Las debilidades del mercado de trabajo español: un estudio preliminar

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Las debilidades del mercado de trabajo español: un estudio preliminar
sobre las causas de su marcado carácter pro-cíclico
Sergio Torrejón Pérez
[email protected]
El trabajo que aquí sigue tiene como objetivo adentrarse en el debate sobre las causas
de los principales problemas del mercado de trabajo español: el desempleo y la elevada
temporalidad. Empieza ilustrando cómo se han desarrollado éstos a lo largo del último
periodo democrático, para adentrarse a continuación en el debate sobre las causas de los
mismos, en el que se enfrentan, principalmente, dos perspectivas: una primera que pone
el acento en lo ineficiente que resulta la legislación que regula las relaciones laborales, y
otra que considera que la raíz de los problemas va más allá del aspecto meramente
normativo al originarse éstos antes en la propia forma en que se organiza la actividad
productiva. Partiendo de este marco teórico se desarrolla finalmente un apartado de
análisis en el que se examina la evolución de la ocupación en las dos últimas crisis para
determinar cuál es la interpretación que mejor se ajusta a la información que ofrece el
análisis.
Mercado de trabajo, desempleo, temporalidad, flexibilidad, segmentación
1
Introducción
En épocas de crisis como en la que estamos inmersos se acentúa enormemente el
interés por la institución del mercado de trabajo, constituyendo los problemas que le
afectan algunas de las principales preocupaciones de los ciudadanos y convirtiéndose en
materia objeto de una atención mediática constante. Y no es de extrañar que adquiera
esa relevancia de cara a la opinión pública cuando algunos de los principales
indicadores que reflejan su salud obtienen unos resultados tan negativos como lo están
haciendo en estos años. Sin embargo, experiencias de crisis como la actual, habiendo
una fuerte destrucción de empleo y unos niveles de desempleo tan elevados, no resultan
del todo novedosas, sino que se han sufrido de forma reiterada a lo largo del último
periodo democrático. Esto se debe al hecho de que el mercado de trabajo español se
caracterice por un comportamiento pro-cíclico, lo que facilita que el impacto de las
crisis difiera notablemente en cuanto a su magnitud respecto al habido en otros países
del entorno. Por lo tanto, en una primera parte del trabajo se aborda el análisis de las
debilidades que sufre nuestro mercado de trabajo. Lo que lleva directamente al debate
acerca de las causas (y en consecuencia, las posibles soluciones) de tales problemas, en
el que se enfrentan, principalmente, dos perspectivas: una que pone el acento en los
problemas como propios del desarrollo y mantenimiento de una legislación deficiente, y
otra que incide además en que la raíz de tales problemas debe ser más profunda, siento
necesario trasladar el foco de atención hasta la organización de la estructura productiva.
Es en base a este marco de discusión cuando se desarrolla el apartado central del
artículo, que a través del análisis del comportamiento de la ocupación desde la crisis de
principios de los noventa a la actual tiene por objetivo la aproximación a cuestiones
como las que siguen: ¿Es la temporalidad la principal causa del marcado carácter procíclico del mercado de trabajo español? ¿Cuáles son las causas de la temporalidad?
La comparación de la evolución de la ocupación desde la crisis de los noventa hasta
la actual resulta adecuada en tanto que procura su análisis en dos momentos relevantes:
un primero (de 1991 a 1994) en el que la temporalidad seguía expandiéndose, sin haber
llegado a su punto de inflexión (en 1995), y en el que todavía no se podían hacer
manifiestos los efectos de las sucesivas reformas llevadas a cabo de ahí en adelante con
el objetivo de atajar el problema de la temporalidad. Y una segunda etapa sobre la que,
en cambio, ya sí que se acumulan la serie de reformas implantadas. Algo que nos
permite analizar a) si éstas han resultado efectivas en su propósito o no, y b) cuestionar
2
además con ello y con el análisis de la evolución de diferentes componentes del
mercado de trabajo si la raíz de los problemas relatados puede residir efectivamente en
el marco legislativo o hay que profundizar en ellos como resultado de la propia
organización de la estructura productiva u otros factores.
1. Las debilidades del mercado de trabajo español: un diagnóstico
A partir de 1973 los países industrializados se vieron inmersos en la Crisis del
Petróleo, que supuso una repentina inflación y la entrada de esas economías en recesión.
En el ámbito que aquí resulta de interés, esos cambios, sumados a los que trajo consigo
el proceso de globalización, tuvieron su expresión en forma de un brusco cambio de
modelo productivo, al pasar de uno en el que predominaba la actividad industrial,
caracterizado por la existencia de carreras laborales largas y seguras, a una sociedad
post-industrial, en la que el sector de los servicios, que requiere de una mayor
flexibilidad en el empleo, iba a ir cogiendo fuerza hasta resultar predominante. Este
cambio supone uno de los más importantes habidos en la estructura social en las últimas
décadas, ya que ha alterado la dinámica de diferentes dimensiones de los Estados de
Bienestar, trayendo consigo una serie de “nuevos riesgos sociales” (Moreno, 2004).
Algunos de estos nuevos riesgos sociales hacen referencia a las trasformaciones habidas
respecto a la conciliación de la vida familiar y laboral, respecto a la gestión de
elementos como las pensiones o la sanidad o, más importante aún para lo que aquí
compete, las transformaciones habidas en el ámbito del mercado de trabajo: la
generalización de un problema como el del desempleo estructural, hasta entonces
prácticamente desconocido (Del Pino y Ramos, 2013), que además trajo consigo otra
serie de cambios en los mercados laborales como el surgimiento de una mayor
inestabilidad en el empleo, de formas contractuales que se expandirían como la
temporalidad, el incremento de la población activa, etc.
