Focus group y grupo de discusión: similitudes y diferencias.

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Focus group y grupo de discusión: similitudes y diferencias.
Focus group y grupo de discusión:
similitudes y diferencias.
Jorge Ruiz. IESA-CSIC
En las últimas décadas se ha venido consolidando en la llamada “sociología cualitativa” el uso de técnicas grupales
de producción discursiva. Ahora bien, bajo una aparente homogeneidad se han desarrollado formas muy diversas
de diseñar y realizar las dinámicas grupales. En esta comunicación se comparan dos de las más utilizadas y más
desarrolladas metodológicamente: el focus group y el grupo de discusión. Lo que se sostiene es que si bien
encontramos múltiples similitudes, también presentan importantes diferencias. En concreto, el focus group responde
más a un modelo de entrevista en grupo, mientras que el grupo de discusión plantea una conversación como medio
de alcanzar un discurso grupal, esto es, de producir colectivamente un discurso. Estas diferencias se refieren
principalmente al modo como se dirige o modera la dinámica por el investigador, propiciando en mayor o menor
medida el intercambio entre los participantes. No obstante, también implica diferencias en cuanto a otras cuestiones
como puede ser la composición del grupo, o el modo de plantearle las preguntas o cuestiones.
Más allá de una preferencia genérica por uno u otro modo de producir el discurso, en esta comunicación se defiende
una preferencia instrumental o pragmática: si lo que se pretende es obtener una serie de opiniones más o menos
influenciadas por su emergencia en un contexto de grupo, es preferible la técnica del focus group; si por el contrario
lo que se pretende es la producción colectiva o en grupo de un discurso es preciso recurrir a la técnica del grupo de
discusión.
Palabras clave: Técnicas grupales; discurso; grupo de discusión; focus group, discurso.
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Focus group y grupo de discusión: similitudes y diferencias.
Desarrollos metodológicos paralelos
En 1979 se publica la primera edición de “Más allá de la sociología”, obra en la que Jesús Ibáñez fundamenta
metodológicamente el grupo de discusión. Para ello se basa en la experiencia acumulada en más de dos décadas
de práctica profesional en el ámbito de la investigación de mercados junto a Alfonso Ortí, Ángel de Lucas, Francisco
Pereña y José Luís Zárraga, entre otros, quienes más tarde formaron la llamada Escuela Cualitativa de Madrid
(Valles & Baer, 2005). Pero curiosamente, en esta fundamentación hay una ausencia casi absoluta de referencias al
focus group, técnica que venía desarrollándose por aquellas mismas fechas 1. En concreto, sólo encontramos dos
referencias escuetas a las focussed interviews (o entrevistas focalizadas) de Merton, y con una clara intención de
diferenciarse de ellas, en la medida en que las considera más cercanas a la entrevista documental en profundidad
(Ibáñez, 1979: 122, 257). Por el contrario, el grupo de discusión se fundamenta, en estos inicios, en la teoría
psicoanalítica, especialmente en las teorías de Bion, configurándose como un espacio intermedio o de intersección
entre el grupo de base y el grupo de trabajo (Ibáñez, 1979: 21; Domínguez y Davila, 2008: 98). Las
fundamentaciones y desarrollos metodológicos posteriores del grupo de discusión, han abandonado en buena
medida esta orientación psicoanalítica 2 (Martín Criado 1997; Alonso, 1996; Canales y Peinado, 1994; Canales,
2006), pero tampoco se han basado en los focus group, ni lo han tenido en consideración prácticamente 3.
