IX JORNADAS INTERESCUELAS/DEPARTAMENTOS DE HISTORIA

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IX JORNADAS INTERESCUELAS/DEPARTAMENTOS DE
HISTORIA
Córdoba, 24 al 26 de setiembre de 2003
Título: Una aproximación al estudio
la relación Estado nacional-Estado
provincial a través del estudio de las estrategias familiares. El caso de Salta
entre 1880 y 1916
Mesa Temática Abierta: Estrategias familiares de producción y reproducción.
La metodología instituida y sus adaptaciones al contexto latinoamericano
Pertenencia institucional: Universidad Nacional de Salta, Proyecto de
Investigación Nº 1043 del C.I.U.N.Sa.
Autor: María Fernanda Justiniano, Prof. Adjunta de Historia de la cátedra
Historia de las Instituciones, Fac. de Ciencias Económicas y JTP a cargo de la
asignatura Introducción a la Historia de las Sociedades, Fac. de Humanidades.
Dirección, teléfono y dirección de correo electrónico: Pasaje Lahora 2578, Tel.
0387 4360683, [email protected]
Consideraciones iniciales
Entre 1880 y 1916 tomó forma la Argentina moderna, que se expresó en un
extraordinario crecimiento económico con notables disparidades regionales y la
instauración de un régimen conservador1. El aluvión inmigratorio, la división
internacional del trabajo, los capitales foráneos, la expansión de las líneas de
frontera a través de la conquista de tierras indias, el incremento de los
volúmenes comercializables a nivel mundial –entre otros factores- empujaron la
configuración de la Argentina agroexportadora.
En los treinta y seis años de hegemonía conservadora, la provincia de Salta
participó en forma sorprendente en la conformación de un grupo dirigente de
1
Miron Burgin, (1960) Aspectos económicos del federalismo argentino, Buenos Aires, Hachette. Es uno
de los trabajos pioneros que apunta al desplazamiento del centro de económico de gravedad del interior
hacia la costa con la consecuente división entre provincias ricas y pobres.
amplitud nacional, con dos presidentes y once ministros de la Nación. Además
resultó ser la única provincia sin intervenciones federales durante este período
caracterizado por la consolidación de los atributos de la estatalidad y la
formación de un mercado nacional.
Tal representación política fue superada únicamente por Buenos Aires, aunque
las asimetrías económicas y demográficas entre uno y otro Estado, si cabe
compararlas, sólo vienen a remarcar el gravitante papel de la élite salteña en
los máximos niveles de decisión nacional.
Tabla 2. La presencia de salteños en el PEN entre 1880-1916
Presidentes
Vice
Ministro
Ministro de
Presidentes
del
Relaciones
Interior
Exteriores
Ministro de Ministro
Hacienda
Ministro
Ministro
de
de
de
Guerra
Agricultur
Obras
a
Pública
s
José
José
Benjamín
Francisco J. Victorino
Evaristo
Evaristo
Zorrilla
Ortiz
de
Uriburu,
Uriburu,
1879-1880
1883-1886
Plaza,
1898
1892-1898
1898
1879
Gregorio Damián
la Vélez,
Victorino de Victorino de Indalecio
Francisco
la
Uriburu,
Plaza, la
1914-1916
Plaza, Gómez
1912-1916
1910-
Miguel
M. Torino
Tedín
1910-
1904-
1906-
1913
1906
1907
1886-1890
1914
Miguel S. Victorino de Carlos
Ortiz
la
Plaza, Ibarguren
1914-
1908-1910
1913
1916
Fuente: Elaboración propia a partir de Actas de Sesiones de la Cámara de Diputados de la
Nación, 1880-1916.
De las provincias del Norte2, Salta es la que registra el menor aumento en el
número de habitantes. En contraposición, muestra el mayor incremento de los
presupuestos, en cifras relativas, entre 1895 y 1914. En este último aspecto
supera con creces a los presupuestos nacionales e incluso a los de la Provincia
de Buenos Aires.
2
Se parte de los criterios de regionalización de la época. Las provincias del Norte son Tucumán, Salta y
Jujuy. En el transcurso del trabajo las comparaciones se establecen en relación a estas provincias.
Tabla 2:
Crecimiento relativo de los presupuestos y la población de las provincias
seleccionadas
PRESUPUESTOS Año 1895-1914
Población
Nación
Crece un 252%
Crece un 96 %
Buenos Aires
Crece un 323%
128%
Tucumán
Crece un 210%
58%
Jujuy
Crece un 345%
43%
Salta
Crece un 737%
33%
Fuente: Censo Nacional de 1914
Este extraordinario dinamismo de la economía provincial es aparente. Al
analizarse comparativamente los valores absolutos de los presupuestos con los
de las provincias vecinas, se observa un exiguo desarrollo de la economía
salteña. Tanto es así que en los años 1906 y 1907 la provincia de Jujuy supera
en el monto presupuestario a la provincia de Salta, mientras que Tucumán
mantiene casi a lo largo del período un presupuesto cuatro veces mayor. De las
provincias del Norte, esta última es la que capitalizó el mayor crecimiento y
desarrollo. De esta manera las desigualdades que se manifiestan a escala
nacional también se expresan a escala regional3.
El Estado provincial salteño, durante estos treinta y seis años de dominación
conservadora, está capturado por un grupo reducido de familias, que reconoce
raíces en el más rancio pasado colonial durante la dominación española y
cuenta con la suma del poder político, ideológico y económico. Diversos son los
estudios que avanzaron sobre este aspecto de la historia salteña. Sobre ellos
nos referiremos en el próximo apartado.
Antecedentes
3
Este aspecto se profundizó en diferentes trabajos. Justiniano, María Fernanda y Tejerina, María Elina
(2002), “La relación Estado-región a través de los presupuestos provinciales. El caso de Salta durante el
boom agroexportador”, ponencia presentada en las XVIII Jornadas de Historia Económica, organizadas
por Facultad de Ciencias Económicas de la UNCu y el CRICYT, realizadas en la ciudad de Mendoza 18
al 20 de setiembre de 2002.
Justiniano, María Fernanda y Tejerina, María Elina (2003), “Estado, finanzas y familias: Los
presupuestos provinciales y su ejecución. El caso de la Provincia de Salta (1880-1914)”, Inédito.
Las familias de élite salteñas entre 1880 y 1916 ofrecen un fértil campo de
estudios que ha sido exiguamente abordado por la Historia y las diferentes
disciplinas preocupadas por lo social. Hasta los años 70 y gran parte de los 80
la producción histórica sólo enfocó la temática desde el relato de las acciones
aisladas de ciertos individuos notables. También en esta concepción de la
ciencia histórica ocuparon un lugar importante las biografías y genealogías de
los individuos considerados notables.
