SOCIEDAD Y CULTURA DE MASAS: REEDICIÓN DE PARADIGMAS PROFESOR DOCTOR D. TOMÁS PEDRO GOMARIZ ACUÑA Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, despacho J15 Universidad Rey Juan Carlos [email protected] Resumen Las tendencias de la economía de las últimas décadas y sus efectos en la esfera política están haciendo reaparecer las lógicas de los fenómenos acontecidos al final de la modernidad. Aunque claramente, las condiciones contextuales han sido modificadas sustantivamente, las razones estructurales de aquella realidad tienden a volverse a repetir. La obsolescencia de la sociedad postmoderna no alumbró mejores alternativas a tales dinámicas regresivas. Con ello, la insalvable restauración de modelos anacrónicos nos sitúa ante los umbrales de los desafíos pendientes de superar. Sobre los soportes del modelo desarrollado tras la Segunda Guerra Mundial, se vuelven a editar, como alternativas necesarias, las dinámicas que confluyeron en aquellos aconteceres. Aún en diferente manera, se vuelve a reproducir un escenario definido por el predominio de la economía clásica y sus consecuencias en la modelación del orden político y social. A la vez, asistimos también, como pudo suceder entonces, ante un marco caracterizado por el predominio de la efervescencia de la revolución de la tecnología y de los medios de comunicación masiva. En las últimas décadas, las limitaciones del efecto de los medios de comunicación masiva se hicieron evidentes. En la actualidad, los márgenes perdidos están siendo ganados por las redes informáticas con un resultado o alcance desconocido en la historia de la humanidad. La riqueza de recursos y oportunidades potenciales de internet abre camino al cambio de la concepción de la comunicación. La integración de los espectadores subsumió la esfera del discurso en la sociedad del acercamiento cultural y debate planetario. Con ello nos preguntamos: ¿han sido vencidos los límites apuntados por los teóricos que reflexionaban sobre la ética del discurso? ¿Podemos mantener el ideal de tales utopías? ¿Qué frutos nefastos nos pueden sorprender? CONCEPTOS CLAVES Innovación discursiva, esfera pública, paradigma, cultura de masas, contraste diacrónico. Índice Pg. I. INTRODUCCIÓN........................................................................................................ 3 II. LA IMPRONTA DE LOS ARQUETIPOS ARCAICOS............................................5 2.1. Mecánicas reiterativas de ciclos sociales....................................................................6 2.2. Descripción y contraste de los paradigmas temporales aquí concernidos..................7 2.3 Constitución estructural del contexto actual...............................................................8 2.4 Configuración de las tendencias en confrontación....................................................10 III. EL UMBRAL DE LA OBSOLESCENCIA.............................................................12 3.1 La reedición de las condiciones del surgimiento de la cultura de masas y los totalitarismos...........................................................................................................12 3.2. Los sobresaltos de las dinámicas impredecibles.......................................................13 3.3 Paradigmas tecnológicos, expectativas de emancipación y frustración....................14 CONCLUSIONES.........................................................................................................16 BIBLIOGRAFÍA...........................................................................................................18 2 I. INTRODUCCIÓN. El devenir de las últimas décadas nos devuelve la evidencia de cierto carácter reiterativo de los procesos históricos. Bajo el soporte estructural de anacrónicas lógicas económicas sin solución, están siendo restaurados los antagonismos de los soportes de la estabilidad, que tanto nos otorga la necesaria cohesión social. Inevitablemente, asistimos a la regeneración de los abismos que la modernidad reservó, entre proclamas idealistas de racionalidad, como broche dorados de su extinción. Claramente, el giro radical de la economía mundial a los supuestos más preciados de la doctrina ortodoxa nos está colocando frente al cataclismo de un orden basado en la participación, la expresión libre y la convivencia. Cuestiones fundamentales