“CONSTRUYENDO SOBERANÍA ALIMENTARIA EN CATALUNYA: DIFERENTES NARRATIVAS PARA LA ACCIÓN TRANSFORMADORA” Marina Di Masso (ICTA, ARAG – Universitat Autònoma de Barcelona, [email protected]), Christos Zografos (ICTA, ARAG –UAB) Resumen La soberanía alimentaria puede encuadrarse como una propuesta política para el cambio social en el ámbito agroalimentario. Sin embargo, las estrategias específicas para materializar este potencial transformador son diversas, y dependientes del contexto. Este artículo explora esta diversidad examinando los discursos sobre el proceso de construcción de soberanía alimentaria en Catalunya. Utilizando la metodología Q hemos explorado las visiones individuales que sobre este proceso de construcción tienen 22 personas participantes en el movimiento agroalimentario transformador, identificando cinco discursos: ‘activismo’, ‘anti-purismo’, ‘autogestión’, ‘pedagogía’ y ‘pragmatismo’. Las estrategias clave de transformación identificadas incluyen la movilización social, la negociación institucional, la autogestión, la educación para un cambio de valores y la política de lo posible. La relevancia asignada a la afinidad ideológica explica diferentes visiones sobre el sujeto de transformación, en particular respecto a la implicación de la administración y del sector productivo. Por lo que respecta a las estrategias de transformación, los discursos asignan distinta importancia al papel de la agencia para influir en el cambio social. Formas de acción colectiva individualizada y clásica coexisten actualmente en el movimiento agroalimentario en Catalunya, pero tal diversidad no es reconocida como una alianza efectiva hacia la soberanía alimentaria. Asimismo, todos los discursos coinciden en una definición dual de soberanía alimentaria: es a la vez un proceso (la democratización del proceso de toma de decisiones en el ámbito agroalimentario) y un resultado (el establecimiento de un modelo agroalimentario alternativo al neoliberal). Sin embargo, los discursos comparten una visión aproblemática de la democracia como proceso colectivo y descentralizado de toma de decisiones, que no explicita cómo debería ser implementado para logar el control social del sistema agroalimentario. Palabras clave: soberanía alimentaria; cambio social; metodología Q; movimiento agroalimentario transformador; Catalunya. 1 1. Introducción: soberanía alimentaria como transformación social La demanda de soberanía alimentaria (SbA) es paradigmática de la concepción de la alimentación como medio para el cambio social (Follett, 2009). Es una propuesta política originalmente promovida por campesinos del Sur Global, que ha adquirido una creciente relevancia en la agenda internacional (Ortega-Cerdà y Rivera, 2010). El concepto fue lanzado al discurso internacional sobre alimentación por La Vía Campesina (LVC) durante la Cumbre Mundial de la Alimentación en 1996. Desde entonces, se ha usado como término paraguas para aproximaciones particulares a los problemas del hambre y la malnutrición, la pobreza rural, el desarrollo y la sostenibilidad ambiental. La SbA se concibe como un desafío al neoliberalismo (McMichael, 2008; Calle et al., 2010; Alkon y Mares, 2012; Fairbairn, 2012), como contrapropuesta al paradigma dominante de desarrollo (Rivera-Ferre, 2008), y como expresión de democracia radical (Calle, 2005). Explícitamente contrapuesta al concepto de seguridad alimentaria basado en el comercio, la SbA busca “cuestionar las relaciones de poder que caracterizan las decisiones sobre cómo debería conseguirse la seguridad alimentaria” (Patel, 2009: 665). La SbA emerge así como “un argumento marcadamente político para reorientar el control de la producción y el consumo alimentarios en el seno de procesos democráticos enraizados en sistemas agroalimentarios locales” (Windfuhr y Jonsén, 2005: vii). La SbA también ha ganado adeptos entre los defensores de un cambio en el sistema agroalimentario global (Fairbairn, 2012) desviándose del sistema corporativo, y que cuestionan la globalización capitalista (Calle et al., 2010). La SbA impacta de manera transversal en toda la cadena agroalimentaria, desde la reivindicación del derecho humano a la alimentación, al reclamo de un nuevo marco de comercio internacional, pasando por la propuesta de modelos de producción campesina sostenibles y canales de comercialización alternativos estrechamente vinculados al consumo responsable. La SbA es también la exigencia de una democratización del sistema de toma de decisiones en el ámbito agroalimentario, cuestionando así la calidad de la democracia en nuestras sociedades contemporáneas (Calle et al., 2010). En el contexto de las elecciones alimentarias, la democracia tiene que ver con la consecución de “una sociedad más transparente en la que las personas tengan información para tomar buenas decisiones” (Follett, 2009: 47). Sin embargo, en el marco de la SbA democracia no es simplemente tener más información, sino una cuestión de recuperación del control sobre el sistema 2 agroalimentario. La soberanía alimentaria está estrechamente vinculada al control social de los recursos productivos, como medio para garantizar de manera efectiva el derecho a la alimentación (McMichael, 2008; Patel, 2009). En este marco empoderador, sin embargo, existe actualmente un debate alrededor del potencial de los movimientos alimentarios de generar cambios sustanciales en el sistema agroalimentario (Hassanein, 2003; Holt Giménez y Shattuck, 2011). Algunos autores consideran que las estrategias adoptadas por los movimientos alimentarios alternativos pueden representar un giro neoliberal en el activismo alimentario (Roff, 2007; Guthman, 2008; Blue, 2009; DeLind, 2011; Alkon y Mares, 2012; Fairbairn, 2012), mediante la implementación de soluciones basadas en el mercado y el refuerzo de aproximaciones individualistas al cambio social a través de la retórica de la soberanía del consumidor y la libertad de elección. Fairbairn (2012) sitúa este giro hacia los beneficios de la SbA para las personas consumidoras en un contexto de despolitización de la política y el activismo alimentarios, y lo considera el resultado de la ‘difusión’ de Sur a Norte