpuesto por la Administración Civil del Estado, representada y defendida por el señor Abogado del Estado, en el que es recurrido don Antonio M. M., representado por la Procuradora doña Carmen Otero García. ANTECEDENTES DE HECHO PRIMERO.-1. La Procuradora doña María del Carmen Otero García, en representación de don Antonio M. M., formuló demanda de juicio declarativo de menor cuantía, contra la Administración Civil del Estado (Ministerio de Relaciones con las Cortes y de la Secretaría del Gobierno), en reclamación de diez millones quinientas mil (10.500.000) ptas. en concepto de indemnización por daños y perjuicios, en la que tras exponer los hechos y fundamentos de derecho que estimó de aplicación, terminó suplicando se dictase sentencia por la que se condene a la demandada a que públicamente mediante medios de prensa diarios de Granada y Madrid reconozca a mi mandante su condición de autos de la obra; retirar de la circulación la emisión de los factores postales del cartel del Festival Internacional de Música y Danza de Granada y al abono de diez millones quinientas mil (10.500.000) ptas. en concepto de indemnización por daños y perjuicios morales. 2. Admitida la demanda y emplazada la demandada, compareció el señor Abogado del Estado en la representación que ostenta y contestó a la demanda, en la que tras alegar los hechos y fundamentos de derecho que estimó de aplicación, terminó suplicando se dicte sentencia por la que se desestime totalmente la pretensión formulada, con expresa condena en costas. 3. Tramitado el procedimiento, el Juez de Primera Instancia núm. 12 de los de Madrid, dictó Sentencia el 27 junio 1992, cuyo fallo era el siguiente: «Que estimando la demanda formulada por María del Carmen Otero García, en nombre y representación de don Antonio M. M., contra la Administración del Estado (Ministerio de Relaciones con las Cortes y de la Secretaría del Gobierno), representada por el Abogado del Estado, debo condenar y condeno a la demandada a que públicamente mediante medios de prensa diarios de Granada y Madrid, reconozca al demandante su condición de autor de la obra, así como a retirar de la circulación la emisión de los factores postales del cartel del Festival Internacional de Música y Danza de Granada, y al abono en concepto de indemnización por daños y perjuicios morales de que se fije en ejecución de sentencia. Todo ello con expresa imposición a la parte demandada de las costas causadas en el presente juicio». SEGUNDO.-Apelada la anterior sentencia por la representación de la demandada y tramitado el recurso con arreglo a Derecho, la Sección Decimocuarta de la Audiencia Provincial de Madrid, dictó Sentencia el 25 abril 1994, cuyo fallo era el siguiente: «No ha lugar al recurso de apelación articulado por la representación del Estado, Ministerio de Relaciones con las Cortes y de la Secretaria del Gobierno, contra la Sentencia dictada por el Juzgado de 1.ª Instancia núm. 12 de los de esta Villa, en sus Autos número 122/1989, de fecha 27 junio 1992. Confirmamos íntegramente dicha resolución, e imponemos las costas de esta alzada al apelante». TERCERO.-1. Notificada la resolución anterior a las partes, por la Administración Civil del Estado, se interpuso recurso de casación, con apoyo en los siguientes motivos: I.- Fundado en el número 1.º del artículo 1692 LECiv, y más concretamente en la existencia de un abuso de jurisdicción por parte de la sentencia de la Audiencia de Madrid. II.-Formulado al amparo procesal del número 4 del artículo 1692 LECiv. La sentencia infringe por aplicación indebida el artículo 37, en relación con el artículo 4, ambos de la vigente Ley de Propiedad Intelectual. III.-Formulado al amparo del número 4 del artículo 1692 LECiv. La sentencia infringe por indebida aplicación el artículo 14.3, en relación con el 6.1, ambos de la Ley de Propiedad Intelectual. El precepto infringido otorga al autor como derecho moral, y por tanto irrenunciable e inalienable el de exigir el reconocimiento de su condición de autor de la obra. IV.-Formulado por la vía casacional del número 4 del artículo 1692 LECiv. La sentencia interpreta erróneamente el número 4 del artículo 14 de la Ley de Propiedad Intelectual. 2. Admitido el recurso y conferido traslado para impugnación, por la representación de don Antonio M. M., se presentó escrito impugnando dicho recurso y suplicando se dictase sentencia por la que se desestime el recurso y confirme la dictada por la Sala de la Audiencia Provincial de Madrid con expresa imposición de costas al recurrente. 3. Examinadas las actuaciones, se señaló para la votación y fallo del presente recurso y el día 30 de noviembre del corriente, fecha en que ha tenido lugar. Ha sido Ponente el Magistrado Excmo. Sr. D. Antonio Gullón Ballesteros. FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO.-El motivo primero, al amparo del artículo 1692.1.º LECiv, alega abuso de jurisdicción por parte de la sentencia recurrida. En su fundamentación se sostiene que la tasa postal, que es retribución o pago de un servicio público como el de correos, se exacciona mediante la adhesión de un sello, de producción monopolística estatal, inutilizándose mediante matasellos una vez cumplido el requisito de suficiencia según tarifa. Abusa de su jurisdicción -dice el recurso- el Tribunal ordinario que, en ocasión de pronunciarse sobre una cuestión de propiedad, ordena la retirada -y por tanto inutilización- de los instrumentos indicados para la exacción de una tasa. El motivo se desestima. Se mezclan en él dos cuestiones que nada tienen que ver; por una parte, la retribución de un servicio público; por otra, la de las consecuencias de la vulneración para exaccionar la tasa de una obra artística del actor, ahora recurrido. No tiene dudas la Abogacía del Estado recurrente que la última cuestión es de conocimiento de la jurisdicción civil. Entonces, es de una patente inconsecuencia negarle competencia para que realice las declaraciones y condenas oportunas, y atinentes a lo juzgado. Otra cosa es que la condena se ajuste o no a la ley, pero ello ni siquiera se plantea en todo el recurso. SEGUNDO.-El motivo segundo, al amparo del artículo 1692.4.º LECiv, acusa infracción por aplicación indebida del artículo 37 en relación con el 4, ambos de la vigente Ley de Propiedad Intelectual (RCL 1987\2440). Se argumenta en su defensa que la sentencia recurrida confunde los conceptos de divulgación y reproducción. La divulgación tuvo lugar en el año 1952, y la reproducción de aquel cartel realizado por el actor en 1988 en base a un contrato concertado por él como autor y la Administración. Este contrato no ha sido aportado a los autos por el actor, y de su ausencia no cabe inferir que la reproducción se prohibió. Aboga el motivo por una aplicación del artículo 37 de la Ley de Propiedad Intelectual en tanto que tuvo como finalidad la reproducción en el sello del cartel, la difusión cultural, el anuncio del próximo XXXVII Festival Internacional de Música y Danza de Granada, y no una finalidad económica, pues la venta de sellos no deja beneficio económico alguno, el servicio postal es deficitario. La poco clara construcción del motivo hace difícilmente captable la intención que lo guía: si poner de relieve que la reproducción del originario cartel estaba autorizada para reproducciones posteriores por cualquier medio, en cuyo caso nada tienen que ver dos preceptos que se dicen infringidos, o bien pretender la aplicación del artículo 37 de la Ley, que tampoco puede prosperar, pues la Administración Postal no es en sí misma ninguno de los establecimientos que específicamente señala el precepto, ni la reproducción se ha realizado «exclusivamente para fines de investigación». Por supuesto, en la sentencia recurrida no aparece esa confusión entre «divulgación» y «reproducción» de la obra. Uno de los aspectos esenciales de este pleito es, desde luego, si la reproducción estaba autorizada por el actor. En el motivo se alude a un contrato que celebró con la Dirección General de Bellas Artes para el primer cartel. Ciertamente que no se ha traído a los autos, pero es a la Administración a la que correspondía probar que tenía autorización para posteriores reproducciones y las formas de realizarla, de acuerdo con el artículo 1214 CC, como hecho impeditivo o extintivo de la acción, que el actor la basa en el hecho negativo de la falta de autorización. Además, no hay razón para no aplicar a la propiedad intelectual la doctrina jurisprudencial según la cual la propiedad se presume libre de cargas o limitaciones (Sentencias de 14 mayo 1992 [análoga a RJ 1993\10101], 23 junio 1995 [RJ 1995\4980] y 14 octubre 1996 [RJ 1996\7107], entre otras). La concesión de un derecho de reproducción incondicionado y sin plazo no hay duda que limita el contenido del autor del cartel litigioso, por lo que debía ser probada su existencia por la Administración demandada. TERCERO.-El motivo tercero, al amparo del artículo 1692.4.º LECiv, cita como infringido por indebida aplicación el artículo 14.3, en relación con el 6.1, ambos de la Ley de Propiedad Intelectual. Se aduce en su defensa que el autor tiene el derecho de exigir el reconocimiento de su autoría, que la Administración nunca ha negado, sino aireado y publicado. Otra cosa es confundir tal reconocimiento con el hecho de que en la obra misma aparezca su nombre, firma o signo. Esta última exigencia no se contiene en la Ley, lo único que preceptúa es el reconocimiento de su autoría, y ello -concluye el motivo- ha tenido sobradamente lugar. El motivo se desestima. Basta con comparar el cartel original y el sello para comprobar que en éste se ha omitido por completo el apellido de su autor, que en letras no pequeñas figuraba en aquél, con cuyo apellido se quiso identificar como tal autor. El sello, reproducción alterada (como se verá en el siguiente motivo) del cartel, se hace a los 38 años de distancia de su publicación y divulgación, por lo que es razonable y legítimo que el actor, hoy recurrido, quiere que se conozca públicamente la autoría, por la difusión nacional e internacional del efecto postal. La Administración demandada, por otra parte, ni siguiera ha probado la imposibilidad de reproducción del apellido, ni la imposibilidad de utilizar cualquier otro medio de identificación, ni la inutilidad de que aparezca en el sello por ser nacional e internacionalmente famoso su autor, de modo que la visión del sello se asocie inmediatamente con él, a pesar de haber transcurrido tanto tiempo desde el anuncio del primer festival. CUARTO.-El motivo cuarto, al amparo del artículo 1692.4.º LECiv, acusa interacción por interpretación errónea del artículo 14, inciso 4, de la Ley de Propiedad Intelectual. Se fundamenta en que si bien en el sello existe una modificación del cartel original, no hay perjuicio a los intereses legítimos del autor o menoscabo de su reputación, pues la belleza de tal sello la reconoce la propia sentencia recurrida. Por último aboga, al socaire del artículo 3 CC, porque el precepto citado como infringido se interprete en función de lo previsto en los artículos 92.2 y 98 de la propia Ley. El motivo se desestima. La Administración demandada ha efectuado una alteración en el cartel que reproduce, consistente en añadir al conjunto una capilla rematada por un crucero donde nada figuraba. Es claro que ello, aunque no quite belleza a la que irradia de la obra original, altera la concepción artística que tuvo el autor, por lo que no se ve por parte alguna que no se hayan atacado intereses legítimos suyos siempre respetables. Tampoco es atendible la aplicación analógica que se pretende porque el medio no exige en absoluto tamaño añadido, ni se ha demostrado que el autor haya cedido nada. Estamos ante una reproducción de una bella obra original sin su consentimiento y, además, alterada o modificada, así de simple. QUINTO.-La desestimación del recurso interpuesto lleva consigo la condena en costas a la parte recurrente (artículo 1715.3 de la Ley de Enjuiciamiento Civil). Por lo expuesto, en nombre del Rey y por la autoridad conferida por el pueblo español. FALLAMOS Que debemos declarar y declaramos no haber lugar al recurso de casación interpuesto por el señor Abogado del Estado en representación de la Administración Civil del Estado, contra don Antonio M. M., representado por la Procuradora doña Carmen Otero García, condenando en las costas del mismo a la Administración demandada. Sin hacer declaración sobre el depósito al no haberse constituido. ********** TEMA 2-B: Sentencias del Tribunal Supremo de 17 de octubre de 1997 y 7 de junio de 1995 Ideas clave: Protección de obras frente a un presunto plagio; requisito de originalidad de la obra. Sentencia de 17 de octubre de 1997 MARGINAL: RJ 1997\7468 RESOLUCION: SENTENCIA de 17-10-1997, núm. 886/1997. Recurso de Casación núm. 2654/1993 JURISDICCION: CIVIL (TRIBUNAL SUPREMO, Sala de lo Civil) RESUMEN: PROPIEDAD INTELECTUAL: inexistencia de creación novedosa digna de protección: listados industriales de cámaras de comercio carentes de originalidad; Bases de Datos: explotación indebida: plagio: inexistencia. PONENTE: Excmo. Sr. D. EDUARDO FERNANDEZ-CID DE TEMES FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO.-Por la Cámara de Comercio e Industria de Alava y Cámaras de Comercio, Industria y Navegación de Bilbao y Guipúzcoa se presentó demanda contra «LMA, SL», en ejercicio de acciones para el cese de actividad presuntamente ilícita e indemnizaciones, al amparo de lo dispuesto en los arts. 124 y 125 de la Ley 22/1987, de 11 noviembre (RCL 1987\2440), sobre Propiedad Intelectual, al entender que la demandada había incluido datos parciales de los listados de empresas formadas por las Cámaras de Comercio actoras en la edición del Tomo I de su «Catálogo Industrial Vasco Navarro de 1990» (IX edición). El Juzgado desestimó la demanda al entender que si bien los listados constituían una base de datos con el oportuno soporte y finalidad informativa sobre las industrias y empresas de las tres provincias, lo que la ley protege es cuanto implique creación y originalidad en el resultado, extremos que no concurrían en el caso, pues con anterioridad a tales listados ya existía en el mercado el «Catálogo Industrial Vasco Navarro VIII edición», que recogía la gran mayoría de los datos ofrecidos, constantes también en registros fiscales, laborales, mercantiles o en las guías publicadas por «Telefónica», de manera que no se acreditaba una creación novedosa digna de la protección dispensada por la Ley de Propiedad Intelectual, pues la publicación a que se atribuía el plagio incorporaba datos coincidentes con los «listados» y otros que no constaban en los mismos, que podían ser debidos «a la propia investigación de la demandada o a la explotación de la Edición VIII del anterior catálogo de igual nombre; no siendo ni por su volumen, ni por su diseño, ni por su contenido, igual a los listados que se dicen plagiados»; también afirma el Juzgado que en los listados de las actoras no se descubrían «teorías, ni técnica alguna, y el único método o sistema utilizado es el de la ordenación alfabética de industrias y empresarios de las tres provincias, pero tal sistema o método... es de general utilización». La Audiencia confirmó íntegramente la resolución del Juzgado, afirmando la posibilidad de que, conforme al art. 12 de la LPI, se protejan las bases de datos, pero negando en el caso la creatividad y originalidad exigibles, por lo que, dice, «resulta evidente que a las actoras, Cámaras de Comercio, Industria y Navegación de Bilbao, Alava y Guipúzcoa, no se les pueden reconocer los distintos derechos que integran la propiedad intelectual sobre la obra denominada «Catálogo Industrial de la Comunidad Autónoma Vasca», puesto que el listado de datos contenido en dicha obra carece de originalidad, ya que antes de que la obra de las actoras saliese al mercado, ya existía una obra de similares características, la titulada «Catálogo Vasco Navarro, VIII edición», en la que se divulgaban los mismos datos sobre las empresas existentes en el País Vasco y Navarra clasificadas en dos categorías según tuvieran más o menos de 10 trabajadores, y dentro de éstos, separados por provincias, que los referidos en la obra editada por las Cámaras de Comercio, a excepción del número de trabajadores de cada empresa, lo que hace imposible mantener que la obra acusada de plagio por las actoras, Catálogo Industrial, Vasco Navarro IX Edición, que, precisamente, difiere de la editada por las actoras y de la VIII Edición de la misma obra, en el sistema seguido por la exposición de datos, Tomo I, clasificación de empresas por provincias y Tomo II, clasificación de empresas por actividades, y dentro de cada actividad por provincias, se haya beneficiado del esfuerzo desplegado por las actoras para la realización de su obra, por lo que, evidentemente, no pueden prosperar las acciones ejercitadas por las actoras al amparo del art. 123 de la Ley de Propiedad Intelectual. Recurren en casación las tan meritadas Cámaras. SEGUNDO.-Todos los motivos se formulan al amparo del núm. 4.º del art. 1692 de la LECiv y citan como infringidos, preceptos de la Ley de Propiedad Intelectual (el primero: art. 12, en relación con los arts. 1 y 10. El segundo: art. 11.2.º y 5.º. El tercero: art. 17; y el cuarto: arts. 123, 124 y 125), pero ninguno trata de destruir la base fáctica recogida en el fundamento anterior como sentada por las sentencias de instancia, de manera que en todos se hace supuesto de la cuestión, pues se parte de hechos diferentes sin tratar de destruir aquéllos por error de derecho con cita de la norma de hermenéutica que se considerase infringida, no obstante tratar en diferentes momentos de realizar un nuevo examen de la prueba documental, de la pericial e, incluso, de la confesión, lamentándose de que no se hayan tenido en cuenta los extremos que le interesa señalar, como si nos encontrásemos en una tercera instancia y no en un recurso extraordinario que sólo tiene por objeto el determinar si partiendo de unos hechos que han quedado incólumes, las consecuencias jurídicas obtenidas son las adecuadas. Esta Sala ya ha tenido ocasión de manifestarse sobre el concepto de plagio -aunque para situaciones diferentes-, apuntando que por tal hay que entender, en su acepción más simplista, todo aquello que supone copias obras ajenas en lo sustancial, por lo que se presenta como una actividad mecanizada, muy poco intelectual y creativa, carente de toda originalidad y concurrencia de genio o talento humanos, aunque manifieste cierto ingenio, dándose en las situaciones de identidad y en aquellas otras que, aunque encubiertas, descubren similitud con la creación original, una vez despojadas de ardides y disfraces, produciendo un estado de apropiación y aprovechamiento de la labor creativa y esfuerzo ideario o intelectivo ajeno; mas no procede confusión con todo aquello que es común, integra el acervo cultural generalizado o está anticipado y al alcance de todos, como señalan las sentencias recurridas sobre los métodos alfabéticos o por provincias y la constancia de datos en registros fiscales, laborales, mercantiles o en las guías publicadas por «Telefónica»; si, pues, faltan creatividad y originalidad, que es lo que ocurre en el caso, mal se pueden infringir los arts. 1, 10 y 12, aunque las bases de datos a las que se hayan aportado ingenio, originalidad o creatividad sean en abstracto susceptibles de protección, pues lo que ha de acreditarse en el pleito es la concurrencia concreta de tales extremos, a virtud del principio de la carga de la prueba (art. 1214 del CC). Y negado tal extremo, claro es que no se han infringido ni el art. 11, al no existir plagio en actualizaciones, anotaciones o transformaciones, ni el 17, por no existir propiedad intelectual excluyente, ni los arts. 123, 124 y 125 de carácter instrumental y sólo aplicables de existir un ilícito infractor de la ley, que es precisamente lo que se niega. TERCERO.