Las Escuelas Urbanas y los Maestros

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Universidad Nacional de Tucumán
Facultad de Filosofía y Letras
Departamento de Ciencias de la Educación
Cátedra de Historia de la Educación y la Pedagogía (Curso General)
Textos Curriculares para Debate y Reflexión de los Alumnos
Las Escuelas Urbanas y sus Maestros
Aportes a la problemática educativa del Medioevo
Ficha de Documentación elaborada por:
Daniel Enrique Yépez
Licenciado en Ciencias de la Educación
Magíster en Ciencias Sociales
Profesor Adjunto a Cargo de la Cátedra.
En base a la página web:HildegardadeBingen
I. Las Escuelas Urbanas
Fueron estas instituciones las que canalizaron la cultura emergente en la baja Edad Media, con
sus diversas problemáticas, sus maestros, sus obras y sus novedades.
I. 1. La Escuela de Chartres:
Esta escuela catedralicia se caracterizó por su orientación hacia los estudios científicos (el
quadrivium), sin que ello significara el descuido de los saberes humanísticos (el trivium). La
curiosidad, la observación, se orientaron hacia los estudios de la naturaleza a la que describieron
-fenoménicamente hablando-, para luego construir racionalmente el conocimiento científico.
Porque, según Le Goff, para ellos "la naturaleza es también el cosmos, un conjunto organizado
y racional [...], una urdimbre de leyes cuya existencia hace posible y necesaria una ciencia
racional del universo"(1). El Timeo de Platón (17-53ac) -en traducción y comentario de Calcidio,
la traducción incompleta de Cicerón y las abundantes referencias en el Comentario sobre el
sueño de Escipión, de Macrobio- proveyó inicialmente la inspiración y el sustento platónico
para las obras de carácter cosmológico, en tanto las traducciones de tratados árabes sobre
medicina, astronomía y astrología y matemáticas permiten el progreso de las ciencias naturales.
Por otra parte, el progreso del conocimiento, unido a la mayor frecuentación de la obra lógica de
Aristóteles (en traducción de Boecio pero también de los árabes (2)), otorgaron a los chartrianos
la medida del poder de la razón humana y la consiguiente centralidad del hombre
(microcosmos) con respecto al mundo (macrocosmos).
Algunos de sus maestros: Bernardo de Chartres (maestro entre 1114-1119; canciller entre
1119-1124); Gilberto de Poitiers (discípulo de Bernardo en 1117; canciller entre 1124-1141,
año en que pasó a enseñar en París y fue maestro de Juan de Salisbury; obispo de Poitiers en
1142); Teodorico (Thierry) de Chartres (hermano de Bernardo, maestro en Chartres entre
1121-1134; en París en 1140; volvió a Chartres como canciller en 1141 hasta 1150, teniendo
como alumnos a Hermann el Dálmata y a Juan de Salisbury); Guillermo de Conches (discípulo
de Bernardo, enseñó en París hacia 1122 y tuvo como alumno a Juan de Salisbury); Bernardo
de Tours (Bernardo Silvestris. Canciller en Chartres hacia 1156).
[La escuela de Chartres, con sus inquietudes científicas y el acento puesto en los temas
cosmológicos -en especial la concepción de macro y microcosmos- tendrá una notable
influencia en la obra de Hildegarda. Por otra parte, es justamente sobre una tesis de Gilberto
de Poitiers –cuestionada en el concilio de Reims–, que será consultada por Odo de Soissons,
1
quien ya conocía su obra musical en París, y tenía noticias de su primera gran obra Scivias y
de la aprobación que mereciera por parte del pontífice Eugenio III.]
I. 2. La Escuela de San Víctor
Situada en París esta escuela, formada por los canónigos regulares de la abadía de San Víctor escuela claustral-, manifestó su predilección por las disciplinas que configuran el trivium, al
tiempo que sobresalió por su dedicación tanto a los escritores de la Antigüedad clásica cuanto a
los Padres de la Iglesia. Humanista en los estudios, agustiniana en su concepción del mundo, sus
maestros se caracterizan por una vida espiritual que impregnó toda su obra, logrando un atinado
equilibrio entre piedad y razón.
