RELACIONES DE GÉNERO Y SEXISMO EN LOS MOVIMIENTOS SOCIALES

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RELACIONES DE GÉNERO Y SEXISMO EN LOS MOVIMIENTOS SOCIALES
Sonia Jiménez de la Cruz
Grado de Sociología en la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid)
1. Introducción
En el presente artículo se pretende abordar las relaciones de género y el sexismo
presente en los movimientos sociales de Madrid que tienen la equidad como uno de sus
principios. Para ello, se hace referencia a una investigación realizada con motivo del
Trabajo Fin de Grado de la titulación de Sociología en la Universidad Rey Juan Carlos
de Madrid (junio 2014) tutelado por Ana Mercedes Martínez Pérez. A pesar de que la
investigación se realizara hace dos años, el tema sigue teniendo vigencia.
Desafortunadamente, las relaciones de género continúan creando desigualdades y
violencia en todos los ámbitos de la vida social.
El objeto de estudio son los movimientos sociales (MS a partir de ahora), entendidos
desde una aproximación constructivista, como actores políticos colectivos que se
movilizan para cambiar el orden social existente debido a un(os) conflicto(s) social(es) a
través de una transformación radical o de pequeñas reformas. Se tiene en cuenta el
concepto de MS de Enrique Laraña quien los define como agencias de significación
colectiva y sistemas de acción simbólica, que difunden nuevas ideas en la sociedad y
muestran formas alternativas de participar en ella, y entiende que tienen la “capacidad
no sólo para producir conflictos, sino también orden, nuevas definiciones de la situación
de los actores y sus derechos, es decir: el elemento normativo emergente de los
movimientos sociales que explica la importancia de los marcos de injusticia en la
formación de los movimientos” (Laraña 1999, p.126). Los MS generan nuevos
discursos, valores, prácticas, estilos de vida y perspectivas, añadiendo, de este modo, la
idea de MS como “proyecto cultural” (Touraine, 1985). Desde un posicionamiento
metodológico sujeto-sujeto de la investigación, he vivido y experimentado como en
estos espacios se comparten diversos objetivos de transformación social para ir
construyendo una sociedad más justa, equitativa y solidaria. Comenzar el Grado de
Sociología y participar más activamente en los MS, me llevó a descubrir los feminismos
y colocarme esas famosas “gafas violetas” esclareciendo situaciones de violencia que
antes me resultaban invisibles en estos espacios.
Los feminismos permiten adoptar una perspectiva de género, entendiendo esta como un
modo de entender, interpretar y analizar las relaciones sociales teniendo en cuenta que
el sistema sexo/género es transversal, atraviesa todos los ámbitos y dimensiones de la
sociedad. Las relaciones de género forman una estructura social en la que se re-produce
una asimetría donde lo «masculino» obtiene un papel central, privilegiado, normativo y
hegemónico y lo «femenino» queda en una posición marginal, subordinada. El sistema
sexo/género establece dos categorías sociales («mujer» y «hombre») y se encarna a
través de un proceso performativo1 de socialización constituyendo grupos sociales
(«mujeres» y «varones»).
neutraliza y
Este sistema construido culturalmente se naturaliza,
normativiza, legitimando las relaciones de poder y justificando la
discriminación. Pierre Bourdieu analiza la dominación masculina y argumenta que las
oposiciones estructurales (entre lo femenino y lo masculino) se imponen con base al
principio masculino, por lo que las mujeres se socializan y asumen, desde un inicio, su
situación de subordinadas o dominadas debido al habitus, a las estructuras sociales
objetivas y a las estructuras cognitivas subjetivas (Bourdieu, 1998).
Las categorías culturales de sexo/género comprenden una identidad, un estatus, unos
roles, estereotipos y unos valores determinando lo que es masculino y lo que es
femenino como identificó Kate Millet en Sexual Politics (1970).
Las personas interiorizan y repiten este modelo hegemónico2 e incuestionable que la
perspectiva de género trata de cuestionar desenmascarando, desnaturalizando y
deconstruyendo la violencia sistémica desde la categoría socio-cultural de «hombres»
hacia lo que es leído socialmente como «femenino» buscando la equidad y la inclusión
de la diversidad. Esta perspectiva ha de aplicarse desde la interseccionalidad (género,
edad, etnia/cultura, estatus, clase social) entendiendo la realidad como poliédrica e
interconectada.
