TÍTULO La educación para la igualdad. Una responsabilidad constitucional en el estado de derecho para erradicar la violencia contra la mujer Lorenzana Álvarez, L.; Oliver Cardell, C. RESUMEN A pesar de la evolución positiva de la situación de la mujer en España, en la que el Estado no legitima la violencia, la desigualdad entre hombres y mujeres sigue existiendo. La desigualdad muestra su expresión más sórdida, en la violencia física; con el resultado de muchísimas muertes de mujeres a manos de hombres. De ello se deduce que las políticas de prevención y tratamiento de la violencia de género en todas sus modalidades no están mostrando la efectividad de sus actuaciones. Entre las explicaciones causales de estos actos violentos, se destaca el no interirorizar nuevos modelos igualitarios de relación, a través de procesos de socialización que consigan un nuevo aprendizaje social. Este aprendizaje sólo se producirá cuando se adopte de forma prioritaria una intervención educativa sistemática y rigurosa a través de contenidos resultantes de investigaciones y estudios en materia de género ya existentes. Es indispensable adoptar en la intervención, la perspectiva de género desde el discurso sociológico para conseguir la comprensión del fenómeno. Así, por una parte se deben revisar los contenidos dispuestos en las políticas para la erradicación de la violencia contra la mujer, y construir éstos para enseñar a identificar la desigualdad de género en la vida cotidiana, haciendo énfasis en los micromachismos y en los procesos de socialización diferenciada en una sociedad estratificada por género. Por otra parte es necesario adoptar en el proceso de exposición el cine no como instrumento complementario o de apoyo, sino como recurso imprescindible por los aprendizajes resultantes tras los análisis de contenido; al mismo tiempo utilizará el teatro de la imagen como agente facilitador en los procesos de cambio social. El ámbito prioritario de intervención es el de la educación formal reglada en todas sus etapas, sean o no obligatorias. Así es ineludible que transciendan revisados y con nuevas propuestas los contenidos de programas para la igualdad planificados desde las políticas educativas de las distintas comunidades autónomas. En la actualidad los programas transversales para la igualdad no transcienden de forma efectiva, en muchos casos además no han tenido efecto porque la población escolar no ha tenido acceso, al estar condicionada la aplicación a la disponibilidad de recursos personales, la inquietud de la comunidad educativa y el interés de los equipos directivos de los centros. SUMMARY Despite the positive evolution about women status in Spain, where the State does not justify violence, inequality between men and women still exists. Inequality shows its most sordid expression, physical violence; resulting in many deaths of women by men. It follows that policies for prevention and treatment of gender violence in all its forms are not showing the effectiveness of its actions. Among the causal explanations of these violent acts, it stands do not internalise new egalitarian relationship models, through socialization processes that would get a new social learning. This learning will only occur when a systematic and rigorous educational intervention through content resulting from research and studies concerning gender, would be taken as a priority. It is essential in the intervention to adopt the gender perspective from the sociological discourse, to understand the phenomenon. Thus, on the one hand, contents arranged in policies to eradicate violence against women should be revised, and built them in order to teach to identify gender inequality in everyday life, emphasizing the micromachismos and differentiated socialization processes in a society stratified by gender. Moreover, it is necessary to adopt in the exposure process film not as a complementary tool or support, but as an indispensable resource for learning resulting after content analysis; at the same time image theatre should be used as a facilitator in the process of social change. The priority area of intervention is the formal education in all stages, whether or not compulsory. Content programs to achieve equality, planned by educational policies from the different autonomous communities, must be revised in order to emerge with new proposals. Presently, crosscutting programs