El detalle enumerativo de gobernantes, normas constitucionales y leyes
promulgadas fue "lugar común" en la narrativa de historiadores tradicionales
como Bernardo Frías (1930), Atilio Cornejo (1984) o Fernando Figueroa (1986).
Otros, menos ligados a los grupos dominantes de la época, reincidieron de
igual modo en la caracterización épica de aquellos personajes que, en el texto,
adquirieron talla heroica. En los trabajos de Luisa Miller (1983, 1989), Teresa
Cadena de Hessling (1984) y Luis Colmenares (1984), o en publicaciones aún
más recientes de
Pedro Fernández Lalanne (1989),
Ernest Sweeney y
Alejandro Benavídez (1998), persistió la idea de una historia local forjada por
notorias figuras individuales pertenecientes a una aristocracia rica, orgullosa y
culta4.
En uno de los escasos abordajes específicos sobre las familias dominantes de
Salta, Myriam Corbacho (1976) avanzó más allá de los enfoques tradicionales
de los historiadores salteños, al sostener que las luchas fratricidas de la
primera mitad del S XIX habían empobrecido a numerosas familias de ilustre
apellido, que encontraron en los cargos públicos la más firme posibilidad de
vida digna. La historiadora desprendió tal afirmación de las actas y memorias
del selecto Club 20 de Febrero, en las que observó recurrentes pedidos de
4
Bernardo Frías (1930), Tradiciones Históricas salteñas, Buenos Aires.
Atilio Cornejo (1984), "Historia de Salta (1860-1930)", en Instituto San Felipe y Santiago de Estudios
Históricos en Salta, Buenos Aires, 1984, tomo XII, Boletín Nº 37.
Fernando Figueroa (1963), Tierra Gaucha, Salta.
Luisa Millar (1983), "Legislación rural en Salta en el período 1880-1885", en Cuarto Congreso Nacional
y Regional de Historia Argentina, Buenos Aires, A.N.H. tomo IV.
Luisa Millar (1989), "La Provincia de Salta bajo los gobiernos conservadores (1886-1891)", en VII
Congreso Nacional y Regional de Historia Argentina, Neuquén.
Teresa Cadena de Hessling (1984), Historia de Salta, Salta.
Luis Colmenares y Myriam Corbacho (1984) "Salta durante el progresista gobierno de Miguel Ortiz", en
Cuarto Congreso Nacional y Regional de Historia Argentina, Buenos Aires, A.N.H. tomo IV.
Pedro Fernández Lalanne (1989), Los Uriburu, Buenos Aires, Emecé.
Ernest Sweeney y Alejandro Domínguez (1998), Robustiano Patrón Costas, Buenos Aires, emecé.
disminución de la cuota societaria y frecuentes demandas contra la ostentación
de vestimentas5.
La tesis doctoral de Frederick Hollander encontró en las redes familiares
regionales un potencial explicativo de las negociaciones de la Standard Oil.
Aunque no se detuvo en las estrategias y comportamientos de éstas, avanzó
en las relaciones de las élites provinciales con las élites nacionales y la
conformación de una verdadera oligarquía nacional6.
Al año siguiente, y dentro de un estudio que revela la importancia del Senado
de la Nación como comunicador de oligarquías, Natalio Botana (1977) también
abordó a la élite salteña entre 1880 y 1916. Sobre ésta observó que el control
del Estado marchaba sobre vínculos de parentesco configurados a manera de
verdaderos gobiernos de familia. A partir de una lista de apellidos repetidos en
cargos públicos nacionales, Botana identificó a cuatro familias de actuación
determinante en el orden político provincial: los Güemes, Uriburu, Ovejero y
Ortiz.
Pese a que la élite salteña no fue su objeto específico de estudio, Botana se
formuló frente a ella una serie de interrogantes: "¿Estabilidad oligárquica del
sistema político salteño, un distrito de apoyo permanente que no sufrió el
impacto de la intervención y que, además, acarreó recursos para el poder
nacional en las figuras de dos presidentes y once ministros? ¿Por qué esas
familias controlaron el gobierno? ¿Por tradición, dominio de la propiedad,
especialización de la actividad política?". Estas preguntas, formuladas hace
más de un cuarto de siglo y calificadas por el propio investigador como una
"hipótesis sugestiva" que dejaría en suspenso, actúan de disparadoras del
problema que aquí nos ocupa7.
El análisis de los conflictos políticos en la élite gobernante abrió otra línea de
análisis que permitió profundizar los estudios sobre las prácticas políticas y las
formas que adquirió la dominación.
Partiendo de las denuncias presentadas a fines del período colonial y tomando
en cuenta los pedidos de intervención federal de principios del S XX, Eduardo
5
Myriam Corbacho (1976), "El Club 20 de febrero, una leyenda salteña", en Revista Todo es Historia
Buenos Aires, Nº 110.
6
Frederick Alexander Hollander (1976), “Oligarchy and the Politics of Petrolum in Argentina: The case
of the Salta Oligarchy and the Standard Oil, 1918-1933, Los Ángeles.
7
Natalio Botana (1977), El orden conservado,r Buenos Aires, Sudamericana.
Saguier (1991) infirió que en Salta se configuraron prácticas nepóticas de
poder; en el sentido de una élite condicionada a cohesionarse y a coaligarse
para preservar un espacio de poder propio y libre de intromisión de las élites
burocráticas centrales8.
A diferencia de Botana, para quien las cuatro familias dominantes en el período
1880-1916 resumían un nepotismo de tipo vertical, Saguier se inclinó por la
existencia de un nepotismo horizontal, considerando que la portación de un
mismo apellido no garantiza la existencia de estructuras nepóticas; pero sí el
dominio y el poder a lo largo del tiempo en la región de pertenencia.
Para el estudio de la élite salteña, Saguier consideró más apropiada la
categoría de clanes familiares. Así, planteó que la Salta de 1906 a 1912 asistió
a una lucha de clanes entre los Ovejero y los Patrón Costas, que si bien
diversifica la hipótesis de Botana, no desvirtúa su esencia.
Desde la sociología, Tulia Falletti (1996) avanzó sobre la relación familiapolítica para caracterizar a la élite del Noroeste en el poder entre 1880 y 1930.
En su trabajo, centrado en el caso jujeño, incorporó al concepto de familia el de
redes familiares, que consideró de más amplio poder explicativo para estudiar
los mecanismos por los cuales la red jujeña de familias pudo conservar y
legitimar su poder político.
Falletti encontró en las familias dominantes de Jujuy un patrón endogámico
dentro del cual el matrimonio se constituyó en el contrato-base sobre el cual las
redes familiares se formaron, expandieron y consolidaron9.
