El absurdo en el Arte ARTE ANA MARÍA PRECKLER E l absurdo es aquello que rompe la línea de la lógica vital, que distorsiona el equilibrio de lo sensato, que trastorna el orden de los usos adquiridos. Aquello que sorprende por lo inusual o atípico, por el escándalo o la anomalía que produce. En ciertos casos puede rayar en lo patológico o anormal, y en lo estrambótico. Según el diccionario de María Moliner, el absurdo es lo contrario a la lógica o a la razón. Una cierta dosis de absurdo puede ser divertida; puede hacer gracia si es irónica o mordaz; pero si se mantiene mucho tiempo llega a cansar, y si se realiza en un ámbito inapropiado puede producir rechazo. El absurdo en definitiva rompe el orden establecido. Todo depende del orden que rompa y del sentido del humor con que se realice. Hay cosas que merecen siempre un respeto. Pero si se efectúa con crítica y mordacidad inteligente puede ser aceptable y enriquecedor en determinadas situaciones y ocasiones. Si el absurdo siempre existió en la vida, no lo es tanto el que existiese en el arte. Hasta llegar al siglo XX, en el que una de las vanguardias históricas más transgresoras, el Dadaísmo, y a continuación el Surrealismo, lo introdujeron como materia y forma artística, y como característica principal de sus estilos. El Dadaísmo utilizó el absurdo como detonante crítico contra el absurdo de la guerra y más concretamente de la Primera Guerra Mundial. El Surrealismo lo utilizó para plasmar el subconsciente humano, descubierto por Freud en los tres estratos psicológicos del hombre, el “ Eg o” ,e l“ Supe r e g o” ,ye l“ Subc on s c i e n t e ” ;s i e n do este último, en contraposición a los otros dos estratos, caracterizado por el absurdo, la irrealidad o realidad distorsionada, la ausencia de una moral, la carencia de voluntad y la falta de un razonamiento consciente. El absurdo se hace especialmente patente en los sueños y en la libido, de ahí que sean estos dos temas los más utilizados en el Surrealismo. Su cuestionamiento como arte está hoy fuera de duda, pues lo que en los años veinte podía ser revulsivo, repelente, libidinoso o procaz, hoy apenas ofende, dada la cantidad de extralimitaciones y barbaridades artísticas que se han producido posteriormente. Por otro lado, el Dadaísmo no siempre ha resultado disparatado e insolente, muchas veces ha sido arte-arte, innovador y descubridor de nuevas rutas artísticas, como en el caso de Arp o Schwitters, representantes respectivos del dadaísmo de Zurich y Hannover, los cuales aportaron al Dadaísmo la grandeza que posiblemente elevó el estilo a la categoría de vanguardia. El Surrealismo, por su parte, ha sido uno de los estilos más atractivos y demandados por el espectador, acaso precisamente por plasmar ese inconsciente ilógico y absurdo que todos llevamos dentro. Si el Dadaísmo fue un estilo precursor del Surrealismo, el primero nació en 1916 y el segundo en 1925, el Surrealismo tuvo dos expresiones formales de diferente naturaleza, la figurativa y la abstracta, y tanto en una como en otra tuvo su influencia la corriente Dadá. El Dadaísmo, por tanto, es una de las vanguardias más subversivas y también menos conocidas; surgió en el año 1916, durante el transcurso de la Primera Guerra Mundial, en el café Voltaire de Zurich; fue fundado por el poeta y músico alemán Hugo Ball y denominado intencionadamente con el nombre del sarcástico literato francés. En dicho café se harían unas tertulias de artistas, intelectuales y literatos, casi todos emigrados de la guerra, de donde saldría el grupo Dadá. Entre sus componentes se encontraban Tristan Tzara, poeta rumano que escribirá el manifiesto ideológico del grupo, el pintor y escultor Hans Harp y su esposa Sophie Taeuber-Arp, el pintor y escultor Marcel Janko, los escritores alemanes Richard Hülsenbeck y Hans Richter (el primero, autor del Almanaque Dadá, y el segundo, del ensayo Dadá. Arte y Antiarte, 1964), etc. Para denominar al grupo sus componentes eligen al azar en un diccionario La r ous s el apa l a br a“ da d á ” ,que significa caballito en francés, demostrando con ello, desde su inicio, el predominio del absurdo, del azar y de la ilógica en su arte. Desde Zurich, el Dadaísmo se extiende a otras ciudades centroeuropeas y a Norteamérica (en este último país a través de Duchamp y Picabia), conformándose así grupos dadaístas