Business networking para la sociedad. El impacto de las las redes de las elites empresariales en la desigualdad de ingreso Borrador. Por favor, no circular ni citar sin el permiso del autor Julián Cárdenas Freie Universität Berlin [email protected] www.networksprovidehappiness.com Abstract ¿Cómo impactan las redes de las elites empresariales en la desigualdad del ingreso de los países? La literatura sobre redes de las elites empresariales ha estado enfocado en describir y explicar la organización social de las elites, y menos en analizar los impactos de estas redes en asuntos macrosociales como la desigualdad del ingreso. Por otro lado, los estudios sobre desigualdad o bien han culpado a las elites empresariales de la inequidad o bien las han ignorado. En la presente investigación nos enfocamos en cómo la las redes de las elites empresariales ayudan a entender la desigualdad del ingreso en varios países. Específicamente, este artículo 1) analiza las redes de las elites empresariales mediante interlocking directorates en 5 países del América Latina, y 2) desarrolla un modelo relacional que enlaza las redes de las elites empresariales y desigualdades de ingresos. Los resultados muestran que bajo ciertas condiciones, cuanto más cohesionadas están las redes de las empresariales mayor distribución del ingreso hay. El business networking de las elites empresariales puede tener un efecto positivo en la sociedad. Palabras claves: redes de las elites empresariales, desigualdad de ingreso, interlocking directorates, América Latina Introducción Las elites empresariales son indispensables e inevitables en cada sociedad. En cada comunidad, ciudad o país existen unas elites económicas, que suelen ser la causa al tiempo que la solución a los grandes problemas sociales. El largo y complejo camino desde que las elites toman decisiones en los consejos de administración de las grandes empresas hasta que se produce un resultado o cambio social hace que se haya infraestudiado empíricamente el papel de las elites empresariales en asuntos como la pobreza o desigualdad. Se han establecido correlaciones pero pocos modelos relacionales sobre cómo y dónde impactan socialmente las elites empresariales. Mientras que popularmente se culpa a las elites económicas de los males de la sociedad, las teorías para explicar los impactos sociales de las elites son escasas. Las teorías clásicas de las elites (elitismo) enfatizan que la voluntad de la elite se impone sobre la masa o sociedad, es decir, debido al control de recursos estratégicos, la unidad o las redes que mantienen una minoría se aseguran la influencia sobre la mayoría (Michels, 1915; Mills, 1956; Mosca, 1939; Pareto, 1968). Sin embargo, estos textos y los que les siguieron en las décadas de 1980 y 1990 sobre las elites se han concentrado más en las características y organización interna (Hartmann, 2006; Scott, 1990; Useem, 1984) y menos en cómo se relacionan las elites con la sociedad o cómo impactan sus estructuras en los designios de la población. Las elites impactan en el desarrollo, según DiCaprio (2012), a través de sus decisiones sobre la asignación de recursos (a quién se distribuyen los recursos generados), sobre la producción y tecnología (qué se produce y cómo se produce), sobre la información (qué se conoce y cómo se enmarca) y sobre el diseño e implementación de instituciones (cuáles son las normas o reglas de juego). Si estas estructuras o canales de influencia son usados para beneficio social o particular varía según los países y también según el momento del tiempo. El reto de los que investigamos las elites empresariales es identificar y comprender cómo impactan las elites en la sociedad y proveer marcos analíticos para relacionar a las elites empresariales con los asuntos centrales de la sociedad como la desigualdad. En esta investigación prestamos atención a las redes que establecen las elites entre sí ya pueden ser el origen o antecedente por el cual se fomentan un tipo u otro de instituciones (reglas de juego), y el mecanismo que genera o desalienta los incentivos para que las elites persigan intereses colectivos y sociales. Los análisis sobre redes de elites empresariales, analizando los enlaces directivos o interlocking directorates, han mostrado la fuerza condicionante de las redes en la adopción de prácticas empresariales, comportamientos políticos e incluso reacciones a las protestas anticorporativas (Banerjee and Burroway, 2015; Davis, 1991; Haunschild, 1993; Mizruchi, 1992). Pero al involucrar las redes de las elites empresariales a las personas y empresas con más poder e influencia, el efecto social de estas redes es mayor y afecta a más allá del sector empresarial. Cómo se relacionan entre sí las elites empresariales puede tener un impacto sobre asuntos macrosociales como la desigualdad. Mientras que la mayoría de los estudios sobre desigualdades se enfocan en analizar las clases con menos ingresos, una nueva ola de investigaciones se aproximan al problema desde arriba (Acemoglu and Robinson, 2012; Amsden et al., 2012; Piketty, 2014). El alto y creciente interés en estudiar las desigualdades sociales también ha puesto de manifiesto que quedan varios aspectos por resolver y explicar, y nuestra aportación es incluir a las redes de las elites en la discusión sobre desigualdad en los países. El objetivo de esta investigación es analizar el impacto de las redes de las elites empresariales en la desigualdad de ingreso. Para alcanzar este objetivo analizamos las redes de interlocking directorates en cinco países, los indicadores de desigualdad de ingreso y desarrollamos un modelo relacional que relacione a las elites empresariales con la desigualdad de ingreso. Las economías de América Latina son una excelente oportunidad para explorar la relación entre las redes