Herrera Mariano: La educación escolar en Venezuela.

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LA EDUCACIÓN ESCOLAR EN VENEZUELA
Mariano Herrera
En este trabajo se tratará exclusivamente el tema de la educación escolar y no todo lo
que abarca el tema educativo. Se presenta en una primera parte una serie de
postulados de base acerca del “para qué” de la educación y la educación que queremos.
Luego se pasa a un breve diagnóstico que permita identificar los problemas más críticos
que, de ser solucionados, se mejoraría notablemente la eficacia del sistema educativo.
Por último se plantean algunas soluciones que pretenden abarcar algunos de los
factores desencadenantes de las transformaciones necesarias.
EL PARA QUÉ O LOS FINES DE LA EDUCACIÓN
La educación es, a la vez, un fin en sí mismo y un medio o un instrumento. Es un
fin en sí mismo porque es mejor educarse que ser ignorante, es un bien, es un valor,
algo por lo cual vale la pena hacer sacrificios. El objeto de muchas críticas, pero nadie
quiere deshacerse de ella.
Es también un canal de movilidad social que garantiza la igualdad de
oportunidades. Es también el factor que mejor protege contra la pobreza. Y esto es
una particularidad de nuestro país.
En efecto, cuando se estudia en los países en vías de desarrollo, y al particular en
los más pobres, cuál es el factor que más se asocia al hecho de ser pobre, aparece el
hecho de ser mujer (en África o en Asia), el hecho de vivir en el medio rural, el origen
étnico o el tipo de empleo que se tiene. En Venezuela los más pobres tienen como
común denominador el bajo índice de escolaridad, es decir, el bajo número de años de
estudio aprobados. Mientras menor sea el número de años de estudio aprobados, más
probabilidades hay que una persona sea pobre. Por el contrario, a mayor número de
años de estudio, más difícil es estar en el nivel de pobreza (Riuttort, 2000).
Por supuesto que la educación no lo puede todo. Aun cuando la mayoría alcance
altos niveles educativos, si la economía no es suficientemente eficiente ni orientada
hacia la proliferación de empleos productivos y bien remunerados, el rol social de la
educación se ve obstaculizado por el contexto económico.
Hay pues que estar claros: la educación sí puede cambiar la sociedad pero no lo puede
todo.
FUNCIONES CONTROVERSIALES
La educación también está para otras funciones que la sociedad le encarga.
Podríamos enumerar al menos dos de ellas: la primera es la de conservación y
transmisión del patrimonio de la humanidad. La segunda es la de garantizar la
igualdad de oportunidades y; si se quiere, “proteger” contra la pobreza.
La misión de conservación ha sido altamente cuestionada. Ha sido descrita como
reproducción de las desigualdades y perpetuadora de la injusticia. Y no sin razón.
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Es cierto que la función ejercida por la educación en países europeos, hasta bien
entrada la década de los 80 del siglo XX, si bien elevaba el nivel educativo promedio de
la población, no contribuía suficientemente a la movilidad social. Los oficios y las
profesiones eran prácticamente heredados, con lo cual la igualdad de oportunidades se
convertía en un fracaso. Es decir, independientemente de la cobertura masiva, los
hijos de los obreros seguían siendo obreros, los hijos de maestros y profesores se
convenían también en maestros y profesores y los hijos de profesiones liberales
seguían el camino de sus padres.
El caso de Venezuela no ha sido así. Desde que se empezó con la masificación de
la educación, que tuvo su auge en la década de los 60, hasta el inicio de la década de
los 80 del pasado siglo XX, la movilidad social ligada a la educación es innegable. La
población económicamente activa pasó de un promedio de tres años de escolaridad por
habitante en 1963 a un promedio de más de siete años a finales de la década de los
80.
El aumento de los años de estudio de la mayoría de la población, asociado a los
beneficios de la distribución de la renta petrolera a través del Estado hizo crecer a la
clase media y, sobre todo, cultivó las esperanzas de los más desfavorecidos, quienes
veían a su alrededor el progreso social, el aumento del nivel educativo de sus hijos y
de muchos otros del mismo medio social.
Lamentablemente, el desempeño actual de nuestro sistema educativo está
teniendo efectos negativos al producir desigualdades en las oportunidades de egreso, y
no tanto de acceso o de cobertura. El enfoque conservador de toda educación está más
relacionado con la herencia cultural que con la rigidez de las estructuras sociales. Toda
sociedad tiene interés en conservar su memoria cultural, transmitir sus creencias, sus
valores y los conocimientos. La sociedad de hoy no escapa de esa necesidad universal.