Del lado de los autores que han desarrollado metodológicamente el focus group la situación es análoga. De hecho,
en sus textos no se encuentra ninguna referencia a la técnica del grupo de discusión, como ha sido desarrollada por
la Escuela Cualitativa de Madrid. Así, el grupo de discusión se ha adoptado y utilizado durante mucho tiempo por
autores españoles y latinoamericanos, pero prácticamente es desconocido en otros países y particularmente entre el
público y los especialistas anglosajones. Otra muestra de este desencuentro en los desarrollos metodológicos entre
el focus group y el grupo de discusión, a la vez que causa del mismo, es la ausencia de textos escritos en inglés en
los que se aborden las características técnicas y metodológicas de los grupos de discusión, lo que sin duda ha
contribuido a su limitada difusión internacional. Nos encontramos así con muy buenos textos que describen y
explican la especificidad del grupo de discusión, pero todos ellos escritos en español (Ibáñez, 1979, 1989, 1991;
Ortí, 1986; Martin Criado 1997; Alonso, 1996; Canales y Peinado, 1994; Callejo, 2001; Canales, 2006; Domínguez y
Dávila, 2008; Gutiérrez Brito, 2008). Podemos hablar por tanto de un desarrollo “en paralelo” de ambas técnicas, ya
que parten de supuestos y orientaciones teóricas muy diferentes y siguen desarrollos igualmente distintos, sin
apenas prestarse mutuamente ningún tipo de atención.
Teniendo en cuenta estos antecedentes, resulta sorprendente que el focus group y el grupo de discusión presenten
en la práctica tantas similitudes. De hecho, algunos autores concluyen en base a estas semejanzas que se trata de
distintas versiones de una misma técnica (Valles, 1997; Callejo, 2001) o bien que las diferencias son más de orden
Por ejemplo, en 1987 Merton publica el artículo en el que compara sus “focussed interviews” con los focus group (Merton,
1987), o en 1988 Krueger publica la primera edición de su manual (Krueger, 1988).
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Incluso Ibáñez ofreció también años más tarde una fundamentación del grupo de discusión en base a la segunda cibernética,
dentro de una perspectiva más constructivista (Ibáñez, 1991).No obstante, subsisten algunos elementos de estos orígenes
psicoanalíticos, como por ejemplo la pretensión del grupo de discusión de relajar, al menos en parte, la censura a la
incoherencia característica de la situación de entrevista. En este sentido, el grupo de discusión aspira a una mayor apertura
discursiva, admitiendo en mayor medida que otros contextos o situaciones las incoherencias (Callejo, 2002).
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3Una
importante excepción a esta desconsideración del focus group en los desarrollos metodológicos del grupo de discusión
sería el manual de Javier Callejo (2001), en el que se equipara en buena medida una y otra técnica y se hacen repetidas
referencias a los focus group.
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Focus group y grupo de discusión: similitudes y diferencias.
epistemológico que metodológico (Gutiérrez Brito, 2011). Es más, si consideramos las definiciones más inclusivas
de los focus group (o menos restrictivas), está claro que se pueden aplicar sin grandes problemas a los grupos de
discusión. Por ejemplo, la consideración del focus group “como una técnica de investigación que recoge los datos a
través de la interacción de grupo en relación con un tema determinado por el investigador” (Morgan, 1996: 130)
sería igualmente aplicable al grupo de discusión. O, del mismo modo, si consideramos que el focus group es un
método flexible, que al admitir diversas formas puede adaptarse a distintos propósitos de investigación (Barbour,
2005), el grupo de discusión podría ser considerado como un tipo o forma peculiar de focus group.
Pero además de constatar y resaltar estas semejanzas, nos interesa situar a los grupos de discusión en relación con
la diversidad de tipos o formas de los focus group. Ello nos permitirá exponer y explicar de manera más clara y
precisa las especificidades metodológicas y técnicas de los grupos de discusión a un púbico poco familiarizado con
ellos. En efecto, los grupos de discusión tienen importantes similitudes con los focus group, pero más con unos tipos
que con otros. En concreto, los grupos de discusión son muy similares a los focus group que ponen el énfasis en la
dimensión o el aspecto de grupo, mientras que presentan importantes diferencias con un tipo más individualista, o
más individualizante 4. Así, el grupo de discusión puede considerarse una forma de focus group, pero no como una
forma de entrevista grupal(Canales y Peinado, 1994: 294).En el ámbito español e iberoamericano la distinción entre
la entrevista grupal y el grupo de discusión está mucho más marcada que en el ámbito anglosajón, donde el focus
group se considera con frecuencia como una forma de entrevista grupal (Frey & Fontana, 1991; Hughes & DuMont,
2002; Madill, 2012), que admite un mayor o menor grado de interacción entre los participantes, una moderación más
o menos directiva o estructurada y, en definitiva, una producción discursiva más o menos individualizada (Morgan,
1996).
