La historia de Cholula en el análisis de la percepción del espacio

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La historia de Cholula en el análisis de la
percepción del espacio urbano
Mtro. Mauricio List Reyes1
Hablar de ciudades y específicamente de la manera en que los sujetos viven,
transitan y se apropian de ellas es un asunto que ha llevado a que se generen
discusiones muy amplias que, desde diversas perspectivas, han permitido que se
de un conocimiento más amplio y complejo de las realidades urbanas.
Diversas disciplinas como la sociología, el urbanismo, la geografía, la
antropología entre otras, han abordado la problemática urbana desde diversas
perspectivas de análisis y por ello han considerado y analizado cualitativa y
cuantitativamente aspectos de muy variada índole. En general la intención ha sido
dar cuenta de los acelerados cambios que se están dando en el entorno de las
ciudades, desde los países donde el desarrollo urbano es incipiente, hasta
aquellos en donde esas concentraciones aglutinan la mayor cantidad de la
población y sus actividades, lo que ha generado perspectivas de análisis diversas
y, en consecuencia, diferentes interpretaciones respecto de los actores sociales y
de los elementos propios de las grandes concentraciones humanas.
No obstante, para comprender muchos de estos fenómenos se hace
pertinente entender los procesos sociohistóricos que le dieron ciertas
características a esos entornos y conocer cómo es que los diversos sectores
sociales se fueron apropiando de los espacios que lo componen: lo público, lo
privado, lo intimo; sin duda son dimensiones pertinentes en este análisis.
En el desarrollo de las investigaciones de temática urbana, los enfoques y
énfasis han sido diversos, a partir de los factores mencionados, y de dónde se
centra el objetivo principal, con lo que se han abierto nuevas líneas de
investigación en dos vertientes principales: comprender a la ciudad como ámbito
complejo, y entender a sectores sociales que en ella conviven. Al interior de estos
dos grandes campos se ha planteado un sinfín de problemas de investigación que,
sin embargo, sigue siendo muy limitado para comprender semejante pluralidad.
Profesor-Investigador del Colegio de Antropología Social de la Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla, MÉXICO. e-mail [email protected]
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Hablar de ciudades, por consiguiente, presupone referirse a muchas cosas
que no se circunscriben a la comprensión de un espacio físico determinado, o a la
manera en que se interrelacionan grupos sociales particulares, sino a aspectos de
la modernidad que están incidiendo en la manera en que los sujetos las habitan, y
por lo tanto, a imaginarios y prácticas socioculturales.
Esto permite a su vez, que se puedan plantear nuevos problemas de
investigación, sobre todo ahora que debemos enfrentarnos a la incorporación de
concentraciones, que hasta hace muy poco tiempo, eran consideradas rurales,
pero que a fuerza de encontrarse inmersas en contextos metropolitanos
dinámicos, han devenido en suburbios, que en la mayor parte de los casos pasan
a formar parte de otras localidades mayores geográfica y/o administrativamente
hablando2.
Plantear la relación entre género y ciudad en este contexto constituye un reto
para la investigación antropológica que pretenda dar cuenta de la manera en que
los contextos urbanos inciden en las relaciones asimétricas que cotidianamente se
generan entre hombres y mujeres, en los diversos ámbitos públicos y privados.
En este contexto planteamos entonces la necesidad de considerar de manera
relevante cuál es la percepción de hombres y mujeres con relación al espacio
mediato e inmediato, ya que de esa percepción se parte no sólo para realizar los
itinerarios cotidianos sino también hay que considerar en ello todo el consumo que
se hace del espacio urbano.
Sin duda se han dado importantes esfuerzos para tratar de conocer la
manera en que el género responde a esas condiciones, produciéndose inclusive
análisis que aluden a la masculinización o feminización de espacios, considerando
las interacciones sociales que en cada uno de ellos se originan.
Los planteamientos desarrollados a partir de la teoría del género, han
permitido la incorporación tanto de nuevos actores sociales, como de nuevas
problemáticas que no habían sido trabajadas desde esta óptica, la cual permite
entenderlos atendiendo a las relaciones subjetivas que plantean en el encuentro
con sus pares.
