MUJERES MIGRANTAS Y FEMINISMO: EL CAMINO AL EMPODERAMIENTO Andrea Souto García [email protected] Universidade da Coruña Resumen: Este trabajo es un intento de aproximación a la realidad de las mujeres de origen latinoamericano que participan en el movimiento feminista de Madrid y que se encuentran constituidas en grupos autónomos alrededor de un eje estructurador que es su identidad como mujeres del sur en un contexto migratorio; tratando de definir la relación que se produce entre feministas migrantas y autóctonas y la importancia del racismo y el clasismo en la delimitación de esa relación, en función de las prácticas ideológicas y discursivas en que se inscriben unas y otras, tanto dentro del activismo en los grupos como en su cotidianidad. Además esta investigación pretende adentrarse en los procesos de construcción, deconstrucción y modificación de la identidad que los agentes sociales, en este caso, las mujeres migrantes, llevan a cabo en pos de la prosecución de objetivos políticos vinculados a esas identidades múltiples y diversas que manejan. Palabras clave: feminismo, migranta, heterogeneidad, identidad, colonialidad. Introducción El objetivo de este trabajo es conocer en qué medida y de qué modo afectan las diferentes estructuras de dominación a las mujeres migrantas que habitan en el Occidente. De qué manera las categorías género, raza, etnia, clase y sexualidad unidas a la condición de migranta, confluyen en estas mujeres creando una forma muy concreta de opresión que desborda el machismo, el racismo, el clasismo y el heterosexismo; y que es distinta de la forma en que el patriarcado occidental subordina a las mujeres occidentales. En función de esto, se analizarán las elecciones de acción que ponen en marcha las migrantas1 para invertir esta relación de poder que las relega a espacios de explotación severa en este nuevo sistema que son las sociedades occidentales para las mujeres llegadas de otras geografías. Es decir, se analizará cómo las mismas condiciones y procesos que subordinan a la migranta desencadenan en ella la toma de consciencia de sí misma y la convierten en agente social2. Se intentará responder a cuestiones tales como cuál es el impacto de las estrategias discursivas asumidas por las migrantas en sus trayectorias de empoderamiento y de ganancia de autonomía, dependiendo de cuáles sean sus referentes culturales, experiencias personales y fundamentos ideológicos. Los manifiestos testimoniales de las mujeres migrantas, sus relatos, sus narraciones, transgredirán las fronteras de la academia ortodoxa porque son testigo en sí mismos de la multiplicidad y la interseccionalidad de las estructuras de subordinación, de lo peligroso de considerar a los individuos como tipos puros homogéneos, “de lo necesario de articular lo universal y lo particular, porque ellas en su propia carne son todo a un tiempo” (Anzaldúa, 2008) Al igual que Adelina Miranda en su artìculo « Les mobilisations des migrantes: un processus d’émancipation invisible? » en Cahiers du Genre, n°51, 2011/2, P. 5-24, utilizo el concepto migrantas para designar distintas categorías de mujeres: las migrantas propiamente dichas, es decir, aquéllas mujeres que han dejado sus países de origen para instalarse en otro, las mujeres descendientes de inmigrantes y aquéllas mujeres venidas del contexto excolonial; en estas dos últimas acepciones, el término migranta refiere a aquéllas mujeres que sin ser migrantas, son percibidas como tales (Moujoud, 2012 en « Le genre au cœur des migrations ») Al contrario, cuando utilice los términos, autóctona u originaria, estaré aludiendo a aquellas mujeres que no incluyo en la categoría migranta. Por otro lado, he escogido el término migranta en lugar del alternativo inmigranta, porque creo que, a diferencia de este último que solo alude a un fragmento de la historia, a la entrada de ese “cuerpo extraño” al espacio social que se construye como “nuestro” (Delgado, 2003), el concepto migranta, sin el in, recoge la experiencia vivencial completa de la persona que se desplaza, la migranta, nos habla de todas las geografías que componen su ser individual, nos remonta al origen y nos narra su viaje sin plantear un destino cerrado. A lo largo de este trabajo utilizaré otras terminologías para referirme a estas dos categorías de mujeres. Iré explicándolas a medida que vayan apareciendo en el texto cuando crea conveniente que la especificación es necesaria. 1 Paradoja de la subjetivización, concepto extraído de la obra de la lingüista y filósofa feminista Judith Butler, en su obra « Mecanismos psíquicos del poder: teorías sobre sujeción » (2010), desarrollado también entre otros por el filósofo Michel Foucault. 2 Será en torno a esta pregunta que girará la investigación que a continuación se propone: Se desea conocer qué nuevas posibilidades se abren para las mujeres migrantas que se trasladan a sociedades del tercio rico del mundo desde sus comunidades de origen situadas en países de la periferia mundial3, tradicionalmente interpretadas por la perspectiva feminista europea como más opresivas para las mujeres que las sociedades del norte. Conocer cómo las categorías género, raza, clase y extranjería se entremezclan formando un todo indisoluble que encarna en los cuerpos de la migranta una nueva situación en la que la estigmatización y el riesgo aumentan en un contexto hostil; en la que los procesos de consecución de derechos y libertades, de emancipación, muchas veces iniciados por las mujeres en los territorios de origen pueden verse paralizados. O si, por el contrario, la nueva situación pueda reportar un nuevo impulso a las luchas feministas de estas mujeres; en una historia de superación de lo que, debido a la combinación de las cuatro variables anteriormente citadas junto a la sexualidad, la religión y la etnia, puede construirse como una traba añadida para la consecución de la igualdad en los inicios del proceso migratorio de las mujeres. Situadas en la confluencia de las resistencias contra el racismo y el sexismo, contra la explotación laboral y la exclusión sociopolítica, las mujeres migrantas desarrollarán epistemologías propias escritas en las intersecciones y maneras particulares de hacer agencia social, recreadas también en estos contextos transculturales y transfronterizos. Porque si “el lugar desde el que hablamos determina nuestra experiencia vital y la manera en que comprendemos las relaciones de dominación y, en consecuencia, nuestro discurso” (Mohanty, 2008:79), la perspectiva de las migrantas y el discurso que produzcan a partir de ésta por fuerza será distinto. Porque si bien es cierto que no se puede tratar ni a unas ni a otras como si fuesen una categoría homogénea, generalmente la posición que ocupan las migrantas en las 3 El término centro-periferia de este texto aúna dos conceptos complementarios; el concepto centro-periferia desarrollado por los economistas latinoamericanos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el desarrollado paralelamente por Immanuel Wallerstein en su obra “ El moderno Sistema Mundial: la agricultura capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI”. Ambos conceptos hacen referencia a la noción de una dualidad centro-periferia para describir un orden económico mundial integrado por un centro industrial y hegemónico que establece transacciones económicas desiguales con una periferia agrícola y subordinada; dos espacios diferenciados entre