-Por imperativo legal (art. 1715, párrafo último de la LECiv), al no haber lugar al recurso, las costas han de imponerse a las recurrentes, con pérdida del depósito constituido, al que se dará el destino legal. Sentencia de 7 de junio de 1995 MARGINAL: RJ 1995\4628 RESOLUCION: SENTENCIA de 7-6-1995, núm. 563/1995. Recurso núm. 346/1992 JURISDICCION: CIVIL (TRIBUNAL SUPREMO, Sala de lo Civil) RESUMEN: PROPIEDAD INTELECTUAL: DERECHOS DE AUTOR: existencia: cuadernos pedagógicos: originalidad que no es grande ni en lo científico ni en lo artístico ni en lo literario, pero sí en su conjunto; PLAGIO: juicio de valor en función de los elementos probatorios: no forma parte de una cuestión fáctica propiamente dicha: permite su revisión casacional; inexistencia: múltiples coincidencias que permiten hablar, a lo sumo, de una gran semejanza. SENTENCIA: CONGRUENCIA: límites que la definen; INCONGRUENCIA: inexistencia: ausencia de puntualizaciones susceptibles de llevarse a cabo por vía de aclaración de sentencia; MOTIVACION INSUFICIENTE: inexistencia: implícita aceptación de la fundamentación jurídica contenida en la sentencia de primera instancia. RECURSO DE CASACION: LEGITIMACION: carece de ella el recurrente para invocar cuestión que sólo afecta a codemandados que no recurrieron. PONENTE: Excmo. Sr. D. ALFONSO BARCALA TRILLO-FIGUEROA TEXTO: Don Ramón R. S. formuló demanda, en juicio ordinario sobre declaración de derechos, contra don José N. C., doña Rosa María M. F., «Exclusivas Escolares, SA» y titular de Gráficas Moncunill. El Juzgado de Primera Instancia núm. 1 de Valls dictó Sentencia el 3-9-1990 estimando parcialmente la demanda. En grado de apelación, la Audiencia dictó Sentencia el 9-10-1991 revocando parcialmente la del Juzgado. Los demandados don José N. C. y doña María interpusieron recurso de casación. El TS declara haber lugar al recurso, casa y anula la sentencia de la Audiencia y confirma íntegramente la del Juzgado. FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO.-Don Ramón R. S, promovió juicio declarativo de menor cuantía contra don Josep N. C. (también en su calidad de titular de «Ediciones Nadal»), doña Rosa María M. F., don Josep V. y doña María Angeles M. (cuyos segundos apellidos se ignoran), «Imprenta Castells, SA», titular o titulares de la empresa que gira con el nombre comercial de «Grafiques Moncunill» y la Compañía mercantil «Exclusivas Escolares, SA», sobre declaración de derechos de propiedad intelectual y otros extremos en relación con los cuadernos titulados «Problemas Rubio», pretendiendo que la sentencia a dictar contuviera los siguientes pronunciamientos: a) Se declare que mi mandante don Ramón R. S. (en cuanto autor y editor) es el único y exclusivo legítimo titular de los derechos de propiedad intelectual sobre los cuadernos titulados «Problemas Rubio», creaciones intelectuales de la clase «científica y artística», inscritas en el Registro de la Propiedad Intelectual, con los números 172871 y 173896, a que se refiere el hecho primero de esta demanda; condenando a los demandados a estar y pasar por dicha declaración. b) Se condene a los demandados al cese de su actividad ilícita de usurpación de los referidos derechos de propiedad intelectual de don Ramón R. S.; y en concreto, se acuerde a su costa: -La suspensión (con prohibición de reanudar) la explotación infractora, que respectivamente haga cada uno de los demandados, de elaboración, impresión, edición, distribución y venta de los Cuadernos titulados «SIS-SET», referenciados en el hecho tercero de la demanda. -La retirada del comercio de los mismos y su inutilización, corriendo de cuenta solidaria de los demandados el coste de su recuperación respecto de terceros de buena fe. -La inutilización de los moldes y demás instrumentos destinados específicamente a la impresión y reproducción de dichos cuadernos «SIS-SET». c) Se condene a los demandados al pago al demandante de los daños y perjuicios (materiales y morales) causados como consecuencia de la actividad ilícita de usurpación del derecho de la propiedad intelectual del demandante; así como a la restitución al mismo de los ilícitos enriquecimientos obtenidos por los mismos como consecuencia de dichas actividades en los cinco años inmediatamente anteriores a esta demanda; cuya cuantificación se determinará en ejecución de sentencia. Condena con carácter solidario para los demandados en los términos y extensión expuestos en el apartado c) del hecho octavo de la demanda, y d) «Ad cautelam» y en su caso, se declare la nulidad y cancelación de las eventuales inscripciones a favor de todos, alguno y o algunos de los demandados, que en su caso y respecto de los cuadernos titulares «SIS-SET» se hubiesen practicado en el Registro de la Propiedad Intelectual, cuyas pretensiones fueron estimadas parcialmente por el Juzgado de Primera Instancia número Uno de Valls, en Sentencia de 3 septiembre 1990, al declarar que el actor era titular de los derechos de propiedad intelectual de los cuadernos titulados «Problemas Rubio», inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual con los números 172871 y 173896, y condenar a los demandados a estar y pasar por esa declaración, a la vez que desestimaba la excepción de falta de legitimación pasiva alegada por «Exclusivas Escolares, SA» y absolvía a todos los demandados del resto de las peticiones de la demanda, cuya resolución fue revocada por la dictada, en 9 octubre 1991, por la Sección Undécima de la Ilma. Audiencia Provincial de Barcelona, en el sentido de añadir al pronunciamiento que la misma contiene, los que a continuación se expresan: A) que los demandados deber ser condenados al cese de la actividad de edición, distribución y venta de los cuadernos pedagógicos denominados «Sis-Set», debiendo de retirar del comercio los existentes en la actualidad, y B) a que indemnicen dichos demandados al actor en la cantidad que resulte en ejecución de sentencia por la estimación real de la venta de dichos cuadernos «Sis-Set», en cuya cuantía han mermado su patrimonio. Y es esta segunda sentencia la recurrida en casación por el matrimonio N. C.-M. F. a través de la formulación de cinco motivos amparados los dos primeros, en el ordinal 3.º del artículo 1692 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, y los tres restantes, en el ordinal 5.º del mismo precepto, en su redacción anterior a la Ley 10/1992, de 30 abril (RCL 1992\1027). SEGUNDO.-Los dos primeros motivos del recurso permiten estudiarlos conjuntamente al estar residenciados ambos en el ordinal 3.º del artículo 1692 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, alegándose en el primero de ellos que el fallo recurrido infringe las normas reguladoras de la sentencia contenidas en el artículo 359 de la propia Ley Procesal, al no ser dicho fallo congruente con las pretensiones de la demanda, y en el segundo, que la sentencia recurrida infringe las mismas normas contenidas en el artículo 248.3 de la Ley Orgánica del Poder Judicial ( RCL 1985\1578, 2635 y ApNDL 8375) al no contener la menor expresión del derecho en el que se funda, y su desarrollo argumental, responde a lo que se expone a continuación, resumidamente: -En la demanda se concretó con toda precisión cuáles eran los cuadernos editados por los demandados que se pretendía fueran materia de condena, con suspensión de la supuesta «explotación infractora de elaboración, impresión, edición, distribución y venta de los cuadernos titulados "Sis-Set", referenciados en el hecho tercero de la demanda» [apartado b) del suplico]-, -El referido hecho especificaba con todo detalle que los cuadernos dichos eran «10 cuadernos de cálculo» y otros «10 cuadernos de problemas», es decir, un total de 20, de los que 15 eran de los autores que se relacionaban, otro era de un solo autor y los cuatro restantes de otros dos autores distintos-, -Estos 20 cuadernos de la serie «Sis-Set», objeto concreto de litigio, quedaron materialmente incorporados a los autos, documentos 58 al 77 de la demanda-, -Lo primero que importa destacar es que la demanda no se dirigió contra todos los posibles cuadernos «Sis-Set», ni contra unos indeterminados, sino sólo contra los primeros 20 cuadernos de los 26 que entonces incluía dicha serie de cuadernos «Sis-Set», según relación que figura al dorso de los documentos 58 y siguientes de la propia demanda-, -Esta delimitación cuantitativa del «petitum» venía complementada con otra relativa al contenido de los 20 cuadernos de referencia, pues el hecho tercero de la demanda al que se remitía el apartado b) del suplico no sólo relacionaba aquellos 20, sino que al incorporar al proceso un ejemplar real de cada uno de ellos, los dejaba identificados en su contenido concreto e individual-, -Esta precisión gana todo su sentido si se tiene en cuanta que el contenido impreso del material escolar de referencia no se mantiene idéntico curso tras curso, al renovarse periódicamente para no caer en la rutina, renovación de contenido que viene admitida por la propia actora (confesión del actor señor R. S., posición 10, Toda esta aparente prolijidad resulta pertinente en atención a que el fallo de la sentencia recurrida incide en el defecto de condenar a los recurrentes «al cese de la actividad de edición, distribución y venta de los cuadernos pedagógicos denominados "Sis-Set", debiendo de retirar del comercio los existentes en la actualidad-», -La incongruencia de este fallo en relación a los pedimentos de la demanda es doble: cuantitativa y cualitativamente, por lo anterior expresado, y, por tanto, la violación de la norma reguladora de las sentencias contenida en el artículo 359 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, que obliga a la debida congruencia con las pretensiones de la demanda, es correlativamente doble, en tanto el fallo recurrido, al referirse, sin limitación, a «los cuadernos pedagógicos denominados "Sis-Set"» abarca a todos los cuadernos, cualquiera que sea su número o su fecha de edición y no sólo a los 20 cuadernos iniciales a los que se ceñía la demanda y su suplico, al propio tiempo que afecta a cuadernos que actualmente pueden tener un contenido distinto del que tenían los que fueron materia del proceso y objeto de los pedimentos de la demanda, contenido identificativo que viene determinado por los 20 ejemplares reales de cuadernos incorporados a los autos, como documentos 58 al 77 de la demanda (motivo primero)-, -La demanda se formuló, en lo sustantivo, con base a la vigente Ley de Propiedad Intelectual de 11 noviembre 1987 (RCL 1987\2440)-, -La sentencia de primera instancia estableció en su fundamento jurídico cuarto que dado que los cuadernos discutidos fueron publicados antes de entrar en vigor la nueva Ley de 1987, la legislación básicamente aplicable era la anterior, integrada por los artículos 428 y 429 del Código Civil y la Ley de 1879 (NDL 25059) y su Reglamento de 1880 (NDL 25061)-, -La sentencia de apelación nada expresa en contra de lo razonado por el Juzgado, pero parece, no obstante, deducirse que hace aplicación de la Ley de 1987, aun cuando no se cite precepto alguno concreto de la misma- y -Por tanto, el quebrantamiento de forma debe entenderse existente, pues no parece que pueda hablarse de expresión de fundamentos de derecho donde falta incluso toda identificación de la normativa o marco legal en el que la sentencia pretenda tener encaje, en contra de lo que ordena el citado artículo 248 de la Ley Orgánica del Poder Judicial (motivo segundo)-. TERCERO.-Los límites definidores de la congruencia en las sentencias, aparecen configurados en las declaraciones jurisprudenciales que se transcriben a continuación, entresacados del conjunto doctrinal: «que si bien es cierto que el principio jurídico procesal de la congruencia, puede verse afectado por la falta de concordancia entre los elementos fácticos aducidos por los litigantes en apoyo de sus pretensiones y los acogidos por los Tribunales cuando les sirvan de fundamento esencial para emitir el fallo, no lo es menos que cabe apreciarse su realidad y existencia de acuerdo con el resultado de la prueba practicada, cosa que no puede provocar una incongruencia», «no impone sino una racional adecuación del fallo a las pretensiones de las partes, y a los hechos que las fundamentan, pero no una literal concordancia, por ello, guardando el debido acatamiento al componente jurídico de la acción y a la base fáctica aportada, le está permitido al órgano jurisdiccional establecer su juicio crítico de la manera que entienda más ajustada», «la armonía entre los pedimentos de las partes con la sentencia, no implica necesariamente un acomodo rígido a la literalidad de lo suplicado, sino que ha de hacerse extensiva a aquellos extremos que le complementen y precisen o que contribuyan a la fijación de sus lógicas consecuencias, bien surjan de los alegatos de las partes, bien sean precisiones o aportaciones en sus probanzas, porque lo perseguido no es otra cosa que el Tribunal se atenga a la sustancia de lo pedido y no a su literalidad» y «no se produce incongruencia por el cambio de punto de vista del Tribunal respecto al mantenido por los interesados, siempre que se observe absoluto respeto para los hechos, que son los únicos elementos que pertenecen a la exclusiva disposición de las partes, si bien con la facultad del juzgador de fijar los alegados de modo definitivo según el resultado de las pruebas» (Sentencias de 28 octubre 1970 [RJ 1970\4247]; 6 marzo 1981 [RJ 1981\902]; 27 octubre 1982 [RJ 1982\5577]; 28 enero, 16 febrero y 30 junio 1983 [RJ 1983\393, RJ 1983\1039 y RJ 1983\3698]; 19 enero 1984 [RJ 1984\353]; 9 abril y 13 diciembre 1985 [RJ 1985\1687 y RJ 1985\6526]; 10 junio 1988 [RJ 1988\4816]; 3 marzo 1992 [RJ 1992\2156]; 10 junio 1992 [RJ 1992\5118]; 24 junio, 19 octubre y 15 diciembre 1993 [RJ 1993\5381, RJ 1993\7747 y RJ 1993\9994] y 16 junio 1994 [RJ 1994\5234])». CUARTO.-Proyectando la doctrina jurisprudencial acabada de exponer al caso concreto de autos, de la lectura del fallo de la sentencia recaída en primera instancia y del adicional comprendido en la de alzada se infiere que entre las partes dispositivas de una y otra sentencia y las pretensiones de las partes y hechos que les fundamentan concurre la racional y armónica adecuación que requiere la jurisprudencia en orden a la existencia de la congruencia en las sentencias que demanda el artículo 359 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, por lo que es de rechazar la infracción que respecto a dicho precepto se atribuye al Tribunal «a quo» en el primer motivo del recurso. Sin embargo, como en el pedimento b) del suplico de la demanda y por lo que respecta a los cuadernos «Sis-Set», alude a los «referenciados en el hecho tercero de la demanda», es preciso acudir a tal hecho, en cuanto que viene a complementar el pronunciamiento interesado en el pedimento b), y esto así, es de hacer notar que en dicho hecho se especificaban e identificaban los veinte cuadernos objeto del litigio, hasta el punto en que se aportaba con la demanda, un ejemplar de los mismos, con lo cual, necesario es reconocer que los pronunciamientos condenatorios instados en el pedimento b) afectan a unos concretos y determinados cuadernos pedagógicos, precisamente, los reseñados en el hecho tercero de la demanda, sin permitir una extensión de la condena de manera indiscriminada, siendo consecuencia de todo ello que la sentencia recurrida debiera haber puntualizado lo conveniente para evitar cualquier interpretación genérica de su fallo condenatorio. Ahora bien, la ausencia de las puntualizaciones expresadas no representan ningún género de incongruencia y deben enmarcarse dentro del concepto oscuro y de la omisión a que se refieren los artículos 262 y 267.1 de las Leyes de Enjuiciamiento Civil y Orgánica del Poder Judicial, respectivamente, pudiendo haber sido objeto de aclaración de oficio o a instancia de parte, después de la firma de la sentencia, por lo que procede entender claudicado el primer motivo del recurso, sin perjuicio de que, por vía de aclaración y para el caso de que no prosperase ninguno de los motivos del recurso, se lleve a efecto en la presente la pertinente puntualización. QUINTO.-En el segundo motivo se imputa a la sentencia impugnada la circunstancia de «no contener la menor expresión del Derecho en el que se funda», con infracción, pues, del artículo 248.3 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que viene a ser una reproducción del 372 de la Ley Procesal. Aun reconociéndose que en la dicha sentencia no se menciona ningún precepto legal, no puede menos de reconocerse, también que, de modo implícito, está aceptando la fundamentación jurídica de la de instancia, toda vez que su único fundamento de derecho lo fue para explicar las razones que determinaron la adición de los pronunciamientos condenatorios al declarativo efectuado en la sentencia del Juzgado, y como en ésta se citaron los oportunos preceptos legales y, entre ellos, los relativos a la legislación aplicable, se está en el caso de considerar, sin necesidad de mayores razonamientos, carente de viabilidad el motivo analizado. SEXTO.-En el tercer motivo del recurso, acogido al ordinal 5.º del artículo 1692 del Texto Procesal, se denuncia la infracción del artículo 2.3 del Código Civil y de la disposición transitoria primera de la Ley de 11 noviembre 1987, sobre propiedad intelectual, al aplicar la sentencia recurrida esta Ley a unos cuadernos editados por una y otra parte con anterioridad a la entrada en vigor de la misma, argumentándose lo que sigue: -Según se ha señalado en el motivo precedente, la sentencia no determina de modo expreso la normativa legal en la que pretenda hallar fundamento- y -Pero hay razones claras para sostener que la sentencia de la Audiencia, a diferencia de lo razonado y establecido por la de primera instancia declarando aplicable la Ley de 1879, da aceptación a pretensiones formuladas por la parte actora en su demanda con base en la nueva Ley de 1987, aparte del detalle revelador de que pretende condenar conjuntamente, y de modo indistinto, tanto a autores como a editores e impresores, sin respetar la prelación de responsabilidades del artículo 45 de la Ley 1879 que impediría en todo caso que se condenara a todos los demandados acumuladamente-. SEPTIMO.