En este sentido, es posible que una pequeña población sea literalmente incorporada a una concentración urbana
al eliminarse los ámbitos interurbanos que originalmente existieron entre ellas o cuando alguna población es
incorporada al ámbito de otra mayor y por tanto inicia un proceso de incorporación física a otra mayor.
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En un trabajo anterior (List, 2000) tuvimos una intuición con respecto de la
vida urbana, en la que suponiamos que los encuentros e interacciones eran lo que
le daban sentido, no porque ese tipo de interacciones se desarrollaran en un
espacio en particular, sino porque percibíamos que los encuentros, las relaciones
afectivas y sexuales, y la manera en que se construían las tribus, de las que en
ese momento hablábamos, eran producto de un contexto cultural específico y al
cual denominamos urbano.
En ese momento no tuvimos la capacidad para dilucidar teóricamente lo
urbano y nos quedamos únicamente con su planteamiento, sin poder profundizar
en su análisis. En esta ocasión tenemos interés por retomar esas intuiciones para
analizarlo a la luz de las interacciones sociales.
Nuestro trabajo en el estudio de lo urbano nos ha llevado a entrelazar, para
efectos de nuestro análisis, tres categorías independientes pero que se
encuentran íntimamente relacionadas: cuerpo, género y sexualidad. El análisis
que de estas hemos hecho, ha partido en un primer lugar, de su ubicación dentro
de la construcción de las sexualidades diversas, es decir, lo que se ha
denominado como minorías sexuales, concepto, dicho sea de paso, con el que no
estamos de acuerdo.
En el trabajo mencionado (List, 2000) nos hemos referido de manera
concreta al papel que juega el género dentro de la construcción de la gaycidad. En
ese trabajo iniciamos una discusión en torno del concepto de cultura de género a
partir del cual pretendimos dar cuenta de los elementos de la masculinidad, no
sólo en la construcción de esta preferencia sexual, sino en el sentido que esta
tenía en la manera en que estos varones construían tribus urbanas y se
relacionaban sexual y afectivamente con otros sujetos.
Creemos que ahora debemos analizar un aspecto importante, el de la
percepción del espacio urbano, cuestión que anteriormente no trabajamos pero
que consideramos que no podemos soslayar ahora, que estamos considerando
género y ciudad en el análisis de ámbitos particulares como es el de Cholula en
donde diferentes sectores sociales se van apropiando de los espacios urbanos a
partir de esa percepción que se genera por los itinerarios y recorridos que los
sujetos hacen por su entorno inmediato en donde realizan actividades, tienen
encuentros, transitan simplemente.
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Por ello, en la investigación que estamos iniciando, hemos planteado la
necesidad de comprender la importancia de la percepción del espacio urbano en
el proceso de construir lo que se le ha llamado lugares antropológicos, en el
sentido de que lo sujetos no sólo se encuentran en ellos para la convivencia
cotidiana, sino que son espacios que por diversos motivos son cargados de
sentido para pequeños sectores sociales, que reconocen en ellos la posibilidad de
recrear esos diversos elementos. Para poder avanzar en ello requerimos
comprender el espacio urbano específico del que hablamos, es decir Cholula.
Cholula
Los orígenes de los asentamientos humanos de Cholula los podríamos
remontar a varios cientos de años, mucho antes de que se produjera la conquista
española de los pueblos mesoamericanos. Bonfil (1988) habla de que es una
ciudad con más de dos mil años de antigüedad y con ello se refiere a que su
ocupación ha sido ininterrumpida a lo largo de esos siglos, en los que distintos
grupos humanos han ocupado sus tierras.
Si bien nuestra investigación se sitúa en la época actual, tratando de
comprender procesos socioculturales relacionados con el desarrollo urbano, nos
parece pertinente analizar el origen y las transformaciones que sufrió el espacio
construido, que actualmente conocemos y más aún, entender las razones que
llevan a generar una división político-administrativa, que le da ese sentido
particular a este ámbito, que creemos que resulta prematuro definir en términos
socio-espaciales, sin antes haber analizado sus características particulares.