Los feminismos surgen como una expresión colectiva de las mujeres que reivindicaban
la participación femenina en la esfera política y la declaración de unos derechos de
las mujeres, es decir, que se reconociese a las mujeres como ciudadanas y sujetos
1
Judith Butler propone el término performance para describir el proceso en el cual se repite de forma
encarnada la imitación de las significaciones construidas socialmente. El género establece la dualidad del
sexo en un campo prediscursivo: natural, incuestionable y políticamente neutral.
2
Se hace uso del concepto de hegemonía como: “orden social estratificado en que los subordinados
acatan la dominación mediante la interiorización de sus valores y la aceptación de su „naturalidad‟”
(Gramsci 1974, p.71).
con derechos políticos. Posteriormente se irán desarrollando diferentes teorías sobre
qué es el feminismo, qué métodos seguir o sobre qué principios y reivindicaciones
defender. Debido a las diferentes posturas, surgen distintas corrientes feministas. Por
ello es preciso hablar de feminismos (en plural) para recoger esta diversidad.
Con el fin de reflexionar y buscar vías para deconstruir las relaciones de género en los
MS se plantearon tres objetivos:
 Observar y describir las relaciones de género y las manifestaciones sexistas que
estén presentes en los MS actuales en la Comunidad de Madrid.
 Conocer y describir el trabajo interno y el trabajo social que realizan estos
colectivos para reducir o eliminar el sexismo y deconstruir las relaciones de
género.
 Estimular la reflexión crítica y la concienciación de los y las activistas que
participen en la investigación sobre las relaciones de género que se mantienen en
los MS. Este objetivo implicó el desarrollo de una etnografía activista o
militante, durante y tras el estudio. Se utiliza el concepto de etnografía activista
o militante debido a que se hace uso de la investigación como práctica política
con el objetivo de transformar la sociedad fomentando la toma de conciencia y
el empoderamiento sobre la situación de discriminación y desigualdad de género
en estos espacios.
2. Metodología
La metodología empleada fue cualitativa no buscando resultados representativos, sino
significativos. El sexismo y las relaciones de género se aprecian en el plano de lo
cotidiano, por lo que se entiende la realidad social a estudiar tomando la observación y
la experiencia de los sujetos en lo cotidiano a través de los procesos de interacción, en
las interpretaciones de la vida social individuales y colectivas, las interpretaciones de lo
«simbólico», en la práctica, etc. (Pais, 1986). No obstante, también se tuvo en cuenta
una dimensión macro-social del fenómeno durante la revisión bibliográfica.
Tras una fase exploratoria de aproximación teórica al objeto de estudio se utilizaron las
técnicas siguientes: diario de campo y entrevistas. En la primera técnica se recopiló toda
la observación participante e indirecta que presencié como sujeto-sujeto de la
investigación incluyendo interacciones, comunicación no verbal, reflexiones personales,
carteles, comunicados, artículos o letras de canciones. Asimismo, se incluye la autoobservación, habiendo sido yo misma sujeto y objeto de estudio. El diario comprendió
el análisis diacrónico y sincrónico de las observaciones, diferenciándose entre el
discurso ETIC (como estudiante) y el discurso EMIC (como militante), dependiendo de
la posición de observadora o de participante en cada situación.
Paralelamente, se organizaron entrevistas en profundidad tratando de conocer el
discurso de informantes clave. Se seleccionaron informantes en base a los siguientes
criterios: tipo de estructura organizativa (horizontal o vertical), edad, sexo/género,
militancia en una organización feminista y experiencia militante. La variable
sexo/género se entendió como identidad abriendo la posibilidad de que cualquier
informante se identificase fuera del binomio mujer/hombre.
Tras la triangulación y análisis de los resultados, se incluyeron unas conclusiones del
estudio, unas líneas de investigación y la programación de actividades participativas
para la reflexión colectiva.