Tanto el impacto de la crisis del petróleo como el proceso de globalización son
procesos que tuvieron un impacto a escala internacional y de forma generalizada en los
países desarrollados, por lo que es lógico esperar que tanto el cambio de modelo
productivo como los procesos que caracterizan la globalización (la internacionalización
de los mercados, la flexibilización de las relaciones laborales, el incremento de las
privatizaciones, etc) hayan tenido un impacto similar sobre las instituciones de los
diferentes países (Bernardi y Martínez Pastor, 2010). De esta manera, es de esperar que
3
las consecuencias sobre el mercado de trabajo se hicieran manifiestas, aunque difiriendo
en el grado, de forma generalizada en todos ellos.
Sin embargo en el caso de España parece que algunas de esas dinámicas y
problemáticas han tenido un impacto especialmente notable. Le extrema sensibilidad del
empleo al ciclo económico en nuestro país permite que el impacto de las crisis en el
ámbito económico y de la producción se trasladen con facilidad al mercado de trabajo y
resulten especialmente violentas. Es por ello por lo que voy a dirigir el foco de atención
del trabajo sobre las causas que determinan el desarrollo de esas peculiaridades en
nuestro mercado de trabajo. Para llevar a cabo esta tarea es necesario partir de una
imagen amplia y general del mercado de trabajo español, por lo que en primer lugar voy
a llevar a cabo un primer análisis descriptivo de la evolución de los principales
componentes del mercado de trabajo a lo largo del último periodo democrático.
El incremento sostenido de la población activa y la evolución de la ocupación
Como se observa en el gráfico 1, como mientras que la ocupación sigue una
tendencia en la que ha habido tanto incrementos de la misma como caídas, la población
activa ha mantenido hasta el año 2011 una tendencia sostenida en sentido ascendente.
Esto pone de manifiesto ya la que es una de las principales particularidades del mercado
de trabajo español: el incremento de la población activa desde el inicio del último
periodo democrático y hasta estar inmersos en la crisis actual. Incremento que resultó
especialmente agudo en la segunda mitad de la década de los ochenta y desde el año
2000 al 2008, y por motivos diferentes: mientras que en el caso del primer periodo tal
ascenso está asociado sobre todo a la incorporación de la mujer al mercado laboral, en el
segundo periodo está relacionado con la llegada masiva de inmigrantes a nuestro país,
atraídos por la gran oferta de empleo de escasa cualificación que se desarrolló en la
época de expansión económica.
4
Gráfico 1. Evolución de la población activa, la ocupación y el paro en España, 1976-2012 1
Fuente: EPA, INE
La evolución de la ocupación y el desempleo
Como se ve en el gráfico 1, el diferencial que queda marcado entre el número de
ocupados y la población activa permite visualizar además la magnitud de otro de los
fenómenos de central importancia: el desempleo. Así, mientras que la población activa
sigue una senda constante en sentido creciente, la cantidad de ocupados sufre de
importantes altibajos. El resultado de que haya pérdidas en la ocupación mientras que la
población activa sigue creciendo se traduce en el incremento de la tasa de desempleo. Y
se observa que las mayores pérdidas en la ocupación se han sufrido en los siguientes
periodos: de 1976 a 1985, de 1991 a 1994 y hasta ahora desde el año 2008; de forma
que el final de esos periodos coincide con los años en los que la cifra de paro ha
alcanzado puntos de inflexión con sus cifras más altas. Algo que se puede ver de forma
más clara en el siguiente gráfico, que muestra la evolución del desempleo en España a
lo largo de todo el periodo democrático.
1
Todos los años utilizados en las diferentes tablas y gráficos a lo largo de todo el trabajo, excepto en los
que se indica lo contrario, se corresponden con el segundo trimestre.
5
Gráfico 2. Evolución de la tasa de paro por sexo
35
30
25
Total
20
15
Hombres
10
Mujeres
0
76TIII
77
78
79
80
81
82
83
84
85
86
87
88
89
90
91
92
93
94
95
96
97
98
99
00
01
02
03
04
05
06
07
08
09
10
11
12
12TIV
5
Fuente: EPA, INE
Efectivamente se comprueba como las tasas generales de paro más altas se localizan
primero en 1985, luego en 1994 y ahora con el último dato del cuarto trimestre del
2012, que ha marcado un máximo histórico del 26,02%. Si bien el desempleo se
generaliza como problema en los países occidentales, en el caso de España marca unos
máximos que se distancian al alza de la media de los países de la OCDE. Además, la
tasa de desempleo se mantiene a unos niveles elevados incluso en época de bonanza
(alrededor del 10% de media desde el 2000 al 2008) y presenta una gran volatilidad.
Además se percibe que a medida que se fueron incorporando mujeres al mercado de
trabajo su tasa de desempleo se ha disparado por encima de la de los hombres, siendo
más elevada en la mayor parte del periodo comprendido. Una tendencia que solo se ha
revertido a partir de 2008, al afectar más la crisis a la fuerza de trabajo masculina, algo
que ha permitido que ambas tasas se sitúen en un nivel similar al final de la serie.
6
El fenómeno de la temporalidad y su evolución
La proporción de contratos temporales tuvo un ascenso en exceso pronunciado desde
mediados de los ochenta hasta el año 1995, llegando en ese año a suponer casi el 35%
del total de contratos de los asalariados. Una proporción que se estancaría en los años
posteriores, manteniéndose constante en niveles superiores al 30% hasta el año 2007, y
que resulta en exceso elevada si la comparamos con los niveles de temporalidad de otros
países de nuestro entorno.
Así mismo se percibe que el fenómeno de la temporalidad ha afectado más a las
mujeres que a los hombres, aunque la crisis está teniendo un efecto igualador en la
medida en que está haciendo converger ambas proporciones a niveles muy cercanos y
que se sitúan por debajo del 25% en el cuarto trimestre del 2012.