de los logros del actual modelo de sociedad que tanto ha sido debatido desde la Ilustración. Lo llamativo de las dinámicas actuales es la extensa dilatación de este supuesto ciclo y la ausencia de las razones causales necesarias para justificar la emergencia de la actual depresión global. El conjunto de los esfuerzos reflexivos de los debates sociales para evitar la repetición de los horrores de las conflagraciones mundiales, y los acontecimientos asociados a ellas, han sido perdidos en el vacío. De nuevo nos encontramos ante dinámicas viciosas ajenas a la moral y carentes de pudor o escrúpulo alguno. Todo parece responder a las mecánicas vinculadas a la lógica especulativa de los mercados internacionales. Proceso donde sucumbe el interés general de la humanidad a la voracidad acumulativa de los principales agentes financieros mundiales. Conjunto de proclamas modales fundamentadas obscenamente en el olvido. Producto del proceso deliberativo, en torno al interés general del siglo precedente, fueron desarrollados nutridos debates sobre los límites de los medios masivos de comunicación entonces existentes. La crítica se centró en las condiciones 3 creadas para el sostenimiento de un orden reinante. La solución de los conflictos precedentes demandaba rigurosos fundamentos de legitimidad de mayor integración de la ciudadanía. Práctica que se concretaba en la concurrencia general de la ciudadanía en torno a la articulación del poder político y la distribución equitativa de los beneficios económicos. A tal efecto, la articulación de los recursos de distribución informativa fue un asunto de indiscutible preocupación. Tienen alto poder de articulación cívica. Inevitablemente son el mayor potencial de manipulación de la opinión pública y la actividad política. La publicidad y las relaciones públicas son la mejor demostración de tales virtudes. Aparentemente, la principal diferencia entre el entorno actual y el escenario pretérito es el avance tecnológico. Desde el inicio de la modernidad, el progreso científico y tecnológico tiende a encubrir los aspectos escandalosos del desajuste social. En comparación, la efervescencia de los recursos y protocolos técnicos puestos en funcionamiento al principio del siglo XX causaban unos panoramas que guardaban alto paralelismo con los actuales. El uso de internet no suscita mayores atractivos y sorpresas que los producidos en los inicios del desarrollo de los servicios de telefonía. La principal diferencia es la marcada por los condicionantes del contexto donde se instalan. La enorme diversificación del uso de esta herramienta se debe más a las características del entorno social que a las peculiaridades de esta herramienta de uso doméstico. Los logros y avances del modelo social que los principales grupos corporativos internacionales pretenden mutilar son las bases del éxito de este invento. Por otra parte, los efectos prodigiosos de tal fuente de innovación requieren, en mayor medida, del progreso social hacia modelos más integradores y emancipadores. Si este recurso puede suponer el mejor cimiento para este fin, también puede ser la peor pesadilla para este efecto. Los nuevos paradigmas tecnológicos de la comunicación masiva vuelven a demostrar que el fundamento de las metas perseguidas en el debate sobre la ética del discurso no puede estar localizado en el desarrollo tecnológico. Los verdaderos soportes del fin ideal, utópicamente enunciado y siempre anhelado por la humanidad, deben ser localizados en la propia mecánica del debate en torno a la constitución de la consciencia de la realidad y la mecánica de la articulación del orden social. 4 II. LA IMPRONTA DE LOS ARQUETIPOS ARCAICOS. Motivada por la nostalgia de viejas glorias, parece que la historia tiende a repetirse. Los paradigmas de antaño se han convertido en proclamas cargadas de futuro en el discurso de los voceros de nuestro tiempo. Los principales actores políticos y los medios de comunicación los preconizan haciendo gala de aires de innovación, excelencia y muy buen porvenir. La preponderancia de los principales agentes económicos presiona al retorno de un orden precedente que nunca llegó a culminarse y jamás existirá. Circunstancia, por otra parte, agravada con la desconsideración de las consecuencias padecidas por la sociedad occidental al final de tal periodo. Desde el