3. Manifestaciones sexistas
En los MS se reproduce la cultura patriarcal de forma intra e intergrupal. Hay quien
sostiene que el sexismo se da en un grado menor en estos espacios pues existe una
atención por cuidar estas actitudes y comportamientos, como decía una de las
informantes: “en teoría, los activistas de los movimientos sociales que están luchando
por la igualdad son más conscientes...” (Clara)3. Otra informante sostiene que este
especial cuidado parte de un trabajo feminista previo:
Si es un espacio en el que no se ha trabajado mucho el género, la representación
de la mujer, bollera o trans, viene a ser la misma que en el mundo en el que no
hay militancia (Carolina).
3.1. Segregación horizontal y vertical.
3
Por motivos de confidencialidad se han utilizado nombres ficticios, así como siglas para nombrar los
colectivos o asociaciones en los que participan las y los informantes.
Teniendo en cuenta que el propio sistema patriarcal ya es una estructura asimétrica en
razón del sexo/género, desarrollar una dinámica horizontal en una asamblea es complejo
pues se reproduce tal asimetría: “tenemos todo un ámbito de socialización que favorece
la no participación” (Itziar).
La violencia sistémica se ha observado en las siguientes manifestaciones:
1. Una mayor intervención por parte de ellos en las asambleas en cuanto al
número de veces que tienen el turno de palabra y la duración de tal turno: “a
la hora de trabajar y debatir en asambleas, en ocasiones los hombres
monopolizan los turnos de palabra o realizan intervenciones más largas en
sus turnos” (Marta).
2. Infravaloración de las intervenciones de ellas: “en una asamblea, en teoría,
estamos todos juntos pero lo que ocurre muchas veces pues una propuesta
hecha por un hombre y una propuesta hecha por una mujer no suena igual de
bien... sigue siendo un problema eso” (Miguel).
3. Un mayor número de interrupciones durante los turnos de las mujeres: “(...)
los hombres hablan mucho más, interrumpen mucho más, hablan muchísimo
más tiempo; las mujeres hablan menos y son muchas más veces
interrumpidas” (Carolina).
4. No se asumen de forma equitativa los roles de portavocía, toma de
decisiones y de representación, siendo mayoritariamente adscritos a varones:
“la cara visible de un movimiento es el varón y pocas veces la mujer”
(Marta). En algunos casos se han impuesto medidas para regular el número
de mujeres que asumen el liderazgo “existe ese problema de asumir ese
liderazgo mucho más fuerte y mucho más mediático, las mujeres no quieren
asumirlo. (…) se ha tenido que imponer (...) que al menos una de cada seis
personas que se tengan que avalar sea mujer (Luis).
5. En el reparto de tareas se reproducen los roles de género:
Cuando hacemos una fiesta quienes sirven son las tías, quien pone el sonido son
los tíos, quien pone la electricidad son ellos, quien limpia normalmente somos
nosotras. Si hay que abrir una puerta y hay que okupar son ellos. Si hay que
ponerse en una manifestación delante para recibir ostias son ellos (Carolina).
6. Baja participación y pasividad de los varones en el trabajo de género. Marta
relata sobre su colectivo donde “a pesar de ser una asamblea feminista mixta,
actualmente solamente hay presencia de mujeres, lo que nos da una idea de
la poca conciencia en materia de género que hay todavía entre los varones”
(Marta). No obstante, se observó la formación de grupos de trabajo sobre
masculinidad en Madrid. En las respuestas se repetía que a pesar de ser una
cuestión que nos afecta a todos y todas, son las mujeres quienes están
asumiendo este trabajo debido a su posición de oprimidas, aunque coinciden
en que el ideal es que fuera un trabajo colectivo.
7. Objetivización de las mujeres: “es común escuchar piropos hacia las mujeres
o referencias hacia estas en relación a su físico” (Marta). También a través
de imágenes que fomentan un ideal de belleza patriarcal, como en el caso de
la frase “mujer bonita es la que lucha”.