-Este motivo tercero viene a ser una variante del precedente, y de aquí, que lo razonado acerca de la inviabilidad del mismo cabe hacerse extensivo al de ahora, sobre todo cuando, como se dijo, en la sentencia del Juzgado se planteó y resolvió el problema de la legislación aplicable, en definitiva, la anterior, constituida por los artículos 428 y 429 del Código Civil, la Ley de 10 enero 1879 y su Reglamento de 3 septiembre 1880, y aplicables, asimismo, los artículos 14 a 16 de la de 1987, en virtud de lo preceptuado en su Disposición Transitoria Cuarta, y esta fundamentación ha de entenderse aceptada implícitamente por la sentencia de la Audiencia, como también se expresó. En lo tocante a la prelación de responsabilidades del artículo 45 de la Ley de 1879, su alegación resulta manifiestamente improcedente puesto que se trata de una cuestión que afectaría, en su caso, a los restantes demandados que no han recurrido en casación, razón que impide su planteamiento y discusión en el recurso, así pues, ha de reafirmarse la inviabilidad del motivo tercero. OCTAVO.-En los dos últimos motivos del recurso, cuarto y quinto, también con sede en el ordinal 5.º del artículo 1692, se invoca, de modo respectivo, la infracción del artículo 1 y concordante de las Leyes de Propiedad Intelectual de 10 enero 1879 y 11 noviembre 1987, y la infracción de los artículos 45 a 47 y concordantes de la de Ley de 1879, en tanto la sentencia concede al demandante un ámbito de exclusiva sobre los cuadernos escolares impresos que excede de lo derivable de la normativa sobre propiedad intelectual, y en tanto el fallo añade unos pronunciamientos condenatorios que no están respaldados por dichos artículos 45 a 47, y en el desarrollo argumental de los susodichos motivos se razona, en síntesis, del modo siguiente: -Los demandados han sostenido la tesis negativa de todo derecho de propiedad intelectual sobre los simples cuadernos o libretas impresas para la práctica del cálculo o de la caligrafía de uso en parvularios como material que no ofrece otra cosa que unas cuentas o problemas planteados para que el educando consigne el resultado, sin el menor contenido didáctico o explicativo, por no constituir obras de autor, de carácter científico, literario o artístico, -Está claro que las Leyes sobre propiedad intelectual se refieren sólo a «obras» que sean resultado de una «creación» individualizada y personalizada, con una «paternidad» en concepto de «autor»-, -No significa que todo lo reproducido por las artes gráficas, es decir, todos los «productos» de esta industria se conviertan automáticamente en «obras» de literatura, arte o ciencia-, -Esta distinción entre simples «productos» de la industria y «obras» de creación literaria, artística o científica vale igualmente para la pintura o para el labrado de la piedra y otros materiales o para su moldeo tridimensional, etc.-, -En relación a los productos de imprenta y con referencia al artículo 1 de la Ley de 1879, una Real Orden de 21 marzo 1901 (NDL 25059), rechazó la inscripción definitiva como propiedad intelectual de unos formularios o esquelas impresas para participar defunciones, matrimonios y natalicios por considerar que para la protección en concepto de propiedad intelectual no es suficiente que una obra haya sido producida o publicada, sino que debía «ser hija de la inteligencia, ingenio o inventiva del hombre, con exclusión de lo que por su naturaleza, uso o costumbre está fuera del derecho de una persona y es del dominio de todos», y se destacaba que sólo merece protección lo que es producto de la inteligencia, «circunstancia que no puede atribuirse a las fórmulas objeto del expediente, ya que su sencillez y simple confección, más que hijo de las facultades mentales del hombre, es un trabajo de sus sentidos»-, -Estas consideraciones son trasladables a los cuadernos escolares de los diversos industriales que los vienen editando y comercializando desde tiempo remoto, como material escolar de uso común y general, según muestra que obra en autos-, -La sentencia de primera instancia delimitó, con todo acierto, el posible alcance de la producción, limitándola a lo que formalmente pudiera considerarse original en cada caso de realización material de un cuaderno, para consignar que en el caso presente, la originalidad particular era tan mínima que la correlativa perspectiva de plagio quedaba enormemente limitada, pues basta «la variación de ejemplos, dibujos, colores o diseño» para que resulte una obra distinta basada en iguales ideas pedagógicas (párrafo 2.º del fundamento sexto)-, -La sentencia recurrida no respetó el contenido de la de primera instancia que pretendió inadecuadamente sólo «completar», sino que, en realidad, discrepó sustancialmente de ella, y, además, cayó en el error de suponer que el supuesto «contenido pedagógico» de una obra impresa puede ser protegible con carácter de exclusiva mediante la legislación sobre propiedad intelectual-, -En tiempo de vigencia de la Ley de 1879, Baylos, en su «tratado de Derecho Industrial», decía que la propiedad industrial sí «protege directamente ideas, soluciones, contenidos intelectuales, debidamente comunicados a la sociedad», lo que justifica la referencia que al contestar la demanda se hizo a la Ley de Patentes de 1986, en cuyo artículo 4 se excluye la patentabilidad a los métodos matemáticos y para el ejercicio de actividades intelectuales, y en sentido coincidente y con posterioridad a la Ley de 1987 se pronunció Rodrigo Bercovitz en los Comentarios a la Ley de Propiedad Intelectual-, -En el caso presente, aparte de que el contenido pedagógico o científico de los simples cuadernos impresos sea tan mínimo como carente de originalidad, la diferencia global entre los cuadernos del actor y de los demandados es radical, tanto en lo que se refiere a sus denominaciones, como a sus demás aspectos de presentación gráfica, limitándose las imputaciones del actor a coincidencias aisladas en elementos de «contenido» que no están amparados por la legislación sobre propiedad intelectual, mientras que falta toda alegación de coincidencia formal en un solo dibujo, en una sola frase literal, etc., es decir, una sola coincidencia en la forma concreta utilizada para la exteriorización o la visualización de las ideas, sean éstas o no comunes o vulgares (motivo cuarto)-, -La sentencia recurrida establece unas declaraciones de condena que no pueden fundamentarse en base legal alguna y menos en la nueva Ley de 1987, dado que los cuadernos «Sis-Set», fueron editados con anterioridad a la misma-, Siendo de aplicación los precitados artículos 45 a 49, las declaraciones de condena añadidas al fallo de primera instancia, carecen de fundamento legal por la doble motivación siguiente: a) Es inadmisible cualquier pretensión de exclusiva sobre supuestos métodos o conocimientos pedagógicos, a la vez que en modo alguno puede ser objeto de propiedad intelectual la «concepción intelectual e intelectiva de una materia» o la «innovación pedagógica contenida en una obra», según expresiones de la sentencia recurrida, y b) Para poder hablar de alguna posible responsabilidad es precisa la presencia de un plagio de obra ajena, que ha de recaer sobre realidades formales concretas y visibles que resulten significativas objetivamente para provocar una lesión real para el producto análogo preexistente. Teniendo a la vista los «cuadernos Rubio», los «Sis-Set» y los demás de otros editores, todos ellos para el mismo uso, con un contenido equivalente por necesidad y desprovisto de toda genialidad, resulta totalmente reñido con el buen sentido afirmar que cualquiera de los cuadernos «Sis-Set» en concreto constituya una copia o apropiación sustancial de otro cuaderno «Rubio» o de tercero, según exige el diccionario para que pueda hablarse de plagio o copia servil o que induzca a errores sobre su autenticidad, según exige la escasa Jurisprudencia sobre el tema, todo ello en plena concordancia con lo establecido por la sentencia de primera instancia. NOVENO.-Siendo objeto de la propiedad intelectual «las obras científicas, literarias o artísticas que puedan darse a luz por cualquier medio», artículo 1 de la Ley 10 enero 1879, y tan amplio el concepto de «obras» que se recoge, también, en el artículo 1 del Reglamento para su ejecución, Real Decreto 3 septiembre 1880, al comprender en él «todos los que se producen y pueden publicarse por los procedimientos de la escritura, el dibujo, la imprenta, la pintura, el grabado, la litografía, la estampación, la autografía, la fotografía o cualquier otro de los sistemas impresores o reproductores conocidos que se inventen en lo sucesivo», resulta incuestionable que los cuadernos pedagógicos «Rubio» merecen la calificación de «obras» a cuantos efectos se derivan de la Ley indicada, tanto más cuando no puede dejar de tenerse en cuenta que ambas sentencias, la del Juzgado y la de la Audiencia, destacan el elemento de originalidad en los Cuadernos, al decir, de modo respectivo que «la originalidad no es grande, ni en lo científico... ni en lo artístico... ni en lo literario... pero el conjunto es original en tanto realización material compleja de varios elementos» y que «la originalidad de los cuadernos del actor estriba precisamente en la estructura y en la presentación de esos conocimientos», afirmaciones una y otra que integran, desde luego, una realidad fáctica que ha quedado incólume al no haber sido combatida casacionalmente, como también lo es la relativa a que el actor inscribió su derecho en el Registro de la Propiedad Intelectual, no así los demandados. Asimismo, es de decir que resulta totalmente irrelevante la referencia que se hace acerca de figurar excluidas de las patentes de invención «los métodos matemáticos» y «los de para ejercicio de actividades intelectuales», artículo 4.2.a) y c) de la Ley de Patentes de 20 marzo 1986 (RCL 1986\939), ya que las propiedades intelectuales e industriales se mueven en ámbitos distintos y no permiten equiparación. DECIMO.-En atención a que los Cuadernos «Rubio» merecen la conceptuación de «obra» incluida en la Ley de Propiedad Intelectual y a que han accedido al Registro correspondiente, no cabe negar a su autor, de conformidad a los artículos 348 y 428 del Código Civil, el derecho a gozar y disponer de los mismos a su voluntad y explotarlos en todas las variedades reconocidas en derecho, encontrándose entre los derechos a que se extiende sus facultades dispositivas el de reproducción, recogido expresamente en los artículos 7 y 5 de la Ley de 1879 y de su Reglamento de 1880, respectivamente, así como en el 17 de la Ley de 1987, derecho el indicado que está íntimamente vinculado a la noción de exclusividad de que se habla en el motivo cuarto, la cual, significa la facultad conferida al autor para oponerse a cualesquiera otras obras que pretenden contraponerse a la suya y resulten ser una mera e íntegra reproducción de ella, lo que doctrinal y jurisprudencialmente se entiende por «copia servil», en definitiva, un plagio, lo que, a su vez, nos lleva al enjuiciamiento que de ello hace la sentencia recurrida, ya que representa un punto crucial respecto a la respuesta a dar al motivo dicho y al siguiente. El examen del fundamento único de la sentencia recurrida evidencia que no contiene una declaración concreta acerca de la existencia de «plagio» en los Cuadernos «Sis-Set» pero indirectamente los incluye en esa figura pues, en varias ocasiones, alude a los «cuadernos plagiarios», ahora bien, la noción de «plagio» es, por supuesto, un juicio de valor en función de los elementos probatorios puestos en juego pero, de por sí, no entra a formar parte de una cuestión fáctica propiamente dicha, y, por tanto, permite su revisión casacional, tarea para la que es obligado acudir, en primer lugar, al puro examen comparativo entre los Cuadernos «Rubio» y los «Sis-Set» obrantes en autos, y, en segundo término, a los informes periciales practicados en los mismos, resultando de ello que a pesar de las múltiples e innegables coincidencias existentes entre unos y otros, los «Sis-Set» no pueden ser calificados de «plagio» respecto a los «Rubio», permitiendo hablar, a lo sumo, de la concurrencia de una gran semejanza, como así se estableció en la sentencia de primera instancia. UNDECIMO.-Una vez descartada la existencia de «plagio», la consecuencia ineludible a llegar es que la protección registral de que goza el actor no le permite obtener los pronunciamientos condenatorios del suplico de su demanda. Por lo que respecta a esos pronunciamientos, es de observar que los concretos contenidos en el fallo de la sentencia recurrida no tienen acomodo estricto en la Ley de 1879, ni siquiera en el apartado dedicado a «Penalidad», artículos 45 a 49, aunque tal apartado parece estar conectado, más bien, a los supuestos de concurrencia con sanciones penales, y, por supuesto los concernientes al «cese de la actividad» y a la «retirada del comercio» y a la «indemnización» figuran comprendidos en los artículos 123, 124.1.c) y 125 de la Ley de 1987, que, ya se dijo, no era aplicable. Las precedentes consideraciones y las expuestas en el anterior fundamento, conducen a la conclusión de que procede acoger y estimar los motivos cuarto y quinto del recurso interpuesto por don José N. C. y doña Rosa María M. F., declarando haber lugar al mismo, lo cual, comporta la casación de la sentencia recurrida y la confirmación de la dictada en primera instancia, cuyos fundamentos se dan aquí por reproducidos para evitar repeticiones innecesarias, y, en virtud de lo dispuesto en los rituarios artículos 710 y 1715.4.º, no es de hacer pronunciamiento expreso acerca de las costas de la segunda instancia y del presente recurso. ********** TEMA 2-C: Sentencia del Tribunal Supremo de 11 de marzo de 1996 Ideas clave: Comunicación pública de obras protegidas en hoteles; concepto de comunicación pública del artículo 20 LPI MARGINAL: RJ 1996\2413 RESOLUCION: SENTENCIA de 11-3-1996, núm. 180/1996. Recurso núm. 2486/1996 JURISDICCION: CIVIL (TRIBUNAL SUPREMO, Sala de lo Civil) RESUMEN: PROPIEDAD INTELECTUAL: actos de comunicación pública: concepto; DERECHOS DE AUTOR: emisión en establecimiento hotelero de obra difundida por radio: ausencia de autorización previa; indemnización de daños y perjuicios; DOCUMENTOS PRIVADOS: fotocopia de contrato no reconocido: carece de valor y eficacia procesal; RECURSO DE CASACION: infracción de las normas del ordenamiento jurídico: desestimación por basarse en normas de carácter reglamentario. PONENTE: Excmo. Sr. D. ALFONSO VILLAGOMEZ RODIL FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO.-La entidad recurrente (que viene condenada), «Hotel Blanco don Juan, SA», combate la sentencia de apelación en cuanto no apreció la concurrencia del instituto de litisconsorcio pasivo necesario que alegó en la instancia, argumentando al efecto que el espacio del «Hotel don Juan» de Lloret de Mar, destinado a discoteca, había permanecido arrendado a tercero por el período de tiempo comprendido entre el 1 de abril al 31 de octubre de 1988, sin que los arrendatarios hubieran sido convocados al pleito. La pretensión se apoya en contrato privado de arrendamiento que se aportó a los autos por medio de simple fotocopia, que el Tribunal de Instancia no admitió como suficiente para acreditar la relación arrendaticia invocada, lo que resulta conforme a la doctrina de esta Sala, pues tiene declarado que la fotocopia de un documento, no reconocido de contrario y tampoco convenientemente adverada su autenticidad, carece de todo valor y eficacia procesal (Sentencias de 17 mayo 1991 [RJ 1991\3710] y 17 febrero 1992 [RJ 1992\1264]). No es suficiente el argumento que se emplea de encontrarse el original en otro pleito; ya que bien pudo la parte desplegar actividad probatoria eficaz para su incorporación mediante el correspondiente testimonio y no conculcar el artículo 602 de la Ley Procesal Civil. Asimismo resulta irrelevante que se hubiera remitido telegrama a la Sociedad General de Autores, dando simple noticia del arriendo. El motivo no procede, lo que conlleva a que decaiga el segundo que denuncia infracción del artículo 20.2, a) de la Ley de Propiedad Intelectual de 11 noviembre 1987 (RCL 1987\2440), en base a que el abono de los derechos de explotación devengados por la comunicación pública que la norma prevé y con referencia al período del arrendamiento no correspondía a la parte recurrente. SEGUNDO.-El motivo tercero se integra con un extenso alegato tendente a poner de manifiesto la inadecuación del concepto y superficie de la sala de baile del hotel de referencia y aplicación de las tarifas que reclama la Sociedad General de Autores de España por su explotación comercial, en cuanto que la sentencia recurrida estimó y otorgó en la cuantía de 592.764 pesetas. Se impone el rechazo inmediato de la impugnación, ya que no cumple con la exigencia que impone el artículo 1707 de la Ley Procesal Civil, en relación al 1710.2.º La jurisprudencia constante de esta Sala viene declarando que cuando no se hace cita de normas concretas o sentencias que se consideren infringidas, el motivo ha de ser rechazado, aunque se hubiera admitido, dada su acreditada incorrección casacional (Sentencias de 19 junio 1991 [RJ 1991\4524], 15 noviembre 1991 [RJ 1991\8406] y 4 enero 1994 [RJ 1994\435]), y con mayor razón si se lleva a cabo una crítica a la función valorativa de la prueba a cargo de la Sala sentenciadora, para aportar la propia e interesada. De esta manera no resulta procedente basarse en posible infracción de las tarifas a aplicar por la Sociedad General de Autores de España, al tratarse de disposiciones exclusivamente reglamentarias (Sentencias de 20 septiembre 1989 [RJ 1989\6326], 25 enero 1991 [RJ 1991\340], 27 mayo 1991 [RJ 1991\3837], 25 julio 1991 [RJ 1991\5420] y 30 noviembre 1991). Aunque procediera su alegación por encuadre dentro del ordenamiento jurídico que contempla el artículo procesal 1692 en su número cuarto, al tratarse de norma de rango reglamentario debe citarse relacionada con precepto legal sustantivo, que sirva de precisa cobertura casacional. TERCERO.-La sentencia recurrida contiene un pronunciamiento condenatorio plural en base a la comunicación pública, llevada a cabo en los departamentos del hotel, que define el artículo 20 de la Ley de Propiedad Intelectual, fijándose la indemnización en razón a las condiciones de los espacios objeto de la explotación comercial, y así se condenó a la sociedad que recurre al abono de 1.742.752 ptas. por la discoteca, 592.764 ptas. por el salón de baile, 2.465.949 ptas. por amenización a medio de aparatos reproductores de sonido (no de imagen, televisión y vídeo) en vestíbulo y otras dependencias hoteleras y 3.807.000 pesetas como indemnización por duplo de los derechos devengados, según Tarifas de aplicación, dada la ausencia de toda autorización previa. El motivo cuarto contiene denuncia casacional de haberse producido vulneración interpretativa del apartado f) del referido artículo 20.2.