El tercer párpado Si queremos buscar diferencias entre los párpados (definidos de forma amplia) del ser humano y de los animales, la más llamativa sin duda es el tercer párpado, también llamado membrana nictitante. Este tercer párpado no forma parte de la piel como los otros dos, sino que se sitúa más profundamente, más en contacto con el ojo, podríamos decir. Cuando se desplaza, lo hace en el espacio entre la superficie del ojo y los otros dos párpados, y se mueve de forma horizontal u oblicua desde la parte interna (la zona de la base de la nariz) hacia la parte externa (el “rabillo” del ojo). Es un repliegue mucoso, no de piel, formaría parte de la conjuntiva y sería más o menos transparente o traslúcido. Sólo algunos mamíferos poseen una membrana nictitante auténticamente funcional, es más habitual encontrarlo en pájaros, reptiles y anfibios. Para perros y gatos, la movilidad y funciones del tercer párpado es bastante reducida, pero colabora activamente en la producción de lágrima y en ciertas circunstancias puede llegar a proteger la córnea. Para otros mamíferos, como el ser humano y la mayoría de primates, el vestigio del tercer párpado ha quedado reducido a la mínima expresión, constituyendo un pequeño repliegue de la conjuntiva en la parte de la superficie ocular más adyacente a la base de la nariz. Este resto de tercer párpado se denomina carúncula [hay cierta confusión de nombre con el pliegue semilunar: aunque algunos entienden ambos términos como sinónimos, la realidad es que el pliegue semilunar es el límite externo de la carúncula] En esta imagen tenemos lo que podemos ver (por duplicado, habitualmente) cuando nos miramos al espejo: un ojo humano. Señalado con “F1″ tenemos la carúncula, ese tercer párpado reducido a simple vestigio. La parte limítrofe de la carúncula con la conjuntiva (con el resto de conjuntiva bulbar, más exactamente) se llama pliegue semilunar y está señalado en “F2″. De todas formas, unos pocos mamíferos obtienen gran utilidad de este párpado adicional. En estos casos, la membrana nictitante tiene una movilidad completa, pudiendo deslizarse horizontal u oblicuamente por la superficie ocular cubriendo por completo la córnea. Veamos algunos ejemplos: Los ojos del oso polar están sometidos a una sobrecarga lumínica. La nieve y el hielo refleja la luz del sol, y el espectro más energético de la luz (como los ultravioletas) pueden producir daños severos en la visión del oso. La membrana nictitante actúa de “gafas de sol”, haciendo de filtro de las radiaciones más dañinas. El camello está sometido a la entrada de granos de arena en la superficie del ojo. Para un ser humano, someterse al viento del desierto supone no ver nada porque normalmente cerrará los ojos, o se expone a que le entre arena. Sin embargo, el camello cierra su tercer párpado con lo que sus delicados ojos están protegidos de la arena, y esta membrana nictitante es lo suficientemente transparente como para poder ver y orientarse. Y dejando ya los mamíferos, muchos más animales utilizan versiones desarrolladas y funcionales de este párpado adicional: Muchas aves se desplazan a gran velocidad, por lo que el aire en movimiento seca rápidamente la superficie ocular. De la misma manera que un motorista utiliza protección para sus ojos, muchas aves disponen de este tercer párpado que mantiene humedecida la superficie del ojo, además de protegerlo de posibles partículas que podrían impactar a gran velocidad. En anfibios y reptiles también solemos encontrar membrana nictitante funcional. A veces cubre la superficie ocular cuando el animal sale fuera del agua, para mantener la correcta humidificación del ojo. Otras veces se utiliza dentro del agua; por ejemplo el tiburón cierra este tercer párpado en el momento de atacar a su presa, para proteger sus ojos de algún golpe. En conclusión, esta membrana nictitante, si bien quita algo de nitidez a la visión, ofrece una protección extra y una mejor humidificación del ojo. Muy útil para ciertos animales expuestos a un entorno hostil para el ojo. Animales sin párpados Hablemos ahora de los párpados auténticos, los que forman parte de la piel y se desplazan verticalmente para cubrir el ojo. Realmente no hay grandes diferencias en anatomía y función entre los distintos animales. Cabe destacar que forman parte más activa de los