La influencia de la teoría crítica urbana en la creación de nuevas agendas políticas: el caso de Barcelona (BORRADOR) Jordi Bonet i Martí Area de Ciencia Política Universitat de Girona Mariela Iglesias Institut de Govern i Polítiques Públiques Universitat Autónoma de Barcelona Resumen En las pasadas elecciones municipales, diferentes candidaturas de confluencia municipalista ganaron la alcaldía en ciudades tan relevantes como Barcelona, Madrid, Zaragoza, Valencia, Cádiz o Santiago de Compostela, lo que permitió el acceso a la arena institucional de nuevos actores políticos así como la incorporación de nuevos planteamientos urbanos. De hecho, dichas candidaturas incorporaban en sus programas elementos elaborados en el seno de la teoría urbana crítica (comunes urbanos, gentrificación, democracia participativa, innovación social, economía circular,…) pero que habían encontrado escaso eco en las políticas urbanas desarrolladas en España. El propósito de esta ponencia es analizar en qué medida estas propuestas han sido incorporadas a la agenda política municipal y en qué medida han sido operativizadas. Para ello, nos hemos basado en una investigación de corte cualitativo a partir de un estudio de caso único –el municipio de Barcelona. Los datos han sido recogidos mediante entrevistas y el análisis documental centrándonos prioritariamente en el Programa Electoral y en la versión inicial de Plan de Acción Municipal que constituye el instrumento de programación básico que vehicula la acción de gobierno durante un mandato municipal. Posteriormente, los datos han sido trabajados mediante técnicas de análisis de contenido y análisis de marcos a fin de identificar cuáles han sido las contribuciones de la teoría urbana crítica a la elaboración del programa y el Plan de Acción Municipal, que proceso de selección y operacionalización se ha desarrollado para facilitar su incorporación en el Plan de Acción Municipal y de qué manera este proceso es interpretado y evaluado por sus propios protagonistas. El interés del caso estudiado reside en analizar de forma empírica de qué manera la operacionalización de contribuciones teóricas críticas contribuye a la elaboración de una agenda política urbana alternativa , así como los límites y dificultades que debe afrontar. Palabras clave: teoría urbana crítica, agenda política, análisis de marcos El debate sobre el Modelo Barcelona es constante y transversal, pero sin duda algunas de sus características son hoy un referente de las políticas urbanas españolas: la importancia del liderazgo político, la complicidad con actores de la sociedad civil y el replanteamiento continuo de la validez del modelo de ciudad y de su escala. Este último punto en el contexto de crisis ha tomado centralidad y se llega a poner en duda si realmente ha favorecido el equilibrio en la distribución de los activos ciudadanos o no. Especialmente en la última etapa donde la estrategia para mantener la ciudad en el mapa internacional se pone en cuestión por los movimientos sociales debido a los impactos y desequilibrios que genera. Si bien difícilmente podríamos identificar todas las corrientes desde las que se construye gran parte de estos discursos, se pueden identificar algunos grandes temas y conceptos de las corrientes críticas del pensamiento sobre las ciudades que parecen orientar estrategias alternativas para las políticas de la ciudad. Concretamente nuestra propuesta consiste en identificar la influencia de algunos conceptos derivados de la teoría crítica sobre el pensamiento urbano en la agenda pública del nuevo gobierno municipal a través la metodología de análisis de marcos (framing). En este sentido, partimos del análisis de la dimensión simbólica de las políticas urbanas, entendida como aquella que define los conceptos y valores, y, por lo tanto, enmarca o configura la concreción a nivel sustantivo y operativo de las políticas urbanas en la ciudad. En este apartado presentamos algunos de esos esquemas teóricos que repiensan las ciudades y sus políticas para luego dar paso al análisis que nos proponemos. Comunes y ciudad La idea de los comunes aplicada al contexto urbano puede rastrearse como mínimo a través de dos vertientes. Desde una visión institucionalista a través de los estudios de la politóloga Elinor Ostrom sobre la gestión colectiva de recursos naturales. Por otro, desde la matríz neomarxista de la geografía crítica que desarrolla David Harvey. El interés sobre la gestión de los bienes comunes en los procesos urbanos obliga en primer lugar a hacer referencia a los estudios que Elinor Ostrom desarrolló sobre la autogestión de los recursos naturales de uso común. En sus investigaciones Ostrom (1990) repiensa la gestión