Y la educación tiene el rol de transmisión del patrimonio cultural de la nación y de la
humanidad.
Conservación, transformación social, protección contra la pobreza son misiones
de la educación y funciones del sistema educativo, más exactamente de la escuela.
Ciudadanos educados, capaces de insertarse y, al mismo tiempo, de transformar la
sociedad, con sentido crítico y espíritu productivo son los productos que la escuela
debe garantizar. Pero, sobre todo, debe hacerlo con equidad, asegurando el máximo
de igualdad de oportunidades. Produciendo valor agregado, es decir, logrando que los
niños procedentes de los sectores más desfavorecidos alcancen masivamente los
beneficios cualitativos de la educación.
EQUIDAD Y CALIDAD
Queremos una sociedad económicamente productiva, socialmente cohesionada,
culturalmente amplia y tolerante con una población capaz de adaptarse a cambios y a
exigencias cada vez más frecuentes y mayores y capaz de adaptar la sociedad a las
exigencias de participación y de mejora de la calidad de vida de los ciudadanos.
Las personas necesitan herramientas prácticas, hábitos y disciplinas individuales
y competencias capaces de insertarse en un mercado de trabajo complejo y que
necesita de iniciativas individuales, trabajo en equipo, responsabilidad individual y
colectiva, eficiencia, eficacia y productividad. Necesitan tener poder y criterios
suficientes para transformar la sociedad o conservarla según las opciones culturales y
políticas que cada momento histórico experimenta. La sociedad necesita personas
equilibradas, respetuosas y consideradas con los demás, conscientes de sus
responsabilidades con el medio ambiente incluyendo vecindario.
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Que la educación logre esos objetivos es un asunto de calidad.
Que lo logre con todos sus alumnos sin diferencias por el origen social ni de
género ni de ninguna índole es un problema de equidad. Calidad y equidad son pues
los dos problemas fundamentales de nuestro sistema educativo.
EN QUÉ ESTAMOS
En cuanto a la equidad, estamos en una situación de severo deterioro en el
funcionamiento del sistema educativo. En la década del inicio de la democracia y hasta
mediados de los 80 del siglo XX, se progresó de manera considerable. Pasamos de tres
a más de ocho años de escolaridad promedio para la Población Económicamente Activa
(PEA) y la cobertura de la primaria se completó casi en un 100 por ciento de la
población con la edad correspondiente. Pero, Venezuela tiene serios problemas con la
cobertura escolar para los más de catorce o quince años. Es pues aquí donde hay que
hacer esfuerzos para mejorar el funcionamiento del sistema. Porque quienes
abandonan el sistema o son expulsados por la escuela antes de culminar el nivel
obligatorio, es decir, antes de cumplir quince o dieciséis años y con menos de noveno
grado de Educación Básica, son justamente quienes más necesitan del máximo de
años de estudio para disponer de los atributos requeridos para insertarse
productivamente a la sociedad. Y lo que está sucediendo es lo contrario.
El promedio de años de estudio por habitante de la PEA es actualmente de poco
más de ocho años. Es decir, la mayoría no alcanza noveno grado. Pero la desigualdad
hace que el 20 por ciento más pobre sólo alcanza 5,6 años de estudio. Es decir, no
pasa de sexto grado.
Sólo alcanzan más de l0 años de estudios los descendientes de quienes también
alcanzaron esos niveles educativos, mientras que los descendientes de quienes tienen
menos que primaria, tampoco logran pasar de sexto o séptimo grado.

EQUIDAD
El sistema educativo logra matricular a casi todos los niños en edad escolar: 95
por ciento para 2001 (MECD: Memoria y Cuenta, 2003). Pero sólo hasta que cumplen
doce o trece años de edad. Es decir, existe un problema esencial que es el fracaso
escolar. Ahora bien, cuando se habla de fracaso escolar generalmente se entiende que
quien fracasa es el alumno: éste es aplazado, luego repite una o dos veces algún
grado o año durante su trayectoria escolar, y finalmente es expulsado del sistema o él
mismo lo abandona. Pero cabe preguntarse, si la cifra de fracaso es tan alta que el
promedio de escolaridad es lo bajo que es, ¿fracasan todos esos muchachos?, ¿son
todos incapaces por razones individuales?, ¿los problemas sociales deben resolverse
antes de que la escuela pueda cumplir con su misión de garantizar la equidad?