Desde la lógica de la investigación cualitativa, Tristan Platt (1996) abordó a la
familia Ortiz, en un estudio de caso con el cual logró establecer que una red de
relaciones de parentesco y matrimonio vinculó a numerosas familias pudientes
en la Salta de 1800 a 188010. De estas alianzas, Platt desprendió que
favorecieron la formación de una élite local sólidamente estructurada, con
miembros que en su desplazamiento por las nuevas Repúblicas de Bolivia,
Perú y Chile crearon -telón de fondo para sus decisiones económicas y
políticas- una red interregional de parentesco y matrimonio capaz de superar
8
Eduardo Saguier (1991), "Nepotismos provinciales", en Todo es Historia, Buenos Aires, Nº 291.
Tulia Falleti (1996), "Redes familiares y clientelismo político en el Noroeste argentino, 1880-1930", en
FALLETI, Tulia y SISLIÁN, Fabián. Dominación política, redes familiares y clientelismo, Buenos
Aires.
10
Tristan Platt (1996), "Historias Unidas, Memorias Escindidas. Las empresas mineras de los hermanos
Ortiz y la construcción de las elites nacionales. Salta y Potosí, 1800-1880", en Revista Andes, Salta. Nº 6.
9
los límites geográficos y políticos, para dar sustento a las nociones de
construcción social del espacio que cobra cuerpo, en oposición a la versión
espacialista derivada de la geografía francesa a partir de los años de 1960 .
Los trabajos realizados hasta ahora sobre el Noroeste y específicamente sobre
Salta, en la mayoría de los casos, centraron el análisis en los apellidos de los
individuos de las familias de élite y las relaciones de parentesco básicas. Sin
embargo, la condición de integrante no obedece sólo al casamiento como
contrato básico sino al reconocimiento que los otros hacen como miembro de
la familia.
Los estudios de Pierre Bourdieu contribuyeron a redefinir esta problemática,
teórica y metodológicamente11. En ellos se afirma que la definición tradicional
de familia como un conjunto de individuos vinculados entre sí -sea por alianza,
matrimonio o filiación, o más excepcionalmente por adopción- y que viven bajo
el mismo techo (cohabitación), poco ayuda a definir las familias. Aclara el
sociólogo francés que la familia no es más que una palabra, una mera
construcción verbal, de modo que se deben analizar las representaciones que
tiene la gente de lo que designa por familia.
En este sentido, la familia, como categoría social objetiva (estructura
estructurante), es el fundamento de la familia como categoría social subjetiva
(estructura estructurada), categoría mental que constituye el principio de miles
de representaciones y de acciones (matrimonios, por ejemplo) que contribuyen
a reproducir la categoría social objetiva12. Para Bourdieu, hay que dejar de
aprehender la familia como un dato inmediato de la realidad social para
considerarla un instrumento de la construcción de esa realidad.
11
David Warren Sabean distingue tres grandes tradiciones teóricas que abordan el estudio de la familia y
que tienen influencia hasta hoy. La primera originada a partir de los estudios etnológicos europeos del
siglo XIX de Frédéric Le Play y Wilhelm Reihl. La misma observa a las estructuras familiares como un
continuo, con una cabeza sobre la que giran los demás miembros dependientes. Para esta línea la clave
explicativa para la comprensión de la unidad de la casa familiar la constituyen la autoridad y la
disciplina. La lógica de funcionamiento está dada por la necesidad de mantener la integridad del
patrimonio, y sobre ella se ordena todo el sistema de relaciones y de poder en la familia.
La segunda línea la constituyen los aportes de Otto Brunner, quien sostiene que todas la relaciones de
dependencia de la casa familiar están basadas en el señor de la casa, quien es la cabeza directora, dueño
de todas las virtudes, padre y director espiritual
Finalmente, los estudios etnográficos sobre la dinámica de la casa de Pierre Bourdieu constituyen los
aportes más recientes. Bourdieu al igual que Le Play encuentra que el mantenimiento de la integridad
patrimonial es la lógica que ordena las prácticas familiares. En David Warren Sabean (1997), Property,
Production and Family in Neckarhausen, 1700-1870, U.S.A.
12
Pierre Bourdieu (1997), Las razones prácticas, Buenos Aires..
Esta cuestión interesa a nuestro estudio, ya que hace referencia a la
construcción de esa realidad invisible que organiza las prácticas y las
representaciones que tienen los actores y dan sentido consciente, o no, de sus
acciones.
La ideología de la familia
En 1993 José María Posse escribía: “Considero que ser miembro de una
familia tradicional, no da derecho ni privilegio alguno, y por el contrario, crea
una doble e ineludible obligación. La primera es transmitir a los jóvenes,
quiénes fueron y qué hicieron sus mayores. Lo segundo es ser consecuente
en nuestra vida con ese legado que nos enorgullece recibir”13.
Bernardo Frías se refería, en cambio, a la voz de la sangre: “Hoy sirve para
disculpar a algunos cuando aplauden los desbarros del pariente, o que lo
siguen como viejos carneros por la misma razón, haciendo del gobierno
patrimonio de familia”14.
Ambas expresiones contradictorias -construidas la de Frías a comienzos del
siglo XX y la Posse a fines del mismo siglo- se refieren a una realidad que se
extiende más allá del Noroeste argentino y que tiene vigencia hasta estos días:
las llamadas familias tradicionales y los vínculos de parentesco.
Estas devienen de construcciones elaboradas a través del tiempo y que se
imponen en el conjunto social, al cual ordenan, jerarquizan y clasifican. Las
más tempranas están referidas al color de la piel y encuentran sus orígenes en
la sociedad colonial. El censo de 1865 toma éste criterio para tipificar a la
población salteña. Cuenta en Salta 13.649 habitantes “blancos” y 87.494 “de
color”. Los salteños blancos y propietarios pertenecen a la “clase decente” y la
gran mayoría a la “clase mestiza”.
El censista describía: "El habitante de la Provincia es robusto y poco laborioso,
de estatura generalmente mediana, y rara vez gordo; el color de la clase
decente es blanco y pertenece a la raza Española ó Caucasiana; la otra clase
es mestiza y participa de la raza Africana ó Indiana… Las Salteñas, las de la
clase decente, pertenecen a la misma raza Caucasiana, y son muy blancas y
hermosas, y se distinguen por los lindos ojos y cabellos negros. La otra clase
13
14
Posse, José María (1993), Los Posse. El espíritu de un clan, Tucumán, Sudamericana, p. 11.
Frías, Bernardo (1980),
es mestiza y bastante fea y parece mucho al tipo Indiano, con pocas
excepciones15.