de las elites empresariales y la desigualdad de ingreso ya presentan una serie de características aparentemente conflictivas y paradojas: desde el año 2000 se ha reducido la desigualdad (World Bank, 2015), aunque el porcentaje de ingresos controlado por el 1% más rico de la población es más alto que en ningún lugar del mundo (Alvaredo et al., 2015); los grandes grupos empresariales familiares dominan la economía aunque hay una alta presencia de multinacionales europeas y norteamericanas (Schneider, 2009); se ha aumentado el comercio intrarregional (CEPAL, 2014) pero existen escasos enlaces directivos regionales entre las grandes empresas (Cárdenas, 2015); se consolidan las democracias pero hay altas tasas de corrupción política (CIA, 2013). El papel que juegan las redes de las elites empresariales en el desarrollo de instituciones que impacten en la desigualdad de ingreso también puede ayudar a entender la complejidad de los países latinoamericanos y cuándo y por qué algunas elites son más sociales que otras. Redes de las elites empresariales Las redes de las elites empresariales son el conjunto de relaciones estables que tejen las grandes empresas y las personas que las dirigen y gobiernan. La posición que provee oportunidades directas de dirigir y gobernar las empresas son los consejos de administración (también denominados en algunos países juntas directivas o directorios). Cuando un directivo (o consejero) se sienta simultáneamente en varios consejos de administración crea enlaces entre las empresas de pertenencia. El conjunto de enlaces entre las grandes empresas y directivos múltiples forman redes empresariales, son las llamadas redes de interlocking directorates o redes de las elites empresariales (corporate elite networks). Por más de un siglo se ha demostrado que las redes de las elites empresariales generan cohesión social, control, comunicación, colusión, legitimidad (Jeidels, 1905; Mizruchi, 1996) y son una aproximación (proxy) para estudiar la organización social de las elites empresariales, ya que ofrecen un mapa relacional de las oportunidades y limitaciones de acción colectiva, coordinación, autonomía y control social de las elites (Carroll, 2004; Domhoff, 2009; Rodríguez, 2003; Scott, 1985). A pesar que podamos pensar que las grandes empresas y sus elites hacen y deshacen según su voluntad, las redes que tejen sus directores y propietarios generan estructuras relacionales que condicionan el comportamiento de las elites y el entorno económico en el que vivimos. Cómo se enredan las elites empresariales ha posibilitado entender el tipo de organización económica o capitalismo del país (Cárdenas, 2014; Windolf, 2002), la relación entre elites económicas y políticas (Camp, 2006; Heemskerk et al., 2012), los antecedentes históricos (David and Westerhuis, 2014), la extensión de los negocios familiares (Lester and Cannella, 2006), las relaciones internacionales (Carroll and Fennema, 2002; Rodríguez et al., 2006), la separación entre la propiedad y el control de las empresas (Auvray and Brossard, 2013), y las diferentes estructuras de poder entre los países (Cárdenas, 2012a), entre otros asuntos. Los análisis comparativos entre países señalan que hay economías donde las elites forman redes muy cohesionadas, por ejemplo Italia o México, mientras que en otras configuran redes dispersas o fragmentadas, por ejemplo Reino Unido o Colombia (Cárdenas, 2012a, 2016; Scott, 1991a; Stokman et al., 1985; Windolf, 2002). Varios estudios se han enfocado en explicar las causas del grado de unión o desunión de las redes, y también por qué se crean o destruyen los interlocking directorates (Cárdenas, 2012b; Caswell, 1984; Mizruchi, 1996; Ornstein, 1984; Windolf, 2009). Llama la atención que los análisis se han centrado más en describir el estado, contexto y causas de las redes de las elites empresariales, que en analizar los impactos o consecuencias. La literatura en gerencia empresarial (management) sí se ha interesado en estudiar las consecuencias de las redes de las elites empresariales, pero obviamente más preocupada en analizar temas gerenciales como la adopción de estrategias empresariales (Davis, 1991; Haunschild, 1993) y sobre todo el rendimiento de las empresas (performance) (O’Hagan, 2015; Wincent et al., 2010). La relación entre redes de interlocking directorates y comportamiento político de las empresas ha sido analizada mediante las contribuciones a las campañas electorales (Mizruchi, 1992; Murray, 2014) y la pertenencia de directivos a grupos de planeación política (Carroll and Carson, 2003). Mediante la identificación de la participación de los directivos fuera de los consejos de administración o co-pertenencia de los directivos (boardroom) a organizaciones sin ánimo de lucro, universidades o asociaciones profesionales, se ha tratado de medir la implicación social de las elites empresariales (Barnes, 2015; Marquis et al., 2013) Sin embargo, la relación entre las redes de las elites empresariales y asuntos macrosociales es muy poco estudiada, lo cual deja en incógnita el impacto de las redes de las elites empresariales en la sociedad. Impactos de las elites empresariales en la sociedad En tanto las elites empresariales tienen vías de acceso a las elites políticas y las grandes empresas son las que controlan los medios de producción, capitalizan el comercio exterior y son los principales agentes de creación de empleo en muchas economías, su efecto sobre asuntos sociales es elevado, o incluso desproporcionado. La crisis financiera de 2008, originada por la concesión de hipotecas subprime de alto riesgo de impago por bancos norteamericanos y acrecentada por la compra y venta de estos títulos de deudas en el mercado financiero, es un claro ejemplo de cómo las decisiones de las elites empresariales y sus