autónomos, siendo los más relevantes, además del de Zurich, el de Hannover, el de Colonia, el de Berlín, y el de Nueva York. El Dadaísmo, pues, impondrá el absurdo, la irracionalidad, la excentricidad, la singularidad y la rareza, como doctrinas de su arte, con la intención de perturbar y escandalizar al espectador. Se trata de un no-arte o anti-arte, en el que todo está permitido; en el que el azar, la sorpresa y los actos inconscientes se formalizan en normas transgresoras. El Dadaísmo se convierte por todo ello en un adelantado del Surrealismo, con el que está estrechamente ligado, extendiéndose por toda Europa y América, desapareciendo ya entrada la década de los años 20. Sus secuelas van a llegar hasta nuestros días en formas aun más extremadas que las iniciales de los años veinte, deviniendo en antiartes excéntricos, hiper-absurdos, demoledores, histriónicos y revulsivos hasta la saciedad. Los descubrimientos artísticos más importantes del Dadaísmo vanguardista primigenio serían los objetos encontrados, los materiales de deshecho, la fotografía y e l“ c o l l a g e ” ,e lc ua ly ah a bí as i do utilizado por los cubistas. En este sentido sus artistas más renombrados son Marcel Duchamp, cuyo Urinario o La Fuente fue uno de los primeros objetos escandalizadores del arte y por ello es siempre citado como ejemplo paradigmático del arte de lo absurdo y de lo insólito, así como su Mona Lisa con bigotes, en la que se pone en cuestión el arte clásico con su burla o parodia de uno de los lienzos más famosos y modélicos de la historia; asimismo, destaca Kurt Schwitters, cuyos cuadros en relieves o assemblages, conformados con toda clase de objetos de desechos, aunque en su caso no fueran escandalizadores, marcaron, desde Hannover, un rumbo nuevo a todos los artistas matéricos y objetuales que vendrían a continuación. En el Museo Nacional Reina Sofía (MNCARS), durante los meses de invierno y primavera de 2004, dos artistas no excesivamente conocidos pero importantes, dadaísta una, surrealista el otro, expusieron su obra Dadá y surreal en unas extensas exposiciones, como suele hacer siempre el Reina Sofía, que han dado pie a esta introducción. Se trata de la artista alemana Hannah Höch, perteneciente al Dadá berlinés, y de André Masson, surrealista francés de gran influencia en la abstracción, por su utilización de la t é c ni c ade l“ d i b uj oa ut omá t i c o”y sígnico, especialmente en el Ex- presionismo Abstracto norteamericano, y en Jackson Pollock en concreto, debido a su larga estancia en USA. Hannah Höch (1889-1978) es una de las pocas mujeres adscritas al grupo Dadá, y pertenece al Dadaísmo berlinés. En la capital germana ejerce la docencia y allí se desarrolla su larga vida, permaneciendo en Berlín incluso durante la Segunda Guerra Mundial. Estuvo unida sentimentalmente un tiempo con otro miembro del grupo berlinés, Raoul Hausmann. En su estilo, Höch manifiesta su pertenencia y fidelidad al Dadaísmo, que practica casi toda su vida, con un trabajo pulcro, refinado, elegante y sofisticado, aunque extraño en sus manifestaciones más extremosas y Dadaístas, aquellas que precisamente hacen del estilo un precursor del Surrealismo por sus fantasías de todo tipo; Höch aplica a sus trabajos mucho fotomontaje y collage junto a su propia pintura, si bien realiza igualmente una obra netamente abstracta. Mantuvo amistad y relaciones artísticas con Schwitters y Arp, y con los componentes del Constructivismo Holandés, en concreto con Mondrian y Van Doesburg, lo que influyó en sus abstracciones. André Masson (1896-1987) pertenece al grupo surrealista abstracto, aunque también ejerza el surrealismo figurativo y sus abstracciones nunca lleguen a ser absolutas, practicando en esta especialidad el dibujo automático. No obstante, es el surrealismo abstracto el que predomina con más fuerza en su obra, el que le otorga la mayor calidad artística y ARTE con el que ejerce una gran influencia en artistas más jóvenes, especialmente en Norteamérica con los expresionistas abstractos. En ese sentido, su obra más notoria es la formada por ideogramas sígnicos, y su característica más dominante es la fuerza expresiva, la gestualidad de pincelada, el color exaltado y la violencia expresionista, por lo que se le podría encuadrar en un surrealismo abstracto expresionista que es precisamente el que más