8. Las situaciones de sexismo son respondidas por compañeras: “cuando son
conflictos de agresiones machistas siempre solemos decidir nosotras porque
nos debemos empoderar y porque se nos delega ese trabajo a nosotras
porque somos las que nos encargamos de ello” (Carolina). Cuando son
conflictos que surgen a raíz de comenzar a hacer trabajo de género dentro de
la organización, se aprecian micromachismos encubiertos y micromachismos
coercitivos (Bonino, 1996):
No te lo dicen directamente así pero sí “deja de dar la lata ya con esto que vamos
ahora a lo importante” y consiguen que te sientas muy pesada. En ese momento
ganan, usan mecanismos para que te auto-censures. Y lo consiguen, yo muchas veces
no digo cosas por no dar la tabarra más. Claro que me autocensuro y soy
completamente consciente. (...)usan otras herramientas para callarte, para
invisibilizarte, para silenciarte. Una de esas es avergonzarte y hacer que te sientas
mal. Si lo consiguen una vez ya a las siguientes tú misma te callas, ya han ganado
porque de eso se trataba (Clara).
3.2. Homofobia y construcción de la masculinidad.
La construcción de los modelos de feminidad y masculinidad influyen en el modo de
ser, de estar y de relacionarse en los MS. Estos modelos tradicionales potencian que se
rechace y discrimine todo aquello leído como diferente, como orientaciones del deseo e
identidades no-normativas. El patriarcado impone como norma la heterosexualidad,
entendida como lo “natural” (Butler, 1999), estableciendo pautas de comportamiento y
sanciones que regulan y excluyen lo no normativo.
Dentro de los movimientos sociales es bastante común encontrar actitudes
homófobas, desde sus formas más sutiles (como insultos homófobos o atribuir
connotaciones negativas a la homosexualidad) hasta actitudes explícitamente
homófobas (Marta).
Carolina, relata en primera persona su experiencia en estos espacios:
En el momento en el que te ven como persona homosexual, bollera o marica, se
activan un montón de estereotipos automáticos que son una lectura social desde el
prejuicio que hacen recaer sobre ti un montón de pensamientos directos acerca de
qué es lo que tú crees, porqué defiendes lo que defiendes. A mí la etiqueta de bollerafeminista-radical-histérica me la colocan constantemente, incluso antes de autodefinirme como bollera ya la gente me etiquetaba como bollera. (…) el trato que
recibes por parte de los hombres es totalmente diferente. (…) es mucho más distante
conmigo, no me intentan ligar constantemente... pero, por otro lado, tampoco me ven
como a una compañera, sino como a una especie de persona que les va a meter un
hachazo que se van a quedar en el sitio y que es mejor alejarse un poco de mí.
(Carolina).
Los estereotipos se manifiestan a través de reacciones del grupo: exclusión, un trato
diferenciado, miedo a lo diferente, sensación de peligro, etc. Estas personas luchan por
la visibilidad y el trato respetuoso: “de hecho, para mí, auto-etiquetarme o
autodenominarme socialmente como bollera es parte de mi lucha (…) quiero provocar
una reflexión en cuanto a ello” (Carolina).
Por otra parte, se ha buscado analizar cómo afecta la construcción de la identidad
masculina en los MS. Las identidades masculinas y femeninas se presentan como
opuestos formando modelos estereotipados. La homosexualidad no entra dentro del
modelo de masculinidad hegemónico, por lo que la homofobia entre varones es una
forma de despreciar lo que se lee como femenino, entendiendo lo femenino como la
negación de lo masculino en un planteamiento dicotómico del sexo/género.
(La masculinidad) se define en ocasiones como un tabú emocional en el que los
hombres no pueden mostrar su vulnerabilidad porque esa vulnerabilidad está
asociada a la feminidad. (…) En muchas ocasiones lo relacionan con un
comportamiento homosexual, más relacionado con una feminidad que no se puede
dar en un hombre porque un hombre debe ser masculino (Carolina).
La masculinidad entendida a partir de la fuerza considera lo débil y vulnerable como
femenino. Algunos compañeros asumen una actitud protectora o paternalista hacia las
mujeres: “actitudes paternalistas también son muy comunes de encontrar, como por
ejemplo, la necesidad del hombre de proteger a la mujer en determinadas situaciones de
“riesgo” (como puede ser una manifestación), etc.” (Marta).
Se observa que los varones tienen más reconocimiento dentro del grupo, mientras las
compañeras quedan en un segundo plano: “a las mujeres se nos identifica muchas veces
como 'la novia de...' o 'la amiga de...'” (Diario de campo, 18/02/2014). Aunque también
existen colectivos feministas que cuestionan los modelos tradicionales promoviendo la
reapropiación y resignificación del género.