del concepto de SbA, que pone en riesgo su potencial transformador. Holt Giménez y Shattuck (2011) evalúan la habilidad de los movimientos alimentarios para generar cambios estructurales y sitúan el régimen alimentario corporativo en oposición a los movimientos alimentarios globales (movimientos sociales preocupados por temáticas agroalimentarias), divididos a su vez en una tendencia ‘progresiva’ y otra ‘radical’. El enfoque progresivo reformista se desarrolla “en gran medida dentro de los marcos económico y político de los sistemas alimentarios capitalistas existentes” (2011: 115). En contraste, la SbA se sitúa como el marco básico de la tendencia radical, puesto que “las demandas de soberanía alimentaria son frecuentemente anti-imperialistas, anticorporativistas y/o anticapitalistas” (Holt Giménez y Shattuck, 2011: 116). Se puede dibujar un paralelo entre esta distinción progresiva/radical y la dicotomía guerrero/constructor que propone DeLind (2003), quien caracteriza así experiencias abiertamente políticas cuyo objetivo es moldear la opinión pública sobre el sistema agroalimentario (‘trabajo de guerrero’) frente a opciones de consumo que buscan indirectamente el cambio político a través de las decisiones de las personas consumidoras (‘trabajo de constructor’). A pesar de la relevancia global de estos debates y del carácter universal de la SbA, el proyecto permanece abierto a interpretaciones locales. La SbA pretende “un generalizado control político del sistema agroalimentario, cuyos contornos son necesariamente definidos en el lugar” (Patel, 2005: 82). Estos contornos son ciertamente 3 diferentes entre contextos del Norte y el Sur Globales, así como entre localizaciones urbanas y rurales. En este sentido, parece plausible que la difusión de Sur a Norte del concepto de SbA pueda cambiar su potencial transformador originario (Fairbairn, 2012). Como resultado de esta difusión el desafío de las actuales estructuras económicas y políticas podría verse diluido por un énfasis en la elección del consumidor y el control local. Efectivamente, en Catalunya hay una fuerte presencia de alternativas basadas en el mercado y de identidad del consumidor dentro del activismo agroalimentario. Y a pesar de que la SbA es el referente político común del movimiento agroalimentario transformador, existen diferentes aproximaciones a la ‘correcta’ acción política y social para alcanzarlo. En este artículo exploramos el proceso de construcción de SbA en Catalunya sacando a la luz la diversidad de estrategias desarrolladas para perseguir dicho objetivo. Utilizando la metodología Q (Q), identificamos cinco narrativas sociales sobre la construcción de SbA basándonos en la experiencia de participantes en el movimiento. Con Q exploramos las subjetividades y percepciones relativas al proyecto de SbA dentro del movimiento, con objeto de identificar aspectos comunes y diferencias que podrían contribuir a explicar los temas que subyacen las divergencias en el movimiento al construir SbA. Nuestro caso de estudio nos instruye sobre cómo modelos conceptuales sobre el funcionamiento de los movimientos agroalimentarios alternativos (tendencias progresiva/radical, trabajo de guerrero/constructor) se manifiestan empíricamente en el contexto catalán. Descubrimos que cada discurso asigna una importancia distinta al papel de la agencia en la transformación social y argumentamos que es esto es clave en la configuración de cómo cada discurso evalúa la relevancia de las acciones individuales para lograr el cambio social. Concluimos que todos los discursos comparten una visión aproblemática del proceso de democratización, y sugerimos seguir reflexionando sobre la naturaleza de la relación entre la acción colectiva individualizada y la acción colectiva clásica y su importancia para la transformación social. 2. La construcción de soberanía alimentaria en Catalunya: un estudio Q En Catalunya en los últimos 15 años ha surgido un nuevo actor social organizado alrededor de una aproximación crítica al sistema agroalimentario globalizado. Este movimiento agroalimentario transformador está integrado por una diversidad de experiencias y organizaciones: grupos de consumo ecológico, proyectos productivos agroecológicos, ONGs de cooperación al desarrollo, grupos de investigación, 4 asociaciones de productores agroecológicos, asociaciones de defensa vegetal, huertos urbanos, e iniciativas de formación, siendo algunos de ellos participantes de la Aliança per la Sobirania Alimentària dels Pobles-Catalunya (ASAC), el actor que lidera la promoción de la SbA como proyecto político. La SbA es el marco de referencia del movimiento, visto como el paradigma alternativo al sistema agroalimentario global. Sin embargo, existe una diversidad de sensibilidades y aproximaciones a la SbA. La tensión analítica previamente descrita se reproduce en el caso catalán, dado que la diversidad del movimiento agroalimentario transformador incluye elementos de ambas tendencias radical/guerrera y progresiva/constructora. La afirmación de que “[m]ucho de lo que pasa por político estos días se hace a través de decisiones de compra altamente individualizadas” (Guthman, 2008: 1175) puede aplicarse al contexto catalán. La acción colectiva individualizada (Micheletti, 2003) también está presente, un tipo de acción generalmente no reconocida como contribución a la transformación sistémica por parte de las teorías críticas con el neoliberalismo (Barnett, 2005). Por una parte, conceptos como ciudadanía alimentaria (Lockie, 2009), soberanía del consumidor (Korthals, 2001), consumo ético (Clarke et al., 2007) y consumismo político (Holzer, 2006) son intentos de conceptualizar la repolitización de la alimentación dentro de la acción colectiva individualizada como marco teórico. Por otra, la SbA como propuesta política que emerge de los movimientos sociales parece contener un énfasis distintivo en la importancia de la acción colectiva, en oposición a la individual, para la transformación social. Por encima de aproximaciones individualistas al cambio social, la SbA sirve como “eslogan movilizador” “para apropiarse y redefinir el discurso dominante” (McMichael, 