LA EQUIDAD DEPENDE TAMBIÉN DE LA CALIDAD
Es obvio que no todo es atribuible a los niños y jóvenes. Tampoco tiene toda la
culpa el origen social del niño ni la situación actual de la familia. Cuando se indaga
acerca de las causas de la deserción escolar, es obvio que la primera razón es la
situación económica de las familias. Los niños abandonan la escuela porque el costo de
oportunidad es muy elevado y difícil de pagar durante diez a doce años, por muy
gratuita que sea la matrícula escolar en las escuelas oficiales.
Para enviar un niño a la escuela hay que cubrir gastos de comida en la escuela,
de transporte y de misceláneos cada cierto tiempo, como cuadernos, bolígrafos, etc.
3
Dada la crisis económica, el desempleo y el aumento de la pobreza en los años
recientes, a muchas familias les resulta cuesta arriba cubrir dichos costos y terminan
retirando a sus hijos de la escuela, para incorporarlos a labores de la economía
informal. Por ello, es vital disponer de programas sociales como el Programa
Alimentario Escolar (PAE), becas para alumnos de tercera etapa y educación media (lo
que comúnmente se conocía como secundaria), subsidio al transporte, uniformes y
útiles escolares.
Pero los programas sociales tampoco son suficientes. Un estudio reciente (González,
2000) mostró que la mayoría de los desertores tienen como común denominador no
sólo el hecho de pertenecer a familias pobres sino el hecho de haber sido repitiente
antes de abandonar la escuela. De modo que es posible atacar la deserción con
programas educativos. Dicho de otro modo, evitando la repitencia, se evita la
deserción. Y ¿cómo evitar la repitencia? Los alumnos repiten porque no alcanzan el
rendimiento mínimo para pasar al grado siguiente. Pero no todo es atribuible a los
alumnos. Muchas veces lo que se observa es una inadecuada enseñanza por parte de
los maestros que no utilizan métodos pedagógicos adecuados.

ORIENTAR LAS POLÍTICAS PÚBLICAS
Para orientar las políticas públicas hacia un mejoramiento efectivo de la calidad
de la educación, y para que éstas a su vez tengan incidencia en la equidad,
permitiendo que los alumnos más pobres alcancen el mismo número de años de
escolaridad que los menos pobres, es necesario tener en cuenta la secuencia causal
anterior: métodos de enseñanza inadecua- dos producen bajo rendimiento, lo cual
produce repitencia y los repitientes terminan por abandonar la escuela
prematuramente. El bajo rendimiento y la repitencia son manifestaciones del fracaso
escolar, es decir, del fracaso del sistema educativo, incapaz de lograr que todos los
alumnos culminen los años de estudio obligatorios, como mínimo.

Evitar el fracaso escolar debe ser pues la prioridad ¿Cómo hacerlo?1
Toda la evidencia científica basada en estudios empíricos sobre la calidad de la
educación indica que el elemento más determinante es evidentemente el maestro.
Pero también es indispensable fortalecer el desempeño total de la escuela y no sólo de
los docentes (para una muestra de la amplia literatura sobre el tema, consultar la
documentación en www.rinace.org).
Mejorar el desempeño de los maestros y de las escuelas es indispensable para
alcanzar el objetivo planteado de evitar el fracaso escolar. Y, ¿acaso esto no se ha
hecho? Pues obviamente que sí se ha intentado. Lo que más se ha tratado de lograr es
aumentar el nivel de los maestros y profesores. Entonces, ¿por qué no se ha logrado
mejorar? Las razones son varias, algunas muy complejas. Enumeraremos las que
considerarnos más críticas.
1. La carrera no es atractiva. Sólo la escogen quienes no tienen otra opción por sus
bajas notas en bachillerato. Salvo escasas excepciones, sólo los bachilleres que
1
Es obvio que la equidad requiere que todos los alumnos puedan asistir todos los días a su escuela. y esto no es un
problema educativo sino social. Por ello es importante no sólo que el Estado cubra el costo de la matrícula, sino que existan
programas sociales como el Programa Alimentario Escolar, el subsidio al transporte estudiantil, al uniforme ya los textos
escolares. Pero este trabajo se limitará a trabajar la equidad desde el punto de vista educativo
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saben que no serán aceptados en otras carreras por su promedio de calificaciones,
optan por estudiar educación. Esto produce que el nivel de la carrera sea bajo y en
consecuencia que, al graduarse, el nivel de los egresados tampoco sea satisfactorio.