los que las desigualdades económicas, sociales y políticas establecen una frontera de poder entre aquéllos países centrales explotadores de aquéllos otros países periféricos subordinados. Aparecerán a lo largo de este trabajo sinónimos que aludan a estos centros y periferias, y que como ellos pretendan visibilizar la relación de desigualdad a la que hacen referencia Wallerstein, pero sobre todo los economistas de la CEPAL, tales serán por ejemplo norte y occidente para centro, y sur y márgenes para periferia. sociedades occidentales es menos privilegiada que la de aquéllas que podemos llamar autóctonas. Sobre las mujeres migrantas recaerá todo el peso del patriarcado materializado en el abanico de situaciones de injusticia, de abuso, de violencia; en todas las formas de explotación, política, económica, social, sexual, que tendrán que enfrentar en la sociedad de acogida. Ellas sufrirán de manera más brutal que sus compañeros varones la experiencia de la migración. Y es que el patriarcado, en las formas que adopta en este sistema sexo-género4 concreto satisfará en ellas, más vulnerables que las mujeres autóctonas por encontrarse desamparadas en la legislación racista y sexista de los estados-nación, sus necesidades más extremas. Porque, como afirma Audre Lorde (2007) que podamos hablar de un sistema global opresor de las mujeres que no entienda de fronteras raciales ni de clase no quiere decir que esa opresión sea idéntica dentro de esas diferencias, ni dentro de esas fronteras. Así, las migrantas comprobarán como por su condición racial y étnico-cultural son deshumanizadas en esta nueva sociedad, “percibidas como bestias y como tal tratadas en la esfera de producción económica, de producción epistémica, en la imposición sexual...” (Lugones, 2012:5). Su deshumanización5 se producirá en beneficio de la conservación de un modelo de mujer, la mujer occidental6, que funciona como espejo sobre el cual los varones occidentales construyen su identidad, se admiran como sujetos, se reafirman como grupo dominante y exhiben su poder. (De Beauvoir, 2005) Es el carácter dialéctico de las relaciones coloniales, el sentimiento de superioridad del Formulado por Gayle Rubin. Concepto desarrollado por las feministas negras a partir de los años 60 (Patricia Hill Collins (2000)), para desvincularse del término Patriarcado acuñado por las feministas blancas. En lugar de este, las teóricas negras proponen el concepto Sistema Sexo-Género que hace hincapié en las diferencias que se manifiestan en los distintos sistemas de dominación masculina; diferencias que acusan de obviar a las teóricas blancas; entendiendo como Patriarcado el sistema de dominación masculina específico que describen las teóricas blancas desde su experiencia concreta. Yo a lo largo de esta investigación utilizaré ambos conceptos, tratando de resignificarlos, en un intento de conciliar la perspectiva occidental ilustrada y las distintas corrientes epistemológicas que podríamos aglutinar de manera poco ortodoxa bajo la etiqueta de feminismo postcolonial. Entenderé el Patriarcado como la macroestructura idéologica, inmaterial de dominación masculina ideal, atemporal y aespacial, que se manifiesta materialmente a través de estructuras y de relaciones sociales, económicas, políticas, sexuales concretas de dominación, situadas en un tiempo y un espacio físicos concretos, en unas condiciones circunstanciales sociohistóricas y culturales determinadas, que designaré con el término Sistema Sexo-Género. 4 María Lugones en “Subjetividad esclava, colonialidad de género, marginalidad y opresiones múltiples” (2012). Concepto que alude a la amputación de la cualidad de humanidad que desde la lógica racista-colonial legitima la explotación de un grupo de individuos sobre otros categorizados como no-humanos. 5 Mujer occidental, es la etiqueta con que las feministas postcoloniales hacen referencia a un tipo ideal de mujer que se propugna desde Occidente. Esta mujer posee ciertos atributos que conforman su identidad distinguiéndola radicalmente del resto de mujeres. Estos rasgos distintivos son: la tenencia de ascendentes en el noroeste europeo, es decir, ser de “raza blanca”, su pertenencia a la clase media capitalista y su adscripción a una cultura cuyo referente fundamental es la Ilustración. Es el modelo de mujer sobre el que relevantes pensadoras feministas también blancas y burguesas han centrado sus análisis. “El Segundo Sexo” de Simone de Beauvoir quizás sea la obra donde mejor se refleje esta forma de “ser” mujer. 6 ‘uno’ depende del sentimiento de inferioridad del ‘otro’ (Quijano, 2014). Cuando la lógica cultural ilustrada que parte de una idea desacralizada de naturaleza del hombre como ser racional construye a todos los hombres como libres e iguales no incluye en esta concepción de hombre a aquellos varones de raza no blanca o cuyos orígenes se remitan a cualquier otro territorio que no se circunscriba al noroeste europeo; y mucho menos incluye a las mujeres. De esta manera, todas ellas compartirán con los sujetos no-occidentales el destino de la subordinación en la estructura político-social y además estarán naturalmente destinadas a la reproducción. Pero esta opresión a la que todas las mujeres son sometidas por razón de su condición genérica variará en intensidad y modo en función de otras categorías raciales, económicas y religiosas-culturales. Es un rasgo distintivo, pero no exclusivo, del sistema sexo-género occidental, dependiendo de la oferta disponible de mujeres en un espacio y un tiempo concretos, el clasificarlas, estableciendo entre ellas una jerarquía a partir de la cual se las define para servir a las distintas necesidades de este sistema social y en especial de la élite machista y capitalista que lo dirige, los varones blancos. Siempre como objetos pero con distinciones, siendo las europeas blancas de clase media comprendidas como propias a su homólogo masculino mientras que otras son dejadas fuera del modelo ideal hegemónico como sucede con las prostitutas o aquéllas mujeres pertenecientes a los estratos más bajos de la escala social. (De Beauvoir, 2005) Esta clasificación operada en el seno de todas las sociedades del norte responde al objetivo de legitimar la explotación más explícita de tipo sexual y económica sobre ciertas mujeres a las que, a través de la adjudicación de la etiqueta de ‘extrañas’, se destierra fuera del tipo normativo de mujer útil al patriarcado occidental; y entre esas otras extrañas están las migrantas. Y así, el mismo ejercicio de identificarlas como extrañas es, pues, una forma de deshumanizar, de subhumanizar. Y como sub-humanas son comprendidas por esta élite de varones blancos occidentales (que tiene el privilegio de determinar los valores culturales y las normas que regirán y conformarán la vida de la sociedad occidental que gobiernan) como propiedad, que no como propias, lo que legitima su instrumentalización, su conversión en meras herramientas al servicio de la sociedad blanca pero especialmente del varón blanco dominante7. En otras palabras, si bien todas Si es cierto, como afirma Colette Guillaumine en su obra « Sexe, race et pratique du pouvoir » (1995) que todas la mujeres son comprendidas como propiedad por los varones, bien colectivamente, de toda la clase de los hombres, bien individualmente, de un solo hombre, a través de la forma contractual de matrimonio, es aún necesario establecer diferencias y entender que unas