CONGRESO ABIERTO 2007 U. of Saskatchewan (Saskatoon, Canadá)

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CONGRESO ABIERTO 2007
XLIII Congreso de la Asociación Canadiense de Hispanistas, 2007
U. of Saskatchewan (Saskatoon, Canadá)
Estrategias de aprendizaje y aprendizaje autónomo
Jesús Ángel Miguel García
Instituto Español de Manitoba
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Los constantes desarrollos en los campos de la tecnología y de la comunicación global
han hecho que se haga mayor hincapié en la necesidad de desarrollar entre los estudiantes
las destrezas y habilidades necesarias para un aprendizaje continuo. Tanto en el mundo
laboral como fuera de él, se requiere flexibilidad y versatilidad. La sociedad exige de los
estudiantes una serie de habilidades transferibles, así como una actitud y capacidad para
poder desarrollar y modificar dichas destrezas. Los diversos cambios en actitudes y
metodología están haciendo que no sólo la enseñanza y el aprendizaje tradicional,
dirigido en el aula por el profesor, estén cambiando, sino también el aprendizaje a
distancia y abierto. Lo verdaderamente crucial —como apunta Dickinson (1992)— es
que «todos los alumnos necesitan aprender a independizarse del profesor». Sin embargo,
no basta con mandarles al laboratorio de lenguas, a la biblioteca o a páginas en la red con
programas de lenguas. Lo que se requiere es un enfoque de aprendizaje y enseñanza que
promueva una mayor concienciación entre los estudiantes de que necesitan no sólo
habilidades y estrategias para aprender una lengua, sino también, y lo que es más
importante, las que necesitarán para poder desarrollar la habilidad de gestión de su propio
aprendizaje y poder responsabilizarse de la dirección que quieran dar a dicho aprendizaje
a lo largo de su vida.
Aunque el apoyar a los estudiantes haya sido una de las principales prioridades de los
profesores, tal vez demasido apoyo haya creado dependencia por parte del alumnado.
Muchos profesores y alumnos se sienten cómodos con esta situación. Empero —y
parafraseando a Race (1994)— cuando a uno se le enseña, con frecuencia se inhibe,
precisamente, el desarrollo de la habilidad para gestionar uno mismo su propio el
aprendizaje. Por el contrario, los caminos del aprendizaje flexible conducen a fomentar
esa habilidad.
En esta ponencia se analizará:
- la definición de las estrategias de aprendizaje;
- las diferentes categorías de las estrategias y cómo se usan en el aprendizaje de
una segunda lengua;
- las posibilidades y el potencial que tiene la enseñanza de estrategias de
aprendizaje;
- la importancia de las estrategias de aprendizaje en el desarrollo de la autonomía
del estudiante.
Estrategias de aprendizaje
En los últimos años, mientras se buscaba cómo desarrollar y refinar el aprendizaje de una
segunda lengua y cómo hacer que su práctica fuera más eficaz, se ha puesto mayor
atención no sólo en cómo enseñar mejor y apoyar al alumnado, sino también en cómo
aprenden los estudiantes una segunda lengua. Las estrategias que emplea un alumno de
manera espontánea a la hora de aprender una segunda lengua puede hacer que aquéllas
sean la clave para que el estudiante aprenda eficaz y satisfactoriamente. Las estrategias
que resultan eficaces son «las estrategias usadas por gente que es buena a la hora de
aprender una segunda lengua» (Cook, 1991).
Según Wenden (1987), «en los trabajos de investigación, a las estrategias se las ha dado
en llamar “técnicas”, “tácticas”, “planes conscientes en potencia”, “operaciones
empleadas conscientemente”, “destrezas de aprendizaje”, “destrezas básicas”, “destrezas
funcionales”, “habilidades cognitivas”, “estrategias de procesamiento de lenguas”,
“procedimientos de solución de problemas”. Todos estos términos indican el carácter
inaprensible del concepto».
En consecuencia, ¿cómo podemos entender y definir las estrategias del estudiante? «Las
estrategias de aprendizaje son los procedimientos que emplea un estudiante para
conseguir que el aprendizaje que hace de una lengua sea lo más eficaz posible» (Mitchell
y Lyles, 1998). O’Malley y Chamot (1990) recurren a teorías de la psicología cognitiva
que describen los procesos por los cuales se aprehenden conocimientos que se almacenan
en la memoria a corto y a largo plazo, lugar donde se reorganizan y se automatizan.
