EL SUELO COMO ORGANISMO VIVIENTE

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EL SUELO COMO ORGANISMO VIVIENTE
LA MICRO, MESO Y MACROFAUNA DEL SUELO
EL SUELO Y SU VIDA
EFECTO DE LA MESO Y MACROFAUNA SOBRE LA ESTRUCTURA Y FERTILIDAD
DEL SUELO
EL FACTOR ALIMENTO COMO REGULADOR DE LA POBLACION DEL SUELO
LOS FACTORES AMBIENTALES Y SU ACCION SELECTIVA SOBRE LA FAUNA
*
La textura
*
La humedad
*
La porosidad
*
La temperatura
*
La luz y la insolación
*
La calidad del alimento
RELACIÓN ENTRE LOS ANIMALES
ANIMALES QUE PREDOMINAN EN LOS SUELOS TROPICALES
CONTROL Y MANEJO DE LA FAUNA DEL SUELO
LA MATERIA ORGÁNICA EN EL CONTROL DE LOS ANIMALES DEL SUELO
SÍNTESIS
LECTURAS COMPLEMENTARIAS
1
EL SUELO COMO ORGANISMO VIVIENTE1
LA MICRO, MESO Y MACROFAUNA DEL SUELO
Casi nadie se da cuenta de que millones de organismos pululan por cada metro
cuadrado del suelo. Una parte de ellos son tan pequeños que solo pueden ser vistos por
microscopio (microfauna). Otros son visibles al ojo humano, pero de tamaño tan reducido
que solo pueden percibirse observando atentamente (mesofauna). En tanto que otra
parte son de tamaño mayor, como las lombrices, los ciempiés y los innumerables
insectos (macrofauna), de modo que ya son conocidos por todos.
Generalmente nadie presta atención a los animales del suelo, mientras no se
constituyan en agentes patógenos o no nos incomoden. Además, la mayoría de nosotros
tampoco se pregunta porqué esos animalitos constituyen una plaga, sino que
simplemente, los combatimos con plaguicidas. En la euforia por proteger sus cosechas
de los agentes patógenos, muchos pasaron los límites de lo razonable, poniendo en
peligro la vida silvestre, tanto del agua como del campo.
De esta forma, la agricultura industrializada se ha vuelto cada vez más difícil,
arriesgada, onerosa y desastrosa, poniendo en peligro el ambiente y, con ello, la
sobrevivencia del ser humano en vastas áreas de nuestro planeta. Hemos olvidado que a
pesar de todo el progreso técnico, el hombre es y será siempre parte de la naturaleza.
¿Qué ocurrió? ¿Por qué los agentes patógenos se van presentando con
frecuencia y violencia siempre en aumento?. La razón es que el hombre, ignorando la
existencia de equilibrios muy delicados que organizan toda la vida del mundo, interfirió en
estos equilibrios de manera muy desgraciada, y ahora está pagando por ello. Si nuestro
mundo actual está lleno de catástrofes como inundaciones, sequías y enfermedades,
superpoblación y hambre, escasez de agua y formación de desiertos, es en gran parte
debido a la propia actividad humana, cuya ciencia es increíblemente limitada, entubada
cada vez en canales más estrechos, sabiendo cada vez más de cada vez menos en su
especialización, perdiendo así completamente la visión de conjunto.
La vida no se tornó más humana con las violaciones que el hombre hizo a la
naturaleza. Al contrario, se volvió mucho más difícil, entablándose hoy una lucha
permanente entre ambas partes.
El mundo podría ser distinto si estuviese manejado de acuerdo a las leyes
naturales. Pero, para poder manejarlas bien, se necesita conocerlas.
Aun viviendo en ciudades de concreto, vidrio y asfalto, el hombre no escapa a los
ciclos vitales, y no escapa solo de ser un miembro del ciclo vital que rige a toda la
naturaleza, desde el átomo hasta las estrellas. La lucha contra la naturaleza es, por lo
tanto, la lucha del ser humano contra sí mismo.
1
Tomado, con ligeras modificaciones, de: PRIMAVESI, A. 1982. La biología del suelo. En: Manejo
ecológico del suelo. La agricultura en regiones tropicales. 5ta. edición. El Ateneo: Buenos Aires, Argentina.
p. 123-145. Párrafos seleccionados.
2
Todo ser vivo, por pequeño e insignificante que pueda parecer, tiene alguna
función en el ciclo de la vida, que reside, básicamente, en la formación de sustancias por
las plantas superiores y en la destrucción de estas sustancias por microorganismos. Si
no hubiese destrucción, la vida no podría continuar, porque el mundo estaría abarrotado
de plantas y animales muertos, de residuos orgánicos y basura. De este ciclo de
formación y degradación depende toda la vida animal, desde la ameba hasta el hombre.
Y cuanto más se acerca la destrucción total de la sustancia, tanto más se aproxima
también al inicio de una nueva vida.
Toda la vida sobre la tierra firme se inicia en el suelo, que determina la micro y
mesovida, siendo estas, a su vez, factores de formación del suelo. En un metro cuadrado
de suelo de pastoreo, hasta 30 cm de profundidad, viven, según Dunger (1964) y Kevan
(1965) una gran cantidad de animales (ver cuadro 5.1).
Cuadro 5.1. Diversidad de animales en un suelo de pastoreo.