mujeres 7 las mujeres sufrirán en no importa cuál entorno opresión, incluidas las mujeres blancas de clase media en sus propias sociedades, las mujeres migrantas en Occidente sufrirán la parte más exacerbada de esa opresión, precisamente por su identificación como mujeres migrantas, ajenas. Construidas como racial y culturalmente distintas a partir de ciertas características “naturales” o, más bien, naturalizadas, que les son externamente atribuidas, son homogeneizadas, enjauladas en una categoría de representación que se fundamentará como la base de su exclusión, acarreando consecuencias que serán determinantes para ellas, condicionando las bases de su auto-consciencia y su capacidad de agencia. (Suárez Navaz, 2008) La tesis principal de esta investigación defiende que el patriarcado como estructura de dominación global (hooks, 2008) se reproduce a lo largo y ancho del espacio y del tiempo, esto es, cronotópicamente, adaptándose a los distintos contextos socioeconómicos (Millett, 2010), mutando, en una metáfora del comportamiento de un virus, para contrarrestar las resistencias que genera en los cuerpos que contagia a medida que éstos se hacen conscientes de la infección que los aqueja y la resisten; en lo que entiendo como los distintos sistema sexo-género de los que habla Gayle Rubin, en una reinterpretación del concepto. Será en relación a esta lógica que, las mujeres migrantas; trasladadas de un sistema sexo-género a otro, sin el tiempo, ni los recursos necesarios para rediseñar sus sistemas defensivos de manera que respondan eficientemente ante esta nueva forma mutada de patriarcado; se encuentran en la sociedad de acogida en una situación compleja en que la efectividad de las estrategias desarrolladas en la sociedad de origen frente a la forma patriarcal inherente a su cultura se ve mermada en este nuevo contexto donde las cosas funcionan de manera diferente. Así, la migración a este nuevo sistema sexo-género donde imperan distintas formas de opresión, de violencia, implicarán la obsolescencia de los mecanismos de resistencia específicos de que las mujeres disponían para enfrentar las manifestaciones concretas de desigualdad en sus comunidades; o directamente la inaccesibilidad a los mismos, debido a la ruptura de la migrante con las redes sociales y las condiciones socioeconómicas, políticas, culturales, en las que se generaban dichas herramientas. Y este nuevo marco situacional por fuerza conminará a las migrantas a re-evolucionar son más propiedad que otras, más propias que otras. Dicho de otra forma, las consecuencias prácticas que para las mujeres se derivan del hecho de ser “propiedad” de una u otra manera y en uno u otro grado son radicalmente distintas. sus sistemas de defensa contra la opresión patriarcal. Del mismo modo en que el patriarcado muta, ellas deberán mutar también; deberán reorganizarse, reinventar las viejas estrategias de lucha y adaptarlas a su reciente condición cuando no crear desde cero otros dispositivos, articulando en definitiva nuevas y viejas formas políticas y de agencia social. Pero sobre todo deberán ser capaces de tejer nuevas redes, de imaginar alianzas con otras mujeres, diversas, migrantas y no migrantas; porque los pactos híbridos, mestizos, interclasistas, interraciales, transculturales y transfronterizos que, salvaguardando las diferencias derivadas de las distintas que lo constituyen y que lo nutren, son capaces de dejar esas diferencias a un lado para articularse como un único cuerpo en pos de la consecución de objetivos políticos comunes, constituyen el arma más poderosa cuando el objetivo a batir es un patriarcado global que las reduce a todas, condición sine qua non de un capitalismo global que las explota a todas. Metodología La elección de este sujeto de estudio, ‘mujeres migrantas y feminismo’, nace de mi curiosidad por conocer cómo es que funcionan y cómo afectan a los individuos los procesos racistas y sexistas que tienen lugar al interior de las sociedades occidentales. Porque la sombra de la colonialidad8 oscurece los lugares más recónditos, y si bien nadie venido de afuera está libre de ser estigmatizado en función de los prejuicios que construimos alrededor de condiciones raciales, étnicas o culturales (Guillaumine, 1995), el hecho de ser mujer afecta al equilibrio de las relaciones de poder en que se mueven los agentes sociales; porque cuando hablamos de mujeres estamos tratando con una forma de discriminación muy específica; ésa que es edificada en torno al género, en el cual la opresión adquirirá nuevas dimensiones cuando el ser mujer desempeña un rol fundamental en el desarrollo de las demás formas de discriminación. Preguntas iniciales ¿Cuáles son las razones que se encuentran tras el hecho de que la presencia de las mujeres migrantas en el movimiento feminista que tiene lugar en la ciudad de Madrid, aparezca casi siempre aislada de los activismos feministas de mujeres autóctonas? ¿Es una cuestión relativa a una divergencia ideológica, a una diferente manera de comprender el feminismo y la emancipación de las mujeres? Objetivos Objectivos generales Analizar la situación de las mujeres migrantas en el movimiento feminista en el 8 ‘Colonialidad del poder’, concepto acuñado y desarrollado por el sociólogo peruano Aníbal Quijano que alude a la colonización como la principal causa productora de desigualdad tanto en las relaciones de poder internacionales como en las relaciones internas de los países. Es durante el período colonial que se produce la "mundialización del patrón de poder capitalista", el período de tiempo durante el que Occidente se autoinstituye como centro dominante de una periferia subordinada económica, política y culturalmente, erigiéndose las poblaciones occidentales como élites humanas, a las que se subordinan todas las demás formas de ser humano. Es pues durante el colonialismo, que comienzan a surgir todas éstas nuevas identidades geoculturales con la creación de nuevas categorías sociales como la “raza” y más tarde la “etnia” que una vez naturalizadas, actúan como propiedades a través de las cuales los individuos son clasificados en la estructura social. (Quijano, 2014) centro de la ciudad de Madrid y conocer cuál es la relación que mantienen con las feministas autóctonas. Estudiar las diferencias que se abren entre la ideología de las migrantas y la de las autóctonas, manifestada en los discursos que cada grupo produce y también en aquéllo que omiten. Objetivos específicos Elaborar un perfil de las mujeres migrantes y autóctonas que participan en los grupos feministas en Madrid, en función de su país de origen, edad, clase social, raza, creencias religiosas y tiempo de estancia en el país (en caso de las migrantas). Estableces cuáles son los discursos mayoritarios y minoritarios que se pueden encontrar dentro de los colectivos feministas, quién los produce y cómo es que se relacionan las mujeres en función del discurso que cada una sostiene, es decir, cuáles son las relaciones de poder creadas alrededor de los diferentes discursos y entre las mujeres que se inscriben en cada uno. Analizar, en relación al anterior objetivo, si el hecho de que las migrantas constituyan sus propios grupos de feministas, independientes de los grupos d las autóctonas, tiene relación con la discriminación que puedan haber sufrido anteriormente. Maqueta de la metodología. Existe la necesidad de una metodología que nos permita descubrir cuáles son