NI FRACASADOS NI TRIUNFALISTAS: LAS ... DESARROLLO DE LA PRÁCTICA SOCIOLÓGICA

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NI FRACASADOS NI TRIUNFALISTAS: LAS HABILIDADES PARA EL
DESARROLLO DE LA PRÁCTICA SOCIOLÓGICA
Carlos Bruquetas Callejo, Luis Navarro Ardoy y Rubén Martín Gimeno
Correo electrónico de contacto: [email protected]
En la planificación docente de una carrera universitaria se establece una serie de
competencias que el proceso formativo debe garantizar, con el fin de que el
conocimiento que se imparta pueda ser aplicado en el medio laboral. En el caso de la
Sociología, el Libro Blanco (ANECA, 2005) incluye un maridaje de competencias que
puede calificarse de académico, en detrimento de otros contextos en donde el
conocimiento sociológico es aplicado. Sin prescindir de un compromiso con otros
posibles desarrollos de la disciplina, estamos con Burawoy (2005) en que la Sociología
puede ser práctica y de utilidad para la resolución de problemas en un amplio espectro
de situaciones concretas. Las personas con titulaciones de Sociología ejercen su oficio a
través de la investigación, la consultoría o el asesoramiento experto, en ámbitos como
los medios de comunicación, las administraciones públicas, ONG, consultorías...
Esta reflexión nos invita a proponer una serie de habilidades precisas para la práctica de
la disciplina en contextos de aplicación no muy tenidos en cuenta en el vigente modelo.
El argumento anterior se desarrollará a partir de una serie de entrevistas abiertas en
torno a la inserción laboral de profesionales de la sociología que ejercen en ámbitos no
académicos. La experiencia de los autores es en calidad de docentes en la universidad y
técnicos de investigación en consultorías y administraciones, vivencias en primera
persona que también formarán parte de la propuesta. La cual se revisará a partir de las
experiencias que se presenten dentro del grupo "Práctica sociológica".
Palabras clave: PRÁCTICA SOCIOLÓGICA, HABILIDADES PROFESIONALES,
CURRICULUM SOCIOLÓGICO.
1
1.- INTRODUCCIÓN
Planteaba David Bloor (1998), cuatro principios que serían la base del denominado
“Programa Fuerte” para el análisis sociológico del conocimiento científico. La
conveniencia de examinar todas las teorías y prácticas científicas con los mismos
métodos (simetría), de manera imparcial (imparcialidad), considerando las condiciones
que las provocan (causalidad), y tanto las teorías satisfactorias como las insatisfactorias.
Como colofón añadía la reflexividad. La receta puede aplicarse también al cocinero, en
este caso la sociología misma.
Nos parece un buen modo de arrancar un texto sobre el objeto de la sociología práctica,
dicotomía o debate de larga raigambre en la disciplina. Podemos establecer el punto de
partida para reflexionar sobre el tema que nos ocupa en la decisión de Paul Lazarsfeld,
emigrante de la culta Viena de entreguerras a Estados Unidos, de denominar el centro
de investigación que funda en la Universidad de Columbia “Bureau of Applied Social
Research” (Mattelart, 1995). Con la adopción del lema de la aplicación se representaba
una sociología aplicada o práctica sociológica frente a la labor de autores como Adorno
o Horkheimer. Cuyo ejercicio de una sociología crítica, ampliamente especulativa y
fuertemente engarzada con la alta cultura europea del siglo XIX y principios del veinte,
se representaría en un lugar relegado en la nueva era de la hegemonía americana.
La dicotomía, seguramente anterior, ha sido recogida en diversos momentos de la
historia de la disciplina, por practicantes del oficio de uno y otro signo (Fernández,
2006). ¿Subsiste, a día de hoy, ésta contraposición asimilable a la que se escenifica
entre técnica y cultura? Forma, sin duda, parte del repertorio básico de la disciplina,
como hemos podido detectar en diversos momentos de nuestra (modesta) investigación.
