Título: Autores DE LAS DIFERENCIAS EN EL EMPRENDIMIENTO DE LAS MUJERES.

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Título: CAPACIDADES Y HABILIDADES COMO FACTORES EXPLICATIVOS
DE LAS DIFERENCIAS EN EL EMPRENDIMIENTO DE LAS MUJERES.
Autores: Gaspar Brändle y Salvador Manzanera-Román
Autor de contacto: Gaspar Brändle Señán. Profesor Contratado Doctor del
Departamento de Sociología y Trabajo Social de la Universidad de Murcia.
Salvador Manzanera Román. Profesor Asociado del Departamento de Sociología y
Trabajo Social de la Universidad de Murcia.
Resumen:
Las mujeres emprendedoras cuentan con unas competencias, entendidas como la suma de
capacidades y habilidades, específicas que caracterizan y determinan el tipo de
emprendimiento femenino (tipología, sector, dimensiones, innovación, creatividad). A
partir de un enfoque cualitativo basado en la realización de entrevistas semi-estructuradas
a hombres y mujeres de diferentes perfiles tanto socioeconómicos, como empresariales,
se puede concluir que el empresariado coincide en otorgarle un buen número de
capacidades y habilidades a las mujeres emprendedoras, si bien existen diferencias
significativas entre las percepciones de las mujeres y de los varones, subsistiendo todavía
algunos estereotipos de género a la hora de definir el perfil de las empresarias.
Palabras clave:
competencias, emprendimiento; género; diferencias; discursos
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Introducción
El emprendimiento es una actividad que se entiende como favorecedora del crecimiento
económico a través de la creación de empleo, innovación y riqueza (GEM, 2014). Ahora
bien, según el Informe GEM (2012) no existen en España diferencias importantes en el
perfil de las mujeres y hombres emprendedores por razón de edad –en torno a los 38
años– y núcleo familiar de pertenencia –3 miembros–. No obstante, sí se observan
diferencias en lo concerniente al nivel de estudios –mayor en las mujeres–; a la renta –
mayor en los hombres–; sector de la actividad –mujeres consumo y los hombres
actividades tecnológicas–; y a la procedencia geográfica –el emprendimiento de origen
extranjero es mayor entre las mujeres–. Otros aspectos diferenciales destacables son, en
primer lugar, el menor optimismo de la mujer respecto a las expectativas de crecimiento
de la empresa y, en segundo lugar, la motivación para emprender que en las mujeres
aparece ligada al factor necesidad en mayor medida que en los hombres.
Esta contextualización permite bosquejar mínimamente el estado actual del
emprendimiento en nuestro país y sus distinciones cuando introducimos la variable
género, pero más allá de ese planteamiento general, en este trabajo se pretende hacer un
acercamiento al emprendimiento femenino desde una perspectiva competencial y
específicamente tratar de conocer, a través del discurso de los empresarios, si existe
consenso a la hora de establecer una serie de capacidades y habilidades específicas que
podrían contribuir u obstaculizar el desarrollo de esta actividad emprendedora por parte
de la mujer.
Así como hombres y mujeres aprenden y se comportan de manera diferencial, quizá
también emprendan bajo patrones distintos. Y es que aunque los usos y procedimientos
empresariales parecen construidos de manera neutral, hay una fuerte masculinización de
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la actividad emprendedora, de manera que las experiencias y resultados de las mujeres
empresarias todavía se analizan en comparación con la norma masculina y, al diferir de
ella, se entienden generalmente como deficientes (Jiménez & Díaz, 2011). Por ello,
como señala Pineda (2014), es necesario estudiar la iniciativa empresarial de hombres y
mujeres atendiendo a la estructura de género del emprendimiento, ya que de otra manera
se estarían tomando por neutrales y universales patrones emprendedores que sólo son
reflejo de prácticas e ideales propiamente masculinos en la acción emprendedora.
Interesa, por tanto, conocer cuáles son las capacidades y habilidades comúnmente
atribuidas a las mujeres emprendedoras tanto desde el punto de vista de las propias
mujeres que ejercen responsabilidades empresariales, como desde el punto de vista de
los varones emprendedores. Para ello, se han analizado los discursos de una serie de
empresarios y empresarias con diferentes perfiles sociodemográficos y laborales, que
permiten profundizar tanto en las características competenciales que subjetivamente se
considera que atesoran las mujeres empresarias, como en las que se consideran ideales
para una mujer emprendedora de éxito.