______________________________________________________________________________
Cantidad
____________________________________
Animal
Mínima
Máxima
Optima
Peso en g del número
óptimo de animales
Protozoarios
----1 551 000 000
10
(amebas)
Nematodos
1 800 000
120 000 000
21 000 000
40
Acaros
20 000
400 000
100 000
10
Colémbolos
(saltadores)
10 000
440 000
50 000
20
1200
2 900
2 500
23
200
500
---
---
---
---
60
600
2 000
800
400
10 000
200 000
200 000
Ciempiés,
milpiés y otros
Hormigas
Larvas de insectos
Lombrices
(oligochetas)
Lombrices menudas
(Enchytraides)
---
26
Moluscos (babosas
20
1 000
50
30
caracoles)
________________________________________________________________________________________
_Peso total de la fauna en un área de suelo 1 m2 x 30 cm de profundidad: 619 g.
Esto significa que el 0,206% del suelo agrícola son animales. Parece muy poco y
es casi insignificante. Y si dedujésemos las lombrices, restarían solo 219 g, lo que es el
0,07% del suelo agrícola.
En especial los animales menores, como protozoarios, nematodos, colémbolos y
ácaros, se multiplican rápidamente. Su importancia no está en el número en sí, ni en el
peso, pero sí en el índice de renovación. Solo los protozoarios, y entre ellos las amebas,
3
tienen de tres a cuatro generaciones por día. En condiciones ideales un miligramo de
amebas se multiplica hasta llegar a un kg en 12 días, y en 15 días más llegarían a una
tonelada. En más de un mes su peso equivaldría al peso de 1 ha de suelo arable, es
decir, tres millones de kg. Si no estuvieran bajo el control de los otros animales del suelo,
y si no dependiesen de la alimentación local, en poco tiempo solo existirían amebas en
el mundo, y la superpoblación de amebas sería mucho más violenta que la del hombre.
Los nematodos pueden alcanzar una nueva generación entre 5 y 50 días, según
la especie, y dependiendo de los factores que determinan sus poblaciones. El promedio
es de 21 días. Se podría hacer un cálculo semejante al de las amebas, para los
nematodos.
Los colémbolos necesitan de 30 a 50 días desde el huevo hasta el estado de
reproducción.
En los ácaros e insectos, los estados son algo más prolongados y dependen
también de la temperatura y de la actividad metabólica de las plantas.
En todo caso, esto nos da la visión de lo que sería un mundo si cada ser pudiese
multiplicarse libremente, sin ser controlado por otros. Sin embargo, existen en el suelo
dos sistemas de control muy rígidos:
1.
Enzimas excretadas por otros organismos, especialmente bacterias y
hongos, pero también animales como amebas, nematodos y hasta
lombrices, que delimitan su espacio, y que pueden suprimir a otros seres.
2.
El alimento disponible en la "cadena alimentaria" o "pirámide de energía",
donde el ser de energía inferior sirve de alimento al ser de concentración
energética superior. Aquí verificamos que cada animal es presa de otro, y
es controlado por este (ver figura 1).
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Figura 1.Esquema de la "cadena alimentaria" de la micro, meso y macrofauna
del suelo (según Balogh, 1958, ordenado por Primavesi).
EL SUELO Y SU VIDA
El suelo no es un conjunto residencial donde los seres vivos coexisten sin
conocerse unos a otros. No existen especies aisladas, sino una sociedad íntimamente
interrelacionada.
El hombre, en su hábito de clasificar todo en órdenes, familias y especies, según
criterios arbitrarios, destruyó la visión de la sociedad y comunidad animal.
El suelo funciona como cuerpo, con la diferencia de que no tiene sus "órganos"
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alineados a lo largo de la columna vertebral, y su "sangre" no circula en arterias cerradas,
sino en poros abiertos. En biología se denomina ser vivo a "todo lo posea metabolismo
propio". El suelo lo tiene y es considerado un ser terrestre, ya que aspira oxígeno y libera
gas carbónico (CO2). Pero la vida del suelo no es fácil de entender, porque estamos
acostumbrados a ver los cuerpos alineados en una osamenta y cubiertos de piel.
Pero tenemos, por ejemplo, las termitas (Termitae) que constituyen "un cuerpo" a
pesar de estar compuestas de millones de seres separados. Tienen solo una cabeza en
común: la reina. Cuando esta muere, todo el pueblo muere dentro de las 24 horas
siguientes, por faltar su centro nervioso. En el suelo falta esta "cabeza", que las termitas
poseen, y lo que regula la vida son los equilibrios biológicos.
Los seres vivos en el suelo forman parte del mismo, modificándolo e
influenciándose mutuamente. El suelo se forma a través de su vida, y la vida es típica a
las características específicas del suelo. Lo anterior quiere decir que el suelo determina
su vida y viceversa.
Por eso, Ghilarov (1965) consiguió clasificar los suelos según su vida, como
nosotros clasificamos según sus horizontes.
Los seres vivos, ya sean bacterias o animales, viven en sociedad donde imperan
las mismas leyes que rigen nuestra sociedad de consumo. Vale la ley del más fuerte, la
defensa del área vital. Existen asociaciones, pero existen igualmente los vicios en el
reino animal, como hormigas toxicómanas a quienes les gusta comer colémbolos tóxicos
para quedar embriagadas. Existe la corrupción en que, por ejemplo, el colémbolo
perseguido por termitas-guerreras, les ofrece un bocado de comida y es inmediatamente
dejado en paz, pudiendo robar del hormiguero.