Dicho proceso se aplica al campo de la adquisición de una segunda lengua, en donde a las
estrategias de aprendizaje se las definen como «maneras especiales para procesar la
información que mejoran la comprensión, el aprendizaje o la retención de la
información». Por lo tanto, las estrategias de aprendizaje tienen relevancia y afectan a
todos los aspectos de nuestro aprendizaje. Dentro del contexto del aprendizaje de una
segunda lengua, Cook (1991) define estrategia como «una elección que hace el estudiante
cuando utiliza una segunda lengua y que influye en su aprendizaje». O’Malley y Chamot
(1990) agrupan las estrategias de aprendizaje en las siguientes categorías:
- estrategias metacognitivas: estrategias que se usan para tomar decisiones sobre
aprendizaje, organizarlo y gestionarlo;
- estrategias cognitivas: estrategias que se usan directamente para procesar la
información con la que uno se encuentra y que uno emplea;
- estrategias sociales y afectivas: estrategias que tienen que ver con el estudiante y
con la actitud de éste hacia la lengua que estudia, la cultura de dicha lengua y sus
gentes.
Pasemos a examinar una aplicación práctica y concreta de dichas estrategias. Imaginemos
que hemos pedido a nuestros alumnos de español que hagan una presentación oral para la
próxima clase. Deberán hablar en español sobre algunos aspectos de la cultura española o
hispanoamericana. Lo más seguro es que los mejores alumnos empleen las siguientes
estrategias:
- metacognitivas: planificarán el contexto de la presentación y verán qué recursos
han de usar para encontrar la información más relevante, a la vez que deciden qué
escribir y organizan la estructura de dicha presentación. También controlarán el
tiempo que se les ha dado para hacer el trabajo, y se fijarán en las diferentes
etapas; evaluando, por último, el producto final;
- cognitivas: procesarán la información en español, resumiendo, buscando cómo
expresar algo de otro modo, memorizando o ensayando. Estrategias todas ellas.
- sociales: preguntarán a sus compañeros, a su profesor o a otra gente para
encontrar información, pedir consejo o ayuda. Así se pueden crean oportunidades
para establecer contacto o relacionarse con hispanohablantes cara a cara o bien
por correo electrónico o por teléfono con vistas a mejorar los conocimientos
culturales que tienen o, simplemente, para poder hablar, leer o escribir en español,
por ejemplo, a través de un foro de discusión en la red.
- afectivas: buscarán maneras de controlar los nervios o la falta de confianza en sí
mismos, a la vez que adoptan una actitud positiva durante la fase de investigación
sobre la cultura hispana.
El ejemplo arriba mencionado muestra la relación que existe entre las estrategias que se
requieren para completar una tarea de aprendizaje de un modo eficaz y satisfactorio. La
tarea en sí no tiene por qué ser ambiciosa. Las estrategias entran a formar parte en todas y
cada una de las fases de aprendizaje, así como en las cuatro destrezas lingüísticas. Como
bien dice Oxford (1990): «Las estrategias son especialmente importantes en el
aprendizaje de una lengua porque son instrumentos que sirven para involucrarse de forma
activa y que uno puede dirigir y controlar». El estudiante de español emplea tales
estrategias siempre que usa dicha lengua.
R. L. Oxford ofrece una perspectiva complementaria sobre las categorías en las que se
pueden agrupar las estrategias. Oxford crea una categoría independiente para las
estrategias relacionadas con la memoria, a la vez que hace de lo social y afectivo dos
categorías diferentes. Asimismo, añade a la lista la categoría de estrategias de
compensación, también conocidas como estrategias de comunicación, que el estudiante
usa para compensar y salvar obstáculos en su producción escrita u oral. Es más, Oxford
distingue entre estrategias directas e indirectas. Las estrategias directas son tres, a saber,
la memoria, la cognición y la compensación, y describen la interacción entre el estudiante
con la lengua en sí, por ejemplo aprendiendo de memoria vocabulario. Las estrategias
indirectas —las metacognitivas, afectivas y sociales— tienen lugar cuando se dejan de
usar o, por el contrario, se emplean diversos enfoques a la hora de aprender, por ejemplo
cuando se decide cuándo se ha de aprender vocabulario, qué métodos se van usar y, en
general, cómo integrar tareas y estrategias, y cuando se observa su eficacia.
