Documento 1810487

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Yoga entre rejas: una aproximación etnográfica a las prácticas holísticas en los centros penitenciarios catalanes Mar Griera, Universitat Autònoma de Barcelona [email protected] El objetivo de esta ponencia es analizar la emergencia y el crecimiento de las ‘terapias holísticas’, especialmente el yoga, en el contexto de los centros penitenciarios en Catalunya. A partir de una aproximación etnográfica a la práctica del yoga en la cárcel la ponencia describe el surgimiento de nuevas geografías terapéutico-­‐espirituales en el marco de la prisión, examina el rol y el sentido que adquieren estas terapias para los internos y analiza las condiciones que hacen posible su propagación en el entorno carcelario. La tesis principal de la ponencia es que el ‘éxito’ –entendido este como la no problematización, la legitimidad y la popularidad de las terapias holísticas en el marco de la institución penitenciaria-­‐ se explica por su capacidad para conjurar las tensiones surgidas de las múltiples y diversas funciones atribuidas a la prisión, entre las cuales, principalmente, la rehabilitación y la disciplina. De este modo, las terapias holísticas a la vez que son percibidas como un recurso simbólico a través del cual el interno puede (re)construir su yo, son también consideradas como un ‘mecanismo de pacificación’ que favorece el orden institucional. Crucial es, también, constatar el rol de los educadores como ‘portadores’, en el sentido weberiano del término, de las ideas y valores que subyacen las terapias alternativas. La ponencia se basa en el trabajo de campo realizado en dos centros penitenciarios de Catalunya durante tres años, y parte de una perspectiva teórica fundamentada en la socio fenomenología de Alfred Schütz. Versión provisional Introducción1 El objetivo de esta ponencia es interrogar la emergencia y el crecimiento de las ‘terapias holísticas’ (Woodhead and Heelas, 2005) en el contexto de los centros penitenciarios en Catalunya. El artículo describe el surgimiento de nuevas geografías terapéutico-­‐espirituales en el marco de la prisión, examina el rol y el sentido que adquieren estas terapias para los internos y analiza las condiciones que hacen posible su emergencia, legitimidad y propagación en el entorno carcelario. La tesis principal de la ponencia es que el ‘éxito’ –entendido este como la no problematización, la legitimidad y la difusión de las terapias holísticas en el marco de la institución penitenciaria-­‐ se explica por su capacidad por conjurar las 1 Una versión preliminar de esta ponencia se presentó al XIII Congreso de Antropología, Tarragona, 2-­‐
5/09/2014 en una comunicación conjunta con Anna Clot-­‐Garrell. tensiones surgidas de las múltiples y diversas funciones atribuidas a la prisión, entre las cuales, principalmente, la rehabilitación y la disciplina. De este modo, las terapias holísticas a la vez que son percibidas como un recurso simbólico a través del cual el interno puede (re)construir su yo, son también consideradas como un ‘mecanismo de pacificación’ que favorece el orden institucional. Crucial es, también, constatar el rol de los educadores como ‘portadores’, en el sentido weberiano del término, de las ideas y valores que subyacen las terapias alternativas así como evidenciar que sin su acción promotora difícilmente estas terapias se llevarían a cabo actualmente en el contexto penitenciario. El estudio que aquí se presenta surgió fruto de la serendipia y de la puesta en cuestión de los límites de aquello definido como ‘normal’, ‘sin interés científico aparente’ o autoevidente por parte de los interlocutores (personal de la prisión) en el trabajo de campo realizado. El acceso inicial a los centros penitenciarios se produjo a través del proyecto de I+D “GEDIVER-­‐IN. La gestión de la diversidad religiosa en centros penitenciarios y hospitalarios en Andalucía y Catalunya” financiado por el Plan Nacional de Investigación del Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España y se centraba, específicamente, en el rol del catolicismo y las minorías religiosas en estas dos instituciones. Ahora bien, paulatinamente en las observaciones en los centros penitenciarios, nos dimos cuenta de la presencia de actividades que se podrían englobar dentro del llamado ‘ambiente holístico’ (Heelas y Woodhead, 2005). En un principio su presencia parecía anecdótica pero una mirada más atenta reveló la existencia de un entramado de prácticas y técnicas holísticas que iban desde el reiki, pasando por el yoga, el Chi Kung o la meditación transpersonal. En cierto modo, penetrar en los muros de la cárcel y hacer etnografía fue condición sine qua non para poder advertir la importancia creciente de un objeto –la emergencia y expansión de las prácticas holísticas en las instituciones penitenciarias-­‐ escasamente explorado en el contexto español pero también internacional. El trabajo de campo se ha dividido en cuatro fases distintas. En una primera fase, la investigación se realizó en el marco de la investigación GEDIVER-­‐IN. Se desarrolló trabajo de campo