estructuras tienen un efecto mayúsculo sobre asuntos sociales como la desigualdad. Gilens (2012) evidencia, tras analizar 1779 políticas en un periodo de más de 20 años en EEUU, que las elites económicas y los grupos que representan a las empresas tienen una influencia independiente en la política de EEUU, mientras que los grupos que representan a los ciudadanos medios o pobres tienen mínima o nula influencia. Las preferencias de las elites económicas (opulentos (affluents) en palabras de Gilens) se corresponden con las políticas aprobadas aunque vayan en contra de las preferencias de la mayoría de ciudadanos. Esto evidencia que la desigualdad económica, además de impactar en la democracia, puede estar originada por las acciones y redes de las elites empresariales y políticas. Las redes que forman las elites empresariales entre crean un marco institucional que puede incidir en el tipo de políticas o legislaciones que se aprueban. En su estudio de las transiciones hacia la democracia en la Europa del Este, Schoenman (2014) muestra que el tipo de redes formadas por las elites políticas y empresariales condicionó el tipo de instituciones de mercado que se crearon. En países como Polonia donde las elites políticas y empresariales forman entre sí redes amplias emergieron instituciones que beneficiaron a ambos y garantizaron el desarrollo de las economías. En cambio, en países como Hungría o Rumania donde las elites no estaban ampliamente interconectadas, el desarrollo de las instituciones de mercado fue sesgado y benefició a un reducido grupo sobre el bien colectivo. El interés por estudiar la relación entre las elites y el desarrollo de las naciones ha crecido desde la década del 2010 y se ha preocupado por señalar cuándo las elites favorecen el desarrollo y qué tipo de elites son pro-desarrollo y cuáles son depredadoras o extractivas. Acemoglu y Robinson (2012) señalan que hay elites que mantienen instituciones extractivas, las cuales están diseñadas para extirpar las riquezas de un sector de la sociedad para beneficio personal, lo cual explica el fracaso o subdesarrollo de algunas naciones. En cambio, las instituciones inclusivas son aquellas que permiten y alientan la participación de la mayoría de las personas en actividades económicas y políticas, y favorecen el crecimiento y desarrollo de los países. Esta famosa teoría pone en el centro del análisis a las instituciones o reglas de juego, las cuales condicionan la desigualdad social dentro de los países. Otro aspecto para entender la relación entre elites y desarrollo son los incentivos. DiCaprio (2012) argüye que las elites pro-desarrollo, aquellas que alinean sus objetivos con los objetivos generales y el bienestar social, contribuyen al desarrollo porque encuentran incentivos en ello. Según la autora, para que las elites jueguen un papel positivo en el desarrollo se deben crear incentivos que las lleven a buscar el beneficio social, por sí solas o naturalmente no será. El propósito debería ser identificar estos incentivos y crearlos si se pretende que las elites se orienten al desarrollo y no a la extracción, señalan Amsden y DiCaprio (2012). La incógnita que no resuelven ni Acemoglu y Robinson (2012) ni Amsden y DiCaprio (2012) es qué papel juegan las redes de las elites empresariales en el surgimiento de las instituciones o incentivos para que las elites contribuyen al desarrollo o beneficio social. La conectividad y estabilidad de las redes crea normas y reglas de juego (White, 1981), al tiempo que crea una estructura de oportunidades y constricciones (Wellman, 1988). Por ello, las redes de las elites empresariales pueden ser el origen o antecedente por el cual se fomentan un tipo u otro de instituciones y el generador o desalentador de los incentivos para que las elites persigan intereses colectivos y sociales. Por ejemplo, una red de empresarios muy cohesionada y compacta puede generar oportunidades de acción colectiva. Si esta acción colectiva se traduce en la emergencia de instituciones que garanticen su estabilidad, al tiempo que el crecimiento económico, la democracia y la incorporación de sectores de la población al mercado, ello pueden impactar en una reducción de las desigualdades sociales. Pero para comprender este camino de relaciones o trazado de procesos que ocurre entre las redes de las elites empresariales y la desigualdad son necesarios marcos teóricos y analíticos que señalen por qué se forman redes y qué generan, como el institucionalismo sociológico y la teoría de la juegos. Por un lado, los estudios de la corriente más institucionalista, especialmente sobre organizaciones, ven las redes como conductos por los que se difunden las prácticas y normas (DiMaggio and Powell, 1983; Meyer and Rowan, 1977). Por otro lado, los estudios más basados en redes, consideran que las prácticas institucionales se crean de las pautas relacionales, por ejemplo, las empresas que tienen enlaces directivos entre sí adoptan prácticas similares de comportamiento (Mizruchi, 1992). Una visión más integradora, defendida por Owen-Smith y Powell (2008), señala que las redes e instituciones se forman mutuamente y que para entender los sistemas sociales y económicos es necesario prestar atención simultáneamente a las redes y las instituciones. A través de las redes los participantes dan sentido a su acción, y las lógicas institucionales hacen a las redes más eficaces. La redes de las elites empresariales fomentan instituciones (reglas de juego) que regulan su propio comportamiento y que las puedan hacer más fuertes y competitivas, y así reforzar la estabilidad de las propias redes. Pero, además de las estructuras de redes, es necesario que los actores implicados, en este caso las elites decidan usar las estructuras para cooperar. La aplicación de la teoría de juegos