Cuidado personal Isabel del Hoyo Ana Bollullos APNA- CÁDIZ Las habilidades que conforman el área de CUIDADO PERSONAL incluyen una serie de competencias que hacen referencia al conocimiento y control que los/as niños/as van alcanzando de sí mismos y a la capacidad de utilizar dichos conocimientos en las demandas que la vida diaria nos impone. Las habilidades adaptativas que dan forma al ámbito de aprendizaje que conduce a la autonomía e independencia de cualquier persona, engloba un amplio abanico de destrezas que tienen su origen en el desarrollo senso-perceptivo y motor del individuo. El uso de los sentidos para explorar, identificar y expresar sensaciones, percepciones, necesidades y emociones hacen referencia a ese desarrollo senso-perceptivo del que hablábamos antes. Por otro lado, el desarrollo motor, implica la coordinación y control del cuerpo y de sus miembros, superiores e inferiores, para llevar a cabo acciones y actividades de la vida cotidiana y doméstica. Algunas personas con graves alteraciones del desarrollo, pueden tener especialmente afectada la capacidad para extraer información del entorno a través del desarrollo sensorial, perceptivo y motriz, dependiendo casi totalmente de la supervisión y guía de otro para empezar a interactuar con el medio, tomar conciencia del mismo y aprender a controlarlo. Siguiendo la línea evolutiva del desarrollo normal de una persona, tras el desarrollo senso-perceptivo y motriz, el siguiente paso hacia la autonomía personal es el aprendizaje para el cuidado personal como comer, vestirse, asearse y arreglarse. Por lo tanto, será imprescindible un mínimo desarrollo sensorial y motor, base de estos Vestido Los hábitos y habilidades que tienen que ver con el vestido están relacionados con competencias que van desde vestirse y desnudarse de forma independiente, hasta el cuidado y adquisición de la propia ropa. Disfrutar de la máxima autonomía personal en una actividad como es el vestido, supone gozar de una serie de destrezas que cualquier niño/a tardaría varios años en adquirir, puesto que la enseñanza de estas habilidades van más allá del autocuidado, trabajándose al mismo tiempo otro tipo de nociones, como pueden ser conceptos espaciales, temporales y sociales. Esta enseñanza, además, presupone una implicación activa del sujeto en la tarea y no una simple tolerancia de la misma, por lo tanto, será la colaboración, el primer objetivo que nos planteemos. Posteriormente, será aconsejable, la estructuración en grados de creciente dificultad, de la línea didáctica a seguir en el desarrollo de dichas habilidades. Es la experiencia la que nos dicta qué habilidades debemos comenzar a trabajar, empezando por aquellas que van más unidas a la práctica diaria y que más posibilidades de éxito tienen. En relación a las estrategias metodológicas empleadas, la más utilizada es la del encadenamiento hacia atrás, donde cada paso deberá ser reforzado aunque la contribución del sujeto en la realización de la actividad haya sido mínima. De manera gradual iremos alejando la ayuda prestada hasta que la persona, objeto de la intervención, haya adquirido las competencias necesarias para realizar cada paso por sí misma. Será interesante también, para facilitar la tarea de aprendizaje, verbalizar cada paso de la misma con instrucciones que sean sencillas y empleando palabras que tengamos la certeza de que comprenderá. Otro tipo de ayudas que será conveniente utilizar, son las ayudas visuales, puesto que el empleo de gráficos y pictogramas facilitará la adquisición de estas destrezas. Siguiendo con las técnicas de enseñanza utilizadas, con frecuencia, un buen procedimiento para ayudar a nuestro/a alumno/a a entender lo que queremos que haga el modelado, dándole la oportunidad de ver, en este caso, cómo otros se visten. Será importante intentar vestirle siempre en el mismo orden, para que de esta manera, aprenda a anticipar, siendo el aprendizaje más rápido si todos los días pasa por el mismo proceso. También será necesario elaborar un registro de los contenidos que vamos a trabajar, además de programar de manera individual cada una de las intervenciones que vayamos a llevar a cabo. Comida Dentro de este apartado se incluye un variado repertorio de habilidades que van desde comer solo a preparar recetas de cocina u organizar la despensa. El paso inicial es que el niño o la niña llegue a comer y beber solo, actividad que