en 8 prisiones (6 en Cataluña y 2 en Andalucía), en la cual se entrevistaron actores institucionales y otros agentes que intervienen en el ámbito carcelario, así como se llevó a cabo observación en los espacios comunes y en las actividades religiosas. En una segunda fase, se ha llevado a cabo observación participante en una cuarentena de yoga realizada en un centro penitenciario de cumplimiento en Cataluña (julio-­‐ agosto 2013). Una tercera fase incluyó un estudio de caso de un curso intensivo de yoga (3 días por semana en junio y julio de 2014) realizado en el CP. Homes de Barcelona. Esta segunda fase contó con una beca de investigación del Centro de Estudios Jurídicos, y fue realizado conjuntamente por Mar Griera, Anna Clot-­‐Garrell y Marta Puig. En una cuarta fase, se ha realizado el análisis de una segunda cuarentena de yoga (julio-­‐agosto 2015)realizada en un centro penitenciario de cumplimiento. En todos los casos la observación se complementó con encuestas a todos los participantes y entrevistas a una selección de internos y monitores, educadores y otros profesionales implicados. La presentación se estructura en tres grandes partes: en primer lugar, describiremos brevemente a que nos referimos al hablar de la emergencia de actividades holísticas en las prisiones. En segundo lugar, nos centraremos en analizar los usos y las percepciones de los internos entorno a estas prácticas. Y en tercer lugar, pondremos el foco en comprender las condiciones de posibilidad institucionales que explican el surgimiento y expansión de este tipo de técnicas. Terminaremos con unas breves reflexiones de carácter general. 2. Nuevas geografías terapéutico-­‐espirituales en los centros penitenciarios En los últimos años la práctica del yoga ha ganado presencia en las prisiones catalanas. Es más, en 2011 el Departamento de Justicia de la Generalidad de Cataluña firmó un convenio con Hargobind Singh Khalsa, fundador de la asociación World Prem, con el objetivo de promover la práctica del yoga en los centros penitenciarios. World Prem es una entidad que se presenta como "una organización sin ánimo de lucro, independiente y centrada en acercar desinteresadamente los grandes beneficios del yoga a colectivos desfavorecidos". El objetivo del convenio entre la Generalitat y la asociación World Prem establece que esta entidad hará las siguientes actividades "yoga, acompañar al personal interno de los centros, colaborar con los equipos de tratamiento de los centros, participar en semanas culturales y otras tareas" (Convenio). La formalización de un convenio entre World Prem y el Departamento de Justicia representa la atribución de reconocimiento institucional a la práctica del yoga en las cárceles, una actividad que desde el año 2000, aproximadamente, se realiza en las cárceles catalanas y que ha ido ganado envergadura paulatinamente. En otros centros penitenciarios, son profesores de yoga de localidades cercanas sin una organización ni un convenio específico quienes voluntariamente dan clases de yoga a las personas internas. Ahora bien, la práctica del yoga no es una actividad aislada sino que, en cierto modo, es sólo la punta del iceberg. Desde reiki, hasta sofrología, pasando por la práctica de la meditación o los cursos de pensamiento positivo de Brahma Kumaris son algunas de las actividades que se pueden encontrar en las prisiones catalanas en la actualidad. Son voluntarios de diferentes edades y procedencias quienes se ocupan de estas actividades que, generalmente, tienen lugar durante el fin de semana. En algunos casos, incluso son los voluntarios católicos quienes organizan actividades de esta índole haciendo cursos de meditación trascendental o de yoga en el marco de las actividades de acompañamiento espiritual. Según las informaciones de las que disponemos los educadores de las cárceles juegan un papel clave a la hora de proponer y fomentar estas actividades en el marco de los centros penitenciarios, tal y como expondremos con mayor detalle más adelante. Si bien en ocasiones también son las propias entidades y asociaciones las que proponen estas actividades y buscan la manera para poder acceder a las cárceles y ofrecerlas a los presos. Cualquiera sea la razón, el yoga -­‐ pero también el reiki o la meditación-­‐ son considerados una actividad adecuada para los internos y, en general, se percibe como una práctica a medio camino entre la psicología, la educación emocional y el ejercicio físico que se considera que puede ayudar en la rehabilitación de los reclusos. El crecimiento de este tipo de prácticas en las prisiones catalanas no es un fenómeno aislado sino que, tal y como documentan Becci y Knobel, se produce también en otros lugares de Europa. Estas autoras analizan la emergencia de lo que ellas llaman 'grey zones', las cuales identifican como prácticas a medio camino entre la espiritualidad y la religión que ganan peso en el marco de los centros penitenciarios. Así, identifican la presencia creciente de actores que pertenecen al entorno de la ‘Nueva Era’ que disponen de formación en yoga u otras prácticas holísticas y que, de forma generalmente