1. Objetivos y metodología
Esta investigación se ha diseñado a partir de una metodología de corte cualitativo,
centrada en la realización de entrevistas semi-estructuradas a un grupo de mujeres y
hombres emprendedores, responsables de empresas ubicadas en la Región de Murcia,
que cuentan con perfiles socioeconómicos y profesionales diferenciados. La selección
de las personas que participaron en la investigación, 5 hombres y 5 mujeres, se hizo
bajo los criterios del muestreo estructural o tipológico, con el objetivo de garantizar la
significatividad discursiva dentro de la realidad sometida a estudio. Para ello, se
tuvieron en cuenta los siguientes aspectos o variables de estratificación: (a) ramas de
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actividad: empresas o negocios de diferentes sectores empresariales; (b) experiencia:
emprendedores con distintos bagajes empresariales; (c) liderazgo directivo: hombres y
mujeres fundadores y/o continuadores directivos de segunda o sucesivas generaciones
dentro de la empresa.
Los objetivos de este trabajo se concretan en (1) analizar qué aspectos competenciales
presenta el emprendimiento femenino, tratando así de (2) definir el perfil competencial
específico de la mujer emprendedora, para (3) conocer las capacidades y habilidades
que promueven el emprendimiento y también aquellas que lo limitan.
Para el desarrollo de las entrevistas se diseñó un guión estructurado por bloques
temáticos relacionados con los objetivos generales de la investigación. En concreto,
para este trabajo interesaba abordar la percepción subjetiva que tienen las empresarias y
empresarios sobre cuáles son las competencias que atesoran las emprendedoras y que
podrían ayudan a entender el emprendimiento femenino en el momento actual, así como
un acercamiento prospectivo a las cualidades que se toman como ideales y que a juicio
de los entrevistados debería poseer una mujer empresaria de éxito.
Tras la realización de las entrevistas se procedió a su transcripción y a la preparación y
organización del material resultante del trabajo de campo. Para el procesamiento de la
información se hizo uso del programa Atlas-Ti, creando documentos primarios a partir
de las transcripciones, que fueron leídos y analizados textualmente para la identificación
y creación de códigos y categorías. En concreto para este trabajo se procedió a analizar
las cuestiones 3 y 8, incluidas en el guión de entrevista que se utilizó para el trabajo de
campo.
2. Mujer y emprendimiento: capacidades y habilidades como factores diferenciales
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Según el Informe GEM (2012), el emprendimiento tiene un sesgo de género, siendo las
mujeres menos activas en esta tarea que los varones. Hasta tal punto esto es así, que
algunos autores señalan que la proporción aproximada a nivel mundial es de 70 a 30
(Ortiz et al., 2008). Pero además no sólo es diferente la tasa de actividad emprendedora
total en hombres y mujeres, sino que también lo es el deseo o la intencionalidad de crear
una empresa, las motivaciones y frenos que encuentran las mujeres y los varones a la
hora de emprender y los atributos asociados al perfil emprendedor según el sexo
(Fuentes & Sánchez, 2010).
Romo et al. (2007), identifican características comunes en los perfiles y competencias
de las mujeres emprendedoras: el compromiso, la intuición, la adaptabilidad, la
disciplina, la tendencia a la cooperación, la capacidad de delegar autoridad, la tolerancia
a la frustración o la búsqueda de eficiencia y eficacia, entre otras, son factores presentes
en los proyectos de las mujeres que han iniciado un negocio y que, en conjunto, podrían
colaborar a desarrollar proyectos de éxito. En todo caso, hay acuerdo en destacar que
hombres y mujeres no cuentan de partida con mayores ni menores capacidades y
habilidades, pero sí en que éstas suelen ser distintas, de manera que unas veces
colaborarían y otras podrían entorpecer la labor de emprender.
En este sentido, para Ferreiro (2013) las mujeres no se sienten menos capaces para
desarrollar proyectos emprendedores, pero sí parece que el hombre desarrolla en un
grado más elevado capacidades que podrían entenderse como más vinculadas a esta
actividad: mayor tolerancia al riesgo, mayor capacidad competitiva, capacidad de
percibir oportunidades de negocio o para desarrollar redes de negocio, etc. Todo ello
podría colaborar a explicar, entre otros factores, la mayor actividad emprendedora de los
varones.
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Pero además, no sólo hay diferencia en la medición de las competencias efectivamente
adquiridas y desarrolladas por unas y otros, sino que incluso otros factores
aparentemente más informales como la propia percepción que tanto la sociedad como de
las mismas mujeres tienen de sus habilidades como emprendedoras es distinta. Este
hecho no es una cuestión menor, ya que según Álvarez et al. (2012), la percepción de
habilidades para emprender tiene un efecto positivo sobre la decisión final de crear una
empresa, y ello es especialmente cierto, según estos autores, en el caso de las mujeres.
Resulta curioso, no obstante, que dichas percepciones varían cuando se les pregunta a la
población en general y cuando la pregunta se hace a los propios emprendedores y
emprendedoras. Así, Ruiz et al. (2012) concluyen que las mujeres empresarias se
autoperciben en términos semejantes a sus homólogos masculinos, igualándose a partir
de la superación de los estereotipos socialmente construidos.