inicio del proceso globalizador, a la desregularización y el libre mercado se le ha otorgado una cualidad mágica encubridora de los desastres de la especulación, cuyos riesgos habitan en los márgenes de la extinción o el suicidio. La mecánica de los acontecimientos en curso evidencia el carácter perverso de la ingenuidad de las argumentaciones aquí comprometidas, que sólo son sostenidas por los agentes interesados en tal dinámica. Sin negar las virtudes del libre mercado, nadie debería obviar sus riesgos (Polnayi, 2007). Sólo tiene valor de excelencia en condiciones ideales. A este respecto, no podemos estar al margen de las postulaciones fundamentadas del pesimismo antropológico. Nadie ha podido garantizar el presupuesto hipotético de la concurrencia homogénea de actores de muy buena voluntad en este escenario. La misma lógica de la motivación de la iniciativa individual en este marco de participación justifica la perversión del ideal que la sustenta y legitima. Dentro de las mecánicas contradictorias de las relaciones económicas, no puede ser negado como el afán de lucro, móvil de estas dinámicas, termina por degenerar y denigrar todos los soportes idealistas de legitimidad de tales marcos de determinación. 5 El principal soporte de nuestra sociedad, garante de los principios fundamentales que sostienen nuestro sistema de convivencia, libre expresión y concurrencia son los sólidos marcos y organismos institucionales. Por todo lo dicho y la demostración de los últimos fenómenos y acontecimientos no podemos afirmar nuestra autonomía como sociedad para funcionar al margen de la salvaguardia del interés general. Para todo esto es imprescindible la articulación de los debidos mecanismos reguladores del acontecer social. Sin formas políticas como los estados democráticos no es posible garantizar el sostenimiento del valor del dinero como instrumento de cambio, que en última instancia es recurso imprescindible de la economía de libre mercado. 2.1. Mecánicas reiterativas de ciclos sociales. En la construcción de los procesos sociales, tal como ocurre en la construcción de la realidad social, los acontecimientos tienden a ser reiterativos. La misma constitución social de la memoria y la articulación de las vivencias son constructos reiterativos del acontecer rutinario de las prácticas sociales. El soporte estructural de los hechos y los protocolos de actuación de los actores sociales son constituidos en las lógicas del acontecer diario. De esta manera, progresivamente se desarrollan los marcos sociales de interacción. A la vez, en ellos se sientan las bases y parámetros para la generación de nuevos escenarios que surgen de las iniciativas innovadoras de los agentes intervinientes. No podemos negar que la innovación surge de las condiciones previamente establecidas. Evitar esta consideración supone disponerse a precipitar al vacío todos los potenciales del desarrollo humano. En el actual proceso de nuestra sociedad, suscitado por la crisis económica y mantenido por la preponderancia de los intereses de las principales corporaciones económicas mundiales, se atisba un panorama sin alicientes, cargado de desequilibrios y desafíos insuperables. La combinación del retorno injustificado al ideal innovador de los ancestros con las expectativas creadas en las décadas previas genera un panorama convulso y sin alicientes. El desarrollo tecnológico de las comunicaciones frente a tal situación deviene en absoluta contradicción. En tal entorno, la reiteración de fórmulas caducas anteceden a la impronta de intereses ocultos de dudosa legitimidad. Escenario 6 donde la innovación científica es usada para encubrir la realidad bajo falsos criterios de validez y fiabilidad. Pantomima de la emergencia de supuestos aleatorios que fueron previamente pautados. Junto a todo lo señalado, sólo queda por destacar la insostenibilidad doctrinal de la recursividad de ciclos tan dilatados. Mucho han cambiado las cosas como para hacer sostenibles tales esquemas. La sociedad actual es del todo diferente a la realidad existente en Europa en el siglo XIX. La población ha crecido exponencialmente, la sociedad ejerce demandas inconmensurables en todos los momentos pretéritos. El desarrollo ha facilitado la creación de un soporte estructural absolutamente contradictorio con las tendencias afines a los viejos sueños señalados. Somos absolutamente dependientes de esta forma cotidiana de crear nuestra realidad social que tantas ventajas nos otorga. Sólo una catástrofe nos podría aproximar al estado de cosas anhelado en las corrientes liberales de nueva cuña. Claramente, a tal fin las crisis han sido convertidas en una estrategia de la política económica de las razones especulativas. 