colectiva de los recursos naturales y las condiciones de su eficiencia oponiéndose a la denominada “tragedia de los comunes” popularizada por Garret Hardin (1968). En la visión de Hardin un recurso común abierto a la colectividad será siempre degradado por sobrexplotación basada en una lógica de máximo beneficio individual en detrimento de la sostenibilidad colectiva del recurso. De allí la justificación de establecer sistemas de regulación, sea desde la propiedad privada o desde un control estatal del recurso. Por el contrario, Ostrom a través de sus investigaciones concluye que la gestión colectiva del recurso común (de alta rivalidad y de difícil exclusión) puede garantizar su sostenibilidad si se dan una serie de condiciones para una gobernanza colectiva. Su perspectiva se centra en las normas y en la comunidad que les confiere legitimidad antes que en la naturaleza del recurso. Dicho de otra manera, el común funciona porque se encuentra contextualizado en una comunidad. Concretamente, algunos de los elementos señalados por Ostrom (2000;2005) como decisivos para evitar la máxima explotación individual del recurso hasta su agotamiento se vinculan con procesos de maduración de información, construcción de confianzas y reciprocidades. Son, por lo tanto, una toma de conciencia colectiva sobre el riesgo que implica la continuidad de los excesos de las estrategias individuales sobre los recursos colectivos y de la existencia de alternativas que pueden abordarse conjuntamente. Así la expectativa compartida de que los beneficios de esas alternativas superen los esfuerzos invertidos en el proceso aporta a esta sostenibilidad colectiva. Precisamente esta orientación es la que resulta estimulante para los estudios de la gestión de los comunes urbanos. Sin embargo, la traslación no es tan sencilla y los ejes de debate son amplios. Sin pretender exhaustividad, algunos temas que suelen debatirse son la complejidad del cambio de escala en las ciudades, la diversa naturaleza de los recursos; las lógicas de convivencia con lo administrativo y público; la complejidad y heterogeneidad de las “comunidades” urbanas, etc. Por otro lado, David Harvey, desde una vertiente neomarxista recupera la matríz histórica y retoma el concepto de comunes urbanos en clave de derecho a la ciudad en un contexto de relaciones de poder capitalista. Desde su perspectiva, repensar los comunes urbanos sobrepasa la gestión de los recursos y se abre como posibilidad para enfrentar los diferentes procesos de “cercamiento” que supone la reactivación neoliberal sobre las ciudades contemporáneas. Los comunes no sólo hacen referencia a una comunidad como en el caso de Ostrom, sino que remiten a una idea de conflicto urbano ya que el común urbano lo es en tanto que es reclamado y objeto de lucha. Esta condición de gerundio lo vincula a la praxis política y lo convierte en un concepto central para el análisis de la conflictividad urbana en el contexto de expansión neoliberal que denomina como “frenético capital urbanizador globalizado” (Harvey: 2013:14). De hecho, para Harvey, siguiendo la tradición de Lefebvre, la conflictividad contemporánea está inscripta en el territorio urbano, como bien lo argumenta desde su libro Ciudades Rebeldes. Allí analiza el ciclo de movilizaciones recientes en el mundo árabe (Tahir, Syntagma, Gezi) y en el sur de Europa (15M) como actos de “comunalización” de los espacios públicos que fueron el principal lugar de resistencia. Finalmente podemos decir que para Harvey la lucha por una ciudad común no puede desprenderse de la idea de derecho a la ciudad “la definición del derecho es en sí mismo un objeto de una lucha que debe acompañar a la lucha por materializarlo”. La reivindicación por el derecho a la ciudad difícilmente se pueda separar de la lucha por su reconocimiento y especialmente por los recursos que supone en pasado o en futuro la ciudad en sí misma. De allí que el potencial emancipador que adquieren las ciudades como un bien común en disputa. En un análisis que intenta poner en diálogo ambas tradiciones Marc Martí y Mauro Castro (2016) destacan qué la definición de lo que es un recurso común urbano y qué no es, “constituye una cuestión abierta, contextual y sobre todo política” y llaman a abrazar una perspectiva compleja que incorpore el “diálogo entre ambas trayectorias (y) reconstruya los bienes comunes urbanos como espacios políticos que aglutinan tanto los procesos de cercamiento y las prácticas de resistencia, como las diferentes experiencias de gestión colectiva que se producen alrededor de ellos”. 