para interpretar la formación y características de las redes empresariales permite discernir cuándo las elites cooperan o no-cooperan. La teoría de juegos es un marco matemático que provee modelos para estudiar interacciones estratégicas en estructuras de incentivos y llevar a cabo decisiones de cooperación o no-cooperación entre agentes autónomos, inteligentes y racionales. Las redes de las elites empresariales están compuestas de actores en principio autónomos (agentes) y se forman a partir de un gran número de decisiones racionales e individuales. Especialmente en el sector empresarial y económico, estos actores buscan optimizar sus objetivos, tienen comportamiento estratégico y están interesados en maximizar los beneficios (payoff) de las interacciones en las que participan. Las redes son un medio para alcanzar objetivos estratégicos. La teoría de juegos aplicada al análisis de redes permite comprender los incentivos de los actores a formar redes y qué tipo de redes se formará que satisfaga los intereses de los actores (Jackson, 2010; Narahari et al., 2010). Por ejemplo, si la empresa convive en la red cohesionada y se plantea una interacción de inversión conjunta, es más probable que la decisión de la empresa sea a cooperar ya que las posibilidades de otros de no-cooperar serán menores. Está más allá del alcance de este artículo probar matemáticamente todas las posibilidades de cooperación o no-cooperación de los agentes y profundizar en la red óptima, pero la aproximación de la teoría de juegos ayuda en esta investigación a comprender los incentivos de formar redes para las elites empresariales, y en estudiar cuándo los agentes deciden cooperar y cuándo no-cooperar. La cohesión de las redes de las elites empresariales La cohesión es la propiedad de la red que más puede ayudar a entender la posibilidad de cooperación o no-cooperación y la que tiene la posibilidad de generar instituciones. Esta propiedad de la red indica el grado de conectividad, integración, compacidad y multiplicidad de las relaciones. Una red es altamente cohesionada cuando tiene alta densidad, pocos nodos aislados, distancias cortos entre los nodos y enlaces intensos. Redes cohesionadas fomentan la movilización de recursos para acciones colectivas (Granovetter, 2005), más participación de los actores (Krackhardt, 1992), transferencia eficaz de información (Haunschild and Beckman, 1998), reducción de los costes de transacción (Granovetter, 1985), similitud de comportamiento (Mizruchi, 1992), adopción de percepciones comunes (Christakis and Fowler, 2007) e incluso pueden aumentar la legitimidad de las acciones. También la cohesión de las redes promueve cierre y control social (Burt, 2005; Coleman, 1988; Gargiulo and Benassi, 2000), es decir, más normativización de los que es correcto y eficiente. Por tanto, en las redes cohesionadas habrá más facilidad de aceptación y acuerdo, sobre todo si las decisiones son útiles o beneficiosas para el colectivo, generando más legitimidad y apoyo, y así incentivos a la cooperación. Los incentivos para crear instituciones que beneficien al colectivo, por encima de lo individual, son mayores en redes cohesionadas. Si una red tiene muchos e intensos enlaces, la red cohesionada se convierte en una fuente de control, articulación de intereses y coordinación, que puede incentivar la cooperación entre agentes racionales. En cambio, las redes dispersas o fragmentadas favorecen la autonomía e incentivan la persecución de intereses particulares, y por tanto de instituciones que mantengan los beneficios personales. En redes dispersas o fragmentadas es más difícil y costosa la cooperación, el riesgo de free-readers es mayor al no haber redes de control, y por tanto, hay menos posibilidades de buscar bienes colectivos, por lo que los actores optan por la no-cooperación para su supervivencia y maximización de ganancias. El debate sobre si las elites empresariales se organizan de forma cohesionada o dispersa no es solo una discusión sobre la organización interna de las elites, es también una vía para interpretar las capacidades que tienen las elites de influir sobre el resto de la población. En un estudio basado en EEUU, (Mizruchi, 2013) señala que el poder se ha fracturado, lo cual lleva a un desentendimiento de las elites empresariales de los problemas del país como la estabilidad económica, inflación, el sistema de salud o la política exterior. Cuando las elites empresariales se organizan de forma unida y concentrada son más capaces de emprender acciones colectivas que afectan al conjunto de la sociedad, algo más improbable si actúan en solitario o en grupos reducidos. De los posibles impactos sociales de las redes de las elites empresariales nos centramos en la desigualdad de ingreso, ya que es una de las principales preocupaciones en las economías emergentes y la investigación en ciencias sociales. Aunque solo el 1% de los encuestados en el Latinobarómetro (2015) señala la distribución del ingreso como el principal problema del país, las importantes consecuencias de la desigualdad de ingreso en asuntos como la criminalidad, felicidad, salud y desarrollo (Wilkinson, 2002), han conducido a un interés por analizar sus determinantes. Los estudios sobre desigualdad, cada vez más crecientes, han abordado el análisis de sus determinantes desde múltiples facetas y ángulos, aunque en pocos se destacan los efectos de la organización social de las elites empresariales. O bien se menciona por encima el papel de las elites empresariales o se ignora su incidencia. La presente investigación busca aportar a la discusión de elites empresariales y sociedad mediante el análisis de la relación entre las redes de interlocking directorates y la desigualdad de ingreso. Redes de las elites empresariales y desigualdad del ingreso Los