Gráfico 3. Evolución del porcentaje de asalariados con contrato temporal según sexo
40,0
35,0
30,0
25,0
20,0
Total
Hombres
Mujeres
Fuente: INE, EPA
2. Del desempleo estructural a la temporalidad: ¿un problema meramente
legislativo?
En la sección anterior ya se señaló el elevado paro estructural como uno de los
principales problemas del mercado de trabajo español. Problema en el que se profundizó
en la década de los ochenta (llegando a una tasa de paro del 21,53%), y que junto con el
7
12TIV
12
11
10
09
08
07
06
05
04
03
02
01
00
99
98
97
96
95
94
93
92
91
90
89
88
10,0
87
15,0
ascenso que estaban teniendo en todo occidente las ideas de flexibilidad y desregulación
(Del Pino y Ramos, 2013) impulsó el hecho de que se sentaran las bases jurídicas de lo
que ha denominado “el modelo español de flexibilidad al margen” (Toharia y Malo,
2000). Un modelo que se consagra con la reforma laboral del PSOE de 1984 y que
permitió la extensión y generalización del uso de contratos temporales como estrategia
para atajar el problema del desempleo. Esto lo permitió al derogar el principio de
causalidad que hacía necesario que tales contratos respondieran a necesidades
temporales de las empresas (García Serrano, 2011). El modelo se mantuvo hasta el año
1992, por lo que en el periodo 1984-1992 las empresas españolas aprendieron a recurrir
y abusar de este tipo de contrato tanto para dar de alta a trabajadores en sus plantillas
como para generar unas plantillas inestables con las que poder satisfacer su necesidad
de flexibilidad y poder adaptarse así por la vía externa a sus necesidades de ajuste en
caso de dificultad económica (García Serrano, 2011). Ello hizo que la proporción de
contratos temporales sobre el total de los contratos de los asalariados llegara a suponer
casi un 35% de los mismos en el año 1995, y que esa cifra se mantuviera de forma más
o menos constante por encima del 30% hasta llegar a la crisis actual.
En síntesis, para tratar de solventar el problema del desempleo se ahondó en otro
nuevo: el de la elevada temporalidad (Del Pino y Ramos, 2009). Desde 1992 se ha
tratado de remediar a través de sucesivas reformas, aunque su éxito haya resultado
escaso. En cambio la temporalidad no se ha podido reducir salvo a efecto de la fuerte
destrucción de empleo habida en la crisis actual, que se ha concentrado sobre todo al
inicio sobre los contratos temporales. Es por ello por lo que se habla de que en España
se instauró entre el empresariado una “cultura de la temporalidad”: esto es, el hecho de
que se legalizara y permitiera el uso y abuso de los contratos temporales de 1984 a 1992
hizo que los empresarios aprendieran a recurrir al mismo como medida para canalizar
sus necesidades de flexibilidad. Unas prácticas que han resultado a posteriori muy
difíciles de erradicar, ya que a pesar de que el tipo de contrato en cuestión se derogó y
se han impulsado numerosas medidas encaminadas a atajar el fenómeno, los
empresarios han aprendido a buscar las formas para seguir encadenando contratos
temporales en la medida que les resulta posible.
A raíz de este contexto se han desarrollado, principalmente, dos perspectivas que han
elaborado argumentos diferentes y que se enfrentan a la hora de interpretar las causas de
los principales problemas del mercado de trabajo español. En primer lugar destacan las
8
referencias a la rigidez del mercado de trabajo español (Nickell, 1997), ideas que han
tenido muy buena aceptación en España en algunos círculos académicos y fundaciones
de estudios privadas. Esta interpretación sitúa por tanto el foco principal de los
problemas referentes al empleo en la legislación. La fuente de los problemas surgiría de
una normativa laboral que, por resultar en exceso rígida (al contar con una protección al
empleo –indefinido- elevada) desincentiva la aplicación y derogación de este tipo de
contratos, estableciendo unas barreras de entrada muy fuertes a los mismos e
incentivando por ello la contratación temporal, que cuenta con unos costes
considerablemente menores. Esto es lo que permite que se desarrolle un mercado de
trabajo dual en el que se diferencian dos tipos de trabajadores: los insiders, que gozan
de protección, y los outsiders, quienes sufren la temporalidad y las condiciones de
subempleo. Es por ello por lo que se ha de intervenir favoreciendo una mayor
flexibilidad en el mercado de trabajo, de manera que se reduzcan los costes del trabajo
indefinido y las diferencias entre los costes de un tipo de contrato y otro no supongan el
incentivo determinante que favorece la contratación a través del tipo de contrato de
menor coste: el temporal. Además, en la medida en que los empresarios tuvieran
mayores facilidades para poder aplicar contratos y despidos en sus plantillas se
facilitaría la rotación y el acceso a los diferentes puestos de trabajo, de forma que se
podrían reducir los niveles de desempleo.
De esta manera y al hilo de estas ideas desde principios de los noventa se han llevado
a cabo en España sucesivas reformas encaminadas a atajar el problema de la
temporalidad y el desempleo procurando la consecución de una mayor flexibilidad.
Pero la perspectiva que pone el foco en la legislación se enfrenta a otra que sostiene
que la dualidad del mercado de trabajo español, que favorece el desarrollo de dos tipos
de contratos bien diferenciados en función de la calidad y la seguridad del empleo (los
indefinidos y los temporales) y con ello perpetúa unos niveles de temporalidad y
desempleo elevados, no puede residir únicamente en las características de las leyes. Es
necesario en cambio atenerse a la manera en que se organiza la estructura productiva del
país. En este sentido, el contrato temporal lo que hace es institucionalizar una
segmentación ocupacional previamente existente. Así, como sostienen Toharia y Malo,
la segmentación entre temporales e indefinidos se estructura en base a una segmentación
ocupacional previa habida entre trabajos productivos y no productivos. Las diferencias
entre indefinidos y temporales no se deben en exclusiva al tipo de contrato, sino que el
9
empresario cuenta con los diferentes tipos de contrato para puestos de trabajo de
naturaleza distinta (2009).