Así, en el caso español, los límites quedaban trazados, antes de la entrada de los
cualitativistas en la universidad, en la afinidad por el dato estadístico, que dividía la
sociología en dos. Entre una versión técnica y una culta, aparentemente, se encontraban
escasos espacios de transición.
Ahora bien, si adoptamos un ángulo generalista no se puede apostar sino por la
naturaleza híbrida de la Sociología, si es que se reivindica como ciencia: necesita tanto
dotarse de herramientas conceptuales como adquirir datos empíricos para aproximarse a
la realidad. Ahora bien, la Sociología es también una institución humana, y por lo tanto
susceptible de ser estudiada con las herramientas propias de la “sociología de la
sociología”, por utilizar el término que acuño Friedrichs (1977). La sociología se
2
desempeña como profesión, como la encuesta incorporada al libro blanco muestra, no
sólo en el contexto en el que se desarrolla la investigación social básica (universidades y
poco más), sino que los profesionales se emplean en una multitud de ámbitos:
instituciones públicas, organizaciones políticas, organizaciones no gubernamentales,
consultorías
(de
recursos
humanos,
de
calidad…),
empresas
demoscópicas,
universidades (ANECA, 2005).
¿Se corresponde esta división profesional con la sociología práctica de Burawoy
(2005)1? No completamente, pues éste alude a una cuestión de otro signo, la voluntad
de intervenir en un medio social utilizando el conocimiento sociológico.
Sobre esta materia volveremos, pero (tal vez por nuestro sesgo aplicado) consideramos
que la literatura existente no ayuda en exceso a dar respuestas concretas al interés que
nos acucia, y creemos necesario retornar al campo: realizar una pequeña investigación
empírica donde se desarrolle, de manera concreta y vinculada con la biografía laboral de
profesionales de diversas organizaciones, la cuestión de ésta diferencia, de la formación
recibida y del conjunto de habilidades “actuales” (o no tanto) que el curriculum no
incluye o que al menos no resaltan como outcomes claros de la formación.
Hay quienes obvian este tipo de cuestiones porque simplemente no les interesa. Para el
resto de colegas2, propondremos una serie de habilidades precisas para la práctica de la
disciplina en contextos de aplicación. Dicha propuesta se basa en los resultados
preliminares de una investigación cualitativa desarrollada en 2016. Hemos realizado 6
entrevistas abiertas a diferentes perfiles en torno a la inserción laboral de profesionales
de la sociología que ejercen en ámbitos no académicos. Los resultados obtenidos nos
permiten una primera “cata” de esas competencias y habilidades básicas para la práctica
de la sociología. Cada una de ellas, enumeradas sin orden de importancia, merecería una
reflexión más profunda. Pensamos, en todo caso, que es útil mencionarlas aunque
algunas todavía estén en fase de ser maduradas.
1
“El primer paso es distinguir la sociología pública de la sociología práctica. La sociología práctica es
sociología al servicio de una meta definida por el cliente. La raison d’etre de la sociología práctica es
suministrar soluciones a problemas que se nos presentan o legitimar soluciones tomadas de antemano. Si
bien algunos clientes especifican la tarea del sociólogo en un esquemático contrato otros definen una
agenda práctica mucho más amplia. Ser un testigo experto, por ejemplo prestar un importante servicio a la
comunidad, es una relación relativamente bien definida con un cliente mientras que investigar las causas
del terrorismo o de la miseria gracias a la financiación procedente del Departamento de Estado permitiría
establecer una agenda de investigación mucho más abierta” (Buroway, 2005: 204).
2
Existe un amplio grupo de profesionales que es imposible listar aquí. Véase, entre otros, Castillo, 2015;
Burawoy, 2005 y 2014.
3
2.-METODOLOGÍA
Realizar entrevistas abiertas a otros sociólogos constituye una ruptura de la metodología
en toda regla, y no obstante un paso necesario para dirigirnos hacia nuestro objetivo.