estudios sobre los determinantes de la desigualdad de ingreso y la redistribución del ingreso en análisis comparativos entre países han apuntado sobre todo al crecimiento económico, estabilidad de los salarios, educación y tecnología (Kuznets, 1963; Psacharopoulos and Patrinos, 2004), la democracia (Albertus and Menaldo, 2014; Boix, 2003), la política fiscal (Cornia, 2012), el gasto social y las políticas de protección social (López-Calva and Lustig, 2010), entre otros muchos factores. Los que mencionan a las elites como un factor central en la reducción o ampliación de las desigualdades de ingreso señalan la relevancia de las instituciones (Acemoglu and Robinson, 2012) y el rendimiento de las inversiones de los superricos o 1% de la población (Piketty, 2014). Pero no encontramos la referencia una mención explícita a las redes de las elites empresariales como factor que explique las desigualdades. Una conjunto de estudios interesados en cuándo las elites reaccionan a la desigualdad y pobreza se han centrado en analizar la percepción que tienen las elites de los pobres (López, 2013; Reis and Moore, 2005). Esta literatura se basa en la idea de reconocimiento social (De Swaan et al., 2000) que argumenta que cuando las elites “reconocen” la pobreza como problema, debido a interdependencia (afecta a ricos y pobres), responsabilidad (deben hacer algo) o viabilidad (es posible mitigarlo), entonces es cuando reaccionan y actúan. Siguiendo la idea de reconocimiento social (De Swaan et al., 2000), las redes de las elites empresariales pueden servir para aumentar o potenciar el aspecto de la viabilidad o posibilidad de hacer algo. Al formar redes cohesionadas las elites aumentan su capacidad de acción colectiva y por tanto la posibilidad de emprender proyectos mayores, a más largo plazo y que supongan un coste común compartido. Individualmente es menor la posibilidad de mitigar problemas macrosociales y se reduce la voluntad de responsabilidad ya que la desigualdad se considera un resultado de falencias del sistema y no de un solo agente. En los países donde las elites empresariales formen redes cohesionadas se espera una menor desigualdad de ingreso, mientras que en los países donde las redes de las elites empresariales estén fragmentadas puede haber más desigualdad. Pero para que las elites empresariales acepten redistribuciones de ingreso deben tener fuentes de ingresos externas. Si las elites empresariales de un país acumulan riqueza de mercados externos, y no dependen del mercado interior, es posible que puedan aceptar instituciones más democráticas, las cuales generarían más redistribución del ingreso y así menos desigualdad. Acemoglu y Robinson (2009) y Boix (2003) muestran cómo la globalización tiene efectos positivos sobre la democracia, ya que el comercio y las inversiones extranjeras requieren de marcos legales estables y un respeto por las reglas de juego. La internacionalización comercial, específicamente, puede ser la condición que produzca a que haya menos desigualdad de ingreso ya es la forma en que las elites empresariales obtienen ingresos. Las grandes empresas y sus elites son las grandes beneficiadas de la apertura comercial de las economías ya que tienen la capacidad de exportar y competir en mercados internacionales. Las pequeñas y medianas empresas fueron las grandes perjudicadas de la apertura comercial en América Latina (Teichman, 2001). Por tanto, nuestra hipótesis es que en los países donde las redes de las elites empresariales están cohesionadas y la economía se internacionaliza por exportaciones comerciales se desarrollan instituciones que posibilitan la redistribución del ingreso y así hay menor desigualdad de ingreso. Métodos y datos Para estudiar la relación entre redes de las elites empresariales y desigualdad de ingreso usamos los países como casos. Aunque los países están cada vez más internacionalizados, la desigualdad sigue siendo todavía un problema nacional, con medidas y políticas de alcance nacional. Además, el principal espacio de interacción y creación de las elites empresariales en América Latina siguen siendo los países (Cárdenas, 2015). Seleccionamos cinco países: México, Chile, Perú, Brasil y Colombia. Se incluyen dos países de tamaño económico y geográfico grande, Brasil y México, y dos de tamaño mediano, Chile y Perú. Aunque se pretendía incluir las ocho mayores economías de la región, los datos sobre directivos de las grandes empresas no estaban disponibles para Argentina, Venezuela y Ecuador. En primer lugar realizamos un análisis de redes de interlocking directorates, y después comparamos el nivel de cohesión de las redes con los indicadores de desigualdad de ingreso e internacionalización comercial. Para el análisis de las redes de las elites empresariales se seleccionan las 100 mayores empresas de cada país, específicamente las 75 mayores empresas no-financieras a partir de sus ventas a fin de 2012, y las 25 mayores empresas bancarias según sus activos a fin de 2012. Después de limpiar errores, el tamaño de las redes es de 90 empresas en cada país. Aunque otros estudios sobre redes de interlocking directorates optan por seleccionar las 250 o 500 mayores empresas, estos tamaños son excesivos en economías emergentes si se quiere ubicar el foco en las elites empresariales. Este tamaño de la red coincide con estudios previos (Rodríguez, 2003). La selección intencional de empresas financieras y no-financieras ha sido ampliamente usado en estudios sobre redes corporativas para evitar que los bancos no aparezcan subrepresentados en el ranking de ventas o las empresas no-financieras en el ranking de activos (Carroll and Fennema, 2004). La clasificación de las mayores empresas fue obtenida a partir de los rankings de la revista América Economía (América Economía, 2013a, 2013b) y