Muchos profesores de español, en sí buenos estudiantes de lenguas, enseñan a sus
alumnos ciertos trucos o estrategias que ven que dan resultado al reconocer lo valiosos
que resultan. Los enfoques actuales de enseñanza promueven el uso de destrezas de
estudio tales como aprender a tomar apuntes en clase, usar diccionarios, buscar
información en la red, etc. A muchos alumnos de secundaria se les dan diarios donde
escriben su tarea o plantillas para inculcarles hábitos de aprendizaje. Si hoy en día los
profesores cuentan con una taxonomía de estrategias de aprendizaje, ¿es viable entonces
que éstos faciliten el acceso y revelen a sus estudiantes, formándoles en el uso de
estrategias, los secretos de cómo aprender bien, eficaz y correctamente? Una salvedad
aquí. Si tenemos en cuenta la motivación del alumno, su personalidad y su bagaje
cultural, tal vez los profesores ejercen muy poca influencia en los corportamientos
sociales y afectivos que afectan al aprendizaje de lenguas de una persona. Si embargo, lo
que sí sabemos es que los estudiantes que aprenden eficazmente se sienten más seguros,
como es lógico, en su habilidad para aprender. Al ayudar a nuestros alumnos de español a
conseguir ese logro inicial mediante el uso de estrategias, es posible que podamos
cambiar el curso de sus experiencias en el aprendizaje de lenguas y llevarles a disfrutar
de experiencias positivas con el español. No en vano, cuando cambiamos las experiencias
de alguien, cambiamos su manera de pensar.
La mayoría de los estudiantes usan estrategias sin ser conscientes de que las usan y tan
sólo se dan cuenta de que las emplean cuando se encuentran con nuevos materiales cuya
información necesitan procesar o cuando se topan con un problema que require ser
resuelto. Si conseguimos que los estudiantes de español sean más conscientes del proceso
de aprendizaje que siguen, entonces será más fácil que aprendan a que dicho proceso sea
más eficaz. Según Oxford (1990), «se debe afinar, a través de la formación, la destreza
que se usa conscientemente en dirigir uno mismo su propio aprendizaje y el uso que se
hace de la estrategia». Chamot y O’Malley (1987) están convencidos de la eficacia de la
formación en el uso de estrategias:
«Se pueden enseñar estrategias. Aquellos estudiantes a los que se les enseñan
estrategias y se les proporciona suficientes oportunidades para ponerlas en
práctica aprenderán mucho mejor que aquellos estudiantes que no tienen ninguna
experiencia en estrategias de aprendizaje».
«Las estrategias de aprendizaje se transfieren a nuevas tareas. Una vez que los
estudiantes se han acostrumbrado a usar estrategias de aprendizaje, aplicarán
dichas estrategias a tareas nuevas, similares a las actividades de aprendizaje en las
que se les formó al principio».
Como resultado de varios trabajos de investigación llevados a cabo por O’Malley y
Chamot sobre formación en estrategias, ambos autores ponen sobre el tapete la cuestión
de si la formación en estrategias debería formar parte íntegra o no de los materiales para
aprender una segunda lengua, o si necesita enseñar a los profesores en cómo formar en el
uso de estrategias. Hay que decir que, en sus trabajos de investigación, O’Malley y
Chamot dan cuenta de tan sólo unos pocos resultados satisfactorios al respecto. Además,
aunque constataron cierto progreso en algunas destrezas al cabo de una semana de
formación y práctica, no hicieron ningún estudio de seguimiento para comprobar si los
efectos duraron o no. Tales resultados, tan variados y tan poco concluyentes, hacen que
muchos pedagogos cuestionen la validez y eficicia de formar en el uso de estrategias.