Los esquemas interpretativos de los indígenas resultan estar demasiado próximos a los
de quienes firman como autores para negarles a su vez la firma a los profesionales que
han participado en la elaboración de este documento. No obstante, y por el momento,
seguiremos la convención que indica que los entrevistados tienen derecho al anonimato.
La selección de los entrevistados se realizó dando prioridad a la obtención de
testimonios procedentes de un abanico amplio de sociólogos que perteneciesen a
distintos ámbitos profesionales. Hemos consultado a dos profesionales de la
administración pública, dos estudiantes en prácticas, un profesional de ONG, una
profesional empresaria de servicios de consultoría a empresas y dos investigadores
pertenecientes a una cooperativa de investigación social principalmente aplicada al
sector público. Con el objetivo de poder comparar si las percepciones sobre las
distancias entre el desarrollo académico y profesional se producían en distintos ámbitos
profesionales.
Por distintas circunstancias que se fueron produciendo en el desarrollo de la
investigación, se optó por utilizar distintas técnicas de entrevista. De este modo, las
entrevistas “clásicas” se combinaron con una entrevista grupal y con otras dos por
videoconferencia.
Las entrevistas en profundidad y la entrevista grupal se realizaron en la ciudad de
Sevilla. Las entrevistas por videoconferencia se realizaron a personas que residían en
Madrid y que tenían un perfil muy interesante para la investigación: hombre con puesto
directivo en una ONG y mujer co-fundadora de una start up relacionada con la
investigación en TIC centradas en la perspectiva de los usuarios (UX Research).
La experiencia de entrevista cualitativa por videoconferencia (se realizaron con los
programas Skype y Hangouts de Google) era nueva para las personas que hemos
realizado la investigación. Este método menos ortodoxo generaba ciertas inquietudes
metodológicas entre el equipo investigador. No es el presente texto el ámbito adecuado
para reflexionar con detalle sobre esta experiencia, pero síi podemos destacar alguna
pincelada. Por ejemplo, como aspecto positivo destacaríamos, además de la flexibilidad
y reducción de costes que permite, que la información obtenida de los entrevistados no
se ha visto mermada. Quizás en otras investigaciones donde la relación cara a cara
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pueda ser más importante para generar el rapport, éste tipo de entrevistas no serviría.
Sin embargo, para las características de esta investigación con una situación tan
particular en la que entrevistado-entrevistador comparten la misma profesión, la
experiencia ha sido positiva. Como aspecto menos positivo, se han detectado en este
tipo de entrevistas desajustes en la comunicación entre entrevistador y entrevistado,
causados por cuestiones técnicas; esto rompe el ritmo de la entrevista. Por ejemplo, en
ocasiones se producen solapamientos en los que entrevistado y entrevistador hablan al
mismo tiempo.
El empleo de la entrevista grupal fue propiciado por la escasez de recursos temporales,
pero también se valoró de nuevo que, dada la indeterminación de los resultados en que
nos pone la situación reflexiva de sociólogos que entrevistan a otros sociólogos, nos
podíamos permitir todas las heterodoxias. La dinámica que se generó se pareció menos
a un grupo de discusión clásico que a un focal: las intervenciones se sucedieron casi sin
interrupciones, los participantes procedieron casi por orden, concediéndose unos a otros
bastante tiempo. Pero, frente a la entrevista individual, en este tipo de situación los
relatos se ven permeados por los de los restantes participantes, y así las palabras de los
demás sugieren temas que individualmente cada uno tal vez no se habría planteado. La
tópica, sin embargo, no resulta particularmente distinta a la detectada en las entrevistas,
y tampoco las modulaciones, o al menos no de un modo que se pueda atribuir
claramente a la situación.
Respecto a la estructuración de las entrevistas, si bien fueron todo lo abiertas que la
ocasión requería (no podía ser de otra manera, dentro de la reflexividad de la situación),
nos manejamos inicialmente con el siguiente guión de temas:
• ¿Por qué elegiste la carrera de sociología?