Desde un punto de vista individualista, las interacciones entre los participantes características del focus group se
valoran de manera ambivalente. Por un lado, estas interacciones favorecen la manifestación o revelación de las
posiciones y opiniones particulares de cada uno de los participantes que, para este enfoque, sería el objetivo último
de la técnica. Pero, por otro lado, estas interacciones también serían una desventaja o un inconveniente. En efecto,
desde este punto de vista, las interacciones entre los participantes pueden suponer una contaminación o un sesgo
por el grupo de las opiniones individuales de los participantes. La función del moderador sería “estructurar un
proceso de interacción favorable a la obtención y el esclarecimiento de los más privados puntos de vista, al tiempo
que reduce al mínimo el residuo de ‘sociabilidad’ sobrante del proceso” (Lezaun, 2007: 130). Desde este enfoque
individualista, la situación de grupo es en parte un impedimento para que los participantes puedan expresar sus
pensamientos o sus opiniones individuales, que se consideran como las únicas reales o auténticas y, en
consecuencia, son las que interesa recabar. La situación de grupo conlleva necesariamente unos efectos de grupo
(Carey y Smith, 1994): presiones hacia la conformidad, que pueden conducir a los participantes a ajustar sus
propias contribuciones para que coincidan con las de los demás; el pensamiento de grupo, o un efecto de contagio
por lo que en grupo las personas expresan ideas más extremas de lo que lo hace individualmente; y las presiones a
la deseabilidad social que inducen a los participantes para ofrecer información o desempeñar determinados papeles,
para cumplir con las expectativas percibidas ya sea del facilitador u de otros participantes, o para presentar una
imagen favorable de sí mismos (Hollander, 2004: 610). Estos efectos de grupo, desde esta perspectiva
individualista, deben ser neutralizados o, al menos, minimizados mediante una moderación directiva e
individualizante.
Sobre las diferencias entre estas dos tradiciones o tipos dentro de la técnica del focus group, puede consultarse Smithson,
2000; Wilkinson, 1998; Hollander, 2004; y Farnsworth & Boon, 2010. Una defensa y síntesis de los planteamientos
individualistas del focus group lo encontramos, entre otros, en Hughes & DuMont, 2002; Lezaun, 2007; y Onwuegbuzie et al.,
2011.
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Junto a este enfoque individualista del focus group, encontramos otro que pone el énfasis en la dimensión o el
aspecto de grupo. Desde este enfoque, el focus group se configuran como una dinámica de grupo más que como
una entrevista de grupo (Smithson, 2008; Wilkinson, 2006); se promocionan y potencian las interacciones entre los
participantes en el grupo, más que las interacciones entre el moderador y cada uno de los participantes (Parker y
Tritter, 2006: 26) y se plantea una moderación poco directiva o poco estructurada de las dinámicas del grupo
(Krueger, 1991); se destaca la importancia de la interacción entre los participantes y en consecuencia el carácter
interactivo de los datos que se producen, así como la necesidad de tener en cuenta esta naturaleza interactiva de
los datos en los análisis (Kitzinger 1994; Morgan, 1996; Wilkinson, 1998; Smithson, 2008; Hollander, 2004;
Farnsworth & Boon, 2010; Grønkjær et al. 2011); y finalmente pero no por ello menos importante, se adopta el grupo
como unidad de análisis, más que la suma o agregación de las opiniones, actitudes o informaciones de cada uno de
los participantes (Wilkinson, 1998; Munday, 2006; Smithson, 2008). En definitiva, desde esta concepción de los
focus group, que podemos denominar colectivo o colaborativo, se asume la situación de grupo como característica
de los focus group y, en consecuencia, se aprovechan las interacciones grupales para la producción de resultados
más ricos y se tienen en cuenta en los análisis, en lugar de eliminar o reducir su influencia.