suele ser gratificante en sí misma, funcional, necesaria y rutinaria, en el sentido de que hay que ponerla en práctica todos los días varias veces. De nuevo, es imprescindible la colaboración y coordinación con la familia ya que es en el seno familiar donde más ocasiones se ejecuta estas actividades. Las actitudes de sobreprotección de la familia lo único que pueden provocar es un aprendizaje más lento por parte del niño o niña. Merece la pena poner especial interés en enseñar a comer y beber de forma independiente. El repertorio de habilidades a enseñar es muy amplio: presionar los útiles de comer correctamente, coordinación de movimientos, adecuada posición postural, … Una vez seleccionado los contenidos a enseñar, es conveniente dividirlos en pequeños pasos, apoyados por la ayuda física y verbal, el moldeado y el encadenamiento hacia atrás, aprendiendo siempre el último paso en los que hemos dividido la tarea; a continuación, el penúltimo hasta que poco a poco vaya asimilando todos los pasos. La presencia de ayuda física por parte del monitor o la familia, al principio, es fundamental. Debemos ayudarle a hacer todos los movimientos necesarios: coger la cuchara, dirigirla a la boca, sacar la cuchara, llevarla al plato,…y en la medida que vaya dominando la tarea, nuestra ayuda física debemos ir retirandola progresivamente. También es un buen recurso el uso de gráficos y pictogramas para la adquisición de estos aprendizajes. Para asegurar el éxito también es conveniente usar materiales y utensilios fáciles de manejar y, si fuera necesario, hacer algunas adaptaciones materiales que faciliten el aprendizaje: cucharas con mangos anchos o redondos, platos hondos mejor que llanos, vasos con asideros, platos de base adherentes para que no se muevan,… Una vez que el niño o niña domine las tareas básicas de comer y beber, nos podemos centrar en otros aspectos colaterales: ritmo, cantidad de comida o bebida, la higiene,… En un nivel más avanzado, la posibilidad de planificar objetivos entorno a la preparación de recetas para algunos eventos, abre el repertorio de actividades funcionales y con alto valor adaptativo desde el punto de vista social. Desde hacer la lista de la compra, comprar, ordenar los productos, elaborar recetas, degustar lo cocinado, recoger y limpiar lo usado hasta otros aspectos como puede ser el fomento de la elección, comunicación, uso de los recursos comunitarios,… Como se puede comprobar, son actividades que no debemos olvidar en nuestros programas de trabajo ya que no se limitan al entorno familiar ni residencial, y que diariamente aparecen situaciones naturales que podemos aprovechar: cumpleaños, desayunos, fiestas, comedor del centro… y todas las posibilidades que el entorno nos puede proporcionar para hacer más generalizable las habilidades aprendidas dentro de esta área. Aseo El aprendizaje de aquellas destrezas mecánicas que son necesarias para el aseo, puede llevarse a cabo sin grandes dificultades, debido a que la jornada diaria nos ofrece numerosas oportunidades para practicar. De vital importancia será contextualizar esas conductas, es decir, asociarlas con situaciones cotidianas concretas, dando, de este modo, un sentido a la acción, ya que conferirle una finalidad al acto de lavarse motivará al sujeto para adquirir esas conductas. No podemos olvidar que en el aprendizaje de estas habilidades debemos incluir también, la adquisición de conceptos como limpio-sucio, frío-caliente-templado, asociaciones rojo-caliente, azul-frío, olores agradables-desagradables, así como enseñar a tener conciencia sobre los riesgos que entraña el uso del secador, el agua caliente…etc. En cuanto a las técnicas didácticas a utilizar, éstas serán el encadenamiento hacia atrás, las ayudas físicas, verbales y visuales, el moldeado, el modelado y la práctica o ensayo de conducta. Si nos situamos detrás del alumno/a para ofrecerle las ayudas físicas precisas, colocando nuestras manos en las suyas para guiar los movimientos necesarios, éste aprenderá mejor esas destrezas, además es importante hacer valer ese momento para hablarle y trabajar otros contenidos referidos a la adquisición de vocabulario. Otro tipo de ayuda, hemos comentado anteriormente que son las claves visuales, que colocadas en lugares estratégicos, para indicar la secuencia o la actividad que allí se va a desarrollar, conducirán al sujeto en su tarea. No podemos olvidar que las