fue complementada mediante la consulta de datos en las instituciones nacionales de regulación del mercado (superintendencias). De cada empresa se recogieron los nombres y apellidos de los miembros del consejo de administración. Para la obtención de la información se consultaron entre agosto de 2013 y abril 2014 los informes anuales de las empresas ya que ofrecen datos actualizados y confiables. En algunos casos, se examinaron datos proporcionadas por las superintendencias de valores de cada país. Cuando los nombres de los directivos no estaban disponibles para alguna empresa o eran incompletos, se incluía otra empresa siguiendo los rankings anteriores. Esta información fue procesada mediante la construcción de matrices en el programa de análisis de redes UCINET 6 (Borgatti et al., 2002). Analizamos la matrices adyacente que vinculan a las empresas a través de sus directivos. La matriz representa la red corporativa de interlocking directorates, donde las 90 mayores empresas se colocan en filas y columnas, y las celdas indican el número de directivos en común que tienen las empresas. Estas matrices son visualizadas como redes donde los nodos son las empresas y las líneas son las relaciones entre los empresas, es decir, los directivos que pertenecen simultáneamente a varias empresas (red de interlocking directorates). Cada matriz o red es analizada mediante indicadores generales de la red, los cuales nos permiten medir el nivel de cohesión de la red. Véase Tabla 1 para descripción de los indicadores. Varios son los indicadores para medir el nivel de desigualdad de ingreso en los países. El índice GINI mide la distribución del ingreso entre los individuos u hogares en una economía, específicamente cuánto se desvía de la distribución equitativa. Oscila entre 0 (perfecta igualdad) y 100 (perfecta desigualdad). Otro indicador de desigualdad de ingreso es el ratio 90/10. Esta tasa se calcula dividiendo el porcentaje de ingresos controlado por el 10% más rico de la población (percentil 90) entre el porcentaje del ingreso controlado por el 10% más pobre (percentil 10). El ratio 90/10 señala cuántas veces superior son los ingresos del 10% más rico de la población respecto al 10% más pobre. Estos indicadores son estimaciones basadas en encuestas realizadas en los hogares por agencias gubernamentales de cada país y el Banco Mundial. Debido a que nos interesa la estructura antes que las tendencias, calculamos la media del índice GINI y el ratio 90/10 entre 2005 y 2013. Tabla 1. Indicadores de cohesión de la red Dimensión Indicador Descripción Conectividad Densidad Cantidad de enlaces existentes sobre el total de posibles Grado medio Número total de enlaces dividido por el número total de nodos (n) Distancia geodésica media La distancia geodésica es la cantidad de pasos que separa a dos nodos siguiendo los caminos más cortos posibles. La distancia geodésica media se calculan mediante la suma de todas las distancias geodésicas dividido entre n*(n-1) Diámetro Mayor distancia geodésica entre nodos conectados Tamaño del componente principal (%) Porcentaje de nodos que pertenecen al mayor componente. Componente es el conjunto de nodos y enlaces donde todos los nodos están conectados por un camino. Aislados (%) Porcentaje de actores sin ningún enlace Relaciones múltiples (%) Dividir sumatorio de grados con matriz dicotomizada entre sumatorio de matriz con matriz no-dicotomizada, y restar 1 Compacidad Inclusión Multiplicidad Fuente: Elaboración propia a partir de (Rodríguez, 2005; Scott, 1991b) Para medir el grado de internacionalización comercial de salida usamos el indicador de valor de las exportaciones de bienes y servicios como porcentaje del producto interior bruto (PIB). Además, revisamos el número de tratados de libre comercio para conocer el grado de apertura comercial. Resultados Redes de las elites empresariales Las redes de las elites empresariales más cohesionadas son de México, seguido de Chile y Perú. Las redes de Brasil y Colombia están más dispersas o fragmentadas. La Tabla 2 presenta los indicadores generales de la red y los Gráficos 1 muestran las redes en los cinco países. Las redes de las elites empresariales en México y Chile tienen alta conectividad, compacidad, inclusión y multiplicidad, mientras que las redes de Brasil y Colombia presentan desconexión, dispersión, fragmentación y baja multiplicidad. La red corporativa de Perú tiene una posición intermedia pero más cercana a Chile. Tabla 2. Indicadores generales de redes de interlocking directorates MÉXICO N Densidad* Grado medio* Dev. Est. Grado* Aislados (%) Tamaño compon. pal. (%) Distancia geo. media* Dev. est. Distancia geo.* Dimámetro* Compacidad* Relaciones múltiples (%) Cohesión 86 0.084 7.12 7.14 19.77 77.91 2.30 0.77 5 0.3 38.68 Muy alta CHILE 90 0.04 3.53 2.78 16.67 78.89 3.47 1.25 8 0.22 30.87 Alta PERU 90 0.028 2.47 2.83 32.22 52.22 3.60 1.62 9 0.1 50.45 Media BRASIL COLOMBIA 90 90 0.018 0.015 1.64 1.36 1.72 1.41 32.22 35.00 58.89 25.56 4.71 3.10 1.89 1.63 10 8 0.1 0.04 28.85 31.46 Baja Baja * Calculado con matriz dicotomizada Gráfico 1. Redes de interlocking directorates COLOMBIA MEXICO BRAZIL PERU CHILE Las escasas investigaciones sobre redes de las elites empresariales en América Latina impiden saber si estas diferencias o estructuras son actuales o históricas, aunque se pueden inferir algunos aspectos. La red de interlocking directorates en México era más cohesionada que la de Brasil en 1909 (Musacchio and Read, 2007) y tenía alta conectividad en los años 1990 (Salas-Porras, 2006; Santos Castroviejo and Castañon, 2011). Las empresas y sus elites estaban más interconectadas en Chile que en Argentina en los años 1970 (Salvaj and Lluch, 2012). No existen estudios sobre Perú al respecto. La forma de las redes de interlocking directorates