• ¿Cómo fue el desarrollo en la carrera: expectativas de inicio y finales?
• ¿Qué hace un sociólogo/a en un trabajo como el tuyo?
• ¿Qué te ha aportado la sociología en el desempeño de tu profesión?
• ¿Qué aporta tu trabajo a la sociedad?
• ¿En qué consiste tu trabajo? ¿Qué aportas como sociólogo/a? ¿Qué
visión/aportación tienes tu (que no tienen compañeros/as de otras titulaciones)?
• ¿Habilidades para el desempeño? ¿Algunas las consideras básicas?
5
• La transformación del producto sociológico (en relación a los trabajos y
servicios que hoy ofrecen en comparación a los que ofrecían, o en relación a la
demanda)
• Vida laboral: ¿Cómo la enfocó en relación a la carrera? ¿Qué línea profesional le
hubiese gustado? ¿Cómo ha sido su trayectoria profesional? ¿En cuáles ha
detectado hándicaps que la carrera no cubrió?
•
Ocupación actual: competencias que desarrollan; qué relaciones tienen con su
experiencia en la universidad y las competencias adquiridas allí. Qué
competencias echan de menos. Cuáles cree que están cubiertas.
3. RESULTADOS
Las entrevistas sacaron a la luz reflexiones muy diversas. Pero dentro de esta diversidad
se localizaron algunas comunes independientemente del ámbito profesional de los
entrevistados. En este apartado se van a mostrar tanto los aspectos comunes, como
aquellos elementos específicos de cada ámbito profesional que nos parecen más
destacables.
Los resumiremos en tres apartados: a) en primer lugar, para delimitar la percepción de
los sociólogos respecto a su profesión, se resumen las reflexiones sobre qué elementos
creen que aporta la sociología en su ejercicio profesional; b) en segundo lugar, entrando
ya en las distancias competenciales entre la carrera y la profesión, se muestran las
reflexiones sobre un tema común que ha aparecido en todas las entrevistas: la primacía
de lo teórico sobre lo práctico en la carrera; c) por último, se mostrarán lo que hemos
denominado como las “competencias olvidadas” que no es otra cosa que aquellas
destrezas y saberes que los profesionales localizan, echando la vista atrás, como
carencias de la formación universitaria recibida.
3.1.- El desarrollo de la profesión
Uno de los objetivos de la investigación es identificar elementos auto-reflexivos en los
propios profesionales de la sociología sobre qué elementos definen el ejercicio de la
profesión, y más específicamente, qué aportan en su trabajo diario que no aportan otras
disciplinas.
El valor diferencial de la mirada sociológica es para algunos de estos profesionales el
acercamiento a los fenómenos de estudio desde una perspectiva generalista. Este es un
6
elemento clave cuando se compara con otras profesiones como la psicología, disciplina
recurrente en las entrevistas por competir con ella en distintos ámbitos:
“Somos especialistas en la generalidad. Entendemos la realidad de una manera
compleja, general y no individualizada” (Hombre 46 años, puesto directivo en ONG).
“La sociología sirve para poner en contexto al usuario que utilizan la interfaz. Este
proceso es clave porque se trata de encontrar diferencia entre usuarios. En eso la
sociología permite establecer análisis que no permite, por ejemplo, la psicología que es
la disciplina con mayor presencia en la investigación de la usabilidad” (Mujer, 37 años,
empresaria especializada en UX Research).
Cuando en la entrevista grupal a sociólogos de la administración se les preguntó ¿qué es
hacer un trabajo sociológico?, destacaron que era identificar hechos sociales, intentar
comprenderlos e intentar mejorarlos.