Uno de los mayores méritos de la micro y mesofauna del suelo es mantener a la
población bacteriana siempre nueva y activa.
Todos saben que los fijadores de nitrógeno, como los Azotobacter, fijan hasta
cuatro veces más en presencia de amebas como la Colpodia. Lo mismo puede ser dicho
de las bacterias que producen coloides en la descomposición de la celulosa, para la
agregación del suelo, como las Cytophaga, y que solo son activas en la producción de
coloides cuando están asociadas con amebas.
EFECTO DE LA MESO Y MACROFAUNA SOBRE LA ESTRUCTURA Y FERTILIDAD
DEL SUELO
La mayoría de los componentes de la mesofauna y muchos de la macrofauna
mejoran el suelo, en especial en lo que respecta a la movilización de nutrimentos, a
través de las enzimas, y en el mejoramiento de la estructura, por medio de la activación
de la microvida. En parte, mejoran la física del suelo, revolviéndolo y cavándolo. A pesar
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de que Brasil es uno de los mayores exportadores de lombrices, generalmente existen
muy pocas en el suelo, porque no soportan la insolación directa ni las quemas. En
especial en los suelos escardados, expuestos al sol, calentados y compactados por la
lluvia, no son un ambiente propicio para ellas. Sin embargo, se dan abundantemente en
todos los suelos con cobertura, siempre que exista un mínimo de fósforo y calcio. En
este sentido no se necesita inocular el suelo con lombrices, sino crear un ambiente
adecuado para que puedan vivir.
El labrado, la quema, la exposición directa del suelo al sol y el uso de fertilizantes
amoniacales hacen que la mayoría de la mesofauna desaparezca. Esta es una de las
razones principales por las que se trata de no labrar en muchos países del mundo, así
como también introducir plantas protectoras del suelo en los cultivos comerciales.
En Australia se dice: "según cuantos kilogramos de lombrices contiene una
hectárea de suelo pastoril, tantos kilogramos de ovinos soportará el pasto". Hacen esta
relación directa, porque las lombrices mejoran sustancialmente la productividad del
terreno. Son igualmente capaces de transportar a la superficie la arcilla lixiviada hacia
horizontes más bajos, mejorando así la textura del suelo superficial.
Las galerías construidas por los animales del suelo, como larvas, insectos,
lombrices, abejorros y otros, facilitan la penetración de las raíces, la infiltración del agua y
la circulación del aire en el suelo. Además, la actividad animal no puede ser separada de
la actividad microorgánica del suelo, ya que muchas veces los animales crean
condiciones favorables para la microvida, pero, por otro lado, la controlan. También las
enzimas excretadas por los animales del suelo, como lombrices, nematodos, saprófagos
(que viven de materia orgánica muerta), y larvas de insectos, pueden estimular el
crecimiento de los cultivos. Por ejemplo, se ha comprobado que las lombrices favorecen
el crecimiento de la soja y el trébol blanco.
Existe una relación específica entre los animales de un cierto suelo y sus
condiciones edafológicas. Así, por ejemplo, se sabe que a medida que el suelo empeora
en sus condiciones físicas y químicas, disminuye la relación entre ácaros y colémbolos.
Lo anterior está relacionado con los diferentes tipos de cobertura vegetal que tenga el
suelo (ver cuadro 5.2).
Cuadro 5.2. Relación entre el número de ácaros y colémbolos
en suelos de diferentes biotipos.
_________________________________________________________________
Biotipo
Ácaros
Colémbolos
Relación
_________________________________________________________________
Selva ribereña
57 242
10 123
5,6:1*
Selva seca
49 749
11 509
4,3:1
Pasto Brachiaria
56 144
26 973
2,1:1
7
Girasol
23 144
15 485
1,5:1
_________________________________________________________________
* Números redondeados
La figura 2 muestra el efecto de algunos animales sobre los nutrimentos
disponibles en el suelo. Esto sucede, en parte, por la incorporación y descomposición de
la materia orgánica que realizan estos organismos. Las termitas aflojan el suelo cerca de
sus montículos y aumentan el contenido en nitrógeno y calcio. Las hormigas, por su lado,
aflojan el suelo enriqueciéndolo sustancialmente con calcio. Las lombrices son las más
efectivas mejoradoras del suelo. Aparte de removerlo pasando toda la capa arable por
sus intestinos cada tres años, también poseen glándulas calcíferas ("glándulas de
Morren"); de esta manera neutralizan el ambiente con sus excrementos ricos en calcio.
Sabemos actualmente que muchos animales del suelo, como las larvas de ciertos
insectos y los miriápodos, poseen glándulas calcíferas.
Figura 2. Aumento de nutrimentos disponibles por la actividad de algunos
animales del suelo (Primavesi, 1968).
También es conocido el efecto amonificante de muchos animales del suelo,
principalmente porque en sus excrementos prosperan microorganismos fijadores de
nitrógeno atmosférico.
Como la mesofauna diversificada depende de la materia orgánica en el suelo y su
aireación adecuada, la decadencia física contribuye a la desaparición de la mayoría de
los animales que en él habitan, quedando solo algunas especies que soportan las
condiciones adversas, las cuales tienen su proliferación garantizada por la ausencia de
una gran parte de sus enemigos naturales.