2.2. Detalle y contraste de los paradigmas temporales aquí concernidos. La vuelta a la desregularización, lejos de llevarnos al mejor escenario de prosperidad, nos ha colocado ante la crisis más aguda desde la finalización de los conflictos europeos de la mitad del siglo XX. En la finalización de la modernidad era generalizado el deseo de crear una realidad semejante a la conseguida en las últimas décadas. Era un entorno de una enorme riqueza discursiva gobernada por la ambición de progreso. En aquel tiempo, parecía posible materializar los principios inspiradores de la Ilustración. Mientras las cuestiones insalvables que degeneraron en conflicto no hicieron visibles sus límites, la atmósfera de iluminación trajo los mejores alientos de esplendor. La producción crecía continuamente y la naciente sociedad de consumo masivo culminaba en la formación de atmósferas dotadas de cualidades mágicas. Todo esto con un trasfondo negativo que los sectores preponderantes de la economía y de la sociedad trataban de ocultar. Los intereses dominantes no eran complacientes con la defensa de la justicia en favor de la demanda de la generalidad de la ciudadanía. 7 Nadie duda de la necesaria labor de rescate que tienen los escenarios del prodigio discursivo y del enaltecimiento de la palabra y la estética de la modernidad. Cuestiones banalizadas hoy en día con la estandarización de la actividad productiva y la mercantilización global. En este respecto, la mera traslación de esquemas, que describen periodos históricos distantes, se hace del todo inconveniente. Sólo cabe la posibilidad, en la abstracción, de aislar las peculiaridades esenciales de tales ideales para aplicarlas a realidades completamente diferenciadas. Prácticas, por otra parte, que sólo motivan el vértigo. En esencia, tal vez, tan sólo podríamos pensar en una traslación de los paradigmas de la comunicación de la naciente sociedad de masas en múltiples estadios de desarrollo. Esto lo podemos hacer si partimos de la conjetura de las posibles similitudes entre el desarrollo de los medios de comunicación masiva con las expectativas de internet. Muchos tratan, con cierto acierto, ignorando los principales pormenores, de poner en el mismo trance comparativo ambas cuestiones. Comparaciones, por otra parte, imposibles, porque sólo se trata de la confrontación de los delirios de tiempos muy alejados. Detallando la diferencia de ambos contextos destaca, a más no poder, el desarrollo tecnológico alcanzado en cada etapa y el progreso en el modelo social. Lógicamente, establecer analogías aquí supone establecer paralelismos entre diferentes generaciones. Tratar de hacer esto, denota la disponibilidad al anacrónico entendimiento cíclico de los procesos históricos. Actuar así es sólo urdir la lógica argumental motivada siempre por la intencionalidad del ocultamiento de la veracidad del curso de los acontecimientos y la confabulación de la vuelta a un escenario pretérito que es añorado. Los recursos técnicos disponibles y en avance en el progreso social de cada etapa poco tienen en común. Sólo podemos establecer alguna aproximación ideal en cuanto a la significación que cada logro tuvo para su contexto y la aureola de expectativas de logro generadas por ellos. La comparación, a todos los efectos, entre los escenarios sociales de los siglos XIX y XX otorga resultados excesivamente estridentes. Por tanto, la justificación del recurso a la retórica del retorno sólo es sostenible desde los desaires de las ironías abominables más mordaces. Siempre vivimos tiempos nuevos. La nostalgia del pasado sólo justifica su legitimidad por el recurso a la experiencia como fuente de conocimiento. Forma de proceder útil, pero a veces engañosa. Protocolo muy arriesgado al ser utilizado con el 8 afán de su conversión en ideología. Sobre tales tentativas costumbristas, sólo se suelen pronunciar los que pretenden preservar intereses pasados, normalmente asociados a la condición acomodada de agrupaciones sociales prevalentes. En la actualidad todo esto es presentado ante la opinión pública como evidente mentira por su aspecto decolorado. 