LA GESTIÓN COMUNITARIA COMO PRÁCTICA DE INNOVACIÓN SOCIAL EN

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LA GESTIÓN COMUNITARIA COMO PRÁCTICA DE INNOVACIÓN SOCIAL EN
CULTURA: EXPLORANDO NUEVAS FORMAS DE GOBERNAR EL ÁMBITO
SOCIO-CULTURAL DE LA CIUDAD DE BARCELONA
María Victoria Sánchez Belando
Departamento de Teoría Sociológica-UB
[email protected]
Resumen
Tras la crisis de 2008 asistimos a un replanteamiento de las relaciones entre estado y
sociedad civil organizada. El retraimiento de las políticas redistributivas junto al
ascenso de la movilización social que trajo el Movimiento de los Indignados en España
(15M) condujo a la expansión de prácticas innovadoras en la dimensión política
(plataformas, mareas, confluencias ciudadanas) y socio-económica (mercados y redes
de intercambio de bienes y servicios, centros sociales y huertos urbanos de gestión
comunitaria, cooperativas) orientadas a la producción y provisión de servicios así como
a la búsqueda de profundización democrática en la gestión de los asuntos públicos. En
el contexto urbano, la gestión comunitaria de servicios y equipamientos de proximidad
se ha expandido como expresión de estas prácticas dirigidas tanto a la reivindicación de
formas de gobernanza participativa (Martinelli, 2013; Moulaert, Martinelli, & González,
2007) como al cuestionamiento de la óptica economicista sobre la cultura y la
creatividad en el marco de un modelo de desarrollo local emprendedor. Dada su
dinámica y trayectoria histórica, el ámbito socio-cultural barcelonés aparece como un
espacio privilegiado para estudiar estas prácticas y su capacidad transformadora tanto a
nivel de las relaciones sociales que se establecen dentro de las organizaciones
implicadas en la gestión comunitaria como de las relaciones entre éstas y el gobierno
local en la gestión de los asuntos urbanos. Siguiendo la contribución del enfoque
institucionalista de la innovación social (Moulaert, Martinelli, Swyngedouw, &
González, 2005; Moulaert, MacCallum, Mehmood & Hamdouch, 2013) este paper
analiza la relación entre innovación social y transformación de la gobernanza del ámbito
socio-cultural entre 2011-2015 en el caso de la ciudad de Barcelona a partir de una
estrategia metodológica cualitativa.
Palabras clave: Innovación social, gobernanza local, políticas socio-culturales, participación.
1
Introducción
Durante las últimas dos décadas, la revisión crítica sobre el Paradigma de la creatividad
(Florida, 2002a, 2002b, 2012; Landry & Bianchini, 1995; Landry, 2008) se ha
expandido desde la academia y el activismo urbano al ámbito de los policy-makers.
Incluso quien fuera considerado como el gurú de la ciudad creativa y de la clase
creatividad, Richard Florida, ha tenido que dar explicaciones frente a los
cuestionamientos sobre el enfoque reduccionista, economicista y normativo de la
relación entre creatividad y estrategias de crecimiento económicoquevenía defendiendo
en libros y artículos (Florida, 2012:viii-xii).
De manera general se ha criticado la óptica economicista desde la que se ha enfocado el
concepto de la cultura y la creatividad como base del diseño de las políticas culturales
urbanas en el contexto del tránsito de la economía fordista a la posfordista en las
ciudades o como señala Jessop, a partir de la crisis de los Estados Nacionales de
Bienestar
Keynesiano
y
la
emergencia
de
un
Regimen
Postnacional
deTrabajoSchumpeteriano 1(Jessop, 2008: 309-312).
Entre esos cuestionamientos, la literaturaapunta al papel instrumental de la cultura
dentro de las estrategias de branding urbano y del mercado inmobiliario (Bianchini,
1993; Duxbury & Jeannotte, 2010a; García, 2004a; Harvey, 2001;Zukin, 1989, 1995).
En esta dirección, otro cuestión que se ha subrayado es la relación entre políticas
culturales urbanas y dinámicas de gentrificación (Peck, 2005; Zukin & Braslow, 2011).
Otros autores han observado la existencia de una discurso sobredimensionado sobre el
poder y la efectividad de la cultura como herramienta de intervención en problemáticas
sociales (Belfiore, 2002; Connolly, 2011; Pratt, 2010). En relación con el trabajo de los
artistas y creativos, también se ha señalado la función normativa del enfoque de la
creatividad sobre las prácticas artísticas y sobre el rol de los artistas en el desarrollo de
proyectos de arte de base comunitaria (McLean, 2014).
Desde un punto de vista conceptual, otro grupo de argumentos pone el énfasis en la
relevancia de los factores del contexto en el análisis de los creativos y de la creatividad.
Así, se ha discutido la pretendida universalidad y falta de precisión del concepto de
1
Como ha señalado Jessop(2008) la crisis de los Estados Nacionales de Bienestar Keynesiano, vinculados al fordismo
atlántico, ha dado lugar a la emergencia de una nueva lógica y un cambio de escala en la gestión estatal fundados en
la idea de innovación Schumpeteriana(Jessop, 2008: 151-160). Este modelo emergente es denominado por
JessopRegimen Postnacional deTrabajoSchumpeteriano(Jessop, 2008: 309-312).
2
creatividad en el que se basa el trabajo de Florida. Markusen(2006)sostiene que la clase
creativa (Florida, 2002c, 2005)es un concepto confuso cuando se refiere a los artistas.
Primero porque los considera como una masa indiferenciada (sin distinciones por su
distribución espacial, sus estrategias de ocupación o sus orientaciones políticas) y
segundo porque partir de esta definición se establece una relación simplista entre clase
creativa y crecimiento económico urbano. Andy C. Pratt argumentaque la creatividad
debe entenderse como social, cultural y económicamente situada (Pratt, 2011). En este
sentido, Boren y Young han puesto a la vista la importancia de las condiciones locales
de las políticas creativas urbanas y la necesidad de contrarrestar el enfoque
reduccionista que predomina a partir del desarrollo de una noción de creatividad más
amplia, inclusiva y orientada a la justicia social (Borén & Young, 2013). Por su
parte,Moulaertplantea la creatividad como una práctica colectiva, basada en relaciones
de soporte mutuo, cotidiana y como un ingrediente necesario para los procesos
emancipatorios(Moulaert, 2010). Dentro de las revisiones críticas sobre las políticas de
la ciudad creativa y la economía de la cultura hay quien señala que la ciudad creativa no
existe buscando para enfatizar hasta qué punto la idea de la ciudad creativa funciona
como una etiqueta bajo la cual se agrupan políticas de promoción de las ciudades en un
contexto de agudización de la competencia interurbana (d’Ovidio, 2016:8).
Como deja ver la literatura, el papel de la cultura y la creatividad en las políticas de
desarrollo urbano ha sido ampliamente examinado. Sin embargo, el estudio de
iniciativas de la sociedad civil capaces de generar discursos y prácticas alternativas al
enfoque de la denominada ciudad creativa constituye una problemática recientemente
explorada (D’Ovidio & Pradel, 2013; García, Eizaguirre, & Pradel, 2015; Kagan &
Hahn, 2011; Miles, 2013; Novy & Colomb, 2013; Tremblay & Pilati, 2013).
Por tanto, en este artículo prestamos atención a aquellas iniciativas impulsadas por la
sociedad civil organizada que constituyen prácticas y discursos alternativos al enfoque
economicista de la creatividad que subyace al diseño de las políticas de desarrollo
urbano desde la década del ’90y al carácter de doxa que el concepto de creatividad
adquiere dentro de estas estrategias. Una orientación de las políticas urbanas que fue
objeto de cuestionamiento en el contexto de la crisis iniciada en 2008.