3.3. Agresiones y acoso
En este apartado se incluye algunos de los testimonios sobre agresiones y acoso por
razón de sexo/género.
De hecho podíamos llegar a pensar que en nuestra esquinita se da mucho menos y no
es así. (…) Sigue habiendo incluso violencia física dentro del movimiento. Sigue
habiendo muchos agresores. En la H. ya hemos tenido que echar a chicos. Uno de
ellos, al intuir por qué chica le habíamos echado, (…) le está acosando todos los días
(Carolina).
Se han dado casos de violaciones en casas okupas, agresiones verbales basadas
únicamente en la condición femenina (insultos machistas a mujeres), o la
permisividad en actitudes sexistas y vejatorias hacia la mujer en algunos espacios
antifascistas (Marta).
3.4. Dificultades para identificar el sexismo
El patriarcado como sistema hegemónico está naturalizado y normalizado (Bourdieu,
1998), por lo que es muy difícil identificar las manifestaciones sexistas cuando son más
sutiles. En el estudio se entiende que es más complicado ver el sexismo desde una
posición central (cishombre) ya que el patriarcado genera violencia hacia los márgenes,
lo sufren mujeres, trans, personas con orientación del deseo e identidades nonormativas, siendo quienes ocupan una posición de frontera, periférica.
El sexismo coloca a las mujeres en la parte mala del pack y eso les da cierta
capacidad para darse cuenta antes (Clara).
Hay más mujeres que han despertado, se han puesto unas gafas feministas, que
varones. ¿Por qué? Porque nos va la vida en ello, porque nos jugamos nuestra propia
salud mental y física, porque recibimos agresiones. (Itziar)
Los feminismos ayudan a visibilizar la violencia sistémica, dentro y fuera de los
movimientos sociales. Sin una formación en teorías y prácticas feministas es difícil
identificar esta violencia derivada del patriarcado:
Si ese entorno no es feminista estas actitudes están normalizadas como en la vida
real, como la gente que no participa en los movimientos. Entonces se pasan por alto y
son totalmente ignoradas y, son guiones sociales normales. (Carolina)
3.5. Organizaciones más formales y jerarquías internas.
Durante el estudio se ha tratado de analizar las dinámicas que se desarrollan en
organizaciones con estructuras jerárquicas. En algunos partidos políticos se utilizan
medidas como las cuotas o las listas cremallera para prevenir la segregación vertical.
Aunque instaurar unas cuotas no siempre es suficiente:
Los hombres suelen preferir a las mujeres no-feministas. Eso me ha pasado en varios
partidos. Porque las feministas son más incómodas, porque cuestionan los privilegios
masculinos, mientras que las no-feministas se conforman con su parte, una parte
pequeña. Los hombres prefieren a éstas y lo que hacen es auparlas y ayudarlas para
tener a su lado mujeres más sumisas y tolerantes con ellos. Digamos que es una
perversión de la cuota (…); la cuota sólo es útil si es una cuota feminista, sino no
sólo no sirve de nada, sino que todavía es peor. (Clara)
Se critica también a las mujeres que prefieren llegar al poder sin integrar las
reivindicaciones feministas y sin favorecer la construcción de modelos de poder nomasculino, por ejemplo, basado en la solidaridad, en la no-opresión o en la sororidad4.