El grupo de discusión va más allá, por lo que puede considerarse una versión radical de este tipo de focus group
que pone el énfasis en el grupo. En efecto, el grupo de discusión se plantea como objetivo explícito la producción
colectiva de un discurso propio del grupo mediante la conversación. Como sostiene Alonso, “el grupo de discusión
es fundamentalmente un proyecto de conversación socializada, en el que la producción de una situación de
comunicación grupal sirve para la captación y análisis de los discurso ideológicos y de las representaciones
simbólicas que se asocian a cualquier fenómeno social” (Alonso, 1996: 93).Por ello, lo que interesa es potenciar la
dimensión grupal de la técnica, esto es, propiciar interacciones fluidas entre los participantes y una dinámica grupal
lo más intensa posible. Así, desde la perspectiva del grupo de discusión, los efectos de grupo dejan de ser un
problema o un inconveniente, para convertirse incluso en un recurso o un mecanismo para la producción del
discurso por el grupo. No es ya sólo que estos efectos puedan ser evitados o reducidos mediante una determinada
moderación o conducción del grupo, o que deban ser tenidos en cuenta en el análisis de los datos producidos. Para
el grupo de discusión, estos efectos de grupo son precisamente los que producen el discurso del grupo. Su
propuesta es más radical, ya que pretende intencionalmente provocarlos y potenciarlos.
El consenso como producto discursivo típico del grupo de discusión
El grupo de discusión establece como situación de investigación una conversación en torno a un tema o cuestión
planteada por el investigador, con el objetivo de que el grupo produzca un discurso compartido, esto es, para que
llegue a un acuerdo o consenso en relación con estas cuestiones. Cuando se establece una conversación, en
cualquier contexto y no sólo en la investigación social, el objetivo más o menos explícito de los interlocutores es
llegar a un acuerdo, a una conclusión conjunta o compartida, mediante la influencia recíproca (Gadamer, 1993: 463).
En la conversación cada participante busca influir en los demás, convencer a los demás, pero a la vez se admite ser
influido y convencido por los demás. El consenso puede ser considerado así como el objetivo, o si se quiere el
horizonte, de cualquier conversación. De esta manera, mediante el intercambio y la influencia recíproca entre los
participantes y la tendencia al acuerdo implícita en cualquier conversación, en el grupo de discusión se propicia la
producción de un discurso compartido. Por lo tanto, la dinámica grupal en los grupos de discusión se puede
entender como un proceso de disminución de la individualidad, una pérdida progresiva de las individualidades para
el surgimiento de un discurso colectivo y una identidad grupal (Callejo, 2002: 96).
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Gadamer señala esta capacidad de la conversación para generar un discurso grupal o compartido, entendido como
un acuerdo entre los participantes sobre los temas en cuestión, cuando dice que “el hablar unos con otros pone de
manifiesto un aspecto común de lo hablado. La verdadera realidad de la comunicación humana consiste en que el
diálogo no impone la opinión de uno contra la de otro, ni agrega la opinión de uno a la de otro a modo de suma. El
diálogo transforma una y otra (1998: 185). El resultado o producto de una conversación, en la medida en que esta
se produce, es algo distinto a las opiniones individuales de quienes han participado en ella: un discurso compartido.