º de la Ley de Propiedad Intelectual, al plantear problemática de pago de derechos de autor por las emisiones de radio en las dependencias abiertas al público en negocio comercial y, por tanto, sí cabe su calificación como comunicación pública, sosteniéndose la tesis negativa. El alegato no es de recibo. En primer lugar, lo que tiene en cuenta el artículo 20 para que se dé comunicación pública son aquellos actos en los que una pluralidad de personas pueden tener acceso a la obra creativa y en lugar accesible al público, por lo que no se precisa una concurrencia simultánea, sino que puede ser sucesiva -tratándose de habitaciones-, siempre que quepa la comparecencia plural y aleje situación de utilización exclusivamente privada. El artículo 17 de la Ley especial 22/1987 consagra el derecho del autor a la explotación exclusiva de su obra, de tal manera que no pueden realizarse sin su consentimiento actividades que representen reproducción, distribución, transformación y comunicación pública de lo creado por su talento e inspiración artística. En este sentido no procede hacer distinción entre las dependencias destinadas en el hotel a vestíbulo y las que sirven de dormitorios, pues la Ley no lo contempla y sin dejar de lado la nota de privatividad de las habitaciones, en cuanto son ocupadas en un determinado momento por persona concreta y ello no impide ni aminora el concepto de hogar exclusivo, no es permanencial desde el momento en que cabe el acceso, más o menos dilatado a lo largo del tiempo, de otras personas que utilizan y disfrutan las instalaciones reproductoras de sonido, conforme un servicio más de los prestados y que se integra en la propia estructura de explotación comercial del establecimiento. A estos efectos el artículo 20.1, párrafo segundo, comprende todos los ámbitos, no estrictamente domésticos que estén conectados o integrados en una red de difusión de cualquier tipo, para considerar pública la comunicación. Los derechos indemnizatorios derivados de comunicación pública no autorizada por amenización, que en el presente caso se refieren a establecimiento hotelero, han tenido acceso al Tribunal Constitucional, que por Auto de 9 mayo 1995 (Pleno) declaró la constitucionalidad de los preceptos que se dejan mencionados, 17 y 20.1 de la Ley de Propiedad Intelectual y su no contradicción con el artículo 33.1 de la Constitución (RCL 1978\2836 y ApNDL 2875) que reconoce el derecho a la propiedad privada. La Sentencia de esta Sala de 19 julio 1993 (RJ 1993\6164) (estimatoria del recurso que planteó la Sociedad General de Autores de España), sienta que la norma especial 20.2, f) -que se aduce como infringida-, deriva del Convenio de Berna de 9 septiembre 1886, revisado en París el 24 de julio de 1971 y que España ratificó a medio de Instrumento de 2 julio 1973 (RCL 1974\733, 2205 y NDL 25115) (BOE de 30 de octubre de 1974), cuyo artículo 11 bis.1 concede a los autores el derecho de autorizar, entre otros, la comunicación pública mediante altavoces o cualesquiera otros instrumentos análogos trasmisores de signos, sonidos o de imágenes de la obra radio difundida, con lo que del pago de las tarifas correspondientes no se eximen los receptores de las emisiones de obras con amparo legal, por todo lo cual la prestación dineraria que se impone a la sociedad recurrente alcanza la debida justificación, atendiendo a la base fáctica firme que la apoya, ya que como declaró la sentencia mencionada, la utilización gratuita por extraños con fines lucrativos supondría enriquecimiento no justificado. El motivo se desestima. CUARTO.-El último motivo también corre suerte de rechazo, al alegarse vulneración del artículo 1101 del Código Civil en razón a la sanción económica que fija la sentencia de apelación y corresponde al duplo de los derechos por utilización, careciendo de la necesaria autorización previa. La Sala sentenciadora no aplicó el referido artículo 1101, ya que no medió relación contractual acreditada entre los litigantes. Decretó el abono de 3.807.000 pesetas, que resulta adecuado en base al artículo 123 de la Ley de Propiedad Intelectual, pues otorga indemnización de daños y perjuicios, en dimensión de morales, que refiere el precepto 125 y procede en todo caso, «aun no probada la existencia de perjuicio económico», con lo que la sanción tarifada por la Sociedad General de Autores de España, viene a conformar directriz indemnizatoria de los daños morales reclamados. La recurrente no cuestionó ni impugnó la tarifa de referencia, ya que sólo discute los conceptos aplicados, por lo que practicó liquidación unilateral, intentando abonar lo que estimó adeudaba y no lo que legalmente le correspondía, con lo que se produjo rechazo de su cobro. La cantidad que queda establecida como derecho tarifado en función indemnizatoria la reputa la sentencia como justificada y probada en base al informe pericial practicado, por lo que no procede hacer supuesto de la cuestión. QUINTO.-La desestimación del recurso ocasiona la imposición de las costas al litigante que lo planteó, conforme al artículo 1715 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, con la pérdida del depósito constituido. ********** TEMA 2-D: Sentencia del Tribunal Supremo de 19 de julio de 1993. Ideas clave: Comunicación pública de obras protegidas en bares; tenencia de un aparato de televisión en un establecimiento de hostelería; concepto de comunicación pública del artículo 20 LPI. MARGINAL: RJ 1993\6164 RESOLUCION: SENTENCIA de 19-7-1993, núm. 775/1993. Recurso núm. 1528/1991 JURISDICCION: CIVIL (TRIBUNAL SUPREMO, Sala de lo Civil) RESUMEN: PROPIEDAD INTELECTUAL: concepto, naturaleza, contenido y finalidad; DERECHOS DE AUTOR: existencia: explotación de local abierto al público -bar- donde se ofrecen audiciones televisivas. DAÑOS Y PERJUICIOS: existencia. PONENTE: Excmo. Sr. D. JAIME SANTOS BRIZ TEXTO: La Sociedad General de Autores de España formuló demanda, en juicio ordinario de menor cuantía sobre declaración de derechos, contra don Juan O. F. El Juzgado de Primera Instancia núm. 4 de Logroño dictó Sentencia estimatoria de la demanda el 10-1-1991. En grado de apelación, la Audiencia, revocando la sentencia del Juzgado, desestimó la demanda. El TS declara haber lugar al recurso, casa y anula la sentencia dictada por la Audiencia y, en su lugar, confirma la dictada por el Juzgado. FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO.-En la demanda origen del juicio de menor cuantía del que dimana el presente recurso de casación se suplicó por la «Sociedad General de Autores de España» («SGAE») se declare que el demandado don Juan O. F., titular del bar denominado «Hobijo», en Logroño, está obligado a obtener de la entidad demandante, en su calidad de representante legal de los titulares de derecho de autor la previa y preceptiva autorización de comunicación pública de obras en el establecimiento de su titularidad, suscribiendo el contrato correspondiente; y se le condene a indemnizar a la actora los daños y perjuicios derivados de la comunicación pública no autorizada y efectuada en el citado establecimiento de las obras difundidas, desde al menos cinco años, cuya cuantía se calculará en período de ejecución de sentencia, de acuerdo con las tarifas generales de la demandante. Estas peticiones fueron íntegramente estimadas por el Juez de 1.ª instancia; no así por la sentencia recurrida que previo recurso de apelación desestimó la demanda. Consideró la Sala «a quo», partiendo de la legitimación de la demandante, que no ha sido discutida en el presente recurso de casación, e interpretando el art. 20 de la Ley de Propiedad Intelectual, de 11-11-1987 ( RCL 1987\2440), en relación con las normas internacionales que cita, en especial el art. 11 bis, 1.3.º del Convenio de Berna de 9-9-1886, revisado en París el 24-7-1971 y ratificado por España el 2-71973 (RCL 1974\733, 2205 y NDL 25115), que la comunicación simbólica mediante altavoz o mediante cualquier otro instrumento análogo transmisor de signos de sonidos o imágenes sólo puede entenderse en el sentido de gravar no a los receptores, ubicados aunque sea en bares públicos, sino a los emisores de las obras que realizan la comunicación pública, bien sean los Centros de televisión o radio, únicos realmente beneficiados, y que ya abonan los correspondientes derechos de autos. Consecuentemente fue desestimada la demanda en segunda instancia, como ya se deja indicado. SEGUNDO.-Los hechos básicos de que parten ambos juzgadores de instancia, realmente no discutidos en la litis pero de decisiva influencia al resolver este recurso y que no han sido particularmente impugnados, son en esencia los siguientes: a) El demandado señor O. F., titular del referido bar «Hobijo», abierto al público, tiene instalado en él, un televisor de 25 pulgadas, con imagen en color; establecimiento que viene explotando de forma personal y directa desde hace más de cinco años. b) El aparato televisor mencionado está instalado en el bar desde su apertura, aparato ubicado en la zona de atención al público, aunque el demandado declaró que no lo tiene permanentemente encendido, sino sólo cuando lo solicitan los clientes. c) La finalidad que persigue el demandado, según confesó, con la instalación de dicho televisor es la dar un servicio más a sus clientes. d) El demandado recurrido es el único titular del citado establecimiento, del que ya era dueño antes de contraer matrimonio en julio 1969, cuyo matrimonio se separó, previo juicio seguido en el Juzgado de 1.ª instancia núm. 1.º de Logroño (Autos 515/1986). TERCERO.-El recurso de casación se basa en dos motivos con apoyo ambos en el núm. 5.º del art. 1692 de la Ley de Enjuiciamiento Civil; denunciando en el primero de ellos la infracción del art. 20.2.f), en relación con el art. 17, ambos de la Ley 22/1987, de 11 noviembre, de propiedad intelectual, y en el segundo se denuncia la infracción del art. 11.bis, 1.3.º del Convenio de Berna, de 9-9-1886, para la protección de las obras literarias y artísticas, revisado en París el 24-7-1971 y ratificado por España el 2-7-1973 (Boletín Oficial del Estado núm. 260, de 30-10-1974). Ambos motivos, y con ellos el recurso, han de ser estimados, partiendo de los hechos acreditados que se hacen constar en el anterior apartado de estos fundamentos de derecho. Así, efectivamente, resulta de las siguientes consideraciones: a) En primer lugar la llamada en nuestro ordenamiento «propiedad intelectual» denota ya por su designación que es un derecho que crean sus autores sobre el que, de conformidad con los arts. 348 y 428 del Código Civil, tienen derecho a gozar y disponer del mismo a su voluntad, y explotar su obra literaria, científica o artística, en todas las variedades que la vigente legislación reconoce. Lo que no obsta a que, aparte de esa consideración principalmente patrimonial de tal derecho, éste se considere por la moderna doctrina como de carácter incorporal y manifestación de la personalidad del respectivo autor, pues se trata de un goce distinto del que se tiene sobre las cosas puramente corporales; debiendo distinguirse, por lo tanto, un derecho moral del autor y un derecho patrimonial del mismo. b) Tal derecho tiene un contenido no sólo de satisfacción interna de su autor, sino que externamente está destinado a la difusión de la obra producida entre el público, contribuyendo, entre otros fines, a la formación cultural y lúdica de éste, constituyendo la obra intelectual en sus variadas formas una propiedad tan legítima y respetable como las demás que el derecho reconoce, según ya de antiguo declaró esta Sala (S. 6-10-1915). c) Por todo ello, el reflejo que en la normativa vigente tiene el derecho de propiedad intelectual persigue conceder al autor el derecho de explotación de la misma, traducido, en lo que ahora se discute -art. 20, 2.f), de la Ley de 11-11-1987- en «la emisión o transmisión, en lugar accesible al público mediante cualquier instrumento idóneo, de la obra difundida por radio o televisión». Norma esta a su vez previamente establecida en el Convenio de Berna, redacción indicada, que en su art. 11.bis.1 atribuye a los autores intelectuales no sólo la radiodifusión de sus obras o su comunicación pública por cualquier medio y toda comunicación pública, con hilo o sin hilo, de la obra radiodifundida o televisada, sino, en cuanto ahora interesa, «la comunicación pública por altavoz o por cualquier otro instrumento análogo transmisor de signos, de sonidos o de imágenes de la obra radiodifundida o transmitida». d) Por consiguiente, es claro que la distinción que hace la Sala «a quo» entre receptores en lugares públicos y emisoras de las obras carece de base convincente a los efectos de estar exentos aquéllos del pago de derechos y gravar sólo a éstos con ellos, y es así porque según el art. 20 de la Ley de 1987 es comunicación pública todo acto por el que una pluralidad de personas pueden tener acceso a la obra sin previa distribución de ejemplares, y en esta dicción legal cabe tanto la emisión original como la recepción que facilita su conocimiento, dado que sin la una o sin la otra la actividad creadora del autor no se difundiría entre los oyentes o televidentes, constituyendo, ambos momentos inicial y último del proceso comunicativo. e) La prestación dineraria que incumbe a personas como el demandado recurrido se justifica, además, porque suponiendo la creación de obras artísticas de cualquier clase un esfuerzo por parte de sus autores, unido a aptitudes especiales en ciertas clases de obras que implican emanaciones de la personalidad y preparación del creador, su utilización gratuita por extraños con fines lucrativos supondría un enriquecimiento injusto, en cuanto que, como declaró el propio recurrido y se deduce de su postura en la litis, la emisión de la propiedad intelectual ajena la tiene como uno de los servicios que presta a sus clientes, y, por tanto, integra un medio lucrativo por el que es de justicia que satisfaga la contraprestación correspondiente. Tal es, sin duda, el propósito del legislador nacional y del derecho comparado, pues de otra forma se desequilibrarían las recíprocas prestaciones nacidas, por el mero hecho de la recepción, entre quien dispone del trabajo creativo de un tercero, para incrementar su clientela y en definitiva su patrimonio, y el dueño de la obra, que tiene evidente derecho a su exclusiva explotación. CUARTO.-El criterio que se deduce de las precedentes consideraciones queda corroborado atendiendo a una interpretación sistemática y lógica de las normas aplicables, claramente redactadas en lo que ahora interesa. Así el carácter exclusivo de los derechos de autor para autorizar «toda comunicación pública, sea por hilo o sin hilo», de la obra radiodifundida, sea por altavoz o de cualquier otro modo, comprendiendo sonidos e imágenes (Convención de Berna, art. 11.bis.1), y el corresponder al autor, según el art. 17 de la Ley de Propiedad Intelectual, «el ejercicio exclusivo de los derechos de explotación de su obra en cualquier forma» y en especial su «comunicación pública y transformación; que no podrán ser realizadas sin su autorización, salvo en los casos previstos en la presente ley»; son expresiones literales que no ofrecen duda y a ellas hay que atender en primer lugar según el art. 3.º1 del Código Civil; sin tergiversar su sentido y llegar a una interpretación «contra legem», toda vez que la frase que se utiliza en ambas normas internacional e interna de «obra radiodifundida» o «de obra difundida» no indica una expresión referida exclusivamente a supuestos específicos, sino que tiene el sentido de generalidad como uno de los caracteres de las leyes, que ha de ser compatible en este caso con el citado art. 17 y con la emisión o transmisión en lugares accesibles al público mediante cualquier instrumento idóneo «por radio o televisión». Todo ello aplicado a efectos de la reclamación efectuada en la demanda a los actos y en las circunstancias que detalladamente fijan las tarifas de la entidad recurrente, que como ya se indicó no han sido discutidas en la litis, ni en este recurso, tanto en cuanto a su existencia y vigencia como en su aplicación al supuesto litigioso ahora contemplado. Se verifica así una interpretación de dichas normas no sujeta a una tesis doctrinal determinada, sino a través de criterios puramente objetivos, partiendo como primero de ellos del texto literal de las normas y de su engranaje sistemático reveladores de la «mens legis», y de la finalidad que persigue y el ambiente social en que se efectúa. Lo que corrobora a su vez, a modo de una interpretación auténtica, la Orden Ministerial de 15-61959 (RCL 1959\947 y NDL 25105), no derogada, que menciona el recurso, en el sentido de que no hay una duplicidad de derechos de autor, puesto que reiterando lo dicho se trata de supuestos de hecho completamente diferentes que el legislador contempla con independencia, cuales son las radiodifusión, la retransmisión, y la comunicación pública por altavoz o elementos transmisor de sonidos o de imágenes; ni sería equitativo hacer pesar únicamente sobre la emisora de radio o de televisión la relación económica con los titulares de la propiedad intelectual utilizada, prescindiendo del hecho de la retransmisión en cadena a otras emisoras o de su utilización pública por medio de receptores, cada uno de cuyos actos produce por sí mismo una propia difusión o publicación de la obra intelectual de distinta naturaleza, excluyendo por supuesto como hace expresamente la Ley vigente (art. 20.1, párr. 2) las comunicaciones que se celebren dentro de un «ámbito estrictamente doméstico que no esté integrado o conectado a una red de difusión de cualquier tipo»; revelando así estas puntualizaciones la sujeción al régimen general de cualquier otra comunicación. QUINTO.-Consecuencia de todo lo expuesto, y dadas las circunstancias fácticas acreditadas en autos, de las que han partido ambos juzgadores de instancia, el demandado que explota un local abierto al público al que ofrece audiciones televisivas desde hace más de cinco años, viene obligado a satisfacer a la actora recurrente los derechos correspondientes según las tarifas generales de la demandante, y siempre que las mismas sean de aplicación a las circunstancias acreditadas; con una cuantía de la reclamación que no ha sido concretada con anterioridad, aunque cabe afirmar que a lo largo de cinco años al menos se han seguido sin interrupción las emisiones o transmisiones televisivas, en local accesible al público, de los actos de comunicación que detalladamente enumera el art. 20.2 de la Ley vigente sobre propiedad intelectual. Siendo de concretar que los derechos reclamados en cuanto vencidos, debidos y no satisfechos a la actora significan los «daños y perjuicios» a que se refiere en su demanda, cuya existencia por lo tanto consta de lo afirmado por la actora y aceptado por el demandado y constando, se reitera, la existencia e impago de esos derechos tarifarios es como puede en ejecución de sentencia determinarse su cuantía según las tarifas generales de la demandante y recurrente aplicables a los supuestos en que haya incurrido el demandado, cuestión que no ha sido objeto de discusión en este juicio. SEXTO.-La estimación del recurso impone a esta Sala, conforme al art. 1715, núm. 3.