2008: 220). Además de este potencial movilizador, la SbA se distingue de los conceptos antes mencionados por su componente normativo. Esta base prescriptiva viene dada por la ‘tesis del choque de modelos’ adoptada por LVC (Martínez-Torres y Rosset, 2010), según la cual estamos vivimos un momento histórico de choque entre dos modelos agroalimentarios opuestos. Asumiendo un lenguaje emancipatorio, LVC une a productores del Norte y el Sur Globales afectados por el sistema neoliberal industrial hacia un modelo de SbA basado en la agroecología. Pero distintas rutas de transición pueden desarrollarse en contextos distintos y coyunturas locales. Es en base a esta premisa que nos interesa problematizar el proceso de construcción de SbA en Catalunya, tal como está sucediendo actualmente. Más allá de compartir la consecución de la SbA como escenario deseable de cambio social en el ámbito agroalimentario, diferentes enfoques dentro del movimiento agroalimentario transformador pueden 5 priorizar intereses y plantear estrategias de cambio de manera distinta. Revelar estas diferencias puede ser beneficioso para el avance del proyecto de SbA en Catalunya, porque puede especificar temas de convergencia y divergencia, así como facilitar información sobre la raíz de las diferencias entre aquellas personas que participan en el proyecto, y así ayudarles a fraguar estrategias comunes. 2.1 Metodología Nuestro objetivo empírico ha sido identificar tipologías ideales de discursos sobre SbA en Catalunya basándonos en las percepciones y experiencias de aquellas personas comprometidas con transformar en sistema agroalimentario dentro del movimiento agroalimentario transformador. Con el fin de detectar estas tipologías discursivas hemos utilizado la metodología Q. Inicialmente desarrollada en el campo de la psicología (Stephenson, 1953), esta metodología viene siendo aplicada con mayor frecuencia en otras disciplinas de las ciencias sociales (Barry y Proops, 1999). Q se usa particularmente en estudios de ciencia política (Dryzek y Berejikian, 1993; Dryzek, 2005), pero también en economía ecológica (Barry y Proops, 1999), política ambiental (Adams y Proops, 2000; Ellis et al, 2007; Webler et al., 2009), estudios rurales (Zografos, 2007; López-i-Gelats et al., 2009) y geografía humana (Eden et al., 2005). Q es “una técnica para explorar cómo piensa la gente y buscar patrones en su modo de pensar” (Webler et al., 2009: 37). El objetivo del método es “estudiar la subjetividad de manera organizada” (Barry y Proops, 1999: 339). El método se aplica en cinco etapas. Primero se genera un cuerpo de frases alrededor del tema de investigación. Para ello, el área de interés debe estar previamente delimitada, así como la población participante: en nuestro caso, el proceso de construcción de SbA en Catalunya, tal como lo entienden miembros del movimiento agroalimentario transformador. En segundo lugar, esas frases tienen que reducirse a una muestra representativa. En tercer lugar, se pide a los participantes que coloquen las frases en una cuadrícula piramidal (emulando una distribución normal) cuyas columnas están numeradas reflejando una gradación de valores negativos a positivos. Se asume que cada ordenación individual representa la visión de la persona sobre el proceso de construcción de SbA. En el cuarto paso, las ordenaciones se analizan estadísticamente usando el Análisis de Componentes Principales (ACP) para extraer factores, que se conciben como ordenaciones ideales. Finalmente, los factores se interpretan verbalmente para transformarlos en discursos, entendidos como narrativas sociales. 6 Para generar nuestro cuerpo inicial de frases hicimos una primera ronda de entrevistas con 6 informantes clave involucrados en el movimiento agroalimentario transformador en Catalunya. Esto nos proporcionó 300 frases, que posteriormente se redujeron a 361 usando un procedimiento formal2. Entonces condujimos una segunda ronda de entrevistas (Julio-Septiembre 2011) en la que 22 participantes del movimiento agroalimentario transformador tuvieron que encajar las frases en la cuadrícula en una escala +4 a -4, en la que +4 es ‘más de acuerdo’, 0 ‘neutral/irrelevante/ambivalente’ y -4 ‘más en desacuerdo/menos de acuerdo’. Para ello, facilitamos 36 tarjetas a los participantes y una cuadrícula física. En el método Q los participantes se seleccionan atendiendo a criterios de exhaustividad y diversidad, más que de representatividad o cantidad (Eden et al., 2005). La selección se hace de modo que “facilite una representación razonable de los puntos de vista en el discurso relevante” (Wolley y McGinnis, 2000: 341 cf. Eden et al., 2005). Las personas de nuestra muestra pertenecen todas al movimiento agroalimentario transformador pero tienen distintos perfiles (sector productivo, consumo ecológico, activismo, investigación, ONGs, sensibilización) y diferente origen (aunque básicamente de Barcelona). En todos los encuentros cara-a-cara, después del ejercicio de ordenación Q mantuvimos una entrevista en la que la persona explicaba sus razones para la ordenación, enfatizando las explicaciones para las frases colocadas en los extremos +4, +3, -3, -4. Estas entrevistas duraron una media de 50 minutos y fueron grabadas y transcritas como material adicional para la interpretación verbal de los factores.3 1 Otros estudios también han considerado esta cifra como “manejable, tanto para la persona participantes como para la investigadora” (Barry y Proops, 1999: 339). 2 Una matriz 3x4 (12 celdas) en cuya horizontal se definieron campos temáticos y en cuya vertical se emuló un planteamiento DAFO, inspirado en la detección de condicionantes para la SbA. 3 Por razones de espacio no podemos detenernos en una explicación exhaustiva de la metodología. Véase Webler et al. (2009) para un manual detallado, y Di Masso (2012) para información específica sobre su aplicación en nuestro caso, en particular sobre el proceso de caracterización de los discursos. 