Esta clasificación centrada en el color de la piel no variará un cuarto de siglo
después. Manuel Solá, quien pertenece a los sectores más progresistas de los
grupos dirigentes de la época, indica en 1889 que en la ciudad de Salta existen
10.000 salteños “blancos” y 7.200 “de color”, además de bolivianos, chilenos,
italianos, españoles, franceses, alemanes, ingleses. Solá reproducía en su
Memoria la descripción de Woodbine Parish (1853), quien advertía la existencia
de dos grupos: uno al que denominaba la sociedad culta y otro la clase baja.
Parish afirmaba que los usos y costumbres de la sociedad culta eran más ó
menos las costumbres y usos españoles, algo modificados por las condiciones
especiales locales y por la influencia de las colonias extranjeras.
La clase baja conservaba todavía gran parte de sus hábitos indígenas, entre
los que descollaban mil preocupaciones absurdas -respecto a creencias
religiosas- y una general inclinación al uso de las bebidas fermentadas. “Aquí el
culto á San Lunes está en todo su esplendor”, ironizaba el diplomático inglés 16.
Periodistas e historiadores pertenecientes al círculo, o fuera de él, eran los
“especialistas” que producían y reproducían estas taxonomías que incluían y
ubicaban a unos y excluían y reposicionaban a otros.
Bernardo Frías, el primer historiador profesional salteño, al realizar su Historia
del General Martín Güemes y de la Provincia de Salta, o sea de la
Independencia Argentina, recuperó en su estudio lo aprendido socialmente.
Afirmaba que la situación social de las castas, las costumbres y respetos
personales eran el resultado de una cultura de siglos. Agrupaba a la sociedad
salteña en sociedad culta y plebe, y a esta última la consideraba un elemento
social tres veces superior en su número a la gente decente. A su juicio se
trataba de una “mezcla grosera” de todas las razas que entraron en la
formación de la sociedad colonial, con preminencia de lo que calificaba como
una “casta de mulatos” con “todos los vicios del esclavo”
De ellos destacaba que “ejercían todos los oficios viles, vivían descalzos, en
una lastimosa miseria, porque viciosos como eran y generalmente cargados de
15
En,Registro Estadístico de la Provincia de Salta. Con el resumen del censo de la Población de año de
1865. Parte Primera. Registro Estadístico de 1866, Parte Segunda. P. 95.
16
En Solá, Manuel (1889), Memoria Descriptiva de Salta. Buenos Aires. Imprenta y Encuadernadora
Mariano Moreno, ps. 407-408.
familias, no conocían las virtudes del ahorro, y las ganancias de su trabajo, con
ser miserables, las empleaban a fin de semana en beber el aguardiente,
durmiendo la embriaguez tres días o moliendo a golpes a sus mujeres”17.
La participación en la gesta de la independencia fue otra línea divisoria que se
construyó en el siglo XIX. Fueron los propios protagonistas quienes
acentuaron, a través de sus testimonios escritos, su rol en la construcción de la
Nación argentina18.
La presencia inmigrante y la ubicación rápida de algunos de ellos en la cúspide
social contribuyó a la búsqueda de los antepasados y a la formación de linajes.
¡Algunos incluso superarían en el tiempo a los propios europeos!19 Diría Carlos
Ibarguren: “La vieja cepa, cuyas raíces se hunden profundamente en la madre
patria, retoñó en mi terruño traída en la noble sangre hispana de los
conquistadores de América. De ese linaje proceden mis padres, Federico
Ibarguren y Margarita Uriburu”. El ex ministro de Justicia de Roque Sáenz
Peña subrayaba que sus antepasados, los Ibarguren, habían llegado con la
corriente colonizadora del Perú y habían esposado en América a hijas y nietas
de encomenderos.
Las rivalidades por el control del Estado amenazaban en forma constante la
cohesión de los grupos dirigentes. A fines del siglo XIX y sobre todo en las
primeras décadas del siglo XX, a la par que tomaban fuerza las acusaciones de
prácticas nepóticas, escritores y periodistas comenzaron a estructurar el
discurso de la familia.
Juan Ignacio Gorriti escribía en 1916: “En una familia bien ordenada, los
intereses de cada miembro de ella son mirados como de toda entera: todos los
17
Frías, Bernardo (1972), Historia del General Martín Güemes y de la Provincia de Salta, o sea de la
Independencia Argentina, Buenos Aires, Ediciones Desalma, Tomo IV, pp. 542-544. Esta publicación es
encargada a Frías en el año 1913, durante el gobierno de Robustiano Patrón Costas. La pretensión del
autor es insertar a Martín M. de Güemes en la historia nacional.
18
Uriburu, Dámaso (1899), Guerra del Pacífico. Episodios 1879-1881. Buenos Aires.
Uriburu, Dámaso (1934), Memorias. Buenos Aires.
Uriburu, Evaristo (1910), Memoria Histórico Biográfica del Coronel Evaristo Uriburu. Buenos Aires.
19
Fernando Figueroa, en un libro muy útil por su información genealógica, dice que el apellido salteño
Figueroa pertenece a un antiquísimo linaje español, cuya génesis se ubica en el Valle de las Figueras y
entronca con la monarquía goda, la más antigua de la península. En el año 791unos caballeros cristianos
enfrentados con los moros adoptaron por armas las hojas de higuera y comenzaron a llamarse Figueras.
En Figueroa, Fernando (1996), De Figueroa y otros linajes, Salta, pp. 9-20.
miembros concurren con su contigente de auxilios a ayudar al que los necesita,
cualquiera sea la adversidad en que se encuentre”20.
Décadas más tarde Ernesto Aráoz decía: “En ese tipo de hogar antiguo la
solidaridad del clan trascendía en un afecto cálido y sincero, en una férvida y
permanente adhesión recíproca”21.
Palermo Riviello realizaba también una reflexión sobre el hogar de antaño,
sobre el que destacaba que “el sentimiento del hogar es evangelio doméstico
que alienta a la vida en el amor de los corazones… Las madres salteñas eran
entrañablemente cariñosas y la primera obligación que se arrogaban era la de
criar a sus hijos. Era tierno el espectáculo de una naciente familia; siempre iba
en aumento el vínculo de la sangre y cariño en el hogar… Los esposos y
padres eran varones de temple, de la más pura ética, que hacían sus hogares
felices, sin modificar costumbres de abuelo. El hogar era su club, era también
la escuela de buena crianza”.
El relato de Palermo es interesante porque a la vez que da forma a aspectos
de la vida social pasada, pretende también posicionar su apellido y el de otros,
en la esfera de aquellos que contribuyen a la pretendida grandeza de Salta. En
esa cornisa del ser y no ser, reconoce a los aborígenes, al trabajo manual, al
tendero. Aquí, de pronto, su trabajo se convierte en peligroso. Quizás, por ello
ni Palermo, ni sus reminiscencias, lo hicieron merecedor del reconocimiento
del grupo del cual se creía portavoz. También, el autor de las Reminiscencias
Salteñas, reconoce la importancia fundamental de la mujer en el hogar. Ya que
es ella la primera encargada de inculcar estos valores sociales que comparte.