Otra informante añade que las militantes han de escoger entre sus reivindicaciones
feministas o aceptar la dinámica interna del partido que no siempre permite trabajar el
género:
Es lo que dice Amelia Valcárcel del auctoritas y la potestas. Ella dice, tú tienes la
auctoritas, que es un papelito que dice que eres Directora General de la Mujer; pero
la potestas, que es que hables y te escuchen, no la tienes dentro del partido. (…) Si tú
no tienes poder real, que no sea poder vicario y el poder real lo tiene quien te ha
nombrado, es tener poco poder de transformación porque, al final, quien te ha
nombrado, quien corta el bacalao, no eres tú. (Itziar)
Las militantes feministas no siempre consiguen soportar la presión que se ejerce contra
ellas. Asimismo, están desarrollando un triple rol y jornada al conciliar su vida laboral,
activista y el trabajo asistencial y de cuidados que se les atribuye a las mujeres por ser
mujeres:
(…) las mujeres permanecen menos tiempo en la política que los varones, se
marchan antes, se cansan. Y muchas de las que se marchan son las más potentes
porque igual están hasta las narices de estar ahí. Se cansan antes porque tienen que
llevar tres roles de trabajadora a full time. Pero también muchas de ellas se cansan de
no conseguir... (Silencio) y es complicado. (Itziar)
4. Resistencia al cambio
Existen organizaciones donde las personas participantes tienen conciencia de género,
hay una atención para prevenir y responder el sexismo, se trabaja a nivel teóricopráctico para crear alternativas seguras de empoderamiento y sororidad y romper con el
sistema de sexo/género. Cuestionar esta estructura hace que peligren las posiciones de
dominación y se pierdan los privilegios adscritos por el hecho de ser leído cishombre,
4
Sororidad como “la amistad entre mujeres diferentes y pares, cómplices que se proponen trabajar, crear,
convencer, que se encuentran y reconocen en el feminismo, para vivir la vida con un sentido
profundamente libertario” (Lagarde 1992, pp.17-18).
blanco y heterosexual, generándose una resistencia al cambio5 que proponen los
feminismos:
Evidentemente uno de los objetivos del feminismo es ocupar el espacio público el
cual se nos ha negado históricamente. (...) eso implica una pérdida de privilegios para
los hombres. En ese sentido, ven que pierden mucho poder, y que se ven analizados y
se ven cuestionados. (…) no es que estemos nosotras tomando privilegios es que
estamos empezando a ser personas dentro de un espacio público. Y evidentemente
eso implica que ellos pierdan su poder. (Carolina)
Las manifestaciones de esta resistencia son diversas:
Hay una especie de prevención ante el feminismo que cuando alguien nombra algo
del feminismo o trata de introducir algo en ese sentido, se van a levantar muchas
barreras que no te dabas cuenta de que existían. (Clara)
Pero cuando realmente es el tema de que les estás disputando privilegios o puestos de
poder de representación o de visibilidad, entonces las actitudes son claramente
agresivas. (Clara)
Se usa la etiqueta de hembrista o de feminazi6 como mecanismo para frenar e
infravalorar a las personas y los feminismos. El resultado es crear confusión sobre qué
son los feminismos. Otra resistencia es la estrategia de infravalorar la problemática de
género:
Actitudes de condescendencia, que te suelen decir “mujer, no es para tanto”, “no te
pongas así' hasta luego ya las típicas de “no te pongas histérica” (Clara).
Se debate si el fin de la sociedad de clases ha de producirse antes que el de la sociedad
patriarcal, reflejando que existe el micromachismo en crisis de “darse tiempo” como
describía Luis Bonino (1996).
5
“En la actualidad las resistencias y reacciones se hacen con otro estilo: descalificando y ridiculizando
globalmente las luchas y propuestas feministas, explicando la inutilidad de las políticas de igualdad,
ironizando sobre la supresión del sexismo en el lenguaje, impidiendo, boicoteando o dificultando en
extremo que las mujeres accedan a organismos de poder o a espacios de visibilización” (Simón 1999,
p.151).
6
Se identifica hembrismo o feminazismo con la violencia y/o odio hacia los varones. Definición añadida
por necesidad analítica.
A mí me han enseñado, por toda mi socialización política donde he estado, que la
lucha es por el Socialismo. (...) El perder el tiempo en una comisión de veganismo, el
perder el tiempo en una comisión de liberación animal… fíjate que el feminismo se
pone al mismo nivel que el veganismo, la liberación animal... generalmente se utiliza
así... como complemento (Luis).