En suelos ricamente poblados por mesofauna, el humus producido siempre es de
buena calidad. Nunca se forma humus ácido en suelos con actividad animal
diversificada. Los animales comen la materia orgánica, predigiriéndola, de modo que
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pueda ser atacada directamente por bacterias. Donde existe una meso y macrofauna
activas hay menos hongos en el suelo, porque los animales ejecutan la tarea de romper
las estructuras de lignina y celulosa. Por lo tanto, en estos suelos hay menos peligro de
que lleguen a presentarse enfermedades fúngicas.
EL FACTOR ALIMENTO COMO REGULADOR DE LA POBLACIÓN DEL SUELO
Cada suelo tiene su potencial energético específico. Esta energía existe en forma
de carbono, ya sea propia de la materia orgánica muerta o de deyecciones de animales.
El número y las especies animales que pueblan el suelo son, por lo mismo, determinadas
en su mayor parte por la alimentación disponible. Cuanto mayor sea el contenido en
materia orgánica, tantos más animales habrá, es decir, animales saprófagos, que se
alimentan de materia orgánica. Estos animales saprófagos generalmente también
aprecian a las bacterias y a los hongos, porque a través de estos reciben proteínas
fácilmente digeribles. Por otro lado, a las bacterias les gustan las deyecciones animales,
porque son alimentos predigeridos donde las sustancias complejas se han desdoblado a
productos más simples.
Los animales pequeños, las bacterias y los hongos son extremadamente
especializados, disponiendo generalmente solo de una o dos enzimas. Cada enzima
solamente es suficiente para adicionar un ion de oxígeno a una sustancia, o sustraer un
ion de hidrógeno a una molécula de agua, transformándola muy poco. Por ejemplo,
oxidan la celulosa a azúcares ácidos, azúcares primarios, hasta el desdoblamiento en
agua y dióxido de carbono. Estos procesos de degradación se constituyen en extensos
caminos que permiten la vida de muchos organismos a lo largo de estos recorridos. Esta
es la razón por la que existen tantos detritófagos, o simplemente coprófagos en el suelo.
Es como en una línea de desmontaje, donde decenas de seres trabajan para desmontar
una pieza, haciendo cada uno una pequeña parte.
Como las bacterias, los hongos, las amebas, los nematodos y otros organismos
son muy pequeños, en su mayoría están obligados a digerir, o por lo menos a predigerir
el alimento fuera del cuerpo, o sea, en el suelo. Por ello existen una infinidad de enzimas
en el suelo (v.gr. ureasas, catalasas, invertasas y fosfatasas). Estas no solo transforman
la materia orgánica del suelo, sino que también aumentan lo que se denomina como
"potencial enzimático". Un suelo no se vuelve activo por el número de microorganismos o
microanimales presentes, pero sí por la cantidad de enzimas existentes, y que
generalmente son más activas en pH entre 5 y 6. Puede haber un gran número de
organismos en el suelo, pero hambrientos e inactivos. De modo que no interesa la
cantidad de seres, sino su actividad, que se expresa por la cantidad de enzimas
excretadas.
En este sistema de digestión externa lógicamente aparecen otros pretendientes
listos para participar en la comida. Por eso, cada uno de los seres microscópicos
defiende su espacio vital por medio de antibióticos, que hacen que su comida sea
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inalcanzable para los otros. También las raíces de las plantas usan este sistema. Los
antibióticos son específicos, pero hay seres, como las amebas, capaces de quebrar las
barreras antibióticas, como también hay microorganismos que se especializan en ellas y
viven de esas toxinas.
Hay, por lo tanto, una complicadísima interrelación entre todos los seres vivos del
suelo e inclusive la raíz vegetal. Esta relación va desde la antipatía y perjuicio mutuo a
través de antibióticos y tóxicos (alelopatía), por sobre asociaciones, hasta la simbiosis,
que no solo existe entre los microorganismos y la micro y mesofauna y en la mesofauna
entre sí, sino también entre la microvida y las raíces vegetales. Por ejemplo, muchas
bacterias viven con sus fagos en el cuerpo, las amebas pueden vivir junto con los
hongos, los nematodos y las termitas tienen amebas y bacterias en sus intestinos para la
digestión, y en el intestino de las lombrices viven nematodos. Las simbiosis, sin embargo,
son asociaciones que solo funcionan mientras todo ande bien. El simbionte se torna
parásito cuando el "hospedero" se debilita por alguna adversidad. De modo que los
límites entre la la simbiosis y el parasitismo son delicados.
Es una regla fija que la cantidad de seres vivos que puede existir en un suelo está
determinada por la cantidad de alimento existente en el mismo. Alimento es todo lo que
incluye carbono, excepto el dióxido de carbono puro, y aun este es aprovechado por los
microseres provistos de clorofila. La población de un hábitat no puede ser aumentada
mientras no se adicione otra fuente alimentaria. Es curioso que, a pesar de todo, cuando
el alimento se duplica, la población no se duplica, pero se torna más activa (ley de
Thienemann). Los animales más favorecidos modifican el ambiente progresivamente a
su favor, formando un nuevo equilibrio que puede ser mejor o peor para las plantas allí
cultivadas.