Hacer más atractiva la carrera docente, mediante condiciones de trabajo mejoradas,
se hace imperativo.
2. Las universidades no especializan suficientemente a los docentes que forman.
Estudios recientes (Herrera, 2000) muestran que los planes de estudio de las
universidades que ofrecen la carrera de educación no forman con el nivel de
especialización que exige el oficio. Escasez de materias prácticas, teorías poco
relacionadas con el ejercicio real de la profesión, exceso de “modas” seudoteóricas
no ayudan a los egresados frente a alumnos en salones de clase reales. Las
antiguas escuelas normales ofrecían herramientas pedagógicas que se adaptaban
mejor a las realidades de las aulas con métodos de enseñanza efectivos. Urge
retomar este enfoque e incorporarlo a la formación universitaria.
3. Se puede entrar a ejercer sin ser graduado. Priva el aprendizaje empírico sobre el
universitario. Muchos maestros, hoy poseedores de títulos universitarios que los
acreditan como docentes, iniciaron sus estudios después de haber empezado a
trabajar como docente. De modo que primero aprendieron empíricamente, con su
propia experiencia cotidiana, y es esa experiencia lo que priva. A ellos la universidad
les sirve esencialmente para obtener el diploma que permite la estabilidad laboral,
la mejora salarial y el acceso a la jubilación y otros beneficios.
4. Los incentivos son desfavorables al buen desempeño. Trabajar en una escuela oficial
es ser parte de todo un sistema de incentivos que son desfavorables al buen
desempeño. Las escuelas carecen de director y, en caso de estar presente, no
dispone de herramientas para una gestión eficaz. Cambiar este sistema de
incentivos es indispensable para mejorar el desempeño de los docentes.
El otro factor desencadenan te es la escuela. Se necesitan escuelas eficaces pero
las escuelas oficiales son institucionalmente muy débiles:
En muchos casos (entre 40 y 55 por ciento de las escuelas en promedio) no hay
directivos y las escuelas están acéfalas. En las es- cuelas en que sí hay directores,
éstos carecen de la autoridad y de los instrumentos de gestión indispensables para
dirigir adecuadamente la escuela.
PROPUESTAS PARA EL CAMBIO
Fortalecer la escuela y tener buenos docentes son factores estratégicos. Para
actuar sobre ellos han sido diseñados programas detallados. Entre ellos cabe
mencionar el “Acuerdo social para el desarrollo y la superación de la pobreza”
{www.acuerdosocial.com).
Los programas se orientan a fortalecer las escuelas oficiales para que dispongan
de mayor capacidad de producir valor agregado educativo, tal y como lo hacen muchas
escuelas de Fe y Alegría. Éstas logran mejores resultados por poseer mayor capacidad
de gestión, basada en la presencia de directores bien seleccionados y con mayor
capacidad de acción sobre los procesos y resultados educativos de sus escuelas.
Además, son escuelas con manejo responsable de su presupuesto y de su personal,
gracias al convenio Asociación Venezolana de Educación Católica (AVEC)-Ministerio de
Educación. Este convenio cubre los gastos de las escuelas con financiamiento público
incluido en el presupuesto del Ministerio de Educación, otorgado anualmente a la
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AVEC; luego la AVEC es responsable de entregar el presupuesto a cada una de las
escuelas pertenecientes a la asociación, bajo estrictas normas contables y de rendición
de cuentas tanto administrativas como educativas.
Multiplicar este tipo de convenio para fortalecer un máximo de escuelas que
atienden a poblaciones desfavorecidas es una prioridad. Lograrlo depende de que
Venezuela llegue a un nuevo acuerdo social, que establezca nuevas reglas de juego
para los actores educativos, especialmente para los gremios de docentes. Este tipo de
acuerdo es viable en términos de financiamiento y de “costo político” porque los
beneficios de las escuelas bajo convenio son los mismos que los de las escuelas
oficiales, incluyendo la jubilación. El no haber construido el acuerdo que se requiere
explica por qué no se han generalizado experiencias para que los beneficios de
modelos eficaces probados se amplíen a un mayor número de alumnos pertenecientes
a clases desfavorecidas2.