O en términos de Gadamer, una lengua común y una sentencia compartida (1993: 465)
Ahora bien, este consenso no debe entenderse como un acuerdo total y absoluto sobre cada uno de los temas que
se tratan, al menos necesariamente. El grado de consenso que se alcance sobre los distintos temas puede ser muy
diverso. Dicho de otro modo, el producto de un grupo de discusión siempre es un discurso compartido, pero el grado
en que sea compartido no tiene por qué ser el acuerdo absoluto. Por esta razón, el grupo de discusión siempre
admite el disenso, tanto en su dinámica como en su producto, en mayor o menor grado. En ocasiones este disenso
actúa como dinamizador de la discusión, enriqueciendo los debates y haciendo aflorar aspectos importantes que de
otra manera habrían permanecido implícitos. En otros casos, esta diversidad de opiniones se mantiene hasta el
final, haciendo que el producto discursivo del grupo sólo sea compartido en un cierto grado o para algunas
cuestiones y no para otras 5.
Así, en el grupo de discusión se propicia que se llegue a un acuerdo entre los participantes sobre los temas que
interesan a la investigación, pero en ningún caso se fuerza este acuerdo ni, por supuesto, el hecho de que no se
alcance un acuerdo total supone que el grupo no ha alcanzado su objetivo. Al contrario, el grado de acuerdo
alcanzado es una característica de la producción discursiva del grupo y, como tal, un resultado de investigación que
debe ser analizado. Tan válido es un grupo de discusión en el que se ha llega a un acuerdo amplio sobre todos los
temas, como aquel en el que este acuerdo es más limitado o en el que persisten hasta el final disensos importantes
entre los participantes. Y ello porque en cualquier caso el producto discursivo es colectivo o compartido, en la
medida en que se trata de un discurso producido en un intento colectivo de ponerse de acuerdo, de alcanzar un
consenso.
Tampoco esta orientación al consenso supone, en ningún caso, silenciar o acallar las divergencias individuales o
particulares, los disensos, entre los participantes. Muy al contrario, una dinámica en la que se llega a un acuerdo
sobre los distintos temas de manera demasiado inmediata, sin apenas discusión previa, es muy poco productiva
discursivamente hablando, y requiere de una mayor intervención del moderador para hacer aflorar lo que hay detrás
de este consenso excesivamente evidente. Las discrepancias no sólo no son reprimidas, sino que hasta cierto punto
o en cierto grado son necesarias para la dinámica del grupo de discusión y, como tales, son incentivadas por el
moderador. Algunos autores sostienen que la consideración del discurso como un producto colectivo o compartido
implica desconsiderar, silenciar o, incluso, reprimir las opiniones divergentes o disidentes (Onwuegbuzie et al.,
2011). Sin embargo, bajo nuestro punto de vista, no hay incompatibilidad entre discurso compartido y discrepancias.
Es más, el modo que plantea el grupo de discusión de llegar al discurso compartido es precisamente a través de la
La dificultad para alcanzar un acuerdo suele causar malestar o incomodidad entre los participantes, lo que pone de manifiesto
que este acuerdo es el objetivo, más o menos implícito, de la conversación. Así, cuando se constata la imposibilidad de
alcanzar este acuerdo, se da por finalizada la conversación o, lo que es lo mismo parcialmente, se cambia de tema. Farnsworth
& Boon (2010) se refieren a una situación similar cuando comentan que “en un grupo, por ejemplo, una de nosotras se encontró
con la continua fragmentación de la discusión, abrumadora cognitivamente. Al final se detuvo el proceso y se entró en un estado
pasivo, prácticamente "cerrado”. Así que cuando llegó el momento de introducir el siguiente tema principal, tuvo problemas para
renovar el compromiso con la agenda de investigación del focus group”. (p. 615, traducción propia)
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confrontación de opiniones discrepantes, y el tipo de discurso compartido que en él se produce rara vez se
caracteriza por una unanimidad absoluta.