2.3 Constitución estructural del contexto actual. En toda mecánica de cambio siempre es destacada la fricción entre la innovación y la resistencia de los marcos estructurales existentes. En este respecto debemos tener en cuenta cómo la postmodernidad fue edificada sobre los soportes de la situación precedente. En tal caso, siempre hemos considerado que ésta fue desarrollada a partir de la superación de los defectos previos. El resultado ha sido un imparable florecimiento difícil de sostener por otros medios y procedimientos a los promovidos en tal periodo por las condiciones de tales entornos sociales. Nadie puede negar los avances producidos en el mundo occidental tras las dos conflagraciones mundiales. Realmente, en ese periodo se configuraron las bases para el sueño de cooperación e integración internacional global. Resulta, por tanto, contradictorio el seguimiento posterior de líneas tendentes a socavar lo alcanzado, evitando maximizar lo promovido inicialmente. En mayor medida es del todo contradictorio rechazar los soportes de la opulencia creada. La obstinación acumulativa de algunos agentes financieros puede provocar la anulación de la riqueza de todo lo creado. El valor de la moneda alcanza su plenitud en la movilización y concurrencia de las voluntades individuales. La frenética acumulación anula esta virtud movilizadora del dinero. El capital es sólo el recurso y medio simbólico movilizador de la sociedad de mercado. Al margen de las relaciones sociales es un artefacto cultural privado de sentido y aplicación. Estamos en crisis, dicen que estamos en crisis. La gramática de las transacciones actuales son fundamentadas sobre la percepción del riesgo. El peligro convierte todo en mercancía. Tras la resolución de los pormenores de la Ronda de Uruguay la apropiación de nuestro universo ha sido imparable. Así se difundió el uso de internet. Convocando e 9 integrando a la población mundial en un discurso universal, terminó capitalizando, de una forma o de otra, el conjunto de las relaciones humanas. De esta forma, el desarrollo de las comunicaciones terminó por introducir la esencia de la razón del mercado en todas las atmósferas existentes. Cuando analizamos los perjuicios del desarrollo informático nos enfrentamos a la mecánica de dominación ejercida desde el control de la especulación sobre la mercancía. Nuevas formas de alineación han surgido en el progreso de la sociedad. 2.4 Configuración de las tendencias en confrontación El malestar general de la situación generada promueve la generación de debates fútiles y carentes de coherencia. La naturaleza atomizadora del mercado ha evadido todo fundamento de moralidad. En tal escenario todo es inconsistente, ni siquiera es imaginario. La voracidad de la inercia especulativa ha hurtado la esencia del libre pensamiento. En el contexto actual se destaca la incidencia de la tenacidad de las tentativas de los grandes sectores corporativos internacionales, tratando de maximizar sus beneficios, y la deriva mundial de una ciudadanía altamente dispersa y desorganizada pretendiendo salvar los mínimos vitales de su integridad. En este efecto podemos decir que el debate público ha sido intervenido de forma planificada por los agentes preponderantes de la economía. La intervención económica y corporativa del marco público deliberativo ha sido realizada de múltiples maneras. De ellas son visibles dos procedimientos generales que engloban a la mayoría: la creación de una consciencia general del mundo funcional al orden más favorecedor a tales intereses y la intervención fáctica sobre las convicciones y posturas claramente adversas a las finalidades previamente referidas. Para tal tipo de objetivos la intervención ha sido dirigida a los recursos masivos de comunicación. En el primer caso las acciones se han dirigido a la población a través de la publicidad. Hace muchos años el éxito de este recurso consistió en el cambio de la manera de proceder. Inicialmente, la publicidad ofertaba al consumidor productos y servicios. Posteriormente, este recurso era utilizado para la recreación de modelos de vidas asociados al consumo. Con internet el efecto es diferente. Los consumidores son los 10 recreadores