En este sentido, huelga señalar que se han desarrollado en las últimas décadas en
España sobre todo las ocupaciones de más alta y más baja cualificación. Desde
mediados de los noventa la mayor parte de los trabajos creados lo han sido en sectores
de baja productividad (Andrés y Doménech, 2010), siendo España el país donde hay
más trabajadores en los servicios no cualificados (Bernardi y Martínez-Pastor, 2010).
Este proceso, junto con el hecho de que el peso de sectores de naturaleza eventual como
el turismo o la agricultura es comparativamente mayor en España, es lo que puede haber
generado esa dualidad, estando muy extendidos los tipos de contratos de baja
productividad y escaso valor añadido que, dadas sus características intrínsecas (como
que no requieren de formación continua, su naturaleza eventual, son fácilmente
reemplazables, etc), se adaptan muy bien a las necesidades de los empresarios para ser
cubiertos a un bajo coste y mediante contratos temporales. Lo que hace el contrato
temporal en este sentido es institucionalizar en el ámbito del mercado de trabajo una
segmentación previamente existente en el ámbito de la producción.
Bajo esta perspectiva, los problemas del mercado de trabajo tienen su origen antes en
el ámbito económico y de la producción, transmitiéndose luego fácilmente al mercado
de trabajo al canalizar éste las necesidades de flexibilidad de las empresas de forma
generalizada por la vía externa, lo que permite ajustes de empleo a muy bajo coste. El
hecho de abusar de la temporalidad como forma de flexibilidad (externa) y no mediante
otras formas de flexibilidad interna es lo que permite que el mercado de trabajo español
se caracterice por las fluctuaciones tan altas en el empleo (García Serrano, 2011). Así,
mientras que en los ochenta el elevado desempleo se puede entender como producto de
la disminución del empleo agrario, de los efectos retardados en España de la crisis del
petróleo y el cambio de una economía muy cerrada a otra más abierta a los mercados
internacionales, con sectores industriales en decadencia y muchas pequeñas empresas
que debían adaptarse al contexto altamente competitivo de la economía internacional, la
fuerte destrucción de empleo actual se entiende en cambio como producto del estallido
de la burbuja financiera y de la construcción (Martínez, 2013).
10
3. Análisis: la evolución de la ocupación desde la crisis de principios de los
noventa a la actual
Este tercer apartado se concibe entonces como análisis preliminar, en el que se
facilitan datos e información sobre la evolución de la ocupación desde la crisis de
principios de los noventa a la actualidad. Ello permite observar las diferencias en las
dinámicas de ambos periodos de destrucción de empleo y confrontar las perspectivas
abordadas en el marco teórico con el objeto de ver cuál es la interpretación que resulta
más coherente a la luz de la información que proporcionan los datos.
¿Un mercado de trabajo rígido?
Como ya se ha mencionado, desde la perspectiva de que los grandes problemas del
mercado de trabajo español se deben a una legislación deficiente se señala la cuestión de
la rigidez como defecto principal. Sin embargo, observando la evolución de la
ocupación (expresada en el gráfico siguiente en la evolución interanual de la misma)
salta a la vista que el empleo en España presenta una gran volatilidad, con fuertes
fluctuaciones de empleo en sentido ascendente o descendente en función del signo que
atraviesa el ciclo en cada momento.
Gráfico 4. Porcentaje de variación interanual de la ocupación
8
6
4
2
0
-2
-4
-6
-8
Fuente: EPA, INE
España presentaba en los años que precedieron a la crisis actual las tasas de
crecimiento de la ocupación más altas de entre los países del entorno. Sin embargo, tras
11
la crisis se invirtió esa tendencia, presentando en estos años recientes las tasas de
destrucción de empleo más elevadas.
Gráfico 5. Evolución del número de ocupados en términos absolutos, en miles
22000
20000
18000
16000
14000
12000
12TIV
12TII
11
10
09
08
07
06
05
04
03
02
01
00
99
98
97
96
95
94
93
92
91
10000
Fuente: EPA, INE
Del segundo trimestre de 1994 al mismo trimestre del 2007 se crearon en España
más de ocho millones de ocupaciones. En cambio, desde ese mismo trimestre del 2007
hasta el cuarto trimestre del 2012 se destruyen casi tres millones y medio de
ocupaciones, volviendo a unos niveles de ocupación similares a los del principio de la
década.
Es por la evidencia de lo fácil que resulta tanto crear como destruir empleo en
España por lo que no resulta apropiado calificar al mercado de trabajo en su conjunto
como rígido. Por el contrario, el fuerte carácter pro-cíclico del empleo y las grandes
fluctuaciones que sufre son buen indicador de la gran flexibilidad que le caracteriza. El
resultado es que España presenta una volatilidad en el empleo que resulta incluso mayor
que la de Estados Unidos, país que es paradigma tradicional de la flexibilidad 2.
Las causas que impulsan las crisis de empleo
¿Es la propia configuración del mercado de trabajo la que genera deficiencias que
facilitan los episodios de destrucción de empleo o ésta se debe en cambio a la
transmisión al mismo de problemas que provienen de la esfera de la producción?
2
Juan José Dolado en Seminario de Economía Política: “La reforma del mercado laboral en España”.