º, de la Ley de Enjuiciamiento Civil, resolver lo que corresponda dentro de los términos en que aparece planteado el debate; lo que en realidad se ha llevado a efecto en los anteriores apartados de esta sentencia, cuya conclusión es llegar a identificar su criterio con la estimación de la demanda al modo como resolvió el Juez de primera instancia; debiendo su fallo, por consiguiente, ser confirmado, previa casación de la sentencia aquí recurrida. Todo ello sin declaración expresa de costas de segunda instancia y pagando cada parte las suyas en este recurso de casación. ********** TEMA 2-E: Sentencia del Tribunal Supremo de 29 de junio de 1995 Ideas clave: Obra audiovisual: determinación de los autores. MARGINAL: RJ 1995\5268 RESOLUCION: SENTENCIA de 29-6-1995, núm. 675/1995. Recurso núm. 649/1992 JURISDICCION: CIVIL (TRIBUNAL SUPREMO, Sala de lo Civil) RESUMEN: PROPIEDAD INTELECTUAL: DERECHOS DE AUTOR: autoría o coautoría de obra audiovisual: improcedencia: autor de los textos básicos con cuya selección un tercero confeccionó el guión, eligió la música y la forma de narración, y montó la filmación: reconocimiento de su colaboración en los créditos de salida de los programas de la serie: inexigibilidad contractual de su mención en otra forma. CONTRATOS: INTERPRETACION: función del juzgador de instancia: prevalencia de no resultar ilógica. PONENTE: Excmo. Sr. D. ALFONSO BARCALA TRILLO-FIGUEROA TEXTO: Los antecedentes necesarios para el estudio de la sentencia se relacionan en su primer fundamento de derecho. El actor interpuso recurso de casación contra la Sentencia dictada el 10-12-1991 por la Sección 5.ª de la Audiencia Provincial de Sevilla, confirmatoria de la pronunciada el 18-1-1990 por el Juzgado de Primera Instancia núm. 4 de Sevilla. El TS declara no haber lugar al recurso interpuesto. FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO.-Don Isidoro M. N. promovió juicio declarativo de menor cuantía contra la sociedad «Arco Producciones Cinematográficas, SA», sobre vulneración del derecho de autor, reivindicación del reconocimiento de la condición de autor y reparación del daño causado, pretendiendo que la sentencia a dictar contuviera los siguientes pronunciamientos: 1) Ordena el cese de la actividad ilícita consistente en la aparición, en los títulos de crédito de los programas de la serie «De año en año» producida por la demandada, del actor como responsable de la documentación de la misma, en vez de como responsable del asesoramiento científico y elaboración de los textos, y ello mediante la orden de suspensión de cualquier divulgación o explotación de la misma, y, en concreto, la que actualmente realiza «Televisión Española», así como la prohibición de reanudar cualquier otra. 2) Declare el derecho del actor a ser reconocido como asesor científico y autor de los textos de la obra audiovisual y a no serlo como responsable de la documentación de la misma. 3) Declare la obligación de la entidad demandada de proceder a poner de manifiesto lo anterior mediante la supresión de referencia al actor en los títulos de crédito de la obra como responsable de la documentación, y su inclusión en la cabecera de dichos títulos en caracteres similares a las del resto de las personas que la componen como asesor científico y autor de los textos, todo ello mediante la modificación de la versión definitiva de la obra audiovisual. 4) Declare la obligación de la demandada de reparar los daños que ha inferido al autor mediante la publicación a su costa de anuncios o información en los que explicite el carácter de la participación del actor en la obra, en los periódicos y revistas estatales de mayor tirada, en las publicaciones especializadas en información sobre programación televisiva, y en el mismo medio de difusión en que se divulgó la obra. 5) Declare la obligación de la demandada de abonar al actor en concepto de indemnización del daño moral la cantidad de treinta millones de pesetas o aquella otra que el juzgador estime procedente, y 6) Condene a la demandada a estar y pasar por todo lo anterior y al pago de las costas, cuyas pretensiones tenían su apoyo en las alegaciones fácticas que, en síntesis, se exponen a continuación: -Con fecha 9 de diciembre de 1987, el actor y la entidad demandada suscribieron un contrato de arrendamiento de servicios, cuyo objeto era el asesoramiento científico y la elaboración de los textos de una obra audiovisual consistente en el capítulo piloto de una serie televisiva que, bajo el título genérico de «De año en año», habría de emitir «Televisión Española», respondiendo sus cláusulas al siguiente tenor: Primera. Don Isidoro M. N. queda contratado por la Productora para prestar los servicios en calidad de «Asesor Científico y Guionista» en los espacios correspondientes a producir por la productora, con el título provisional de capítulo piloto de la serie «De año en año» como obra concreta y determinada. Segunda. El plazo de vigencia del presente contrato es desde el día de la fecha, hasta aquél en que se concluya la obra o servicios concretos del citado programa para los que ha sido contratado. Tercera. Como remuneración a los servicios prestados el Contratado percibirá la cantidad de doscientas cincuenta mil por programa. De dicha cantidad se le harán las retenciones correspondientes al Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas y se incrementará con el Impuesto sobre el Valor Añadido correspondiente. Cuarta. La Seguridad Social correrá por cuenta del contratado dada su condición de profesional autónomo. Quinta. La Productora se reserva la facultad de disponer de un seguro de accidentes. Sexta. La Productora se reserva expresamente el derecho de vender, comercializar, difundir o emitir libremente el espacio reseñado en el presente contrato. Séptima. En el supuesto de desplazamiento, el Contratado percibirá la cantidad de 6.500 pesetas, para atender a las consecuentes dietas de viaje y gastos de locomoción. Octava. El Contratado cede y transfiere a la Productora, sin reserva de ningún género, ni limitación de tiempo alguno, los derechos de Propiedad Intelectual e Industrial que le correspondan o pudieran corresponderle por el trabajo para el que es contratado, así como cualquier derecho de comercialización o de imagen que se deriven por razón de su participación en el programa, referidos a su difusión y explotación nacional o extranjera. Novena. El presente contrato no generará situación de fijeza y Décima. En todo lo no expresamente, convenido en este contrato se estará a lo dispuesto en la legislación vigente-, -El contrato quedó prorrogado para un total de 13 capítulos o programas tras la aceptación por parte de «Televisión Española» del capítulo piloto, en virtud del Anexo que contenía-, -Con posterioridad las partes suscribieron nuevo contrato, idéntico al anterior en todo, excepto en el hecho de denominar la participación del actor con el rótulo de «Asesor Científico y Textos», pero a pesar del cambio de denominación, las tareas encomendadas al autor eran las mismas: selección de las fiestas locales objeto del programa y elaboración de los textos literarios de análisis antropológico de dichas fiestas, que serían las que dieran cuerpo al desarrollo narrativo de los capítulos, tanto en su lenguaje oral como cinematográfico, -El actor cumplió el encargo establecido realizando una propuesta temática, elaborando los textos escogidos que entregó a la productora y asistiendo a las filmaciones, a fin de prestar la colaboración necesaria para la realización de las obras-, -Realizado el programa piloto con el título de «El Jarramplas», le fue entregado al actor una cinta de vídeo que lo recogía, para que le conociera y manifestara las observaciones pertinentes, quedando satisfecho ya que el apartado literario resultaba de gran fidelidad al texto por él elaborado, y desde el punto de vista de su responsabilidad como coautor de la obra audiovisual, quedaba digna y expresamente recogido al figurar en los títulos de crédito de entrada de la obra su nombre y la función desempeñada (asesor científico y textos) en sexto lugar y con caracteres similares a la de los restantes responsables y coautores de la misma-, - Sin embargo, cuando el 14 de julio de 1989 se emitió el primer programa por el canal 1 de «Televisión Española» se había cambiado substancialmente en los títulos de crédito la reseña del autor, en el sentido de eliminarle de la cabecera o entrada y desplazarlo al cuarto puesto de los títulos de salida que aparecen al final del programa, reduciendo el tamaño de los caracteres con los que se le citaba y calificando su participación con el título de «documentación», y tal cambio supuso una indudable modificación de la manifestación de la autoría de la obra que entrañaba un incumplimiento parcial del contrato en detrimento de sus derechos y en perjuicio de legítimos intereses del mismo- y - Al tener conocimiento del hecho repetido en ocasión de la emisión de los tres programas posteriores con periodicidad semanal, el actor envió el 7 de agosto cartas, por conducto notarial, al Director de «Radio Televisión Española», y al Presidente de «Arco», denunciando el hecho, comunicando los argumentos de su disconformidad y requiriendo su inmediata rectificación, pero los requerimientos no fueron atendidos y continuó la emisión de los programas en los términos indicados. El Juzgado de Primera Instancia número Cuatro de Sevilla, por Sentencia de 18 enero 1990, y con desestimación de la demanda, absolvió a la sociedad demandada de las peticiones contra ella formuladas, que fue confirmada por la dictada, en 10 diciembre 1991, por la Sección Quinta de la Ilma. Audiencia Provincial de la expresada capital. Y es esta segunda sentencia la recurrida en casación por don Isidoro M. N. a través de la formulación de doce motivos amparados en el ordinal 5.º del artículo 1692 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, a excepción de los motivos tercero y séptimo que se residencian en el ordinal 4.º del mismo respecto, en su redacción anterior a la Ley 10/1992, de 30 abril (RCL 1992\1027). SEGUNDO.-Procede estudiar, en primer lugar, los motivos tercero y séptimo del recurso, en razón a invocarse en ellos un error en la apreciación de la prueba, viniendo a argumentarse, resumidamente, lo que sigue: -En el motivo, tercero se reseñan como documentos acreditativos del error: los textos elaborados por el señor M. N. en cumplimiento del contrato de 9 de diciembre de 1987 (documentos números 4 al 16 de la demanda) los guiones de la versión definitiva de la obra audiovisual (documentos números 4 al 16 de la contestación) y las cintas videográficas de tal obra (unidas como tales a las actuaciones), cuya lectura comparativa demuestran la equivocación del juzgador al no considerar tales textos como el argumento de la obra audiovisual-, -Es de admitir, a la luz del artículo 87.2 de la Ley de Propiedad Intelectual (RCL 1987\2440), la diferenciación de cuatro clases de posibles antecedentes literarios inmediatos de la obra audiovisual: argumento, adaptación, guión y diálogos-, -Sin embargo, puesto que ni la Ley, ni ningún otro texto legal, ofrece un concepto técnico-jurídico de lo que haya de entenderse por argumento y por guión, es necesario acudir a las concepciones socioculturales de tales instrumentos, y así: El Diccionario de Casares define «argumento», como asunto del que se tata en una obra, y «guión», como argumento para una obra de cinematógrafo con todos los pormenores para su realización, y similar definición ofrece el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia. También María Moliner, en su Diccionario conceptúa el «argumento», como parte narrable de una obra literaria, una película, etc., y, el «guión», como texto que contiene todo el desarrollo de una película: plano, decorado, personajes, luces, diálogos, etc., el cual sigue el director durante el rodaje-, -Es decir, el argumento constituye un texto previo al guión, mientras que éste, incorpora aquél completándolo con los elementos técnicos propios del lenguaje fílmico a utilizar-, -La lectura de los documentos probatorios pone de manifiesto que los textos elaborados por el actor mantienen tan íntima y directa relación con el contenido final de la obra audiovisual, que no queda sino calificarlos como el argumento o guión literario (pre-guión) de la misma-, -En realidad, la sentencia recurrida reconoce la materialidad de lo expresado cuando indica que: «Doña Pilar T., partiendo de los textos elaborados por el actor, seleccionaba los que estimaba más adecuados y confeccionaba sus propios textos, eligiendo la música y la forma de narración de los distintos capítulos», lo que ocurre es que después no culmina la deducción lógica inevitable de concluir declarando que por todo ello los textos constituyen el argumento o guión literario de la obra audiovisual- y -Tal deducción no constituye materia técnicojurídica pero entra obviamente en la esfera de análisis de los hechos que ha de efectuar el juzgador con los elementos que su propio acervo cultural le proporciona (motivo tercero)-, -El documento que se cita en el motivo séptimo es la cinta videográfica que contiene el programa piloto denominado «El Jarramplas», documento número 17 de la demanda, cuya existencia no ha sido tenida en cuenta en la sentencia recurrida- y -La visión de tal documento patentiza que la productora reconocía en el momento de su elaboración la obligación de señalar al actor como asesor científico y autor de los textos de la serie de los créditos de entrada o cabecera- (motivo séptimo). TERCERO.-En relación con el motivo tercero, verdaderamente el Tribunal «a quo» no dejó de reconocer la autoría del señor M. N. respecto a los textos que sirvieron para confeccionar los propios de la obra audiovisual, es decir, el guión de la misma, de manera que aquellos textos iniciales vinieron a constituir el argumento o guión literario (pre-guión) de la obra dicha, y ello, no sólo resulta de la afirmación que contiene el fundamento de derecho tercero de la sentencia recurrida, concerniente a que la señora T. partió de los textos elaborados por el actor, sino también, de cuantas consideraciones se hacen en ese fundamento y en los segundo y cuarto de la sentencia, por lo que, en realidad, no es posible apreciar en semejante extremo error alguno en la apreciación de la prueba por el meritado Tribunal, sin que dicho error pueda consistir, como también pretende la parte, en que el Tribunal no culminara su razonamiento con la deducción de declarar explícitamente que los textos así elaborados constituían el argumento o guión literario de la obra audiovisual, puesto que ello no constituiría objeto de ninguna apreciación errónea de índole probatoria sino, más bien, omisión de un juicio de valor partiendo del elemento probatorio de que los textos del actor representan la base de los confeccionados por la señora T. para la obra audiovisual, lo cual, por otro lado, no deja de haber sido reconocido en la sentencia recurrida. CUARTO.-Por lo que respecta al vídeo que recogía el programa piloto denominado «El Jarramplas», dicho documento no hizo sino venir a reproducir la cláusula primera del contrato del 9 de diciembre de 1987 acerca de que el actor fue contratado para prestar los servicios en calidad de «asesor científico y guionista», particular que siempre fue admitido y reconocido por el Tribunal «a quo», y además, no cabe olvidar que aquel vídeo se refería a un programa piloto y que la cuestión litigiosa versó sobre la obra audiovisual, para la cual, resulta innegable que en el contrato «nada se convino acerca del concepto, listas de crédito, forma y caracteres, en que el actor debía figurar en los títulos de crédito de la filmación audiovisual», como así se resaltó en el cuarto fundamento de la sentencia recurrida, y es más, el contrato no contenía ninguna estipulación, ni explícita, ni implícita, sobre la forma en que la participación del señor M. debería ser recogida en la serie, por todo lo cual, tampoco es posible atribuir al tan repetido Tribunal «a quo» error en la valoración probatoria, en los términos pretendidos en el motivo séptimo, lo que determina la claudicación del mismo, al igual que el anteriormente examinado, el tercero. QUINTO.-Los motivos primero, segundo, cuarto, quinto y sexto deben estudiarse conjuntamente por la relación existente entre ellos, en los que se alegan como infringidos los siguientes artículos de la Ley de Propiedad Intelectual: 88.1, párrafo 1.º (por interpretación errónea), 10, tanto del primer párrafo de su apartado 1, como del apartado a), incisos tercero y quinto (por interpretación errónea), 87, apartado 2 (por interpretación errónea), 14, epígrafe 3.º (por inaplicación) y 123, párrafo primero, en relación con el 14, epígrafe 3.º (por inaplicación), y el desarrollo argumental de tales motivos responde, en extracto, a cuanto se expone a continuación: -A tenor del artículo 88.1, párrafo 1.º, el contrato de producción cinematográfica es el realizado entre el productor y los autores y otros intervinientes en la obra, pero no entre el productor y aquel que le encomienda la producción-, -La Sala sentenciadora precisa en el fundamento de derecho segundo que por el contrato de 22 de abril de 1987, «Televisión Española» encargó a la productora la elaboración del proyecto y capítulo piloto de la serie de autos, esto es, una obra audiovisual específica, y establece con igual claridad que por el contrato suscrito entre las partes, la productora encargó al actor el asesoramiento científico y la realización de unos textos de los que habría de partir la señora T. para la confección de los guiones-, -La Sala sentenciadora yerra, por tanto, en la interpretación de la naturaleza y contenido del denominado contrato de producción cinematográfico al hacerlo también en la de la norma que lo regula, lo que le hace rechazar la tesis del recurrente cuando califica como tal al suscrito en 9 de diciembre de 1987, aun teniendo en cuenta que su naturaleza es completa ya que siendo su contenido, por una parte, propio del de producción cinematográfica en tanto en cuanto obliga al señor M. a la elaboración de los textos de la futura obra audiovisual, lo es, por otra parte, propio del de arrendamiento de servicios por cuanto simultáneamente le obliga a prestar asesoramiento científico al productor de la serie-, -Resulta especialmente significativa la cláusula 8.