La autopercepción de sus atributos es también motivo de estudio en el trabajo de
Sánchez y Fuentes (2013), quienes observan que los varones se consideran con mayor
iniciativa, creatividad, autoconfianza, optimismo y tolerancia frente a un eventual
fracaso, mientras que las mujeres se perciben como más autodisciplinadas y dispuestas a
soportar más tiempo para obtener resultados, más rigurosas en el trabajo y con mayor
temor al riesgo.
En fin, como cualquier fenómeno social, la explicación a la diferente intención y
actividad emprendedora de hombres y mujeres obedece a múltiples causas, pero entre
las más relevantes parece encontrarse la percepción, adquisición y desarrollo de
capacidades y habilidades propias, que si no determinan, al menos sí moderan el
proyecto empresarial según el género.
3. Resultados
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El análisis de las narraciones que mujeres y hombres empresarios hacen sobre las
características de la actividad emprendedora femenina permite observar cuáles son los
términos más utilizados por cada uno de ellos y cómo mujeres y hombres asocian
determinadas capacidades y habilidades –no siempre coincidentes– a la mujer
emprendedora.
En relación a las capacidades, aunque se aprecian algunas coincidencias, encontramos
una asociación significativamente distinta en el discurso de mujeres y hombres cuando
se refieren a las capacidades con las que creen que cuentan las empresarias. Sólo los
hombres enuncian capacidades como la sensibilidad social, la capacidad de trato
personal y la paciencia que han estado tradicionalmente asociadas al acervo de
capacidades femeninas.
La mujer sin duda alguna tiene, creo que en general y por supuesto hablamos de
máximos y no de verdades absolutas, más sensibilidad social (E10-Hombre).
Esto podría indicar la persistencia de un discurso masculino en el que los estereotipos
de género tienen un importante papel. Mientras que por el contrario son sólo las mujeres
las que consideran como propias capacidades tales como la auto-superación y sobre
todo, la valentía y la asunción de riesgos –que son capacidades reconocidas como
masculinas, según múltiples estudios recogidos por Ruiz et al. (2012)–. Ello podría estar
indicando que las mujeres emprendedoras ya han comenzado a renunciar al discurso
tradicional influenciado por los estereotipos de género.
Capacidad de autosuperación, es decir, estar, plantarte y saber que día tras día vas
a aprender algo nuevo. Todos los días alguien te pincha en tu zona de confort y estás
el día entero poniéndote a prueba (E4-Mujer).
La competencia número uno es el tragarte el miedo, el decir "voy a dar el paso, me
voy a arriesgar", el riesgo. (E3-Mujer).
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En cuanto a las habilidades, se ha observado que las habilidades más importantes tanto
para hombres como para mujeres son las habilidades de liderazgo y las correspondientes
a la organización de una empresa (ambas aparecen en 2 ocasiones en el discurso
femenino y 1 en el masculino).
La mujer ha demostrado ser más eficaz que el hombre en la organización de
personal, organización de las cuentas y, en definitiva, para organizar una empresa
(E1-Mujer).
Algunas mujeres demuestran tener mucha capacidad de mando (E8-Hombre).
En todo caso, y aunque tanto las empresarias como los empresarios señalan diversas
habilidades con las que cuentan las emprendedoras, no siempre coinciden en su análisis.
Cuando las mujeres piensan y verbalizan las habilidades con las que, para ellas, cuentan
las emprendedoras las asocian con habilidades para la comunicación y el uso de nuevas
tecnologías. Dos habilidades interesantes, por su importancia en el desempeño laboral
de la mayoría de los responsables empresariales en la actualidad, pero que
paradójicamente no son visibilizadas como propias de las mujeres empresarias según los
varones entrevistados. En todo caso, y aunque las mujeres enuncian como propia la
habilidad con la tecnología, dedican su actividad de emprendimiento en sectores de
servicios más que tecnológicos, los cuales son más propios de hombres (GEM, 2012).
Los varones, por su parte, sí le asocian a la mujer emprendedora la habilidad para tratar
a los empleados, cualidad que sin embargo no aparece en el discurso femenino.
Creo que es más fácil encontrar una buena directora de recursos humanos que un
buen director de recursos humanos. Considero que la mujer tiene mayor empatía y
puede ser mejor directora de personal (E10-Hombre).
En lo que sí parece haber coincidencia es en que todas las habilidades destacadas en los
discursos femenino y masculino se pueden considerar facilitadoras del emprendimiento,
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incluso aquellas que se pueden entender más como propias de la norma femenina de
emprendedor como son la comunicación y el trato con los empleados.
Además de conocer la percepción sobre las competencias actuales que atesora la mujer
emprendedora, el análisis pretende avanzar un paso más allá y tratar de desvelar cuáles
son los rasgos ideales que el empresariado considera que debería tener la emprendedora
perfecta.
