1 Prácticas y teorías en evaluación de los aprendizajes en matemática1 1. Introducción En esta clase nos proponemos mostrar la distancia entre las prácticas y las teorías en la evaluación de los aprendizajes en matemática, y reflexionar acerca de las posibilidades de acortarla. Para ello, comenzaremos describiendo las prácticas evaluativas tal como las describe De Ketele (1998), y en particular las de matemática a partir de Goñi (1997), Rico (1997) y nuestras observaciones en un trabajo con docentes realizado en la Dirección de Investigaciones del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires (1998). Luego señalaremos algunos rasgos de la evaluación aportados por especialistas que han buscado respuesta a algunas de las diferentes problemáticas que la evaluación colleva; para mostrar después cómo algunos de esos rasgos son tomados por diversos investigadores en Didáctica de la Matemática. Finalmente, presentaremos algunas reflexiones sobre la posibilidad de modificar las prácticas de evaluación en matemática, que se originaron en el trabajo realizado con los docentes ya mencionado. 2. Las prácticas evaluativas Actualmente, en las prácticas, la evaluación de los aprendizajes en matemática comparte con la evaluación en otras disciplinas algunas características que la desvían del lugar que la evaluación debería tener en los procesos de enseñanza y de aprendizaje, como toma de información para el mejoramiento. Vemos por qué. De Ketele, en su trabajo sobre paradigmas de la evaluación, plantea que las prácticas que queremos describir están originadas en el paradigma de la intuición pragmática, que funciona en la mayoría de las prácticas de evaluación “a pesar de los numerosos trabajos que las desestimaron y a pesar de que en la formación de los docentes se ha intentado reemplazarlas por otras prácticas”. En este paradigma, “el evaluador no pretende objetivizar su práctica ni analizarla”, confía en su experticia. El docente “no considera necesario definir con precisión sus objetivos, ni el universo de referencia de las situaciones posibles de evaluación, ni los criterios a considerar”. El acto de evaluación está altamente determinado por el contexto, y la nota - que en general es la suma de un conjunto de informaciones recogidas en forma ocasional e intuitiva - aparece como la imagen visible de las prácticas. En cuanto a las funciones de la evaluación, De Ketele, apoyándose en trabajos de Perrenoud, considera que aunque la certificación es una muy importante, la función primordial es la gestión social de la clase, lo que hace que la evaluación imprima una fuerte marca tanto en el proceso de enseñanza como en el de aprendizaje. 1 La distancia entre las prácticas y las teorías en la evaluación de los aprendizajes en matemática. Graciela Chemello 2000. 2 Plantea que, en este paradigma, se suele: asociar la evaluación sólo con la certificación. Para evaluar, se usa como instrumento privilegiado la prueba escrita que valora aprendizajes que recuperan información conceptual o el uso de procedimientos algoritmizados, y una apreciación global fuertemente subjetiva del “trabajos realizado en clase”, apreciación que en muchas ocasiones está más basada en el cumplimiento y forma de presentación que en la calidad de los trabajos (Litwin, 1993, p.15). utilizar criterios de evaluación no explicitados. Los criterios, en algunos casos no están relacionados con la valoración de las pruebas administradas. Tal es el caso de la influencia que tiene en la nota, algunos factores que inciden en la gestión institucional, como la imagen que quiere dar el profesor sobre su “nivel de exigencia”, o las expectativas que tienen los docentes de los estudiantes, lo que se muestra en el hecho de que diferentes grupos de alumnos de un mismo profesor, obtengan calificaciones con una distribución similar. modificar los criterios y las valoraciones. Una misma prueba del mismo alumno puede ser calificada con criterios y notas diferentes si se corrige en momentos diferentes, pues la nota funciona como motivadora y sancionadora del aprendizaje. (gestión de la clase) La desviación del funcionamiento de la evaluación en el proceso de enseñanza, es considerada por Díaz Barriga como patológica. Él señala: “muchas prácticas se fueron transformando en función de la evaluación” (Díaz Barriga citado en Ltwin 1993) 2.1. Las prácticas evaluativas en matemática Esta patología adquiere una fuerza particular en la enseñanza de la matemática, por el poder de selección de los alumnos que tradicionalmente se le ha adjudicado a esta disciplina. Respecto de la función de selección de los alumnos, Rico señala que “... se ha considerado (tradicionalmente) que las pruebas de evaluación en matemáticas garantizan la objetividad de los juicios emitidos, se le ha asignado a la materia y a sus profesores dos rasgos destacables: respetabilidad y poder de decisión”. Y continúa diciendo que por este motivo la evaluación en matemáticas se ha considerado adecuada para satisfacer determinadas funciones relativas a: “la promoción a lo largo del sistema, la selección de minorías cualificadas, la clasificación de los estudiantes según su desarrollo intelectual, y la valoración de su inteligencia”. En trabajos y reuniones recientes se ha discutido que haya posibilidad de modificar la enseñanza de la matemática si no se modifica su papel respecto de estas funciones. Goñi (1997) señala al respecto que una innovación curricular que acepta las teorías cognitivo - constructivistas no puede seguir sustentando