Éste grupo de sociólogos de la administración aportó reflexiones muy interesantes sobre
el ejercicio de la profesión en el ámbito público:
a. La mayoría de las veces entras en la administración, luego “si tienes suerte”
consigues trabajar de sociólogo de manera paulatina.
b. Las demandas sociológicas pueden venir de dinámicas generadas con los
compañeros de trabajo: las demandas no vienen sólo desde los directivos o
empleadores, sino que se realizan también en nivel horizontal.
c. Paradoja habitual es la de los obstáculos corporativos. La organización impone
unos filtros al trabajo sociológico precisamente porque es una organización. No
hay que poner el acento sólo en el lado de los individuos, también las
organizaciones donde los sociólogos se emplean han de hacer un hueco a las
competencias que se tienen. Si la versión de la sociología que ejercen no es
aplicada puede deberse a que no “nos dejan ejercerla”. Conectado con este
asunto tal vez pueda hablarse de habilidades de relaciones públicas que es
conveniente desarrollar. En este sentido se nos percibe como críticos de lo
establecido. Se nos forma así. En una administración no puedes ser tan crítico
como si te dedicaras a la universidad. No te forman para eso.
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d. Para el sociólogo práctico, que tiene que desenvolverse en numerosos temas y
proyectos de distinta índole, su herramienta principal son los métodos de
investigación:
“Literaturas específicas: muchas veces tu llegas en situación de carencia, pero
eso es quizá definitorio, llegas a un terreno nuevo a ejercer la profesión,
¿verdad? Los profesionales trabajamos en la carencia, mientras que el
académico se especializa. Pero para el sociólogo práctico tu especialización
como mucho son tus métodos. No tienes tanto tiempo para adquirir el cuerpo
teórico como alguien que lleva trabajando en lo mismo 5 años, 10 años... Tú
tienes 6 meses en un caso bueno para enterarte de lo que es un diabético, y eso
en un caso bueno. Por lo general, son dos meses, y al tiempo que desarrollas
otros dos proyectos” (Entrevista grupal a sociólogos de la administración).
Esta última reflexión es compartida por el grupo de sociólogos de la cooperativa social
que señalan, por un lado, que el elenco de metodologías que emplean en su día a día es
de complejidad baja porque no se les demanda análisis complejos y, por otro lado,
inciden en la dificultad del investigador aplicado para especializarse una vez que se
dispone de poco tiempo para ahondar; la especialización se adquiere en unas semanas, o
por la vía de la contratación laboral o la cooperación con otros profesionales dentro de
un esquema flexible.
3.2.-La eterna dicotomía: lo teórico y lo práctico
Las entrevistas realizadas en gran medida se mueven en un doble eje de dicotomías
relacionado entre sí. Por un lado, la dicotomía entre Teoría/Práctica: la carrera de
sociología es eminentemente teórica, siendo su principal hándicap que los contenidos
que se imparten no tienen aplicación práctica. La otra dicotomía que aparece en las
entrevistas es Académico/Profesional: la carrera es demasiado académica, está poco
orientada al posterior desarrollo profesional fuera de la universidad.
Cruzando estos ejes, en la percepción de los entrevistados lo Académico queda unido a
lo Teórico y lo Profesional a lo Práctico. En torno a estos dos ejes se articulan toda una
serie de posturas críticas y ambivalencias que muestran distintas valoraciones positivas
y negativas de los entrevistados respecto a la carrera de Sociología.
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Del lado Teórico-Académico la mayoría de las valoraciones son de carácter negativo.
Se percibe que la carrera está anquilosada en lo puramente teórico sin que esté
conectada con elementos de investigación aplicada. Los factores que influyen más en
estos elementos serían la estructura curricular y la composición general del profesorado:
“Es que para hacer eso, en una universidad como la Complutense tendrías que cambiar a
gran parte del profesorado” (Mujer, 37 años, empresaria especializada en UX Research).
“Catedráticos de la antigua usanza al más puro estilo de lo que era una cátedra en las
universidades del siglo XVII, hablando casi, casi como en las misas antes del concilio,
de espaldas al alumnado y dictando de manera magistral. Que sí, que te aumenta tu
fondo de armario, pero operativamente cuando terminas tienes que trabajártelo y
mucho” (Hombre 46 años, puesto directivo en ONG).