ayudas se diseñarán con la intención de que poco a poco desaparezcan, por tanto, son ayudas puntuales y temporales, cuyo objetivos es fomentar la asimilación progresiva y la independencia en la ejecución de las habilidades programadas. En relación a los materiales empleados, éstos deben estar adaptados a cada fase del aprendizaje, siendo fácilmente manejables en el inicio, para ir introduciendo otros nuevos a medida que se van dominando habilidades. Control de esfínteres En este apartado se seguirán las pautas que se aplican con cualquier niño/a, es decir, antes entrenaremos en el control de la defecación que en el de la micción, antes en el control diurno que en el nocturno, aunque si bien es cierto, con personas con graves alteraciones del desarrollo el procedimiento de enseñanza debe gozar de mayor sistematización, control y registro. Como requisitos previos al entrenamiento, hay autores que consideran esencial que el/la niño/a sea capaz de seguir órdenes sencillas, de permanecer sentado en el mismo sitio al menos cinco minutos y retener al menos una hora entre una y otra micción. En cuanto a las fases de cualquier programa de entrenamiento, en primer lugar, será necesario conocer las horas del día en las que es más probable que el/la niño/a moje o manche. Seguidamente, planificaremos un horario para llevar al niño/a al baño antes de cada una de las horas en las que micciona, así como un registro de evaluación y seguimiento. Posteriormente, llevaremos a cabo el entrenamiento en el control de esfínteres, anotando si moja o si es capaz de retener hasta la hora fijada. De manera progresiva, aunque de forma lenta y pausada, iremos ampliando el tiempo de retención, enseñando al mismo tiempo al niño/a a emitir una señal que nos advierta de que quiere ir al servicio. En aquellos casos en los que los/as alumnos/as no sean capaces de controlar esfínteres la intervención educativa debe ir encaminada a la utilización frecuente y regular del inodoro, a potenciar los hábitos y condiciones higiénicas, a evitar malos olores o prevenir irritaciones cutáneas. Apariencia externa Bajo este título incluiremos todas aquellas actividades que están relacionadas con la aceptación social, puesto que aprender la importancia que tiene la limpieza y el gusto por sentirse arreglado facilitará su adaptación social y personal, así como la imagen que tengan de sí mismo. Deben entender que no sólo existen normas de cortesía verbales, sino que también las hay en lo que al aspecto físico se refiere. Será necesario que aprendan la importancia de tener un buen aspecto para que los demás nos traten con respeto y les guste mirarnos y acercarse a nosotros, ayudándole con normas y rutinas concretas para cada situación, dadas sus limitaciones mentalistas: apariencia externa aceptable puede ser llevar la camisa por dentro del pantalón, el pelo cepillado hacia atrás, la camisa sin arrugas,… siempre en función de las capacidades y posibilidades de la persona con autismo. Nuestro objetivo será conseguir que nuestros/as alumnos/as adquieran actitudes que supongan mantener una apariencia cuidada, así como hábitos y costumbres que vayan dirigidos a mantenerse aseado y conservar una presencia agradable. De nuevo aquí hacemos referencia a la importancia que tiene trabajar este tipo de habilidades en contextos naturales, partiendo de situaciones y acontecimientos cotidianos concretos. En cuanto a las estrategias metodológicas a usar, serán las mencionadas en apartados anteriores. Este epígrafe engloba la enseñanza de lo que socialmente está establecido para distintas situaciones, por ejemplo, la identificación de la ropa apropiada para distintas actividades como hacer deporte, salir a la calle o disfrazarse. De gran utilidad será fotografiar a los/as alumnos/as en las distintas situaciones, tener esas fotos expuestas y trabajar con ellas los distintos contenidos. También sería conveniente acompañarle a un espejo para que pueda comprobar lo que está mal colocado y enseñarle la forma adecuada de llevarlo. De la misma forma, sería interesante que nosotros hiciéramos de modelo a la vez que le ayudamos a arreglarse. Trabajar las habilidades que tienen que ver con la apariencia externa puede desembocar en situaciones interpersonales divertidas y placenteras, dando lugar, además, a situaciones en las que relacionarse con los demás. Por último mencionamos un aspecto que creemos de suma importancia