for equality do not transcend effectively; in many cases they also have had no effect because the school population has not had access to, due to the application is conditioned to the availability of personal resources, the concern of the education community and the interest of the management teams of the centres. PALABRAS CLAVE Intervención educativa, modelos igualitarios de relación, revisión de contenidos, metodología 1. Introducción Si bien existe un reconocimiento formal en nuestro sistema democrático del derecho a la igualdad y no discriminación por razón de sexo, la teoría feminista muestra cómo el sistema patriarcal estructura la sociedad de forma androcéntrica y, consecuentemente, la jerarquiza estableciendo una desigualdad entre hombres y mujeres. Se constituye así un modelo de organización social y de relaciones consecuentes asumidas por todos y todas, como colectivo social a través de un arduo y largo proceso de interiorización de símbolos y significados. La relación de poder desigual se halla en la raíz de los hechos de violencia contra las mujeres en todas sus modalidades reconocidas, puesto que es prerrogativa de todo sistema de poder utilizar la violencia para mantenerse. Corregir esta desigualdad imperante en la estructura social constituye un reto porque la desigualdad reviste diferentes formas e intensidades, a su vez acompañadas de diferentes grados de violencia. Las formas suaves de violencia constituyen un elemento particularmente relevante por cuanto invisibilizan la desigualdad que perpetúan. Unas formas de violencia que se corresponden con el concepto de violencia simbólica de Pierre Bourdieu. En un Estado de Derecho, es deber de las Instituciones velar por el cumplimiento de la ley, lo que supone visibilizar y combatir la desigualdad en todas sus formas. Esto confiere, además, un carácter ético y de justicia a su labor. Existe una responsabilidad institucional para la igualdad, por la que se deben aglutinar las intervenciones políticas públicas y sociales, y las aplicaciones de grupos, movimientos sociales, plataformas y organizaciones en pro de la igualdad. Combatir la desigualdad precisa de reflexión y análisis del modelo estructural que la sostiene. El resultado posibilita la toma de conciencia que puede facilitar el cambio. Hay que aprender a ver. 2. Análisis de un contexto desigual y propuesta de intervención. El análisis se establece desde una perspectiva macro enmarcada dentro de la teoría del conflicto social, en el contexto político de una democracia formal y un sistema socioeconómico capitalista neoliberal, conformador de una estructura desigual y jerarquizada. Nuestro Estado de Derecho reconoce una igualdad legal y política entre hombres y mujeres; si bien esta igualdad no es real en la estructura social establecida porque estamos instaurados en un sistema patriarcal que, a través de la violencia y el temor, mantiene el poder de los hombres sobre las mujeres. La violencia física y la muerte como resultado consecuente de la misma es la expresión más sórdida de este poder ejercido, es la violencia fuerte, frente a la violencia suave que mantiene el sometimiento de forma permanente, desplegando creencias, símbolos, estereotipos, consecuentes roles, expectativas, significados, pensamientos... y obliga a asumir identidades construidas, pero asumidas como naturales. El no reconocimiento de la violencia suave hace que no se perciba la desigualdad por parte de la sociedad en general. Por otra parte, la violencia fuerte se asocia al maltrato y a la desigualdad, atribuidos a algunos hombres, cuando lo verdaderamente destacable es que la violencia y la desigualdad ejercida de hombres a mujeres es un hecho genérico. La forma en que los medios transmiten estos sucesos contribuye a la construcción de este discurso en el imaginario social. Sin embargo, la exigencia de la igualdad real es legítima y deseable. Si la violencia contra las mujeres en todas sus formas es un mecanismo para mantener la desigualdad, debemos continuar con la vindicación de una igualdad real y, una vez obtenida ésta, no se precisarán mecanismos para mantener el poder. Estos mecanismos son fundamentalmente invisibles por su carácter simbólico, aceptados por todos y todas desde el inicio de la socialización. El proceso es discriminatorio desde que nacemos por el diferente trato dispensado según el sexo, con expectativas y significados que son atribuidos como naturales. La desigualdad entre los sexos es la primera desigualdad a la que nos enfrentamos todos los individuos al nacer. Resulta ineludible y prioritario repensar el sistema democrático. Tal y como sostiene Amelia Valcárcel ”La democracia no viene de serie, la igualdad tampoco. Son actitudes éticas que hay que aprender. Si nadie te las enseña, si en tu familia no las ves, si tu grupo de edad no las comparte, si los medios de comunicación no te disuaden. Si la política no te obliga a enfrentarte a la igualdad, tenderás a reproducir lo que ves como tópico en los lugares en que te mueves”.