los factores que explican la participación de las mujeres migrantas en ciertos grupos feministas así como la manera en que lo hacen. Para ello, elegiremos una metodología de carácter cualitativo porque el objeto de esta investigación se trata de conocer las argumentaciones y diferentes puntos de vista sostenidos al interior de los grupos feministas de las mujeres migrantas y autóctonas, a partir de los cuales podemos vislumbrar las discriminaciones que se establecen. El objeto de esta investigación tiene que ver con la significación subjetiva de la acción y que ésta debe tener en cuenta todos los factores, los valores y las expectativas que condicionan el comportamiento de los individuos; y la metodología cualitativa ha sido precisamente diseñada para capturar los significados, para llegar desde el análisis del discurso a una comprensión más rica y articulada de la realidad social que la que es capaz de aportar la metodología cuantitativa. Será a través de la realización de entrevistas personales a las mujeres que participan en los grupos feministas de Madrid que intentaremos entonces rescatar esta información. Los individuos a entrevistas serán las mujeres, migrantas y autóctonas, que pertenecen a dos macro-colectivos feministas de la capital que serán integrados ellos mismo por varios colectivos más pequeños. La principal característica que diferencia un grupo del otro es el origen geográfico de las mujeres miembras de cada uno. Entonces, el primero de estos grupos no está compuesto sino por asociaciones más pequeñas de las que sus participantes son mujeres autóctonas mientras que el otro está compuesto por organizaciones donde el criterio universal es la condición de migrantas de sus componentes. El primero de estos grupos, la Asamblea Feminista de Madrid, compuesta por veintidós grupos, es una de las asociaciones feministas más fuertes de la ciudad, a razón de su larga trayectoria histórica en las luchas por los derechos de las mujeres que se han desarrollado en España desde los años ´80. El segundo grupo es la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe, con un recorrido mucho más corto que el de la Asamblea, (a tener en cuenta la breve historia inmigratoria del país), la Red nació en el año 2009. En la actualidad está compuesta por nueve asociaciones, todas ellas integradas su vez por mujeres migrantes de origen latinoamericano. Entonces, el modelo de entrevista más apropiado será el de la entrevista semiestructurada, esto es, una entrevista que se realiza sobre un guión elaborado previamente pero un guión abierto, con el fin de que ésta sea conducida con la mayor flexibilidad posible, que rompa la rigidez y cree un ambiente cómodo en que las entrevistadas se sientan a gusto, de manera que exista la posibilidad de plantear nuevas preguntas a medida que se avanza en la entrevista, dejando la mayor libertad posible a las respuestas de manera que se pueda aprovechar la riqueza de una conversación espontánea. Las partes en que se dividirá la entrevista serán las siguientes: Descripción del perfil sociocultural del sujeto. Discurso ideológico-filosófico-político de la entrevistada sobre la cuestión feminista. Posicionamiento del sujeto hacia el grupo al que pertenece. Opinión del sujeto sobre la situación de las mujeres migrantas en el movimiento feminista. Opinión del sujeto sobre la situación de las mujeres migrantas en el conjunto general de la sociedad española. Análisis de las entrevistas Este trabajo de investigación tiene como objetivo principal hacer una aproximación a la teoría y práctica política feminista de otras mujeres procedentes de países no occidentales, esto es, de lo que Mohanty (2008) llamaría ‘mujeres del tercer mundo’ y Grosfoguel (2007) abreviaría como ‘sujetas coloniales’; refiriendo de manera más explícita a la colonialidad del poder que conforma la raíz de la identidad geocultural que determina la posición estructural de estas mujeres de las márgenes, en sus sociedades de origen y en otras exógenas (Quijano, 2000). Con la intención de cumplir este objetivo se diseñó una metodología fundamentada en la realización de entrevistas semidirigidas a mujeres migrantes participantes en el movimiento feminista en la ciudad de Madrid. Para lograr una perspectiva adecuada de la problemática a estudiar, el feminismo de las mujeres migrantes en un contexto migratorio occidental, fue determinante comprender cómo la sola condición de “migranta” encierra en sí misma un potencial transformador de la identidad que se desarrollará durante el proceso migratorio, cambiando radicalmente los puntos de vista de quienes lo experimentan, afectando de diversas maneras al compromiso de las mujeres con la lucha feminista, reinventándolo, reactivándolo y recreándolo. Para comprender la situación de estas mujeres periféricas dentro del conjunto global del feminismo autóctono en relación a las organizaciones feministas formadas por mujeres occidentales, se realizaron también entrevistas a estas mujeres autóctonas con la intención de establecer un marco comparativo que permita analizar los supuestos filosófico-teóricos y políticos de que parten ambas categorías de mujer y los fines últimos que persiguen, así como las acciones puestas en marcha por cada grupo, los diferentes saberes, tácticas, retóricas, redes, desplegados por migrantas y autóctonas, para la consecución de dichos objetivos. Porque en esta investigación se le presupone a estas dos clases de mujeres, filosofíasideologías y praxis feministas diferentes derivadas de la distinta posición a la que, como sujetos construidos a través del sistema de clasificación social mundial por sus cualidades raciales, de clase y religioso-culturales (Quijano, 2014), son adscritas. Y es que se comprende que, como consecuencia de su construcción individual y colectiva como resultado de la intersección de los ejes estructuradores de identidad impuestos desde la colonialidad, las migrantas coloniales viven con un déficit de poder en las sociedades occidentales; y que esta distribución desigual de poder y recursos influirá de manera significativa en su orientación teórica y su práctica, que será dirigida precisamente a corregir esa desigualdad. *** Se está trabajando con una selección de cinco entrevistas, realizadas todas ellas durante el mes de mayo de 2015, a activistas feministas miembras de dos macrorganizaciones: la Asamblea Feminista de Madrid y la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe. Ambas macroorganizaciones engloban cada una a distintos colectivos feministas asentados en la ciudad de Madrid que, siguiendo un criterio estratégico, se unen bajo los nombres de Asamblea Feminista de Madrid y Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe respectivamente, con la idea de trabajar juntas para hacer más notoria su presencia pública y sus reivindicaciones políticas y así alcanzar objetivos que les son comunes. Es fundamental entender cuál es el principal eje en torno al cual se articulan los diferentes colectivos para construir uno y otro macrogrupo porque es en ese eje en donde se encontrará precisamente la identidad central elegida por las mujeres para representarse a sí mismas y las opresiones que en esa identidad singular, compuesta a su vez de muchas otras, se inscriben. En relación a esto, los veintidós colectivos que forman parte de la Asamblea Feminista de Madrid están compuestos casi exclusivamente por mujeres españolas nacidas en