2. Desigualdad, exclusión y segregación: La transición al post-industrialismo supuso un giro en las estrategias de las ciudades europeas y norteamericanas (con su réplica con mayor o menor éxito en las ciudades latinoamericanas) hacia un paradigma de la competitividad con un rol activo de los gobiernos locales en la atracción del capital cada vez más móvil (Cox, 1993). Una tendencia que ha abierto brechas y polaridades entre dos categorías de ciudadanos y ha sido tratado extensamente por la literatura académica. En términos generales, estarían aquellos sectores conectados a las redes de comunicación mundiales para quienes la ciudad representa un punto entre otros muchos de interés. Del otro lado, las redes locales de quienes tienen en el interior de las ciudades su espacio de referencia, identidad y lucha. Para los primeros, la indiferencia hacia los asuntos de la vida en la ciudad es creciente ya que los habitantes de la ciudad no son su fuente de subsistencia, aunque la ciudad en sí se convierte en un espacio de capital y especulación y de allí nacen estrategias diversas que son analizadas en términos de control, conflicto, desposesión, etc. En cuanto a los segundos, desde la década anterior se destaca el rol local del bienestar respecto de las fases anteriores donde las pautas de articulación comunitaria de los sectores más vulnerables al margen de los grandes actores sociales clásicos son crecientes y cristalizan en experiencias y prácticas con formas asociativas desligadas de niveles de agregación territorial superior. Algunas de las cuales podrían llegar a leerse en términos de prácticas de resistencia, lucha, comunalización, innovación, etc. Señalaremos aquí sólo algunas de estas vertientes. Desde una matríz de análisis estructural la aportación de Sasskia Sassen a la comprensión de los diferentes ciclos económicos del capitalismo y sus consecuencias territoriales no es novedad. Sus análisis son una referencia sobre la importancia del lugar local en la nueva globalización, donde se vuelve esencial para la circulación de personas y capital a medida que las economías nacionales disminuyen. Así la globalización tiene lugar a través de conjuntos sociales económicos y sociales específicos enraízados en lugares específicos (las ciudades) con un desplazamiento de la producción hacia las finanzas. (Sassen, 1991). En sus análisis a lo largo de más de dos décadas, la socióloga ha identificado tres grandes ciclos: La formación y expansión de las ciudades globales; los procesos de regulación y control y por último los procesos de expulsión bajo una forma de capitalismo que ya no necesita a grandes masas de consumidores, sino que se concentra en consumos lujosos o plusvalías extraordinarias provenientes del sistema financiero. De esta manera en las ciudades se expresan movimientos de exclusión y resistencias en las que toma forma la dinámica económica global, aparentemente invisible. También se ha de mencionar las aportaciones de Secchi que en su último ensayo aborda el tema de la desigualdad social desde el concepto de injusticia espacial, donde el urbanismo tiene según él, una fuerte y concreta responsabilidad en el agravamiento de la desigualdad. Desde su perspectiva la desigualdad constituye una cuestión urbana prioritaria e insoslayable. Producto de un proceso de diferencia y exclusión que da como resultado una profunda segregación espacial con procesos de fragmentación física, social y simbólica. Por un lado el desarrollo de ciudades para ricos, cercadas, protegidas por muros y seguridad con unas características que son de nuevo tipo y generan nuevas formas de distinción. Por el otro, la expansión ciudades para pobres, en condiciones de grave marginalidad, sean en la periferia o en centro de las ciudades. David Harvey también aborda el tema desde la restauración del poder de clase de las elites más ricas a partir del giro neoliberal de las últimas décadas (Harvey, D.; 1995) y sostiene que la creciente polarización en la distribución de la riqueza y el poder están indeleblemente grabados en las formas espaciales de nuestras ciudades. Por un lado se condensan fragmentos fortificados, comunidades cercadas y espacios públicos privatizados bajo vigilancia constante proclamados por un urbanismo que proclama las excelencias de la vida urbana en comunidades apartadas y perfila un escenario en el que la teoría neoliberal del intenso individualismo posesivo puede convertirse en pauta para la socialización de la personalidad humana con un efecto de creciente aislamiento individualista, ansiedad y neurosis en medio de uno de los mayores logros sociales. (Harvey, D.; 2013; 36). Por otra parte las fisuras del sistema son también muy evidentes ya que las ciudades están cada vez más divididas, fragmentadas y proclives al conflicto. Las visiones del mundo y la definición de posibilidades