Así, cada ambiente tiene su fauna agrícola propia y no existe un metro cuadrado
de terreno que tenga idéntica fauna al metro cuadrado siguiente, ya que en la cadena
alimentaria entran minerales, excreciones radiculares, bacterias, algas, hongos, materia
orgánica, etc. (ver figura 3).
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Figura 3.Esquema de las interrelaciones entre los factores del suelo y su población.
Cada cruce de líneas es una opción de composición de especies (Baiogh, 1958).
Como puede observarse en cuadro 5.3, los hongos y las bacterias son los
organismos que reciben el mayor porcentaje de la materia orgánica disponible en el
suelo.
Cuadro 5.3.Distribución de la materia orgánica entre los seres vivos del suelo.
_________________________________________________________________
Organismos
Reciben de la materia
orgánica en el suelo
_________________________________________________________________
Hongos y bacterias
85%
Protozoarios, especialmente amebas
8%
11
Nematodos, ácaros e insectos
3,5%
Moluscos, miriápodos, oligoquetos, etc.
3,5%
_________________________________________________________________
Fuente: McFadyen (1961).
LOS FACTORES AMBIENTALES Y SU ACCIÓN SELECTIVA SOBRE LA FAUNA
Hoy día se habla mucho del ambiente, pero se imagina muy poco bajo esta
expresión. Ambiente son todos los factores físicos, químicos y biológicos de un lugar. Por
lo tanto, los seres vivos que existen en un determinado lugar siempre son una
comunidad establecida por las condiciones reinantes, y nunca especímenes aislados,
que están allí por casualidad.
El ambiente de un lugar incluye tanto el suelo, el clima, como también factores
extraños introducidos por el hombre, como son los cultivos agrícolas, la irrigación y los
agroquímicos.
Entre los principales factores abióticos que afectan la fauna del suelo están los
siguientes:
i.
Humedad (excesiva o sequía).
ii.
Temperaturas del suelo (elevadas o bajas).
iii.
Luz solar (directa o indirecta).
iv.
Disturbios, como aradas y escardados (frecuencia e intensidad).
iv.
Quemas.
v.
Fertilización (tipo).
vi.
Plaguicidas (tipo).
Si la luz directa del sol y las temperaturas elevadas matan a los animales del suelo, al
mantenerse este bien soleado, los mataremos a todos ellos, inclusive a las plagas. Sin
embargo, conviene recordar que:
a)
Ningún suelo es productivo sin su vida, porque lo que le da su potencial de
producción es la bioestructura del mismo, la movilización de sus nutrimentos, la
capacidad de fijación del nitrógeno del aire, la habilidad de retener agua contra la
gravedad, la aireación adecuada, su permeabilidad para las raíces, etc., todo lo
cual depende -en gran parte- de la vida del suelo.
b)
Aun cuando la productividad del suelo no dependiese de su vida, produciendo
bien estando este estéril, existiría el transporte rápido de micro y mesoseres hacia
el suelo muerto, a través del viento, el agua y los insectos. Ciertos nematodos se
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deshidratan y pueden ser transportados por el viento. Las amebas se enquistan
como las bacterias, los ácaros y colémbolos se agarran a las patas de insectos, y
en seguida el suelo pasaría a ser nuevamente poblado, aunque solo con los micro
y mesoseres que encontrasen posibilidades de vida en este lugar.
La selectividad del suelo para con su población es muy grande. Esta selectividad
tiene lugar debido a los siguientes factores:
 La textura
Los nematodos prefieren suelos limpios y arenosos, es decir, suelos en que puedan
trasladarse fácilmente, mientras que las termitas necesitan, como mínimo, de un 20 a un
30% de arcilla, para poder construir sus galerías. Muchos insectos tienen patas
cavadoras, como por ejemplo ciertas chinches, mientras que animales más delicados se
ven impedidos de vivir en suelos más compactados. Esta es una de las razones por las
que en suelos densos o compactados aumentan cierto tipo de agentes patógenos, los
cuales se ven favorecidos por la estructura compacta del suelo y las condiciones
inhóspitas para muchos otros micro y mesoseres.

La humedad
En tiempos de sequía casi toda la vida del suelo comienza a declinar. Solo a 50
cm de profundidad habría humedad suficiente para la vida en épocas de sequía. Los
animales cavadores se refugian allí. Los no cavadores se enquistan o mueren. Así, los
suelos tropicales en uso agrícola, por lo general tienen muy pocas especies animales,
aunque estas aparecen en número impresionante. Predominan aquellos que tienen la
capacidad de deshidratarse, enquistarse (como es el caso de ciertos nematodos) o de
sobrevivir a las épocas adversas en forma de huevos (como los ácaros) o crisálidas. Con
la aparición de la estación lluviosa estos "reviven", casi sin enemigos ni competidores.
Si la humedad fuese excesiva, ya sea por agua estancada o por irrigación, la
mayoría de los animales de la tierra moriría, sobreviviendo solo unas pocas especies que
puedan vivir en estas condiciones de anaerobiosis, como los nematodos.

La porosidad
De la porosidad del suelo depende la circulación del aire, el agua y la propia fauna
edáfica. Por consiguiente en un suelo con poca porosidad se presentarán condiciones de
anaerobiosis caracterizadas por:
i.
