APRENDIZAJE DE LAS PRAXIAS FICHA 1808 Se inicia el capitulo con el tratamiento de aprendizaje de las denominadas “funciones cerebrales superiores” o “sistemas funcionales complejos”. La denominación circunscribe la descripción a los procesos que han sido adquiridos por aprendizaje fisiológico desde la lactancia en adelante, y que han podido ser analizados en su descomposición, determinada por lesiones cerebrales. Funciones cerebrales superiores Praxias, gnosias y el lenguaje. Praxias fueron definidas cuando se conoció en qué consistía su descomposición. Las diferencias del aprendizaje tienden a mostrar claramente el peso respectivo de cada variable que interviene en el mismo, las que no son igualmente visibles en el curso del desarrollo normal. Cada dificultad del aprendizaje viene a ser algo así como un experimento, puesto que permite identificar que modificaciones imprime una variable que falta cuando se mantienen todas las demás constantes. El problema de las Praxias surgió a raíz de investigaciones clínicas en el campo de la neurología, determinadas porque lesiones cerebrales ocasionaban alteraciones constantes en el uso de secuencias aprendidas de movimientos. Liepmann: puede ser considerado uno de los principales fundadores del tema, introdujo la noción de “formula” para denominar una determinada organización en una secuencia de movimiento que se alteraba por ciertas lesiones del cerebro. A la vez caracterizo con el nombre de “apraxias” estas alteraciones. “Formula” una manifestación de procesos de aprendizaje que tienen lugar en la actividad motora. COMO DEBE ENTENDERSE LA ACTIVIDAD MOTORA La actividad motora no puede ser considerada una función eferente del sistema nervioso. Contrariamente es preciso tener en cuenta que cada movimiento implica necesariamente su registro en la corteza cerebral, bajo la forma de aferencia propioceptiva. Experiencia de Krasnogorski: consistió en la elaboración de un reflejo condicionado alimenticio, en el que la flexión pasiva de una pata era el estímulo neutro (el incondicionado estaba dado por el suministro de alimento). Después de mas de cuarenta asociaciones quedo estabilizado un reflejo condicionado alimenticio, en el que el estímulo condicionado era la flexión pasiva de la pata, lograda por un dispositivo mecánico. De este modo quedo establecido un reflejo condicionado de tipo propioceptivo. A continuación se extirpo la zona de la corteza cerebral relacionada con la actividad motora y el resultado fue que el animal perdió tanto el reflejo recientemente adquirido como la posibilidad de organizar otros del mismo modo. Dos cosas que expresa esta experiencia: Que al poder organizar un condicionamiento utilizando un movimiento pasivo, el eslabón aferente está constituido por los estímulos de los músculos, tendones y articulaciones Que hay una zona en la corteza cerebral, cuyas funciones consisten en el análisis y síntesis de tales aferencias propioceptivas. Luego de la experiencia se denomino a esta zona “analizador motor” en la interpretación de que participaba en la actividad analítica-sintética de cualquier sector cortical de otro analizador, pero referido a la actividad motora. La actividad motora implica constantemente aferencias propioceptivas. El analizador motor interviene en la síntesis y en el análisis de la actividad motora. La organización de síntesis de aferencias propioceptivas tiene que ser un paso obligado en la estructuración de cualquier comportamiento. ORGANIZACIÓN DE LAS PRAXIAS La conexión del individuo con el ambiente no se hace sólo por medio de los órganos de los sentidos, considerados con criterio clásico: se hace invariablemente además por medio de su actividad muscular. Caben para las actividades musculares cualquier comportamiento de tipo adaptativo. Una novedad del ambiente determina en el individuo particular una actividad motora espontánea que puede ser de tipo exploratorio, defensivo, de prensión, etc. O bien determina un comportamiento estabilizado, formado en este caso por un conjunto sucesivo de actividades motoras que se han organizado como