(Documentos TV, 2015). Este contenido es básico para entender el porqué de la permanencia de la desigualdad. Existe, por ejemplo, la creencia de que en los jóvenes y adolescentes de entre 14 y 25 años ya no cabrían la desigualdad y el machismo en sus formas de relación, pues se asume que han sido educados en un contexto igualitario. Sin embargo, los estudios empíricos demuestran la vigencia de las pautas sexistas también entre este colectivo joven. Aunque imprescindible, no resulta suficiente un contexto legal en favor de la igualdad y no discriminación por sexo, además de esto se precisa incidir en el automatismo de los mecanismos del proceso de interiorización de los significados, de lo simbólico, siguiendo el concepto de habitus expresado por Pierrre Bourdieu. En el mismo sentido y como apunta Marina Subirats: “Aun cuando en la vida adulta podamos modificar, en parte, la identidad construida en la infancia, los cambios se producen sobre todo en el plano de nuestras creencias, de nuestros valores, pero en los planos no conscientes es mucho más difícil abandonar o modificar la identidad recibida. Sólo con el transcurso de las generaciones puede modificarse en profundidad esta construcción”. (1998, p.28) Modificación que se producirá en el transcurso si hay una intervención sistemática, consciente y persistente. En este sentido, existe la necesidad de unificar todas las iniciativas, agendas y estrategias para constituir el cambio; enseñar a pensar, a mirar, a conocer, a vindicar la interacción social consensuada, negociada entre los miembros. Esta supone la confluencia de los sexos, no la construcción diferenciada de los géneros. Una sola identidad como individuos donde las funciones en el ámbito público y privado sean valoradas por igual, sin naturalizar roles y sin atribuir a los géneros una diferenciación de expectativas sostenidas en categorías a través de ideologías excluyentes. Se trata de impulsar una interiorización de nuevas formas de relación consensuadas que partan de posiciones en la estructura igualitarias. Para ello se considera fundamental el sistema educativo como agente de socialización y se incide en el aspecto de agente facilitador del cambio social. Los contenidos educativos actuales recogen programas transversales para abordar la desigualdad. No obstante, parece que no acaban de ser totalmente efectivos en la consecución de sus objetivos de reducción de la desigualdad y de adopción de nuevos modelos de relación y cambios en los procesos de socialización diferenciados. Además, la transversabilidad hace que las actuaciones educativas y formativas se dispersen y, por añadidura, resulte más complejo evaluar la consecución de sus objetivos. En todo caso ante la violencia que no cesa cabe la intervención preventiva y la persistencia de la educación para la igualdad. El papel de la escuela es fundamental y ello es así a pesar de que en el contexto actual de globalización mediática, la escuela queda relegada en su potencia socializadora, a la par que, paradójicamente, ve incrementadas sus exigencias. La estrategia para conseguir la igualdad pasa, entre otras medidas, por establecer desde el sistema educativo una formación específica. En este sentido, es primordial una formación previa del profesorado, pues se trata de un agente socializador que si bien está en su papel contribuir al mantenimiento y reproducción del orden social, también lo está utilizar el margen potencial de acción de que dispone para cambiarlo. Y ello a pesar de las dificultades a las que se enfrenta por la asunción creciente de múltiples cometidos sociales, en un contexto de creciente demanda a la institución educativa. El papel del profesorado es fundamental, y lo es de forma consciente e inconsciente, formal e informal. Aquí cabe