La falta de oxígeno y la acumulación de anhídrido carbónico (CO2), amonio (NH3) y
gas sulfhídrico (H2S). Lo anterior constituye situaciones inadecuadas de existencia
para muchos animales. En estas condiciones, solo pueden vivir aquellos
organismos que tengan la facilidad de cavar este tipo de suelo (v.gr. hormigas,
termitas, larvas de coleópteros y dípteros, ciempiés y chinches). La presencia de
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termitas siempre es señal de suelos compactados. Las lombrices, a pesar de ser
buenas cavadoras, encuentran en la falta de oxígeno, o mejor dicho, en la
acumulación de CO2 una limitación a su existencia. En los suelos compactados
las concentraciones de CO2 pueden llegar hasta 9,4%, las cuales son mortíferas
para la mayoría de los seres vivos. En estas circunstancias las lombrices se
anudan y mueren. También el gas sulfhídrico (H2S) en suelos encharcados, en
concentraciones superiores a 0,5%, es mal soportado por la fauna terrícola.
ii. Estancamiento del agua. El drenaje adecuado del agua de lluvia es otro factor
importante en la vida de los suelos. En suelos con agua estancada viven solo
menos del 3% de la población que se encuentra normalmente en los suelos bien
drenados. Bajo estas condiciones, la fauna del suelo se destruye o es inducida a
la migración, debido a la humedad excesiva y los problemas que de ella se
derivan.

La temperatura
Aunque a 50 cm de profundidad la temperatura del suelo tienda a estabilizarse,
eso no resuelve mucho para los animales del suelo que, en su mayoría, viven hasta 20 ó
30 cm de profundidad, porque necesitan oxígeno y materia orgánica. La elevación de la
temperatura del suelo puede ser mortal, ya que una gran parte de estos animalitos solo
están recubiertos por una finísima película, que no puede protegerlos contra la sequía.
Toda la fauna edáfica depende de un cierto grado de humedad, de modo que cualquier
temperatura que reseca la superficie del suelo, también la perjudica por ese motivo.

La luz y la insolación
La mayoría de los animales edáficos son antifototrópicos, es decir, no les hace
bien la presencia de la luz. Si el suelo está compactado y desnudo, como ocurre muchas
veces con el terreno agrícola, no hay dónde refugiarse y, por ello, mueren porque en su
estado despigmentado no soportan la insolación directa. Solo los micro y mesoanimales
pigmentados que migran sobre la superficie del suelo están protegidos de la exposición
solar por algún tiempo.

La calidad del alimento
Todo lo que influye sobre el vegetal influye sobre la micro y mesofauna del suelo
(v.gr. riqueza mineral, humedad, insolación, temperatura, agentes patógenos,
agroquímicos, estructura del terreno y compactación). En este sentido, cada especie y
variedad sabe aprovechar el suelo de manera diferente. Por lo tanto, la vegetación de un
lugar es uno de los medios a nuestro alcance para modificar la fauna del suelo. Así, por
ejemplo, con un abono verde proliferan los hongos nematófagos, pero también los
hongos fitopatógenos. La paja en el suelo aumenta, por lo general, las poblaciones de
los ácaros, las hormigas y las arañas, de modo que contribuye para la limpieza del
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terreno, eliminando una gran cantidad de animales perjudiciales. Ciertos animales son
sensibles a suelos muy ácidos y a la vegetación pobre en calcio y nitrógeno, y no es raro
que tengan glándulas calcíferas, como las lombrices, los ciempiés y algunas larvas de
dípteros, y que de esta forma pueden enriquecer su alimento con calcio. Como se sabe,
uno de los medios más eficaces de cambiar la fauna del suelo es a través de la rotación
de cultivos.
RELACIÓN ENTRE LOS ANIMALES
El espacio donde vive un animal se modifica por su simple existencia,
especialmente gracias a sus enzimas y deyecciones. Esta modificación por los más
favorecidos beneficia o perjudica a otros, favoreciendo o limitando su proliferación. Si,
por ejemplo, una especie animal es favorecida por la plantación de un monocultivo, ella
modifica su ambiente de tal manera que dificulta o imposibilita la vida de sus
depredadores. Por lo tanto, se multiplica ilimitadamente al punto de tornarse plaga, como
es el caso de ciertos nematodos. De esta manera se elimina el mecanismo de control
automático del suelo.
Normalmente, la lucha por la sobrevivencia es dura. Las oportunidades de nacer
son pocas, porque muchos devoran los huevos de otras especies. De igual manera, las
posibilidades de llegar a adultos son mínimas, por el número de depredadores existentes
de larvas pequeñas, y la gran cantidad de tóxicos que impiden la absorción de alimentos,
o las enzimas que atacan hasta el propio metabolismo. Morir de viejo es imposible, no
solo por los depredadores, sino también por los "caníbales", como el nematodo
Mononchus palpitatus que diariamente puede comer hasta 83 larvitas del nematodo
Heterodera.
La modificación del ambiente equivale, por lo antedicho, a la modificación de su
equilibrio original.
De lo ya expuesto quedó en claro que la menor variación en el suelo tiende a
modificar forzosamente toda su vida, porque beneficia o perjudica a componentes de una
sociedad establecida.
Cada arada es una revolución: penetra más aire, el terreno se seca, crecen otras
bacterias que sustentan a otras amebas, etc. En estas nuevas condiciones gran parte de
la población no soporta este tratamiento y, simplemente, desaparece. Lo mismo sucede
con la aplicación de una gran parte de las prácticas agrícolas usuales en los
monocultivos (v.gr. encalado, irrigación, fertilización con abonos sintéticos y aplicación de
plaguicidas).