Esto es clave. Giovanni Levi observa acertadamente que la ligazón de las
mujeres con los hombres de la Iglesia las convierte en piezas claves para
reproducir, transmitir y controlar que se observen las normativas emanadas y
la ideología dominante. Asevera, el historiador italiano, que la Iglesia y los
curas, no deben entenderse como un dato más de la realidad, sino que
constituyen otro centro -además del Estado en consolidación- de producción
20
Gorriti, Juan Ignacio (1916), Reflexiones, Buenos Aires, La Facultad, p. 95.
En Aráoz, Ernesto (1944). Al margen del pasado. Bernabé y Cía. P. 35.
Ernesto Aráoz, nació en Salta en 1891. Se recibió de abogado en la Universidad Nacional de Buenos
Aires en 1918. Se dedicó a las actividades agrícolas y ganaderas. Fue también profesor de Educación
Cívica. Desempeñó diferentes funciones públicas: fue Diputado provincial, Ministro de gobierno,
Diputado Nacional, vicegobernador y gobernador en el período 1941-1943.
21
de normas que controlan al resto en virtud de su autoasignada (y reconocida
por los otros) superioridad moral22.
En estos principios diferenciadores, construidos e incorporados históricamente,
se funda la idea dominante-dominadora de familia tradicional, como conjunto
de individuos “blancos” criados en el seno del “hogar”, portadores de un
apellido que los liga con los descendientes de los primeros conquistadores, o
con los partícipes de la gesta independentista, autoreconocidos como reserva
moral y ética de la sociedad. En el mismo proceso de construcción, y por
oposición, se construye el otro grupo, en una sociedad que es percibida dual.
La familia tradicional deja de ser una invención para adquirir realidad en sí
misma. Muchos de los estudios centrados en Salta, parten de la explicación del
control del Estado provincial, los conflictos políticos y sociales y el patrimonio
familiar a partir de familias tradicionales que son tomadas como realidades
naturales preexistentes.
Por ello se torna necesario invertir la mirada para registrar las estrategias
desplegadas por individuos o grupos, emparentados o no, para acceder y
conservar el control político del moderno Estado provincial salteño, a la par de
acrecentar los patrimonios en un período que se caracteriza por la
consolidación del Estado nacional argentino y la configuración del modelo
agroexportador.
Se trata, entonces, de establecer el modo en que los actores perciben a la
familia y de concebir las prácticas familiares orientadas más por estrategias
que por reglas23.
Vínculos y estrategias
Los dos presidentes salteños, Victorino de la Plaza y José Evaristo Uriburu,
estaban vinculados con los dos grupos de poder que se habían configurado en
22
Entrevista a Giovanni Levi. En Revista Todo es Historia.. Marzo de 2000.
Bourdieu advierte que la unidad y continuidad de la experiencia asumida en la vieja tradición
hermenéutica como una precondición para el entendimiento no brinda ya soluciones. La concepción de
estructura es puesta en discusion frente a la imagen de una sociedad que no cesa de reconstituirse. Mucho
del debate actual se centra en las categorías de "prácticas" y "estrategias", consideradas más
satisfactoriamente analíticas para describir la acción que otros categorías. En Bourdieu, Pierre. Outline of
a Theory of Practise. (Cambridge, 1977).
23
la provincia entre 1880 y 1916: los orticistas y uriburistas24. A diferencia del
primer grupo, este último tenía sus raíces directamente al parentesco, al
apellido de los Uriburu.
De Victorino de la Plaza, Palermo Riviello decía que “era un muchacho
estudioso y protegido por la antigua familia del doctor Miguel S. Ortiz”. Y
destacaba la “íntima amistad que lo unía a Miguel, con quien se carteaba
regularmente”25. En efecto, no sería casual que Miguel S. Ortiz acompañara a
de la Plaza como Ministro del Interior de su gabinete entre 1914 y 1916.
Ni los Uriburu, ni los Ortiz eran descendientes de las primeras familias
conquistadoras. Joseph Uriburu, (1757-1831), un vasco que abandonó Vizcaya
para afincarse en forma definitiva en Salta, se había vinculado por matrimonio
con una de las principales familias del medio. El 10 de setiembre de 1792,
cuando contaba con 41 años, esposó a Manuela Hoyos y Aguirre, con quien
tendría diez hijos: Manuela, Dámaso, Evaristo, Vicente, Pedro, Juan
Nepomucemo, Casimiro, Camilo, José María y Juana.
Luego, algunos de ellos contraerían matrimonio con las familias más
prestigioas de la sociedad salteña: Dámaso se casó con Teresa Poveda e
Isasmendi, Evaristo con María Josefa Álvarez y Arenales, Vicente con Juliana
de Ávila, Pedro con Cayetana Arias Cornejo, Juan Nepomucemo con Casiana
Castro Sanzetenea. Camilo siguió otro derrotero y se enlazó con su prima, la
mendocina Delfina Uriburu y Maza, mientras que Casimiro contrajo nupcias
con Mercedes Patrón y Escobar, hija de otro español que se afincó en Salta
recién a mediados del siglo XVIII. Juana, finalmente, se casó con Juan
Incháustegui.
Con respecto a los Ortiz, Tristán Platt dejó valiosos aportes en varios de sus
trabajos. Al igual que Joseph Uriburu, el originante de este apellido, Gabriel
Ortiz, había formado parte de la migración borbónica de fines del siglo XVIII.
Sus buenas conexiones lo llevaron a ocupar el cargo de Regidor de Salta. A los
treinta y dos años contrajo matrimonio con Petrona de los Santos Acebedo en
1799. Falleció diez años después.
“Había desde antiguo dividido a los hombres de la política, y últimamente se había reconcentrado esa
división en uriburistas y orticistas”. Frías, Bernardo (1923), El doctor Domingo Güemes, en Boletín del
Instituto Güemesiano de Salta, 1980, Vol. Nº 4, Salta, p. 121.
25
Palermo Riviello, José, op.cit..
24
Si bien Ortiz trabaja al lado de los principales muleros de la época, era una
figura intersticial que no manejaba grandes capitales propios. Su esposa, de
quien se sabe poco, fue el sostén de la familia tras su muerte. En 1816 se
trasladó con sus cinco hijos a Potosí: Manuel (nacido en 1805), José Toribio
(1806), Francisco de Paula (1807) y Serapio Eugenio (1808).
En la década de 1830 Francisco de Paula, Manuel y Serapio explotaban minas
de plata en Cerro Rico. En 1836 inventaron la máquina de repaso que les
permitío ampliar enormemente la escala de producción y se convirtió en la base
de sus fortunas.