de la modalidad de vivencia esperada por los promotores del mercado. Tras la generación del ethos y cosmovisiones (Geertz, 1989) funcionales a este orden de la existencia los complejos sociales quedan programados. La infección informática tiene fuerte calado en la sociedad actual. Con la influencia de este medio de comunicación las vivencias se han convertido en experiencias superfluas de una especie de acontecer virtual. Las prácticas cotidianas han sido convertidas en un cúmulo de sensaciones pasajeras. Como efecto de lo señalado, nos vemos sometidos por una realidad imaginaria donde las experiencias carecen de contingencia. La apatía y la falta de trascendencia ejercen su dominio sobre lo existente. El quehacer con nuestra existencia se convierte en algo irrelevante. Ante el desastre, la ciudadanía sólo muestra apatía. Los jóvenes ejercen sus derechos cívicos de manifestación con el mismo talante que guardan ante el ordenador. Las convocatorias de las movilizaciones ciudadanas son acometidas como juegos virtuales en la red. Nadie se compromete en ninguna de esas partidas. Nadie quiere asumir los riesgos de enfrentarse a ningún poder. En el análisis de los argumentos complicados de este marco de participación todos eluden el esfuerzo mental necesario para desarrollar el entendimiento necesario. La pretensión de todos es la satisfacción de los beneficios de un mundo feliz. Con todo lo dicho puede ser destacada la existencia de un punto de confrontación entre el interés general y la disposición de los grandes sectores especulativos. Destaca, al respecto del primero, la diversidad de actores y la dispersión de iniciativas (Klandermans, 1994). Mucho tiempo ha pasado desde la inclusión de la lógica del mercado en la articulación de las actividades cívicas. Sobre el segundo podemos destacar, también, una composición semejante. La diferencia está marcada por la lógica de acción común. Ésta es funcional al objetivo de todos los concurrentes: incrementar beneficios por encima de todas las cosas. Circunstancia que les otorga mayor agilidad y eficiencia en todas sus operaciones. 11 III. EL UMBRAL DE LA OBSOLESCENCIA. Lógicamente, el resultado de las mecánicas observadas en los apartados anteriores es la creación de condiciones carentes de todo sentido para el desarrollo de la vida en sociedad. Con todo esto, la armonía y la vitalidad de la convivencia han sido sepultadas bajo un falso manto de estabilidad emocional. Así, ha sido creado un paraje donde la nota dominante es el dominio del malestar y el resentimiento, que es obvio e insalvable y crea incertidumbre. La sociedad post-contemporánea se está erigiendo como una esfera cerrada en la que todo funciona mecánicamente, bajo protocolos cerrados donde nada es afrontado desde debates profundos. El nuevo ámbito para la vida humana se está convirtiendo en una atmósfera imposible para la creatividad y el discernimiento. Aquí, sólo predomina el acontecer rutinario de la banalidad y el desconcierto de una fulgurante sociedad de consumo, que enajena a la persona todo sentido de la razón de su ser y existencia. 3.1 La reedición de las condiciones del surgimiento de la cultura de masas y los totalitarismos. En este orden de cosas de esta última fase del capitalismo tardío, se han hecho visibles los síntomas de la probable repetición de las circunstancias producidas en el surgimiento de la sociedad y cultura de masas. Como en aquel entonces, en Europa han tendido a producirse fenómenos semejantes a los acontecidos en el primer tercio del siglo XX. Parece como si hubiera una fuerza oculta tratando de generar las condiciones pretéritas previas al holocausto. Día a día vemos grandes colectividades vagando en 12 múltiples protestas a la deriva. De forma súbita, han surgido, y se difunden siguiendo pautas modales, nuevas modalidades de personalidad autoritaria. La xenofobia tiende a institucionalizarse. El miedo a lo desconocido y la previsión del riesgo restringe y sofoca las tentativas de progreso hacia modelos más integradores y democráticos. Las tentativas de organizaciones de ideología autocrática van incrementando su capacidad movilizadora y de intervención en la esfera pública de representación política. Aparentemente, todo esto surge en nuestro tiempo como resultado de la crisis económica. Desde este supuesto de las depresiones