ª del contrato al reflejar la cesión de derechos de autor y la participación del señor M. en el programa televisivo-, Aunque la interpretación de los contratos y calificación por los Tribunales no puede ser objeto de revisión casacional, existen supuestos excepcionales cuales son aquéllos en que se produce «manifiesta falta de consistencia lógica o arbitrariedad» (Sentencias de 4 noviembre y 20 diciembre 1991 [RJ 1991\7929 y RJ 1991\9472]) (motivo primero)-, -Conforme al artículo 10 se explicita como posibles soportes de la creación intelectual los impresos y escritos, instrumentos éstos usados por el autor para la expresión de sus textos, toda vez que la sentencia recurrida niega que los textos por él elaborados pueda ser objeto de propiedad intelectual-, -A diferencia de lo resuelto por la Sala, el señor M. tiene la condición de autor de dichos textos, como paso previo en orden a investigar su condición de coautor de la obra audiovisual-, -Esta condición de autor de los textos fue, por otra parte, reconocida por la sentencia de instancia al final de su cuarto fundamento de derecho (motivo segundo)-, -Para el artículo 87, son autores de la obra audiovisual en los términos previstos en el artículo 7, «los autores del argumento, la adaptación y las del guión o los diálogos», por cuanto aplicado por la Sala, en su fundamento tercero, lo hace en el sentido de reconocer la autoría de la obra audiovisual exclusivamente a la guionista, ignorando que el mencionado precepto también la reconoce a los autores del argumento, texto este distinto y antecedente del guión-, -Ignora la sentencia que la recta interpretación del artículo 87, obliga a calificar la obra audiovisual como obra en colaboración, por lo que su autoría se considera plural para nuestro ordenamiento (motivo cuarto)-, -El artículo 14 otorga al autor el derecho a exigir el reconocimiento de su condición de tal respecto a la obra, pretensión que le deniega la sentencia al actor-, -Habiendo concluido que el señor M. es coautor de la obra audiovisual, deviene como consecuencia inmediata la existencia de su derecho a ser reconocido como tal (motivo quinto)-, -El artículo 123 legitima al autor de una obra a instar el cese de toda actividad ilícita, cual es la difusión de la misma sin el reconocimiento de su autoría, y la sentencia estima que carece de legitimación para solicitar la suspensión de la divulgación de la otra por haber transmitido todos sus derechos sobre la misma- e -Ignora así la sentencia el artículo 14, que califica el derecho del autor de inalienable e irrenunciable, por lo que nunca pudo ser transmitido mediante el contrato de 9 de diciembre de 1987 (motivo sexto)-. SEXTO.-Una lectura comparativa de los contratos celebrados en 9 de diciembre de 1987 y 20 de abril de 1987, suscritos entre «Arco Producciones Cinematográficos, SA» y don Isidoro M. N. y «Televisión Española, SA» y «Arco Producciones Cinematográficas, SA», respectivamente, evidencia que el que pudiera entenderse cual de «producción cinematográfica», sería, en todo caso, el segundo de dichos contratos, ya que el convenio con el señor M. N. y atendiendo a sus cláusulas merece la calificación de un arrendamiento de servicios, como con especial claridad, se desprende de su cláusula primera, y tal calificación no queda desmentida por las restantes, aunque la variada índole de las mismas permitiera, a lo sumo, de hablar de un contrato complejo, y dado que la interpretación de los contratos es facultad privativa de los Tribunales de instancia, cuyo criterio ha de prevalecer a menos que fuese ilógico, como así lo tiene reiteradamente declarado esta Sala, es de concluir que en este punto no fue desacertada la calificación otorgada por el Tribunal «a quo», por lo que no puede atribuírsele una apreciación errónea del artículo 88 de la Ley de Propiedad Intelectual, Ley 22/1987, de 11 noviembre. SEPTIMO.-No es de todo punto exacto que la sentencia recurrida negara que los textos elaborados por el señor M. pudieran ser objeto de propiedad intelectual, pues en su fundamento de derecho tercero le confiere expresamente la condición de creador y autor de los mismos, siendo lo afirmado que dichos textos no podían incluirse entre las obras de creación tecnológicamente avanzadas, como son las audiovisuales, a que se refiere el artículo 10.1.d) de la Ley 22/1987, cuya autoría, en razonamiento del Tribunal «a quo», se le otorga, por el artículo 87 de la misma, al guionista, «la labor que ha corrido a cargo de doña Pilar T. S., quien partiendo de los textos elaborados por el actor, seleccionaba los estimaba más adecuados y confeccionaba sus propios textos, eligiendo la música y la forma de narración de los distintos capítulos y una vez terminada la filmación por los operadores a su órdenes, con el material rodado procedía al montaje de los programas en su versión definitiva, de acuerdo con lo convenido con la productora, en cuyas operaciones, de orden técnico muchos de ellos, ninguna participación tenía el autor señor M. N.», presupuestos los aquí entrecomillados que constituyen una realidad probatoria declarada en el fundamento antedicho y que ha quedado incólume al no haber sido combatida por vía casacional adecuada. Por lo expuesto, la única autoría que podía reconocerse al señor M. era la correspondiente a los textos por él elaborados, pero ello no le confiere derecho alguno a ser considerado como coautor de la obra audiovisual, sino, tan sólo, colaborador de la misma en los términos en que fue contratado. Por otro lado, la expresada realidad probatoria no permite conceptuar a los reiterados textos como argumento propio y estricto de la obra audiovisual, por tanto, tampoco es posible atribuir al Tribunal «a quo» ninguna valoración errónea acerca de los artículos 10 y 87 de la Ley 22/1987. OCTAVO.-Las precedentes reflexiones conducen, lógica y consecuentemente, a la imposibilidad, asimismo, de imputar al meritado Tribunal infracción alguna, por el concepto de inaplicación, de los artículos 14 y 123 de la Ley 22/1987, puesto que si al señor M. no le ha sido reconocido la condición de autor y coautor de la obra audiovisual, carecía de legitimación para exigir el reconocimiento de semejante condición e instar el cese de la difusión de aquélla e, igualmente, esa falta de reconocimiento de la autoría de la obra origina que no pueda invalidarse la transmisión estipulada en la cláusula 8.ª del contrato al no afectar a la misma la irrenunciabilidad e inalienabilidad prevenida en el encabezamiento del artículo 14 de la Ley. La inexistencia de infracción en torno a los artículos 88, 10, 87, 14 y 123 de la Ley de Propiedad Intelectual es determinante de la carencia de viabilidad de los motivos primero, segundo, cuarto, quinto y sexto del recurso. NOVENO.-En el motivo octavo se invoca la infracción, por inaplicación, del artículo 1282 del Código Civil, que como regla de interpretación de los contratos, dispone que la intención de las partes ha de ser deducida atendiendo a sus actos posteriores al contrato, y así, se argumenta que en el cuarto fundamento de la sentencia se establece que en el contrato nada se convino acerca de la forma en que el autor debía figurar en los títulos de crédito, lo que implicaba la libertad de la Productora para incluirle en la forma que estimara conveniente y, en concreto, como autor de la documentación en los créditos de salida en lugar de asesor científico y textos en los de entrada, aludiéndose por la parte que entre los actos posteriores existe uno de especial relevancia, cual es, la elaboración del programa piloto «El Jarramplas», pues en él figuraba el nombre del actor como asesor científico y autor de los textos, en los títulos de cabecera y en caracteres similares a los del resto de los principales intervinientes. DECIMO.-El hecho de que en el mencionado programa piloto apareciese el señor M., en los títulos de cabecera, como asesor científico y autor de los textos, no puede desvirtuar los términos en que fueron convenidas las cláusulas del contrato, en las que, como acertadamente se resaltó en el cuarto fundamento de la sentencia recurrida, «nada se convino acerca del concepto, listas de crédito, forma y caracteres, en que el autor debía figurar en los títulos de crédito de la filmación audiovisual», lo cual, significa que la interpretación del contrato con arreglo a la norma prevista en el artículo 1281 del Código, prioritaria sobre las comprendidas en los artículos siguientes, no dejaba lugar a dudas respecto a la libertad de la Productora sobre la inclusión o no del señor M. en los títulos de crédito indicados y el modo, en su caso, en que lo hiciera, siempre y cuando que en el supuesto de su mención en ellos, se efectuase de manera correcta y respetuosa, y en este aspecto, es indudable que la cita como autor de la documentación no cabe entenderla como irrespetuosa o desconsiderada, sino como expresiva de una autoría de conjunto de documentos referentes a algo o alguien, así pues, no puede apreciarse que en la sentencia recurrida se infringiera, por inaplicación, el artículo 1282 del Código Civil, lo que conduce al perecimiento del motivo analizado. UNDECIMO.-En los cuatro últimos motivos del recurso, noveno, décimo, undécimo y duodécimo, se aducen como infringidos, por inaplicación, los siguientes artículos: 53 de la Ley reguladora del Registro Civil (RCL 1957\777 y NDL 25893), 1, párrafo primero, de la Ley Orgánica 2/1984 sobre Derecho de Rectificación ( RCL 1984\841, 1018 y ApNDL 3641), 7, apartado 7, de la Ley Orgánica 1/1982 (RCL 1982\1197 y ApNDL 3639), sobre Protección Civil del Derecho al Honor, y 123, párrafo primero, último inciso, de la Ley de Propiedad Intelectual, en relación con el 125, párrafo segundo, de la misma, y 9, último inciso del apartado 2 y primer párrafo del apartado 3, cuyo respectivo desarrollo argumental cabe resumirle así: -La Ley del Registro Civil ampara frente a todos la designación de las personas por su nombre y apellidos, sin que pueda ser usada arbitrariamente por terceros para adjudicar la autoría de una actuación que su titular no ha realizado, y, en consecuencia, la demandada no está facultada para incluir el nombre del señor M. en el apartado de colaboraciones que le parezca más conveniente y, en concreto, en el referido a la documentación (motivo noveno)-, -La Ley Orgánica 2/1984 reconoce a toda persona el derecho a rectificar la información difundida por cualquier medio de comunicación social de hechos que le aludan que considere inexactos, por cuanto la sentencia no considera legitimado al actor para suprimir de los títulos de crédito la atribución a su persona de la labor de documentación de la serie, y téngase en cuenta que tal labor no ha exigido titulación alguna y es desarrollada por los estamentos inferiores de cualquier equipo de investigación, y sólo en agosto de 1991 se creó para tal labor una titulación académica mediante el Real Decreto número 1422/1991, de 30 agosto (RCL 1991\2448) y la titulación fue la de diplomado (motivo décimo)-, -Se considera intromisión ilegítima que lesiona el derecho al honor de una persona la divulgación de expresiones o hechos concernientes a la misma, que la haga desmerecer en la consideración ajena, cual es la atribución de la labor de documentación de la serie (motivo undécimo)-, -Se consideran indemnizables los daños orales sufridos por el actor cuyos derechos hayan sido vulnerados o cuyo honor haya sido lesionado aún no probada la existencia de perjuicios económicos y se presume la existencia de daños en el supuesto de infracción, y ello, porque la sentencia recurrida no considera indemnizable ni la ausencia del reconocimiento de la autoría ni la adjudicación de la labor de documentación (motivo duodécimo)-. DUODECIMO.-La inviabilidad de los cuatro últimos motivos del recurso es consecuencia ineludible de la claudicación de los precedentes, pero, además, la de dichos últimos se encuentra avalada por las siguientes observaciones: a) El amparo que la Ley 8 junio 1957, sobre el Registro Civil, preceptúa, en su artículo 53, a que las personas sean designadas por su nombre y apellidos, paterno y materno, carece de cualquier relación o conexión con el hecho de que la Productora asociara al actor en los títulos de créditos con la autoría de la documentación. b) El derecho de rectificación que confiere el artículo 1 de la Ley Orgánica 2/1984, de 26 marzo, en los términos expresados en el motivo décimo, requiere ejercitarse por el cauce del procedimiento específico establecido en dicha Ley, que no es, por supuesto, el del juicio declarativo de menor cuantía del que dimana el presente recurso, y al respecto, es de absoluta irrelevancia la titulación que fuera exigible para llevar a cabo una labor de documentación y la índole y categoría de aquélla. c) La divulgación en la obra audiovisual del nombre y apellidos del señor M., vinculándole a la autoría de la documentación, no permite, desde luego, ninguna equiparación, directa o indirecta, con el supuesto de intromisión ilegítima que contempla el artículo 7.7 de la Ley Orgánica 1/1982, de 5 mayo, sobre Protección Civil del Derecho al Honor, a la Intimidad personal y familiar y a la propia Imagen, aparte de que, como se dijo en el fundamento décimo de la presente, la asignación de la autoría de la documentación no representa irrespetuosidad o desconsideración de ningún tipo. d) La denegación de indemnización por el concepto de daños morales es una consecuencia necesaria e inevitable de no haber encontrado amparo en el marco de las disposiciones reguladoras del de la Propiedad Intelectual las pretensiones formuladas en la demanda del señor M. N., ni amparo, tampoco, en las reguladoras del Derecho al Honor, y e) Como observación común a cuantos motivos han sido defendidos en el recurso interpuesto por don Isidoro M. N., es de tener en cuenta la significación liberatoria que para la sociedad demandada se desprendía del contenido de las cláusulas sexta y octava del contrato de 9 de diciembre de 1987, al expresar en ellas que: «La Productora se reserva expresamente el derecho de vender, comercializar, difundir o emitir libremente el espacio reseñado en el presente contrato» y «El contratado cede y transfiere a la Productora, sin reserva de ningún género, ni limitación de tiempo alguno, los derechos de Propiedad Intelectual e Industrial que le correspondan o pudieran corresponderle por el trabajo para el que es contratado, así como cualquier derecho de comercialización o de imagen que se deriven por razón de su participación en el programa, referidos a su difusión y explotación nacional o en el extranjero». La improcedencia de la totalidad de los motivos hechos valer en el recurso dicho, lleva consigo, en virtud de lo dispuesto en el párrafo final del rituario artículo 1715, la declaración de no haber lugar al mismo, con imposición de las costas a la parte recurrente, y la pérdida del depósito constituido. ********** TEMA 2-F: Sentencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas (Luxemburgo) de 22 de septiembre de 1998 Ideas clave: Derecho de distribución: modalidades; venta y alquiler de discos láser; interpretación de la Directiva 92/100/CEE del Consejo, de 19 de noviembre de 1992, sobre derechos de alquiler y préstamo y otros derechos afines a los derechos de autor en el ámbito de la propiedad intelectual. SENTENCIA DEL TRIBUNAL DE JUSTICIA de 22 de septiembre de 1998 «Derechos de autor y derechos afines — Alquiler de discos láser» En el asunto C-61/97, que tiene por objeto una petición dirigida al Tribunal de Justicia, con arreglo al artículo 177 del Tratado CE, por el Retten i Ålborg (Dinamarca), destinada a obtener, en el litigio pendiente ante dicho órgano jurisdiccional entre Foreningen af danske Videogramdistributører, que actúa en representación de: Egmont Film A/S, Buena Vista Home Entertainment A/S, Scanbox Danmark A/S, Metronome Video A/S, Polygram Records A/S, Nordisk Film Video A/S, Irish Video A/S, Warner Home Video Inc., y Laserdisken, en el que participa: Sammenslutningen af Danske Filminstruktører, Michael Viuf Christiansen, Pioneer Electronics Denmark A/S, Videoforhandler Ove Jensen, una decisión prejudicial sobre la interpretación de los artículos 30, 36, 85 y 86 del Tratado CE, así como de la Directiva 92/100/CEE del Consejo, de 19 de noviembre de 1992, sobre derechos de alquiler y préstamo y otros derechos afines a los derechos de autor en el ámbito de la propiedad intelectual (DO L 346, p. 61), EL TRIBUNAL DE JUSTICIA, integrado por los Sres.: G.C. Rodríguez Iglesias, Presidente; C. Gulmann, M. Wathelet y R. Schintgen, Presidentes de Sala; G.F. Mancini, J.C. Moitinho de Almeida, J.L. Murray, J.-P. Puissochet (Ponente), G. Hirsch, L. Sevón y K.M. Ioannou, Jueces; Abogado General: Sr. A. La Pergola; Secretario: Sr. H. von Holstein, Secretario adjunto; consideradas las observaciones escritas presentadas: — En nombre de Foreningen af danske Videogramdistributører, que actúa en representación de Egmont Film A/S y otros, por el Sr. Johan Schlüter, Abogado de Copenhague; — en nombre de Warner Home Video Inc., por los Sres. Stephen Kon, Solicitor del bufete S.J. Berwin & Co., que la representa, y Strange Beck, Abogado de Copenhague; — en nombre de Laserdisken, por su propietario, Sr. Hans Kristian Pedersen; — en nombre de Sammenslutningen af Danske Filminstruktører y Michael Viuf Christiansen, por el Sr. Anders Hjulmand, Abogado de Ålborg; — en nombre de Pioneer Electronics Denmark A/S, por el Sr. Leif Hansen, administrerende direktør; — en nombre de Videoforhandler Ove Jensen, por el Sr. Per Mogensen, Abogado de Åbybro; — en nombre del Gobierno danés, por el Sr. Peter Biering, Kontorchef del Udenrigsministeriet, en calidad de Agente; — en nombre del Gobierno francés, por la Sra. Kareen Rispal-Bellanger, sous-directeur de la direction des affaires juridiques del ministère des Affaires étrangères, y el Sr. Philippe Martinet, secrétaire des affaires étrangères de la misma Dirección, en calidad de Agentes; — en nombre del Gobierno finlandés, por el Sr. Holger Rotkirch, ulkoasiainministeriön oikendellisen osaston osastopäällikkö, en calidad de Agente; — en nombre del Gobierno del Reino Unido, por la Sra. Lindsey Nicoll, del Treasury Solicitor's Department, en calidad de Agente, asistida por el Sr. Daniel Alexander, Barrister; — en nombre de la Comisión de las Comunidades Europeas, por los Sres. Berend Jan Drijber y Hans Støvlbæk, miembros del Servicio Jurídico, en calidad de Agentes; habiendo considerado el informe para la vista; oídas las observaciones orales de Foreningen af danske Videogramdistributører, que actúa en representación de Egmont Film A/S y otros; de Warner Home Video Inc.; de Laserdisken; del Gobierno danés, y de la Comisión de las Comunidades Europeas, expuestas en la vista de 31 de marzo de 1998; oídas las conclusiones del Abogado General, presentadas en audiencia pública el 26 de mayo de 1998; dicta la siguiente Sentencia 1. Mediante resolución de 7 de febrero de 1997, recibida en el Tribunal de Justicia el 12 de febrero siguiente, Retten i Ålborg (Tribunal de Primera Instancia de Ålborg) planteó, con arreglo al artículo 177 del Tratado CE, dos cuestiones prejudiciales sobre la interpretación de los artículos 30, 36, 85 y 86 del Tratado CE, así como de la Directiva 92/100/CEE del Consejo, de 19 de noviembre de 1992, sobre derechos de alquiler y préstamo y otros derechos afines a los derechos de autor en el ámbito de la propiedad intelectual (DO L 346, p. 61; en lo sucesivo, «Directiva»). 2. Dichas cuestiones se suscitaron en el marco de un litigio entre Foreningen af danske Videogramdistributører (Asociación de los distribuidores daneses de videogramas; en lo sucesivo, «FDV»), que actuaba en representación de Egmont Film A/S y otros, y la empresa danesa Laserdisken, especializada en la comercialización de obras cinematográficas reproducidas en discos láser (en lo sucesivo, «discos láser»), en relación con el alquiler en Dinamarca de dichos productos importados del Reino Unido. 