el modelo de evaluación positivista tecnológico. Rico menciona que ya en el Simposio de Valencia de profesores de matemáticas (1987), se reflexionó en los siguientes términos sobre la función de las matemáticas en el sistema escolar: “La formalización, jerarquización, y escisión de las matemáticas encaja bien con las funciones de la evaluación en el sistema escolar: al separar a los alumnos reproduce la separación social; al legitimar la diferenciación legitima las jerarquías sociales además los distintos estatutos de la matemática, pura y 3 aplicada, permiten cualificar de forma diferentes la fuerza de trabajo por regla general mediante el establecimiento de dos currículos diferentes”. Por otro lado, entre las conclusiones del Seminario Internacional sobre la evaluación en matemática realizado en Granada en 1990 (ICMI) se afirmó la desigualdad y la tensión crecientes que se dan entre la enseñanza contemporánea de las matemáticas y las prácticas de evaluación tradicionales. Cuando Goñi se refiere al modelo de evaluación positivista – tecnológico que se debiera superar, se refiere a prácticas que conviven en alguna medida con las que asociamos al paradigma de la intuición pragmática presentado. El modelo de evaluación positivista – tecnológico combina, algunas de los rasgos de tres de los paradigmas propuestos por De Ketele, el docimológico, el de la evaluación centrada en objetivos y el de la pedagogía de los dominios del conocimiento. *Del paradigma docimológico toma la evaluación como medición, y como comparación entre lo que el alumno sabe y el saber acabado expresado en el programa. O en términos de Chevallard, el control del aprendizaje como las diferencias y los “agujeros” entre el texto del saber presentado por el docente y lo producido por el alumno. Para realizar esta medición, es necesario asegurar fidelidad o confiabilidad de los exámenes, lo que pareciera que en matemáticas está más garantizado que en otras disciplinas. Para los que no son profesores de matemáticas, porque la conciben como una disciplina con resultados siempre “exactos”, procedimientos “canónicos” como los únicos válidos, y soluciones “únicas”, lo que permitiría realizar apreciaciones justas, y por lo tanto mediciones confiables. Para los profesores de matemática, la confiabilidad se garantiza presentando una matemática escolar que se atiene a las características mencionadas, permitiendo así el control exigido en el sistema de enseñanza. El costo de este enfoque de trabajo para los profesores es el ocultamiento de las características esenciales de la actividad matemática, la pérdida de la fase heurística en la actividad de la clase. Lo que algunos profesores podrían considerar como ganancia es justamente el dudoso privilegio de ser quienes detentan - al menos en parte - el poder de selección. *Del paradigma de la evaluación centrada en objetivos, toma la comparación entre los objetivos prefijados, expresados como conductas parciales y categorizados y la performance alcanzada, es decir, la comparación entre los logros parciales esperados de los alumnos y los resultados. Al hacer una partición y categorización de los objetivos y asociarlos a conductas parciales recortadas de otras expresadas en forma global, se presupone que el todo es igual a la suma de las partes y por lo tanto que el logro de esas conductas parciales asegura también el logro de la conducta global. Esta fragmentación de objetivos y conductas se traduce en la enseñanza en la forma de presentación del saber al alumno. Se traduce en la fragmentación del saber a enseñar y en la simplificación de la tarea propuesta al alumno, con una reducción de la complejidad y a la vez una pérdida del sentido de la tarea. *Del paradigma de los dominios del conocimiento toma la hipótesis de que los aprendizajes logrados por un alumno están en función del tiempo, por lo que diferentes alumnos necesitarían diferentes tiempos de trabajo con un mismo contenido, ya que todos deberían llegar al mismo resultado. Esto llevaría a la necesidad de diferenciar e 4 implementar evaluaciones en tres momentos: antes, durante y después de la realización de un conjunto de actividades de aprendizaje. Sería necesario precisar los resultados esperados del conjunto de actividades de aprendizaje para elaborar la evaluación posterior al conjunto de actividades, establecer sus prerrequisitos y evaluar a los alumnos en función de ellos para poder prepararlos para entrar en esas actividades. Por otra parte, a toda dificultad de aprendizaje se le asigna como solución un mayor tiempo de práctica y ejercitación. En un trabajo compartido con la Profesora Ana María Bressan, realizado con docentes de 7mo. grado y 1er. año en escuelas públicas de MCBA, nos preguntamos acerca de la relación entre las formas de evaluar y las formas de enseñar. Encontramos allí que las prácticas evaluativas tienen características comunes con las que hemos descripto. Nuestras observaciones sobre los trabajos de los docentes nos llevó al siguiente análisis (1998): “Si se analiza lo que acontece en las horas de matemática en las escuelas (sin dejar de reconocer la existencia de prácticas más innovadoras) en base a los modelos de evaluación (datos) obtenidos se encuentra que: - la evaluación se utiliza en general con criterio sumativo, en orden a poner una calificación al alumno (acreditación). - habitualmente, las evaluaciones tienden a medir lo que el alumno sabe acerca de temas “ya enseñados” por el docente, centrándose primordialmente en la evaluación de