En cuanto a hacer más atractiva la profesión docente, los programas alternativos
mediano y largo plazo. A mediano plazo es necesario incidir en la mejora de los
docentes en servicio. Para ello se requieren programas que comprendan capacitación y
seguimiento y apoyo directo de asesores pedagógicos en las escuelas y las aulas,
acompañados de manuales variados de técnicas que ayuden a los maestros a mejorar
su oficio.
A más largo plazo es necesario actuar sobre dos dimensiones de la docente: las
condiciones de trabajo y la formación inicial. Actualmente ser docente empleado por el
Estado o el sector público ofrecen beneficios relativos: poca exigencia para obtener un
cargo, poca exigencia en el ejercicio cotidiano del oficio, sólida estabilidad laboral,
vacaciones abundantes remuneradas, seguro social y HCM, y jubilación a los
veinticinco años de antigüedad.
Como desventaja hay que señalar pésimas condiciones físicas y dotación de la
mayoría de las escuelas, bajo sueldo (aunque con de duplicarlo trabajando 2 turnos,
que en muchos casos, tampoco representa un ingreso suficiente), dificultades de
acceso a las escuelas (alto costo del transporte, inseguridad en los barrios, etc.).
Cambiar los incentivos podría pasar por:



Mejorar el sueldo y las condiciones materiales de las escuelas.
Mejorar el clima institucional, asignando directores de alto nivel a cada plantel.
Diseñar sistema de premio y reconocimientos al buen desempeño. Poner en
marcha programas de apoyo y de acompañamiento a las escuelas ya los maestros.
Como contrapartida, se aumentaría el número de años de servicio optar por la
jubilación, y la estabilidad laboral estaría sometida a un sistema riguroso de evaluación
del desempeño:
Los cambios en la formación inicial de los docentes pasarían por:


Disminuir la duración de los estudios universitarios de cinco a dos o tres años.
Establecer un sistema de oposición en el que también se beneficien las
2
Existen otras propuestas como la del "voucher" o financiamiento de la demanda: consiste en que el costo de la educación
sea distribuido a través de bonos o becas a todos los niños y jóvenes en edad escolar para que escojan la escuela en la
que desean inscribirse. Esto fortalece- ría la libertad de selección y, en principio, la competencia entre escuelas, lo que, a su
vez, incentivaría mejoras en la calidad de la educación. Pero la evidencia internacional no es concluyente en cuanto a
mejoras en la calidad y la equidad. Además, la viabilidad de esta propuesta tiene como obstáculo la dificultad para alcanzar
suficiente consenso para su implantación, por la reputación de "neoliberal" con la que se le identifica.
6

universidades cuyos egresados sean más destacados.
Promover cambios en los programas de estudio de las universidades, a través
de un amplio debate nacional en el que participen profesores, estudiantes,
egresados, expertos nacionales e internacionales, y padres y representantes de
alumnos de las escuelas públicas.
Para lograr todo lo anterior, se necesita un acuerdo social amplio y complejo,
diseños de programas específicos que pongan en marcha soluciones viables. Ambas
cosas requieren claridad en las orientaciones y tener presente que los cambios no
serán inmediatos, pero el progreso sí será visible muy rápidamente.
No fue posible por razones de espacio abarcar otras transformaciones también
necesarias como la eficiencia de la administración educativa, la descentralización y el
fortalecimiento de las instancias estadales y municipales del sector educativo.
BIBLIOGRAFÍA
GONZÁLEZ, Lissette. (2000). “Deserción escolar y exclusión juvenil en Venezuela”. Trabajo de
ascenso, Escuela de Sociología, UCAB, mimeo.
HERRERA, Mariano (coord.). (2000). Los maestros en Venezuela: diseño de carrera e incentivos
institucionales. IIES-UCAB/CICE/Avina, julio 2000, Caracas.
HERRERA, M. y M. LÓPEZ (1996). La escuela eficaz, Cinterplan/CICE, Caracas.
LÓPEZ, Marielsa. (2000). “La identidad profesional de los docentes a partir de su práctica
pedagógica”, en Ponencias del Seminario: “Identidad profesional y desempeño docente en
Venezuela y América Latina”. Caracas, UCAB, 15 y 16 de junio, mimeo.
MINISTERIO DE EDUCACIÓN. Memoria y Cuenta, varios años.
RIUTTORT , Matías. (2003). Ingreso, desigualdad y reducción de la pobreza, UCAB, Caracas.
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