7 3. Resultados: cinco discursos de SbA en Catalunya 3.1 ‘Activismo’ El rasgo característico de este discurso es la consideración de la movilización social como la condición esencial para conseguir la SbA: “Creo que sólo se puede conseguir la SbA si la gente toma conciencia y sale a la calle a reclamarla, a través de múltiples formas de acción colectiva” (entrevista Q 05). Un gobierno no puede imponer la SbA, porque la acción colectiva es intrínseca a ella. Sin embargo, el movimiento agroalimentario transformador debe interactuar con la administración, aunque reforzando previamente la base social: “Creo que la fuerza, la definición y la agenda, la estrategia, debe definirse desde la base social, desde abajo. [Pero] en algún momento durante el proceso uno debe tener un diálogo, o una confrontación, o un debate, o todo al mismo tiempo, con el responsable” (Q 02) Esta perspectiva subraya fuertemente la dimensión internacional de la SbA. Aunque puede plantearse a nivel catalán dado su componente contextual, la SbA es una demanda global para un modelo agroalimentario solidario alternativo al sistema dominante y sus efectos planetarios. Así, aunque SbA es el derecho de los pueblos a decidir libremente cómo quieren que sea su sistema agroalimentario, no cualquier decisión es aceptable: “claro que el contenido es muy importante, y el contenido que nosotros queremos darle, no sólo el hecho del proceso, de las personas y la base” (Q 17). Además, existe un claro riesgo de perversión del discurso de SbA, así como en el pasado el sistema capitalista ha absorbido otros conceptos. Efectivamente, la lógica capitalista es el principal problema para la SbA. El activismo también subraya que la cuestión del género tiene un peso en el discurso de la SbA en Catalunya que no se refleja en la práctica. Respecto a las prácticas específicas, el activismo está fuertemente en desacuerdo con la idea de que se ha desarrollado un mercado suficiente como para que el sector productivo dé pasos hacia la SbA. Este desacuerdo se justifica con diversos argumentos: desde un enfoque práctico, estamos todavía lejos de tener un mercado consolidado que pueda absorber la demanda potencial; desde una perspectiva conceptual, lo que se cuestiona es el concepto mismo de mercado ligado al ideal de la SbA: “Decir que un cambio de modelo está ligado al mercado pienso que es un error, pienso que es limitar mucho la definición de SbA, ¿no? Y, por otra parte, 8 igualmente pienso que (…) la gente consumiendo local, ecológico, lo que sea, es tan poca comparado con el resto…” (Q 21) 3.2 ‘Anti-purismo’ El principal argumento de este discurso es que hay dos actores fundamentales que no están en el proceso de construcción de SbA en Catalunya: la administración y el sector productivo. Ambos deben formar parte de una alianza amplia que trabaje por el objetivo de la SbA, porque su actividad es indispensable para su consecución. Respecto a la ausencia del sector productivo, superar el actual distanciamiento entre éste y el movimiento es la dificultad máxima para lograr la SbA. Respecto a las instituciones públicas, existe un fuerte desacuerdo con la idea de que la única forma de lograr la SbA es hacerlo sin la administración. A pesar de que “el papel de la administración es absolutamente central, indispensable para conseguir la SbA” (Q 01), el movimiento no considera trabajar con la administración como una estrategia necesaria. Un fuerte punto de desacuerdo con el resto de discursos es la evaluación negativa del recorrido de ASAC en los últimos años. El anti-purismo considera que ASAC es actualmente más débil precisamente porque no ha sido capaz de establecer un vínculo con el sector productivo y porque no se concibe a sí misma como interlocutora con la administración. Esta falta de interacción es debida a un exceso de purismo ideológico en el movimiento, y es el purismo de muchos actores en el movimiento, más que el peso de la industria agroalimentaria, el factor que obstruye el avance de la propuesta de SbA: “este talibanismo en las ideas es un error, no nos lleva a ninguna parte y es posiblemente uno de los peores ingredientes para la acción colectiva” (Q 01). Como el discurso activista, el anti-purismo señala el hecho de que, a pesar de ser subrayada en teoría, la cuestión de género rara vez se trata en la dimensión más práctica: “si miras los textos está ahí, está en la espuma discursiva, pero no en la práctica” (Q 01). Respecto al proceso de toma de decisiones, a pesar de que la SbA llama a un proceso democratizador, el resultado también está predefinido: “La importancia de la soberanía alimentaria no es el derecho a decidir y decide lo que quieras, sino que dice ‘es el derecho de los pueblos dos puntos’, y consiste en una serie de cosas. Claro que, si se decide, en fin, cualquier barbaridad, eso no es soberanía alimentaria” (Q 01). 9 3.3 ‘Autogestión’ En fuerte contraste con el resto de discursos, se sostiene que la única manera de lograr la SbA es hacerlo sin la administración: “tenemos que construir nuestra realidad, y ser más [gente] para que [la administración] venga detrás nuestro” (Q 20). Uno no debe depender de la administración para desarrollar un modelo de SbA, dadas sus conexiones con los poderes fácticos: “la administración está controlada por el sistema capitalista y la industria, las compañías farmacéuticas, etc.; por lo que con ellos no se puede [contar]” (Q 20). En sintonía con esto, se afirma firmemente que la SbA no puede imponerla un gobierno. Puesto que está basada en la acción colectiva, las alianzas son imprescindibles en el proceso de construcción de SbA, pero no con la administración. Sin embargo, esto no significa que la administración deba ser ignorada, sino que se le debe exigir que no interfiera con las experiencias de SbA. La minimización de la implicación del sector productivo en el proceso de construcción de SbA es otro elemento distintivo. Las razones esgrimidas son el pequeño tamaño de la población productora en Catalunya4, y la confianza en que la implicación activa del sector se dará más adelante cuando vean las prácticas de SbA como alternativas tangibles: “[el grueso de] los productores se añadirán eventualmente, no tienen que ser el actor principal” (Q 11). La SbA debe estar fuertemente orientada a las prácticas, es posible lograrla ofreciendo al sector vías factibles