que construyen las elites empresariales presenta una serie de características medianamente estables, lo que sugiere que esta red se convierte en una estructura duradera y con fuerza para condicionar la formación de instituciones. Desigualdad de ingreso Estudiar y explicar el nivel de desigualdad de ingreso entre los países de América Latina es un reto en tanto que se considera que las economías latinoamericanas como de las más desiguales del mundo junto con las africanas (Gasparini and Lustig, 2011). Aún siendo todos los niveles de desigualdad muy altos si los comparamos con Europa o Norteamérica, entre sí existen diferencias significativas. De los 5 países analizados, México, Chile y Perú son los menos desiguales (Tabla 3). Las mayores desigualdades de ingresos se encuentran en Brasil y Colombia. La media del índice GINI entre 2006 y 2013 más baja es de Perú (47,63) y es donde se ha producido la mayor variación y reducción de la desigualdad. La más alta desigualdad se encuentra en Colombia (56,02) a pesar que se ha reducido en más de 6 puntos entre 2006 y 2013. Brasil también tiene una alta desigualdad (53,93). Respecto al ratio 90/10 la menor desigualdad entre el 10% más rico y el 10% más pobre se encuentra en México, seguido de cerca por Chile y Perú. En estos países el 10% más rico de la población controla unas 25 veces más ingreso que el 10% más pobre. En Brasil y Colombia, esta diferencia es de más de 44 veces. Es decir, los ingresos medios de un rico en Colombia o Brasil son 44 veces más altos que los de un pobre, mientras que en México, Chile y Perú esta diferencia es de aproximadamente 25 veces.1 Tabla 3. Desigualdad de ingreso y comercio internacional Media índice GINI 20062013 Desv. est. Diferencia 2013 2006 Media ratio 90/10 de % del ingreso controlado Desv. est. Media del valor de las exportaciones (% PIB) entre 2005 y 2014 Desv. est. Núm. tratados de libre comerci o México 48,11 0,07 0,06 23,38 5,6 29,5 2,4 13 Chile 51,41 0,67 -1,34 25,75 1,6 38,0 3,8 21 Perú 47,63 2,74 -6,94 26,79 5,2 27,0 2,6 15 Brasil 53,93 1,17 -3,06 44,38 3 12,4 1,6 4 Colombia 56,02 2,50 -6,59 46,55 16 17,1 1,0 8 Comercio internacional Los países más orientados al comercio internacional, y que sus exportaciones representan una importante parte del PIB son Chile, México y Perú (Tabla 3). La media entre 2005 - 2014 de exportaciones de bienes y servicios representa el 37% del PIB en Chile, el 30% en México y el 27% en Perú. Mientras que en Colombia las exportaciones representan el 17% y en Brasil el 12%. Si analizamos la tendencia desde los años 1990 hasta 2014, observamos que a excepción de Chile, las otras economías partían de niveles similares pero algunas como México y Chile apostaron por un crecimiento basado en exportaciones, mientras que Colombia y Brasil por una economía más basada en el mercado interior (Gráfico 2). 1 En Colombia hay alta variación ya que el ratio más bajo ha sido de 38,5 en 2013 y los más altos son de 84,5 en 2006 y 67,5 en 2007. Aún eliminando los valores de 2006 y 2007 que pueden ser casos atípicos, la media del ratio 90/10 en Colombia en el período 2005 y 2013 es de 41,0. Gráfico 2. Evolución de las exportaciones (% PIB) entre 1990 y 2014 Las economías latinoamericanas también varían en su nivel de apertura comercial a través de la firma de tratados de libre comercio. Varios países de América Latina se adhirieron a MERCOSUR, un tratado de integración regional para fomentar el comercio y la coordinación de políticas. Además de este tratado multilateral, los países latinoamericanos han emprendido tratados bilaterales de libre comercio con otras economías del mundo. Los países con mayor apertura comercial debido a la firma de tratados de libre comercio son Chile, Perú y México (Tabla 3). Chile tiene en vigor 21 tratados de libre comercio. Perú tiene firmados y en vigor 15 tratados de libre comercio. México tiene 13 tratados de libre comercio: entre otros, con los otros países de Norteamérica (NAFTA en vigor desde 1994), la Unión Europea (2000), EFTA (2001) y Japón (2005). Colombia tiene 8 tratados de libre comercio, la mayoría de ellos desde 2007, y con las grandes economías del mundo desde 2012. Brasil tienen firmados 4 tratados de libre comercio, pero todos ellos a través de su pertenencia a MERCOSUR (desde 1991), y solo con otras economías emergentes: Chile (firmado y en vigor desde 1996), Bolivia (1997), Perú (2005) e Israel (2007). En resumen, en los países donde las redes de las elites empresariales están más cohesionados, es donde menos desigualdad del ingreso hay, y más internacionalización comercial. Modelo relacional La relación entre las entre las redes de las elites empresariales y la desigualdad de ingresos en los países es indirecta, compleja e implica una combinación de factores. En esta sección presentamos un modelo relacional o marco analítico con el objetivo de analizar los impactos sociales de las redes de las elites empresariales e inferir teorías (Gráfico 3). Este modelo relacional está orientado a entender las estructuras antes que las tendencias, por tanto no explica por qué aumenta o disminuye la desigualdad en un período de tiempo, sino por qué el sistema de desigualdades se reproduce y qué explica que algunos países sean más desiguales que otros. Gráfico 3. Modelo relacional entre redes de las elites empresariales y desigualdad de ingreso Redescohesionadas delaselitesempresariales Controlsocial Altasexportaciones(%PIB) Reduccióncostes transacción Confianza Accióncolec9va Negociaciónenbloque Elitespolí9cas-Estado Tratados Librecomercio Presiones internacionales Control inversiones Ins9tucionesdemocrá9cas Necesidaddelegi9midad Ins9tucionesredistribu9vas: pensiones,educación,etc Menordesigualdaddeingreso Exigenciasdeorganiz. socialesypolí9cas Nuestro principal argumento es que