y que no quisiéramos olvidar como es la evaluación de los aprendizajes, así como la autoevaluación de las personas implicadas en el propio proceso de aprendizaje, lo que ha llevado a algunos centros a desarrollar materiales de evaluación, registro y seguimiento, así como de autoevaluación de los propios alumnos/as. Contextos naturales /funcionalidad Ver “Estrategias generales de intervención en autismo“(S. Repeto) Planificar situaciones educativas que promuevan la funcionalidad de los aprendizajes . Entornos Ver “Estrategias generales de intervención en autismo“(S. Repeto) Realizar las actividades educativas en el mayor grado de integración social posible. Ayudas Ver “Estrategias generales de intervención en autismo“(S. Repeto) Uso de claves visuales. Normas sociales y modas La sociedad se suele representar por un conjunto de individuos que, a pesar de ser diferentes entre ellos, muestran un mayor número de semejanzas que de diferencias en cuanto a la forma de comportarse, vivir, actuar y funcionar dentro del contexto social al que pertenece. Es esta mayoría la que establece las normas con las que se juzgan a cada uno de los miembros de la sociedad, siendo la frecuencia el criterio más usado para etiquetar sujetos y actos como “normales” o “anormales”. Y teniendo en cuenta que no existe una definición ideal de lo que quiere decir “normal”, es la sociedad y cada una de ellas, la que se encarga de clasificar lo normal o anormal dentro de sus propias normas. Los conceptos de “norma” y “normalidad” son conceptos relativos y socialmente establecidos, que no están inscritos en la persona sino fuera de ella, pero que tenemos que conocer y tener de en cuenta para facilitar la aceptación e integración de las personas con discapacidades y, a la vez, darles las condiciones de vida del resto de la sociedad. Dentro del área de cuidado personal y haciendo referencia a las normas sociales y modas, debemos fomentar en las personas con discapacidad actitudes personales hacia el sentido de la estética y el gusto por tener un porte socialmente aceptado, ayudándole con rutinas y normas concretas, porque no podemos olvidar las limitaciones mentalistas que una persona con autismo tiene a la hora de asimilar aptitudes tan subjetivas como son las estéticas. Un aspecto fundamental en la sociedad es la imagen que damos. A través de la imagen que se da, se transmite información sobre el tipo de persona que hay detrás. El seguir ciertas normas de apariencia personal no garantiza la inclusión o integración social pero es más fácil que así ocurra que en aquellos casos de personas cuya imagen no cumple las normas, serán mal vistos y tendrán más posibilidades de ser excluidos. Elección y participación Autodeterminación y autogobierno- Reconocer el derecho de autodeterminación que tienen las personas con minusvalías significa apoyarlos en la adquisición de las habilidades necesarias para escoger y decidir. Para el ser humano es determinante ejercer el control de sus propias conductas en relación con el medio. Por otra parte, la eliminación de la posibilidad de elección es educar en la dependencia, educar en la incapacidad. Debemos plantear nuestro trabajo, sea cual sea, fomentando las habilidades de toma de decisión, planteando, como mínimo, dos opciones: elegir y rechazar. Cuando decidimos es cuando realmente ejercemos nuestra libertad. La toma de decisiones debe apoyarse y el mejor apoyo será el educativo. La AARM define las habilidades de autogobierno como las destrezas relacionadas con hacer elecciones; aprender y seguir un horario; iniciar actividades adecuadas al lugar, condiciones, horarios e intereses personales; finalizar las tareas necesarias o fijadas; buscar ayudas cuando la necesite; resolver problemas haciendo frente a situaciones familiares y nuevas y poniendo de manifiesto una asertividad apropiada y habilidades de autodefensa. Para poder ejercer el derecho de elegir y decidir, debemos proporcionarles a nuestros clientes oportunidad para adquirir habilidades para tener opiniones, iniciar actividades,… y posibilidades reales de utilizar esas habilidades en todos los aspectos de la vida cotidiana. En la vida de las personas con alguna discapacidad juega un papel fundamental la familia y los profesionales de atención directa. En muchas ocasiones, es fácil observar una relación desigual justificada por la protección del débil, atribución de mayor discapacidad