Incluso en los grupos de discusión se puede producir una escisión discursiva sin que ello suponga necesariamente
un mal funcionamiento o un fracaso del mismo. La formación de facciones en el grupo que se adhieren a discursos
más o menos incompatibles entre sí, de manera que se rompe toda posibilidad de diálogo o toda perspectiva de
acuerdo, puede ser un resultado admisible de un grupo de discusión, si bien no es un resultado habitual. En estos
casos, habría que revisar nuestro diseño del grupo, en la medida en que en éste diseño plantea una expectativa de
que los grupos considerados pueden producir un discurso compartido mediante la conversación. Pero en ningún
caso puede considerarse este resultado como un error, sino más bien como una sorpresa, a la que debería estar
abierta cualquier investigación y, con mayor razón, una investigación basada en una metodología cualitativa. La
escisión discursiva inesperada en un grupo es un resultado que precisa explicación, ya que su análisis nos puede
revelar aspectos importantes de la realidad social investigada.
Otra importante puntualización es que los consensos a los que llegan los grupos de discusión no siempre son
explícitos o expresos, sino que con frecuencia adoptan formas tácitas o implícitas. Así, la elección de unos temas de
conversación, la evitación de otros, o las formas irónicas o indirectas de abordarlos, por ejemplo, constituyen
importantes elementos de los acuerdos o consensos grupales alcanzados. En consecuencia, estos acuerdos y
desacuerdos implícitos deben ser considerados en el análisis de la producción discursiva del grupo (Ruiz, 2014).
Discusión: las características diferenciales del grupo de discusión
El grupo de discusión es una técnica de investigación que persigue la producción de un discurso compartido o
colectivo de grupo mediante la conversación. Para ello establece las condiciones que propicia y potencia la
conversación entre los participantes. El modo cómo lo logra, esto es, cómo se propicia la conversación entre los
participantes en un grupo de discusión, excede el propósito de esta comunicación pero, en cualquier caso, tanto el
objetivo que persigue como el modo en que lo hace lo distinguen de otras técnicas grupales de producción
discursiva y más concretamente del focus group.
El grupo de discusión y el focus group son técnicas de investigación social aparentemente muy similares pero que,
sin embargo, persiguen objetivos distintos y, en consecuencia, establecen dinámicas grupales muy diferentes. En
concreto, el focus group persigue captar las opiniones (individuales) de cada uno de los participantes, expresadas
en un contexto de influencia recíproca; el grupo de discusión, por el contrario, pretende la producción de un discurso
colectivo o compartido, esto es, de un discurso grupal, mediante la conversación en una situación de grupo.
Mientras uno responde a una dinámica de entrevista grupal, el otro responde a una dinámica conversacional entre
los participantes.
No obstante, se vienen desarrollado recientemente formas de focus group que conceden una mayor importancia y
relevancia a las interacciones entre los participantes. Estas variantes del focus group propician en mayor medida la
conversación y limitan las dinámicas individualizantes, basadas en relaciones bidireccionales entre el moderador y
cada uno de los participantes. Se trata, en este sentido, de formas de focus group que se acercan a las dinámicas
características del grupo de discusión, que exploran las potencialidades de la conversación como un modo de
aflorar las opiniones en un contexto de grupo. Sin embargo, la diferencia continua estando en el objetivo perseguido
con la dinámica grupal, ya que en estas formas de focus group tampoco se pretende la producción y análisis de un
discurso grupal. El grupo de discusión puede entenderse como una versión radical de esta forma del focus group
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que enfatiza el aspecto grupal, pero siempre que se tenga en cuenta que va más allá en sus pretensiones. En
concreto, el grupo de discusión ofrece unas posibilidades específicas a la investigación social, ya que es una técnica
orientada a la producción de un discurso grupal, entendido como un discurso colectivo o compartido de grupo. En la
medida en que esto es así, se trata una técnica cercana al focus group, que resulta muy útil cuando los objetivos de
nuestra investigación requieran indagar en esta dimensión colectiva de los discursos sociales.
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