estarían también vinculada a los espacios de pertenencia y niveles de consumo, en sus palabras al “lado de la barrera en que nos hallemos”. En sus argumentos la calidad de la vida urbana se ha convertido en una mercancía para los que tienen dinero, como lo ha hecho la propia ciudad en un mundo en el que el consumismo, el turismo, las actividades culturales y basadas en el conocimiento, así como el continuo recurso de la economía del espectáculo, se han convertido en aspectos primordiales de la economía política urbana global y llega hasta la India o China. (Harvey, D.; 2013; 34) 3. Gentrificación: De los análisis de exclusión y segregación podemos derivar un concepto que en las últimas décadas ha sido fuertemente asumido por los movimientos sociales urbanos: la gentrificación. A mediados de los años sesenta Ruth Glass vinculaba esta expresión al fenómeno de recambio poblacional de los barrios obreros por una clase media alta (gentry) luego de procesos de rehabilitación. Sin embargo, el término adquirió renovado significado a partir de los trabajos de Neil Smith donde analiza la generalización de la gentrificación en el paisaje urbano desde la perspectiva crítica. Su argumento gira en torno a la generalización de la gentrificación post 90 como estrategia urbana global, que juega un papel central en el urbanismo neoliberal de dos maneras. Por un lado, llena el vacío del abandono de la política urbana liberal del siglo XX. Por otro, presenta a los mercados inmobiliarios como sectores pujantes de inversión de capital productivo (2015: 269), dentro de una estrategia de competencia entre ciudades. Smith a través de este concepto remite a una estrategia urbana global y no sólo a una “anomalía esporádica, pintoresca y local del mercado de la vivienda” (2015: 245). Lo que era azaroso ha sido sistematizado, los actores principales han dejado de ser las clases medias altas y se han convertido en agentes gubernamentales, corporarativos o parthenariados de la regeneración urbana (2015: 260). Desde una perspectiva estructural retoma las ideas de Sassen sobre el desplazamiento económico desde la producción hacia las finanzas, pero las complejiza y complementa aportando un análisis del reescalamiento de la producción que implica cambios de todas las dimensiones de lo “urbano” (urbanístico, político, cultural). Su intención es mostrar el amplio alcance de la reestructuración de la dinámica urbana en el contexto de la globalización del cambio de siglo y la aparición de un tipo de urbanismo liberal bajo un nuevo régimen de desarrollo desigual que aterriza en las ciudades y sus áreas metropolitanas. De esta manera el proceso de gentrificación, si bien diverso, pasa de ser fundamentalmente local a ser virtualmente global, y queda enmarcado en una estrategia general de expulsión, segregación y disciplinamiento social que da lugar a lo que llama “la ciudad revanchista”. "La sustitución de la disciplina del mercado por la disciplina de un estado de bienestar vaciado de contenido excluye deliberamente a segmentos importantes de la población y el temor a la resistencia social provoca un mayor autoritarismo del estado" (Swyngedouw, 1997 citado por Neil Smith, 2005: 76)”. La innovación social como proceso de experimentación y de transformación Si se entiende el concepto de innovación social como un proceso de transformación social, donde la movilización de fuerzas sociales e institucionales consigue mejorar la satisfacción de las necesidades humanas; al mismo tiempo que potencia el empoderamiento de sectores sociales previamente silenciados o excluidos (González et al 2010; Subirats, 2015). Se trata, por tanto, de un tipo de acción colectiva (Tarrow, 1994) que de una forma no (sólo) contenciosa satisface necesidades institucionalidades (Needham, 2008; Ostrom, 2005). sociales y produce nuevas De aquí el interés que estas experiencias con alto protagonismo de las comunidades locales despiertan desde la teoría crítica a fin de apuntar a realidades emergentes que trabajan desde lógicas de cooperación ciudadana fuera de la dinámica mercantil, que a su vez permitirían pensar en nuevas lógicas de lo público. (Patterson et al. 2009; Martínez, 2012). Es decir que las dinámicas e iniciativas sociales que dan respuestas a problemáticas de la ciudad desde ámbitos previamente monopolizados por la actuación pública comienzan a ser visualizadas como avances hacia formatos alternativos de respuestas a necesidades desde la acción de la propia ciudadanía, que se apoya en fórmulas de cooperación, gestión cívica, corresponsabilidad, intercambio, etc. En este sentido los procesos llamados de innovación social son tomados como embriones de nueva institucionalidad porque experimentan y