5. Micro-macro/Privado-público/Personal-político
Los feminismos han intentado transformar y cuestionar la lógica de prioridades que se
establece en las relaciones entre lo micro y lo macro, lo privado y lo público, lo personal
y lo político. “Hemos venido para quedarnos” es una frase utilizada para defender la
ocupación del espacio público por parte de las mujeres y otras personas con identidades
no normativas vinculadas al espacio construido de lo privado (Murillo, 2006). A raíz de
esto surge una reflexión tras una tutoría recogida en el diario de campo:
Lo que tratan de hacer los movimientos feministas es cuestionar la posición de los
cuerpos que quedan en los márgenes y que están ocupando el espacio privado
asociado a lo doméstico, los cuidados, etc. Con el lema de “lo personal es político”
tratan de ocupar y reapropiarse del espacio público desde la transformación de lo
cotidiano, a nivel intra e interpersonal. Al sostener que lo personal es político se
rompe el esquema patriarcal en el que se entiende lo político como personal
(falsamente universal). Las personas en posiciones centrales tomarán conciencia de
su propia posición de dominación con unos privilegios, sabiendo que parten desde el
espacio donde lo político es personal. Una vez siendo conscientes de su posición de
partida, podrán pasar al espacio en donde lo personal es político y desmontar el
género y construir relaciones de equivalencia que no eliminen las diferencias de cada
individuo (Mouffe, 1999). (Diario de campo: 31/03/2014)
En el caso de conflictos por razón de sexo/género dejarían de entenderse como
problemas dentro de la esfera personal o privada de las personas involucradas. Otro
informante relataba una de las experiencias de agresiones sexistas en uno de los
colectivos donde participa:
Se han tratado por medio de silencio, se han vivido en lo personal. (…) A pesar del
eslogan de “lo personal es político'” luego a la hora de encontrarte con una situación
de baboseo se ha reaccionado en clave muy interna (Luis).
Son conflictos que se consideran como personales no incorporándose a la agenda o
prioridades de las organizaciones. Cuando se trata de hacer público y político lo que se
considera personal se crean conflictos dentro del propio grupo; aparecen personas que
pueden infravalorar la situación, personas que se encubren, justificaciones, etc.: “El
sexismo se camufla con la camaradería, se esconden e infravaloran las actitudes sexistas
y la violencia de género cuando existen” (Diario de Campo, 05/03/2014).
Existe una resistencia al cambio (Simón, 1999) cuando los feminismos se hacen más
fuertes:
Uno de los objetivos del feminismo es ocupar el espacio público el cual se nos ha
negado históricamente. (...) eso implica una pérdida de privilegios para los hombres.
(…) no es que estemos nosotras tomando privilegios es que estamos empezando a ser
personas dentro de un espacio público (Carolina).
Paralelamente a la lógica de prioridades establecida entre lo público y lo privado, hay
otra entre lo macro y lo micro. Se cuestionan los feminismos pues pueden ser
entendidos como luchas dentro de lo micro, valorándose menos importantes:
Se prima lo macro frente a lo micro, que es otra de la reproducción de la lógica
patriarcal, lo público frente a lo privado (…) Me parece que ha sido una estrategia
del sistema, especialmente del sistema capitalista, de la segregación, de parcelación o
segmentación de las luchas (Nuria).
6. Trabajar en colectivo
Para cerrar el artículo se presentan una serie de recomendaciones como conclusión:
•
Fomentar la autocrítica. Los movimientos sociales tratan de ser críticos con la
sociedad, plantean mejoras y alternativas para el sistema político, económico,
social y cultural actual. Aunque resulte amargo o incómodo, es necesaria esta
misma reflexión a nivel intra e intergrupal.
•
Hacer de los conflictos de género un reto colectivo. Las desigualdades de género
son obstáculos a superar de forma conjunta y constructiva, entendiendo que
afrontar y derribar estos conflictos fortalece al grupo, no lo debilita.
•
El trabajo de género no es un tema exclusivo de mujeres o de personas con
identidades no-normativas. No posicionarse ante el patriarcado es una forma de
evadir el problema y perpetuarlo. Es necesario generar una transformación desde
lo cotidiano, tanto micro como macro, por parte de todas y todos.
•
Apoyo mutuo y cuidado mutuo. Se trata de cuidarse colectivamente a través de
la crítica constructiva y favorecer la construcción de modelos basados en el
apoyo mutuo que sustituyan a los modelos competitivos.
•
Elaborar un protocolo de actuación ante el acoso por razón de sexo/género y
acoso sexual. Pensar qué respuesta colectiva se quiere dar por parte del grupo,
denunciar y hacer visible esta violencia.
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