de la que realmente existe, llevando a una situación donde la capacidad de decisión es uno de los primeros elementos que se le niega a la persona con discapacidad Normalización e integración La normalidad es un concepto relativo y socialmente establecido que no cuenta con una única definición en términos rigurosamente científicos en cuanto a lo que significa. Lo ”normal” es un concepto de origen social y será, por tanto, cada sociedad la que se encargará de clasificar lo que es normal o anormal dentro de sus propias normas. Así pues, la deficiencia desde el punto de vista de la sociedad, se puede interpretar como el conjunto de roles, valores y actitudes de una persona que se desvía de la norma. La integración podría considerarse como un intento de reducir o eliminar esta desviación. Pero esta desviación no está en el sujeto, sino fuera de él, así que para reducirla será necesario cambiar las percepciones o valores de la sociedad y no sólo al sujeto “anormal”. No se trata de eliminar las diferencias, sino de aceptar su existencia como diferentes formas de ser del individuo dentro de un contexto social que pueda ofrecer a cada uno de sus miembros las mejores condiciones para el máximo desarrollo de sus capacidades, poniendo a su alcance los mismos beneficios y oportunidades de vida normal. Unido al concepto de integración va el de normalización. Entendemos por normalización como el uso de los medios lo más normalizados posibles desde el punto de vista cultural, para establecer y/o mantener comportamientos y características personales que sean de hecho lo más normalizadas posibles. Este principio significa poner al alcance de todas las personas con minusvalías las formas de vida y condiciones de existencia cotidiana tan cercanas como sea posible a las circunstancias y género de vida de la sociedad a la cual pertenecen. Se trata de una normalización de las condiciones de vida y no una normalización de la persona. En este sentido la aplicación del principio de normalización no convierte a la persona con discapacidad en una persona normal sino se tratará de que sus condiciones de vida sean tan normales como sea posible. La normalización considerada como objetivo se consigue a través de la integración como método de trabajo. Debemos tener en cuenta que la consecución de la meta de la integración pasa por un esfuerzo de aproximación por ambas partes: por una parte de las personas con minusvalía, normalizando sus costumbres, sus pautas de comportamiento, su comunicación e interacción, el disfrute de la vida con los demás y participando activamente en la comunidad; y por parte de la sociedad, aceptando las peculiaridades y la forma de ser de las personas con minusvalía. Si entendemos que el área de cuidado personal engloba las habilidades necesarias para que el individuo sea capaz de cuidarse de sí mismo en los aspectos de higiene, vestido, alimentación, y apariencia personal, estos puntos son fundamentales para su correcta normalización y para su funcionamiento social como persona, y, por tanto, debemos considerarla básica en nuestras propuestas y programas de trabajo. Aunque muchas de estas habilidades se deben trabajar en el seno de la familia o en el programa residencial, en nuestros planes educativos, formativos, ocupacionales o laborales debemos reforzar el aprendizaje y mantenimiento de estas habilidades con programas específicos adaptados a la persona y aplicable a los diferentes marcos comunitarios haciendo hincapíe en el desarrollo de sus competencias de la forma más normalizada. Por tanto, debe tener una importancia fundamental a programación de objetivos en esta área, ya que los resultados obtenidos en el aprendizaje de estas actividades influirán directamente en la independencia del individuo con respecto a los demás y su funcionamiento en la comunidad. El conocimiento y desarrollo de estas habilidades le van a permitir presentar un aspecto agradable en su entorno, facilitando su integración social y una percepción más positiva por parte de la comunidad, tomando como modelos los propios de la grupo social en el que se desenvuelve el cliente. No podemos olvidar que, en muchos casos, estos chico y chicas van a depender de otras personas para los cuidados básicos de su cuerpo siendo necesario conjugar, por un lado, el respeto a la intimidad, las costumbres, intereses y hábitos de cada persona; y por otro, debemos proporcionar los diferentes