despliegan formas diferentes de relación con las administraciones y el mercado. A su vez, en su mayoría, suponen una clara confrontación con un modelo de ciudad que tiende a mercantilizar derechos y garantías consolidados en periodos anteriores y que entronca con el ciclo de luchar urbanas que muchos autores resaltan del actual contexto (Iglesias; García; 2015). Democracia Participativa Economía circular . (Barcelona-contexto previo crisis) En las últimas dos décadas la centralidad de las ciudades ha estado vinculada a un fuerte objetivo de competitividad económica y las múltiples estrategias para estar en el mapa global ha llegado a ser la meta de gran parte de las grandes ciudades en todos los continentes. En Barcelona, esta tendencia también impregnó a las estrategias del período post olímpico, y desde la primera década del nuevo siglo se acentuaron las tensiones entre lo global y lo local. De una parte, tomaron fuerza las políticas orientadas a consolidar a la ciudad como centro logístico y turístico internacional: Proyecciones de grandes eventos, proliferación de congresos y ferias; un programa de ampliación de infraestructuras tales como el puerto y su zona logística, el tren de alta velocidad y el aeropuerto; la apuesta por la ciudad del conocimiento y el plan de renovación 22@ para atraer a empresas tecnológicas hacia la zona del Poblenou, uno de los barrios con mayor tradición industrial de la ciudad; oferta cultural volcada al turismo internacional, etc. (Martí et al.,2011) Pero, la realidad de una ciudad como Barcelona pocas veces se puede leer como unívoca, y como contrapartida, los problemas y las necesarias respuestas se arraigaron cada vez más a los territorios de proximidad (Brugué; Gomà, 1998). Y especialmente, después del fracaso que significó el Forum 2004, se acentuaron las políticas de proximidad en los barrios: Planes locales de inclusión social; Llei de Barris; planes de desarrollo comunitario; salud comunitaria; servicios de mediación en los espacios públicos, servicio público de bicicletas, etc. Más allá de lo gubernamental-administrativo también se extendieron proyectos vecinales de cooperación social e intercambio de conocimientos y bienes (bancos de tiempo, cooperativas de consumo, etc.). De esta manera, desde la década anterior a la crisis ya se destacaba el importante rol de la dimensión local del bienestar y de las pautas de articulación comunitaria de los sectores más vulnerables, al margen de los grandes actores sociales clásicos, con formas asociativas desligadas de niveles de agregación territorial superior (Brugué; Gomà, 1998; Borja; Castells, 2004). Las fases de la ciudad de Barcelona previas a la crisis (1957-1978) Migración rural-urbana De la ciudad desarrollista a la Segunda industrialización- desarrollismo ciudad de la transición Urban growth Crisis urbana-Movimientos sociales urbanos (1979-1992) Gobiernos locales democráticos De la ciudad democrática al Entrada en la Unión Europea (1986) proyecto olímpico Inversiones en capital fijo; 1ª burbuja inmobiliaria(8692) Grandes eventos (1993-1999) Planeamiento estratégico Ciudad, Marketing y Cultura Modernización administrativa, gerenciamiento Predominancia de economía urbana de servicios (2000-2007) Nuevos mega eventos (Forum 2004) Las tensiones entre la Crecimiento ligado a nueva burbuja inmobiliaria globalización y la proximidad Importante llegada de inmigración no europea Tensiones entre lo global y lo local Fuente: Elaboración propia a partir de (Iglesias et al.; 2011) (La dimensión urbana de la crisis desde la literatura académica crítica) Sólo por si haces referencia en la introducción o en conclusiones… Siguiendo a Oosterlynk y González (2013) la dimensión urbana de la crisis ha sido enfocada desde tres ángulos por la literatura académica crítica: a) las raíces urbanas de la crisis (Rutland, 2010; García, 2010; Rolnik, 2013); b) la crisis como una oportunidad para una progresiva transformación urbana post-neoliberal que podría frenar los excesos del modelo de crecimiento urbano imperante (Soureli, Youn, 2009; Peck et al., 2010) y c) la crisis como otra fase de una constante restructuración del neoliberalismo en lo que se da a conocer bajo el concepto de neoliberalización híbrida, traducido del original “variegated neoliberalization” (Brenner et al., 2010; Peck et al., 2010). Bajo esta noción que compartimos los autores se alejan de la concepción del neoliberalismo como una receta unívoca y general y remarcan su carácter cambiante, experimental y desigual según los contextos locales. Lo que permite pensar desde lo histórico y empírico, los mecanismos para su consolidación pero también para su discontinuidad. El análisis de Marcos Recordemos que la