El comienzo de la crisis marcó un punto de inflexión a partir del cual asistimos a una
intensificación de la protesta social frente a la crisis y sus consecuencias políticas y
3
socio-económicas al mismo tiempo que a una multiplicación de iniciativas sociales y de
nuevos arreglos entre estado y sociedad civil organizada para atender a necesidades
sociales allí donde ni el estado ni el mercado están presentes o han dejado de estarlo
como efecto de los recortes del sistema de bienestar. Este fenómeno que se ha hecho
extensivo a nivel europeo y al que podemos identificar como una forma de innovación
social ha tenido una particular visibilidad en el nivel local y ha llamado la atención de
los investigadores del ámbito de los estudios urbanos(Moulaert, 2010).
En el caso español, el retraimiento de las políticas redistributivas junto al ascenso de la
movilización social que trajo la versión española del Movimiento de los Indignados (el
15M) ha conducido a la expansión de prácticas innovadoras en la dimensión política (es
el caso de las plataformas, mareas, confluencias ciudadanas), socio-económica
(prácticas de la economía social como mercados, redes de intercambio de bienes y
servicios o cooperativas) y socio-cultural (centros socio-culturales y oficinas de
derechos sociales, huertos urbanos y otros espacios públicos de sociabilidad gestionados
por actores sociales de manera autónoma o junto al sector público local) orientadas a la
producción y provisión de servicios y a la búsqueda de profundización democrática en
la gestión de los asuntos públicos.
En este escenario se reinstalan nuevos debates, entre ellos, la cuestión de la gestión
comunitaria
2
como una práctica de gobernanza participativa y profundización
democrática en la provisión de servicios públicos (Martinelli, 2013; Moulaert,
Martinelli, & González, 2007). Dada la trayectoria histórica del ámbito socio-cultural
barcelonés -recordemos la fuerte tradición de los Ateneos Libertarios y en menor
medida de las Casas del Pueblo como centros de divulgación cultural ligados a las
cooperativas, las organizaciones de trabajadores y al mutualismo que tuvieron su
apogeo durante la Segunda República (1931-1936) (Aisa, 2000; Arias Gónzalez, Luis y
2
El concepto de gestión comunitaria enlaza con el debate sobre las instituciones de acción colectiva en el gobierno de
los denominados commons(Ostrom, 1990).Un debate que ha sido revistado en el contexto de la crisis y que se ha
extendido a la discusión sobre el funcionamiento de los servicios públicos como instituciones de lo común destinadas
a la satisfacción de los derechos y necesidades de la población (Laval, C. and Dardot, 2015:586-599). Lo común,
señalan Laval y Dardot no tiene una definición válida para cualquier lugar y época, lo común queda definido por la
práctica de regular el uso colectivo de diversos recursos bajo principios democráticos, práctica que depende de las
instituciones en las que se inserta (Laval, Christian y Dardot, 2015). También en el ámbito de la innovación social se
hace referencia a la gestión comunitaria para definir iniciativas sociales basadas en lazos de solidaridad y formas de
organización democrática dirigidas a atender derechos básicos que necesitan de la participación estatal para
garantizarse (Moulaert, 2010:12). Siguiendo estas dos últimas contribuciones y los resultados de nuestro trabajo de
campo, en este paper usamos el concepto de gestión comunitaria para referirnos a las formas de gobernanza
acordadas entre estado y sociedad civil que se potencian tras la crisis para proveer servicios socio-culturales, donde es
la sociedad civil organizada el principal actor en la toma de decisiones sobre la producción de contenidos, la forma de
organización y provisión de un servicio que puede o no ser de titularidad pública.
4
Luis Martín, 2010; Aymerich Cruells, 2008) este sector aparece como un espacio
privilegiado para estudiar la naturaleza de estas prácticas y su capacidad para contribuir
a un giro democratizador tanto a nivel de las relaciones sociales que se establecen
dentro de las organizaciones implicadas en la gestión comunitaria como de las
relaciones entre éstas y el gobierno local en la gestión de los asuntos urbanos.
El Ateneo cooperativo La Base, El Ateneo La Flor de Maig, El Ateneo L’Harmonía y el
Centro Socio-cultural Can Batlló, evidencian estos cambios y el avance de la iniciativa
social dentro de la gestión del ámbito socio-cultural local a través de la reintroducción
de prácticas de gestión comunitaria. Dentro de estas experiencias, hemos considerado
que el caso del Centro socio-cultural de gestión comunitaria Can Batlló representa un
caso de significativo de estudio, por diversos motivos. Por un lado, por el proceso sociohistórico que condujo a la creación de este Centro localizado en un complejo industrial
del Barrio de la Bordeta (Sants-Montjuic). Can Batlló, fue abierto y actualmente es
gestionado como centro socio-cultural por vecinos del Barrio de la Bordeta, el Centro
Social de Sants y las Asociación de vecinos de La Bordeta tras 35 años de
reivindicaciones por la creación de equipamientos y servicios públicos de proximidad.
Por otro lado, porque puede decirse que Can Batlló ha reintroducido en la agenda de los
actores sociales y públicos locales el debate sobre la gestión comunitaria y se ha
convertido en un modelo de referencia para otros Centros Socio-culturales de gestión
municipal, co-gestionados, autogestionadosy para los policy-makers, más allá de la
escala local3.
En base al análisis de este caso, nuestro objetivo es estudiar la influencia de este tipo de
experiencias socialmente innovadoras en la gobernanza y la producción de servicios del
ámbito socio-cultural entre 2011-2015 en la ciudad de Barcelona.
Para esto, nos proponemos responder a los siguientes interrogantes:¿Qué tipo de
relaciones sociales, prácticaseconómicasyprocesos decisionales definen el modelo de
gobernanza y la producción de servicios de estas experiencias? , ¿Cómo contribuyen a
contrarrestar y crear alternativas al enfoque economicista que domina el discurso de la
3
La significatividad de Can Batlló se evidencia en la visibilidad creciente que tiene el caso en la prensa local y
nacional. Por otra parte las entrevistas realizadas en otros centros socio-culturales, muestran la incidencia de Can
Batlló en el modelo de gestión de esos centros, en el replanteamiento de relaciones que éstos mantienen con el
Ayuntamiento y en la asunción de una visión de red (por la que circulan innovaciones y se difunden prácticas y
estrategias) entre centros socio-culturales que se identifican con la gestión comunitaria.
5
creatividad en las políticas urbanas? y ¿Cómo influyen estas prácticas de innovación
social en el modelo de gobernanza del ámbito socio-cultural?
Dentro del debate sobre la innovación social, tomamos la contribución del enfoque
institucionalista (Drewe, Klein, Hulsbergen, 2013; Moulaert et al., 2007; Moulaert,
Martinelli, Swyngedouw, & González, 2005; Moulaert, Frank; MacCallum, Diana;
Mehmood, Abid & Hamdouch, 2013)para desarrollar nuestro modelo de análisis. A
diferencia de la concepción Schumpeteriana de la innovación (Schumpeter, 1961)
entendida como el resultado de la acción de un individuo (el emprendedor) aislado de la
dimensión social y cultural; lo que denominamos como enfoque institucionalista
entiende la innovación como una noción multidimensional territorial, social, cultural e
históricamente arraigada. Esta óptica plantea que los procesos de innovación social
integran tres dimensiones interrelacionadas. La primera de estas dimensiones
denominada “de contenido y producción” involucra el análisis de las causas de la
emergencia de una innovación social a partir de la pregunta por el tipo de derechos que
busca atender una determinada iniciativa socialmente innovadora dado que ni el
mercado ni el estado satisfacen. En Segundo lugar, la “dimensión de proceso”, se centra
en la capacidad de estas iniciativas para producir cambios en las relaciones sociales. En
nuestro caso esta dimensión está referida en particular a un cambio en las relaciones
sociales en las estructuras de gobernanza, orientado a la satisfacción de derechos y al
impulso de la participación social. Finalmente, la “dimensión del empoderamiento”
implica el acceso a los recursos necesarios para incrementar la satisfacción de derechos,
facilitar
la
participación
y potenciar
la
capacidad
socio-política
de
estas
iniciativas(Moulaert, Martinelli, Swyngedouw, & González, 2005: 1976). Así, la
innovación social, hace referencia a cambios en las agendas, en la agencia, en las
relaciones sociales y en las instituciones a partir de una dinámica desde abajo que la
inclusión social en diversas esferas de la sociedad y en diferentes escalas (Moulaert;
Martinelli, Swyngedouw, & González, 2005: 1978; Moulaert, MacCallum, Mehmood,&
Hamdouch, 2013:2).