voluntaria, ofrecen formación a las personas reclusas. Asimismo, Becci y Knobel añaden que “mientras estos actores se definen como practicantes espirituales, a las cárceles nunca los consideran como actores religiosos. Por ejemplo, los profesores de yoga están generalmente integrados en el trabajo social y el yoga es definido como una actividad de salud o de ocio”. También en el contexto catalán estas prácticas son incorporadas a los programas educativos y/o de ocio y en ningún caso son consideradas por los actores institucionales en su vertiente espiritual-­‐religiosa ni reguladas desde esta óptica. Hay una voluntad clara de invisibilizar su componente religioso-­‐espiritual a pesar de la fluidez de las fronteras y del hecho que muchas de estas actividades están llevadas a cabo por grupos registrados como religiosos en el Ministerio de Justicia -­‐como es el caso de Brama Kumaris-­‐ o de que se inviten líderes religiosos como lamas budistas en las clases. El hecho que muchas de estas actividades se lleven a cabo el fin de semana o en ‘horarios vacíos’ facilita, aún más, que pasen desapercibidas institucionalmente y que haya menor control sobre los contenidos que se impartan. Ahora bien, a pesar de su invisibilidad, son prácticas que gozan de gran popularidad entre la población carcelaria y, generalmente, hay lista de espera para acceder a ellas. En su conjunto, la realidad empírica en contextos penitenciarios nos lleva a subrayar la presencia silenciosa pero in crescendo de las prácticas holísticas. En cierto modo, y como apuntan Cornejo y Blázquez: “estamos ante el renacimiento de una espiritualidad subjetiva y experimental, a menudo apoyada en argumentos cientificistas, que se yergue al mismo tiempo sobre tres críticas cruciales: la crítica al reduccionismo materialista de la biomedicina, la crítica al trascendentismo de las religiones de libro, y la crítica a la fuerte institucionalización de la medicina y de la religión modernas” (2013: 12). Este crecimiento se prevé más evidente en un futuro no muy lejano, lo que añade complejidad e interés a la cuestión. 3. Los participantes Es el sociólogo Erving Goffman en su obra Internados quien describe con mayor profusión de detalles lo que significa entrar en una institución total. Goffman describe la institución total como “un lugar de residencia y trabajo, donde un gran número de individuos en igual situación, aislados de la sociedad por un período apreciable de tiempo, comparten en su encierro una rutina diaria, administrada formalmente” (1970: 64). Al acceder a una institución total el individuo se ve despojado, gradualmente, de todo aquello que lo identifica socialmente y la institución pone en marcha distintos procedimientos de ‘mortificación del yo’. Goffman se refiere a procesos como el aislamiento respecto al mundo exterior, la limitación de su autonomía, pasando por la despersonalización y, especialmente, la pérdida de control sobre los ‘territorios del yo’ (Nizet y Rigaux, 2014). En relación a ellos, Goffman afirma: “me he referido a ocho territorios del yo, todos ellos de tipo situacional o egocéntrico: espacio personal, recintos, espacio de uso, turnos, envoltorio, territorio en posesión, reserva de información y reserva de conversación” (1970:58). En el espacio penitenciario estos territorios son vulnerados reiteradamente y de forma constante. En cierto modo, es la institución la que regula estos territorios e impone sus normas. El individuo pierde capacidad de autonomía sobre los espacios, los objetos e, incluso, la narración sobre él mismo le es impuesta por los otros (jueces, psicólogos, educadores, etc.) lo que diluye su capacidad de agencia y su identidad. Buena parte del éxito de las actividades holísticas entre los internos es que permiten, en cierto modo, invertir los territorios del yo y ofrecer herramientas para reconstruirlos. En este sentido, las actividades holísticas ofrecen ‘intimidad’. La relajación, la meditación y los espacios de introspección al final de la práctica son algunas de las cuestiones más valoradas por los internos. Disponer de un espacio de silencio que permita la introspección es algo prácticamente imposible de conseguir en los muros de la cárcel y el reiki o el yoga ofrecen esta posibilidad. En este sentido, un interno afirmaba: En cierto modo, a través del yoga, los participantes recuperan el control sobre su intimidad y un modo de acceso a lo que es percibido –y definido-­‐ como su ‘yo interior’ o ‘yo autentico’. Ahora bien, y como expone Goffman, la vida social se caracteriza por un juego entre proteger y reivindicar los territorios del yo y, a su vez, la existencia de infracciones a estos territorios. En este sentido, Goffman puntualiza: “De hecho, las mismas formas de comportamiento utilizadas para celebrar y confirmar relaciones –rituales como los saludos, las preguntas sobre el estado de salud, hacer el amor-­‐ tienen un carácter muy próximo a lo que constituiría una infracción de la reserva si se efectuara entre individuos cuya relación no fuera la adecuada” (1970:74). La realización de ‘actividades holísticas’ frecuentemente también