España. Estas mujeres, que se reconocen abiertamente como feministas, explican la necesidad de su organización en los distintos grupos que componen la Asamblea Feminista de Madrid, así como su coordinación común en la Asamblea, a partir de la existencia de un sistema que las oprime en tanto que son mujeres. Encierra pues este discurso una carga política muy fuerte, hay en él conciencia de opresión, de la que se identifican de manera clara sus causas, existiendo además una intención revolucionaria manifiesta que busca echar abajo las estructuras de dominación que ellas mismas tildan de “patriarcales” y así subvertir el orden de poder dado que subordina a las mujeres por el hecho de serlo. De acuerdo a esto, la aparición del término “feminista” en el mismo nombre de la organización es una declaración de la ideología y las pretensiones políticas del grupo, de la finalidad misma de su existencia. Luego, pienso que normalmente, aquellos individuos que se acercan al grupo lo hacen a sabiendas de su explicitado carácter feminista. Y esto determina, creo, el perfil de las militantes9 de la Asamblea. Entre tanto, las miembras de las nueve organizaciones que forman parte de la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe así como también las participantes de la Red a título individual, son esencialmente mujeres migrantas y como tal se reconocen a sí mismas en la colectividad. “Nos fuimos constituyendo como por una necesidad natural. Nos encontrábamos en diferentes ámbitos, en asociaciones de migrantes […] nos fuimos encontrando y nos fuimos reconociendo en ese camino, siempre convocadas por otros y por otras y siempre como…la gente hablaba de las mujeres migrantes como si fuéramos monolíticas, todas homogéneas y las pobrecitas migrantes que hay que formarlas…siempre con una mirada… paternalista. Y algunas pues nos sentíamos interpeladas, decíamos vale sólo somos eso, no, somos mucho más que eso. M. de la RMLC Creo que una la diferencia fundamental entre ambas organizaciones radica en que la Red, a diferencia de la Asamblea Feminista de Madrid, no se limita ni tan siquiera al comienzo, a la simple realización de los fines a los que circunscribe su razón de ser. Alcanza una dimensión más honda de interrelación entre sus afiliadas, existe en ella un principio solidario, de apoyo. Una conexión que es absolutamente personal porque es política (Millett, 2010), que no establece la ruptura moderna entre lo público y lo privado, que tiene un carácter más social, que implica un componente más comunitarista mientras que la Asamblea permanece en una dimensión más pública/individualista. Creo que esta correspondencia que yo asumo como cierta, asamblea/individuo y red/comunidad, nos habla de la existencia de dos colectivos que aún presentes en un mismo tiempo y espacio son pertenecientes a dos mundos bien distintos. Creo que es la Aunque sé que hay autores que en sus investigaciones establecen diferencias entre los términos militante, activista o miembro, a lo largo de este trabajo yo los utilizaré prácticamente como sinónimos pese a que soy consciente que un análisis verdaderamente completo sobre el funcionamiento de estas organizaciones sí requeriría de esa distinción terminológica. 9 marca de inscripción de las mujeres en dos hechos culturales diferentes entre sí, uno que favorece la empresa individual y el individualismo social y político, (una lógica tan neoliberal por otra parte), en contraposición a otra que promueve el espíritu comunitario (Balibar y Wallerstein, 1988). Siguiendo esta lógica cabe pensar el porqué de la existencia (si bien no en su aspecto formal, sí en el informal) de dos culturas organizacionales distintas para la Asamblea Feminista de Madrid y la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe. Y es que creo que las diferentes formas de organización se corresponden precisamente con la existencia de condicionamientos tangibles diferentes para uno y otro grupo. El hecho de la procedencia de las mujeres que conforman la “Red” y la “Asamblea” es significativo en cuanto al desarrollo de formas específicas de resistencia, de culturas activistas muy ligadas a ciertas geografías y también a la posición social que las mujeres ocupan aun compartiendo todas la misma categoría de ‘mujeres’. Las mujeres autóctonas tienen, como afirmaba bell hooks (2012) en referencia a los hombres negros y las mujeres blancas, una posición dual de explotador y explotado: los varones migrantes pueden ser víctimas de opresión racista pero también pueden ejercer opresión sexista contra las mujeres, y a su vez las mujeres autóctonas que son víctimas de opresión sexista pueden ellas mismas explotar desde el racismo a la población migrante. “Yo les pregunto a esas mujeres que participan en el movimiento feminista de aquí y en casa tienen una trabajadora doméstica a la que le paga menos porque es migrante, porque yo eso lo sé, dónde está su sensibilidad feminista ahora. Para mí es una muestra clarísima del racismo por parte de las mujeres de acá. Y no estamos hablando de mujeres normales. Estamos hablamos de mujeres que tienen una sensibilidad hacia los problemas del género, y yo me pregunto ¿pero de cuál género hablan?” M. de la RMLC. Como consecuencia de esto, la posición de las mujeres migrantas es tan inusual como la que hooks describe para las negras. Situadas en la mayoría de los casos en el fondo de la pirámide ocupacional, sobre los cuerpos de las migrantas recae la opresión múltiple que nace de la intersección de las estructuras de dominación de raza, género y clase. Y de ahí la razón para la existencia de una red y de una asamblea. Porque en la Red su necesidad de “solidaridad mecánica”10 se ve satisfecha. En esta comunidad encuentran el refugio psico-emocional que su particular situación requiere en la imposibilidad de servirse de los recursos socio-afectivos y económico-políticos que la sociedad patriarcal y racista les niega por inscribirse en la raza y el sexo equivocados. Jugando la exclusión social, a la que por su condición de migrantas se ven abocadas, en la sustitución de la etiqueta raza por la de inmigrante en el marco teórico que promueve el “nuevo” racismo cultural (Balibar & Wallerstein, 1988), un papel importante. Este colectivo de mujeres migrantas, con nacionalidades distintas, que son también ellas mismas racialmente distintas entre sí, con orígenes sociales muy dispares, que provienen de sistemas culturales diferentes, incluso cuando puedan compartir la nacionalidad (los estados latinoamericanos no poseen la fuerza normalizadora de los estados europeos); se reencontrarán en España. Y en función de cómo este cambio de contexto afecta a su experiencia vivida estructurarán su identidad grupal como mujeres latinoamericanas y del Caribe migrantas a partir de tres ejes de vindicación que se coinstituyen (Lugones, M 2012) en la intersección que es el cuerpo de estas mujeres. Y que son: el reconocimiento a su diversidad interna; la concesión del estatus de ciudadanía que da acceso al ejercicio de los derechos que se supeditan a la misma y que implica la regularización de su situación como trabajadoras y residentes; la exigencia del fin de la discriminación sexual que soportan en tanto que mujeres. Y sobre estas tres demandas, una redistribución justa del poder y la riqueza. “Interseccionalidad de discriminaciones que se concretan en la práctica […] que atraviesan mi identidad, porque yo no solo soy mujer, sino que soy una mujer que nació en determinado país, en determinada clase social, en una historia y eso me marca mi posición en el mundo. Y por mucho tiempo el movimiento feminista desconoció esa realidad” M. de la RMLC Porque la heterogeneidad es la norma en la composición interna de la Red. Las biografías personales de sus miembras en cuanto a su origen social y experiencia vivida, son muy dispares. 