Serapio y Francisco de Paula terminaron afincándose en Salta. Serapio compró
en 1842 la importante finca Castañares, ubicada dos leguas al Norte de la
Capital, y se convirtió en terrateniente. Dos años después contrajo enlace con
Candelaria Viola de Otero y amplió su base terrateniente acrecentando sus
rentas mineras y ganaderas como prestamista. Tras su muerte, en 1861, sería
su viuda la administradora de los bienes que en 1880 se dividieron siete hijos:
Miguel Serapio, Abel, Ignacio, Nolasco, Mercedes, Benjamina y Margarita.
Francisco de Paula no siguió el curso estratégico de su hermano. Se casó
mucho antes con la salteña Azucena Alemán y sus actividades giraron más en
torno al comercio que a la producción agropecuaria. Sin embargo, uno de sus
hijos tendría un papel gravitante en la política provincial. Se trata de Francisco
J. Ortiz quien contrajo nupcias con una de sus primas, Mercedes Ortiz Viola.
Con sólo treinta años de edad, Francisco asumiría como Ministro de Gobierno
de Cleto Aguirre (1862-1864). Estos años coincidieron con el desenlace de uno
de los conflictos políticos que marcaron la historia de la época, y que tuvo a los
Uriburu como principales protagonistas.
La década de 1850 había resultado prolífica en cargos nacionales y
provinciales para los miembros de esta familia. Dámaso Uriburu fue senador
nacional; Vicente, teniente gobernador de Orán; Pedro, integrante de
la
Cámara de Diputados en Paraná y luego cónsul en Bolivia. Evaristo presidía
por entonces la Convención Constituyente de Salta, representando al distrito El
Carmen (más tarde San Lorenzo); Juan Nepomucemo era secretario general
de gobierno de Juan Pablo Saravia, mientras que Juan, Samuel, Federico y Pío
Uriburu26 integraban el cuerpo constituyente.
Esta concentración de cargos y la lucha por espacios llegó a tales extremos
que el 13 de junio de 1864 un manifiesto firmado por Pedro José Frías, Martín
Cornejo, Alejandro Figueroa, Francisco Centeno y otros prominentes vecinos,
repudió el hecho de que una famila salteña -los Uriburu- monopolizara la
función pública "asegurando una renta de $20.000 anuales a hermanos, primos
y sobrinos"27. Por esta situación, Bernardo Frías la llamaría
“familia
afortunada”.
El desenlace de los sucesos conocidos como la Revolución de los Uriburu
obligó a los miembros de la familia a alejarse de Salta y a presenciar casi como
espectadores el devenir político provincial28. Frente a los acontecimientos, la
oposición integrada por los Puch, Güemes, Ovejero y Solá, entre otros, creó el
Regimiento 4 de Junio bajo las órdenes de Juan Solá y levantó en la plaza
principal una pirámide conmemorativa del suceso. Trece años más tarde, en su
campaña como candidato a gobernador, Juan Solá, alertaba sobre una posible
uriburiada29. Aunque entre 1869 y 1871 Benjamín Zorrilla, hijo político del autor
de los hechos de junio de 1864, José Uriburu, llegó a la máxima magistratura
provincial, pasarían treinta y cuatro años para que otro de su apellido (Pío),
suegro de Domingo Patrón Costas, asuma como gobernador de Salta.
26
En 1898 es gobernador de la provincia y luego senador nacional. Partidario del roquismo, dirigió la
política provincial desde su cargo de senador.
27
Archivo Mitre. Tomo XXVI, pág. 283.Carta del 13-VI.1864, y pág. 284, carta del 27-VI-1864.Citado
por Lalanne, Pedro Fernando (1989), Los Uriburu, Buenos Aires, pp. 92.
28
Estos hechos ocurrieron en marzo de 1864 y próximos a la fecha que Juan Nepomucemo Uriburu debía
transmitir el poder. Dice Antonio Zinny que Uriburu usurpó el mando a favor de un motín militar que más
bien fue una farsa, siendo los autores el exgobernador Juan Nepomuceno Uriburu, y su sobrino José
Uriburu. Este último fingió hacer revolución el día antes de la cesasión de su tío en el mando para impedir
el nombramiento legal del nuevo gobernador. De esta manera disolvió el cuerpo legislativo, reunió a más
de un centenar de hombres e hizo en la plaza un simulacro de pronunciamiento, haciéndose proclamar
gobernador interno de la Provincia.
Mientras tanto la oposición a los Uriburu reunió 3000 a 4000 hombres, bajo el mando del presidente de la
Legislatura, Segundo Díaz de Bedoya, cuya autoridad fue reconocida como gobernador provisorio legal.
En vista a los innumerables reclamos que contra don José Uriburu se presentaron, por perjuicios causados
a diversos ciudadanos en saqueos de sus propiedades, su sucesor Bedoya expidió el 6 de junio, un decreto
mandando poner en seguridad los bienes pertenecientes a aquel así como los documentos y demás
papeles.
El motín dejó un trágico saldo de 40 muertos y 80 heridos en las calles de Salta. En la Viña fueron
apresados Juan N. de Uriburu y su hijo Pío y en San Carlos, Patricio Uriburu. José Napoleón y Francisco
corrieron la misma suerte. Evaristo Uriburu pudo huir de la provincia. Pablo Fernández Lalanne afirma
que “inútiles resultaron sus intentos de explicar a Mitre lo sucedido y para que los Taboada los
defendieran. (ob.cit. pp. 91 y 92).
29
Lalanne, ob.cit., pág. 97.
Atilio Cornejo al describir estos sucesos refería a dos bandos: el de los Uriburu
y “la tribu” integrada por los opositores, entre los cuales aún no habían
adquirido talla los Ortiz. Ambos grupos oponentes tenían una sola arista en
común: aceitadas relaciones con el Poder Ejecutivo Nacional. Aunque Mitre no
apoyó la revolución de los Uriburu ni el pedido de intervención de la Provincia,
lo unían con esta familia salteña inocultables lazos de amistad e interés mutuo.
Las presidencias de Domingo Sarmiento y Nicolás Avellaneda encontraron a
hombres de ambos bandos a cargo de la Procuración del Tesoro de la Nación:
José Evaristo Uriburu (entre 1869 y 1870) y Victorino de la Plaza (entre 1874 y
1880).
Las dos facciones opositoras adquirieron durante la década del 80 mayor
identidad y fue entonces cuando recibieron el apelativo de orticistas y
uriburistas. Los primeros abandonaron el anónimo mote de “tribu” cuando
Miguel Serapio Ortiz accedió a la gobernación de Salta entre 1880 y 1883.