La metodología de este artículo recurre a una estrategia cualitativa en la recolección y
análisis de datos. Esta se basa principalmente en entrevistas en profundidad realizadas
entre 2012-2015 a una muestra significativa de entrevistados que incluye cargos
técnicos y políticos del Ayuntamiento de Barcelona, referentes de asociaciones de
vecinos y del ámbito sociocultural y a miembros de las organizaciones implicadas en
6
experiencias de gestión comunitaria, así como a otros participantes de estas
experiencias. Durante este periodo se utilizó la observación, como técnica de recogida
de datos complementaria a través de visitas regulares, asistiendo a eventos y encuentros
realizados en Can Batlló. En cuanto a las fuentes secundarias, hemos analizado
documentación
del
Ayuntamiento
(Informes,
presupuestos,
normativas),
documentación emitida por el centro socio-cultural estudiado y las organizaciones
implicadas en su gestión, así como la prensa local y nacional.
De la cultura como práctica social y política a la óptica economicista: el papel de la
sociedad civil en la evolución y cambios de la política cultural barcelonesa
Tal como se ha señalado en la introducción, el conjunto de políticas que se identifican
con la ciudad creativa no se desarrolla a partir de una noción universal de creatividad
(Borén & Young, 2013; d’Ovidio, 2016; Pratt, 2011) sino que tienen su particular
expresión en cada contexto social, cultural, político y territorial determinado.
Con esto en mente, el propósito de esta sección es explorar la relación entre políticas
culturales urbanas y políticas socio-culturales, prestando especial atención al papel de
las iniciativas socialesasí como el impacto de las actuaciones orientadas a la ciudad
creativa en su evolución. Esto, con vistas a identificar la trayectoria que conduce a la
emergencia y que dota de características singulares al caso que de Can Batlló como
iniciativa socio-cultural.
En el caso barcelonés, el proceso de regeneración urbana de base cultural que se
inscribe en el denominado Modelo Barcelona de desarrollo local (Subirós, 1999)
desplegado a partir de 1979 representa una de las expresiones locales de lo que se ha
difundido como políticas de la ciudad creativa (Landry & Bianchini, 1995). El gobierno
barcelonés, como en el caso de otras ciudades europeas (Bianchini, 1993; Lash & Urry,
1998) encontró en la cultura un valioso recurso para intervenir en la dimensión social,
productiva y morfológica de la ciudad que implicaba la caída de la economía industrial
y además el comienzo de la democracia local (Degen & García, 2012a; Morató, 2008).
En las dos últimas décadas ha habido una notable producción de literatura crítica en
torno a las contradicciones del Modelo de desarrollo local de Barcelona (Andreu
Acebal, 2014; Blakeley, 2005; Borja, 2010; Casellas, Jutgla, & Barbera, 2010; Casellas,
2006; Marshall, 1996, 2004; McNeill, 1999) y a la función de la cultura en su seno
7
(Degen & García, 2012a; García, 2004a, 2004b; García & Degen, 2008; Harvey, 2013;
Majoor,
2011;
Rius-Ulldemolins&
Sánchez-Belando,
2015;
Rius-Ulldemolins,
Hernàndez i Martí & Torres, 2016) e incluso se ha llegado a cuestionar la existencia de
un modelo en tanto conjunto coherente y sostenido en el tiempo de políticas de
desarrollo local (Blanco, 2009; Marshall, 2000). Por este motivo, nos limitaremos a
recurrir a estas fuentes secundarias sólo para situar el papel de las iniciativas impulsadas
por la sociedad civil en relación con el desarrollo de las políticas culturales urbanas y de
las políticas socio-culturales desde una perspectiva socio-histórica.
Políticas culturales y acción colectiva durante los primeros años de democracia local
Los primeros años de la socialdemocracia local (1979-1985) se caracterizaron por el
establecimiento de una relación cercana y de mutuo compromiso entre el gobierno local
y la sociedad civil organizada. Eran los líderes de los movimientos sociales urbanos,
principalmente del movimiento de vecinos, los militantes de las recientemente
legalizadas asociaciones y partidos políticos quienes entraban a las instituciones locales.
Esto facilitó un amplio consenso con la agenda política del Ayuntamiento(Casellas,
2006; Degen & García, 2012).
En este contexto,la acción desplegada por el Movimiento de Vecinos desde finales de
los años ’60 en las principales ciudades españolas fue clave en el desarrollo de los
sistemas de bienestar local (Bier, 1979; Borja, 1977; Castells, 1986).
Las demandas del Movimiento Vecinal durante la transición y los primeros años de la
democracia tenían como objeto la mejora de una diversidad de aspectos de la vida
cotidiana, entre éstos, surgía la reivindicación por la creación de espacios de
sociabilidad, ocio y cultura(Andreu, 2010; Borja, 1987; 1977; Castells, 1986; Domingo
i Clota & Bonet i Casas, 1998).La creación de Bibliotecas, Centros de producción y
difusión artística, la institucionalización de Festivales y Fiestas Populares, así como la
creación de Centros Cívicos son el resultado de la lucha del movimiento de
vecinos(Alabart Vilà, Acebal, & Recio Cáceres, 2008; Andreu, 2010; Andreu Acebal,
2014; Sánchez-Belando, 2015b) y de la militancia a través de organizaciones artísticas y
culturales4.
4
La creación del Centre ArtesàTradicionàrius, del Ateneo NouBarris, la actual sede de Montjuic del TeatreLliure y el
Festival Grec, son algunos de los resultados de la presión tanto del movimiento vecinal como de las organizaciones
artísticas y culturales en el ámbito de la música, las artes escénicas, la cultura popular y contemporánea. Fuentes:
8
El foco de las reivindicaciones culturales de los vecinos estaba puesto en la
conservación del patrimonio y la creación de equipamientos socio-culturales, dos
objetivos interdependientes ya que muchas veces la defensa del patrimonio (es el caso
de la antigua fábrica textil La Sedeta o del chalet Casa Golferich en Barcelona) estaba
ligada al objetivo de instalar en estas infraestructuras centros socio-culturales. Una
cuestión central en estas reivindicaciones era la defensa de la gestión comunitaria
entendida como una forma de democratizar la gestión de los servicios públicos
(Martinelli, 2013; Moulaert et al., 2007; Moulaert, 2010).Sin embargo, el gobierno local
priorizó la gestión municipal directa y diversas formas de externalización (a empresas y
a organizaciones sociales).
Durante el proceso de descentralización del gobierno local que se inició en 1985 (Borja,
1985; Ajuntament de Barcelona, 1985)las asociaciones de vecinos sostenían que la
arquitectura participativa de la ciudad, que cristalizaría en las primeras normas de
participación ciudadana aprobadas en 1986 (Ajuntament de Barcelona, 1987), debían
incluir mecanismos vinculantes que garantizaran la incidencia efectiva de los procesos
de deliberación y toma de decisiones.