El suelo siempre se compacta con los cultivos o pastoreos, especialmente cuando
este es mal manejado. De esta manera se modifica la circulación del aire y el agua, y se
establece una nueva comunidad.
En el suelo normal, nativo, hay muchas especies y cada una con pocos
individuos, porque existe una gran presión entre las diferentes especies. Pero, en los
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suelos en condiciones extremas (y el agrícola es considerado como tal si se maneja
como monocultivo), hay pocas especies y muchos individuos de cada una, porque la
presión entre especies es débil.
Las especies beneficiadas en general, completamente insignificantes en el
sistema anterior, ahora son "creadas" o beneficiadas por el hombre, inconscientemente,
por supuesto. Estos son, habitualmente, organismos que consiguen superar todas las
dificultades causadas por el monocultivo. Por todo lo anterior se puede concluir que el
monocultivo es el que crea los parásitos que lo aniquilan.
ANIMALES QUE PREDOMINAN EN LOS SUELOS TROPICALES
Según Bachelier (1965), en los suelos tropicales, con sus elevadas temperaturas,
predominan los insectos Pterigotes (v.gr. termitas, hormigas, larvas de coleópteros y
dípteros) y los nematodos. Por lo tanto, estos organismos limitan la producción en las
zonas tropicales, en especial cuando se benefician en demasía con la aplicación de
técnicas agrícolas que ignoran su presencia... hasta que se vuelven plagas.
CONTROL Y MANEJO DE LA FAUNA DEL SUELO
Todos los métodos denominados "de control biológico" son efectivos, pero
dependen de investigaciones muy lentas, por lo común, imposibles de realizar a tiempo.
Exigen, además, una verdadera "industria" de producción de enemigos naturales. Así,
por ejemplo, se crían machos estériles de insectos para evitar la fecundación de
hembras, o se inocula el terreno con hongos o insectos predadores, etc.
Por otra parte, existen ejemplos de casos que son interesantes para estudiar los
comportamientos y las relaciones entre ciertos organismos, pero que ayudan poco en el
manejo general de la vida en el suelo. Así, por ejemplo, se sabe que la fusariosis
(Fusarium oxisporum var. cubana) que causa el marchitamiento del banano, puede ser
interrumpida por la secreción de un insecto (Scaptocoris divergens) que roe la raíz de la
planta. La podredumbre del tallo del arroz, causada por bacterias, disminuye
radicalmente cuando la planta es atacada por nematodos, que aumentan su respiración,
y con eso, su metabolismo. Existe un hongo patógeno, hostil a los nematodos, que se
desarrolla en materia orgánica, y que se ve imposibilitado de desarrollarse cuando los
colémbolos defecan sobre la materia orgánica que él está descomponiendo.
Es un error considerar cada patógeno y cada plaga como un ser aislado, y
combatirlo como tal. En realidad, no existen seres aislados, existen solo comunidades. Y
la comunidad puede ser alterada por la modificación de cualquiera de los factores del
ambiente. Lo que existe en el suelo son siempre equilibrios dinámicos, y un equilibrio
dinámico puede ser comparado a un mecanismo de reloj. Una pequeña rueda que se
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detiene, hace que todo el mecanismo se detenga. Cualquier tornillo que se cambie,
usando otro modelo, exige el cambio de todo el mecanismo, porque las piezas están
exactamente calibradas unas con otras, y si existe una diferencia dentro del esquema, el
conjunto no funciona, pero sí se deteriora, aumentando todavía más el problema.
Esto es lo que sucede en el suelo y que muchos de nosotros ignoramos, o
simplemente no le prestamos la debida atención. Cuando surge un hongo patógeno o
una plaga de insectos, la pregunta no debería ser: ¿cómo se mata este organismo?, sino
que deberíamos preguntarnos: ¿cuál fue la condición ambiental que permitió su aparición
incontrolada?
LA MATERIA ORGÁNICA EN EL CONTROL DE LOS ANIMALES DEL SUELO
Todos los animales del suelo, con excepción de los depredadores, aumentan la
humificación del material orgánico, de modo que muchos autores piensan que sin
animales no se forma humus. Parece que la actividad principal de la mesofauna está en
la descomposición de la materia orgánica, su enriquecimiento con minerales, su
transporte e íntima mezcla con el suelo mineral. Ya sea que ataquen las hojas o raíces
muertas o vivan de las deyecciones de otros animales, siempre contribuyen a la
humificación. De ello se deduce que la diversificación de la vida del suelo "manteniendo
muchas especies con pocos ejemplares", está ligada a la cantidad de materia orgánica a
disposición. En los suelos deficientes en materia orgánica se crean condiciones de
extrema excepción, donde la aparición de plagas es inminente. Aquí se incluyen también
las termitas, que a pesar de vivir exclusivamente de lignina y celulosa, no aprecian la
materia orgánica humificada en el suelo; y existen algunas termitas como los
Cornitermes, que cuando encuentran humus en la superficie del suelo, lo destruyen. Las
termitas, como se sabe, no son capaces de digerir lignina ni celulosa, y dependen de
hongos y bacterias que las predigieren para ellas, existiendo hasta cultivos de hongos
para descomponer la celulosa que les sirve de alimento.
