De carpintero a músico: Testimonios sobre democratización de la cultura en un territorio aislado de la Patagonia Chilena

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De carpintero a músico: Testimonios
sobre democratización de la cultura en
un territorio aislado de la Patagonia
Chilena1
Magdalena Rosas Ossa
Directora Regional de Aysén
Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile
[email protected]
1
Artículo cedido por la autora al Portal Iberoamericano de Gestión Cultural para su publicación en el Boletín GC:
Gestión Cultural Nº 11: Participación Ciudadana, abril de 2005. ISSN: 1697-073X.
Resumen
El siguiente texto, es una reflexión de carácter testimonial y está contextualizado en
la Patagonia Central de Chile en una región de ciento siete mil kilómetros cuadrados
que no tiene mas de noventa mil habitantes y quinientos kilómetros totales de
asfalto. El resto de las rutas son caminos de ripio o sendas de penetración.
En esta región existen diez municipios (ayuntamientos), en cada uno de ellos existe
una biblioteca pública conectada a Internet gracias a un proyecto del Gobierno
Chileno a través de la Red de Bibliotecas Publicas Chilenas y la Fundación Bill
&Mellinda Gates de Estados Unidos de Norteamérica.
En un total de seis de estas diez comunas existen pequeñas casas de cultura que
albergan desde agrupaciones folklóricas hasta bandas de rock, coros, y clubes de
lectura entre muchas otras actividades.
A partir de la década de los noventa existe en Chile el Fondo Nacional de la Cultura
y las Artes FONDART que fueron administrados por la División de Cultura del
Ministerio de Educación y que hoy están insertos en el Consejo Nacional de la
Cultura y las Artes.
El siguiente texto expone a través de algunos ejemplos, como a través del libre
acceso de la cultura como resultado de los Fondos Concursables, ha sido posible el
desarrollo cultural de las personas, localidades y regiones del país.
Es una reflexión acerca de la vocación de servicio de los gestores culturales, la
igualdad de oportunidades que brindan estos fondos y su aplicación en el territorio
sin distinciones. Es una pequeña muestra práctica de procesos de democratizacion
de la cultura, en un territorio llamado Chile.
Me he propuesto escribir para el Portal Iberoamericano de Gestión Cultural2 sobre
algunas de mis experiencias en un proceso que, desde hace veinte años, entiendo
como democratización de la cultura y que se refiere a la acción de permitir el acceso
de los bienes culturales a las personas que po r las mas diversas razones, en el caso
nuestro específicamente por razones de aislamiento y pobreza, nunca han tenido
oportunidades al respecto.
2
www.gestioncultural.org
www.gestioncultural.org
[email protected]
2
Debo en primer término explicar que como potencial violoncelista, decidí
tempranamente no serlo por una opción de servicio que me obligaba a poner al
alcance de los más desposeídos, las maravillosas experiencias culturales a las que
yo había tenido acceso desde niña, crecida en un ambiente donde tuve por razones
familiares la oportunidad de compartir con los mejo res artistas del mundo que
visitaron el país y la efervescencia cultural vivida en la década de los sesenta y
setenta. Después de mucho andar, descubrí en la gestión cultural la opción para
hacer activamente a través de la práctica, una síntesis entre el servicio público y la
vivencia del arte y la cultura en todas sus manifestaciones.
Escribir este texto representa para mí un desafío que no es fácil. Hace bastante
tiempo que no tengo ni un momento para escribir sobre mis experiencias y sobre
mis reflexiones en este maravilloso trabajo que es la gestión de la cultura.
En estas reflexiones que quieren ser un aporte para el Portal Iberoamericano de
Gestión Cultural, intentaré realizar una reflexión en base a la experiencia exitosa de
un músico popular, a partir del libre acceso que él tuvo como músico a una
estrategia inserta en una política de Gobierno para el desarrollo de las artes y la
cultura.