implica inevitablemente una ‘infracción’ de los territorios del yo dado el marco institucional donde se inscriben. No obstante, es justamente el hecho de ser una infracción ‘consentida’ y a la que se le atribuye un ‘sentido’ lo que les da validez y las convierte en una experiencia valiosa para los internos pero también para el personal carcelario, principalmente educadores sociales y monitores. El siguiente relato de una educadora sobre un ritual de San Juan nos ilustra esta cuestión: “Yo les decía, un día tenemos que hacer un ritual en San Juan. (...) Se dice que en estos momentos los hombres pueden comunicarse con los dioses y los dioses bajan a saludar a los hombres. Y bueno yo les explico todo esto y ellos me hacen caso. Esta es la primera vez que se hacía un ritual en prisiones de este tipo. Nosotros no estamos acostumbrados a agarrarnos de la mano de la gente, cada uno tiene su rol. En prisión somos muy estrictos. (...) pusimos una vela y todo... y cada uno pidió sus deseos, nos agarramos de la mano porqué el círculo es una figura geométrica muy importante y muy potente y cada uno pidió para sus cosas y luego hicimos una petición muy fuerte que ahí estaba en el ánimo de todos muy presente que era poder ser sabios en el sentido de traer la luz para nosotros y llenar de luz el espacio donde estemos... y expandirla. Este es un espacio muy difícil y que en la medida que lo pudiéramos hacer... bueno como linternas.... Y nada... nos quedamos todos muy contentos después del ritual, nos dimos unos abrazos muy fuertes, que era la primera vez, yo creo, que yo abrazaba tanto así a un interno. Y había una sensación muy bonita de que algo había que pasar... Y a partir de ahí empezaron a llegar ángeles...”. Agarrarse de la mano, abrazarse o poner una vela son elementos que toman especial relevancia en el contexto carcelario y suponen, claramente, un desafío a la normalidad dada por supuesto. Aquello que en otro contexto no tendría especial significación, en el recinto penitenciario adquiere una fuerza simbólica mucho mayor a pesar de su carácter ambiguo entre la conquista y infracción de los vulnerables territorios del yo de la población encarcelada. En este sentido, por ejemplo, el hecho que el profesor o profesora de yoga ‘toque’ a los alumnos para corregir asanas es algo altamente valorado –y que aparece reiterado en múltiples entrevistas y conversaciones con los participantes– ya que se considera como un ‘contacto humanizante’. Los alumnos distinguen entre los profesores que ‘tocan’ y los que ‘no tocan’ –siendo mucho más valorados los primeros. No es casualidad, que los primeros ellos mismos consideren que infringen la norma no escrita que dice que no hay contacto físico entre los de dentro y los de fuera. Cuestionando esta normalidad dada por supuesta de la cárcel permiten reconstruir significativamente un nuevo orden simbólico para los participantes de estas actividades holísticas. ¿Pero que tienen de particular estas prácticas en comparación con otras actividades que se hacen en el centro como deportes, teatro o escritura? Reconocemos tres características que, si bien algunas de ellas pueden ser similares con las de las otras actividades, es la combinación de las tres la que atribuye singularidad a las actividades holísticas. En primer lugar, y sin entrar en matices, el yoga facilita la consecución de espacios de trascendencia a través del movimiento del cuerpo. Así, proporciona una vinculación entre el cuerpo y la mente que hace que el bienestar adquirido tenga efectos en ambas esferas. La mayoría de los encuestados también hacen referencia al bienestar de carácter anímico y/o espiritual que complementa el físico y mental. El yoga, en cierto modo, permite a los internos adquirir un nuevo lenguaje de expresión y reflexividad del propio yo. En esta línea, como pone de manifiesto la socióloga Michael Pagis (2009), en nuestra sociedad gana cada vez más presencia un tipo de reflexividad que no se hace de espaldas al cuerpo sino conjuntamente con él y que permite a los participantes de los cursos de yoga hacer afirmaciones como las siguientes: “por medio de los movimientos regulamos nuestro interior” , “el yoga me ayuda a sentir que estas más ágil y sobretodo en paz contigo misma” o “me ayuda a estirar mi cuerpo y hacerme sentir mucha paz”. Tal y como se desprende de las afirmaciones anteriores, es el movimiento del cuerpo y el sentido de dicho movimiento el que desencadena una respuesta de tipo espiritual. En segundo lugar, y muy vinculado con lo anterior, es importante remarcar que el yoga –y también la mayoría de actividades holísticas– ofrece un nuevo lenguaje a partir del cual hablar y dar sentido al propio yo. Según las palabras de los propios participantes, la meditación ha activado la introspección, les ha permitido dialogar internamente de forma serena y reflexionar sobre uno mismo. En esta línea, y como decía un interno: "En mi prendió una llama interior. Me conozco mucho mejor a mí mismo, en el sentido físico, espiritual y emocional". En estos casos, la activación de la reflexividad es lo que permite construir una nueva narrativa