mecanismos de regulación de la luz en los animales con pupilas verticales, como los gatos. Lo que sí resulta llamativo es que algunos animales no tienen párpados. ¿Cómo puede su aparato visual funcionar sin párpados?. Dicho de otro modo, ¿qué funciones del párpado son esenciales, y cómo los animales sin párpados pueden solucionar la carencia?. Vamos a dejar de lado lo que supone para el sistema nervioso no poder interrumpir voluntariamente la información visual. De todas las funciones del párpado, hay una que destaca: por encima de proteger al ojo de agentes físicos o del exceso de luz, el párpado es un elemento insustituible para mantener correctamente hidratada la superficie ocular. La película lagrimal tiene que ser renovada constantemente con el parpadeo. Y un ojo sin película lagrimal está abocado a la pérdida de función (y probablemente a su pérdida como órgano). Al hilo de esto, a modo de paréntesis voy a comentar una historia que me comentó Luigi, un lector habitual (gracias por proponerme estos temas). Se trata del general romano Regulo, que al ser capturado por los cartagineses le arrancaron los párpados. Al margen de la veracidad y crueldad del hecho, el problema no es la exposición a la luz que le acabaría dejando ciego. Al fin y al cabo, con las manos se podría hacer sombra, y se podría poner un fragmento de tela atado a la cabeza a modo de cinta en la frente, que ofreciera una cobertura parcial a los ojos. El problema es que sus ojos se comienzan a secar pocos segundos después de que dejara de salir sangre de las heridas. En pocos minutos se producirían las primeras lesiones en la córnea, en pocas horas (muy pocas) se producirían úlceras graves. Y finalmente, perforación ocular y ceguera. Aprovecho para hacer una pregunta a mis queridos lectores. Si vosotros fuerais los sufridos médicos que tuvierais que atender al general Regulo, ¿qué tratamiento le pondríais?. ¿Cómo trataríais de conservarle los ojos?. ¿Habría alguna forma de que volviera a ver?. Se supone que tenemos a nuestra disposición los medios y tecnología de aquella época. Bien, si ya tenemos claro que por lo menos en la especie humana necesitamos los párpados para ver, ¿cómo puede haber animales que no tengan?. Hablo de vertebrados con ojo en cámara que necesitan humedad; los animales pequeños con ojos compuestos, por ejemplo, no necesitan párpados. Pero, como decía, para ojos en cámara, ¿qué animales con ojos en cámara carecen de párpados, y cómo lo pueden hacer? Los peces no tienen párpados. Es fácil de entender: están en un medio acuoso que ya humedece su superficie ocular. Realmente el ojo en cámara (una cavidad ocular hueca, con los receptores de luz en el interior) apareció primeramente en animales acuáticos, y lógicamente la superficie del ojo estaba en contacto permanente con el agua. Conforme la evolución fue originando especies animales terrestres, las escamas dieron paso a la piel. Pero el ojo no podía cubrirse de piel, porque no es transparente. Así, tuvimos que llevarnos “un poco de mar” para nuestros ojos, que es la película lagrimal. Estamos constantemente reproduciendo ese medio marítimo en la superficie ocular, y los párpados se encargan de extender mecánicamente ese “resto de mar” (la próxima vez que probéis el regusto levemente salado de una lágrima, me otorgaréis dispensa para estas pequeñas licencias poéticas) Las serpientes. ¿Por qué la mirada de las serpientes es tan penetrante, tan hipnótica?. Porque no parpadean, porque siempre están con los ojos “abiertos” y fijos (hablo de las serpientes que no son ciegas, claro). ¿Cómo puede ser que no se les sequen los ojos?. Bien, el caso de los ofidios es muy curioso: los párpados, como tejidos, están, sólo que se han fusionado entre sí y son transparentes. De tal forma que la auténtica superficie ocular sí está humedecida, con una pequeña cavidad virtual entre el ojo y esos párpados transparentes que nunca se abren. Que yo sepa, las serpientes son los únicos animales que la evolución les ha dotado de un tejido transparente que soporta la sequedad; el resto de especies tenemos que producir lágrima y parpadear. No conozco con precisión las condiciones ópticas del ojo de los ofidios, pero supongo que será inferior a la nuestra, ya que la regularidad de un medio líquido siempre será superior a la de un tejido seco.