Busco compartir en este texto, una experiencia en relación directa con la existencia
de los Fondos Concursables de Cultura3 y cómo ellos han permitido a un artista
cambiar su mirada de su propia actividad artística, ubicándolo a partir de esta
experiencia en una nueva realidad respecto a su propio quehacer artístico, a sí
mismo, y a su mas inmediato entorno social, entendiendo que ello representa un
ejemplo concreto de democratización de cultura en el sentido del libre acceso de los
bienes culturales que el Estado Chileno pone a disposición de los usuarios.
3
www.fondosdecultura.cl
www.gestioncultural.org
[email protected]
3
Se trata de una reflexión alrededor de la experiencia que se ha desarrollado en Chile
en relación a los fondos concursables de cultura creados a partir de la década de los
noventa cuando era Ministro de Educación de Chile, Ricardo Lagos Escobar, actual
Presidente de nuestro país. En ese entonces, el desarrollo de la cultura no tenía una
institucionalidad propia como es hoy día, sino que dependía directamente de un
área específica del Ministerio de Educación de Chile.
Los Fondos Concursables son la primera oferta cultural del nuevo estado
democrático que comenz ó a vivir el país en la década del noventa y están dirigidos
desde entonces, a personas naturales y jurídicas que tienen interés en desarrollar
proyectos de creación, formación, difusión e investigación de la cultura. Durante el
año 2004, con la creación de la nueva institucionalidad cultural en el país, se
incorporó también una importante área de postulaciones para becas y pasantías en
Chile y en el extranjero. Los proyectos se postulan con ciertas bases homogéneas
para todo el país y son seleccionados por evaluadores y jurados desconcentrados
territorialmente y que representan al mundo artístico cultural de las regiones. Su
tiempo de ejecución es de uno a tres años según experiencia certificada de sus
postulantes y han permitido durante estos doce años, desarrollar las diferentes
manifestaciones del arte y la cultura sin ningún tipo de restricciones.
El caso que he escogido para esta reflexión,
está tomado de una experiencia
ocurrida en una zona muy especial de Chile, ubicada en la Patagonia Central
específicamente en la Región de Aysén, una de las últimas regiones del Cono Sur de
América y una de las regiones mas aisladas y menos pobladas del país.
Esta región de carácter muy especial y con una geografía natural impresionante,
tiene solamente diez municipios (ayuntamientos) y una densidad poblacional
cercana al 0.9 habitante por kilómetro cuadrado. Es una de las regiones con el
poblamiento más joven del extremo sur de Sudamérica y tiene presencia humana
registrada extinta, de nueve mil quinientos años.
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La presencia del estado Chileno en la zona data de principios del siglo XX y el
poblado más antiguo de la región continental de una extensión de más de ciento
siete mil kilómetros cuadrados, no tiene más de noventa años. El total de la
población regional no supera los noventa mil habitantes.
En este territorio, he desarrollado desde hace más de veinte años un trabajo de
gestión cultural en las Bibliotecas Públicas de la región, participé en la primera
versión del Master a Distancia en Gestión Cultural impartido por la Universidad de
Barcelona y actualmente trabajo como Directora Regional de Aysén del Consejo
Nacional de la Cultura y las Artes, la primera institucionalidad cultural en la historia
republicana del país, institución encargada de la Secretaría Ejecutiva de los fondos
concursables, entre otra gran variedad de actividades de diseño, ejecución y
planificación de actividades culturales en el territorio para la formación de público,
educación y difusión artística, entre muchas otras.
La experiencia que hoy me sirve de ejemplo, es una de las
muchas que me ha
tocado conocer y vivir en estos años y que refleja cómo el aporte de fondos
concursables para realización de actividades culturales especificas, se constituyen
en punto de partida en algunos casos, detonante en otros, de actividades donde se
funden las inquietudes artísticas de las personas y agrupaciones, la capacidad de
soñar, realizar lo soñado y en algunos casos como el que analizamos hoy, la
transformación de una experiencia de música popu lar a la generación de una
microeconomía que permite al gestor la experiencia y los recursos
para la
autogestión de sus propios proyectos.