sobre uno mismo. La capacidad de resignificar el pasado y construir el futuro a través de la reflexión y el sentir es algo en lo que estas actividades tienen un papel crucial. Y es que, como afirmaba una interna a la que se le preguntaba qué se llevaba de su experiencia: "Seguridad para poder enfrentarte a ti misma, volver a empezar de nuevo y no tener miedo de tu pasado". En algunos casos, además, la actividad puede llevar, simultáneamente, a una mejora de la autoestima personal, tal y como ilustra el caso de otro interno: "Quiero cultivar mi cuerpo y mi mente ya que desde que lo práctico [el yoga] siento un amor especial por mí mismo y me quiero mucho más". Ahora bien, incluso más importante que este espacio de reflexividad, es el hecho que las actividades holísticas ofrecen un vocabulario y una narrativa a través de la cual repensar, resignificar y recontextualizar la narrativa sobre el propio yo y dar sentido a este ejercicio constante de reflexión e introspección. El ambiente holístico introduce a los internos en un lenguaje terapéutico-­‐espiritual que les permite adquirir nuevos conceptos como ‘energía’, ‘karma’, ‘reencarnación’, ‘sincronicidad’, entre otros generando un nuevo ‘deposito de conocimiento’ (Schütz, 1975) que aplican a la propia vida y les ofrece una lectura distinta. A través de ellas dan un sentido al sufrimiento, al pasado y al momento presente o nociones como la misma condena o la libertad pasan adquirir otro matiz. Significativo de ello, son las siguientes explicaciones de algunos internos: “Consiste en que cuando hago yoga soy libre. Me voy a donde quiero y con quien quiero mentalmente. Esto me cambia el chip y estoy más relajado y aparte es un ejercicio para el cuerpo y lo limpia al sudar” o “me ayuda mucho como mentalmente y psicológicamente para no pensar en el lugar donde estoy y encontrarme libre”. Asimismo, a parte de esta dimensión individual y experiencial, es significativo mencionar que, tal y como comentan los educadores, son numerosos los participantes de las actividades de yoga que buscan y piden libros de crecimiento personal y espiritualidad en la biblioteca del centro. Además, se los intercambian entre ellos y en algunos casos también se juntan para practicar los ejercicios. De este modo las actividades holísticas cumplen la doble de función de ‘oferta’ y ‘confirmación’ de sentido generando nuevos ‘dépositos de conocimiento’ pero también nuevos espacios de intersubjetividad donde las significaciones personales pueden ser expresadas, compartidas y mutuamente validadas (Hervieu-­‐Léger, 2001:167). En tercer lugar, y a un nivel más pragmático, la práctica del yoga, y tal como enfatiza también Tucker (2005) y Rabi (2012), facilita herramientas para el autocontrol y la regulación emocional, lo que permite a los participantes adquirir un mayor dominio sobre su cotidianidad. La práctica del yoga y la meditación ofrece pautas para debilitar los impulsos y controlar los pensamientos y emociones negativas. En este sentido, es una aseveración compartida por la mayoría de participantes el hecho de que el aprendizaje del yoga les ha facilitado una herramienta fundamental para relajarse y sentirse mejor con ellos mismos pero también relacionarse de otra manera con el entorno. Son elementos triviales pero importantes en el marco de la cárcel tal y como ilustran las expresiones de algunos reclusos: “Con concentración en la respiración es posible no escuchar cosas negativas cuando personas dicen cosas que no me gustan, por ejemplo en la mesa de la comida” o “Me ayuda a tener paciencia a la hora de la medicación por la gran cola que se hace” o “Antes de hablar o hacer algo respiro e interiorizo a ver si de verdad quiero dar a entender eso o hacerlo y cómo hacerlo. Trato de vibrar en la frecuencia del amor”. Finalmente, es importante enfatizar que, en algunos casos puntuales, el yoga puede convertirse en el elemento crucial que provoque un punto de inflexión en la vida del interno. Es en aquellos casos en los que la práctica del yoga es tomada muy en serio y se convierte en el eje vertebrador en un proceso de reconstrucción de la propia identidad personal. Es entonces que el yoga y la práctica del mismo ocupará un lugar muy relevante en la percepción personal sobre uno mismo y en la narrativa sobre el yo. Esta prominencia del yoga en la autopercepción de la propia identidad puede tener un carácter más temporal o duradero. En este sentido, es posible hipotetizar que, posiblemente, en los casos donde, por ejemplo, el interno pueda convertirse en profesor de yoga en el centro (hay casos en que los internos dan clases a los alumnos de las galerías que no pueden salir), se le inicie en el reiki o se le reconozca su valía en cualquier práctica de este campo holística, que esta nueva identidad tome un carácter más estable. En algunos casos la identidad de ‘yogui’ pasa a tener reconocimiento dentro de la cárcel y por este motivo los internos quieren adquirir ropa adecuada y objetos que den más credibilidad a su nuevo rol. 4. La institución penitenciaria: terapia, rehabilitación y disciplina La investigación, des de