10 Solidaridad mecánica. Entiendo que este término acuñado por Durkheim alude, en contraposición a la solidaridad orgánica, más especializada y por ende más individualista, a una relación más próxima entre los miembros que participan de la misma. “Esta idea de que Latinoamérica es uniforme, es una igualdad y que es un paisito […] yo soy de Guatemala, en Guatemala tenemos más de veinte idiomas, es una diversidad que pocas veces se conoce al exterior ¿no?, tenemos una cultura mestiza muy fuerte y tenemos muchas culturas indígenas distintas dentro del propio país, fíjate que hay más cuatrocientos trajes tradicionales, fíjate que cada traje se corresponde con una demarcación territorial en cada una las personas desarrollan una idea de cómo estar en el mundo” M. de AMG (integrada en la RMLC) Será este abanico de variables étnico-raciales, culturales, económicas, que atraviesan a las mujeres lo que dará lugar a la rica complejidad y diversidad del colectivo de migrantas que conforman la Red. Y será esa “multiversidad”11, en sus propias palabras, uno de los fundamentos centrales de la organización, y la admisión de la misma por parte de la cultura hegemónica, uno de sus objetivos políticos más importantes. “El reconocimiento social a nuestra multiversidad, a las distintas cualidades que nos cruzan, es esencial, es uno de nuestros objetivos más prioritarios porque somos multiversas, todas nosotras somos multiversas” M. de la RMLC En función de lo anterior, las migrantas participantes de la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe realizarán una compleja maniobra de reapropiación y cruce de conceptos, que en un primer momento pudiera parecer contradictoria. Al tiempo que reclaman el reconocimiento a su multiversidad, se articulan entorno a aquellas etiquetas homogeneizadoras tal como es “latinoamericana(s)”12, que desde la sociedad receptora les son aplicadas, para hacer valer sus intereses como grupo oprimido. Porque incluso la intención de obtener una respuesta positiva hacia etiquetas identificativas más específicas pierde su sentido en un contexto en donde el grupo social mayoritario, el que tiene el poder de definir, iguala a todas las mujeres bajo el paraguas de la “latinoamericanidad”, al menos en un principio. Es por ello que las mujeres en la Término citado por M. de la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe en la presentación de la organización durante la primera entrevista que realizamos en mayo de 2015. 12 “Latinoamérica se inventó hace 500 años” (Grosfoguel, 2012)Su abreviatura latina(s) u otros nombres como sudamericana(s) o su diminutivo más peyorativo sudaca(s), son algunos de los términos que adjudicados en un primer momento desde la sociedad metropolitana receptora de la migración, las migrantas reapropiarán para sí. Si es cierto, por otra parte, que el término Latinoamérica (y sus derivados latinoamericano(s)/latinoamericana(s)) y sus formas reducidas (latino(s)/latina(s)) lleva tiempo asentado como un concepto que encierra cierto significado positivo en el imaginario social de las ciudadanías del conjunto de países del continente americano que en algún momento de su historia sufrieron el colonialismo español; refiriendo a una fraternidad simbólica alrededor de la historia colonial común y los rasgos culturales compartidos heredados del colonialismo, que sin embargo no producen una reacción de rechazo hacia el ente colonizador, sino que paradójicamente muchas veces refuerza lazos con el mismo a través de la reinvención de una relación de dominación que se presenta ahora como equilibrada, disfrazando la explotación con alusiones folclóricas. 11 omisión de las diferencias internas, posibilitan la creación de una alianza estratégica que les permita concentrarse en los elementos comunes de su opresión que no empiezan si no en la definición que desde la cultura hegemónica se hace de ellas. *** Porque las principales luchas políticas en que se embarcan las mujeres que forman parte de la Red se vinculan precisamente a su estatus como mujeres trabajadoras migrantas en un contexto poscolonial, porque ello determina la posición que ocupan en la estructura laboral y social española. “Nosotras creemos que el feminismo empieza en la inserción socio-laboral” M. de la RMLC. El aparato de la colonialidad del poder de Quijano entra en juego durante el proceso migratorio y pone en marcha los dispositivos de discriminación, formales e informales, con los que cuenta una sociedad para impedir el acceso a los derechos y libertades a ciertas personas. Así, las mujeres migrantas, clasificadas como tales, no-seres femeninos13, son relegadas a los espacios de explotación más dura con la absoluta complicidad y permisividad del estado que, lejos de protegerlas, les arrebata la posibilidad de ser sujeto de derecho cuando diseña sus leyes en función de una categoría, la de ciudadanía, que niega a estas mujeres migrantes, haciéndolas blanco fácil de violencias y abusos. Al margen del grado de instrucción y de la naturaleza de su currículum educativo, que varía enormemente de unas a otras, desde mujeres con formación universitaria en los más diversos ámbitos, licenciadas y doctoras en finanzas, en ciencias jurídicas o sociales a mujeres que carecen del certificado educativo mínimo; el nivel formativo de las migrantas casi nunca se adecúa a los trabajos que luego se ven forzadas a desempeñar en el territorio receptor de la migración. “Es que para nosotras el trabajo es un eje estructurante de nuestra reivindicación porque es en el trabajo que empieza la discriminación” C. de RMLC. 13 Concepto de “no-ser” (de Sousa Santos, 2014). En consecuencia, nos encontramos con que, la mayor parte de las mujeres de la Red se encuentran subocupadas en empleos relacionados con los cuidados y el trabajo doméstico o el sector servicios. Una situación en que además de no satisfacerse las expectativas personales, el desarrollo de una carrera profesional se ve truncado en sus inicios. Por ello, en el discurso feminista de las migrantes dos temas centrales son: la concesión del estatus de ciudadana y la ratificación del artículo 189 de la Organización Internacional del Trabajo que regula el trabajo doméstico. “Entendiendo que ejercemos la ciudadanía activa aquí, aquí tenemos nuestra residencia […] porque cuándo un lugar de residencia se convierte en hogar. Nosotras reivindicamos el derecho a la ciudadanía por el hecho de residir aquí, no por el lugar de origen, porque muchas de nosotras ya llevamos más de diez años viviendo aquí” M. de la RMLC. El obtener la ciudadanía implicaría para las mujeres su regularización, es decir, ganar dos derechos fundamentales: el derecho a la residencia y el derecho al trabajo. Y el amparo legislativo amortiguaría las extorsiones y las injusticias que se cometen con las migrantas en el marco de las economías sumergidas y en el conjunto del espacio social debido precisamente a las posibilidades de explotación que ofrece su estatus de irregulares, que paradójicamente depende en gran medida de la voluntad