Los Fondos Nacionales de la Cultura y las Artes, constituyen desde hace doce años
el Fondo de Desarrollo de las Artes, FONDART. Ellos han distribuido en la región que
tomamos de ejemplo en los últimos doce años, una suma aproximada
como
promedio de cien mil dólares anuales.
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El enorme impacto y resultados que éste concurso provoca anualmente en la
comunidad cultural del país, desde los pequeños pueblos hasta las grandes
ciudades, desde los artistas en forma individual hasta las agrupaciones de artistas,
ha permitido desarrollar un sinnúmero de actividades artísticas y culturales de nivel
regional y nacional, recorrer Chile con itinerancias, impulsar el cine, el teatro, la
música, las orquestas entre muchas otras líneas de desarrollo. Lo que nos interesa
en esta reflexión, es mostrar cómo éste fondo, en el caso particular de un artista
popular, le ha permitido desarrollar sus actividades, entendiendo cómo éste artista
se ha involucrado activamente con su propia creación y producción, en un proceso
de democratización del acceso y difusión de los bienes culturales que él mismo es
capaz de producir, situación de la cual hasta antes de la creación del Fondo habría
estado completamente ajeno.
Arturo Raípillan bordea hoy los setenta años. Trabajó toda su vida en carpintería,
actividad que aprendió mirando en la Isla de Chiloé de donde es originario. Mirando
a sus tíos, aprendió también a tocar melodías en el acordeón a la edad de siete
años. Muy temprano comenzó a tocar en las fiestas, animar bailes y a perfeccionar
su interpretación del acordeón memorizando melodías populares e interpretándolas
frente a todo tipo de público. Su sueño era registrar sus interpretaciones en una
grabación. Hizo durante varios años presentaciones informales en radios, ensayó
con algunos guitarristas y grabo sus primeras canciones en el estudio de una radio
local.
“Mucha gente me entusiasmó para que presentara proyectos, por eso
postulé”.
Se adjudicó su primer aporte del Fondo de Desarrollo de las Artes el año 2002 y
grabó quinientos casettes y treinta CD.
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“Vendía en las calles para probar, recorrí toda la región y llegué a vender más
de tres mil discos y mas de seiscientos casettes de la primera producción y
ahora sigo vendiendo en la calle, en tiendas y donde la gente me los pida”
Dado el éxito obtenido con esta experiencia, Arturo Raipillan presentó el año 2004
un segundo proyecto que también le fue adjudicado.
“No presenté proyectos el año 2003 para darle oportunidad a otros artistas”
Este segundo proyecto significó el financiamiento de la edición de quinientos
casettes y seiscientos CD de los cuales ya tiene a tres meses de terminado el
proyecto, vendidos más de dos mil copias.
“De aquí en adelante pienso seguir haciendo y vendiendo CD y Casettes. Con
los recursos que he ganado ya, quiero hacer una tercera versión de mi
música en mayo próximo. Tengo que hacer lo que me pide la gente porque
yo tengo llegada a la gente, donde voy la gente me quiere y vendo”
Don Arturo, como le decimos todos cariñosamente, a partir de esta experiencia ha
abandonado
definitivamente
su
labor
como
carpintero,
para
dedicarse
exclusivamente a la música.
“He aprovechado el proyecto muy bien y sigo con la música aprovechando el
dinero que el Gobierno me facilitó a través de este fondo. Desde ahora en
adelante espero seguir haciendo mis discos con los fondos recaudados de las
ventas de mis discos. Con este proyecto, además, aprendí a hacerlo”
En lo personal, esta experiencia motiva la reflexión respecto al acceso a fondos y la
posibilidad de que un artista tan popular como Don Arturo, tenga las condiciones
para realizar y difundir su actividad. Cuando con asombro lo veo tocar su acordeón
en MTV con un programa que realizó Cameron Diaz a favor de los movimientos
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ecologistas locales, medito sobre la democratización y las oportunidades que estos
fondos le han brindado a él y a tantos artistas y gestores anónimos del territorio.