metodología de framing en el análisis de políticas se apoya en una larga tradición teórica con autores como Entman (1993); Tuchman (1978); Goffmann (1974); Fraser (1989); Foucault (1971) y más recientemente Snow y Benford (1992); Verloo (2005). En este sentido el framing entiende a los marcos como un conjunto de creencias y significados orientados hacia la acción, que legitima las actividades de un grupo (Snow y Benford, 1992). A partir de estos esquemas interpretativos de las causas como de las soluciones de un problema que seleccionan, codifican y condensan una parte de la realidad (Verloo, 2005) es posible poner en relación las condiciones de producción y difusión de elementos ideológicos y culturales con las condiciones sociales que hacen posible su viabilidad o fracaso. En el ámbito del análisis de políticas públicas la conceptualización y topología de Bendford y Snow (20000) ha sido adaptada y se ha expandido en forma de policy frames aproach el cual significa: “un principio organizacional que transforma información fragmentada que estructura y da sentido al problema político, en el cual la solución está implícita o explícitamente incluida (Verloo, 2005) que permite aglutinar un conjunto de conceptos y discursos captados a través del abanico de entrevistados. El proceso de construcción de marcos de significado, consta de dos etapas: la diagnosis que consiste en la identificación de los problemas así como los responsables de la situación. La segunda parte, la prognosis se basa en el proceso donde se buscan soluciones al problema identificado. La metodología que hemos utilizada se basa en el Análisis de Marcos (Frame Analysis) adaptada al análisis de políticas públicas urbanas. Para ello, nos hemos basado en la estrategia utilizada por el proyecto MAGEEQ para el análisis de políticas de igualdad de género. En este sentido, el análisis se ha basado en la construcción de un supertexto elaborado a partir de un esquema de preguntas guía construido a partir de elementos de teoría urbana, análisis del discurso, teoría de la acción colectiva y análisis de políticas públicas. De acuerdo, con el esquema de MAGEEQ se han diferenciado la siguientes dimensiones: voz, diagnóstico, pronóstico, roles en el diagnóstico y en el pronóstico y equilibrio/balance entre el diagnóstico y el pronóstico. En este sentido, se han desarrollado modelos de supertexto y preguntas guía. Exposición de resultados La voz en los textos Del análisis de los documentos, en el programa se atribuye la voz a la ciudadanía, poniendo el énfasis en que ha sido construido a través del diálogo ciudadano. El marco de diagnóstico De acuerdo con la literatura, el marco de diagnóstico constituye la definición del problema. Del análisis de los datos, la desigualdad se presenta como problem Del análisis documental, se evidencia que el marco de diagnóstico está más desarrollado en el documento Programa en Común que en el Plan de Acción Municipal. El impacto de la crisis económica sobre la ciudad de Barcelona ha llevado aparejado un crecimiento de las desigualdades y un incremento de la población que se sitúa por debajo del umbral de pobreza. La crisis ha puesto de manifiesto la incapacidad de las administraciones públicas para dar respuesta a las necesidades de la ciudadanía. El marco de pronóstico Frente a la situación planteada en el marco de diagnóstico, el marco de pronóstico tiene por finalidad desarrollar las soluciones que tienen que dar respuesta al marco de diagnóstico. Tal y como se explícita en el Programa y en el Plan de Acción municipal, es necesario reorientar las prioridades de las administraciones públicas poniendo en el centro la lucha contra las desigualdades. La agencia protagonista El balance entre marcos Referencias bibliográficas Cox, Kevin (1993) “The local and the global in the new urban politics:a critical view” Environment and Planning D:Society and Space 11(4):433-448 González, S.; Moulaert, F.; Martinelli F. (2010): “How to analyse social innovation at the local level?,” In: Moulaert, F.; Martinelli F.; Swyngedouw E.; Gonzalez, S. (Ed) Can Neighbourhoods Save the City?, Routledge, pp.49-67. Glass, Ruth (1964) London, aspects of Change. Centre for Urban Studies. London Harvey, David (2013) Ciudades Rebeldes. Ediciones Akal: Madrid Harvey, David; Smith, Neil (2005) Capital Financiero, propiedad inmobiliaria y cultura. Publicaciones UAB, Cerdanyola del Vallès Iglesias-Costa, Mariela; García- Bernardos, Ángela (2015) “Análisis de las prácticas significativas de innovación social y urbana.” Innovación social y políticas urbanas en España. Experiencias significativas en las grandes ciudades. Editorial Icaria. 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