3. En Derecho danés, el alquiler de obras cinematográficas requiere la autorización del titular de los derechos de autor (apartado 3 del artículo 23 de la Ley sobre los Derechos de Autor, según fue completada en 1989). En la legislación inglesa se incorporó una norma de idéntica naturaleza, con efecto a 1 de agosto de 1989 (Ley de 1988 relativa a la Propiedad Intelectual en materia de Derechos de Autor, de Modelos de Utilidad y de Patentes, artículos 16 a 18). 4. El apartado 1 del artículo 1 de la Directiva obliga a los Estados miembros a reconocer el derecho a autorizar o prohibir el alquiler y préstamo de originales y copias de obras protegidas por el derecho de autor y demás objetos. En virtud del apartado 4 del mismo artículo, los derechos referidos no se agotan en caso de venta o de otro acto de difusión. Además, del artículo 9 de la Directiva se deriva que, sin perjuicio de las disposiciones específicas relativas al derecho de alquiler y de préstamo, y en particular, de las del apartado 4 del artículo 1, el derecho de distribución, que es un derecho exclusivo de poner a disposición del público, mediante venta u otros medios, uno de los objetos referidos, no se agota salvo en el caso de primera venta en la Comunidad de dicho objeto por parte del titular o con su consentimiento. 5. Laserdisken, que desde 1985 vende en Dinamarca discos láser importados del Reino Unido, empezó asimismo a alquilar tales obras cinematográficas a partir de 1987, como medida para promover las ventas de dichos productos, que son mucho más caros que las obras cinematográficas grabadas en cintas de vídeo y son adquiridos principalmente por consumidores que ya conocen las obras. De la resolución de remisión se desprende, que, si bien los titulares de los derechos de autor habían aceptado tácitamente que estos discos láser fueran ofrecidos en alquiler en el Reino Unido, no habían autorizado tal alquiler fuera de dicho Estado miembro. 6. En 1992 se siguió un proceso penal contra Laserdisken por alquiler ilegal contrario al apartado 3 del artículo 23 de la Ley sobre los Derechos de Autor y se le prohibió, con prestación de una fianza a favor de FDV para responder de los perjuicios que pudieran resultar de tal prohibición, el alquiler de obras cinematográficas cuyos derechos de producción y distribución en Dinamarca pertenecieran a los miembros de dichas asociación. Dicha prohibición fue impuesta por el fogedret (Juez competente para resolver sobre la materia en procedimientos de medidas cautelares) y fue confirmada en apelación por el Vestre Landsret. 7. En el marco de la «oposición» contra la demanda de prohibición, el Tribunal de Primera Instancia de Ålborg, por considerar que la solución del litigio dependía de la interpretación del Derecho comunitario, decidió plantear al Tribunal de Justicia algunas cuestiones prejudiciales, decisión confirmada en apelación por el Vestre Landsret, el cual, no obstante, modificó ligeramente el texto de las cuestiones. Según su última versión, las cuestiones planteadas rezan del siguiente modo: «¿El artículo 30, en relación con el artículo 36, así como los artículos 85 y 86 del Tratado CE se oponen a que una persona, a quien el titular de los derechos exclusivos sobre una obra cinematográfica ha cedido un derecho exclusivo de fabricación y de distribución de copias de dicha obra en un Estado miembro, pueda autorizar el alquiler de sus propios productos y, al mismo tiempo, prohibir el alquiler de productos importados, comercializados en otro Estado miembro en el que el titular de los derechos exclusivos de fabricación y distribución de copias haya transmitido la propiedad de esas copias, aceptando tácitamente el alquiler de las mismas en el Estado miembro referido en último lugar? Habida cuenta de la entrada en vigor de la Directiva 92/100/CEE del Consejo, de 19 de noviembre de 1992, sobre derechos de alquiler y préstamo y otros derechos afines a los derechos de autor en el ámbito de la propiedad intelectual, se plantea la misma cuestión para el caso de que se considere que esta Directiva sea pertinente para la respuesta.» 8. Mediante estas dos cuestiones el órgano jurisdiccional remitente pide al Tribunal de Justicia que dilucide si los artículos del Tratado citados y la Directiva se oponen a que un titular de un derecho exclusivo de alquiler prohíba en un Estado miembro el alquiler de copias de una obra cinematográfica a pesar de que se haya autorizado el alquiler de esas copias en el territorio de otro Estado miembro. 9. Con carácter preliminar procede señalar que, si bien la resolución de remisión menciona los artículos 85 y 86 del Tratado entre las disposiciones comunitarias que el Juez nacional solicita que se interpreten, no precisa en modo alguno las razones que le han llevado a plantearse el alcance de dichos artículos en el marco de los elementos de hecho y de Derecho del litigio principal. A falta de tal especificación, como ha señalado el Abogado General en el punto 17 de sus conclusiones, el órgano jurisdiccional remitente no ha dado al Tribunal de Justicia la posibilidad de proporcionarle una interpretación útil de dichos artículos. 10. En estas circunstancias, conforme a reiterada jurisprudencia, cuya doctrina es aplicable de modo particular en el ámbito del Derecho de la competencia, caracterizado por complejas situaciones de hecho y de Derecho (véanse, especialmente, la sentencia de 26 de enero de 1993, Telemarsicabruzzo y otros, asuntos acumulados C-320/90 a C-322/90, Rec. p. I-393, apartados 6 y 7, y el auto de 19 de marzo de 1993, Banchero, C-157/92, Rec. p. I-1085, apartados 4 y 5), debe considerarse que no procede admitir las cuestiones planteadas por el Juez nacional en la medida en que se refieren a la interpretación de los artículos 85 y 86 del Tratado. En consecuencia, dichas cuestiones sólo pueden examinarse en lo que respecta a la interpretación de los artículos 30 y 36 del Tratado, así como de la Directiva. 11. Sobre este extremo, FDV, Warner Home Video Inc., los Gobiernos danés, francés, finlandés y del Reino Unido, así como la Comisión, proponen al Tribunal de Justicia que responda de modo negativo a las cuestiones del órgano jurisdiccional remitente. Alegan, esencialmente, que, según la jurisprudencia del Tribunal de Justicia (sentencia de 17 de mayo de 1988, Warner Brothers y Metronome Video, 158/86, Rec. p. 2605) y la Directiva, el derecho a autorizar o prohibir el alquiler de una película se parece al derecho de representación pública y que, contrariamente al derecho de distribución, no se agota mediante su primer ejercicio. 12. Por el contrario, Laserdisken y las partes que intervienen en apoyo de sus pretensiones en el procedimiento principal, estiman que el consentimiento para el alquiler supone el agotamiento del derecho exclusivo a prohibir el alquiler de copias de una obra cinematográfica y que el ejercicio de tal derecho en las circunstancias descritas es incompatible con los artículos 30 y 36 del Tratado, así como con el objetivo de la Directiva, que consiste, particularmente, en establecer un espacio sin fronteras interiores. 13. Como el Tribunal de Justicia recordó en el apartado 14 de la sentencia de 28 de abril de 1998, Metronome Musik (C-200/96, Rec. p. I-1953), el principio del agotamiento de los derechos de distribución en caso de venta, por el titular del derecho o con su consentimiento, de obras protegidas por el derecho a autor, resulta de reiterada jurisprudencia según la cual, si bien el artículo 36 del Tratado permite excepciones a la libre circulación de mercancías en aras de la protección de la propiedad industrial y comercial, tales excepciones sólo se admiten en la medida en que estén justificadas por la protección de los derechos que constituyen el objeto específico de esta propiedad. Ahora bien, el derecho de exclusiva garantizado por la legislación de un Estado miembro en materia de propiedad industrial y comercial agota sus efectos cuando un producto ha sido comercializado legalmente en el mercado de otro Estado miembro por el propio titular del derecho o con su consentimiento (véanse, especialmente, las sentencias de 20 de enero de 1981, Musik-Vertrieb membran y K-tel International, asuntos acumulados 55/80 y 57/80, Rec. p. 147, apartados 10 y 15, y de 22 de enero de 1981, Dansk Supermarked, 58/80, Rec. p. 181, apartado 11). 14. Sin embargo, como igualmente recordó el Tribunal de Justicia en la sentencia de 17 de mayo de 1988, Warner Brothers y Metronome Video, antes citada, las obras literarias y artísticas pueden ser objeto de explotación comercial, bien mediante representaciones públicas, bien a través de la reproducción y puesta en circulación de los soportes materiales en que se concretan. Tal es el caso, por ejemplo, en el alquiler de casetes de vídeo, que interesa a un público distinto del de la venta y que constituye una importante fuente potencial de ingresos para los autores de películas. 15. A este respecto, el Tribunal de Justicia señaló que, al autorizar la percepción de derechos de autor solamente por las ventas realizadas tanto a simples particulares como a los que alquilan las casetes de vídeo, no es posible garantizar a los autores de películas una remuneración proporcional al número de alquileres efectivamente realizados y que reserve a dichos autores una parte satisfactoria del mercado del alquiler. Por lo tanto, las legislaciones que hayan establecido una protección específica del derecho de alquilar casetes de vídeo parecen justificadas por razones de protección de la propiedad industrial y comercial, en el sentido del artículo 36 del Tratado (sentencia de 17 de mayo de 1988, Warner Brothers y Metronome Video, antes citada, apartados 15 y 16). 16. En esta misma sentencia, apartados 17 y 18, el Tribunal de Justicia, además, rechazó la argumentación basada en el hecho de que un autor que haya puesto a la venta la casete de vídeo de una película en un Estado miembro en el que la legislación no le reconoce ningún derecho exclusivo de alquiler debería aceptar las consecuencias de su decisión y el agotamiento de su derecho a oponerse al alquiler de esa casete de vídeo en cualquier otro Estado miembro. En efecto, cuando una legislación nacional reconoce a los autores un derecho específico de alquilar las casetes de vídeo, tal derecho quedaría vacío de contenido si su titular no estuviera en condiciones de autorizar los alquileres. 17. La puesta en circulación de un soporte de imagen y de sonido, no convierte, pues, por definición, en lícitos otros actos de explotación de la obra protegida, tales como el alquiler, que tengan una naturaleza distinta de la de la venta o de cualquier otro acto de distribución lícito. Al igual que el derecho de representación mediante ejecución pública de una obra (véase al respecto la sentencia de 13 de julio de 1989, Tournier, 395/87, Rec. p. 2521, apartados 12 y 13), el derecho de alquiler sigue siendo una de las prerrogativas del autor y del productor a pesar de la venta del soporte material que contenga la obra (sentencia de 28 de abril de 1998, Metronome Musik, antes citada, apartado 18). 18. Debe seguirse el mismo razonamiento en lo que atañe a los efectos del alquiler. Como ha señalado el Abogado General en el punto 15 de sus conclusiones, debido a su naturaleza, el derecho exclusivo de alquilar diferentes copias de la obra incorporada a un videograma puede ejercitarse mediante operaciones repetidas y potencialmente ilimitadas, cada una de las cuales lleva consigo un derecho de remuneración. El derecho específico a autorizar o prohibir el alquiler quedaría vacío de contenido si se agotara por el mero hecho de la primera oferta de alquilarlo. 19. Con respecto a la Directiva, procede señalar que los hechos que originaron el litigio principal son anteriores a la fecha de su adopción. No obstante, dado que el procedimiento nacional se sustanció después de que la Directiva comenzara a producir efectos jurídicos en los Estados miembros interesados y que, precisamente, el órgano jurisdiccional nacional ha preguntado al Tribunal de Justicia sobre este extremo, la respuesta a su petición de interpretación debe asimismo referirse a la Directiva. 20. A este respecto, debe recordarse que, si bien en su tercer considerando, para justificar la eliminación de diferencias entre las legislaciones nacionales, la Directiva se refiere al objetivo enunciado en el artículo 8 A del Tratado, que es el de establecer un espacio sin fronteras interiores, como señaló el Tribunal de Justicia en el apartado 22 de la sentencia de 28 de abril de 1998, Metronome Musik, antes citada, la Directiva tiene por objeto introducir una protección jurídica armonizada en la Comunidad en lo que atañe al derecho de alquiler y de préstamo, así como a algunos derechos afines al derecho de autor en el ámbito de la propiedad intelectual. En este contexto, distingue entre el derecho específico de alquiler y de préstamo, tal como se prevé en su artículo 1, y el derecho de distribución, regulado por su artículo 9 y definido como un derecho exclusivo de poner a disposición del público, principalmente mediante la venta, uno de los objetos que en él se contemplan. Mientras que el derecho de alquiler no se agota mediante la venta o cualquier otro acto de difusión de ese objeto, por el contrario, el derecho de distribución se agota en caso de primera venta en la Comunidad por parte del titular del derecho o con su consentimiento (sentencia de 28 de abril de 1998, Metronome Musik, antes citada, apartado 19). 21. Por consiguiente, la Directiva excluye expresamente la posibilidad de que, al contrario que el derecho de distribución, el derecho de alquiler pueda agotarse mediante un acto cualquiera de difusión del objeto de que se trate. Como se ha señalado en el apartado 18 de la presente sentencia, tal exclusión está justificada por la propia naturaleza del derecho de alquiler, que quedaría vacío de contenido si se agotara por el mero hecho de la primera oferta de alquilarlo. 22. Así, en contra de lo que sostienen la demandada en el procedimiento principal y las partes intervinientes, tanto de la interpretación de los artículos 30 y 36 del Tratado, en lo que a la protección de los derechos de autor se refiere, como de la de la Directiva, se desprende que el derecho exclusivo a autorizar o prohibir el alquiler de una película no se agota por su primer ejercicio en uno de los Estados miembros de la Comunidad. Por lo tanto, el ejercicio de tal derecho en circunstancias como las descritas en la resolución de remisión no infringe dichas disposiciones. 23. Por consiguiente, procede responder al órgano jurisdiccional nacional que los artículos 30 y 36 del Tratado y la Directiva no se oponen a que el titular de un derecho exclusivo de alquiler prohíba en un Estado miembro el alquiler de copias de una obra cinematográfica a pesar de que el alquiler de esas copias haya sido autorizado en el territorio de otro Estado miembro. Costas 24. Los gastos efectuados por los Gobiernos danés, francés, finlandés y del Reino Unido, así como por la Comisión, que han presentado observaciones ante este Tribunal de Justicia, no pueden ser objeto de reembolso. Dado que el procedimiento tiene, para las partes del litigio principal, el carácter de un incidente promovido ante el órgano jurisdiccional nacional, corresponde a éste resolver sobre las costas. En virtud de todo lo expuesto, EL TRIBUNAL DE JUSTICIA, pronunciándose sobre las cuestiones planteadas por el Retten i Ålborg mediante resolución de 7 de febrero de 1997, declara que: Los artículos 30 y 36 del Tratado CE, así como la Directiva 92/100/CEE del Consejo, de 19 de noviembre de 1992, sobre derechos de alquiler y préstamo y otros derechos afines a los derechos de autor en el ámbito de la propiedad intelectual, no se oponen a que el titular de un derecho exclusivo de alquiler prohíba en un Estado miembro el alquiler de copias de una obra cinematográfica a pesar de que el alquiler de esas copias haya sido autorizado en el territorio de otro Estado miembro. ********** TEMA 2-F: Sentencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas (Luxemburgo) de 28 de abril de 1998 Ideas clave: Derecho de distribución: modalidades; venta y alquiler de discos láser; interpretación de la Directiva 92/100/CEE del Consejo, de 19 de noviembre de 1992, sobre derechos de alquiler y préstamo y otros derechos afines a los derechos de autor en el ámbito de la propiedad intelectual SENTENCIA DEL TRIBUNAL DE JUSTICIA de 28 de abril de 1998 «Derecho de autor y derechos afines — Derecho de alquiler y de préstamo — Validez de la Directiva 92/100/CEE» En el asunto C-200/96, que tiene por objeto una petición dirigida al Tribunal de Justicia, con arreglo al artículo 177 del Tratado CE, por el Landgericht Köln (Alemania), destinada a obtener, en el litigio pendiente ante dicho órgano jurisdiccional entre Metronome Musik GmbH y Music Point Hokamp GmbH, una decisión prejudicial sobre la validez del apartado 1 del artículo 1 de la Directiva 92/100/CEE del Consejo, de 19 de noviembre de 1992, sobre derechos de alquiler y préstamo y otros derechos afines a los derechos de autor en el ámbito de la propiedad intelectual (DO L 346, p. 61), EL TRIBUNAL DE JUSTICIA, integrado por los Sres.: G.C. Rodríguez Iglesias, Presidente; C. Gulmann, H. Ragnemalm, M. Wathelet y R. Schintgen, Presidentes de Sala; G.F. Mancini, J.C. Moitinho de Almeida, P.J.G. Kapteyn, D.A.O. Edward, J.-P. Puissochet (Ponente), G. Hirsch, P. Jann y L. Sevón, Jueces; Abogado General: Sr. G. Tesauro; Secretaria: Sra. D. Louterman-Hubeau, administradora principal; consideradas las observaciones escritas presentadas: — En nombre de Metronome Musik GmbH, por el Sr. Hartwig Ahlberg, Abogado de Hamburgo; — en nombre de Music Point Hokamp GmbH, por el Sr. Martin Matzat, Abogado de Münster; — en nombre del Gobierno alemán, por el Sr. Alfred Dittrich, Regierungsdirektor del Bundesministerium für Justiz, asistido por la Sra. Sabine Maass, Regierungsrätin del Bundesministerium für Wirtschaft, en calidad de Agentes; — en nombre del Gobierno francés, por la Sra. Catherine de Salins, sous-directeur de la direction des affaires juridiques del ministère des Affaires étrangères, y el Sr. Philippe Martinet, secrétaire des affaires étrangères de la misma Dirección, en calidad de Agentes; — en nombre del Gobierno italiano, por el Profesor Umberto Leanza, Jefe del servizio del contenzioso diplomatico del ministero degli Affari esteri, en calidad de Agente, asistido por el Sr. Pier Giorgio Ferri, avvocato dello Stato; — en nombre del Gobierno del Reino Unido, por la Sra. Lindsey Nicoll, del Treasury Solicitor's Department, en calidad de Agente, asistida por la Sra. Eleanor Sharpston, Barrister; — en nombre del Consejo de la Unión Europea, por los Sres. Bjarne Hoff-Nielsen, Consejero Jurídico, y Stephan Marquardt, miembro del Servicio Jurídico, en calidad de Agentes; — en nombre de la Comisión de las Comunidades Europeas, por los Sres. Jürgen Grunwald, Consejero Jurídico, y Berend Jan Drijber, miembro del Servicio Jurídico, en calidad de Agentes; habiendo considerado el informe para la vista; oídas las observaciones orales de Metronome Musik GmbH, de Music Point Hokamp GmbH, del Gobierno alemán, del Gobierno italiano, del Consejo y de la Comisión, expuestas en la vista de 21 de octubre de 1997; oídas las conclusiones del Abogado General, presentadas en audiencia pública el 22 de enero de 1998; dicta la siguiente Sentencia 1. Mediante resolución de 18 de abril de 1996, recibida en el Tribunal de Justicia el 13 de junio siguiente, el Landgericht Köln planteó, con arreglo al artículo 177 del Tratado CE, una cuestión prejudicial sobre la validez del apartado 1 del artículo 1 de la Directiva 92/100/CEE del Consejo, de 19 de noviembre de 1992, sobre derechos de alquiler y préstamo y otros derechos afines a los derechos de autor en el ámbito de la propiedad intelectual (DO L 346, p. 61; en su lo sucesivo, «Directiva»). 