incidir en la necesaria consciencia del profesorado acerca de su propia socialización, en cómo ésta ha construido su identidad a partir de una diferenciación de género, y como el desconocimiento de la teoría feminista conlleva la ausencia de la mirada de género. La formación recibida al respecto por el profesorado es inexistente en determinadas cohortes o mínima. Tal y como sostiene Ana de Miguel (2011) los profesores deben concienciarse de que, como colectivo y también de forma individual, son agentes significativos capaces de incidir en la reflexión de las situaciones sociales, de tener frente a ellas un análisis crítico, de elaborar el propio criterio ante hechos, acontecimientos y relaciones sociales para contrarrestar y/o aprovechar el poder de otros agentes de socialización, fundamentalmente los medios de comunicación y las nuevas tecnologías. Por otro lado, no podemos olvidar que el feminismo suscita resistencias que se traducen en condescendencia paternalista, en el mejor de los casos, cuando no en menosprecio de sus aportaciones, consideradas a menudo sin valor científico. Todo ello dificulta el reconocimiento de la desigualdad y hace que la formación feminista pueda ser tachada de adoctrinamiento, a la par que puede reforzar el desinterés y el rechazo de algunos hombres y mujeres. Esto, a su vez, se relaciona con la resistencia a la innovación en las instituciones (Acker, 1995), educativas en el caso que nos ocupa. En este sentido cabe subrayar la deseabilidad de hacer extensiva la formación para la igualdad de género a la totalidad de la comunidad educativa (familias, personal no docente...) Sin embargo, la reflexión crítica y la formación desde la teoría feminista resultan ineludibles si queremos construir una concepción de ciudadanía verdaderamente inclusiva. El feminismo y la intervención para erradicar la desigualdad son indispensables para la consecución de este objetivo. El profesorado como agente del proceso de socialización debe trasladar e incluir esta reflexión en su práctica educativa. Para ello es necesario su participación en el diseño e implementación de contenidos y programas de actuación acordes con el establecimiento de una perspectiva centrada en los aspectos simbólicos de la desigualdad de género, incidiendo en la visibilización de la misma. En este cometido, resulta imprescindible el diseño de programas de intervención educativa por parte de equipos multidisciplinares capaces de captar el carácter poliédrico de la desigualdad de género. Los contenidos se programarán atendiendo a las características especificas de los sujetos a quienes se dirige (edad, rol) .Estos contenidos deben abarcar, en primer lugar, el itinerario histórico de los movimientos sociales de las mujeres y la historia de la discriminación de las mismas. Contextualizar históricamente los movimientos sociales de las mujeres nos permitirá distinguir, analizar y comprender los diferentes factores sociales, políticos y económicos que los hicieron posibles. De este modo, la historia, más allá de la narración, recupera la memoria que hace de las mujeres sujetos históricos que lucharon, tal y como expone Mary Nash (2012), por mejores condiciones de vida para las mujeres consiguiendo, desde la pluralidad de las estrategias, el cambio social. Así, las mujeres son visibilizadas, ellas y sus trayectorias vitales, lo que supone el relato de sus contribuciones al cambio social, contemplando a la par la diversidad en los contenidos y agendas de cada movimiento y las correspondientes confrontaciones internas, inherentes a toda la estructura organizativa no monolítica, y entre unos y otros movimientos. Conflictos entre intereses, por otra parte, saludables, por cuanto permiten avanzar en la elaboración de teorías y métodos explicativos de la realidad social, así como perfilar y afinar estrategias de análisis y categorías analíticas para el cambio. A la hora de presentar dichos movimientos, se expondrán los movimientos occidentales fundamentalmente, por ser los que nos atañen directamente, pero tampoco se olvidarán los del resto del mundo, igualmente relevantes si queremos preservar el rigor de los planteamientos, cosa que exige el conocimiento y reconocimiento de la diversidad para tener en cuenta la experiencia colectiva. Se prestará especial atención al análisis del contexto sociopolítico y económico actual, marcado por el proceso de la creciente