Sin embargo esta dimensión política de la participación quedó eclipsada en el marco de
un paradigma de descentralización orientado al management(Amoros, 1996). En su
diseño, el modelo de descentralización barcelonés contemplaba una dimensión política
orientada a la democratización y una dimensión administrativa, donde la participación
se planteaba como una herramienta para delegar la implementación de políticas a
actores no estatales. En la práctica, este esquema dual (Amoros, 1996:34) propició que
las organizaciones sociales fueran incluidas como proveedoras de servicios y excluidas
de los procesos de deliberación y de toma de decisiones sobre las políticas locales. En
coherencia con esto, los mecanismos de participación institucional que se incorporaron
se caracterizaron por ser de baja intensidad y no vinculantes5. Esto generó tensiones
entre las expectativas del movimiento vecinal y el papel previsto por el gobierno local
Entrevista con el Sr. Eduard Miralles, ex - Presidente de Interarts, miembro fundador del Centro de Recursos
Culturales (CERC) de la Diputación de Barcelona, experto en políticas culturales de proximidad y activista del
movimiento vecinal en los años ´70 desde donde reivindicó la creación de los Centros Cívicos, equipamientos que
más tarde ayudaría a diseñar y poner en marcha desde el Ayuntamiento.Cfr. Alabart Vilà, Acebal, & Recio Cáceres,
2008; Andreu, 2010; Andreu Acebal, 2014; Sánchez-Belando, 2015b.
5
Se trata de mecanismos estables (Consejos, Comisiones, fórmulas de governance (para la co-gestión) y
procedimientos temporales limitados (Procesos participativos, Foros, Audiencia Pública, Iniciativa y Consulta
Ciudadana) tanto territoriales como sectoriales.
9
para el tercer sector en las estructuras de governance, en un contexto de recesión
económica y recorte del gasto público (Blakeley, 2005)
El caso de los Centros Cívicos, ejemplifica esta dualidad de la participación social en el
ámbito socio-cultural. Como hemos señalado antes, el peso de los Ateneos 6 en la
memoria colectiva, en particular en el caso de Catalunya, situaba en un lugar
protagónico la reivindicación de la gestión comunitaria para los Centros Cívicos que el
Ayuntamiento planificaba inaugurar en 1982.
Sin embargo, este modelo fue desestimado para estos equipamientos. Los Centros
Cívicosaparecían como un proyecto estrella en el programa del Partido Socialista
Catalán de 1979 (PSC, 1979:63) en términos de participación y se enmarcaban dentro
de los parámetros de la democracia cultural (Zimmer & Toepler, 1996), no obstante
acabaron reproduciendo la dualidad del modelo de descentralización y por tanto las
restricciones del modelo de participación local(Blakeley, 2005; Brugué & Gomà, 1998;
Geissel, 2009). Esto impulsó que el movimiento vecinal rechazara los Centros Cívicos
dado que los percibía como espacios ajenos, sobre los que no tenía poder de decisión
alguno, como el resultado de una política top-down que no cumplía con sus expectativas
(Sánchez Belando, 2015b).
El papel de la cultura en la construcción de la Barcelona global
Entre la candidatura olímpica (1986) y los Juegos (1992), el gobierno local avanzó en
enfoque de la política cultural orientado a la consecución de objetivos sociales y de
crecimiento económico que implicaban actuaciones de regeneración urbana de base
cultural (Evans & Shaw, 2004; Evans, 2001) y de proyección internacional (Marshall,
1996; McNeill, 1999).
En los años ´90, la realización de mega-eventos, la inversión en instituciones de alta
cultura, el proceso de estetización y resignificación del espacio urbano 7(Balibrea, 2001,
6
During the late 19th and early 20th centuries, the AteneosPopulares were the principal cultural and educational
institutions managed by working class organisations, mostly linked to anarchism.
7
En el caso de Barcelona, la arquitectura de autor, la potenciación de Barcelona como tema cinematográfico, la
“mediterraneización” y “gaudinización” de la ciudad en detrimento de otras imágenes y memorias colectivas urbanas
(como la memoria de la clase trabajadora), tal como han señalado Balibrea y Harvey, se produjeron en el contexto de
una progresiva mercantilización del capital simbólico colectivo (Balibrea, 2001, Harvey, 2013b).
10
Harvey, 2013b), así como el incremento del gasto cultural (Morató, 2005, 2008)
indicaban el proceso de reformulación al que estaba sometida la política cultural en el
cual su protagonismo en el impulso de la industria turística y en el branding urbano se
incrementaba(Degen& García, 2012; García, 2004b).
El momento inmediatamente posterior a las Olimpiadas se ha caracterizado como un
momento de fragmentación del proyecto de planificación urbana y de debilitamiento del
liderazgo público (Degen& García, 2012). En este contexto los agentes del mercado,
principalmente aquellos vinculados al turismo y las inversiones inmobiliarias, ganaron
influencia sobre el proceso de planificación y renovación urbana. Este escenario, limitó
la influencia que la sociedad civil había tendido en ese proceso durante los primeros
años de la década del ’80 (McNeill, 1999) y erosionó el consenso en torno al que se
había generado sobre el modelo de desarrollo local(Andreu, 2008; Borja, 2010; Capel
Sáez, 2010).
El giro emprendedor de la ciudad que se produjo en los años ´90 (Brenner, 2004;
Harvey, 1989; Jessop & Sum, 2000)tuvo lugar junto a un proceso de reestructuración
estatal. En la administración cultural, esto se tradujo en una reestructuración del sector
(Morató, 2005) que introdujo la gobernanza público-privada y multinivel (consorcios
culturales), la creación de una Empresa Pública Estatal (el Institut de Cultura de
Barcelona creado en 1996), que absorbería las funciones de la antigua Área de Cultura,
la planificación estratégica(ICUB, 1999; Mascarell, 1995; Rodríguez Morató, 2008)y la
externalización de servicios (Rius& Sánchez Belando, 2015).
Estas transformaciones junto a las nuevas prioridades de la política cultural, dejaron en
segundo plano las políticas culturales de proximidad de las preocupaciones del
Ayuntamiento. Desde 1992 el incremento de la externalización de equipamientos de
proximidad y la marginalidad de éstos en el presupuesto cultural (Sánchez Belando,
2015a)8revelan el encaje de las políticas socio-culturales descentralizadas en el marco
de la nueva configuración de las políticas culturales urbanas. Una cuestión relevante
respecto del papel de las organizaciones sociales en este contexto es que la
administración local no contaba en ese momento con una regulación que contemplara la
8
According to local public budgets from 1992 to 2000, expenditure on neighbourhood cultural promotion remained
between 5.5 and 5.7 per cent within the cultural budget. From 2008 to 2014 this percentage decreased from 5 per cent
to 1 per cent.
11
especificidad de las organizaciones sociales en los concursos públicos 9 . Eso en la
práctica, promovió un mapa desigual de los modelos de gestión 10 , en el que las
empresas predominan en la provisión de servicios socio-culturales(Sánchez Belando,
2015a, 2015b).
En concreto, podemos decir que el giro de la política cultural urbana en el giro
emprendedor de la ciudad- en el que se enmarcan las Olimpiadas de 1992 como el gran
evento que expresa este cambio- ha ido erosionando los principios de la democracia
cultural que habían prevalecido hasta los años ´80, como los objetivos de cohesión
social, inclusión y participación a través de la cultura (Degen & García, 2012; Rius &
Sánchez Belando, 2015).