2. Dicha cuestión se suscitó en el marco de un procedimiento entre Metronome Musik GmbH (en lo sucesivo, «Metronome»), que produce soportes de sonido y, especialmente, discos compactos, y Music Point Hokamp GmbH (en lo sucesivo, «Hokamp»), que regenta, particularmente, un establecimiento de alquiler de tales discos compactos. 3. El apartado 1 del artículo 1 de la Directiva impone a los Estados miembros la obligación de reconocer el derecho a autorizar o prohibir el alquiler y préstamo de originales y copias de obras protegidas por el derecho de autor, así como de otros objetos. En virtud del apartado 4 del mismo artículo, los derechos referidos no se agotan en caso de venta o de otro acto de difusión. Por último, el apartado 1 del artículo 2 establece que el derecho exclusivo de autorizar o prohibir el alquiler o el préstamo corresponderá al autor, respecto del original y de las copias de sus obras; al artista interprete o ejecutante, respecto a las fijaciones de sus actuaciones; al productor de fonogramas, respecto de sus fonogramas, y al productor de la primera fijación de una película, respecto del original y de las copias de sus películas. 4. Del artículo 9 de la Directiva se desprende que, sin perjuicio de las disposiciones específicas relativas al derecho de alquiler y de préstamo y, especialmente, las del apartado 4 del artículo 1, el derecho de distribución, que es un derecho exclusivo de poner a disposición del público, mediante venta u otros medios, uno de los objetos referidos, no se agota salvo en el caso de primera venta en la Comunidad de ese objeto por parte del titular del derecho o con su consentimiento. 5. Por último, el artículo 13, relativo al ámbito de aplicación temporal de la Directiva, en su apartado 3 autoriza a los Estados miembros a disponer que se considere que los titulares han dado su autorización al alquiler o préstamo de un objeto puesto a disposición de terceros o adquirido con anterioridad al 1 de julio de 1994, término establecido para la ejecución de la Directiva. 6. En Alemania se dio cumplimiento a las obligaciones que se derivan de la Directiva mediante la Ley de 23 de junio de 1995 (BGBl. I, p. 842), que modificó la Urheberrechtsgesetz de 9 de septiembre de 1965 (Ley sobre los derechos de autor, BGBl. I, p. 1273; en lo sucesivo, «UrhG»). Esta Ley excluyó, particularmente, el alquiler de las «difusiones posteriores» que eran lícitas cuando el original de la obra o de los ejemplares reproducidos hubieran sido puestos en circulación con el consentimiento del titular del derecho de difusión. 7. Sobre la base las nuevas disposiciones de la UrhG, Metronome, que ha producido el disco compacto «Planet Punk», grabado por el conjunto «Die Ärzte» y publicado el 15 de septiembre de 1995, demandó a Hokamp ante el Landgericht Köln, en un procedimiento de medidas provisionales conducente a la prohibición del alquiler por ésta de dicho disco compacto. 8. El 4 de diciembre de 1995, el órgano jurisdiccional que conocía del asunto dictó una resolución provisional prohibiendo a la demandada ofrecer dicho disco compacto en alquiler y alquilarlo en Alemania. 9. Sin embargo, Hokamp se opuso a dicha prohibición alegando que las citadas disposiciones de la Directiva y las de la UrhG que la ejecutan eran contrarias a los derechos fundamentales garantizados por el Derecho comunitario y por el Derecho constitucional y, particularmente, al derecho al libre ejercicio de una actividad profesional. 10. Al examinar esta oposición el Landgericht Köln ha albergado ciertas dudas sobre la validez del establecimiento de un derecho de alquiler exclusivo que, entre otros, produce el efecto de menoscabar el desarrollo de una actividad profesional libremente ejercida hasta entonces. En consecuencia, el órgano jurisdiccional nacional decidió plantear al Tribunal de Justicia la siguiente cuestión prejudicial: «El establecimiento de un derecho de alquiler exclusivo, vulnerando así el principio del agotamiento del derecho de distribución, mediante el apartado 1 del artículo 1 de la Directiva 92/100/CEE del Consejo, de 19 de noviembre de 1992, sobre derechos de alquiler y préstamo y otros derechos afines a los derechos de autor en el ámbito de la propiedad intelectual, ¿es compatible con el Derecho comunitario y, en particular, con los derechos fundamentales en los que éste se sustenta?» 11. Metronome, los Gobiernos alemán, francés, italiano y del Reino Unido, así como el Consejo y la Comisión consideran que la Directiva es válida. Alegan, esencialmente, que el derecho de alquiler exclusivo recogido, por lo demás, en Convenios internacionales de los que la Comunidad y los Estados miembros son partes, responde a objetivos de interés general en materia de propiedad intelectual y no conculca la sustancia del derecho al libre ejercicio de una actividad profesional. 12. Por el contrario, Hokamp sostiene que el establecimiento de tal derecho por la Directiva debe considerarse nulo porque vulnera los derechos fundamentales de las empresas que desarrollan una actividad de alquiler, entre los que se encuentra el derecho al libre ejercicio de una actividad profesional, y porque falsea la competencia en los Estados miembros en los que esta actividad era independiente de los productores de fonogramas. 13. En primer lugar, procede señalar que, como se desprende de los fundamentos de Derecho de la resolución de remisión y del propio texto de la cuestión planteada por el órgano jurisdiccional nacional, ésta denuncia la violación del principio de agotamiento de los derechos de distribución mediante el establecimiento de un derecho de alquiler exclusivo en caso de comercialización, por el titular del derecho o con su consentimiento, de obras protegidas por el derecho de autor. 14. Este principio resulta de reiterada jurisprudencia del Tribunal de Justicia según la cual, si bien el artículo 36 del Tratado CE permite excepciones a la libre circulación de mercancías a causa de derechos reconocidos por las legislaciones nacionales en materia de protección de la propiedad industrial y comercial, tales excepciones sólo se admiten en la medida en que estén justificadas por la protección de los derechos que constituyen el objeto específico de esta propiedad. Ahora bien, el derecho de exclusiva garantizado por la legislación de un Estado miembro en materia de propiedad industrial y comercial agota sus efectos cuando un producto ha sido comercializado legalmente en el mercado de otro Estado miembro por el propio titular del derecho o con su consentimiento (véanse, especialmente, las sentencias de 20 de enero de 1981, Musik-Vertrieb membran y K-tel International, asuntos acumulados 55/80 y 57/80, Rec. p. 147, apartados 10 y 15, y de 22 de enero de 1981, Dansk Supermarked, 58/80, Rec. p. 181, apartado 11). 15. No obstante, como recordó el Tribunal de Justicia en la sentencia de 17 de mayo de 1988, Warner Brothers y Metronome Video (158/86, Rec. p. 2605), las obras literarias y artísticas pueden ser objeto de explotación comercial a través de formas distintas de la venta de los soportes materiales en que se concretan. Esto sucede, por ejemplo, con el alquiler de casetes de vídeo, que interesa a un público distinto del de la venta y que constituye una fuente potencial de ingresos importante para los autores de películas. 16. A este respecto, el Tribunal de Justicia declaró que al no autorizar la percepción de derechos de autor más que con motivo de ventas realizadas igual a simples particulares que a los que luego alquilan las casetes, no es posible garantizar a los autores de películas una remuneración proporcional al número de alquileres efectivamente realizados y que reserve a dichos autores una parte satisfactoria del mercado del alquiler. En consecuencia, las legislaciones que han establecido recientemente una protección específica del derecho de alquilar las casetes parecen justificarse por la protección de la propiedad industrial y comercial en el sentido del artículo 36 del Tratado (sentencia Warner Brothers y Metronome Video, antes citada, apartados 15 y 16). 17. En la misma sentencia el Tribunal de Justicia, además, desestimó la alegación basada en el hecho de que un autor que haya puesto a la venta la casete de video de una película en un Estado miembro en el que la legislación no le reconoce ningún derecho exclusivo sobre su alquiler debería aceptar las consecuencias de su elección y la extinción de su derecho a oponerse al alquiler de esa casete de vídeo en cualquier otro Estado miembro. En efecto, cuando una legislación nacional reconoce a los autores un derecho concreto de alquilar las casetes de vídeo, tal derecho quedaría vacío de contenido si su titular no estuviera en condiciones de autorizar los alquileres (apartados 17 y 18). 18. Como ha señalado el Abogado General en el punto 14 de sus conclusiones, por definición, la puesta en circulación de un soporte de sonido, no significa, pues, que se puedan realizar lícitamente otros actos de explotación de la obra protegida, tales como el alquiler, que tengan una naturaleza distinta de la de la venta o de cualquier otro acto de distribución lícito. Al igual que el derecho de representación mediante ejecución pública de una obra (véase al respecto la sentencia de 13 de julio de 1989, Tournier, 395/87, Rec. p. 2521, apartados 12 y 13), el derecho de alquiler sigue siendo una de las prerrogativas del autor o del productor a pesar de la venta del soporte material que contiene la obra. 19. Por consiguiente, es justificada la diferencia que resulta de la Directiva entre los efectos del derecho específico de alquiler y de préstamo, tal como se contempla en su artículo 1, y los del derecho de distribución, regulado por su artículo 9 y definido como un derecho exclusivo de poner a disposición del público, principalmente mediante la venta, uno de los objetos referidos. Mientras el primero no se agota mediante la venta o cualquier otro acto de difusión de ese objeto, el segundo se agota, precisamente, sólo en el caso de primera venta en la Comunidad por parte del titular del derecho o con su consentimiento. 20. En consecuencia, el establecimiento por la legislación comunitaria de un derecho de alquiler exclusivo no puede constituir una violación del principio del agotamiento del derecho de distribución, cuyos objeto y ámbito de aplicación son distintos. 21. Acto seguido, debe recordarse que, según reiterada jurisprudencia, el libre ejercicio de una actividad profesional, al igual que el derecho de propiedad, forma parte de los principios generales del Derecho comunitario. No obstante, estos principios no constituyen prerrogativas absolutas, sino que deben tomarse en consideración en relación con su función en la sociedad. Por consiguiente, pueden imponerse restricciones al libre ejercicio de una actividad profesional, así como al derecho de propiedad, siempre y cuando estas restricciones respondan efectivamente a objetivos de interés general perseguidos por la Comunidad Europea y no constituyan, habida cuenta del objetivo perseguido, una intervención desmesurada e intolerable que afecte a la propia esencia de los derechos así garantizados (véase, especialmente, la sentencia de 17 de octubre de 1995, Fishermen's Organisations y otros, C-44/94, Rec. p. I-3115, apartado 55). 22. La Directiva tiene por objeto establecer una protección jurídica armonizada en la Comunidad en lo que atañe al derecho de alquiler y de préstamo y algunos derechos afines al derecho de autor en el ámbito de la propiedad intelectual. Según sus tres primeros considerandos, el objeto de esta armonización es eliminar las diferencias existentes entre las legislaciones nacionales que pueden ser fuente de obstáculos al comercio y de distorsiones de la competencia que impiden el buen funcionamiento y la realización del mercado interior. Como se desprende más concretamente de los considerandos cuarto, quinto y séptimo de la Directiva, el derecho de alquiler, que tiene cada vez más importancia para el desarrollo económico y cultural de la Comunidad debido a que la piratería constituye una amenaza cada vez más grave, debe, particularmente, permitir garantizar a los autores, artistas intérpretes o ejecutantes unos ingresos suficientes y amortizar las inversiones extremadamente elevadas y aleatorias que, en particular, exige la producción de fonogramas y de películas. 23. Dichos objetivos son, efectivamente, acordes con los objetivos de interés general perseguidos por la Comunidad. A este respecto debe recordarse, especialmente, que la protección de la propiedad literaria y artística, que forma parte de la propiedad industrial y comercial en los términos del artículo 36 del Tratado, constituye una de las razones de interés general que pueden justificar restricciones a la libre circulación de mercancías (véase la sentencia Warner Brothers y Metronome Video, antes citada, apartado 11). Procede señalar asimismo que el desarrollo cultural de la Comunidad forma parte de los objetivos postulados por el artículo 128 del Tratado CE, en su redacción dada por el Tratado de la Unión Europea, cuyo objetivo consiste, particularmente, en favorecer la creación artística y literaria. 24. En relación, más concretamente, con la inclusión de los productores de fonogramas entre aquellas personas a quienes asiste el derecho exclusivo de alquiler, denunciada por la demandada en el procedimiento principal, resulta justificada por la protección de las inversiones sumamente elevadas y aleatorias que exige la producción de fonogramas, indispensables para que los autores prosigan la actividad de creación de nuevas obras. Como explica el Abogado General en el punto 26 de sus conclusiones, la atribución a los productores de un derecho exclusivo constituye, ciertamente, la forma más eficaz de protección, habida cuenta, especialmente, de la evolución de las nuevas tecnologías y de la amenaza cada vez más grave que constituye la piratería, favorecida por la suma facilidad de reproducción de los soportes de sonido. De no existir tal derecho, la remuneración de los que invierten en la realización de dichos productos correría el riesgo de no estar adecuadamente garantizada, lo cual no dejaría de repercutir en la actividad de creación de nuevas obras. 25. A mayor abundamiento, como ha señalado la mayoría de los interesados, la obligación de establecer un derecho exclusivo a autorizar o prohibir el alquiler comercial de dichos productos en favor de los productores de fonogramas y de cualquier otro titular de derechos sobre los fonogramas se ajusta a lo establecido por el artículo 11 en relación con el artículo 14 del Acuerdo sobre los aspectos de los derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio (TRIPs), anexo al Acuerdo por el que se establece la Organización Mundial del Comercio, firmado en Marrakech el 15 de abril de 1994 y aprobado mediante la Decisión 94/800/CE del Consejo, de 22 de diciembre de 1994, relativa a la celebración en nombre de la Comunidad Europea, por lo que respecta a los temas de su competencia, de los acuerdos resultantes de las negociaciones unilaterales de la ronda Uruguay (1986-1994) (DO L 336, p. 1). 26. Por consiguiente, el principio general de libre ejercicio de una actividad profesional no puede interpretarse independientemente de los principios generales relativos a la protección de los derechos de propiedad intelectual ni de las obligaciones internacionales contraídas en este ámbito por la Comunidad y por los Estados miembros. En la medida en que no parece que los objetivos perseguidos hubieran podido lograrse mediante medidas que implicaran una mayor protección del libre ejercicio de la actividad de las personas o de las empresas especializadas en el alquiler comercial de fonogramas, las consecuencias del establecimiento de un derecho de alquiler exclusivo no pueden considerarse desmesuradas ni intolerables. 27. A este respecto procede señalar además que, independientemente de las medidas transitorias enunciadas en el artículo 13 de la Directiva, ésta no conduce a la supresión de toda posibilidad de alquiler. En efecto, los arrendadores profesionales pueden negociar con los titulares de derechos con el fin de obtener, sobre la base de condiciones aceptables por ambas partes, la autorización para alquilar los objetos controvertidos o una licencia contractual. 28. En cuanto a las distorsiones de la competencia alegadas por la demandada en el procedimiento principal a causa de las prohibiciones globales de alquiler decididas por determinados grupos de producción de fonogramas, baste señalar que, aun suponiendo que existan, tales distorsiones no son consecuencia directa de las disposiciones controvertidas, las cuales no tienen el objeto ni producen el efecto de llevar necesariamente a los interesados a prohibir sistemáticamente el alquiler de sus productos con la única finalidad de eliminar competidores en el mercado del alquiler. 29. En consecuencia, procede responder al órgano jurisdiccional remitente que el examen de la cuestión prejudicial no ha revelado ningún elemento que pueda afectar a la validez del apartado 1 del artículo 1 de la Directiva. Costas 30. Los gastos efectuados por los Gobiernos alemán, francés, italiano y del Reino Unido, así como por el Consejo de la Unión Europea y la Comisión de las Comunidades Europeas, que han presentado observaciones ante este Tribunal de Justicia, no pueden ser objeto de reembolso. Dado que el procedimiento tiene, para las partes del litigio principal, el carácter de un incidente promovido ante el órgano jurisdiccional nacional, corresponde a éste resolver sobre las costas. En virtud de todo lo expuesto, EL TRIBUNAL DE JUSTICIA pronunciándose sobre las cuestiones planteadas por el Landgericht Köln mediante resolución de 18 de abril de 1996, declara: El examen de la cuestión prejudicial no ha revelado ningún elemento que pueda afectar a la validez del apartado 1 del artículo 1 de la Directiva 92/100/CEE del Consejo, de 19 de noviembre de 1992, sobre derechos de alquiler y préstamo y otros derechos afines a los derechos de autor en el ámbito de la propiedad intelectual.