sus inicios, se planteó profundizar en comprender las condiciones de posibilidad que explicaban la emergencia y la expansión de las practicas holísticas en el marco penitenciario. En cierto modo, el estudio del campo holístico se ha focalizado, mayoritariamente, en la exploración de los nuevos movimientos espirituales y en su difusión a través del mercado y/o las redes personales. Una de las particularidades de esta investigación es que se centra en comprender como el entramado holístico penetra en una institución pública de la esfera estatal. Consideramos indicativo del actual grado de expansión e institucionalización del llamado ‘ambiente holístico’ el hecho que sea incorporado en las instituciones públicas sin muestras de resistencia y con relativa rapidez. En cierto modo, para comprender el ‘éxito’ de las practicas holísticas en el contexto específicamente penitenciario es pertinente tener en cuenta la confluencia de tres factores distintos: (a) el hecho que los ‘portadores’ sean los mismos trabajadores de la cárcel, (b) la contribución de estas prácticas al orden interno y (c) la afinidad con las nuevas filosofías de la rehabilitación. Los expondremos brevemente a continuación. En primer lugar, los trabajadores de la prisión son los ‘portadores’ en el sentido weberiano de estas prácticas holísticas –y especialmente, educadores, pedagogos, trabajadores sociales y algunos psicólogos. Estos son los promotores de estas terapias dentro de las instituciones penitenciarias y su apoyo es crucial para el buen funcionamiento de las actividades. De hecho, hay un proceso de mimetismo entre los trabajadores sociales y los voluntarios holísticos en un nivel doble. Por un lado, los trabajadores sociales y los actores holísticos comparten el hecho de ser de clase media con capital cultural similar –hecho también subrayado a su vez por Becci y Knobel (2013: 10) – lo que se traduce en un habitus (Bourdieu) común visible en una estética similar, un lenguaje parecido y cierta disposición corporal. Todo esto permite una relación tranquila y amistosa entre los actores holísticos y los trabajadores que es visible en gestos simbólicos, como desayunar todos juntos en la cantina de las prisiones, el intercambio de correos electrónicos personales y los teléfonos, las charlas informales en las entradas y salidas e incluso compartir confidencial información sobre los internos. Los actores holísticos son percibidos como ‘confiables’ ya que, en palabras de un educador: “no nos podemos arriesgar a que alguien de un mensaje muy diferente a los internos”. En este sentido, las fronteras son claras y los monitores de yoga también saben qué, según qué cosas, no se pueden decir o hacer en el contexto de la prisión –por ejemplo, mientras el reiki y el yoga son plenamente aceptados, ha habido problemas con grupos Wicca o Paganos que también querían entrar en prisión como voluntarios. La línea entre lo permisible y lo prohibido, lo que representa la ‘normalidad aparente’ en términos de Goffman (1971), es frágil y parece invisible pero cuando se traspasa, se hace evidente. El mimetismo entre trabajadores y voluntarios holísticos también se produce por el hecho que, en muchas ocasiones, los trabajadores son también practicantes –e incluso formadores-­‐ en estas técnicas. Muchos de ellos, además, dicen aplicar estas técnicas en sus rutinas diarias de forma implícita en sus clases de arte, teatro o en sus conversaciones con los internos. Son, por lo tanto, conocedores del lenguaje holístico y juegan un rol de puente entre los voluntarios holísticos y la dirección institucional de la cárcel. Es más, en la mayoría de ocasiones, el origen de estas actividades y el impulso inicial se debe a la acción de estos educadores, trabajadores sociales o monitores. El relato es parecido entre el personal penitenciario y se repite en numerosas ocasiones: la descubierta del universo holístico a nivel personal e individual –y el hecho que “le haya funcionado” (Cornejo, 2013)– lleva a estas personas a querer aplicarlo también a su trabajo. No son personas aisladas sino que, según algunos relatos, un 50% del personal de tratamiento –educadores, psicólogos, pedagogos, monitores, entre otros– serían afines a estas cuestiones. Si bien, obviamente, también hay quien se muestra reacio, lo que lleva a hacer bromas o críticas más serias a estas prácticas a pesar de su normalización y legitimidad en el marco penitenciario. En segundo lugar, para comprender el ‘éxito’ de estas prácticas en el marco penitenciario, también es importante tener en cuenta que son percibidas como dispositivos que ayudan a controlar, disciplinar y mantener el orden en la prisión. En cierto modo, si bien seguramente el yoga es introducido en la cárcel con otro objetivo, tiene la consecuencia no prevista de fomentar la tranquilidad, la buena relación entre los presos y el orden. En las entrevistas a educadores y otros trabajadores del centro se enfatiza que estas prácticas ayudan a los internos a ‘controlarse’ y a frenar la impulsividad así como favorecer un clima de no conflictividad –hecho fundamental para la institución siendo