resultado de un proceso de aprendizaje. En el primer estadio correspondiente a la organización de un aprendizaje motor hay una generalización que incluye una cantidad de actividades musculares ligadas a la realización estricta de ese comportamiento motor. En la primera etapa del aprendizaje de la ejecución de un instrumento musical (piano, violin, guitarra) o de una actividad motora rigurosa (ballet), etc., la realización de las primeras ejercitaciones determina fatiga y hasta dolor muscular. Estas primeras etapas no pueden ser demasiado prolongadas porque se intensifican las molestias musculares. Sin embargo, esta participación excesiva de grupos musculares cede paulatinamente, y por lo tanto, hay menos fatiga y menos dolor muscular consecutivo. La situación responde al hecho de que hay menos generalización y la actividad se va circunscribiendo a los músculos que efectivamente intervienen en esa modalidad de comportamiento motor que se está elaborando. Esta circunstancia responde claramente a la intervención de la inhibición diferencial, que suprime así la participación de los grupos musculares ajenos. Tanto las síntesis dadas por el registro simultáneo de varias aferencias como la síntesis consecutiva dada, esta vez, por la sucesión de diversos conjuntos de aferencias, dan lugar a la organización de estereotipos motores que pueden llegar a ser muy complejos y elaborados. No obstante, en el periodo de organización de estas síntesis se producen errores en la sucesión o en el acierto que caracteriza una actividad motora ya completamente estabilizada. Estos errores muestran el periodo de labilidad o de no consolidación de los estereotipos motores en las etapas de su organización. A medida que prosigue el trabajo de organización de esa actividad motora, esos errores van disminuyendo en magnitud y en ocurrencia hasta que finalmente desaparecen. Cuando un comportamiento motor esta suficientemente estabilizado, ya puede ser denominado “habito”. Tipos de Praxias que pueden ser reconocidas: En primer lugar hay que considerar las Praxias mas simples que corresponden meramente a una actividad elemental, como un gesto, o un componente de otros procesos mas complejos (deglución). Praxias igualmente simples, como elevar las cejas, mostrar los dientes, succionar, etc., participan asimismo de ese carácter elemental. Sin embargo, deben ser consideradas resultado del aprendizaje a juzgar por su desaparición en situaciones determinadas de lesión cerebral. Otras Praxias son más complejas e incluyen determinados procedimientos instrumentales, como la utilización adecuada de la tijera, del pincel o del compás, etc. Una tercera modalidad de organización del comportamiento motor son los denominados “habitos motores”. La tendencia a la consolidación y estabilización de una actividad motora forma parte del desarrollo corriente de cualquier comportamiento motor y resulta simplemente el resultado de la repetición. La mera repetición es un factor que inevitablemente lleva a la estabilización de los estereotipos cinestésicos-motores. ¿Qué papel desempeña aquí el reforzamiento?: el reforzamiento resulta de la verificación de la eficacia del movimiento ejecutado, según el proceso de aprendizaje de “ensayo y erro” y, más específicamente, como resultado de la consolidación sucesiva de diversos condicionamientos instrumentales en una cadena. El lenguaje desempeña un papel importante, contribuyendo a reforzar o a inhibir aspectos determinados en el proceso de aprendizaje motor mediante la instrucción de la persona que regula ese aprendizaje. Pero además, el lenguaje interno opera como un elemento importante de reforzamiento, tanto de los aspectos positivos como de los negativos del aprendizaje. FORMACION DE HABITOS MOTORES La unidad elemental de cualquier tipo de comportamiento motor es el estereotipo cinestésico-motor. Una organización determinada de estos estereotipos corresponde a un aspecto corriente del comportamiento motor que se denomina praxia, y que estas pueden ser vegetativas o simples, somáticas y también simples, o aumentar paulatinamente en