de salida del sistema dominante. Sin embargo, el movimiento no ha sido todavía capaz de establecer un vínculo con el grueso del sector productivo, básicamente por una falta de capacidades organizativas del movimiento. El discurso autogestionario típicamente subraya la dimensión de proceso de la SbA, aparentemente relegando la dimensión de resultado a un segundo plano. Esto se explica porque la autogestión confía en que una decisión verdaderamente tomada en libertad necesariamente conduce a un modelo de SbA: “secundario en el sentido de que cuando tomas una decisión libremente, sin condicionantes, no… seguro que eliges el camino adecuado” (Q 11). Igual que el activismo, este discurso está en fuerte desacuerdo con la idea de que no existe peligro de pervertir el significado original de SbA, y uno de los elementos que 4 1,65% de la población activa (4º trimestre 2012, fuente: IDESCAT, http://www.idescat.cat/treball/epa?tc=4&id=ic0724&lang=es, último acceso 19.04.13) 10 contribuye a esta dinámica es el boom de la agricultura ecológica: “este discurso [de SbA] está siendo apropiado, esto es una realidad, la agricultura ecológica se ha convertido en unas prácticas y no en una filosofía, y lo mismo está pasando rápidamente con la agroecología” (Q 20). 3.4 ‘Pedagogía’ El elemento más distintivo de este discurso es el rol político que otorga a los grupos de consumo ecológico. Está fuertemente en desacuerdo con que la falta de perspectiva política sea una de las grandes debilidades de estos grupos, porque de hecho “uno de sus pilares es el autoconsumo y el otro es la perspectiva política” (Q 15). Es más, reivindica el papel de estos grupos, que “históricamente han sido muy importantes para este movimiento” (Q 14). Un segundo elemento distintivo es el énfasis puesto en la educación, concebida como una actividad estrechamente vinculada a los grupos de consumo, en un proceso de construcción de SbA: “debe hacerse un trabajo explicativo, un esfuerzo de traducir estas ideas que tenemos en propuestas que la gente pueda entender y hacer suyas” (Q 08). La acción colectiva es intrínseca a la SbA, pero se desconfía de la movilización social como vector para la transformación debido a un elemento de espontaneidad asociado. La SbA, más bien, se conseguirá a través de un trabajo pedagógico de fondo para generar un cambio de hábitos cotidianos, en el que las escuelas y los grupos de consumo juegan un papel importante: “Siempre he pensado que la movilización viene de una concienciación, y de la experiencia, y mucha gente movilizada de repente no [sucederá]. Entonces todavía pienso que el papel de las escuelas es muy importante, es muy importante que a los niños se les enseñen unas cosas y no otras” (Q 14) “Los grupos de consumo (…) hacen mucha pedagogía, porque (…) llegan a gente que no tenía la menor idea de lo que era la producción” (Q 15) Asociado a la relevancia dada a la educación como medio para un cambio de valores a gran escala, existe un fuerte desacuerdo con dejar a la administración fuera del proceso. Aunque el movimiento no cuenta con un plan de acción para hacer entrar la SbA en la agenda política, se considera que la administración es el actor a través del cual se puede llegar a toda la sociedad, y dada su naturaleza pública es imperativo apropiarse de ella. 11 Establecer alianzas con otros actores es crucial y debe hacerse evitando aproximaciones excluyentes, porque “si ignoramos a la gente que no hace las cosas como nos gustaría, entonces tendremos nuestra pequeña burbuja de gente haciendo las cosas súper guay pero no seremos efectivos en la transformación social” (Q 15). Desde esta lógica no se considera que el boom de la agricultura ecológica sea una amenaza para la SbA. Aunque puede crear confusión, es una oportunidad para acercar gente a la propuesta al familiarizarse con ciertos valores y prácticas. 3.5 ‘Pragmatismo’ “Creo que hay que tener objetivos alcanzables y trabajar por etapas, y sentir que mueves ficha y que sales de la abstracción” (Q 07) La idea de transición es característica de este discurso. Según una fuerte visión estratégica, y dada la magnitud del objetivo transformador de la SbA, uno debe priorizar dentro de la realidad, porque “los cambios a hacer son muchos, y muy radicales” (Q 22). Pero sin perder de vista el objetivo original de empoderamiento, se espera que un proceso de democratización produzca un resultado determinado. En esta transición es crucial establecer alianzas lo más inclusivas posible, pero en la construcción de SbA éstas todavía no son una realidad dadas ciertas ausencias relevantes. En la evaluación de los factores que influyen sobre el proceso de construcción de SbA, estas ausencias son más importantes que el choque con el modelo agroindustrial. Un actor esencial ausente es la mayoría del sector productivo, y esto es el principal problema para la promoción de la SbA. Dicha ausencia la explican la incapacidad de ASAC para encontrar medios adecuados para acercarse al sector y la falta de un referente que sirva de cadena de transmisión entre el movimiento y el sector “más allá de las experiencias minoritarias de nuestros amigos neorurales” (Q 07). Otro actor ausente es la administración, necesaria si se aboga por un cambio a gran escala: “Puedes empezar algunas cosas, pero para que tengan un efecto grande debe ser con el papel de las instituciones (…) Si quieres mejorar el modelo y el sistema tienes que hacerlo a nivel institucional” (Q 12) Si bien el sector del consumo ecológico está creciendo, todavía no tiene capacidad suficiente para absorber la producción eventualmente en transición hacia prácticas de SbA. Este es un tema fundamental, porque la oferta de alternativas factibles a la producción es un elemento importante en el proceso de construcción de SbA: 12 “Una de las primeras cosas que tenemos que asegurar, antes de vender un modelo o tratar de impulsar que la gente haga un cambio, que se puede verdaderamente vivir. Porque no debemos olvidar que la gente tiene que vivir. Por lo tanto no podemos vender filosofías sino una realidad” (Q 22) 5. El proceso de construcción de SbA en Catalunya: los límites de la agencia para lograr