Acceso online en http://www.march.es/ceacs/
12
Se examina a continuación la evolución de la ocupación, en ambas crisis, y en
relación a los diferentes sectores de actividad:
Tablas 1ª y 1b. Evolución de la ocupación según sector de actividad, en miles (91-94)
91
92
93
94
Total
13067,6
12893,3
12323,6
12186,1
Agricultura
1373,8
1253,3
1205,6
1156,5
Industria
3002,3
2962,8
2666,6
2568,4
Construcción
1342,8
1271,5
1158,2
1119
Servicios
7348,7
7405,8
7293,3
7342,2
Total ocupaciones destruidas
% ocupaciones destruidas en cada sector sobre el
total de ocupaciones destruidas
Total
881,5
Agricultura
217,3
24,7%
Industria
433,9
49,2%
Construcción
223,8
25,4%
Servicios
6,5
0,7%
Fuente: EPA, INE
Tablas 2ª y 2b. Evolución de la ocupación según sector de actividad, en miles (07-12)
Total
07
08
09
10
11
20367,3
20425,1
18945
18476,9
18303
Agricultura
921
820,8
786,6
778,2
741,2
Industria
3243,8
3244,3
2799,4
2618,9
2577,7
Construcción
2713,7
2549,5
1922,1
1699,7
1430,2
Servicios
13488,7
13810,6
13436,9
13380,1
13553,9
Total ocupaciones destruidas
Total
% ocupaciones destruidas en cada sector sobre
el total de ocupaciones destruidas
3410,2
Agricultura
137
4,0%
Industria
860,3
25,2%
Construcción
1639,8
48,1%
Servicios
773,1
22,7%
Fuente: EPA, INE
En las tablas anteriores se observa que la mayor parte del empleo destruido en la
crisis de principios de los noventa se sufrió en el sector de la industria, que concentró en
13
12TIV
16957,1
784
2383,5
1073,9
12715,6
el periodo un 49,2% del total de ocupaciones destruidas (433.900 ocupaciones de un
total de 881.500). En la crisis actual la mayor parte del empleo destruido se sufrió en el
sector de la construcción, que concentró del 2007 al 2012 un 48,1% del total de
ocupaciones destruidas (1.639.800 ocupaciones de un total de 3.410.200).
La relación de la crisis actual con la crisis en el sector de la construcción se percibe
mejor si observamos lo ocurrido en los primeros años de crisis. Así, del 2007 al 2009, el
peso de la pérdida de ocupaciones que se concentró en el sector de la construcción
suponía una cifra todavía más elevada (55,6%). Esto se debe a que la pérdida de empleo
se concentró primero en el sector de la construcción, origen de la crisis, para extenderse
luego al resto de sectores como producto de la caída de la demanda agregada que lleva
consigo todo proceso de destrucción de empleo.
Los datos anteriores muestran por tanto como el origen de las últimas dos crisis de
empleo ha estado claramente vinculado a sendas crisis productivas. Además, la relación
entre el desempleo y los cambios en la esfera productiva no puede pasarse por alto si
consideramos también el hecho de que en el contexto de economías industriales previo a
la crisis del petróleo el fenómeno del desempleo era marginal en los países
industrializados. En cambio se ha observado cómo tras la crisis mencionada y al haber
un cambio de modelo productivo hacia uno más flexible y en el que predominan los
servicios la mayor parte de estos países se han ido familiarizando con el problema del
desempleo, la temporalidad u otras formas de trabajo flexibles. La claridad con la que
estos cambios en la estructura productiva se ligan a los cambios en los mercados de
trabajo dificulta el hecho de menospreciar la importancia que la estructura productiva
puede tener como determinante de los problemas que acechan hoy en día a los mercados
laborales de los países desarrollados.
La incidencia de la temporalidad en los diferentes sectores
Tabla 3. Ocupados según sector de actividad y tipo de contrato en términos absolutos
Total
Agricultura
Industria
Construcción
Servicios
1991.2
Indefinidos Temporales
6.253.433
3.126.741
205.357
282.929
1.854.687
694.637
426.487
567.934
3.766.902
1.581.241
1994.2
Indefinidos Temporales
5.584.471
3.022.253
140.756
219.781
1.513.337
586.951
307.251
477.135
3.623.127
1.738.386
Fuente: EPA, INE
14
2007.2
Indefinidos Temporales
11.435.492 5.343.857
203.756
290.047
2.216.270
651.216
971.375
1.218.502
8.044.091
3.184.092
2012.2
Indefinidos Temporales
10.990.773 3.406.505
169.917
240.070
1.802.451
351.214
531.970
315.463
8.486.435
2.499.758
Tabla 4. Tasa de indefinidos y temporalidad en los diferentes sectores de actividad
Agricultura
Industria
Construcción
Servicios
1991.2
1994.2
2007.2
2012.2
Indefinidos Temporales Indefinidos Temporales Indefinidos Temporales Indefinidos Temporales
42,1%
57,9%
39,0%
61,0%
41,3%
58,7%
41,4%
58,6%
72,8%
27,2%
72,1%
27,9%
77,3%
22,7%
83,7%
16,3%
42,9%
57,1%
39,2%
60,8%
44,4%
55,6%
62,8%
37,2%
70,4%
29,6%
67,6%
32,4%
71,6%
28,4%
77,2%
22,8%
Fuente: EPA, INE
El fenómeno de la temporalidad no incide por igual en todos los sectores de actividad
de la economía. Se puede presuponer que su desarrollo pueda estar ligado al desarrollo
de determinados sectores de actividad. Así, la tasa de temporalidad ha sido muy alta en
el sector de la construcción a lo largo de todo el periodo (57,1% en 1991 y 55,6% en el
2007), superando incluso a la de indefinidos (antes de que estallase la crisis actual y de
que se destruyese tanto empleo temporal en el sector). La tasa de temporalidad es
incluso más alta en el sector de la agricultura, aunque este sector no se ha desarrollado
en el periodo y el de la construcción si, teniendo éste último un peso mucho mayor en
términos absolutos. En cambio la tasa de temporalidad más baja se localiza en el sector
de la industria (27,2% en 1991 y 22,7% en el 2007), que presenta una proporción
mayoritaria de contratos indefinidos.