cala hondamente en los jóvenes artistas abstractos sígnicos y gestuales americanos, como el mencionado Pollock. Los seres que pululan en algunos de sus cuadros son seres irreales, gestuales, dolientes y agresivos, pero son ellos los que le otorgan la autenticidad más plena por encima de otros estilos que también practicara en su producción artística. Masson participó activamente en la Primera Guerra Mundial, en la que fue herido de gravedad teniendo que ser internado en un hospital psiquiátrico debido a las secuelas psicológicas que le quedaron, lo que explica algunas de sus facetas más virulentas, agresivas y expresionistas. La exposición de Hannah Höch en el MNCARS fue ciertamente amplia, documentada e interesante, al tiempo que didáctica, como en realidad son siempre las exposiciones bien estructuradas cronológicamente como la presente. La muestra no fue espectacular y me atrevería a decir que tuvo pocos visitantes, ya que el arte Dadá se conoce mal en España y por ello carece del suficiente reclamo, pese a ser una de las ocho Vanguardias Históricas. Se diría que fue poco anunciada y publicitada en ese sentido, y sería de lamentar dado el trabajo y los gastos efectuados sin duda cuantiosos. Pero sobre todo porque se trataba de dar a conocer en España a una artista dadaísta que de otra manera resulta prácticamente imposible ver en nuestro país y en otros ya que ella misma no es muy conocida. En todo caso, estas exposiciones minoritarias son siempre bienvenidas. La exhibición comenzaba alrededor de los años veinte que fueron los de la plenitud Dadá. Así los cuadros, La hoja azul, 1918, Rosa, 1920, ambas de los inicios dadaístas, y Construcción en azul, 1919, en abstracción constructivista. A continuación se mostraban, junto a un desnudo de Höch ejecutado por Raoul Haussman, su compañero sentimental por entonces, fotos, libros, carteles, diseños de cubiertas, etc., que podían ayudar a entender los primeros años del Dadá berlinés del que la artista formó parte, que acaso sea uno de los más difíciles de entender. Dada-Ernst (Seriedad Dadá), 1921, Dadá Tanz (Danza Dadá), 1919, Dadá Dandy, 1919, Jefes de Estado, 1918-1920, La muchacha bonita, 1919-20, Diseño para monumento a una camisa de encaje importante, 1922, y La novia, 1924-27, son algunos de los cuadros dadaístas de la pintora, en los que efectúa las técnicas de fotomontaje, collage citadas, y las mezclas absurdas, irreales e insólitas que intentan sorprender al espectador irónica e inteligentemente. Son cuadros casi siempre de pequeño formato, en serie, a los que añade o no sus propias técnicas al óleo o a la acuarela. En La tormenta, 1935, muestra su evolución surrealista, pero continúa el estilo Dadá en obras como, De camino al 7º cielo, 1934, y Liebe, 1931. Hannah Höch vivió la Segunda Guerra Mundial en Berlín sufriendo toda clase de penurias y dejaciones por parte de los nazis. Si bien, una vez terminada la guerra, reanudó sus actividades artísticas, en concreto las que le habían llevado a la fama, o sea las propiamente Dadá, y las abstracciones. La segunda exposición del MNCARS, como se ha mencionado, trataría del artista surrealista André Masson (18961987), con una muestra retrospectiva, generosa y exhaustiva hasta el extremo. Al producirse simultáneamente a la de Hannah Höch, resultó un excelente complemento para ambas y un ejemplo práctico de la intrínseca unión que existió siempre entre el Dadaísmo y el Surrealismo, si bien no en el caso de los artistas en cuestión que no tuvieron nada en común. Tal y como se ha apuntado, André Masson es un pintor perteneciente a la corriente surrealista abstracta, aunque no siempre lo sea y cuando lo sea no lo sea siempre del todo. Pero su faceta más genial y propia se produce sin duda en esa semiabstracción surrealista a la que cabría añadir el adjetivo expresionista, por aquellos cuadros gestuales, violentos, sígnicos, sin apenas significación o figuración alguna, sobre un fondo amorfo y neutro, que fueron los que tanto influyeron en los pintores expresionistas abstractos norteamericanos y aquellos otros en los que implantara temprana y precursoramente materias diversas, incluidas la tierra, la arena, etc., preludiando la pintura matérica. Lo que no cabe duda es que André Masson es uno de los pintores más decisivos de la contemporaneidad, aunque la fama no le acompañase