las redes de las elites empresariales favorecen la emergencia de determinadas instituciones (reglas de juego) que impactan en la distribución del ingreso. Que las elites empresariales estén unidas o cohesionadas crea una disposición institucional que favorece la negociación colectiva, el control del estado, la coordinación de políticas económicas y la legitimidad de las instituciones. En cambio, cuando las elites están fragmentadas se crea una disposición institucional que potencia negociaciones dispersas antes que colectivas entre las elites políticas y empresariales, reduciendo la posibilidad que se formen instituciones con intereses generales y que tengan beneficio social. La emergencia o consolidación de instituciones redistributivas son determinantes de la reducción de las desigualdades del ingreso. El propósito de las instituciones redistributivas es mover recursos de un grupo a otro. En situaciones en la que los actores saben que es mejor colaborar para establecer unas instituciones (reglas de juego) pero no confían en que los otros cumplan estas reglas de juego, los actores no tienen incentivos de colaborar. Según nuestro modelo, la confianza entre los actores se crea y se fortalece de las redes sociales que mantienen entre sí los actores. Sin redes no hay confianza. Las instituciones redistributivas requieren confianza y esta proviene de la formación de redes. Las redes cohesionadas de las elites permiten una mayor confianza, reducción de costes de transacción y articulación de intereses diversos y cross-sectoriales que genera unas demandas más amplias, generales y legitimadas. Las redes proveen las estructuras para que las elites empresariales decidan cooperar entre sí. Esta fuente de acción colectiva también crea una oportunidad a los Estados de controlar a las elites empresariales para forzarles a aceptar instituciones redistributivas que reduzcan las desigualdades como políticas de sistemas de pensiones o educación. Si las elites políticas no tienen cierto control sobre las elites empresariales es más improbable que emerjan instituciones redistributivas. El control social sobre las elites empresariales emana de la misma red cohesionada que forman, ya que permite la negociación en bloque y la aceptación de propuestas de beneficio general. Los acuerdos alcanzados entre las elites empresariales y las elites políticas si se producen de forma colectiva, se difunden a través de la red cohesionada, y tienen más apoyo, son aceptados como correctos, justos, razonables y pueden convertirse en ley, en regla de juego. Pero, la cohesión de las elites empresariales es una condición necesaria pero no suficiente para que fomenten las instituciones redistributivas. Para que las elites empresariales puedan aceptar instituciones que les supongan un coste, deben tener fuentes de ingresos alternativas. La internacionalización de la economía vía liberalización externa de mercados y comercio internacional de salida (exportaciones) genera que las elites empresariales acumulen riqueza e ingresos del exterior y el mercado nacional deje de ser el principal espacio de acumulación de riqueza e ingresos. Ante este cambio en el origen de los ingresos, las elites empresariales están más abiertas a apoyar instituciones democráticas y reducir los conflictos bélicos, lo cual genera más participación de organizaciones que demandan redistribución del ingreso y por tanto emergen políticas redistributivas. El factor del comercio internacional ayuda a entender por qué en alguna de estas economías la red cohesionada de las elites empresariales no había supuesto en períodos anteriores al 2000 una reducción de las desigualdades. Sin fuentes de ingresos externas, las elites prefieren mantener el status quo de desigualdad predominante en los países de América Latina. Ambas condiciones - cohesión de las elites empresariales e internacionalización comercial - deben estar presentes para que haya posibilidad de que emerjan instituciones que permiten la redistribución del ingreso. Este modelo no es correlacional, es decir, no indica que cuánto más aumente la cohesión de las elites, más se reducirá proporcionalmente la desigualdad, sino que señala la interdependencia de las redes e instituciones y las complementariedades entre sí (la eficiencia de una estructura refuerza la eficiencia de la otra) y por tanto ayuda a entender por qué el sistema es estable y duradero. Discusión y conclusiones Esta investigación trata de incluir a las redes de las elites empresariales en el proceso de explicación de las desigualdades de ingresos. El tema de las desigualdades de ingresos está muy estudiado, desde diferentes disciplinas, teorías y usando todo tipo de datos. Pero esta abundancia de investigaciones también pone de manifiesto que el fenómeno está incompletamente explicado. Nuestra contribución es presentar datos sobre las redes de las elites empresariales, relacionarlos con los indicadores de desigualdad en varios países, y desarrollar un modelo relacional que explique por qué en los países donde más se cohesionan las elites empresariales, menos desigualdad hay. Referencias Acemoglu D and Robinson J (2012) Why Nations Fail: The Origins of Power, Prosperity, and Poverty. Edición: 1. Crown Business. Acemoglu D and Robinson JA (2009) Economic Origins of Dictatorship and Democracy. Reprint edition. Cambridge; New York: Cambridge University Press. Albertus M and Menaldo V (2014) Gaming Democracy: Elite Dominance during Transition and the Prospects for Redistribution. British Journal of Political Science 44(03): 575–603. Alvaredo F, Atkinson T, Piketty T, et al. (2015) The World Wealth and Income Database. The World Wealth and Income Database. Available from: http://www.wid.world/ (accessed 26 January 2016). 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