hechos aislados, destrezas, habilidades de cálculo y manipulación de símbolos, conductas cognitivas pertenecientes a los niveles de computación, comprensión o aplicación (Wilson, 1975). - en el nivel medio, la evaluación adopta formas estereotipadas: pruebas escritas con ejercicios y problemas de aplicación al finalizar cada unidad de enseñanza. - en la escuela primaria la evaluación sumativa queda relegada para las pruebas cuatrimestrales o de fin de año, hablándose más de “evaluación continua” en el aula, pero sin rigor y sistematicidad alguna y que se manifiesta en una valoración conceptual. - las evaluaciones pertenecen al ámbito del aula, resultan formas de control de los alumnos y no están pensadas como de interés para la institución, ni para los padres. - la evaluación para los alumnos es la forma de "sacarse una nota", y la manera legítima que tiene el docente de calificarlos”. 3. Las propuestas teóricas El interés por superar las prácticas a las que nos hemos referido, ha originado numerosos trabajos de investigación y reflexiones teóricas, de los que se pueden extraer algunos criterios para orientar las propuestas de cambio. Estos criterios los tomamos del análisis de paradigmas de De Ketele, de Allal (1979) y del trabajo de Camilloni en el que caracteriza los programas e instrumentos de evaluación. Del paradigma de la evaluación formativa en la enseñanza diferenciada, tomamos: 5 La consideración del error como parte constitutiva del proceso de aprendizaje, y por lo tanto la consideración de las siguientes etapas en la evaluación: recolección e interpretación de la información, y la adaptación de las actividades de enseñanza. Estas etapas estarán orientadas por un marco conceptual “para precisar qué aspectos observar, cómo recoger la información, que principios usar en la interpretación, y qué pasos seguir en la adaptación” (Allal) La necesidad de diferenciar la intervención docente según las diferencias entre los alumnos, como una forma de discriminación positiva que contrarreste: los procesos de reproducción social (Bourdieu – Passeron), de legitimación de la desigualdad en la escuela (Baudelot – Establet), y de fabricación de excelencia escolar cuando se evalúa a los alumnos sin diferenciarlos (Perrenoud), todos planteados en el paradigma sociológico. Para ello, “la evaluación formativa debe garantizar los medios de formación que correspondan a las características de los alumnos” La consideración de una función de regulación de la evaluación, para “asegurar la articulación entre las características de las personas en formación y las del sistema de formación” (Allal, 1979) y la distinción entre regulación retroactiva (control de lo aprendido para programar actividades de recuperación), regulación interactiva (seguimiento individualizado durante el proceso de enseñanza) y regulación proactiva (recoger e interpretar información para preparar una nueva secuencia de trabajo) Del paradigma de la evaluación centrada en la pedagogía de la integración tomamos: La pretensión de apartarse de la medición de la distancia con objetivos prefijados para centrarse en la “toma de decisiones adecuadas”, aplicando el modelo de Stufflebean a la evaluación escolar (evaluar para actuar mejor, según el modelo Context, Input, Processus, Product). La consideración de criterios de “validez (criterio presente como preocupación central en el paradigma docimológico), pertinencia y confiabilidad en la información recogida para considerar su grado de adecuación con objetivos fijados al comienzo o ajustados en el camino, para fundamentar la toma de una decisión”. La lucha contra el fraccionamiento practicada en el marco escolar (la desincretización del saber, Chevallard). La pedagogía de la integración sostiene que la comprensión y el saber utilizar lo aprendido sólo se puede ver si se mira en un contexto donde no baste yuxtaponer lo adquirido sino que será necesario hacer elecciones y nuevos ensambles con conocimientos anteriores. Para ello habrá que presentar en las evaluaciones “situaciones de integración, es decir situaciones complejas que permitan poner en juego los aprendizajes anteriores más significativos, y que se encuentren lo más próximas posible a situaciones naturales con las que se encontrarán los alumnos más tarde” 6 Desde la perspectiva de análisis de la evaluación de los aprendizajes, la de proponer orientaciones para elaborar programas de evaluación constituidos por instrumentos adecuados, Camilloni recupera, a nuestro juicio, algunos rasgos coincidentes con los que hemos destacado. Tomamos algunos párrafos que lo muestran (la negrita es nuestra): Sobre la consideración de una teoría del aprendizaje y las etapas “Para que haya una evaluación con sentido es indispensable que existan criterios que permitan construir juicios de valor acerca de lo que la información recogida significa en términos de aprendizaje de los alumnos. La primera operación consiste en recoger información. La segunda en analizarla e interpretarla”. (p. 69) Sobre la función de regulación y la consistencia con la enseñanza “Los programas de evaluación han de ser consistentes con los proyectos de enseñanza y de aprendizaje de una institución, pues entonces se pueden convertir en juicios de autoevaluación”. (p. 68) “La evaluación es un recurso indispensable para el perfeccionamiento de dos procesos: el de enseñanza y el de aprendizaje”. (p.71) Sobre la pedagogía de la integración y las situaciones complejas “Cuando se opta por concepciones de enseñanza en las que se