La crisis del discurso economicista en el contexto de crisis económica
La celebración del Forum Universal de las Culturas en 2004, se ha señalado como un
momento de agotamiento de la orientación economicista de las políticas culturales
urbanas (Majoor, 2011; Rius-Ulldemolins, Joaquim, Hernàndez i Martí, Gil-Manuel &
Torres, 2016). Una consecuencia significativa de este nuevo gran evento fue revelar el
desequilibrio entre la atención de necesidades locales y objetivos globales de la ciudad
de este tipo de grandes eventos. A diferencia de las Olimpiadas, el Forum no consiguió
generar participación y entusiasmo ciudadano. Por el contrario, se convirtió en un
evento insostenible desde el punto de vista de la retórica y las actuaciones destinadas a
promover la participación y el acceso de la población local (Majoor, 2011). Frente a
esto, las organizaciones y movimientos sociales inauguraron un periodo de ascenso de
la movilización en contra de un modelo de crecimiento económico de la ciudad
asociado a los grandes eventos culturales (Majoor, 2011; Marti-Costa & Cruz y Gallach,
2010; Sánchez Belando, Rius & Zarlenga, 2012).
En 2006 el Plan Estratégico de Cultura “Nous Accents” buscó recoger este malestar
social haciendo un llamado a debatir sobre el “retorno social11” de la cultura (ICUB,
2006), manifestando con esto, la deslegitimación de un discurso focalizado en el retorno
9
Since 2009, the citizen coalition “Platform for Civic Management” (PGC)has been demanding regulations
addressing social organisations’ involvement in public service supply (Interview with members of PGC)
10
Between 1998 (38 Civic Centres) and 2014 (51 Civic Centres), outsourcing increased from 8 per cent to 63 per
centwhilepublic management decreased from 79 per cent to 21 per cent. In 2014 public-civil society partnership
management represents 4 per cent(Institut de Cultura Barcelona, 2012).
11
Este debate se recogió luego en el informe “El retorno social de las políticas culturales” realizado en 2008 por Joan
Subirats y Xavier Fina por encargo del Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya. Esta investigación se
centraba en hacer un sumario de los enfoques teóricos y experiencias que subrayan las externalidades sociales de la
política en lugar del retorno económico.
12
económico de la cultural. Sin embargo, durante los últimos años de gobierno del Partido
Socialista Catalán, el debate y las acciones en relación con esta problemática quedaron
desplazadas con el advenimiento de la crisis en 2008 y su impacto en el presupuesto
cultural (Sánchez Belando, 2015a). Con esto, la búsqueda de alternativas a la óptica
instrumental de la cultura no sólo quedó fuera del debate institucional, sino que, en el
contexto de la crisis, esta óptica se fortaleció, principalmente en relación con la
industria turística y las estrategias de atracción de emprendedores e inversores. La
asociación que se establece en el Pan Estratégico Metropolitano de 2010 entre cultura y
creatividad y la implementación de las denominadas “business friendly policies”
ilustran esta tendencia (PEM Barcelona, 2010).
La victoria de la coalición conservadora Convergencia i Unió en Barcelona en 2011
representó un nuevo giro a favor de la narrativa de la ciudad creativa y la economía
creativa (Scott, 2010, 2014). Siguiendo esta orientación, el gobierno de CiU creó la
Agencia “Barcelona Growth” destinada a la promoción económica (Ajuntament de
Barcelona, 2014a) y la campaña de promoción de la marca ciudad llamada “Barcelona
inspira” (Ajuntament de Barcelona, 2014b). Ambas se basan en una retórica que busca
subrayar el carácter creativo, innovador y cosmopolita de la ciudad12 como un activo
para la internacionalización y la captación de emprendedores e inversores.
LA GESTIÓN COMUNITARIA COMO FORMA DE INNOVACIÓN SOCIAL EN
LA GOBERNANZA DEL ÁMBITO SOCIO-CULTURAL
En diferentes contextos, los movimientos sociales han venido confrontando el proceso
de estetización economicista del espacio urbano (Harvey, 1989b) y cada vez más la
noción de clase creativa (Florida, 2002c) y de ciudad creativa (Florida, 2009; Landry &
Bianchini, 1995) se revelan como etiquetas contradictorias e inconsistentes (d’Ovidio,
2016; Markusen, 2006; Peck, 2005; Pratt, 2010, 2011; Scott, 2014; Viccari Haddock,
2010). Tal como Novy y Colomb (2013) han señalado, son los componentes de la
denominada clase creativa quienes están liderando la movilización por un uso inclusivo
del espacio urbano en el caso de Berlín y Hamburgo. En Toronto, Mc Lean, ha
mostrado cómo algunos grupos de artistas están desafiando las políticas exclusivistas de
la ciudad creativa (McLean, 2014). Barcelona también es un escenario de reacciones
12
En el caso de Barcelona inspira, la campaña subraya estos rasgos de la ciudad mostrando experiencias de éxito de
artistas, personas de negocio e investigadores afincados en la ciudad.
13
colectivas frente al predominio de una lógica de mercado en el desarrollo de las
políticas culturales urbanas en las últimas dos décadas. Principalmente, entre 2008 y
2011 en el contexto de ascenso de la movilización social que condujo a la versión
española del Movimiento de los Indignados, conocido como 15M13, surgieron distintas
formas de impugnación a la función asignada a la cultura y la creatividad en el marco de
una creciente racionalidad de mercado en la gestión de los asuntos urbanos, que no sólo
enlazan con las consecuencias de la crisis, sino con la cuestión del “derecho a la ciudad”
(Lefebvre, 1969). Esta movilización cristalizó en nuevas narrativas y prácticas14 (Font,
Ojeda, Urbano, 2015; Plataforma d’Entitas per la Gestió Cívica, 2012; Sub- Comissió
de Cultura 15M, 2011). En estas circunstancias en las que la gestión comunitaria
adquiere un nuevo protagonismo como práctica en el ámbito socio-cultural, es que
situamos el caso de Can Batlló, que ahora analizaremos.
Can Batlló como parte del cooperativismo histórico de Sants
Can Batlló es un complejo industrial textil construido en 1879 y ubicado en el barrio de
La Bordeta (Sants-Montjuic district15). En el s. XIX la actividad industrial de la zona
convirtió a La Bordeta en un barrio de clase trabajadora que desplegó allí
organizaciones orientadas a la protección social (Polanyi, 1989b: 218-219). Las
organizaciones de trabajadores, en su mayoría ligadas al anarquismo, fundaron
asociaciones, cooperativas y Ateneos (Dalmau Torvà, Miró i Acedo, & Marín, 2010).
Esta trayectoria histórica facilitó que en el barrio tuvieran lugar importante eventos
políticos en el s. XX. Durante la transición a la democracia allí se restablecieron algunos
sindicatos y resurgieron con fuerza organizaciones sociales populares (Huertas,
Andreu,& Montané, 1998).16 La actual tradición de economía social en Sants se arraiga
en el movimiento cooperativista que se desarrolló entre finales del s.XIX y hasta el
asalto franquista definitivo a la Segunda República (1931-1939). Durante la II
República se aprobó la primera Ley de cooperativas (1931) que facilitó la consolidación
13
Also known as 15M Movement, so called because Puertadel Sol (Madrid) and Plaça de Catalunya(Barcelona) were
occupied at the end of the demonstrations that took place on 15 May 2011.
14
Además de las iniciativas que ya hemos mencionados (cfr. Pág. 4) cabe señalar el caso de la plataforma Recreant
Cruïlles, un grupo de vecinos del eixample Esquerra que gestiona el Espai Germantes, el Hort Indignat del Poblenou
gestionado por la asamblea social de ese barrio, la plataforma de la La Lleialtat Santsenca en Sants, que se moviliza
por la recuperación de un antiguo Ateneo ligado a la cooperativa del mismo nombre. Fuera de Barcelona, el Centro
social comunitario Luis Buñuel (Zaragoza), La Tabacalera de Lavapiés (Madrid), La casa invisible (Málaga), forman
parte de estas iniciativas.