De este modo, los entrevistados perciben que la carrera es demasiada teórica porque está
enfocada por y para el mundo académico y consecuentemente se olvida del lado
Práctico/Profesional. Y este olvido afecta a numerosas dimensiones. Por un lado, los
entrevistados hacen referencia a handicaps relacionados con contenidos curriculares
propios de la disciplina y muy especialmente referentes a las técnicas de investigación;
hay una percepción clara de que la formación de la carrera es insuficiente tanto en la
investigación cuantitativa como en la cualitativa.
“Me formé trabajando. El conocimiento teórico lo tenía pero me formé trabajando.
Nunca había hecho un grupo de discusión, no sabía cómo se tenía que plantear una
investigación, cómo tienes que seleccionar a una muestra cuali. Sí, tenía una base, pero
luego la realidad es muy diferente” (Mujer, 37 años, empresaria especializada en UX
Research).
“Salías apenas sin nociones de lo que era un grupo de discusión. Apenas sabías lo que
era una correlación estadística (…) Faltaba mucho de los contenidos prácticos de cómo
aterrizar el avión. La historia de la aviación, la vida de los hermanos Wright lo
controlabas, pero el Boing 737 pues hay que aterrizarlo y eso faltaba” (Hombre 46 años,
puesto directivo en ONG).
Algunas de las percepciones de los entrevistados presentan posturas intermedias que
modulan su visión de la carrera:
9
“Yo creo que salí con una base teórica muy buena. Pero no saber cómo aplicarlo a la
práctica. En sociología falta eso” (Mujer, 37 años, empresaria especializada en UX
Research).
“Creo que es un carrera atractiva, es una carrera bellísima, que además da unos
conocimientos generales buenísimos, pero a nivel empresarial para nada y es 0 práctica”
(Mujer, 37 años, empresaria especializada en UX Research).
En este sentido, los contenidos teóricos también son valorados: se consideran un
componente fundamental para la profesión siempre y cuando esté conectado con
elementos prácticos:
“Se emplean unas metodologías de investigación, se aportan perspectivas teóricas. Hay
que hablar de metodologías y literaturas, no se puede reducir la sociología a uno u otro
de los dos elementos” (Entrevista grupal a sociólogos de la administración).
Si asumimos la percepción de los entrevistados, estaríamos ante un problema
importante en la formación académica de los sociólogos. En la enseñanza de las técnicas
y de las competencias profesionales de un sociólogo tiene que ser clave la enseñanza
académica. Esta reflexión la ha hecho el campo sociológico en Francia a lo largo del
desarrollo académico de la disciplina, en lo que Claude Dubar (2006) ha denominado
como las “tentativas de profesionalización” de los estudios de sociología en aquel país:
“Para considerarse sociólogo profesional, al parecer, es preciso sentirse doblemente
ligado: primero a un “campo de especialidad”, a un “campo de problemas”, una
configuración de actores en suma, un terreno en el que no sólo se hayan consolidado
conocimientos sino competencias operatorias, “habilidades” de evaluación que permiten
ser requerido y reconocido por actores (de ser posible financistas o con acceso a
financiamientos) sobre la base de capacidades de “resolución de problemas”(…). Pero
luego, también, estar ligado a una comunidad científica, una disciplina reconocida y
enseñada por la universidad con la que se comparten referencias teóricas y normas
metodológicas y que permite llamarse y hacerse conocer como “sociólogo” (…). Es en
el corazón de esta doble referencia, a la universidad y al terreno profesional, donde se
construyen las identidades de los profesionales” (Dubar, 2006:136).
Este camino en el que parece estar los estudios de sociología en el país vecino, a la luz
de lo que dicen los entrevistados, tampoco parece haberse conseguido en las
universidades españolas.
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3.3.-Las competencias olvidadas
Otro de los objetivos principales de las entrevistas era localizar “competencias
profesionales” que no cubre la carrera, lo que permite identificar tanto los supuestos
hándicaps del curriculum académico como las demandas en el ámbito profesional.