el cambio El análisis de estos resultados apunta a dos cuestiones interrelacionadas. Entre los discursos (1) existen importantes divergencias sobre la relevancia asignada a determinados actores en el proceso de construcción de SbA, fundamentalmente alrededor de la participación de la administración y el sector productivo, y (2) coexisten diferentes visiones sobre la acción política a adoptar dentro de esta ruta transformadora, perfilada como movilización social, negociación institucional, autogestión, educación para el cambio de valores, y política de lo posible. Estas dos cuestiones reflejan distintas aproximaciones de los discursos al sujeto y la estrategia como dimensiones de la acción transformadora. Respecto a las estrategias de transformación, la consideración de distintos tiempos para el cambio social divide a los discursos en dos bloques. Activismo y autogestión conciben el cambio dentro de un corto-medio plazo, mientras que anti-purismo, pedagogía y pragmatismo contemplan un enfoque a medio-largo plazo. En este sentido, podemos deducir que los primeros entienden la transformación como un resultado final, mientras que los últimos la entienden como un proceso en curso. Interpretamos este enfoque de proceso o resultado en relación a las estrategias de transformación como un reflejo de la movilización de estructura o agencia como marcos ontológicos para ‘leer’ la capacidad transformadora de prácticas específicas relacionadas con la SbA en Catalunya. De acuerdo con Hollis (1997) el cambio político se puede analizar en dos direcciones: una explica el cambio como un movimiento que tiene lugar dentro de las estructuras y ve la acción individual como limitada por la estructura; la otra considera que estas estructuras son el resultado de acciones individuales, atribuyendo la capacidad de agencia a las acciones individuales. En el contexto de nuestros resultados, la dualidad estructura-agencia influye la eficacia asignada por los discursos a las llamadas acciones colectivas individualizadas, tales como el consumismo político como medio para la transformación agroalimentaria. El activismo considera que el actual sistema políticoeconómico capitalista es el mayor obstáculo para la SbA, y en consecuencia la lucha por 13 el cambio estructural se entiende como la meta política del movimiento. La movilización social de actores alineados ideológicamente es la estrategia deseable para canalizar la contestación y desencadenar un cambio de modelo. La autogestión, por su parte, llama a trabajar fuera del sistema (el estado) dados sus vínculos con los poderes fácticos y aboga por una estrategia de ‘hazlo tú mismo, y hazlo ahora’, una política de hechos consumados según la cual la transformación se consigue aplicando de hecho el modelo. El cambio es impulsado mediante una actitud de ‘sigue el ejemplo’, que en realidad está cerca de la visión pedagógica. Pedagogía, anti-purismo y pragmatismo relativizan la relevancia de una estructura económica y política cuya influencia es reconocida pero no considerada un factor determinante ni el caballo de batalla del movimiento. Estos discursos subrayan dinámicas sociales más amplias (desmovilización social asociada a desafección política) y la falta de capacidades organizativas dentro del movimiento transformador como elementos relevantes que influyen la consecución de la SbA. Ambos son factores relacionados con la agencia, porque reflejan la reducida capacidad de las personas para contribuir al cambio, y la acción política tiene que ver fundamentalmente con la mejora de esta capacidad, más que con modificar factores estructurales. En un contexto de transición, los cambios en la agencia individual de personas consumidoras y productoras pueden impulsarse a través de educación formal (escuelas) e informal (organizaciones de consumo ecológico) y a través de la provisión de alternativas productivas factibles. Las políticas públicas pueden jugar un rol apoyando dichas prácticas. Respecto al sujeto de transformación, los discursos se agrupan en dos bloques de acuerdo a una visión amplia (activismo y autogestión) o restringida (anti-purismo, pedagogía y pragmatismo) de los actores a incluir en el proceso de construcción de SbA. La importancia de la afinidad ideológica explica distintas evaluaciones del papel de la administración y el sector productivo en el proceso. Activismo y autogestión consideran que compartir motivaciones políticas es un requisito previo para cualquier persona que quiera involucrarse en el proceso de construcción de SbA. Tal enfoque excluye del proceso a aquellas personas productoras que hoy por hoy no comparten el objetivo de desafiar y emanciparse del actual sistema agroalimentario neoliberal. Resulta ilustrativa esta cita: “no creo que la situación objetiva de los productores los empuje hacia la soberanía alimentaria, tienen que optar por ella ideológicamente” (Q 10). En cambio, anti-purismo, pedagogía y pragmatismo no consideran que la afinidad política sea una condición previa necesaria, sino un posible resultado de la 14 transformación como proceso en curso. Siguiendo una lógica de ‘suma positiva’, antipurismo, pedagogía y pragmatismo tratan de tender puentes al sector productivo en general, considerando que las razones económicas son tan válidas como las ideológicas para cambiar las prácticas productivas hacia un modelo de SbA. Respecto al papel de la administración, todos los discursos entienden que debe mantenerse algún tipo de relación con un actor que inevitablemente influye (generalmente en términos negativos) sobre el proceso de construcción de SbA. Sin embargo, una aproximación amplia o estrecha a los actores que contribuyen a la SbA influye las visiones sobre cómo conseguir un cambio en la visión y práctica de la administración. Siguiendo una visión estrecha, activismo y autogestión describen una relación reactiva a través de la denuncia de políticas contrarias a la SbA. En cambio, anti-purismo, pedagogía y pragmatismo adoptan una perspectiva proactiva argumentando que involucrar a la administración es imperativo si uno quiere ir más allá de experiencias marginales. Además de denunciar, estos discursos añaden