manifiesta nuestro respeto por la capacidad de producción personal del alumno, los instrumentos de evaluación deberán ser coherentes con esa postura”. (p.71) Sobre el tipo y calidad de los instrumentos “La evaluación tiene un estado inicial que puede construirse a partir de dos tipos de operación: recoger datos a través de la observación … o algún otro medio no diferenciado del proceso de enseñanza volcados en la elaboración de registros y, la otra, ... obtener datos en situaciones especialmente diseñadas para recoger información relevante indicadora del estado de situación de los aprendizajes ...” (p. 69) “La evaluación de los aprendizajes se realiza sobre la base de un programa que, al servicio de la enseñanza y el aprendizaje, está constituido por un conjunto de instrumentos de evaluación. (p. 67) “La calidad de un programa está sujeta ... a su capacidad para evaluar justa y equitativamente a grupos numerosos de alumnos diferentes”. (p. 68) “Ante las dos maneras de construir juicios de valor –subjetiva y objetiva- , es posible que, por la naturaleza misma de los actos pedagógicos, ... se requiera poner en juego ambas modalidades buscando el modo de articularlas”. (p.70) “Las características que deben reunir los instrumentos de evaluación son cuatro: validez, confiabilidad, practicidad y utilidad”.(p.76) 7 Planteados estos rasgos como marco general es posible decir que la evaluación oscila entre el deseo de medir a cualquier precio y la voluntad de explicar, de dar sentido a las observaciones que permite hacer (Bodin 1997 citado en Crippa 2000) Para entrar en la mirada teórica de la evaluación de los aprendizajes en matemática, veremos en el próximo apartado que, aunque son pocos los trabajos ligados a la evaluación en el campo de la Didáctica de la Matemática, la mayoría están guiados por tratar de comprender los procesos para ayudar al alumno, por lo que se refieren al papel asignado al error en el aprendizaje, cuestión que se articula con la organización de la remediación, y la reorientación de la enseñanza. No queremos dejar de señalar que, aunque no la tomaremos en el próximo apartado, la problemática de la medición tiene sumo interés, pues la certificación no se puede suprimir en el sistema didáctico, y se debería procurar que la matemática dejara el lugar de selección que actualmente tiene. Su análisis implicaría revisar, entre otros temas: la posibilidad de medir lo aprendido, qué conjunto de instrumentos se puede diseñar para ello, cómo hacer para que los instrumentos reúnan las características de ser válidos y confiables, qué tipo de aprendizajes evaluar y por lo tanto qué tarea se le pedirá al alumno, cómo construir los ítemes de una prueba sin deficiencias técnicas, o qué datos es valioso consignar si se trata de registros, con qué criterios se evaluará la información obtenida, qué escalas de calificación utilizar, cómo construir los referentes, qué uso hacer de los resultados, quiénes deberían elaborarla. 4. La mirada de la Didáctica de la Matemática Los problemas didácticos de la evaluación del saber matemático, son un campo de estudio ineludible para la Didáctica de la Matemática. También los investigadores de este campo consideran que la evaluación es uno de los procesos determinantes del proceso didáctico, que regula tanto el comportamiento de los profesores como los aprendizajes de los alumnos. Señalan que las acciones dirigidas a la evaluación en el nivel del sistema (programas de estudio, dispositivos de enseñanza, etc.) tienen efecto a nivel de los profesores y la constitución de su contrato didáctico, entendiendo por contrato didáctico las condiciones o reglas recíprocas de la relación maestro-alumno concernientes a tareas determinadas. Ese efecto, se manifiesta en la evaluación cotidiana, en la elaboración de pruebas, en la corrección y puesta de notas, y aún en la planificación, condicionando la naturaleza e interpretación de la información relevante. (Chevallard y Feldman, 1986, citados por Bodin) Por otra parte, la evaluación integrada a las situaciones de aprendizaje, entendida como la mirada valorativa y reflexiva sobre las actividades realizadas por los alumnos en relación con el saber, se encuentra totalmente integrada al contrato y no se puede pensar de manera independiente de la enseñanza. “En el marco de la clase, no es posible concebir la enseñanza y la evaluación como acciones separadas”. (Bodin, 1997). Nos centraremos en lo que sigue en la evaluación de los saberes en el marco de la clase. 8 Encontramos en los trabajos de Vergnaud (1981), referencias respecto de qué tipo de actividades permiten evaluar los saberes de los alumnos, pues señaló el rol fundamental de la acción en situación como “la fuente y criterio de adquisición del pensamiento conceptual”. Es decir que la resolución de problemas es a la vez la ocasión de construir conocimientos y el criterio para reconocer el dominio del saber, por lo que el alumno deberá ser confrontado a problemas tanto para adquirir y profundizar sus conocimientos como para controlar su existencia o su desarrollo. (situaciones complejas, pedagogía de la integración). Además, un aspecto largamente utilizado y desarrollado por Brousseau (1976) bajo el nombre de “dialéctica de la validación”, y retomado por Margolinas, es el que analiza un momento de la actividad matemática en el desarrollo de la clase. Se trata de la “fase de conclusión” que puede incluir la evaluación por parte del docente, o la verificación por parte del alumno de la respuesta obtenida a la