15
Districts are decentralised territorial and administrative units of Barcelona City Council.
16
In 1964, the trade union ComisionesObreras (linked to the Communist Party – PCE) was founded in Sants. The
anarcho-syndicalist CNT (National Labour Confederation) proscribed during Franco’s dictatorship was re-established
in 1976.
14
de este sector. Con esto, las cooperativas impulsaron los “Servicios Comunales” que
incluían actividades de enseñanza y culturales (Aymerich Cruells, 2008:28, 116) y que
junto con los Ateneos Libertarios, Obreros, Populares y Enciclopédicos, constituyeron
una potente red de instituciones culturales y educativas de gestión colectiva en
Barcelona (Aisa, 2000; Aracil, Rafael; Andreu Mayayo i Artal; Segura & Aisa, 2006;
(Dalmau Torvà et al., 2010) .
A pesar de la interrupción que impuso la dictadura a la expansión del movimiento
cooperativista, Sants se convirtió en un referente en economía social. En las últimas dos
décadas la multiplicación de proyectos dirigidos a difundir el cooperativismo, ilustran
esta configuración económica del barrio que acoge servicios técnicos, de asesoramiento
y financieros para dar soporte a la economía social. Aracoop, Coop 57, el proyecto Barri
Cooperatiu y la incubadora de economía social Coopolis, son ejemplos de ello.17
Contextualizando la emergencia de Can Batlló
La demanda por Can Batlló tiene su origen entre fines de la década del `70 y principios
de la década del ´80 cuando las reivindicaciones de los movimientos sociales urbanos,
como el movimiento de vecinos, focalizaba en el desarrollo de políticas de bienestar. 18
Este foco se ha ido desplazando desde mediados de los años ´90 a acciones destinadas a
confrontar la función e impacto de la cultura en el marco de un modelo de desarrollo
urbano emprendedor. Las acciones del movimiento de okupación (Martinez López,
2001), la creación de la plataforma en contra del Forum Universal de las Culturas en
2004 (Espai en Blanc, 2004) y las tensiones suscitadas entre los artistas de las naves del
barrio del Poblenou durante su reconversión a Distrito Tecnológico y del conocimiento
con el Plan 22@ (Martí-Costa & i. Miquel, 2011), muestran esta tendencia.
En Barcelona, como en otras ciudades españolas y europeas, a partir de 2008 hubo una
refocalización de la protesta en las políticas de bienestar, ahora a causa de los recortes y
de la mercantilización de ciertas dimensiones del bienestar, como es el caso de la
vivienda. El Movimiento del 15M, en 2011, mostró una ampliación del abanico de
reivindicaciones en el marco de un proceso de politización de la vida cotidiana y de
acciones dirigidas a la reapropiación del espacio público (Castañeda, 2012).
17
Aracoop is a public-private programme of advisory services led by the Catalan Department of Enterprises and
Employment. Coop 57 is an ethical financial services cooperative. BarriCooperatiu is a project of documentation of
‘cooperativism’ led by the Catalan Federation of Worker Cooperatives and a cooperative bookshop. Coopolis is a
training and technical services project (based in Can Batlló) driven by cooperative-sector actors and the City Council.
18
Interviews with members of Can Batlló (CB) and FAVB. See also Andreu, 2010.
15
Bajo estas coordenadas, se reactiva la lucha por Can Batlló con la creación en 2009
Plataforma “Can Batlló es para el barrio”. Algunos de sus líderes venían luchando por la
creación de equipamientos en el complejo industrial desde 1976. Esto implica 35 años
de campañas y acciones de protesta y de negociaciones que se intensificarían con la
creación de la Plataforma en 2009 tanto con el Ayuntamiento como con la principal
propietaria del recinto19, la inmobiliaria Gaudir.
En 1976, el Plan General Metropolitano 20 recalifica parte de la superficie del recinto
industrial para la creación de vivienda social, equipamientos y zonas verdes (Plataforma
Can Batlló, 2011). Entre 1976 y 2008 Can Batlló fue objeto de varios emprendimientos
inmobiliarios fallidos. Primero, a causa de un litigio legal entre el Ayuntamiento y la
propiedad privada (El País, 2012); luego porque la crisis paralizó la inversión pública y
privada. Sin embargo, en las entrevistas, los vecinos han insistido en que las dilaciones
del proyecto público en el recinto se deben principalmente a la falta de voluntad política
del Ayuntamiento.21
En 2009 la Plataforma por Can Batlló lanzó la campaña del “Tic-Tac” que fijaba el 11
de junio de 2011 como plazo máximo para que el Ayuntamiento cumpliera con las
exigencias vecinales. De otro modo, los vecinos ocuparían ilegalmente el recinto. Este
anuncio resultó ser una estrategia de presión efectiva, ya que las élites políticas querían
evitar un escenario de conflicto durante la campaña electoral. 22
Fuentes primarias y secundarias
23
han reforzado el argumento de que los
acontecimientos socio-económicos y políticos que estaban teniendo lugar a diversas
escalas territoriales (local, regional, estatal, global) establecieron las condiciones para la
concreción del Centro Socio-cultural Can Batlló. A nivel local, tras las elecciones
municipales de mayo de 2011, el Partido Socialista Catalán dejaba el gobierno después
de 32 años para traspasar el poder a la coalición nacionalista conservadora
Convergencia I Unió (CiU) que en consonancia con el gobierno autonómico del mismo
signo político, anunciaba recortes significativos en el sistema de bienestar local.
19
The Can Batlló area covers 81,000 m2 (Huertas, Andreu, &Montané, 1998) in a well-located zone of Barcelona.
20
http://www.numamb.cat/
21
Interviews with members of CB and Sants Social Center (CCS)
22
Interviews with members of CB and CCS
23
Interviews with members of CB and managers and politicians of City Council.
16
El cambio político en el Ayuntamiento y la visibilidad global de las reacciones frente a
los recortes al bienestar, promovieron una nueva coyuntura en la que tanto los políticos
salientes como los entrantes transitaban un momento de debilidad y deslegitimación,
mientras que desde las calles, Plataformas como Can Batlló aumentaban su capacidad
socio-política y de movilización (Diani, 2001; Moulaert, 2010).
El Partido Socialista Catalán, sólo tres semanas antes de dejar el gobierno, decidió
atender las demandas de los vecinos y les cedió parte del recinto. El bloque 11, la
primera nave cedida, abrió sus puertas el 11 de junio de 2011.
En octubre de 2011, los representantes legales de la Plataforma (La Asociación de
Vecinos de La Bordeta y el Centro Social de Sants) firmaron un acuerdo provisional
(Ajuntament de Barcelona, 2011a) que garantizaba el uso de 1.500 m2 del recinto
(Ajuntament de Barcelona, 2011b). Desde ese momento, la comisión de negociación de
Can Batlló ha continuado en negociaciones con el Ayuntamiento que han resultado en la
cesión de nuevos espacios24.
CAN BATLLÓ AS A MEANS TO SATISFY SOCIAL NEEDS, CHANGE SOCIAL
RELATIONS, AND BOOST EMPOWERMENT
Satisfying needs
The content-production dimension of SI involves the satisfaction of human needs. But
what kind of needs does SI involve and which of them is Can Batlló seeking to satisfy?
As the data presented above show, social movements have been moving away from
redistributive claims and towards recognition and diversity issues (Moulaert, 2010).