En este sentido, consideramos que para comprender mejor el contexto al que
nos vamos a referir, es importante tomar en consideración algunos datos
históricos que nos permitan hacer un seguimiento puntual de los procesos de
urbanización por los que ha transitado esta ciudad.
Existen diversas obras que nos hablan del desarrollo prehispánico de
Cholula. Algunas de ellas son crónicas de origen colonial y algunos trabajos
contemporáneos, principalmente arqueológicos, que han hecho la labor de intentar
comprender, a partir de diversidad de fuentes, ese desarrollo.
Es necesario partir de una premisa que está presente en diversas obras que
nos hablan de ese periodo: el hecho de que la población de Cholula fue realizada
por grupos de diferentes orígenes étnicos, a lo largo del periodo prehispánico, lo
que justificaría en buena medida, el hecho de que sus parcialidades pudieran
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separarse con cierta facilidad, es decir, sin que se diera una resistencia
importante. Ese hecho además, condujo a la construcción de planos identitarios
basados en premisas distintas, cuyo origen estuvo en las características étnicoculturales de cada uno.
Dos son los principales grupos que se mencionan en el proceso de
poblamiento local: por un lado los olmecas que señala Carrasco y que más tarde
algunos han establecido como dos grupos diferenciados: los olmeca y los
xicalanca; y por otra los tolteca-chichimecas; estos últimos también son
considerados como un grupo compuesto por sujetos de diversos orígenes étnicoculturales Estas diferencias se hacen patentes cuando se analiza la composición
de los barrios prehispánicos y coloniales y es posible percibir las diferencias entre
ellos.
Principalmente su relación con otras grandes metrópolis ha causado
polémica, debido principalmente a que las evidencias de esas relaciones no
permiten aclarar el sentido en el que se daban las relaciones comerciales y de
dependencia político-militar.
Paddock es quizás uno de los autores que con más claridad se refiere a
estos aspectos y parte de un hecho que ha vuelto confuso el análisis de las
sociedades prehispánicas: haberle atribuido a Tula, a Teotihuacan y a Cholula una
importancia mayor de la que tuvieron realmente y con ello deformar la influencia
real, que tuvieron unos sobre otros. Con ello es importante considerar la
temporalidad de estas sociedades.
Estos dos elementos nos llevarán a entender en qué dirección se movieron
los procesos socioculturales de estos pueblos. En este sentido resulta importante
establecer algunos lineamientos generales, principalmente en lo referido a las
temporalidades de esos pueblos.
Es importante señalar que la preocupación que señala Paddock tiene sentido
ya que Olivera se refiere a la Cholula del siglo XII como “heredera y recreadora de
la tradición teotihuacana” (Olivera, 1970: 212) En este sentido habría que tomar en
consideración lo que el autor menciona, cuando dice que si bien existe una
influencia muy importante de esas civilizaciones en el desarrollo cultural regional,
ello no quiere decir que su influencia haya estado por encima de su propio
desarrollo.
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De acuerdo con la información existente es probable que los barrios de lo
que hoy corresponde a San Pedro Cholula hayan tenido diferencias entre si y que
estas definieran la distribución de la población en los barrios prehispánicos que si
bien son el antecedente de los coloniales, no corresponden uno a uno con ellos.
De esta manera la Cholula prehispánica estaba compuesta por lo que ahora
se conoce como los barrios de San Miguel, Santiago, San Juan, Santa María y
San Pablo y de manera separada San Andrés. Asimismo Carrasco señala la
posibilidad de que en realidad hayan existido cuatro cabeceras como apuntan
Torquemada, Las Casas y Vetancurt aunque no señalen cuales eran, por lo que
supone que podría tratarse de los cuatro nobles del centro de la ciudad,
independientes de las seis cabeceras señaladas. También debemos anotar que
aparentemente a la llegada de los españoles había una cierta autonomía de las
parcialidades.