pregunta planteada, si la situación tiene un desarrollo a-didáctico (1993). Esta fase tendrá lugar como parte de la clase si, dentro de las actividades propuestas al alumno, se pide que verifiquen los resultados obtenidos y tengan que pronunciarse sobre el valor de los procedimientos utilizados. Esta verificación, que forma parte de la actividad normal del matemático como utilizador de las matemáticas, debería ser incluida en la clase de modo de lograr que el alumno domine estas competencias. En este sentido, una parte de la evaluación es interna al alumno y puede ser retomada para su explicitación en la puesta en común de modo de avanzar en la toma de conciencia de los saberes elaborados. (evaluación del propio aprendizaje) Se parte de una concepción de enseñanza según la cual el docente debería proponer a sus alumnos actividades con distintas finalidades en el curso de los aprendizajes. Dichas actividades deben estar orientadas a: *realizar un estudio del estado de los conocimientos de los alumnos respecto de los que se desean enseñar, es decir, recoger información respecto de cuáles son las representaciones a las cuáles los alumnos recurren, los procedimientos, las reglas, las imágenes que movilizan para dar sentido a la cuestión que se les propone, con el fin de organizar una secuencia de enseñanza que tome en cuenta lo que ya conocen, y también lo que no conocen. *presentar problemas para aprender, es decir problemas que impliquen un defasaje entre lo que el alumno sabe y las exigencias de la nueva tarea, que le obliguen a buscar nuevos procedimientos, a modificar sus representaciones, a buscar nuevas formas de comunicación, a iniciar la construcción de nuevos conceptos. Estos problemas además de diferentes puntos de entrada, debieran permitir diferentes recorridos, es decir que los alumnos utilicen diferentes procedimientos, representaciones y formas de validación para su resolución. *presentar problemas para la consolidación de los aprendizajes, proponiendo actividades en las que deban utilizar las herramientas recién construidas. Estos problemas permitirán la reinversión de los conocimientos en diferentes contextos y con 9 variación de las tareas que debe afrontar el alumno, y eventualmente la familiarización con los mismos para hacer mejor y más rápido lo aprendido. *realizar el control de los aprendizajes, mediante actividades que evidencien el grado de dominio adquirido sobre los conocimientos en cuestión, lo que permitirá organizar tareas de ampliación y profundización de los aprendizajes para unos, y nuevas tareas para aprender para otros. Para cada actividad además, habrá que tener en cuenta con qué contrato didáctico está ligada. En todas las actividades planteadas, se recoge información sobre el desempeño de los alumnos en la clase, lo que permite conocer la diversidad de sus saberes y en consecuencia tomar decisiones sobre la enseñanza. Es decir que a partir de constatar el estado y el progreso de los saberes y saber hacer que pueden poner en juego los alumnos en las actividades matemáticas, se puede decidir qué estrategias de enseñanza emplear para que continúen su proceso de aprendizaje (Bressan, 1997). De esta forma la evaluación, juega una función de regulación de la enseñanza. 4.1. El registro, análisis e interpretación de los errores Hemos visto que uno de los rasgos de la evaluación formativa en la enseñanza diferenciada, es proponer tres etapas de tratamiento de los errores. Al recoger información sobre el estado de los saberes, puede ocurrir que los alumnos no den respuestas adecuadas, es decir, que se detecten y se registren errores. En este caso, el docente deberá analizar su sistematicidad, e investigar sus causas. Sólo después de ello, buscará la forma de remediar esos errores. Esta tarea no es posible más que por la vía de una “mirada evaluativa reflexiva”, que revela particularmente los errores significativos. (Chemello, 1997) El registro de errores puede darse en el transcurso de actividades con cualquiera de los propósitos mencionados anteriormente y en modalidades bien diversas: producciones escritas, interrogatorios orales, observación del alumno en su intercambio con otros, etc. A esa primera etapa de registro, le seguirá el análisis de su significatividad. Los errores considerados significativos son aquellos que se repiten, están bien instalados en el alumno, y están ligados a otros errores con los cuales constituye una trama. Al comenzar el análisis, en primer lugar, excepto con errores que son evidentes (por ejemplo, 3,4 + 2,9 = 5,13) siempre es necesario asegurarse que se trata de un error, y no de otros procedimientos de resolución válidos, alternativos a los más utilizados por los alumnos y conocidos por el docente. En este sentido, es importante tratar de “entrar” en el modo en que ha pensado el alumno y, eventualmente, consultar con un colega. Además, es necesario tener en cuenta si el error se ha producido por cuestiones como la falta de claridad de las consignas (realizan otra tarea porque la consigna da para la interpretación que el alumno realiza), la limitación en el tiempo de trabajo (la evaluación es larga para el tiempo disponible), la realización de la tarea en horarios en que el alumno está cansado (por ejemplo, de noche en la casa), etc., pues en estos casos 10 no corresponde elaborar una estrategia de ayuda a los alumnos en un dominio cognitivo, pues el error cometido no es fruto de una dificultad matemática. Otras cuestiones no matemáticas que originan errores son la escasa