una dimensión propositiva dirigida a encontrar un terreno común para trabajar conjuntamente por la SbA. El máximo exponente de esta perspectiva amplia es la visión anti-purista de la administración como indispensable para la consecución de la SbA, lo cual implica que debe concebirse y desarrollarse como una política pública. Todavía en relación al sujeto transformador, cabe señalar un foco de discrepancia entre activismo y autogestión. En línea con su consideración amplia de los actores por la SbA, anti-purismo, pedagogía y pragmatismo buscan cambiar los comportamientos de los individuos sin importar sus motivaciones ideológicas. En consecuencia, aceptan el consumismo político individual como complemento de o incluso como condición previa para la acción colectiva. No obstante, la literatura subraya cómo los movimientos alimentarios que discursivamente se oponen a la neoliberalización pueden de hecho reproducir esta dinámica con sus respuestas (Roff, 2007; Guthman, 2008; Alkon y Mares, 2012). En este sentido, el activismo cuestiona la lógica de individualización y la concepción misma de los sujetos como personas consumidoras. En particular, cuestiona el potencial transformador de las organizaciones de consumo ecológico porque considera que les falta un propósito transformador sistemático más allá de cambiar opciones de consumo individuales. Como estrategias individuales, el consumismo político (Holzer, 2006) y el hacer política vía mercados (Lipschutz y Rowe, 2005) pretenden cambiar (extender) las opciones en sí, mientras que la transformación sistémica trata de cambiar el contexto en el que esas decisiones se toman. En el extremo 15 opuesto del espectro, el discurso pedagógico reivindica el papel transformador de estos grupos, desarrollado a través de la concienciación para un cambio de hábitos de consumo. En esta cuestión, autogestión se alinea con anti-purismo y pragmatismo, que están más bien cerca de la visión pedagógica y valoran positivamente los grupos de consumo como espacios de socialización organizados alrededor del autoconsumo que pueden despertar la conciencia política e implicar a personas consumidoras críticas en compromisos políticos más amplios. En este debate el activismo asigna menos importancia a la capacidad de agencia que el resto de discursos, que reconocen como relevantes aquellos medios de cambio social de base individualista. Se ha mencionado que existe un contraste entre concepciones de la acción transformadora como resultado final o como proceso en curso. Este contraste tiene un paralelo normativo en la definición de SbA como un concepto dual, a la vez un resultado (un modelo agroalimentario radicalmente opuesto al sistema neoliberal) y un proceso (un ejercicio democrático en el ámbito agroalimentario). Centrarse en el resultado significa poner el énfasis en la materialización de la SbA como modelo antineoliberal. En cambio, un enfoque de proceso implica enfatizar las condiciones democráticas del proceso que lleva a esa materialización. En esta dualidad situamos activismo y autogestión en el lado normativo orientado al resultado, y anti-purismo, pedagogía y pragmatismo en el extremo abierto de democratización orientado al proceso. En este segundo caso, como revelan las entrevistas, centrarse en el proceso de toma de decisiones no implica que el producto resultante sea irrelevante, sino más bien que un modelo de SbA legítimo y sostenible en el tiempo sólo puede asegurarse a través de un proceso democrático. Ambas perspectivas son igualmente válidas pero cada una lleva riesgos asociados. A pesar de que todos los discursos se muestran contrarios a la imposición de la SbA por parte de un gobierno, centrarse en el modelo puede abrir espacio a una imposición estatal y crear un problema de legitimidad, de falta de apoyo social. Esto se agrava por el hecho de que el dominio público se aborda muy pobremente: este enfoque carece de una estrategia de incidencia cuyo objetivo sea elaborar políticas públicas que persigan la SbA, lo cual implica renunciar al estado como proveedor de SbA. Por otra parte, centrarse en el proceso de democratización puede reducir la SbA a la democracia alimentaria (Hassanein, 2003) o al activismo de mercado (Roff, 2007; Guthman, 2008), erosionando así su dimensión normativa y su naturaleza contestataria. La reivindicación de un modelo agroalimentario definido es lo que distingue la SbA de otros conceptos de repolitización de la alimentación que corren 16 el riesgo de reforzar el sistema agroalimentario dominante (Guthman, 2008; Blue, 2009; DeLind, 2011). Ni una democracia alimentaria ni la participación activa de personas consumidoras motivada por criterios particulares (éticos, ecológicos) garantizan la reconfiguración estructural del sistema agroalimentario requerida para lograr la SbA. En el primer caso un ‘ejercicio alimentario democrático’ puede resultar en una variedad de sistemas agroalimentarios, dependiendo del equilibrio de valores, intereses e ideologías de las personas democráticamente eligiendo. En el segundo, preocupaciones individuales de consumo puede satisfacerlas el sistema dominante a través de dinámicas de convencionalización (productos de comercio justo y ecológicos vendidos a través de canales de distribución mayoritarios) (véase Renard, 2003). Un marcado énfasis ya sea en el pluralismo y los procesos democráticos, ya sea en la satisfacción de opciones de consumo, puede comprometer el componente normativo de la SbA. Dondequiera que se ponga el énfasis en la definición dual de SbA, la democratización se aborda como un proceso aproblemático. El uso del término es descriptivo más que instrumental: sirve a un propósito empoderador, para subrayar el actual control antidemocrático del sistema agroalimentario global, pero no está definido en términos operativos. Si la democratización es un proceso que tiene lugar dentro de las instituciones actuales, entonces el diseño y la aplicación de políticas públicas deben ser abordados necesariamente como un campo de lucha. En efecto, el hecho de que la administración actualmente no forme parte del esfuerzo de construcción de SbA no se debe únicamente a elementos