Carrasco mismo menciona que durante la época colonial se presentaba la
misma dificultad que nosotros hemos expresado para denominar a Cholula como
una ciudad o diferenciarla de las estancias y aldeas y señala “si bien hay que notar
que bajo el término ciudad podría entenderse a veces la jurisdicción entera de
Cholula” (Carrasco, 1971: 32) es decir, no sólo la concentración urbana
propiamente dicha, sino además las pequeñas poblaciones sujetas.
Por supuesto el proceso de la conquista española resultó más o menos
traumático para los diversos pueblos mesoamericanos, sin embargo, es necesario
señalar que para el caso de Cholula, la matanza perpetrada por los españoles
encabezados por Cortés, constituyó el elemento que marcaría de manera
indeleble la historia colonial de esta ciudad.
A lo largo de 300 años se pobló por una cantidad importante de grupos étnica
y racialmente diferenciados, cuya actividad económica le dio una configuración y
una importancia regional que mantiene hasta el día de hoy.
En ese proceso se dieron nuevos cambios a partir de los que la organización
sociopolítica se modificó, y que dio lugar a la separación de los municipios de San
Pedro y San Andrés Cholula, lo que sin embargo, no pudo separar al espacio
urbano de ambos municipios.
Una de las características que se han resaltado de los habitantes de Cholula
es la importancia de su actividad comercial reconociéndose que muchos de estos
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provenían específicamente del barrio de San Miguel Tecpan que era el principal
de Cholula y que ahora corresponde al centro de la ciudad.
Vale la pena señalar por ultimo un señalamiento de Carrasco que menciona
que al principio de la época colonial hubo maceguales (gente del pueblo) que
alcanzaron puestos públicos de importancia, como continuación del uso
prehispánico y que podría haber dado lugar al actual sistema de cargos. Hubo
denuncia de que esos maceguales ahorraban durante mucho tiempo para
después ofrecer un gran banquete con lo cual obtenía una nueva categoría.
Asimismo se señala la existencia de un sistema rotatorio con lo cual iban
cambiando las autoridades autóctonas.
Es interesante hacer notar que en el siglo XVI San Andrés es la cabecera de
Cholula que tenía más familias -1820- y una extensión rural mayor que las otras
cabeceras (Carrasco 1971), quizás se deba a esto que se convierte parroquia el
año de 1645 y que ya en 1714 se le haya dado la categoría de pueblo y cabecera
de República con 4 pueblos dependientes. San Bernardino Tlaxcalancingo, Santa
Clara Ocoyucan, Santa María Tonanzintla y San Antonio Cacalotepec, y también
el derecho de nombrar sus propias autoridades: gobernador, alcaldes y regidores
(Olivera y Reyes: 271). No obstante que con esto se independizó, por así decirlo,
del control de San Pedro, la ciudad siempre ha mantenido una supremacía
económica y política sobre San Andrés. (Olivera, 1971)
Así podemos ver que la división que data del siglo XVIII vuelve compleja la
comprensión del espacio geográfico pues parte de la separación de un territorio
que originalmente estuvo unido y que es a partir de un hecho de índole política
que se transforma.
En este mismo sentido, es importante señalar que Olivera afirma que había
una oposición de los andreseños a la hegemonía de San Pedro, cuando señalan
que es a ellos y no a sus vecinos a quien pertenece el santuario de la Virgen de
los Remedios y a la vez que es a ellos a quienes correspondería tener el centro de
la ciudad.
A pesar de que ambas poblaciones tienen sus barrios rodeando la pirámide,
los límites entre ambas circunscripciones según Olivera, pasa por en medio del
Santuario de los Remedios, por encima de la pirámide
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Por supuesto, a lo largo de su desarrollo histórico, la manera en que la mujer
vivió el espacio en Cholula fue diametralmente opuesta a la manera en que los
varones lo hicieron.