capacidad de lectura, o la mala comprensión de un enunciado. La estrategia de ayuda en estos casos tendrá que estar centrada en mejorar la comprensión lectora, es decir el dominio de la lengua escrita, pero sigue siendo responsabilidad del profesor de matemática pues la enseñanza de esta disciplina incluye las cuestiones comunicacionales tanto en el lenguaje matemático como en español con uso de vocabulario específico. Cuando el error detectado ha sido despejado con respecto a esas razones, es necesario que el docente comience a elaborar hipótesis interpretativas sobre su causa cognitiva. Luego, deberá verificarlas, ya que el análisis incorrecto que puede llegar a hacer un profesor del error del alumno puede ser agravante llevándolo a estar en una situación que no comprende, por ejemplo si intentamos que cambie un procedimiento que no ha utilizado. Para verificar todas las hipótesis concernientes a la interpretación los errores, la única manera de prevenir una mala estimación de su parte es obtener nuevas informaciones del alumno mismo. La verificación consiste en replantear una situación en otros términos: una actividad específica de control, una observación muy atenta de una “marcha de resolución”. Una invitación al alumno a explicarse permiten ver confirmado el error, y prevenir una eventual mala interpretación del docente. Como los alumnos repiten siempre el mismo error hasta modificar lo que lo provoca y luego remediarlo definitivamente, se pueden señalar sistemáticamente los errores particulares de algunos de ellos durante varias secuencias. Nos parece importante destacar aquí algo sobre la elaboración de hipótesis sobre las causas de los errores, y esto es que no es conveniente quedarse fijado a un único punto de vista. Es posible que un error, pueda ser atribuido a más de una causa. De manera general, en el marco de la Didáctica de la Matemática, se considera que los errores de los alumnos, son la expresión de conocimientos anteriores que no permiten que el alumno resuelva el problema con éxito, son conocimientos que ya no funcionan, no se adaptan a la presente situación. 4.2. Concepciones, mecanismos, interpretación de la tarea. La importancia de interpretar correctamente el origen de los errores es la de organizar re - mediaciones pertinentes, es decir, nuevas mediaciones entre el alumno y el saber: Para ello habrá que proponer al alumno tareas diferenciadas en función de la causa de la dificultad, lo que le permitirá superarla. El origen de los errores ha generado numerosas clasificaciones. Entre ellas la de Charnay (1990/1), que diferencia los errores relacionados con limitaciones de un alumno en un momento de su desarrollo intelectual, los que se relacionan con dificultades ligadas al contrato y los que tienen su origen en la relación del alumno con el saber. 11 Brousseau propuso una distinción entre las concepciones que se constituyen en obstáculos, considerando obstáculos epistemológicos, didácticos y culturales. Describiremos brevemente algunos para luego analizar las formas de remediación. En las actividades los alumnos ponen en juego conocimientos que revelan sus concepciones y modelos implícitos. Designamos por “concepción” de un alumno con respecto a un saber, al conjunto de conocimientos correctos o falsos, que son atribuidos al alumno por su maestro, y que permiten intentar una explicación de su funcionamiento, sus razonamientos, sus estrategias, sus respuestas. Dichas concepciones están estrechamente ligadas al contexto de la situación en el que son puestas de manifiesto. Si pensamos que el aprendizaje se produce por adaptación al medio, a una situación concreta, podemos pensar que los conocimientos se adquieren por progresos relativamente discontinuos que suponen rupturas cognitivas, cambios en las concepciones. Cuando los alumnos deben resolver situaciones, puede ocurrir que sus concepciones no estén adaptadas a las situaciones que se plantean, lo que da origen a cierto tipo de errores que forman parte del proceso de construcción de los conocimientos, y en este sentido funcionan como un obstáculo. Brousseau denomina obstáculo a una concepción que ha funcionado con éxito en un cierto campo, para un conjunto de situaciones y que resulta resistente a ser modificada. Un ejemplo clásico en relación a la multiplicación es la idea que se forman los alumnos acerca de que la multiplicación agranda. En el campo de los números naturales esta concepción es válida, pero funciona como obstáculo para la construcción del sentido de la multiplicación en el campo de los números racionales. Por su parte, Artigue analiza los errores ligados a los “mecanismos de producción” de conocimientos en el aula. Artigue explica estos “mecanismos productores de obstáculos”, diciendo lo siguiente. En algunos procesos de resolución, se utilizan ciertos mecanismos que pueden ser identificados tanto en la generación de nuevos conocimientos en la historia de la Matemática como en los alumnos cuando resuelven problemas. Esos procesos, por ejemplo la generalización y la búsqueda de regularidades, en algunas ocasiones funcionan adecuadamante y en otras producen obstáculos porque generan conocimientos que no son válidos. También hemos mencionado los errores debidos al contrato, es decir a la interpretación que el alumno hace de su tarea en función del mismo. Es el caso en que los alumnos actúan sobre la base de la representación que han construido sobre la tarea a realizar. Es conocido el ejemplo de los problemas de la edad del capitán, en el que los alumnos responden las preguntas de los problemas operando aún cuando no sea pertienente hacerlo, pues piensan que “en un problema, para dar una respuesta hay que hacer alguna cuenta con todos los datos que aparecen, y de esa cuenta hay algún indicio en el enunciado”. 