globalización; exponiendo las características económicas y políticas del mismo, remarcando sus impactos en las condiciones de vida de las personas, al devaluar el sistema político democrático allí dónde está instaurado, y perjudicar la implantación del mismo donde no está instaurado o es incipiente. Todo ello sin olvidar, por otro lado, el potencial de las redes sociales como agente de participación, interacción e, incluso, resistencia. Dentro de los movimientos sociales impulsados por las mujeres, nos centramos en y adoptamos el movimiento feminista actual, su trayectoria histórica y la evolución de su teoría. El feminismo se define como movimiento y teoría a través del que, siendo las mujeres conscientes de su discriminación sexual, construyen vindicaciones para lograr la igualdad. El modelo teórico en que nos basamos es el paradigma, centrado en la igualdad, desde el que se construye la formación en la perspectiva de género. En esta línea, todo programa formativo relatará, en primer lugar, las diferentes etapas del feminismo de la modernidad; exponiendo su nacimiento como movimiento feminista occidental en el siglo XVIII, y como movimiento colectivo de lucha en la segunda mitad del siglo XIX. Se definirán las tres etapas del feminismo. La primera en la Ilustración, en la que se defiende el reconocimiento de la igualdad en la inteligencia y, consecuentemente, se reivindica la educación; en la segunda, liberal sufragista, se reinvindica el derecho al voto de la mujer, y en la tercera, contemporánea, se toma conciencia de que la estructura social es la que reproduce la desigualdad. Esta estructura constituye el patriarcado. Lo personal pasa a ser político. Además, en el debate feminista entran la sexualidad femenina, la violencia contra la mujer, la salud, y la consideración de la multiculturalidad y diversidad femenina. Una vez definidos el concepto de patriarcado, las formas de violencia y estrategias de poder para su mantenimiento, se explicará la construcción social del género, revisando el papel fundamental desempeñado por los medios de comunicación y las nuevas tecnologías en este proceso. Finalmente, se definirá el amor confluente como concepto que pretende superar al amor romántico (Giddens, 2012) y que incide en la apertura y el respeto a la intimidad y a las identidades sexuales diversas. Ambas denominaciones de amor se contextualizarán en el sistema económico político y social en el que surgieron, se explicará lo que definen, y cómo determinan los significados de la relaciones interpersonales establecidas y la forma en que se resuelven los conflictos surgidos en las mismas. Se considera el amor confluente como una práctica coherente con un Estado Democrático. Con ella se reconoce la importancia de democratizar la vida privada, además de la pública y se enmarca en el desarrollo del individualismo asociado a la modernidad. El amor confluente va más allá de las relaciones de pareja, abarca también las que se producen entre padres e hijos, y todas las posibles relaciones propias de la estructura familiar. Garante este modelo de los valores democráticos, da cabida a las múltiples identidades sexuales, y a formas de relación amorosa libres. El amor confluente de Giddens deviene en un elemento educativo principal, para presentar modelos de relaciones amorosas opuestas al amor romántico, y alejadas de toda forma de violencia, fuerte y suave. En todo este proceso formativo que estamos apuntando, el arte del cine y el teatro se utilizarán como técnicas para ver y aprender a mirar. Se trata de captar las percepciones de las personas sobre la problemática de la desigualdad de sexos y transformar la realidad, construyendo nuevos modelos de relación. Todo ello. a partir de contenidos ya elaborados y con la creación de otros nuevos. Para este fin, nos basamos en la línea metodológica de la sociología clínica, disciplina que surge en Francia en la década de los 80 del siglo XX, por iniciativa, entre otros, del actual presidente de la RISC Red Internacional de la Sociología Clínica, el sociólogo Vicent De Gaulejac, y de la que son referentes en España los profesores del departamento de psicología social de la UCM Universidad Complutense de Madrid Alicia Garrido y Fernando de Izaguirre, siendo su precursor, y principal introductor en España, el recién fallecido, catedrático de Sociología, Juan Ramón Torregrosa. La Sociología Clínica postula la intervención para el cambio social, siendo el sociólogo/a un facilitador/a, que comprende las distintas percepciones de la realidad social e interviene en el caso que nos ocupa en el ámbito de la igualdad y género. De forma específica, respecto a la utilización del teatro, con la aplicación del teatro fórum, en la línea de Augusto Boal como agente transformador que convierte al espectador en sujeto activo con capacidad de reconocer y destruir los sistemas de opresión de la sociedad. Respecto al cine, con la aplicación del ánalisis sociológico del contenido de películas existentes y la producción de nuevas creaciones. 