ideológicos (la visión de la administración como aliada del capitalismo), sino que también es resultado de una aproximación ambivalente al dominio de la política pública por parte del movimiento. Por otra parte, si el reclamo democratizador implica un cambio fuera de las instituciones actuales (del estado), entonces el movimiento necesita reflexionar sobre el hecho de que el activismo alimentario puede conducir al activismo de mercado y a la elección del consumidor como estrategia reguladora (Kjærnes, 2012). Optar por el cambio fuera de las instituciones actuales también puede resultar en el ideal autogestionario. Esta opción no está representada en nuestros resultados, porque lo que hemos llamado autogestión está en realidad construido sobre alternativas basadas en el mercado, que pueden reforzar dinámicas de individualización vía consumismo político. En efecto, como han señalado Alkon y Mares, no ver a la administración como aliada puede conducir a “elegir estrategias de cambio social que trabajan a través de la creación de mercados alternativos más que transformación política o incluso reforma” (2012: 357). 17 A pesar de que algunos de los discursos muestran reticencias a apoyar el mercado como dominio para el activismo agroalimentario y a considerar el consumismo político como una estrategia transformadora útil por asociarse a subjetividades neoliberales, el hecho es que el activismo vía consumo tiene un fuerte peso en las aspiraciones de cambio de los discursos. Ciertamente, los grupos de consumo ecológico son un actor importante en el movimiento agroalimentario transformador catalán, y hay una fuerte presencia de identidad de consumidor en los discursos. A pesar de que el consumismo político individualizado puede ser un factor de erosión para completar objetivos de transformación profundos, algunos autores señalan que el activismo del consumidor no emerge de manera aislada sino que está apoyada por la movilización colectiva (Kjaernes, 2012), y apoyan la necesidad de superar la visión que las teorías del neoliberalismo tienen del individualismo y el colectivismo como medios opuestos de cambio social (Barnett, 2005). Actualmente, las narrativas sociales sobre la estrategia adecuada para lograr la SbA en Catalunya discrepan en su evaluación del consumismo político y las posturas progresivas (tal como son entendidas por Holt Giménez y Shattuck, 2011) como riesgo u oportunidad. 6. Conclusiones A través de la metodología Q hemos identificado cinco discursos de SbA en Catalunya: activismo, anti-purismo, autogestión, pedagogía y pragmatismo. No sólo la estrategia (la acción política y social adecuada para lograr la SbA como objetivo compartido), sino también el sujeto de transformación, son elementos de discrepancia entre los discursos. La relevancia asignada a la afinidad ideológica es un factor explicativo de las distintas visiones sobre el sujeto transformador, particularmente sobre la implicación de la administración y del sector productivo en un proceso de construcción de SbA. Respecto a la estrategia transformadora, horizontes a corto o largo plazo se relacionan con visiones del cambio social en el ámbito agroalimentario radicales o progresivas. Según su visión de la transformación como resultado final o como proceso en curso, puede interpretarse que los discursos mantienen una aproximación estructuralista o de agencia a la acción transformadora. La enunciación del capitalismo como el mayor obstáculo para lograr la SbA muestra al activismo como caso paradigmático de concepción estructuralista del cambio social. Por su parte, anti-purismo, pedagogía y pragmatismo mantienen una aproximación procesual, correspondiente a una visión del cambio centrada en la agencia. En el primer caso, el principal objetivo de transformación es 18 cambiar el contexto en el que se hacen elecciones de consumo y productivas (el sistema económico y político neoliberal), a través de la movilización social. En el segundo, el principal objetivo es cambiar las elecciones mismas (las acciones de personas productoras y consumidoras), cambiando los hábitos de consumo mediante la educación, y cambiando las estrategias productivas mediante la provisión de alternativas viables basadas en el mercado. Según los discursos, la SbA no es únicamente una alternativa al actual sistema agroalimentario capitalista, sino también una crítica a la democracia representativa y una demanda de formatos más participativos. Dichos formatos se conciben como procesos colectivos descentralizados de toma de decisiones, pero no está claro cómo se desarrollan. En Catalunya, el movimiento agroalimentario debe reflexionar sobre qué tipo de democratización es relevante, qué papel se espera jueguen en él las políticas públicas y de qué maneras la SbA desafía el sistema político actual de toma de decisiones. Nuestros resultados en Catalunya sugieren que actualmente coexisten, en el seno de estrategias agrotransformadoras, aproximaciones individualistas al cambio social y formas de acción clásica colectiva. Sin embargo, dicha diversidad no es reconocida como una alianza efectiva de cambio hacia la SbA. Esto motiva una reflexión sobre la naturaleza de la relación entre la llamada acción colectiva individualizada y la acción colectiva clásica. Una cuestión que necesita ser abordada, tanto a través del diálogo político entre actores comprometidos con el proyecto de la SbA, como a través de más investigación, es identificar hasta qué punto el consumismo político sirve al refuerzo de subjetividades neoliberales o es más bien una condición previa para la transformación política en el sistema agroalimentario. Existe la necesidad de seguir explorando la relación entre la micro y la macro política para la transformación sistémica, lo cual implica esencialmente abordar la cuestión de si o hasta qué punto el consumismo político y la acción colectiva pueden ser complementarios de manera efectiva para lograr la SbA. Referencias Adams, Helen y J. Proops (2000) Social discourse and environmental policy: an application of Q methodology, Cheltenham, Elgar. 19 Alkon, Alison Hope y T.M. 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