El fuerte desarrollo de la temporalidad en España ha permitido que las empresas
canalicen sus necesidades de flexibilidad por la vía externa. Es decir, mediante ajustes
cuantitativos (altas y bajas en las plantillas), en vez de desarrollar otras formas de
flexibilidad interna que hagan posibles los ajustes mientras que se posibilita el
mantenimiento el puesto de trabajo (ajustes de salarios, en el tiempo y las condiciones
de trabajo, etc). Éste desarrollo de la flexibilidad externa, al permitir ajustes a muy bajo
coste, facilita la transmisión de los problemas del ámbito de la producción al mercado
de trabajo, y con ello el carácter pro-cíclico del empleo.
De esta manera, en la medida en que cada crisis está vinculada a la caída de un sector
productivo (que tiene una mayor o menor incidencia de temporalidad), se puede esperar
que la destrucción de empleo sea más fuerte o más débil. Por eso la destrucción de
empleo está siendo mucho más fuerte en la crisis actual, vinculada a la caída de un
sector con una alta temporalidad como el de la construcción, que en la anterior,
vinculada en cambio a un sector en el que predominan en cambio los contratos
indefinidos.
15
Esto, además, se puede ver de otra manera: observando la evolución del empleo
según el tipo de contrato en cada una de las crisis.
Tablas 5ª y 5b. Evolución de la ocupación según el tipo de contrato de los asalariados, en miles
(91-94)
1991TII
- De duración indefinida
- Temporal
Total asalariados
- De duración indefinida
- Temporal
Total asalariados
1992TII
1993TII
1994TII
6630,4
6325,6
6168
5974,9
3135
3187,5
2916,8
3025,2
9765,4
9513,1
9084,8
9000,1
Ocupaciones destruidas según tipo de contrato
Del total de ocupaciones destruidas, % en cada sector
655,5
85,7%
109,8
14,3%
765,3
Fuente: EPA, INE
Tablas 6ª y 6b. Evolución de la ocupación según el tipo de contrato de los asalariados, en miles
(07-12)
2007TII
De duración indefinida
Temporal
Total asalariados
De duración indefinida
Temporal
Total asalariados
2008TII
2009TII
2010TII
2011TII
2012TII
11435,5
11900,5
11765,3
11541,3
11389,6
5343,9
4952,5
3971,5
3822,1
3902,9
16779,4
16853
15736,8
15363,4
15292,5
10990,8
3406,5
14397,3
Ocupac. destruidas según tipo de contrato Del total de ocupaciones destruidas, % en cada sector
444,7
18,67%
1937,4
81,33%
2382,1
Fuente: EPA, INE
De forma que se ve que en la primera crisis (del 91 al 94) la mayor parte de contratos
destruidos fueron indefinidos (85,6%), mientras que en la crisis actual (del 2007 al
2012) ha pasado justo lo contrario: la mayor parte de los contratos destruidos son
temporales (81,3%).
En el periodo en el que la mayor parte de los contratos que se destruyeron fueron
indefinidos (crisis de los 90) se destruyeron un total de 765.300 contratos de
asalariados. En cambio, en el periodo en el que la mayor parte de los empleos que se
han destruido son temporales (crisis actual) se han llegado a destruir 2.382.100
contratos de los asalariados. Una cifra que triplica la anterior. Algo que pone de
16
manifiesto la capacidad protectora de los contratos indefinidos, y como el desarrollo de
la temporalidad favorece el carácter pro-cíclico del empleo. Cuando la destrucción de
empleo incide en un sector en el que la proporción de contratos indefinidos es
mayoritaria (el caso de la industria) la caída del empleo es menos violenta que cuando la
destrucción de empleo la sufre un sector en el que predomina la temporalidad (el caso
de la construcción). Los contratos temporales por tanto hacen que los ajustes sean
menos costosos y más fáciles y con ello la caída del empleo más brusca. Es por eso por
lo que la caída de empleo en esta crisis está siendo mucho más violenta que en la
anterior.
Las causas de la temporalidad
La diferencia entre los costes de los contratos indefinidos y temporales no es la causa
única que incentiva la temporalidad. El contrato temporal institucionaliza una
segmentación habida previamente en la producción, impulsada por el desarrollo de
contratos de alta cualificación por un lado y de baja por otro. Hay empleos temporales
no solo por una cuestión de costes (lo que obedecería a una situación de segmentación
de oferta, en la que el empresario se decanta por un tipo de contrato u otro siguiendo
únicamente el criterio de los costes), sino también porque hay una serie de trabajos de
baja cualificación, poco valorados, que no precisan de formación continua y que son
fácilmente sustituibles que son susceptibles de ser ocupados por este tipo de contratos.
Esto es, debido a la existencia de una situación de segmentación de demanda.
En caso de que esta situación de segmentación de demanda fuera efectiva la
temporalidad debería incidir más en los trabajos de menor cualificación (y viceversa).
Dado que estos, por norma general, suelen estar ocupados por los asalariados que han
obtenido un menor nivel de estudios, es de esperar que la tasa de temporalidad se vaya
reduciendo a medida que aumenta el nivel educativo alcanzado por los asalariados.
17
Tabla 7. Tasa de indefinidos/ temporalidad según nivel educativo, en % (TII 2007)
Estudios primarios
Estudios secundarios y prog para la formacion/ garantia social equivalentes
Bachillerato, grado medio y prog para la formacion eq
Enseñanzas de grado superior, grado y titulos de primer y segundo ciclo de universidad
Masteres oficiales y tercer ciclo
total
Indefinido
60,5
65,9
63,6
74,7
86,1
68,2
Fuente: EPA, INE
Las tasas de temporalidad más altas las tienen los asalariados con menor nivel de
estudios, mientras que la mayor proporción de contratos indefinidos se alberga en los
niveles de estudios mayores. Se observa en la tabla que a medida que aumenta el nivel
educativo se reduce la tasa de temporalidad y aumenta la de indefinidos. Estos datos
refuerzan la idea de la existencia de una situación de segmentación por demanda, en la
que los contratos temporales se adecúan muy bien para el tipo de empleos de menor
cualificación.