4. Conclusiones: fortalezas y debilidades. Vivimos en una sociedad globalizada, en un contexto acelerado de cambios tecnológicos, de recomposición sociopolítica y demográfica, afectada por la deslocalización de la producción y la reorganización neoliberal, sacudida por la crisis económicofinanciera y amenazada por riesgos globales, políticos y medioambientales. Un contexto, en suma, generador de incertidumbre y temores que pueden presionar en contra del proceso de lucha por la igualdad de género, relegando , desvalorizando e interrumpiendo dicho proceso en pos de cuestiones presentadas como más urgentes socialmente, e incluso se podría impulsar el retroceso de lo conseguido hasta ahora. Este retroceso supondría un contexto muy favorable para el desarrollo de las teorías en contra de la igualdad, así como regresar al carácter secundario y subsidiario otorgado tradicionalmente a la mujer. En este sentido, es un hecho comprobado que la mujer es quien se ve más afectada por las consecuencias negativas asociadas a la crisis, y a los fenómenos de desigualdad vinculados a la globalización. Por todo ello, urge mantener y construir otros discursos con los que acometer la incertidumbre y poder hacer frente a los nuevos retos asociados al cambio social global que abarcan cuestiones fundamentales vinculadas al entorno, los recursos vitales y el equilibrio del ecosistema mundial. Responder a estos retos precisa de paradigmas inclusivos, capaces de reconocer al otro, destinados a construir una alternativa más humanista. La teoría feminista se enmarca en el contexto definido por estos paradigmas, lo que subraya su carácter de utilidad y la necesidad de su conocimiento y aplicación. La formación en este sentido y el análisis crítico son fundamentales para construir la mirada de género, primer paso para el deseable establecimiento de relaciones igualitarias. Por otro lado, la perspectiva de género va más allá de una mirada intelectual, supone una incorporación al estilo de vida, a lo cotidiano. Requiere la observación permanente. la reivindicación absoluta y la denuncia. La socialización en los contenidos para conseguir la igualdad debería favorecer el surgimiento de mujeres que se constituyan en mediadoras y agentes del cambio social. La educación desde la infancia desde una perspectiva feminista es ineludible en un sistema democrático. Predispone a desarrollar la individualidad, desde el sentido de la independencia, autonomía y libertad de elección. Predispone también al encuentro con uno mismo y a establecer relaciones confluentes acordes con un Estado de Derecho,pues tiene como objetivos desarrollar la capacidad de negociar, de comunicar, de establecer una forma de vida sin sometimiento, en un ámbito solidario de respeto entre todos y todas. La igualdad entre los sexos contribuye a formar personas independientes, lo que implica desmitificar el estado de soledad elegida o impuesta de forma negativa. Los espacios de soledad predisponen a la reflexión, lo que favorece el autoconocimiento y contribuye al ejercicio del análisis crítico de la realidad, tarea indispensable para construir una verdadera ciudadanía. 5. Sugerencias de investigación. -Análisis, a través de la aplicación de técnicas cualitativas de investigación a alumnos y profesores, de la percepción de conocimientos adquiridos en la formación impartida. -Evaluación de los resultados de la aplicación de los programas transversales. -Elaborar un programa formativo con los contenidos tratados en la presente comunicación. -Recopilación de los materiales formativos de las instituciones cuyo fin es conseguir la igualdad de género con el objetivo de unificar contenidos. BIBLIOGRAFÍA Libros: Acker, S. (1995). 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