Congregados en el Club de la Juventud y con el apoyo recíproco de Julio
Argentino Roca controlarían por más de una década la política y la economía
provincial. Con sólidos vínculos en el escenario nacional, encontraron su matriz
originaria en el grupo opositor a los uriburu, configurado después de la
intentona revolucionaria de 1864. La presidencia de Roca y el PAN tuvieron en
estos ex urquicistas-federales una base de apoyo que sería recíproca.
Muchos de aquellos apellidos se repitieron en la primera magistratura provincial
y en las legislaturas provinciales y nacionales años después, teniendo a las
elecciones como estrategias para mantener alejados, a toda costa, a los
opositores.
La tabla que sigue muestra el desempeño electoral de ambas facciones en
1880. Los orticistas figuran en color verde y los uriburistas en rojo. En azul
están aquellos que no pudieron ser identificados con una ni otra facción.
Tabla Nº 1
DEPARTAMENTO
SENADORES
DIPUTADOS
FECHA DE
CONVOCATORIA
FECHA DE
ELECCIÓN
NÚMERO DE
VOTOS
APROBADO EN
SESIÓN
APROBADO EN SESIÓN
ANTA
Dr.
Dn
30-06-1880
1º-08-1880
53 votos
2ª Sesión del HS
Arístides
Lopez
Decreto Nº 73
CAFAYATE
Flavio Llovet
CAFAYATE
Y GUACHIPAS
Benedicto
Fresco
04-10-1880
30-06-1880,
Decreto Nº 73
1º-08-1880
45 votos
30-06-1880
Decreto Nº 73
1º-08-1880
45 votos
CAFAYATE
Salustiano
Sosa
14-11-80
CALDERA
José Hilario
Tedin
1º-08-80
Sesión
de
la
H.C.D. del 28-091880
2ª Sesión del HS
04-10-1880
Sesión
de
la
H.C.D. del 28-091880
CAMPO SANTO
Y CALDERA
Angel
Ugarriza
30-06-1880
Decreto Nº 73
1º-08-80
151 votos
2ª Sesión del HS
04-10-1880
CAPITAL
Victorino
Manuel Solá
30-06-1880
1º-08-1880
384 votos
2ª sesión del H. S.
4-10-80
Sesión
de
la
H.C.D. del 28-091880
Sesión de la HCD
del 28-09-1880
CAPITAL
Abel Ortiz
30-06-1880,
Decreto Nº 73
1º-08-1880
385 votos
CAPITAL
Francisco
Alvarez
30-06-1880,
Decreto Nº 73
1º-08-1880
385 votos
CAPITAL
Máximo
Tamayo
30-06-1880,
Decreto Nº 73
1º-08-1880
385 votos
Sesión de la HCD
del 28-09-1880
Sesión de la HCD
del 28-09-1880
2ª Sesión del HS
04-10-1880
CERRILLOS
Manuel
Peña
A.
Macedonio
Aranda
CHICHOANA
Mariano
Echazú
GUACHIPAS
Isaias Aivar
IRUYA y SANTA
VICTORIA
IRUYA
Daniel Goitia
30-06-1880,
Decreto Nº 73
30-06-1880,
Decreto Nº 73
1º-08-80
45 votos
1º-08-80
81 votos
30-06-1880,
Decreto Nº 73
1º-08-1880
76 votos
99 votos
Miguel
Brizuela
METÁN
Felipe
Pérez
METAN
Antep. C. de
P.
D.
Justiniano
Arias
2ª Sesión H. S.
04-10-1880
MOLINOS
Salustio
Quirós
1º-08-80
MOLINOS
Arturo
Dávalos
C. de P.
MOLINOS
Manuel
Llovet
C. de P.
ORÁN
Salustio
Quiroz
30-06-1880,
Decreto Nº 73
1º-08-1880
Sesión de la HCD
del 28-09-1880
ORÁN
Facundo
Cabrera
30-06-1880,
Decreto Nº 73
1º-08-1880
Sesión de la HCD
del 28-09-1880
RRIO DE
FRONTERA
LA
Domingo
Güemes
C. de P.
RRIO DE
FRONTERA
LA
Ignacio Ortiz
C. de P.
ROSARIO
LERMA
DE
Aniceto
Latorre
C. de P.
ROSARIO
LERMA
DE
Dr.
Manuel
Dn.
1º-08-80
106 votos
Sesión de la HCD
del 28-09-1880
Heredia
ROSARIO
LERMA
DE
Juan
José
Saravia
SAN CARLOS
30-06-1880,
Decreto Nº 73
Dr. Dn Felipe
Arias
1º-08-80
106 votos
1º-08-80
112 votos
2ª Sesión H. S.
04-10-1880
Fuentes: En AHS, Registros Oficiales Nº 1 y 2, Acta de Sesiones de la Cámara de Senadores y Diputados, Carpeta de
Gobierno Nº 1 y 2, 1880.
A simple vista se observa la mayor representación en manos de los orticistas.
En las elecciones de senador de 1881 se postuló Pío Uriburu como
representante del departamento de Iruya. Tenía como competidor a Cástulo
Aparicio. A pesar de haber sido favorecido por una clara mayoría de los votos,
la legislatura provincial nunca aprobó su pliego.
Entre 1880 y 1898 se sucedieron en la gobernación Moisés Oliva (1879-1881),
Miguel S. Ortiz (1881-1883), Juan Solá (1883-1886), Martín Gabriel Güemes
(1886-1889), Adolfo Martínez (1889), Pedro J. Frías (1890-1893), Delfín
Leguizamón
(1893-1895)
y
Antonino
Díaz
(1895-1898).
Todos
estos
mandatarios no sólo estuvieron ligados por los vínculos políticos construidos
durante las dos décadas anteriores sobre el antiuriburismo, sino también por
empresas económicas emprendidas en forma conjunta.
Por caso están los Baños Termales de Rosario de la Frontera, que Moisés
Oliva arrendó a la propietaria Melchora Figueroa de Cornejo. Miguel Ortiz
compró las acciones de la sociedad a Oliva, quien después vendió sus
acciones a Martín Gabriel Güemes30. Curiosamente estos baños pasarían
después a propiedad de la Provincia y serían transferidos a la Nación como
parte de pago de un empréstito de cinco millones de pesos oro para crear el
Banco Provincial de Salta. Este banco de capitales mixtos no dio resultados y
fue Delfín Leguizamón quien, poco tiempo después, selló el acuerdo de
traspaso al gobierno nacional31.
30
En A.H.S, Libro del Escribano Romero, Protocolo del 30 de agosto de 1890, folio 579.