recursos y adaptaciones para que ellos puedan satisfacer, en la medida de sus posibilidades, sus necesidades de autocuidado. Debemos buscar y estudiar las ayudas técnicas que sirvan para alcanzar el éxito en su propio cuidado. Así pues, debemos orientar al individuo sobre las prendas de ropa, utensilios personales y de higiene, alimentación y todos aquellos elementos que faciliten una confortabilidad más adecuada a las necesidades de los clientes, fomentando y respetando su elección y que contribuya a su inclusión y participación social. Familia Si entendemos por cuidado personal el desarrollo de habilidades de autocuidado y autonomía en actividades de la vida diaria desde la etapa temprana, la familia juega un papel fundamental en los primeros años de los niños y niñas con autismo. Debemos trabajar desde el primer momento las actitudes de la familia, la cual debe tomar conciencia de la importancia de valorar a sus hijos e hijas como personas y, por tanto, creer en sus posibilidades y no ver exclusivamente sus posible limitaciones, sobre todo en una etapa de la vida donde el potencial es incierto. Las actitudes de sobreprotección no favorecen nada, es más, dificultan la consecución de pasos evolutivos importantes que podrían garantizar la autonomía de sus hijos e hijas. Para lograr la autonomía de los niños y niñas debemos hacer cómplice a la familia de nuestros programas de desarrollo de habilidades adaptativas por varios motivos: El ambiente familiar es el medio natural para el aprendizaje de tareas funcionales, los padres son necesarios para organizar el ritmo de vida y horarios de sus hijos e hijas. La observación sistemática de sus hijos e hijas nadie la puede hacer mejor que ellos. Se precisa su colaboración para la instalación y uso de adaptaciones o ayudas técnicas, así como el llegar a generalizar el uso de las mismas por parte de sus hijos e hijas. Calidad de vida “Es un concepto que refleja las condiciones de vida deseadas por una persona relacionadas con la vida en el hogar y la comunidad, el empleo y la salud. Como tal, es un fenómeno subjetivo basado en la percepción de la persona sobre varios aspectos de experiencias de la vida, incluyendo características personales, condiciones objetivas de vida, y la percepción de otros significados”( Schalock, R.L. 1994) Existen ocho dimensiones centrales que constituyen una vida de calidad: Bienestar emocional. Relaciones interpersonales. Bienestar material Desarrollo personal. Bienestar físico. Autodeterminación. Inclusión social. Derechos. La calidad de vida es un entidad que debe ser evaluada y siempre que sea posible, preguntar directamente a la persona su nivel de satisfacción. Utilizaremos los indicadores objetivos, funcionales y medibles que para este fin existen. La calidad de vida se puede considerar una extensión lógica del concepto de normalización. Si la normalización significa proporcionar a la persona con minusvalías experiencias normales durante su ciclo de vida, debemos trabajar en el sentido de proporcionar los medios y condiciones para que esas experiencias sea normalizadas y de calidad. Inclusión social Inclusión social significa el reconocimiento de que los programas dirigidos a las personas con discapacidades deben responder a las necesidades de las personas, deben ser funcionales y tener una significación social. La inclusión debe considerase como un hecho irrenunciable, independientemente del nivel de capacidades de la persona. Este concepto se ha desarrollado más ampliamente en los ámbitos escolar y laboral, concretando que el principio fundamental de la escuela inclusiva es que todos los niños y niñas deben aprender juntos cuando sea posible y que las escuelas ordinarias deben reconocer y responder a las diversas necesidades del alumnado, teniendo al mismo tiempo un continuum de apoyos y servicios para responder a estas necesidades. De la misma forma, en la población adulta, se está apostando por el empleo ordinario con los apoyos y mediaciones necesarias para que la persona con autismo pueda desempeñar un trabajo en el marco laboral normalizado. Bibliografía ALVAREZ PILLADO,A: Desarrollo de las habilidades sociales de tres a seis años. VISOR. AVAS MULTIMEDIAS: Materiales de aprendizaje para la vida. Volumen 1. FOADIS, Saber para ser. Fundación Once-FEAPS. 1997 BAKER, B.L. y otros: Cómo enseñar a mi hijo. 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