Dealing with this post-modernist differentiation between material and post-material
needs is difficult since both are strongly interlinked in the context of the retrenchment
of the welfare state. Following this argument, Martinelli (2013) has outlined SI
categories geared towards different types of needs: initiatives addressing basic material
needs (employment, housing, social services), existential needs (recognition, selfrealisation, citizenship), or the achievement of more democratic governance processes
and structures (less authoritarian decision-making processes, less bureaucratic and
standardised delivery of social services).
24
Cfr. http://www.elperiodico.com/es/noticias/barcelona/entidades-vecinos-logran-locales-can-batllo2338397
17
Taking these categories as interdependent and temporally conditioned, we have
observed that Can Batlló is geared towards different categories and subcategories with
different levels of commitment in socio-cultural services. Let us present our findings.
Building an alternative socio-cultural agenda
The cultural practices promoted in Can Batlló embody a broad and participative notion
of culture. This means culture as a social and daily practice as well as a dimension of
social agency (Williams, 1980, 2001; Willis, 1990). Adopting this view, activities are
intended to cover material, existential, and democratic needs. Within the socio-cultural
field we have grouped together the following initiatives. 25
Firstly, Woodwork (a training and employment project that provides internal and
external repair and maintenance services), the Arcadia School (an education cooperative
that will open in 2018), and the Library (including reading groups) are mainly geared
towards material needs.
A second group of initiatives mainly addresses existential needs. In this area we find all
of the artistic activities: the audio-visual lab, the space for musical creation, the visual
arts workshops, and printing and serigraphy workshops. The elements that emerge from
these spaces of production and other related activities (exhibitions, concerts, and film
series) form a countercultural programmein the city.
Finally, among the initiatives geared towards achieving more democratic governance,
we include activities specifically addressed to promoting debate, human interaction, and
collective organisation. These activities take place in spaces such as the Green Zone
(vegetable
garden),
the
Intergenerational
Meeting
Point
(bar,
leisure,
and
meetingspace), and the Conference Room (a multipurpose space for performances,
expositions, workshops, conferences, popular celebrations, and ‘barter’ markets).
However, we can argue that the last category is transversal and indeed shapes the others.
With regard to the first group, the Arcadia project seeks more democratic governance in
the educational field since neither the state nor the market offer a person-centred and
participative educational model. In relation to the second group, the artistic initiatives
25
We have collected the data on the initiatives we refer to through observation and interviews with the members of
the activities commissions, and by visiting the blog of CB: canbatllo.wordpress.com.
18
challenge production and consumer patterns:the activities seek to blur the boundaries
between professional and amateur artists and between young and elderly consumers.
Considering the case of Civic Centres, we see that Can Batlló emerges as a provider of
services that the City Council could not provide in the socio-cultural field in terms of
participation and culturalprogramming. At the same time, the cultural activities in Can
Batlló are establishing an alternative notion of creativity as a non-competitive,
collective, and socially transformative process (Borén & Young, 2013).
Considering the initiatives as a whole, we can argue that, currently, the aim of achieving
more democratic governance predominates and is especially evident in organisation and
decision making in Can Batlló. That is why we will focus now on theseelements as a
means to study the process and empowerment dimensions of the Centre.
Changing social relations
Regarding the case study, the process dimension involves changes in social and power
relations at two levels:firstly, in the governance model, i.e., the organisational structure
and decision-making processes in Can Batlló;secondly, in terms of its relationship with
the City Council and its capacity to influence governance in the socio-cultural field.
governance model and decision making
Can Batlló’s governance model 26 is influenced by the cooperative tradition of the
neighbourhood and by organisational and decision-making practices from the social
movements, especially in the recent history of urban activism (Castañeda, 2012; Mayer,
2013), but also by the lessons learned regarding the institutional participation system
(see page 4). The accumulation of these experiences has resulted in a model that mixes
mechanisms that promote participation from both individuals and associations as well as
different levels of commitment (Asamblea Can Batlló, 2012; Plataforma Can Batlló,
2013).
The main deliberative and decision-making organism is the Assembly which has a
regular meetings schedule. In addition, each activity, space, or project in Can Batlló has
a specific commission or group of collaborators. These organisational and participatory
channels allow flexibility in the meetingsschedule, which allows anadaptablelevel of
26
Observation and interviews (members of commissions and groups and neighbours with a regular presence in the
Assembly).
19
commitment.Finally, the Coordination Commission is a transversal mechanism aimed at
promoting the interplay between decision making and executive functions.
This flexible participatory architecture is geared towards counterbalancingthe uneven
conditions of participants sotheycanbe effectively involved in the decision-making
processes at different levels. At the same time, the model seeks to balance power
relations between the collective actors and individuals as well as to avoid divorcing
decision making from executive tasks, something which prevails in the institutional
participation system (Amoros, 1996).
In the field of socio-economic practices, Can Batlló is in line with the social economy.
Regarding funding, the Centre defends its financial autonomy from the state 27 in order
to preserve autonomy in general and to promote relations of equality with the public
sector. This means putting into practice a ‘livelihood economy’ based on dynamics of
redistribution and reciprocity (Polanyi, Arensberg, & Pearson, 1976). And this in turn
means that the spaces of knowledge production, services, and products cooperate to
sustain Can Batlló. It is still early to know to what extent this socio-economic practice
based on principles of autarchy (Polanyi et al., 1976) can foster a significant change in
social relations. Nevertheless, we can say that Can Batlló is operating as a small
laboratory in this sense and as an alternative think-tank in favour of the economy as a
socially embedded practice (Polanyi, 1989b).
Can Batlló’s role in governance in the socio-cultural field
Until 2011, the governance model of the socio-cultural field tended to be impermeable
for civil society. Although local administrations included forms of participative
management of socio-cultural facilities such as the Civic Centres (Sánchez Belando,
2015b), since the decentralisation process was linked to state restructuring during the
1990s this model has presented several limits to participation. Nevertheless, we found
some cases of partnerships (civil society associations and the City Council) where
grassroots associations have a central role in decision making: the centre of circus arts
Ateneo Popular NouBarris (AP9B)28is co-managed by a civil society association and the
Cotxeres de Sants Civic Centre (CCCS) is co-managed by a federation of grassroots
27
Regarding support from the state, Can Batlló receives financial resources for infrastructure maintenance, basic
services (water, electricity), and for paying four salaries through a social insertion programme.
28
While the AP9B is geared towards young people (interview the economic manager of AP9B) Cotxeres is more so
for middle-aged and elderly people (Interview with the Director of the Centre)
20
organisations in the neighbourhood of Hostafrancs in Sants. Within the socio-cultural
field, both experiences have demonstrated29 a more balanced distribution of power
between the administration and the social organisations involved, as well as a stronger
commitment to the needs of the local context (Sánchez Belando, 2015b).
We think that in these cases the historical context of emergence and the neighbourhoods
where centres are established operate as key elements in their trajectory. AP9B is an
outcome of local struggles in the late 1970s and CCCS has had a central role in the
resistance of social organisations against outsourcing in the early 1990s. Furthermore,
both are located in working class neighbourhoods with a dense social organisations
network and a tradition of activism.
Though there are points in common between Can Batlló and these Centres regarding the
processes that led them to public-civil society partnerships (the actions of the
Neighbourhood Movement and a strong social organisations network), we have
observed that the relations and agreements with local government are shaped by other
elements: the current context of welfare retrenchment, the learning acquired from urban
activism in recent years (the 15M), and the social, cultural, and symbolic capital
(Bourdieu, 1988) that the Can Batlló Platform has accumulated throughout its trajectory
as a collective actor but also through the expertise of its leading members in different
fields (arts, architecture, social economy, education, sociology) and the previous
activist30 experiences of its members.