Por ello la solución al problema de la temporalidad no puede venir dada únicamente
actuando con reformas en la legislación que actúen reduciendo los costes entre los
diferentes tipos de contratos, ya que se demuestra que el criterio de los costes no es el
único que interviene cuando se toma la decisión de elegir un tipo de contrato u otro.
Diferentes tendencias de evolución de la ocupación bajo un mismo marco
legislativo
El hecho de que los fenómenos del desempleo y la temporalidad tengan un
comportamiento tan desigual en diferentes comunidades mientras que el marco
legislativo que regula las relaciones laborales es en lo fundamental el mismo en todo el
territorio nacional sirve como crítica a la perspectiva que pone el acento en la
importancia de la legislación. Bien es cierto que esta condición no establece por sí
misma una lógica que permita negar en rotundo el peso que puede tener la legislación
como posible variable explicativa, pero sí que pone de manifiesto que no puede ser la
única y que debe haber en cambio otras variables que expliquen esas variaciones entre
las diferentes comunidades.
18
Temporal
39,5
34,1
36,4
25,3
13,9
31,8
Es por eso por lo que examino a continuación algunos aspectos de la estructura
productiva para ver la manera en que interacciona con los fenómenos del desempleo y la
temporalidad.
En primer lugar, si nos fijamos en la tabla 1 del anexo se puede observar la medida
en que se ha desarrollado el sector de la construcción en las diferentes comunidades en
el periodo de auge previo a la crisis (de 1995 al 2007). Así, mientras que el sector de la
construcción creció de media en el conjunto del territorio nacional un 126,5% (de
1.198.000 ocupados a 2.713.700), las tres comunidades en las que el sector de la
construcción tuvo un mayor desarrollo fueron las siguientes: Murcia (con un incremento
del 222,8%), Canarias (209%) y Andalucía (170,1%). Por otro lado, las comunidades
en las que el sector de la construcción tuvo un menor desarrollo fueron las siguientes:
Galicia (51,3%), Extremadura (55,8%) y País Vasco (57,3%).
En tanto que se ha visto como el desarrollo de dos últimas crisis de empleo está
ligado a sendas crisis productivas, cabe esperar que en las comunidades en las que los
sectores que las protagonizan tuvieron un mayor desarrollo presenten luego una caída
del empleo también mayor. Aplicando esto al caso de la crisis actual, ¿presentan las
comunidades en las que la construcción había tenido un desarrollo mayor también una
caída del empleo mayor?
Esto se puede observar en la tabla 2 del anexo. De media en el territorio nacional la
ocupación se redujo un 6,98% en los dos primeros años de crisis (del segundo trimestre
del 2007 al segundo del 2009). Pero lo que resulta más relevante es que las tres
comunidades en las que el sector de la construcción ha tenido un mayor desarrollo en la
época de auge previa a la crisis presentan una caída de la ocupación que supera la de la
media nacional (Murcia con una caída del 8,42%, Canarias con una caída del 14,75% y
Andalucía con una caída del 9,40%). Por el contrario, las tres comunidades que tuvieron
un menor desarrollo del sector de la construcción presentan caídas de la ocupación en
todo caso por debajo de la media (Galicia con una caída del 4,08%, Extremadura con
una caída del 5,54% y el País Vasco con una caída del 5,85%).
Por tanto, y aunque con esta serie de datos no se pueda extraer causalidad, sí que se
observan grandes diferencias en la evolución de la ocupación entre diferentes
comunidades, las cuales cuentan con un mismo marco legislativo y una composición
19
sectorial diferente. Esto nos permite apreciar cómo el comportamiento de la ocupación
está influenciado por la estructura productiva de cada zona o región.
En segundo lugar he querido examinar la relación entre la composición de la
estructura productiva y la temporalidad. Para ello he correlacionado los valores del peso
que los sectores de actividad de carácter eventual (la construcción y la agricultura)
tienen sobre el total en las diferentes comunidades con sus respectivas tasas de
temporalidad. El resultado de la correlación entre las dos variables expresa un valor de
0,783, lo que establece una relación positiva muy fuerte entre ambas variables. Esto
significa que el mayor desarrollo de los sectores de actividad de carácter eventual está
claramente relacionado con el mayor desarrollo de la temporalidad. Algo que se puede
observar de forma más sencilla e intuitiva en el siguiente gráfico:
Gráfico 6. Relación entre tasa de temporalidad y el peso de los sectores eventuales (2007)
Coeficiente de correlación: 0,783
Fuente: elaboración propia a partir de datos de la EPA, INE
Donde cada punto representa una comunidad autónoma, observándose como cuanto
mayor es el peso de los sectores eventuales mayor es igualmente la tasa de
temporalidad. De manera que se determina una relación clara entre la composición
sectorial de la estructura productiva y el desarrollo del fenómeno de la temporalidad.
20
4. Conclusiones
En la primera parte del análisis vimos cómo cada una de las dos crisis de empleo ha
estado ligada a sendas crisis productivas, primero del sector industrial y luego de la
construcción. Es por ello por lo que se establece que las crisis de empleo tienen su
origen en crisis en el ámbito de la producción. Luego observamos que el fenómeno de la
temporalidad incide mucho más en el sector de la construcción que en el de la industria.
