ASÍ FUE... LA ADMINISTRACIÓN TRIBUTARIA EN LA ESPAÑA MUSULMANA ENRIQUE OSSORIO CRESPO C omo es bien conocido, los mu- eran capitales de distrito. Entre éstos, sulmanes dominaron una parte los funcionarios de mayor categoría muy importante de la Península Ibérica eran los inspectores y los cajeros. entre los años 711 y 1492. Durante es- Por lo que se refiere a los ingre- tos ocho siglos, su Administración tribu- sos del Estado musulmán, podemos taria evolucionó en paralelo a los siste- enumerar cinco grandes categorías: mas políticos que se fueron sucediendo impuestos legales, impuestos no le- en el tiempo: Emirato, Emirato indepen- gales, el botín de guerra, las heren- diente, Califato y Reinos de Taifas. Ante cias vacantes y los monopolios del la imposibilidad de describir las diversas Príncipe. formas que adoptó esa organización y Los impuestos legales eran tanto sus tributos, nos vamos a centrar en la estructura existente en la dorada época del Califato, siguiendo aquéllos que debían satisfacer todos los musulmanes por mandato del Corán como los que habían de la descripción expuesta por el Profesor Luis G. de Valdeavella- ser soportados por los cristianos y judíos residentes en los te- no en su “Curso de Historia de las Instituciones Españolas”. rritorios califales. El principal tributo que abonaban los creyen- En ese período, la Corte radicaba en Córdoba y estaba po- tes consistía en la cesión a la comunidad islámica de una déci- blada por un abigarrado conjunto de altos dignatarios, solda- ma parte de sus ganancias. Por otro lado, los cristianos y dos, favoritas, esclavos y eunucos. Desde su cúspide, el Califa judíos contribuían mediante el pago de dos tributos, uno de dirigía la Administración personalmente o a través de su Pri- naturaleza personal y otro territorial calculado según el valor de mer Ministro. Este último se encontraba al frente de varios mi- las tierras que cultivaban. nisterios, entre los que sobresalían por su importancia la Canci- Refiriéndonos ahora a los tributos no legales, puede afir- llería y la Dirección General de Hacienda; mientras que la marse que eran figuras de una naturaleza muy variada, esta- primera custodiaba el sello del Califa, la segunda se encargaba blecidas por los príncipes al margen de la ley religiosa y que de los asuntos financieros. gozaban de muy mala fama en el seno de la comunidad mu- Aunque la Dirección General de Hacienda era ocupada sulmana. Dentro de ellos los más comunes fueron el “qatí” y la normalmente por un Visir, en ocasiones el buen trabajo des- “qabala”. El primero era un impuesto mensual que, con idénti- arrollado por este funcionario originaba que el Califa tuviera el co importe, pagaba cada musulmán al margen de su capaci- detalle de duplicarle el sueldo. Esta positiva circunstancia origi- dad contributiva. El segundo consistía en un impuesto indirec- naba que fuera elevado a la categoría de Doble Visir. to que gravaba los productos o mercancías que se vendían en Bajo la autoridad de este ministro se hallaban el Tesoro Pú- los zocos. Todavía menos legales eran otros impuestos, llama- blico y los tesoreros e intendentes que lo administraban. Ade- dos gabelas, que sufrían los vasallos con el objetivo exclusivo más, el control del buen funcionamiento de este aparato orga- de nutrir el patrimonio privado del Príncipe. nizativo estaba encomendado a los contadores jurados. Al Aunque los servicios recaudatorios se afanaban en facilitar parecer, los altos cargos de esta Administración financiera per- el pago al ciudadano, que podía decidir si lo hacía en metálico tenecían a la aristocracia árabe, pero entre el funcionariado o en especie, lo cierto es que la insuficiente recaudación de destacaron muchos cristianos y judíos. los impuestos coránicos originó una proliferación tan grande Abandonando la capital de Al-Andalus encontramos que la de impuestos no legales y gabelas que, en varias coyunturas organización territorial estaba sustentada por diversos oficiales históricas, los contribuyentes se opusieron con las armas en la y agentes del fisco que tenían su sede en las ciudades que mano a su exacción. 20 LA VENTANA DE LA AGENCIA