la seguridad uno de sus objetivos primordiales. Por tanto, es permitido y visto con buenos ojos por los administradores del centro penitenciario. Sin embargo, también hay una razón pragmática que explica su éxito: la ocupación de las horas. La necesidad impertérrita de las cárceles de ‘llenar el tiempo’ de los internos, junto con la existencia de voluntarios/as dispuestos a dedicar su tiempo a esta cuestión, dan mayor viabilidad y protagonismo a estas prácticas en un contexto de crisis y de reducción de programas formales. En palabras de Martos García et al. (2008): “el aburrimiento puede convertirse en el peor castigo para los presos y en una fuente de problemas para la convivencia dentro de la institución”. Es por esto que, en última instancia, si hay actividades que llenen el tiempo de los internos, que sean de coste bajo para la institución, que favorezcan a sus objetivos y que cuenten con el beneplácito del personal intermedio que las tiene que implementar (educadores, trabajadores sociales), es difícil que la dirección se oponga a ellas. Si el yoga, el reiki o cualquier de esta actividad pudiera poner en duda el orden carcelario, es casi seguro que, de forma automática, sería eliminado ya más allá de los beneficios que pueda tener. En cierto modo: “el régimen le gana la partida al Tratamiento, ya que el orden dentro de la cárcel, representado sobre todo por la evitación de conflictos y fugas, es la razón de ser de todo lo que se organiza. Cuando una actividad educativa conlleva algún riesgo y pone en entredicho la organización regimental, sencillamente se elimina” (Martos García et al., 2008:409). De momento, y si bien estas prácticas no gozan de un reconocimiento formal e institucional, tampoco encuentran una oposición explícita. De esta forma, a través de los espacios de ocio, los tiempos ‘vacíos’ o en el marco de otras actividades las prácticas holísticas van tomando protagonismo en el entorno carcelario. En tercer lugar, es importante tener en cuenta que podemos detectar una afinidad entre las practicas holísticas y los nuevos modelos de rehabilitación. De alguna manera, la importancia creciente del yoga en las cárceles refleja una transformación en la concepción de la 'rehabilitación' donde la capacidad de auto-­‐ disciplina y reflexividad se convierten en 'pruebas' del éxito de la 'rehabilitación' y ganan importancia frente al modelo de rehabilitación –o reinserción-­‐ más 'mecanicista’ anterior, donde las ‘pruebas’ del individuo reinsertado eran cuestiones más externas como el trabajo, la limpieza de la celda, etc. El personal de la prisión percibe el yoga como una práctica 'en sintonía' con este nuevo modelo. En cierto modo, esto refleja una transformación también visible más allá de los muros de la prisión y que muestra un cambio en la concepción del yo (Illouz, 2007). Esto es especialmente relevante en el contexto penitenciario actual donde, y como indica el criminólogo de la Universidad de Cambridge Ben Crewe: “prisioners are obliged to govern themselves appropriately or risk the consequences of ‘irresponsible’ behaviour (...); being a prisoner becomes a more demanding –and more compromising-­‐ task” (2011:519). Ya no se trata, de la vigilancia autoritaria y de las rutinas de 'rebaño' sino, más bien, de dinámicas de 'soft power' y 'self-­‐ regulation' (Crewe, 529: 2011). En esta misma línea, Garreaud y Malventi afirman que "la expansión progresiva del proyecto terapéutico en el seno de la cultura carcelaria tradicional pone en circulación una forma diferente de poder. Este nuevo gobierno de las prisiones actúa a través de una subjetivización del castigo y una individualización de la condena, cuyas consecuencias son la reducción de los espacios/tiempos de crisis, la objetivación de los procesos de reinserción y la metamorfosis de las categorías de presos y guardias a través de otros códigos, menos evidentes, más flexibles” (2008). Estos mismos autores añaden: “el tiempo regresivo de la experiencia carcelaria es sustituido por un tiempo progresivo (productivo) de la terapéutica, donde los presos se vuelven gestores de su propio espacio de castigo y reforma” (2008). Ellos vinculan esta construcción de un nuevo espacio terapéutico-­‐penal con un proceso de transformación del mercado de trabajo caracterizado por la precariedad, la flexibilidad y la movilidad. En esta línea, la transformación del medio penitenciario va en sintonía con los cambios que Illouz detecta en el marco del ‘capitalismo emocional’ donde el ‘yo terapéutico’ toma fuerza como nuevo paradigma hegemónico. En este sentido, siguiendo la socióloga americana podríamos decir que las prácticas holísticas contribuyen, simultáneamente, a recrear la ‘interioridad’ a la vez que la hacen narrable a través de un lenguaje que cuenta, cada vez más, con reconocimiento institucional2 5. Comentarios finales Eva Illouz, en su libro Saving de Modern Soul (2008) expone que para tener ‘éxito’ – entendido este como la no problematización, aceptación y difusión rápida– las ideas tienen que satisfacer tres condiciones: la primera es que de alguna manera han de encajar en las