Los entrevistados que trabajan en ámbitos privados señalan elementos que hacen
referencia a contenidos y competencias con valor en el mercado. Respecto a los
contenidos, como se ha comentado en el apartado anterior, destacan los comentarios
sobre la deficiente formación en técnicas de investigación, a lo que hay que añadir la
inexistente formación en la evaluación de programas. Respecto a las competencias, los
profesionales de la cooperativa social, mencionan aspectos como el emprendimiento,
habilidades para la comunicación y captación de clientes, marketing, elaboración de
informes ejecutivos, preparación de concursos y redacción de proyectos de
investigación no académicos.
En este sentido, se sale de la carrera “totalmente desprotegido”, sin un rumbo
profesional y sin competencias para poder moverse en el mundo empresarial:
“Yo no concibo que un médico salga de medicina sin saber operar. Pero es que yo al
terminar la carrera me sentí muy desprotegida (…) Sales totalmente desprotegido.
Cómo tratar a un cliente. Cómo hacer una presentación eficaz. Cómo moverte en el
mundo empresarial. Igual todo esto está muy mal visto en el ámbito académico pero a
mí me hubiera venido muy bien para empezar a trabajar. Y me hubiese costado menos
arrancar” (Mujer, 37 años, empresaria especializada en UX Research).
Este último verbatim es muy gráfico para señalar claramente la dicotomía que perciben
los entrevistados. Hay dos mundos enfrentados en el que cada uno se da la espalda
porque lo que hace el otro “está mal visto”. Pensamos que esta dicotomía no exclusiva
de la sociología. En otras disciplinas existe dicha dialéctica entre universidad/mercado
según la cual desde el ámbito académico se observa en muchas ocasiones con recelo los
errores e imprudencias metodológicas del ámbito privado. Desde el mercado, se juzga
que buena parte del conocimiento académico sirve únicamente para el autoconsumo de
los propios académicos.
También interesante es la apreciación de los dos sociólogos entrevistados de la
cooperativa acerca de la importancia de formar en el uso de un “lenguaje sencillo y
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claro” que permita escribir y comunicar en un tono divulgativo, alejado de tecnicismos
y una jerga abstracta que.
Este tema en particular permite articular una reflexión sobre los límites que ha de tener
la universidad en la formación: ¿tienen que ser competencias como esta, adquiridas en
las universidades o más bien es una habilidad aprendida con el paso de los años? Si la
sociedad parece que demanda un conocimiento cada vez mejor explicado y en un tono
divulgativo, ¿está formando la universidad en este tipo de aspectos?, ¿está la
universidad prestando atención a lo que demanda la sociedad?
Sin atrevernos a establecer una respuesta clara, es cierto que se demandan productos que
incorporen un lenguaje más dinámico y menos abstracto, más legible y accesible a todo
tipo de audiencias. Una de las limitaciones de la sociología se encuentra en el interés de
privilegiar una sociología para ser leída por los propios sociólogos dejando fuera al
público en general (Martín, 2014: 86; Clawson et al., 2007). Como consecuencia más
visible se ha producido el aislamiento de la sociología del debate público, posiblemente
derivado del “oscurantismo absurdo” que aleja, distancia y abandona al lector común
(Castillo, 2015: 12).
La crítica se hace explícita, por ejemplo, con el abuso del lenguaje académico frente a la
necesidad de formar al alumnado en un tipo de lenguaje más sencillo y sin tanta
palabrería (que es lo que demandará después el mercado). En su célebre Imaginación
sociológica, Mills (1971: 227) recomendaba a quien investiga presentar los trabajos en
un lenguaje sencillo y claro frente a la "prosa ampulosa y palabrera" que parece
prevalecer en las ciencias sociales.