siempre como debiera (como en cambio sí le ocurriese a Dalí). Por lo demás, Masson atravesaría por diferentes fases artísticas que el MNCARS presentaría en una clara y bien delimitada sistematización cronológica, mostrando la aventura del vivir de un hombre atormentado que hizo de la pintura su propio paraíso y su infierno. La exposición se subdividiría en seis partes, a saber: 1) “ I ni c i o syPr i me rSur r e a lismo (1919-19 27) ” : Fase primera de incipiente cubismo que abandona para dar paso a otra en un primer surrealismo, de gran pasión, tortuosidad y purismo surreal expresionista, figurativo o pseudo abstracto, con técnica de “ a ut oma t i s mo” . For ma s caprichosas, gestuales, irreales, pre-expresionistas abstractas. Gusto por lo mórbido, lo cruel y lo sangriento: La tempestad, 1924, Las constelaciones, 1925, Bestiario, 1925, Los caballos muertos, 1927, Los desollados, 1926, Caballos atacados por peces, 1926, Niños de las islas, 1926-27, etc.. ARTE 5)“ América (1941-1945)” : En su estancia americana su estilo prosigue dentro del surrealismo anterior, con formas surreales, y colores oscuros, tétricos y tenebrosos, violencia, animalismo, etc.. También hace obras semiabstractas como las de sus primeras épocas, sígnicas, filiformes y envolventes, de color muy bello, como en La historia de Teseo, 1943, gran mural alargado con las características antedichas. Se diría que Masson, a través de su obra, mantiene una fuerte lucha interior, entre su lado dionisiaco, bárbaro y bestial, y su lado apolíneo, equilibrado, agradable y hermoso. 2) “ LaVi ol e nc i a .La sMa s a c r e s ” : Pese a su título, son las obras de esta época las más bellas de su producción, con las que Masson roza y casi alcanza la abstracción en unas composiciones de formas irreales, filiformes, gestuales, circulares, como masas envolventes de gran colorido y notas o pinceladas agresivas y violentas que son la única alusión al título correspondiente; así: La persecución, 1922, Caballos devorando a pájaros, 1927, Matadero, 1930, El descuartizador, 1928, Tragedia, 1931, y Gran combate de peces, 1928, el más hermoso entre todos y el que ejemplifica lo antedicho. 3)“ España (1934-1936)” : Esta etapa corresponde a la estancia de Masson en España, en los preámbulos de la Guerra Civil. Los temas son hispanos, tauromaquias, paisajes, y otros, en los cuales el pintor desborda su agresividad y su inconformismo de una manera muy distinta a la etapa anterior. Su pintura, en neta figuración, se vuelve ahora francamente agresiva y expresionista, incluso tenebrista y brutal, con coloridos hirientes y estridentes. Corrida al sol, 1936, Corrida, 1937, Los segadores andaluces, 1935, con formas de calavera, La sierra Aragonesa, 1935-36, etc.. que deja ver un inquietante interior surrealista. Asimismo, Metamorfosis, 1937-1941, La Metamorfosis de los amantes, 1938, Paisaje metafísico, 1937, Metamorfosis, 1939, En la torre del sueño, 1938, etc. 4) “ Segundo Surrealismo. Metamorfosis (1937-1941)” : Corresponde a su segunda etapa surrealista pero esta vez no será un surrealismo abstracto sino figurativo, más al modo de un Dalí o un Óscar Domínguez, es decir un surrealismo pleno de obsesiones inconscientes y tortuosas, y de metamorfosis, introduciendo temas mitológicos, del que es buen ejemplo Le Laberynthe, 1938, con un cuerpo antropomorfo transparente, semianimalístico semihumano, 6) “ El Retorno Final (19451961)” : De vuelta a Europa Masson continúa, y así se manifiesta en la exposición, con su estilo abstracto de grandes proporciones, con formas curvilineares, líneas enmarañadas envolventes, y colores muy vivos y negros, así en Niobé, 1947, y Los ascetas, 1961. La tercera gran exposición del curso realizada por el MNCARS, si bien anterior en el tiempo a las dos que se acaban de reseñar, sería la titulada “ Ca l de r . La g r a v e da dyl ag r a c i a ” , dedicada íntegramente al escultor norteamericano, que hiciera de la abstracción un movimiento espacial, grácil y colorista. El ingeniero Alexander Calder (1898-1976), hijo de artistas, conjugó el arte con la mecánica para realizar sus originales esculturas denominadas mobiles o stabiles, según la función móvil o inmóvil que realizasen, aunque fueron las primeras las que le dieron su extraordinaria fama, al ser unas de las primeras esculturas cinéticas que se hacían en