Medito también sobre las oportunidades que se abren para el mundo artístico
cultural Chileno, desde los artistas consagrados hasta los jóvenes que están
iniciando sus actividades.
Muchas veces pensé que no era lógico establecer este tipo de mecanismos para
fomentar la cultura, que faltaba planificación, estrategias, lineamientos previos y
especialmente planificación para garantizar la continuidad de los proyectos exitosos.
Pero a doce años de su aplicación, entendiendo que el momento en que se crearon
y en el contexto en que el país estaba retornando a la democracia, era urgente
establecer sistemas de creación no coercitivos, abiertos y democráticos evitando
cualquier asomo de censura.
Los fondos han sido un detonante que a partir de
entonces han permitido, como bien expresé al inicio de estas reflexiones, un punto
de partida para muchísimos artistas y gestores que jamás habrían tenido una
oportunidad si no hubiera sido por ellos. Han generado una sinergia sin precedentes
en la vida republicana del país en lo que a materias culturales se refiere, han dado
origen a ideas y proyectos que después de diez años se han consolidado e
institucionalizado, adquiriendo especialmente en regiones, un fuerte carácter
fundacional.
Cuando el país y las regiones se enfrentan hoy a la elaboración de una política
cultural nacional y regional, la experiencia de haber vivido una democracia total en
la adjudicación de fondos es tremendamente valiosa. Existe ya un proceso sinérgico
que queda demostrado cada año con las postulaciones, en la innumerable cantidad
de producciones artísticas de nivel nacional y nivel local que surgen como resultado
de ellos. A modo muy somero otro simple ejemplo: Durante la década de los
ochenta en Chile (años de dictadura) se filmaron en total catorce películas. Durante
el año 2004 solamente, se filmaron catorce películas la mayoría de ellas financiadas
en alguna etapa por los Fondos. El mismo ejemplo podría utilizarse para la cantidad
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de discos editados, libros publicados y un sinnúmero de actividades que año a año
van dando vida al desarrollo cultural local y nacional.
Tal vez lo más fascinante de esta gran idea, es que a partir de los fondos es posible
desarrollar pequeñas iniciativas como la ejemplificada en esta reflexión y al mismo
tiempo también generar y apoyar iniciativas de gran escala como son temporadas
teatrales o de música en las principales ciudades del país. Junto con esto es
fascinante también, acompañar a una persona o a una pequeña comunidad en la
formulación de algún sueño, apoyarla en la formulación de la idea y la
transformación de la idea en proyecto, apoyarla en la ejecución del proyecto cuando
este es aprobado y constatar la mayoría de las veces que ese proyecto genera otro
y ese otro mas y así sucesivamente.
Siempre pienso en Fitz Garraldo, la película de Werner Herzog, cuando reflexiono en
estas materias en este territorio. Porque en esta tierra Patagónica todo es posible:
Es posible mirar retrospectivamente a un importante director de coros de nuestro
país recorriendo desde hace diez años seiscientos kilómetros en una ruta de ripio
con su propio auto por los pueblos, buscando directores de coros en cada uno de
ellos para constituir una agrupación que reúne hoy una vez al año, a más de
cuatrocientos niños a cantar durante tres días. Muchas veces se juntan en pequeños
poblados que no superan los mil habitantes llegando a veces a significar su
presencia el cincuenta por ciento del total de los habitantes del lugar. Es parte de
los resultados de la utilización de los fondos, es parte de la democracia cultural
otorgar la posibilidad a niños que nunca en su vida han visto un violín, un cello o
una trompeta, tener acercamiento a ella y por que no, soñar con hacer una vida
profesional con la música. Es parte de esta democracia cultural permitir el acceso de
los bienes culturales a la población de los lugares más recónditos de la tierra y
nosotros así como tantos otros, nos jugamos por ello.
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