del empleador que es generalmente el principal explotador. “Para mí el derecho a unas condiciones de trabajo dignas es la principal reivindicación feminista que nosotras hacemos […] Aquí pueda no parecer tan evidente el nexo que hay entre la reivindicación laboral y el feminismo pero para nosotras es claro transparente que, por nuestra posición particular como trabajadoras migrantas, la opresión sexista para nosotras comienza en la explotación laboral y en los abusos que se cometen contra las mujeres migrantas en el espacio de trabajo.” M. de la RMLC. Y es por ello, que la exigencia de la ratificación del artículo 189 de la OIT se establece como uno de los ejes de reivindicación principales para las mujeres que hacen parte de la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe. Porque es en la explotación laboral legitimada en el sexismo, el racismo y el clasismo donde comienza su desvirtuación como seres humanos. “Nosotras somos personas como cualquier otro, con familia, con sentimientos… Tenemos derecho a que se nos dé un trato digno, a que se nos respete” C. de RMLC Es así que la identidad de género de las migrantas se inscribe, en el territorio de acogida, en el hecho concreto de su condición de trabajadoras migrantas étnica y culturalmente. Aunque el “ser mujer” es algo que las migrantas arrastran desde sus propias sociedades, es decir, es una cualidad que comienza a ser desarrollado fuera del contexto migratorio. Aunque no todas antes de su llegada a la Red comprendan el hecho de ser mujer de la misma manera. A diferencia de las mujeres que entran a formar parte de la Asamblea Feminista de Madrid, en el caso de la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe, la conciencia feminista no es una condición primordial para unirse a la organización. Así, muchas de las mujeres que actualmente son activistas en la Red, o no eran feministas o no sabían lo que era el feminismo o incluso tenían una concepción negativa del mismo. Entonces nos encontramos en la Red con dos categorías de mujeres grosso modo: las politizadas en materia feminista, que arrastran experiencias de militancia en diversos colectivos de lucha feministas y no feministas, y, por otro lado, las mujeres que al margen de haber o no participado en movimientos sociales, carecen de una ideología feminista evidente o al menos declarada; mujeres, que generalmente se adscriben a la clase trabajadora. El peso porcentual que las dos categorías de mujeres tienen en el conjunto de la organización ha ido variando desde que la Red se puso en funcionamiento en 2009. Si en un principio, las mujeres vinculadas al feminismo con anterioridad a su entrada a la Red eran mayoritarias; a medida que la Red se ha ido expandiendo y nuevas miembras han entrado a formar parte, rescatadas de la última ola migratoria de mujeres latinoamericanas solas; el porcentaje de mujeres que no habían desarrollado una conciencia feminista antes de tomar contacto con la Red, fue aumentando hasta constituirse en mayoría sobre las que sí habían tenido oportunidad de politizarse en materia de feminismo. “La mayor parte de nuestras activistas como G. están de trabajadoras domésticas y están ganando un empoderamiento que chapó” M. de la RMLC. Tratando de suplir el déficit de atención por parte de un estado y unas instituciones públicas que parecen ciegas a las necesidades y demandas de las mujeres migrantes, la Red se ha convertido en una organización de referencia en materia de asesoramiento administrativo, jurídico y laboral pero sobre todo de apoyo psicológico y emocional para las mujeres. Pero la Red, más allá de los servicios asistenciales específicos que presta, cumple una función velada, si cabe más importante, y es que actúa como una plataforma de politización feminista para las mujeres en el exilio. Un hecho que se revelará como transcendental en la vida de estas mujeres, y cuyos efectos transformarán la concepción que tienen de sí mismas y por tanto la manera en que se relacionan con los demás agentes e instituciones sociales. Constituyéndose la toma de conciencia feminista como un acontecimiento revolucionario en una esfera que excede lo meramente personal para también afectar a la macroestructura de dominación patriarcalcolonial-capitalista global, cuyo poder radica precisamente en su capacidad para improntar en los esquemas mentales de los individuos, una orden simbólica a partir de la asignación de identidades hegemónicas/subordinadas desde la invención de un sistema de variables de discriminación como son el género, la clase y la raza. Y en relación a esto, si establezco una comparación entre la Red y la Asamblea Feminista de Madrid, creo que las migrantas han sabido allegar más y mejor el feminismo a esos sectores de mujeres que tradicionalmente han estado excluidas del mismo. Que de alguna manera, han logrado democratizar el movimiento; algo que desde la misma Asamblea se sigue planteando como un reto por conseguir. *** Pero al margen de todas las diferencias en el enfoque político, en las distintas posiciones filosóficas y perspectivas metodológicas asumidas por ambos grupos, en los últimos años, el vínculo entre las migrantas y autóctonas se está estrechando. Y ha sido especialmente a partir del hecho de haber sido convocadas a trabajar juntas en la realización del Informe Sombra de la CEDAW14 de 2013, que las miembras de ambos colectivos feministas, Red y Asamblea, han acercado sus posiciones. “Yo creo que se han ido mejorando mucho las relaciones entre nosotras, […] Recién hemos comenzado a trabajar juntas y eso ha acercado las posturas, el vencer el desconocimiento […] Siguen perviviendo ciertos prejuicios adentro del movimiento autóctono, es cierto, por parte de algunas eh? no todas, no vayamos a cometer nosotras el mismo error de juzgarlas a ellas como si fueran todas iguales, tampoco las feministas de acá son un todo homogéneo; pero las cosas han ido mejorando significativamente” C. de la RMLC Porque durante la colaboración en la redacción del Informe Sombra, migrantas y autóctonas, han tenido la oportunidad de descubrirse mutuamente y de romper la línea divisoria que mantiene a uno y otro lado de la frontera la ilusión del estigma, porque el desconocimiento es en realidad el principio en que se fundamenta todo prejuicio. “Yo creo que cada una vemos el mundo desde nuestra mirilla y si tú en tu vida cotidiana no te relacionas con negras, nunca te has relacionado con mujeres indígenas, nunca te relacionas con mujeres migrantes porque yo le pregunto a las mujeres de aquí, cuántas amigas, amigas, migrantes tienen, muchas me dirán ninguna. Y al revés sucede lo mismo […] ¿qué puedes decir de ellas? si no existe una relación real. ¡Si no nos tratamos! ¡no nos conocemos! ¡No sabemos nada las unas de las otras! Así es que nacen los prejuicios, la intolerancia… del desconocimiento y de la falta de voluntad de acercarse a conocer” M. de la RMLC. Así, como cualquier relación entre dos entes, la mantenida entre las organizaciones, Red de Mujeres Latinoamericanas y el Caribe y Asamblea Feminista de Madrid, no se constituye como un acto estático, sino como una evolución. Desde la aparición de la Red en 2009 hasta la actualidad esta relación ha nacido y se ha ido desarrollando, se han ido cambiando los presupuestos en que se fundamentaba al tiempo que se ha producido una profundización en el conocimiento mutuo. Se han salvado fases de mayor La Convention on the Elimination of All Forms of Discrimination against Women (CEDAW), es un protocolo adoptado en 1979 por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el que se recogen en una treintena de artículos las definiciones de las distintas discriminaciones que sufren las mujeres en el mundo y una agenda de acción nacional e internacional para poner fin a esas discriminaciones. 