el arte. Sus tridimensionales y a la par casi transparentes obras escultóricas se estructuran a base de cuerpos metálicos laminares a modo de trípode o soporte, en menos casos de madera, que a su vez sustentan unos finos y alambicados alambres, muy largos y espaciales, de los que cuelgan gráciles elementos —que a veces simplemente se sostienen del techo o de las paredes—. Estos elementos, redondeados y coloreados, como grandes hojas de árboles de un bosque fantástico, se mueven trémulos mediante el aire o un mecanismo manual o a motor. En otras ocasiones las esculturas permanecen estáticas, y en otras más se conjugan los mobiles con los stabiles. El estilo de Calder es abstracto, esquemático, desmaterializado y orgánico, en cuanto a los referidos elementos redondeados que evocan a una naturaleza orgánica, y recuerdan asimismo el estilo de Miró y el de Arp. Hasta llegar a ese universo cosmológico, lúdico y hermoso que ofrecen sus esculturas, Calder atravesó diversas etapas previas pero la que le inclinó decididamente por el mundo de la abstracción y las esculturas que le caracterizan fue el conocimiento de Mondrian y de su obra en París, en 1930. El sobrio y vetusto Museo Reina Sofía se llenó de estas leves, frágiles y alegres esculturas que se esparcían tridimensionalmente decorando como un festival lúdico sus largas naves. Unas veces surgían del techo, otras de las paredes, otras se sustentaban en el suelo mediante un trípode, en equilibrio inestable, produciendo en la mayoría un leve y trémulo aleteo de sus hojas redondeadas y ovaladas, como una adelantada y hermosa primavera escultórica. Entre ellas cabía destacar: Sin título, 1934, stabile con trípode alto sustentando diversos elementos; Plumas, 1931, stabile con trípode triangular; Estrella de mar, 1936, mobile colgado del techo con elementos redondeados; Constelación con móvil, 1943, mobil pendiente de la pared; Nevisca, 1948, gran stabile de unos 4 metros de altura de chapa negra alabeada con formas orgánicas; El corcovado, 1951, gran stabile triangular de unos 4 metros de alto sustentando a un mobile de varillas de alambre y elementos orgánicos colgantes; Jacarandá, 1949, mobile colgante del techo; Nenúfares, 1956, gran mobil colgante del techo con discos color naranja; Los arcos, gran stabile de chapa negra a modo de inmenso arácnido, y Patio, gran mobilestabile, con soporte triangular y varillas con elementos redondeados colgantes. Finalmente, la cuarta exposición de la temporada del Museo Reina Sofía tuvo también el don de traer al severo museo un aire fresco y primaveral, un aire refinado y sutil, y por qué no un cierto aire frívolo; esta vez lo aportaban los rasos, tules, terciopelos, encajes, lentejuelas y lamés de unos vestidos femeninos que nos transportaban a un tiempo pasado no muy lejano con su punto de nostalgia. Se trataba de una exposición no artística dedicada al modisto catalán Pertegaz, cuyo nombre ha vuelto a estar en primera plana de las noticias debido a ser designado como el modisto del traje de novia de la prometida del Príncipe D. Felipe de Borbón. La exposición no era muy extensa, apenas tres salas de las cuales dos estaban dedicadas a vestidos de cocktail o de fiesta, y una a vestidos de tarde, comprendiendo un período que iba desde los años cincuenta a los noventa, los cuales habrían sido cedidos gentilmente por sus dueñas, algunas ya fallecidas, cuyos nombres los acompañaban. La exposición se decoraba con grandes fotos de Barcelona y Madrid de los años cincuenta y sesenta y por una música de fondo muy adecuada. Entre las damas que llevaron los vestidos Pertegaz, figuraban S.M. la Reina Doña Sofía, S.A.R. la Duquesa de Badajoz, Bibi Salisachs de Samaranch, Aline Griffith de Romanones, Carmen Polo, Carmen Franco, Silvia Coca, Ava Gardner, Audrey Hepburn, Jackie Kennedy, etc. Entre los valiosos vestidos aportados a la exposición, cabría destacar los que dieron un nombre y un sello inconfundible a la firma Pertegaz, que no fueron los más lujosos y vistosos, que los había, sino aquellos trajes cortos de tarde, de gran sencillez y elegancia, con cuello a caja y sin mangas, y largas pinzas pronunciadas, generalmente en colores pálidos o pastel, con abrigo haciendo juego, que sin duda evocan toda una época, un tiempo ya perdido en la distancia, una historia que todos de algún modo hemos vivido.