Bajo el gobierno de Martín Gabriel Güemes, la provincia logra del Banco Nación, un empréstito de
cinco millones oro para crear el Banco Provincial de Salta, un banco mixto que cinco años más tarde sería
de propiedad de la Provincia. En 1893, el Gobierno nacional se hace cargo de la deuda de emisión del
Banco de la Provincia, a cambio de la deuda que mantiene con Salta por las guerras de la Independencia
(trescientos mil pesos oro), los baños termales de Rosario de la Frontera y una fracción de seiscientos
sesenta y siete leguas de tierras públicas. Dos años después el gobernador Delfín Leguizamón se
congratula de que la única institución de crédito sea propiedad del Estado provincial. Queda por indagar
que pasó con el empréstito, quiénes fueron los beneficiarios de la política crediticia y por qué esta
institución mixta no pudo sostenerse.
31
En1889 también encontramos a Miguel Ortiz en negocios con Juan Solá, quien
le donó una finca en el paraje del Río Blanco. Extrañamente, estos terrenos
fueron transferidos por el propio Ortiz a Fernando Solá, hijo del donante32.
Francisco J. Ortiz, a su vez, formó una sociedad con Antonino Díaz. Ambos
adquirieron en un remate del Banco Provincial de Salta la finca San Francisco,
de 662 hectáreas en el departamento Capital, por 86.000 pesos m/n.
Completamente alambrada, con sala, casa para peones, agua, pasturas y
hacienda incluida, esta finca pasó a manos de Díaz y Ortiz con la entrega de
sólo 8000 pesos m/n. El resto fue abonado mediante una hipoteca hecha sobre
las mismas tierras con un interés del 6% anual33.
Los orticistas, como se aprecia, conformaron un grupo cuyo vínculo alternaba
entre los intereses políticos y económicos. Las empresas conjuntas, las
relaciones de amistad, la utilización de los propios resortes del Estado,
aseguraron que este entramado de dominio se conserve por más de una
década, dentro de una estrecha relación de beneficios recíprocos con el Poder
Ejecutivo Nacional.
A diferencia, los uriburistas se percibieron a sí mismos como una familia y las
estrategias desplegadas estuvieron orientadas en esta dirección. Seis de los
once ministros nacionales y uno de los dos presidentes de la Nación que
detentó Salta entre 1880 y 1916 pertenecían a la familia Uriburu.
Benjamín Zorrilla, hijo político de José Uriburu, se desempeñó como ministro
del Interior durante la presidencia de Avellaneda; Francisco Uriburu fue ministro
de Hacienda durante la presidencia de Miguel Juárez Celman; el mismo
Benjamín Zorrilla, esposo de Amalia Uriburu, actuó como ministro del Interior
durante la presidencia de José Evaristo Uriburu; Damián Torino, casado con
Amelia Uriburu, se desempeñó como ministro de Agricultura durante la
presidencia de Manuel Quintana; Miguel Tedín, emparentado con los Uriburu a
través de Virgilio Tedín, ejerció como Ministro de Obras Públicas durante la
presidencia de José Figueroa Alcorta; Indalecio Gómez, concuñado de José
Evaristo Uriburu por su enlace con la peruana Carmen Rosa Tezanos Pinto, fue
ministro del Interior durante la presidencia de Roque Saénz Peña.
32
33
En AHS, Libro del Escribano Eduardo Romero, Protocolo del 23 de noviembre de 1891, folio 248.
En AHS, Libro del Escribano Enrique Klix, Protocolo del 6 de diciembre de 1900, folio 362.
El cuadro de relaciones esbozado muestra el papel central que tienen las
mujeres en la configuración y el mantenimiento de los vínculos. Sin embargo
los intereses políticos y económicos no siempre se corresponden con los lazos
familiares ni con el afecto. De allí, la preocupación por establecer los modos
con que los propios integrantes perciben a la familia y deciden inclusiones o
exclusiones.
En 1891 Francisco Uriburu, en una carta a su primo José Evaristo, decía de
Indalecio Gómez: “Yo le conocí como amigo a nuestro oligarca salteño, más
aún, como miembro de nuestra familia. Pero de la noche a la mañana se hizo
modernista; se une a los ladrones de Salta, sus antiguos enemigos, a su
partido…pacta con Dídimo Pizarro la eliminación de tu candidatura”34.
Tampoco las afinidades políticas se corresponden con alineamientos seguros.
Si Julio Argentino Roca contaba con en el apoyo incondicional de los orticistas,
encontraba duros obstáculos en la figura de Domingo Güemes, elegido
diputado por Salta en 1882. Se quejaba Roca, a sus seguidores de Salta, que
“le habían mandado un representante al Congreso, con quien no se podía
contar sin discusión”. Para Bernardo Frías esta fue la causa por la que Güemes
renunció al Congreso de la Nación35.
Conclusiones
Estudiar la dinámica del poder en Salta, entre 1880 y 1916, requiere entender
que las autodenominadas familias tradicionales no son una realidad natural y
preexistente. Estas devienen de la construcción de un sistema de diferencias
que las posiciona por sus “atributos”, construidos históricamente, en la cúspide
social. Esta ideología de la familia tradicional cohesiona al grupo que se
reconoce a sí mismo superior, a la vez que distancia socialmente a aquellos
que no se ajustan a ella. De todas formas, esta ideología penetrará en el
conjunto social y orientará sus prácticas hasta estos días.
La familia objetiva tampoco es una realidad estática que obedece a reglas
estatuidas. Ello exige focalizar el análisis de las relaciones que se establecen
34
Citado por Fernández Lalanne, Pedro (1989), Los Uriburu, Buenos Aires, emecé, p. 309. Con el
calificativo de modernista se refiere a la facción que apoya en 1891 la candidatura de Roque Sáenz Peña,
quien se retira al confirmarse la fórmula integrada por su padre Luis Saenz Peña, acompañado de José
Evaristo Uriburu.
35
En Frías, Bernardo (1980), op. cit., p. 120.
entre individuos y grupos que -en el problema que nos ocupa-, exceden a
aquellos vínculos estrictamente parentales, para sumar los de amistad, los
políticos y los económicos.
Este breve análisis de las relaciones que ligan a los actores muestra también
que los entramados de dominio de uriburistas y orticistas cambian y difieren en
el tiempo. La trama de relaciones también trasciende el espacio del territorio
provincial. La permanencia en determinadas posiciones políticas, expectantes
de mejores posibilidades económicas y de dominación, obliga a ambos grupos
a desplegar diferentes estrategias con el Ejecutivo Nacional. Los uriburu lo
harán sobre todo a través de los vínculos familiares. Sus opositores lo lograrán
mediante lazos de amistad y afinidades políticas. Los primeros se sostendrán
en el tiempo y mutarán durante las primeras décadas del siglo XX en los Patrón
Costas, mientras los orticistas se diluirán en las nacientes filas de la Unión
Cívica Radical.
María Fernanda Justiniano
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