4.3. La re - mediación En el caso de errores debidos a concepciones, no es posible dar respuestas a un alumno error por error, como si cada uno tuviera su solución. Estos errores cuyas causas, antiguas y profundamente ancladas no van a ser resueltas con un nuevo ejercicio 12 circunstancial, deben ser tratados a largo plazo. Se trata entonces de proponer situaciones que permitan que el alumno tome conciencia de la insuficiencia de su concepción, reinvirtiendo la noción en cuestión y discutiendo acerca de los errores provocados. Por otra parte los errores que se generan cuando los alumnos usan procesos como la generalización y búsqueda de regularidades, se pueden explicar por la diferente capacidad que tienen un matemático, experto en el uso de dichos procedimientos y un alumno novato en dicho uso para controlar su actividad, cambiar de registro, etc. También en este caso, se buscará proponer a los alumnos nuevas situaciones de enseñanza, pero en este caso dirigidas a construir las reglas bajo las cuales se validan los resultados obtenidos. En el caso de los errores debidos al contrato, se requiere una discusión sobre la interpretación dada a la tarea pedida, y a largo plazo, un replanteo de las reglas de juego en el aula. En todos los casos, una respuesta adecuada del docente, es un encadenamiento de situaciones apropiadas cuidadosamente concebido para una red de errores sistemáticos detectados y verificados, y no una actividad aislada La re-mediación es una actividad adaptada a la diversidad de posibilidades, conocimientos y dificultades de los alumnos. Es por eso que en esta perspectiva podemos decir que también se intenta tener en cuenta una acción diferenciada del docente. 5. Un acercamiento entre las propuestas y las prácticas Si consideramos que los alumnos pueden ajustar su proceso de aprendizaje, autorregular su participación y aprovechamiento de las actividades desarrolladas en el aula a partir de la toma de conciencia de sus modos de aprender, su ritmo y estilos de trabajo, los conocimientos que domina y aquellos que le resultan más complejos, es necesario proporcionarle los tiempos y las actividades para reflexionar sobre estos aspectos. Del mismo modo, los docentes pueden ajustar sus procesos de enseñanza, autorregularlos. Para ello, no sólo deberán tener los medios para reconocer la situación en que se encuentran sus alumnos tanto en lo que se refiere a sus posibilidades, intereses y conocimientos de partida como a los saberes adquiridos. Es necesario también que estén dispuestos a reconocer la incidencia de su propio accionar en los resultados obtenidos por los alumnos, dispuestos a retomar en la planificación de su tarea las informaciones que obtienen en las evaluaciones, dispuestos a revisar sus saberes sobre la disciplina que enseñan, sus concepciones de aprendizaje y enseñanza, y dispuestos a modificar sus prácticas profesionales en consecuencia. En el trabajo ya comentado realizado con Ana Bressan acerca de las prácticas de evaluación hemos realizado un primer análisis del estado en que se encuentran los procesos de autorregulación en los docentes participantes de la experiencia. El desarrollo del proyecto incluyó la realización de cuatro reuniones con los docentes: una primera reunión de diagnóstico de situación para conocer qué características tienen 13 las evaluaciones que se toman en el sistema municipal, una segunda reunión informativa en la que se discutió qué significado tiene la evaluación en las propuestas bibliográficas más actualizadas, qué instrumentos se utilizan, cómo se consideran los errores, cómo utilizar la información obtenida para mejorar los aprendizajes, una tercera reunión de elaboración de una secuencia de actividades de enseñanza de un tema con al menos dos evaluaciones, y una cuarta reunión para relatar y reflexionar sobre la puesta en aula de la secuencia y los resultados obtenidos. Luego analizamos los trabajos elaborados por los docentes y sistematizamos la información en los cuadros siguientes, teniendo en cuenta que los docentes habían elaborado evaluaciones con propósitos diferentes: diagnósticas, formativas y sumativas. Informaciones: (que obtienen de las pruebas) descriptivas o expresivas Informaciones (que obtienen de las pruebas) inferenciales Usos de la evaluación con los alumnos Ajuste de los resultados de las pruebas a las expectativas previas del docente Formas de elaboración de las pruebas, ¿dificultades? Dificultades de los alumnos (al presentarle la prueba / de aprendizaje) Escala Adecuación Modificación de la enseñanza E.D. E.F.: E.S.: E.D. E.F.: E.S.: En el primer cuadro registramos datos acerca del tipo de información que los docentes obtienen de las pruebas. Resultó en la mayoría de los casos descriptiva o expresiva, sólo en pocos casos los docentes hacían alguna inferencia sobre las dificultades o alguna interpretación sobre el origen de los errores. En la columna de “modificación de la enseñanza” consignamos los datos que obtuvimos cuando les pedimos que respondieran por escrito acerca de esa cuestión a partir de los resultados de las evaluaciones de sus alumnos, que en muchos casos mostraban bajos resultados. Sobre sus reflexiones al respecto, consignamos las siguientes respuestas: “Realizamos el cuadro de medidas de superficie... y buscamos equivalencias. Considero aquí que fue muy apurado llegar a esta instancia. Reflexión: Los lineamientos propuestos los volcaba intuitivamente, ahora tengo las fundamentaciones”. “Modificaría la secuencia ampliándola, insertando (¿el tema?) en próximas evaluaciones”. “Haría una mejor distribución del tiempo.y más actividades con problemas de resolución abierta”. 