complejidad (vestirse, hacer la cama, etc.) En cada uno de los precedentes de la organización de un hábito se reconocen los procesos fisiológicos que hemos analizado: las Praxias, y antes que ellas, los estereotipos. Sin embargo, lo más importante con respecto a los diversos comportamientos motores es diferenciar su “voluntariedad” o su “automatismo”. COMO DEBE SER CONSIDERADO UN ACTO MOTOR “VOLUNTARIO” Corrientemente se cree que los movimientos “voluntarios” dependen de la existencia del haz piramidal, que hay una zona de la corteza cerebral de la que estos movimientos dependen, con lo cual la cuestión queda considerablemente simplificada: la “voluntad” es solo un dispositivo anatómico. La razón de ser de esta afirmación depende por una parte de la verificación de que es lo que sucede cuando una lesión interrumpe el haz piramidal o lesiona la correspondiente zona de la corteza: queda abolida la posibilidad de ejecutar movimientos en los miembros correspondientes, y en todo caso, esos movimientos son toscos, según el grado de parálisis. Se considera que los circuitos “extrapiramidales” controlan la motilidad no-voluntaria, es decir, los movimientos automáticos y asociados. Sin embargo, como con sólo un dejo de espíritu crítico puede advertirse, de ningún modo la voluntariedad o no de los movimientos puede depender de estructuras anatómicas. Por el contrario, es indispensable arrancar de la formación de Praxias y hábitos motores. El lenguaje interno no es otra cosa que el lenguaje corriente, que se ha ido “internalizando” a favor del proceso de adquisición de los significados. El lenguaje interno es una de las formas bajo las cuales el lenguaje “modela” el comportamiento motor. La otra es el lenguaje externo proveniente de quien da las instrucciones. Cuando aún no está consolidado un comportamiento motor, su reforzamiento proviene de las instrucciones verbales. Por consiguiente, una de las vías para rectificación (reforzamiento de la inhibición) o para la consolidación (reforzamiento positivo) es la propia instrucción en “lenguaje interno”. Y esta es justamente la forma que toma el movimiento “voluntario”. No se trata solo de la reorganización de la actividad analítico-sintética de la corteza cerebral sino, además, la participación del lenguaje interno. A estos componentes se agrega aún la presencia de determinadas circunstancias “nuevas” que determinan la intervención del lenguaje interno. Porque la emergencia de novedades en el ambiente exterior da lugar a una reorganización del comportamiento. QUE DEBE ENTENDERSE POR ACTOS “AUTOMATICOS” Un comportamiento verbal se automatiza cuando se ha transformado en un hábito, es decir, cuando se ha emancipado de las instrucciones verbales del “lenguaje interno”. Repárese en el contenido de una actividad motora aprendida cuando está sujeta al lenguaje interno, digamos la dactilografía. El sujeto se dicta a si mismo donde apoyar los dedos, como debe mantener los brazos, se repite que debe fijar la vista en el texto o en el papel que escribe, etc. Compararemos ahora que sucede cuando esa actividad motora se ha independizado del lenguaje interno, es decir, cuando se ha hecho automática. El sujeto escribe al tacto con su vista recorriendo el texto o siguiendo lo que va redactando. Si su atención se dirige por un momento a la posición de sus dedos o trata de recordar en qué lugar se halla la tecla de una letra dada, se equivoca. Es que en ese momento, el lenguaje interno ha suscitado un reflejo de orientación que ha bloqueado el desarrollo de la actividad automática. Recuérdese que pasa cuando una llave de luz se cambia de lugar, o cuando un mueble ocupa otro sitio. La mano o uno mismo se dirige en esa dirección, porque esta actividad motora está condicionada espacialmente con respecto a un determinado lugar, a una orientación dada. Lo que permitió que se hiciera así fueron las instrucciones del lenguaje. Ahora es un condicionamiento, o una praxia organizada con respecto a ciertas relaciones espaciales. La cuestión de las Praxias no puede ser desvinculada de la intervención del lenguaje.