Muchos se muestran muy cautelosos a la hora de intervenir. Así las cosas, McDonough
(1995), por ejemplo, hace hincapié en la variedad que existe entre las personas a la hora
de usar estrategias de aprendizaje y, por ende, dice que «el incorporar en textos didácticos
ciertas estrategias, por muy buenas que sean, puede restringir en vez de incrementar la
capacidad del estudiante». Asimismo, aventura a afirmar que «las estrategias no son
necesariamente buenas en sí mismas: prácticamente toda estrategia puede conducir al
fracaso si se emplea incorrectamente». Un estudiante con poco dominio del español que
intente adivinar constantemente puede que no acierte la mayoría de las veces, mientras
que un buen estudiante de español que intente adivinar con fundamento tendrá más
posibilidades de que no yerre. Para algunos estudiantes las nuevas estrategias no resultan
tan eficaces como los enfoques que ya se han puesto en práctica y evaluado. Huelga decir
que cuando se promueve el uso de ciertas estrategias y su puesta en práctica es crucial
tener en consideración las diferencias culturales de los estudiantes, y darles, a su vez,
libertad para que puedan elegir. Como botón de muestra, mencionaremos un trabajo de
investigación (O’Malley y Chamot, 1990) en el que algunos estudiantes asiáticos de un
grupo en particular, prefirieron usar la repetición de memoria a usar una estrategia nueva,
como agrupar palabras e «imaginarse a sí mismos interactuando con el objeto en
cuestión mientras usaban el nombre de dicho objeto». Los que emplearon la primera
estrategia superaron a otros estudiantes que habían usado la segunda estrategia.
Cook (1991) se pregunta si se necesita que se enseñen ciertas estrategias. De hecho, ya
usamos estrategias de comunicación y compensación en nuestra lengua materna cada vez
que nos encontramos con una nueva palabra o término que no conocíamos o
recordábamos. Sin embargo, Cook cree que el prestar atención a tales estrategias y a la
transferencia a la hora de usar e inteaccionar en una segunda lengua puede resultar
beneficioso. Estrategias de compensación tales como depender de pistas lingüísticas u
otro tipo de pistas para adivinar y averiguar lo que se le dice a uno o usar gestos para
transmitir lo que se quiere decir son muy importantes para los estudiantes que están
aprendiendo una segunda lengua, puesto que les permite involucrarse en su proceso de
aprendizaje, ayudándoles a prolongar el tiempo que pasan expuestos a dicha lengua, a la
vez que aumentan el número de oportunidades no sólo para entender la segunda lengua
sino también para usarla. De cualquier forma, el intentar únicamente hacer que el
estudiante sea consciente del uso de estrategias puede que no sea suficiente para que se
dé un aprendizaje eficaz si las propias estrategias del alumno no son eficaces de por sí.
En un estudio sobre trabajos de investigación referidos a estrategias de aprendizaje,
Cohen (1998) concluye que:
«Tanto los buenos estudiantes como los no tan buenos, independientemente del
nivel de dominio de una lengua en el que se encuentren, pueden aprender a
mejorar la comprensión que tienen y la producción de una lengua extranjera, a la
vez que es preferible una enseñanza clara y explícita en el desarrollo, puesta en
práctica y transferencia de las estrategias de aprendizaje de una lengua, a una
enseñanza implícita».
Así, por ejemplo, el 80% de los estudiantes del Instituto Español que tomaron parte en un
estudio sobre estrategias de escucha, y tras trabajar con ellos diferentes estrategias,
dijeron que habían mejorado a la hora de escuchar a gente hablando en español y que
entendían más. La mayoría había aprendido nuevas estrategias para mejorar su
comprensión auditiva y habían adoptado para uso propio, a corto y a largo plazo, aquellas
que encontraron más útiles.
El profesor de español puede ayudar a sus alumnos a diagnosticar el uso que hacen éstos
de sus procesos mentales, es decir, de sus estrategias cognitivas, con cuestionarios para
facilitar que reflexionen y analicen qué estrategias usan, a qué categoría corresponde y
con qué frecuencia. Así es como se les ayuda a pensar sobre la forma en la que aprenden.
Otras posibles técnicas para identificar y diagnosticar las estrategias de los alumnos son:
entrevistas y diarios donde describen todo lo relacionado con su aprendizaje del español o
el pensar en voz alta cuando hacen una actividad. En muchos casos, el sólo hecho de
presentarles o hacerles ver las estrategias que ya usan o las que emplean otros estudiantes
es suficiente para que empiecen a poner en práctica las que resultan eficaces.
Como colofón, digamos que el profesor de español, tanto en el aula presencia como en la
clase virtual, ha de aclimatarse a un ambiente de cambios constantes y ser flexible en su
enfoque y planteamiento. Además de enseñar, el profesor de español debe desarrollar
métodos que faciliten el aprendizaje y acoger calurosamente la cada vez mayor necesidad
de adquirir o desarrollar las destrezas necesarias para formar al estudiante.
BIBLIOGRAFÍA
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