14 “Me hubiera gustado dar problemas con “final abierto” pero “permití distintos métodos”. “Daría más tiempo al tema, para ejercitar más”. “Usar menos tiza y pizarrón. Trabajo más individualizado. Flexibilizar tiempos” “No haría modificaciones (en la enseñanza anterior, pero a futuro propone) integrar con ángulos de un triángulo luego de una semana de ejercitación abundante” “Más tiempo para profundizar con guía de TP vinculando con temas anteriores” “Permitir” que escriban estrategias y dificultades para que la evaluación sea una “manera de comunicación alumno-profesor”. “Sería importante que los temas no quedaran aislados unos de otros”. “Respetar el tiempo de cada alumno”. Nuestras conclusiones al finalizar el trabajo, compartidas con los docentes participantes se centraron en dos cuestiones. Por un lado en señalar que los procesos de análisis de la propia enseñanza, en forma incipiente, son parte de la práctica habitual de muchos docentes, aunque pocas veces estos análisis dan por resultado una modificación de la misma. El análisis aparece asociado a una necesidad de cambio limitada por las condiciones de contexto. La profundización de los mismos sea en la búsqueda de causas de los errores como en su verificación y en la implementación de procesos de re - mediación no son tareas que cada docente se sienta en condiciones de realizar en forma individual. Para que los procesos de remediación, y planificación conjunta tengan lugar -dicen los docentes- es necesario que en las escuelas se organicen espacios destinados al trabajo conjunto de los docentes. Efectivamente, y sobre todo en el caso de tener alumnos que tienen muchos errores, un trabajo de equipo y un proyecto armonizado en el seno de la escuela constituyen la única posibilidad de garantizarles el aprendizaje que necesitan. Para administrar la remediación sería necesario elaborar un “plan” de trabajo concertado entre los maestros de un ciclo: elegir las actividades a desarrollar, constituir grupos de docentes con necesidades comunes en seno del ciclo y repartir las tareas de elaboración y gestión de estas actividades, usando el tiempo en forma compatible con la vida de las clases. Pareciera que, si fuera posible potenciar el proceso de volver sobre lo realizado con un trabajo institucional adecuado, la evaluación podría recuperar su sentido de dar información no sólo sobre el tipo y la calidad de los aprendizajes, sino también sobre la propuesta de enseñanza. De tal modo, los docentes intervendrían en el análisis de su propia práctica, construirían saber sobre la enseñanza para modificarla. Si los docentes toman la responsabilidad de evaluar la propia enseñanza, esto puede influir en el mejoramiento de la misma. “Si la evaluación no es sólo externa sino construida en un proceso participativo, puede influir en el mejoramiento de la práctica”.(House, en Camilloni, p.74/5) 15 6. Bibliografía ALLAL, Linda (1979): Estrategias de evaluación formativa: concepciones sicopedagógicas y modalidades de aplicación. Traducción para uso didáctico. ARTIGUE, Michele: Epistemología y didáctica. RDM N°10/2-3 La Penseé Sauvage Editions. France. 1990. BARBIER, J.M. (1999): Prácticas de formación. Evaluación y análisis. Serie Los documentos. Fac. De Filosofía y Letra y Novedades educativas. BODIN, Antoine (1997): L’évaluation du savoir mathematique. Questions et methodes. RDM N° 17/1. La Penseé Sauvage Editions. France. BRESSAN, Ana María (1997): “La evaluación: ¿un acto aislado o un proceso conexo y coherente? Documento de trabajo. MCBA. 1997. BRESSAN, A. y CHEMELLO, G.(1998): Proyecto 1997: De la evaluación al mejoramiento: la articulación entre los niveles primario y medio. “La relación entre la evaluación y las formas de enseñanza de la matemática”. CALLEJO MA. LUZ: “Evaluación de procesos y progresos del alumnado en la resolución de problemas”. Rev. 1 UNO. No 8. Abril 1994. Ed. GRAO. CAMILLONI, A.(1998): La calidad de los programas de evaluación y de los instrumentos que los integran, en La evaluación de los aprendizajes en el debate didáctico contemporáneo. Paidós Educador. Buenos Aires CRIPPA, A. (2000): Evaluación del y para el aprendizaje. Carpeta de trabajo de Estrategias de enseñanza de la Matemática. UNVQUI. CHARNAY, Roland: “Del análisis de los errores en matemática a los dispositivos de remediación”. INRP. Grand N, Nº 48, Francia, 1990/1. Traducción PTFD. CHEMELLO, G.(1997): La evaluación al servicio de los aprendizajes escolares. Documento de trabajo. MCBA. DE KETELE, J.M. L evaluation conjugueé en paradigmes. Revue Francaise de pedagogie Nro.103, 1993, 59-80. Traducción para la cátedra con residencia en Lenguas Vivas. GOÑI, J.M. (1997): Los injertos y el sistema inmunológico Rev 1 UNO. Ed. GRAO. España Enero 1997 HOUSE, E.R. (1980) : Evaluación, ética y poder. Morata. Madrid, 1994. RICO, Luis y otros: “Cuestiones abiertas sobre evaluación matemática”, en Revista DM Uno Nº11, Barcelona, 1997. ROSSANO, Pierre y otros: “Guía práctica de la evaluación en la escuela”. Pedagogie practique. Nathan, París, 1993. Traducción propia.
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