En este sentido, y comenzando nuevamente por las capacidades, se podrían destacar
diversos resultados significativos en lo concerniente al perfil de la empresaria 10 ó
perfecta. En cuanto a las capacidades que debería atesorar la empresaria 10 ó perfecta,
es destacable el discurso que subyace bajo la capacidad mencionada con mayor
frecuencia en los discursos masculino y femenino. Tanto hombres como mujeres
consideran imprescindible la capacidad de la mujer de conciliar el espacio privado de la
familia y el espacio público de su actividad emprendedora. Este hecho es indicativo de
la persistencia de un discurso de género, más frecuente en los hombres que en las
mujeres. Se anticipa que la emprendedora perfecta debería saber conciliar, lo que se
puede convertir en una dificultad para el emprendimiento femenino, al destinar parte de
su tiempo a un espacio alejado del productivo.
Una empresaria diez es aquella persona que puede compaginar muy bien su vida
laboral y familiar y hacerlo muy bien en ambos casos (E5-Mujer).
Tienes que organizar tu frustración pero es que va dentro de la creatividad (E5Mujer).
Por último, también se ha medido la reiteración y asociación de las habilidades que el
empresariado relaciona con la empresaria 10 ó perfecta, se aprecian diferencias en
relación a la naturaleza de las habilidades apuntadas en el discurso femenino y en el
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masculino. En este último, las habilidades aun no siendo duras, están próximas a este
tipo, mientras que las habilidades consideradas por las mujeres son todas del tipo
blandas o que tienen que ver con el conocimiento tácito.
Conclusiones
Las capacidades y habilidades son un elemento clave junto con los conocimientos para
la consideración de las competencias –y por ende las cualificaciones– de los
trabajadores y también de las mujeres y hombres emprendedores.
Las diferencias en los discursos masculino y femenino en relación a las capacidades y
habilidades propias de la mujer emprendedora indican cómo la percepción sobre el
emprendimiento es una construcción social. Así, este hecho es entendido de distinta
manera por hombres y mujeres siendo resultado de la educació n y la interacció n social
cuyo desarrollo depende de los contextos sociales (Ahl, 2006).
En las narraciones que las mujeres y los varones hacen sobre el emprendimiento se ha
podido identificar un discurso de género que tiene su reflejo en la manera en que los
emprendedores otorgan capacidades que han sido consideradas tradicionalmente como
propias de las mujeres. Cuando se otorga a la mujer emprendedora 10 ó perfecta la
capacidad de asumir varios roles de forma eficiente por parte de los varones
empresarios, éstos lo hacen teniendo en mente la conciliación de la vida familiar y
laboral. Y aunque en el discurso femenino aún persisten ciertos estereotipos, se
comienza a observar un cambio al considerar capacidades que no tienen una asociación
directa con la esfera de valores y comportamientos socialmente atribuidos a la mujer.
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Este hecho indica que el ejercicio de la actividad emprendedora por parte de la mujer
genera la consideración de capacidades y habilidades propias y a veces alejadas del
discurso general de las mujeres que no son emprendedoras.
Tradicional e históricamente, la figura del empresario se ha correspondido con la del
hombre y, por ende, con sus capacidades y habilidades, y quizá por esto el discurso
masculino sigue valorando especialmente las cualidades de corte masculino cuando se
delinea el perfil de la emprendedora perfecta.
En definitiva, los patrones masculino y femenino sobre la figura de la emprendedora
son diferentes, pero ambos otorgan capacidades y habilidades propias de la norma
femenina. Entre ellas, se encuentran capacidades individuales más propias de la mujer
como la constancia, las capacidades más sociales y relacionales –empatía, capacidad
para tratar con personas o sensibilidad social– y aquellas habilidades más vinculadas al
conocimiento tácito como el trato con personas y la comunicación.
Estas capacidades y habilidades son una ventaja respecto a las propias de la norma
masculina siendo junto con éstas, facilitadoras del desarrollo del emprendimiento. No
sólo debido a que tanto hombres como mujeres consideran las habilidades y
capacidades de la norma femenina como parte del ideal de mujer emprendedora, sino
porque también son consideradas como demandadas en el mercado de trabajo por
instituciones como la ANECA.
Por tanto, todas las capacidades y habilidades de la mujer emprendedora verbalizadas en
los discursos masculino y femenino son facilitadoras de la actividad emprendedora de la
mujer, a excepción quizá de la obligatoriedad de adquirir la capacidad para la
conciliación, capacidad que no se le supone al varón. A nuestro juicio, la ya iniciada
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superación de los estereotipos será la herramienta más útil para la eliminación de los
obstáculos que limitan el emprendimiento femenino.
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