Para comprender las elecciones
Álvaro Bracamonte Sierra*
El debate presidencial no será definitivo en el desenlace electoral. Casi ninguno lo ha sido. Por ejemplo,
en el de 1994 ganó con amplio margen Diego Fernández de Cevallos y sin embargo el que se alzó con la
victoria fue Ernesto Zedillo. En Estados Unidos, Kerry superó en tres ocasiones a Bush y aún así éste
salió airoso.
Pero el del pasado martes lo será menos debido a dos circunstancias: Primero, porque uno de los
aspirantes más importantes decidió no asistir y eso, a querer o no, le restó importancia al debate en la
actual contienda electoral.
Los pocos que lo vimos, porque de acuerdo a los sondeos fue un porcentaje menor de mexicanos los que
tuvimos paciencia, lo advertimos como una especie de final del futbol nacional: Los dos equipos
finalistas se disputan el campeonato en un par de juegos, uno de ida y otro de vuelta. Todos los fanáticos
del balompié saben que el bueno es el segundo partido. En el primero los equipos se dedican a
administrarse, sobre todo el que juega de visitante.
La segunda razón que me hace pensar que el debate será olvidado rápidamente es que fue, en términos
generales, sumamente aburrido y largo. Al menos quien esto escribe lo aguantó por compromisos
adquiridos previamente con EL IMPARCIAL, quien nos hiciera la invitación a comentarlo junto con otros
colegas.
No me imagino a la ama de casa, al profesionista, o al ciudadano promedio, aguantando dos horas
pegado a la pantalla para observar a tres hombres y una dama hablar, hablar y hablar. Desde luego hubo
propuestas atractivas y algunos destellos de dimes y diretes algo interesantes; no obstante, para
escucharlos había que haber aguantado todo el debate y es ahí donde está el detalle: Imposible echárselo
todo estando tan plano.
Al principio pareció que tendría atractivo, cuando Madrazo y Calderón empezaron con descalificaciones.
Pero conforme pasó el tiempo la intensidad fue de más a menos y terminó por cansar.
En algo coinciden los analistas políticos: Triunfó Calderón sobre Madrazo, cosa que era completamente
predecible. Pese a que coincido con esa apreciación, creo que se percibe como ganador al panista, no
porque efectivamente haya triunfado sino porque el perdedor fue Madrazo quien, pese a que no se
desempeñó mal, nunca hubiera triunfado dada la trágica mala fama que se carga. Con ese desprestigio a
cuestas, difícilmente ganaría un debate.
A partir del esperable triunfo de Calderón se abre una nueva etapa en el proceso electoral. En éstas dos
serán los protagonistas: Por una parte Calderón y por la otra el propio López Obrador. Madrazo no podrá
remontar el rezago que el debate terminó por acentuar.
Otro asunto interesante ocurrido antes y después de este martes son los últimos resultados que se dieron a
conocer de algunas encuestas. Éstas confirman las tendencias registradas desde finales de marzo y
principios de abril. La brecha entre el primer y segundo lugar es casi inexistente. Dan un empate técnico
entre “El Peje” y Calderón cuando a mediados de marzo otorgaban al tabasqueño una ventaja de 10
puntos. Esta ventaja ha desaparecido y da pie a una contienda más cerrada; se cumple así un antiguo
pronóstico que sugería que las elecciones de este año serían las más reñidas de la historia política del
país.
No hay nada para nadie en este momento. “El Peje” está acostumbrado a remar contra corriente y ha
demostrado ser un político sagaz que se sobrepone a todas las adversidades. Seguramente en breve dará
de qué hablar en su intentona por recuperar la ventaja perdida.
Por lo pronto, considerando el rompecabezas en que se ha convertido el tablero electoral, estimo
conveniente leer un poco de literatura reciente para comprender lo que está pasando. En tal sentido, es
bastante ilustrativo el libro escrito por María de las Heras sobre el actual proceso político constitucional:
“Por quién vamos a votar y por qué” contiene a detalle los secretos de la metodología que ella aplica en
estudios de preferencias políticas.
María de las Heras no es una encuestadora cualquiera. Fue la que en el 2000 vaticinó la holgada victoria
de Vicente Fox y adelantó el triunfo casi inverosímil de Rodríguez Zapatero en España.
La conclusiones a las que llega permiten formarse una opinión sólida sobre cómo evolucionará el
proceso electoral de aquí al 2 de julio, fecha que únicamente refrendará lo que María de las Heras ha
anticipado.
Resumen:
El debate presidencial no será definitivo en el desenlace electoral. Pero el del pasado martes lo será
menos debido a dos circunstancias: Primero, porque uno de los aspirantes más importantes decidió no
asistir y eso, a querer o no, le restó importancia al debate en la actual contienda electoral. La segunda
razón que me hace pensar que el debate será olvidado rápidamente es que fue, en términos generales,
sumamente aburrido y largo. Al menos quien esto escribe lo aguantó por compromisos adquiridos
previamente con EL IMPARCIAL, quien nos hiciera la invitación a comentarlo junto con otros colegas.
En algo coinciden los analistas políticos: Triunfó Calderón sobre Madrazo, cosa que era completamente
predecible. Pese a que coincido con esa apreciación, creo que se percibe como ganador al panista, no
porque efectivamente haya triunfado sino porque el perdedor fue Madrazo quien, pese a que no se
desempeñó mal, nunca hubiera triunfado dada la trágica mala fama que se carga. Con ese desprestigio a
cuestas, difícilmente ganaría un debate. A partir del esperable triunfo de Calderón se abre una nueva
etapa en el proceso electoral. En éstas dos serán los protagonistas: Por una parte Calderón y por la otra el
propio López Obrador. Madrazo no podrá remontar el rezago que el debate terminó por acentuar.