14 desencuentro y se han ido tendiendo puentes, pese a que las diferencias de poder y riqueza siempre entrañan un desafío para el reconocimiento mutuo y la sororidad. Entrevistadas de ambos colectivos remarcan que lo más complicado en la instauración de una relación de cooperación firme ha sido el acercamiento iniciático, el dar los primeros pasos. Y a este respecto el racismo se ha configurado más como un problema en el preciso momento de establecer la primera toma de contacto entre las diferentes mujeres que a la hora de trabajar juntas una vez que este primer contacto ya se había producido. Pero en relación a esto hay que remarcar que, si bien los estigmas de raza y clase son realidades todavía vigentes en el feminismo autóctono, éste está la zaga en la erradicación de clasismo y racismo de su estructura ideológica y práctica política. Porque los prejuicios xenófobos y racistas son una ficción que no se sostiene fácilmente cuando son enfrentados al trato directo y cotidiano entre las mujeres. Sometidos a una relación dialógica, los miedos y desconfianzas alimentados por la ideología racistaliberal, y propiciados por la ignorancia sobre el otro, son conjurados, y surge entonces la posibilidad de un feminismo incluyente y democrático. “Lo de la CEDAW supuso un acercamiento sin precedentes porque mira, primero que este tipo de cosas tienen mucha más experiencia en América Latina que aquí […] porque esto es una cosa interesantísima que tienen las latinoamericanas que cuando son mujeres que tienen contacto con organizaciones feministas en América Latina es que son impresionantes, porque sus organizaciones, para cualquiera que defendemos un feminismo político que cambie la sociedad pues es que son el modelo a seguir, son las que mejor trabajan eso, son muy sociales” B. de la AFM. De este modo, van superando los prejuicios radicados en la ideología racista y clasista de las identidades culturales, se traspasan las líneas abismales15 de De Sousa Santos, a medida que las circunstancias del contexto cambian con el curso de los acontecimientos sociales y políticos, a medida que la presencia de las migrantas se consolida en España y que el devenir de la historia vincula las vidas de unas y otras. Pero sobre todo, la apertura recíproca de ambos grupos de mujeres se produce en el tiempo en que nuevas 15 Dos Santos y Meneses (2014). Este concepto desarrollado por el sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos, hace alusión a las fronteras invisibles que dividen la zona del ser de la zona del no-ser, explicados estos conceptos en el marco teórico en la nota al pie número 30, página 38. formas de pensamiento acercan las diversas experiencias de la explotación y las posturas reactivas que se articulan para enfrentarlas, dejando entrever que quizás no haya sino una sola opresión que se manifiesta de muy distinta manera en los distintos cuerpos pero que en sus últimas consecuencias destruye las vidas de todas las mujeres, sin atender a más criterio que el de su género. Conclusiones Las mujeres participantes en la Red y Asamblea, todavía, con todas las divergencias que puedan darse entre ellas, la lucidez de saberse todas perjudicadas, aunque en distinta medida y forma, por el mismo régimen económico e ideológico, ha desembocado en la instauración de una norma de solidaridad. Creo que, el hecho de haber trabajado juntas, migrantas y autóctonas, en la elaboración del Informe Sombra de la CEDAW de 2013, ha mejorado significativamente las relaciones entre las mujeres de la Red y la Asamblea, al haber posibilitado el descubrimiento mutuo y en consecuencia, el desmoronamiento de los prejuicios fundados en el discurso colonial/racista/clasista. Además, la reacción contraliberal que siguió a la brutal Crisis de 2008 supuso un punto de inflexión en el acercamiento de posiciones de las distintas mujeres. Sin bien no directamente, creo que de alguna manera los efectos devastadores de pérdida de derechos y bienestar social que la crisis económica acarreó para un sector muy mayoritario de la ciudadanía, implicaron un ejercicio colectivo de reflexión en que hasta cierto punto se equipararon las vidas de unas y otras mujeres cuando se descubren presas del mismo sistema de dominación. Así, y aunque no se muevan en términos de un equilibrio perfecto, las feministas migrantas y autóctonas, se reconocen en la lucha común que comparten, se dan apoyo y se complementan en las luchas específicas que mantienen contra un patriarcado neoliberal que las discrimina y las explota a todas. Ambas remarcarán a lo largo de las entrevistas realizadas la importancia de forjar pactos y unir fuerzas, combinando teoría y práctica creadas en todos los sures metafóricos16 que existen en los centros y las periferias, en todas las latitudes y longitudes. Porque todas las mujeres son; pero sobre todo ésas que, como las migrantas latinoamericanas de clase trabajadora, mujeres llegadas al tercio rico desde los dos tercios pobres17, aúnan en su carne las condiciones de marginalidad que las relegan paradójicamente a una ubicación desde la cual obtienen una perspectiva privilegiada desde la que desvelar las estructuras globales de opresión; los principales sujetos de cambio social. En otra vuelta a la paradoja de la subjetividad que Butler (2010) De Sousa Santos, B. (2014) Conceptos un ‘tercio/dos tercios’, desarrollados por Chandra Talpade Mohanty (2008) en su texto De vuelta a “Bajo los ojos de Occidente”: la solidaridad feminista a través de la lucha anticapitalista. Pueden comprenderse como equivalentes, aunque la autora establece distinciones, a los binomios ‘norte/sur’ o primer/tercermundo’ 16 17 rescatada de la afirmación de Foucault de que toda resistencia se inscribe forzosamente en una relación de poder. Porque si es principalmente en los cuerpos de las mujeres y las niñas donde el capitalismo global escribe su guión de desigualdad e injusticia, será justo en ellos donde debamos rastrear las estructuras de dominación que infligen el daño a esos cuerpos (Mohanty, 2008). Serán entonces exactamente ellas y sus epistemologías sureñas18, en las que se enmarcan sus prácticas discursivas y acciones cotidianas de resistencia, el punto de partida para una teorización fabricada a partir de deconstrucciones, de ‘antis’, transformadora, a través de la cual imaginar una realidad global antipatriarcal, anticolonial y anticapitalista. 18 De Sousa Santos, B. (2014) Bibliografía Amoròs, C. & De Miguel, A. (2005) Teorìa feminista: de la Ilustraciòn a la Globalizaciòn. De los debates sobre el género al multiculturalismo. Madrid. Minerva Ediciones. Anzaldúa, G. • (1999) Borderlands: the new mestiza. La frontera. San Francisco. Aunt Lute Books. • Appadurai, A. (2001) La modernidad desbordada. Dimensiones culturales de la globalización. Flacso. Biblioteca de Ciencias Sociales. Argentina. Ediciones Trilce. http://www.aygpycs.com.ar/wp-content/uploads/ayg-pycs.ar_appadurai_modernidad_desbordada.pdf Balibar, E. & Wallerstein, I. (1988). Raza, nación y clase. París. 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