Gracias a las investigaciones de Castillo sabemos que durante la época
colonial existió un sistema de exclusión en el que a pesar de que la población
mayoritaria era de origen indígena, mestizos y negros vivieron formas de exclusión
y discriminación.
Es importante mencionar, además, que el tipo de poblamiento que hicieron
los españoles en Cholula, a pesar de que se consideraba una ciudad indígena, fue
de concentración de una elite en el centro y de confinamiento del resto en los
barrios, es decir en la periferia.
Toda transgresión a este ordenamiento era castigada y una de las sanciones
era realizar trabajos forzados en los obrajes, lo cual también operaba en el caso
de las mujeres y de los niños, sin que se hiciera distinción en cuanto a la carga de
trabajo asignada a cada uno de ellos.
Así, esta exclusión marcó de manera importante la manera en que se fue
constituyendo la ciudad y cuyo sentido lo podemos observar el día de hoy: por un
lado el centro de San Andrés que desde el siglo XVIII fue población aparte no
logró concentrar la importancia comercial y administrativa de San Pedro por lo que
esta ultima tiene una enorme importancia regional.
Estos desarrollos desiguales y el hecho de que hasta los años 60 del siglo
XX, Cholula se mantuviera con una importancia regional pero subordinada a
Puebla y con un escaso desarrollo urbano, propició que se dieran enormes
contrastes en la población y principalmente en lo relativo al género.
En relación con la población aborigen sigue manteniéndose, sobre todo para
las personas de mayor edad, la escasa movilidad de las mujeres circunscrita o al
barrio o actividades de apoyo a la familia. Son aún escasas las mujeres que
descendiendo de esas mismas familias se han incorporado al mercado laboral
sobre todo en las maquiladoras instaladas en la región.
Sin duda los elementos que han permitido la transformación no sólo de la
ciudad sino de las prácticas culturales relativas al género es, por un lado, la
presencia de una población creciente de estudiantes universitarios nacionales y
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extranjeros de la Universidad de las Américas, y por otro el creciente desarrollo en
la urbanización del área conurbada a la ciudad de Puebla.
Es claro que anudado a ello se ha ido incorporando una oferta muy amplia de
bienes y servicios tanto para vecinos como avecindados, lo que también lleva a
que se transformen tanto prácticas de orden doméstico como las relaciones que
se establecen entre unos y otros.
Consideramos entonces que se hace necesario profundizar el análisis de
este desarrollo histórico en el que cada uno de los poblados percibe su pasado de
manera distinta y con ello el papel que cada uno de los grupos sociales
distinguidos por su filiación étnica cumple en el entorno urbano.
Así, en el análisis diacrónico y sincrónico, podremos ver cómo es que se ha
ido transformando el espacio social y cual es el papel que empiezan a cumplir
hombres y mujeres en esta nueva relación.
Bibliografía.
Bonfil Batalla, Guillermo Cholula. La ciudad sagrada en la era industrial,
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. México. 1988.
Carrasco, Pedro “Los barrios antiguos de Cholula” en en Estudios y documentos
de la región de Puebla-Tlaxcala, Castro Morales, Efraín (ed.) Vol. III, Puebla, 1971.
Castillo Palma, Norma A. Cholula sociedad mestiza en ciudad india. Un análisis de
las consecuencias demográficas, económicas y sociales del mestizaje en una
ciudad novohispana (1649-1796), Universidad Autónoma Metropolitana –
Iztapalapa- Plaza y Valdés, México, 2001.
Olivera, Mercedes “El barrio de San Andrés Cholula” en Estudios y documentos de
la región de Puebla-Tlaxcala, Castro Morales, Efraín (ed.) Vol. III, Puebla, 1971.
Paddock, John, “Cholula en Mesoamérica” en Notas mesoamericanas, N° 10,
Universidad de las Américas, 1987.
Rojas, Gonzalo “Relación de Cholula” en Relaciones Geográficas del siglo XVI:
Tlaxcala. Acuña, René (ed.) UNAM, México, 1984.
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