4.-REFLEXIONES FINALES
La sociología es una disciplina en la que la mayoría de los estudiantes entran sin tener
una idea clara de cuál es su desempeño profesional posterior y tampoco con las ideas
claras sobre el tipo de sociología que se quiere practicar. Es común que entre los
estudiantes de sociología recién llegados a la carrera se planteen preguntas tales como
¿para qué sirve? ¿qué salidas profesionales tiene? etc.:
Por normales que puedan ser tales preguntas se formulan con mayor asiduidad a medida
que uno tiene que vérselas, por un lado, con una disciplina académica y científicamente
menos legítima que otras (por ejemplo, la física, la química, las matemáticas, las
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neurociencias, etc.) y, por el otro, con una ciencia obligada, por su mismo objeto, a
tropezar con más frecuencia que otras con exigencias de justificación o cuestionamiento
de resultados (Lahire, 2006: 24).
La visibilidad profesional del sociólogo es difusa, muy al contrario que en otras
profesiones, lo que dificulta desde los cimientos todo el entramado de expectativas que
tienen los alumnos cuando entran a estudiar la carrera. Esta confusión inicial hace que
los estudiantes de sociología tengan dificultades de proyectar su profesión a medida que
avanza la carrera. La carrera se va mostrando como una especie de disciplina transversal
que se puede desempeñar desde diversos ámbitos pero que no se concreta en un “saber
hacer” específico.
Además en los ámbitos de aplicación de la sociología no hay exclusividad: en todos los
campos profesionales la sociología entra en competencia con otras disciplinas, y en
muchos casos estas disciplinas tienen un mayor conocimiento por parte del público
general y lo que es más importante, por parte de las personas que tienen que contratar en
el mercado.
Esta situación de partida es fundamental para que los alumnos de sociología perciban
que su carrera no está enfocada a lo profesional, al mercado, como lo están otras. Y esto
se observa en buena parte de las actitudes y percepciones de los profesionales cuando
echan la mirada atrás sobre el momento de elección de la carrera. ¿Cómo se podría
mejorar esta situación de partida?
El objetivo del presente texto ha sido poner sobre la mesa este tipo de cuestiones,
siempre teniendo presente que sólo es un primer paso para generar conocimiento
reflexivo entre sociólogos de distintos ámbitos. Para ganar amplitud de enfoque y seguir
explorando aspectos tales como la distancia percibida por los profesionales de la
sociología entre su devenir diario y las limitaciones sobre el conocimiento del oficio con
el que salieron de la carrera, habría que seguir dando pasos en la investigación.
Para ello, por ejemplo, sería conveniente abrir el espectro de entrevistas, e incluir a
personas del ámbito académico y a alumnos. Situar las percepciones de cada ámbito
frente al espejo de los otros, permitirá, por ejemplo, identificar y diferenciar causas y
consecuencias que se sitúan del lado de los agentes de otras que se sitúan más del lado
de las estructuras.
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Otra línea interesante de análisis sería explorar cuál está siendo la presencia de la
sociología en lo que podríamos llamar como nuevos yacimientos de trabajo analítico.
Estamos seguros que la mirada sociológica tiene fácil implementación en terrenos como
el Big Data, los análisis de los denominados como Social Media, los estudios de
interacción entre personas e interfaces desde la perspectiva de los usuarios (UX
Research), etc. Pero no sabemos si se está produciendo un desembarco de sociólogos en
estos ámbitos profesionales.
En este sentido, los profesionales más jóvenes reclaman más estadística en su
currículum, más tiempo dedicado a los programas informáticos. No sólo los más
convencionales: saber programar es el ABC contemporáneo (Rushkoff, 2010), más
cuando buena parte de la comunicación se desarrolla en las redes sociales. En los
terrenos de la investigación de Big Data, muchas veces se puede apreciar indigencia
teórica desde el punto de vista de la sociología. Los resultados de los estudios que se
pueden consultar son muy susceptibles de mejora, comprendidas las actitudes en
términos binarios (Onnela, et al., 2007; Candia et al., 2008).
Todo este tipo de cuestiones nos parecen de vital importancia para poder mejorar los
vínculos de la sociología con la sociedad; para crecer en el proyecto de una “sociología
socialmente útil”.
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