recurrentes, se está intentando, desde las instituciones, derrumbar los mecanismos de estabilidad y prosperidad creados tras la Segunda Guerra Mundial. A la vez, muchos indicadores nos están haciendo ver la forma en la que la situación económica ha sido usada como la estrategia para la recuperación de sistemas anacrónicos de relaciones sociales. Panorama propicio para el desarrollo de iniciativas políticas duras (Kleim, 2008) de planificación e intervención. Caldo de cultivo para la emergencia de posturas contradictorias con los soportes idealistas del mejor orden de convivencia. Los mayores sentimientos de intolerancia y los brotes más fuertes de violencia (Merton, 1970; Coser, 1970) son desarrollados en los momentos de decadencia. 3.2. Los sobresaltos de las dinámicas impredecibles. En la actualidad vivimos un periodo convulsivo de carácter reactivo carente de dirección y destino. No fue el resultado de ninguna maquinación previa. Nada fue preparado. Carece, por completo, de fundamentos sólidamente elaborados o ideología. Surgió de un cambio brusco de las condiciones y expectativas de vida. No está dando lugar a la generación de estructuras organizativas que articulen, de la forma más ágil y efectiva, las aportaciones de los participantes en las numerosas y diversas protestas. En tanto efecto de lo acontecido en el escenario político de los últimos años, observamos que la decepción de la ciudadanía con las estructuras cívicas y políticas ha motivado, en muy alta medida, la desconfianza con nuestro entramado institucional de representación de los intereses colectivos. Por tanto, la degradación del modelo de participación en la esfera pública de discusión, sobre el interés general, es incuestionable. Estas cuestiones 13 nos están avocando al desarrollo de un entorno de vacío político, desprovisto absolutamente de coherencia, y dado al arbitrio de sinergias al margen de las garantías elementales de los principios del derecho. La transformación de las expectativas desarrolladas en el último periodo de bonanza ha sido el mayor revulsivo de la agitación social desde la última conflagración mundial. Movilizaciones caóticas que han seguido conductas y posturas muy variadas. Concurrencia que ha sido motivada desde todas las corrientes de pensamiento y el conjunto de los grupos de interés. Sin caer en la ingenuidad, las expectativas del desastre estaban generando muchos anhelos entre tendencias de muy variada índole. A este efecto podemos señalar, que estos acontecimientos podían ser considerados la oportunidad para diferentes actores políticos relegados a los márgenes del juego parlamentario y de la negociación social. Por otra parte, nadie duda que este orden de cosas fue considerado por muy importantes corporaciones económicas, de gran relevancia a nivel internacional, como la ocasión para la intervención y el ajuste en clave neoliberal. A la vez, nos encontramos frente a un panorama, en mayor grado confuso, por la aparición de los trasfondos de muchas operaciones económicas y políticas fraudulentas. Circunstancias iluminadas ante la opinión pública, de la mejor manera, con las posibilidades ofrecidas por los nuevos avances tecnológicos de la comunicación. 3.3 Paradigmas tecnológicos, expectativas de emancipación y frustración. Es innegable la existencia de ciertos fenómenos perversos del actual desarrollo tecnológico de las comunicaciones que, alterando los principios y garantías fundamentales del escenario legítimo de interlocución, son mostrados como supremas alternativas de salvación. Nadie duda del alcance de internet pero su novedad nos ha impedido someter este recurso a los oportunos debates. Lógicamente, esto se produce por la falta de suficiente perspectiva para evaluar todos sus efectos y posibilidades. Eso sí, al día de hoy empiezan a verse algunas cuestiones contradictorias que son del todo 14 discutibles. Reconociendo la riqueza de posibilidades comunicativas que ofrece con la incorporación e integración de las iniciativas individuales a nivel planetario, progresivamente emergen diferentes cortapisas que condicionan derechos y principios fundamentales como la libertad de pensamiento y de expresión. Para muchos, internet es el instrumento más sofisticado de control social. Esto se hace indiscutible al tener en cuenta la naturaleza del soporte utilizado para el tráfico de