Además, la mayor parte del empleo destruido en la crisis de principios de los noventa
(cuando se destruyó principalmente empleo en el sector industrial) lo fue indefinido,
mientras que en la crisis actual (que ha destruido tanto empleo de la construcción) la
destrucción se ha focalizado desde un inicio en el temporal. Esto nos permite ver como
a medida que se desarrolla la temporalidad la destrucción de empleo es más fuerte,
explicando por qué la destrucción de empleo está siendo mucho más virulenta en la
crisis actual que en la anterior. Esto nos permite ver que si bien las crisis de empleo
tienen origen en crisis productivas, luego el desarrollo de la temporalidad es lo que
permite que los problemas del ámbito de la producción se trasmitan con mayor facilidad
al mercado de trabajo, al permitir ajustes a muy bajo coste y por la vía de la cantidad.
Llegados a este punto resulta pertinente preguntar entonces acerca de las causas de la
temporalidad, que es lo que permite que el mercado de trabajo haya desarrollado ese
marcado carácter pro-cíclico. El punto de partida se establecía en el marco teórico con
dos perspectivas enfrentadas: desde una primera que resalta la importancia de la
regulación a otra que subraya la importancia de la estructura productiva. La evidencia
ha mostrado que la temporalidad aumenta a medida que el nivel educativo de los
asalariados es menor. Algo que expresa coherencia con la interpretación que sostiene
que existe una situación de segmentación de demanda que permite el desarrollo de la
temporalidad al desarrollarse una serie de sectores que son proclives a ella (y que
coinciden normalmente con los de menor cualificación). Además, el hecho de que el
comportamiento de la ocupación y la temporalidad varíe tanto de unas comunidades a
otras mientras que éstas están reguladas por una misma legislación lleva a resaltar
igualmente la importancia que la estructura productiva debe tener. Y esto se ha
expresado de dos formas:
21
• Viendo como las comunidades en que más se desarrolló el sector de la
construcción en la etapa de auge previa a la crisis han presentado un ritmo de
destrucción del empleo mayor que el de la media nacional (y al contrario).
• Viendo como se establece una relación muy fuerte entre el mayor peso de los
sectores eventuales y el incremento de la tasa de temporalidad.
Por lo que se han desplegado una serie de datos que aportan evidencia de que el
origen de las crisis de empleo tiene su origen en sendas crisis productivas, así como de
que la organización de la estructura productiva guarda relación con el desarrollo de la
temporalidad. En el caso de España parece que existe una estructura productiva que
favorece su desarrollo. Es por ello por lo que se refuta la idea, tan extendida en círculos
que cuentan con poder de influencia política y mediática, de que el problema de la
temporalidad pueda deberse únicamente a la existencia de una mala regulación.
Por último, huelga señalar que el presente trabajo invita a dar continuidad a la
investigación profundizando e intentando determinar con mayor precisión cuál es el
peso que las diferentes causas (tanto las ya desarrolladas -la estructura productiva y la
regulación- como otras como el desarrollo de una “cultura de la temporalidad”, el uso
fraudulento de la contratación temporal o la existencia de crisis productivas recurrentes)
tienen a la hora de explicar el fuerte desarrollo de la temporalidad en España.
22
Anexo
Tabla 1. Ocupados en el sector de la construcción e incremento en el periodo por comunidades
autónomas, en miles y porcentajes (95-07)
1995
Andalucía
Aragón
Asturias, Principado de
Balears, Illes
Canarias
Cantabria
Castilla y León
Castilla - La Mancha
Cataluña
Comunitat Valenciana
Extremadura
Galicia
Madrid, Comunidad de
Murcia, Región de
Navarra, Comunidad Foral de
País Vasco
Rioja, La
Ceuta y Melilla
Total Nacional
2007
502,7
69,5
52,8
84,1
144,3
35,1
132,7
145,6
429,0
333,4
60,9
147,8
319,4
106,2
37,9
93,9
15,8
2,8
2713,7
186,1
32,3
24,3
29,9
46,7
18,1
84,1
74,8
187,3
123,8
39,1
97,7
135,3
32,9
17
59,7
5,9
2,7
1198
Fuente: EPA, INE
23
Incremento en el periodo
316,6
37,2
28,5
54,2
97,6
17,0
48,6
70,8
241,7
209,6
21,8
50,1
184,1
73,3
20,9
34,2
9,9
0,0
1515,7
% Crecimiento
170,1
115,2
117,2
181,2
209,0
93,8
57,7
94,6
129,1
169,3
55,8
51,3
136,1
222,8
123,0
57,3
167,1
1,9
126,5
Tabla 2. Pérdida de ocupación en cada comunidad (07-09)
% Ocupaciones perdidas en cada comunidad 07-09
Andalucía
9,40
Aragón
6,66
Asturias, Principado de
2,32
Balears, Illes
7,43
Canarias
14,75
Cantabria
2,84
Castilla y León
4,46
Castilla - La Mancha
5,54
Cataluña
9,09
Comunitat Valenciana
7,98
Extremadura
5,54
Galicia
4,08
Madrid, Comunidad de
3,11
Murcia, Región de
8,42
Navarra, Comunidad Foral de
5,12
País Vasco
5,85
Rioja, La
4,12
Ceuta
-19,34
Melilla
1,96
Total Nacional
6,98
Fuente: EPA, INE
Tabla 3. Correlaciones entre las variables *Peso de los sectores eventuales
(agricultura y construcción) y * Tasa de temporalidad, con datos del segundo
trimestre del 2007.
Peso de los
sectores
eventuales
Peso de los sectores
Correlación de Pearson
eventuales (agricultura +
Sig. (bilateral)
(agricultura +
Tasa de
construcción)
temporalidad
1
,783**
,000
construcción)
N
Tasa de temporalidad
Correlación de Pearson
Sig. (bilateral)
17
17
**
1
,783
,000
N
17
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bilateral).
24
17
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26
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