These factors have provided favourable conditions for achieving the objectives of the
Platform and for establishing a fluid and non-conflictive relationship during the
negotiation of central issues with the City Council: firstly, the agreement to use the
space (with the PSC leaving power); secondly, public support for basic maintenance and
services and the autonomy to develop the project (with CiU in power). We have
observed that the agreement was possible because of the skills of the members in
negotiating and planning the future of Can Batlló, but also because at that time the City
Council did not have economic resources or any plan for Can Batlló. With the victory of
CiU the relationship continues in the same vein since the claim for autonomy (translated
into less economic commitment from the City Council) fits well with the coalition’s
29
Interviews with members of grasroot organization “Secretariado de Asociaciones de Sants”; Civic Centre managers
and public managers from the cultural administration of Barcelona (ICUB)
30
In squatting, feminist, or anti-globalisation movements, among others (interviews with members of CB).
21
conservative programme and its position in relation to community-management.
Therefore, we must pay attention to Can Batlló model’s ability to be sustainable
considering the correlation between autonomy and equality of access in the current
funding context and laissez-faire relations that CiU fosters.31
Boosting empowerment
The empowerment dimension involves increasing socio-political potential and access to
the resources needed to enhance rights to satisfy human needs and to facilitate
participation. The limited time for which Can Batlló has been active and the scale of the
experience require the reformulation ofthis dimension. Following Martinelli(Martinelli,
2013)we will consider empowerment as enhancing the capability of groups to act
through knowledge, recognition, and voice or power. In this line, we focus, firstly, on
the initial phase of Can Batlló (the period of mobilisation) and its impact on
spurringother socially innovative cases. Secondly, we will look at the potential and
limits of Can Batlló when it comes to articulating these experiences in order to
encourage a counter-movement (Polanyi, 1989a, 1989b) (collective social reaction and
institutionalisation of claims) against prevalent market-oriented policies in the cultural
field.
During the mobilisation phase (2009-2011), the Can Batlló Platform implemented the
Tic-Tac Can Batlló campaign (see page 8), which consisted of awareness-raising around
the issue and civil society engagement. The occupation of public space with banners
with the slogan ‘On 11 June 2011 we enter Can Batlló’ and the campaign’s presence in
counter-information networks and mass media 32were due to the involvement of diverse
collective actors from Sants (squatters, neighbourhood and cooperative movements, and
‘artivists’).The networks and resources of the Platform (see page 11) have also helped it
to gain increasing social legitimacy and to develop its own original voice. This has
come about through the mobilisation of collective creativity and popular cultural icons
during the final countdown and in the last large-scale demonstration 33 on Can
31
The City Council does not have a fixed annual budget for CB. Public economic support is flexible and depends on
negotiations (interview with the politician responsible for the District of Sants and with members of CB).
32
From 1999 to 2011, national and local newspapers and magazines published several articles about Can Batlló,
many of them by recognised experts in urban planning.
33
See Eroles Palacios, 2014.
22
Batlló’sentry on 11June.34 The Tic-Tac campaign was taken as a repertoire of collective
action (Tilly, 2002) by other organisations with similar objectives, such as
AteneoL’Harmonia (2014) and La Flor de Maig (2012).
The socially innovative strategies used by Can Batlló have enhanced its ability to act in
its immediate context as well in other neighbourhoods of the city: firstly, by opening
negotiations with the City Council in order to obtain spaces for community uses (empty
lots and other socio-cultural centres);secondly, by providing knowledge and information
to social organisations about relevant technical and legal aspects during these
negotiations as well as about the daily construction of the management model 35 . A
significant outcome of the process of Can Batlló was to encourage the organisation and
articulation of the voices of other social organisations and platforms to negotiate with
the City Council on the modification of the regulation of participatory management,
although the results of the negotiations have not fully met the claims of social
organisations who have considered responses to be merely cosmetic. 36With regard to
this, the interviews 37 reflect CiU’s ambiguous position in relation to communitymanagement . On the one hand, CiU rejects the principles of autonomy of communitymanagement in the political sphere and, on the other hand, encourages autonomy in the
economic sphere. The conservative party prefers to talk about ‘civic management’,
which in practice means a model of outsourcing to social organisations based on
voluntary work and the restrictive regulation of the political dimension of participation.
This position operates as a significant limit to the institutionalisation of communitymanagement . Nevertheless, the struggle is now underway.
CONCLUSIONS
In this paper we have explored the nature of socially innovative strategies and their
capacity to counterbalance the market-based approach of creative city policies by
studying the case of the community-driven initiative Can Batlló. We haveargued that
social innovationis the expression of asocial protection movementthat aims to confront
and overcome the effects of market rationale in urban cultural affairs which has
accelerated since 2008.
34
Interviews in CB and exploration of the Centre’s documentary sources.
35
Many social and educational organisations visit CB to learn about its model.
Last April, the City Council, after many negotiations, approved a new regulation in this field. Interviews with
members of AP9B, PGC, and thespecialist responsible forthe City Council’s Department for Participation).
37
Interviews with political leaders of the districts of Sants, SantAndreu, and SantMartí,all governed by CiU.
36
23
We have found that the case examined operates in the three dimensions of social
innovation. Regarding the content-production dimension,CanBatlló satisfies needs that
neither the state nor the market provide for. The provision of a space and resources for
social creativity, the role of the cultural programmein the diversification of cultural
production and consumption in Barcelona,and participation as a transversal issue all
challenge and go beyond the creative city approach. We can also say that within the
content dimension, Can Batlló is a means to counterbalance the creative city model
from the bottom-up. Nevertheless, we consider the predominance of a highly educated
local populationin the activities as a failure in the project’s ability to ensure equality of
access.
The case study revealsthestrengthof socio-historical factors in social innovation
trajectories and outcomes. In the case of Can Batlló, among the influences of different
social movements, we mustalso highlight the impact of the cooperative movement at the
level of discourse and practice. This has shapedboth the process and empowerment
dimensions of the project. We have found that Can Batlló’s governance model is based
on dynamics of redistribution and reciprocity and that the mechanisms of participation
are effective at the level of deliberation and decision making. These features promote
solidarity and cooperative and power-balanced social relations at the scale of the
organisational structure.
Nevertheless, we have identifiedlimitstoCanBatlló’s influence at the scale of the city’s
governance model in the socio-cultural field. In this regard, we have shown how the
relationships and the flexible and precarious agreement between Can Batlló and the City
Council are influenced by regressive elements: welfare cutbacks and the liberal agenda
of the coalition (CiU) governing Barcelona (2011-2015). In this context, the autonomist
position of Can Batlló fits with the laissez-faire method of CiU regarding the limited
economic commitment of the public sector. It is therefore important to follow the
evolution of community-management initiatives in order to study theircapacity to be
sustainable without sacrificing their autonomy and ensuring equality of access in a
context of redistributive policy retrenchment. In this sense, community-management
could be a double-edged sword for the social justice and increased democracythat these
initiatives defend.
24
The role of Can Batlló in driving a social protection movement must be assessed
considering the other socially innovative practices that have emerged in recent years in
the city. The case study has shown its capacity to articulate social voices and enhance
the mobilisation, organization, and actions of social organisations and civil society in
order to demandand negotiate with the City Council for less market-oriented and more
democratic conditions in the governance of the socio-cultural field. In this sense, we can
say that Can Batlló operates as a leading voice against the market rationale of the
creative city. The possibilities and capacity of these experiences to institutionalise
transformations that are still in the development phase remain to be seen. And we have
yet to explore the evolution of these experiences in the new political context that has
emerged withthe arrival of theleft-wingplatformBarcelonaEnComú to local government.
This platformclaimsa friendly disposition towards these kinds of initiatives, but at the
same time defends the necessary role of the state in ensuring social equality.
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