información y la alta facilidad que existe para registrarlo. La denuncia más escandalosa está en el centro del debate público. Junto a todo esto, no debemos olvidar otros aspectos del lado oscuro de la red, como son los usos delictivos (Glenny, 2012). La red de redes facilita la concurrencia pero no dota a los interlocutores de las cualidades y destrezas emancipadoras de los determinismos que condicionan su opinión. Con ella, la concurrencia ha sido hecha más efectiva. Se puede comunicar con mucha más eficacia. A través de ella, el debate se materializa en nuevos usos convertidos en práctica cotidiana pero la involucración en los hechos es más tenue. De esta forma, el desarrollo de la conciencia cibernética está contribuyendo a la alienación de los agentes sociales sobre el sentido de su propia existencia. El uso de este recurso digital está convirtiéndose en una nueva práctica de consumo poco provechosa para el desarrollo del talento del usuario. Embrutece por el número infinito de posibilidades que ofrece, sobre todo cuando esta herramienta es utilizada sin ningún criterio orientativo. Afortunadamente, los ordenadores no piensan y tampoco crean, aunque nos ayuden en la acometida de este tipo de actividades. El peor defecto de este medio comunicativo es la gran implicación o dependencia que provoca. Todo internauta es convertido en un participante inmaterial de una realidad imaginaria que apenas motiva sus sentimientos. 15 IV. CONCLUSIONES. El curso de los últimos acontecimientos nos pone en el trance de la necesidad de comprender nuevos interrogantes sobre una dinámica aparentemente repetitiva. Nuestro acontecer está siendo distorsionado por la impronta de las intervenciones políticas sobre la crisis. El telón del porvenir ha sido sustituido por el de la angustia. El escenario discursivo está plagado de fricciones que giran en torno a la necesidad objetiva de la austeridad del gasto público y la desregularización de la economía. Todo esto está sucediendo a la vez de erigirse un fondo que parece decorarse con los beneficios de la vuelta del renacer de la bella época que sólo pudo disfrutar una minoría. Conjunto de cosas más arriesgadas que prometedoras. Lógicamente, nadie debería ambicionar la repetición de tiempos cuando conoce todos los detalles de las conclusiones, por muy buen aderezo que se preste a la deslumbrante estética de la innovación tecnológica. De todo lo señalado, por tanto, deben ser mostrados los resultados que a continuación destacamos: 1.- Aunque sea muy desafortunada la situación, no es aconsejable tomar la deriva de la vulneración de la esfera del debate público y la anulación de los fundamentos de integración. Son los soportes de legitimación de una sociedad que sólo puede fundamentar su existencia en la cohesión de todos sus agregados. 2.- La vuelta a modelos extinguidos carece de toda justificación y sólo responde a añoranzas sospechosas que ponen en peligro el interés general. Tal retorno es del todo inviable. Las condiciones estructurales de la sociedad actual efectúan demandas imposibles de atender en tal traslación temporal y contextual. 16 3.- Las dinámicas generadas están volviendo a provocar el surgimiento de la agitación y turbulencia social. Un síntoma evidente es el de la radicalización de las tendencias políticas. Las protestas y actividades reivindicativas están adquiriendo un tono cada vez más violento. Las organizaciones de ideología autócrata son cada vez más visibles. 4.- Con la generalización del uso de internet se sientan nuevas preguntas tales como: ¿Hay alternativas reales para alcanzar el ideal de la libre concurrencia discursiva en una comunicación diversificada y de doble dirección? ¿Se están produciendo las condiciones básicas para el desarrollo de una ética del discurso emancipador? ¿Supera internet los retos de la dominación cognitiva y cultural de los medios estandarizados de comunicación masiva? Este recurso ofrece, aparentemente, muchas posibilidades, pero no debemos olvidar su origen vinculado a usos bélicos en el contexto de la Guerra Fría. Además, ente los primeros efectos despunta su capacidad potencial para manipular las conciencias en una nueva manera mucho más efectiva. Basta recordar el evidente efecto desorientador de los jóvenes. 17 BIBLIOGRAFÍA BAUMAN, Z. 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