Sabemos que la fauna del suelo se modifica rápidamente, de acuerdo a la materia
orgánica que se le agrega al mismo. De modo que el mejor método para cambiar una
asociación en el suelo es plantar un cultivo diferente e incorporar superficialmente sus
rastrojos y su paja.
La rotación de cultivos, cuando está acompañada por la incorporación superficial
de la paja, modifica rápidamente la fauna del suelo, reduciendo los agentes patógenos y
eliminando situaciones extremas. En el monocultivo este mecanismo no funciona. Aparte
de influir sobre la fauna, es importante producir cultivos sanos. No es sana una planta
cuyo crecimiento fue artificialmente aumentado por nitrógeno e irrigación. Sana es una
planta que posee los elementos nutritivos que necesita para formar las sustancias que le
son necesarias para desarrollar su ciclo vital.
Ya en 1964, Primavesi constató que no hay enfermedad vegetal sin previa y
determinada deficiencia mineral, lo que Bachelier (1965), Bussler (1966), Braun (1968),
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Trolidenier (1969) y muchos otros confirmaron posteriormente. La planta biológicamente
débil es la planta más sujeta a los agentes patógenos.
Una de las formas de recolonizar rápidamente los suelos agrícolas es dejando
fajas de vegetación nativa entre los campos, como refugios de comunidades silvestres
para macro y mesofauna, a fin de mantener la sanidad de los terrenos.
Las condiciones extremas de calor, luz y sequía matan la vida del suelo,
fomentando la presencia de diversos agentes patógenos. De igual manera, las
condiciones anaerobias perjudican a casi todas las especies benéficas de cultivos
agrícolas y al suelo. Por lo tanto, la cobertura del suelo con un cultivo protector ("cover
crop") o, en épocas de sequía, con cobertura muerta ("mulch"), no solo mantiene la
estructura del suelo, sino también la vida benéfica en el mismo. Controla las bacterias
mediante una drástica reducción por amebas; proporciona al mismo tiempo alimento a
los hongos parásitos como los Phycomycetos que se alimentan de amebas, evitando que
parasiten a las plantas.
El control perfecto de plagas, sin embargo, solo se consigue a través de la
rotación concienzuda de los cultivos. El cambio de cultivos susceptibles a nematodos,
por cultivos poco o en absoluto susceptibles, es un control eficaz de estos organismos. El
maíz, el pasto pangola y la alfalfa son cultivos hostiles a la mayoría de los nematodos.
Primavesi (1973) probó también que la tolerancia de las plantas a las poblaciones
elevadas de ciertos nematodos creció con la nutrición adecuada de estas.
En muchos casos, la acción de los nematodos se limita a pequeñas lesiones, las
cuales se constituyen en puertas de entrada a bacterias y hongos patógenos. En estos
casos, el problema no son tanto los nematodos, como sí los microorganismos
patógenos, de modo que un control eficaz de hongos y bacterias, con la ayuda de los
ácaros y las amebas nativas, evita tales perjuicios. El bagacillo y la vinaza de la caña de
azúcar y otros materiales orgánicos contribuyen a combatir eficazmente a los
nematodos, siempre que no existan raíces parasitadas o demasiados quistes en el suelo.
Un tratamiento con 10-15 t/ha de materia orgánica, junto con la paja dejada en el campo
por un maizal bien desarrollado, provoca la aparición de organismos depredadores de
nematodos, reduciendo su población a 1/10 en el transcurso de pocas semanas.
No obstante, entre los métodos que más benefician a una vida terrícola variada
está la no labranza. En la plantación directa se evita no solo remover la tierra, sino
también la acción directa del sol y de la lluvia sobre el suelo desnudo.
SÍNTESIS
Las plagas se controlan creando condiciones adversas a su multiplicación. La
rotación de cultivos, la siembra de cultivos de cobertura, el sombreado del suelo con
cobertura muerta en la época de sequía, las fertilizaciones adecuadas y la incorporación
superficial de los restos de cultivos, son ejemplos de medidas capaces de controlar
eficazmente las poblaciones perjudiciales de diversos agentes patógenos (v.gr. bacterias,
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hongos, nematodos, insectos, flora adventicia). En este sentido se debe tratar de
conseguir un número grande de especies de seres vivos en el suelo con una cantidad de
ejemplares reducida en cada una, evitando así la proliferación descontrolada de unas
pocas especies.
Cuando aparecen las plagas es porque el ambiente les es favorable. La
modificación de este medio las hará desaparecer o, al menos, dificultará su
multiplicación.
Cada ser que aparece no es sino la expresión del ambiente: un ecotipo.
No se combate la especie indeseada, pero se modifica el ambiente que la creó,
de modo que este se torne desfavorable para ella y más favorable al cultivo y a la
multiplicación de otros seres vivos. Mientras no sea modificado el ambiente, la especie
indeseada o nociva volverá, cada vez con formas más resistentes, ya que, según la ley
de la naturaleza, es "dueña legítima" del ecotipo existente. Es ilógico combatir a la
especie, dejando las condiciones que la "crearon".
Para la fauna del suelo vale la expresión de que: "es mejor manejar que
exterminar".
LECTURAS COMPLEMENTARIAS
PRIMAVESI, A. 1982. Manejo ecológico del suelo. La agricultura en regiones tropicales.
5ta. edición. El Ateneo: Buenos Aires, Argentina. 499 p.
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