estructuras sociales y dar sentido a lo experiencia de los actores; la segunda es que deben ofrecer orientaciones o pautas en ámbitos inciertos o conflictivos de la sociedad; y la tercera es que sus ‘portadores’ las tienen que institucionalizar y/o enraizar con las estructuras institucionales de la sociedad. En cierto modo, el esquema de Illouz nos permite comprender el éxito de las prácticas holísticas en el entorno penitenciario. La expansión del yoga, el reiki u otras prácticas parecidas y su popularidad entre las personas reclusas no es casualidad. A partir de las narrativas y el vocabulario adquirido en estas prácticas, los individuos adquieren nuevas herramientas con las cuales dar sentido a su sufrimiento, a su pasado y a su situación actual. Se narran a ellos mismos y, además, esta narración resuena con el lenguaje terapéutico que va tomando relevancia en el ámbito institucional. En cierto modo, y como nos indica Garret (2008), las practicas holísticas permiten transcender el momento actual:“Ritual does act through and change the body. It releases emotions in an uncanny way, facilitates transitions from one state to another, and creates unexpected new bonds among participants and between the social and the material world. Reiki, meditation and yoga do try to change people for their own good and for the good of their society, and they do aim for some kind of liberation (at least freedom from suffering and, ultimately, freedom from ego). Some of their practitioners call them ‘spiritual’ while others describe them more prosaically as ‘working on myself’ but both these descriptions refer to the transformative potential of ritual, to take people beyond their current selves and towards a differently imagined future. This ‘other’ space is what we call the sacred and we often experience as magical the means we use to reach it.” (2008: 335) Sin embargo, simultáneamente, y como explica Rodriguez Cespedez; “en la prisión, de hecho una forma de organización material, podemos encontrar la definición de diferentes funciones: castigar, pero también educar, instruir, moralizar o curar. El dispositivo carcelario constituye, en cuanto organización material, un sistema de segmentaridad duro, no obstante, está atravesado y a través de él circulan funciones flexibles. De esta manera, la prisión como institución de castigo, disciplinamiento y control remite unas veces a cierres, segmentos y a discontinuidades concretas; y en otras se ‘comunica’ con la flexibilidad abstracta, con lo difuso y lo fluido.” (2010:150). En cierto modo, es justamente la capacidad de las practicas holísticas de trascender y confluir entre los diferentes campos – 2 En este sentido, Illouz apunta “Because of its wide instiutitonal resonance, the therapeutic narrative has become a basic self-­‐schemata, organizing stories about the self and, more specifically, autobiographical discourse. It is the form as much as the content of how we make sense of ourselves in the world”. (2008:178 disciplinario, educativo, salud, etc.-­‐ lo que garantiza su éxito en el espacio penitenciario. Bibliografia Becci, Irene, i B. Knobel. Forthcoming. «La diversité religieuse en prison: entre modeles de regulation et emergence de zones grises (Suisse, Italie et Allemagne)». en Quand le religieux fait conflit. Désaccords, négociations ou arrangements, editat per Anne Sophie Lamine i N Luca. Paris: La Découverte. Crewe, Ben. 2011. «Soft power in prison: Implications for staff–prisoner relationships, liberty and legitimacy». European Journal of Criminology 8(6):455-­‐
68. Cornejo, Monica y Blázquez, Maribel. 2013. La convergencia de salud y espiritualidad en la sociedad postsecular. Las terapias alternativas y la constitución del ambiente holístico». Revista de Antropología Experimental 13(2):11-­‐30. Garret, C (2010). Transcendental meditation, Reiki and Yoga: Suffering, Ritual and Self-­‐ transformation. Journal of Contemporary Religion. Vol, 16, No. 3, 2001. Goffman, Erving. 1961. Asylums: Essays on the social situation of mental patients and other inmates. Anchor Books New York. Goffman, Erving. 1971. «Relations in public: Microstudies of the social order». London: Allen Lane. Heelas, Paul, Linda Woodhead, Benjamin Seel, Bronislaw Szerszynski, i Karin Tusting. 2005. The spiritual revolution: Why religion is giving way to spirituality. Blackwell Pub. 16 Hervieu-­‐Léger, D., (2001) “Individualism, the Validation of Faith, and the Social Nature of Religion in Modernity” a Fenn, K. R. (ed.) The Blackwell Companion to Sociology of Religion, Oxford: Blackwell, pp.161-­‐175. Illouz, Eva. 2008. Saving the modern soul: Therapy, emotions, and the culture of self-­‐
help. University of California Press. Malventi, D, y Garreaud, A. 2008. «Curar y reinsertar. El fenómeno de la deslocalización terapéutica en el engranaje penitenciario.» en La sociedad Terapéutica. Bellaterra: Espai en Blanc. Martos García, Daniel, José Devís Devís, i Andrew C. Sparkes. 2009. «Deporte entre rejas ¿Algo más que control social?» Revista Internacional de Sociología 67(2):391-­‐
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