Maestros destacados: Guillermo de Champeaux (maestro en la escuela catedralicia de NotreDame entre los años 1103-1108, donde tuvo por discípulo y contrincante a Abelardo; iniciador
del movimiento espiritualista en San Víctor, entre 1108-1113; obispo de Chalons sur Marnes
hasta su muerte en 1121, confirió a San Bernardo la ordenación sacerdotal); Hugo de San
Víctor (discípulo de Guillermo de Champeaux, maestro a partir de 1125, canciller a partir de
1133 hasta su muerte, en 1141); Ricardo de San Víctor (discípulo y sucesor de Hugo, sub-prior
en 1157 y luego prior desde 1162 hasta su muerte, en 1173); Gualterio de San Víctor (sucesor
de Ricardo como prior, murió hacia 1179); Godofredo de San Víctor (luego de sus estudios en
la escuela del Petit-Pont de París, entre 1140-1150, ingresó en San Víctor hacia 1160, donde fue
alumno de Ricardo).
I. 3. Las Escuelas de París
Fue la escuela de Adam de Balsham y los adamitas o parvipontani (la escuela estaba próxima al
Petit-Pont); la escuela catedralicia de Notre-Dame y la escuela de la abadía de Santa Genoveva,
en todas las cuales se estudiaba con gran dedicación el trivium, la cultura clásica y la teología.
Pero el astro que brillaba con fulgor propio y creciente era la dialéctica -conocimiento filosófico
y arte de la discusión-, palestra de grandes justas en la vida parisina del siglo XII, entre las que
destacaba la querella de los universales.
Entre los maestros que sobresalieron en estas escuelas recordamos a: Guillermo de
Champeaux; Pedro Abelardo (alumno de Guillermo en la escuela de Notre-Dame, y de
Anselmo en Laon; enseñó en Melun, en Corbeil y luego en Notre-Dame y en Santa Genoveva,
en París, entre otros lugares); Roberto de Melun (Roberto de Hereford. Sucedió a Abelardo con cuya posición mantenía serias divergencias, pero también dependencia-, en la cátedra de
Santa Genoveva, y fue maestro de Juan de Salisbury, entre 1131-1137); Alano de Lille
(representante de la escuela porretana -Gilberto de Poitiers-, fue maestro en la escuela de Santa
Genoveva, entre 1170-1180; ingresó luego en el Cister, donde murió en 1203); Pedro
Lombardo (1100-1160. Realizó sus estudios en Bolonia, Reims y París, lugar este último
donde se desempeñó como maestro, en la escuela catedralicia de Notre-Dame; en 1159 fue
nombrado obispo de París).
II. Los Maestros:
Nos referimos no sólo a quienes lo fueron desde la cátedra (mencionados en las escuelas), sino
también a quienes lo fueron a través de su obra escrita.
II. 1. Honorio de Autun (1090-1152): sacerdote y maestro en la escuela de Autun, se retiró
posteriormente a un monasterio benedictino -la abadía de Saint-Jacques-, cerca de Ratisbona
(sur de Alemania), donde escribió numerosas obras, en las que se muestra buen compilador.
Tuvo gran difusión durante el Medioevo. Obras: Elucidarium (una enciclopedia religiosa)(3);
Speculum Ecclesiae; Neocosmos de primis sex dierum; Imago mundi, de dispositione orbis;
Scala caeli maior, de gradibus visionum, seu de ordine cognoscendi Deum ex creaturis; Scala
caeli minor, seu de gradibus caritatis; De animae exsilio et patria sive de artibus,(4) etc.(5)
2
[El pensamiento de Honorio de Autun presentó puntos de alguna manera coincidentes con el de
Hildegarda; en muchos aspectos platónico y neoplatónico, y en otros de sorprendente
actualidad en cuanto a los planteos.]
II. 2. Juan de Salisbury (1115-1180): estudió en Chartres y en las escuelas de París, con los
maestros más famosos de su tiempo. Fue secretario de Teobaldo, arzobispo de Cantorbery;
consejero del Papa Adriano IV; secretario de Tomás Becket y desterrado luego del asesinato del
arzobispo; obispo de Chartres en 1176 hasta su muerte. Obras: Entheticus, sive de dogmate
philosophorum (colección de epigramas filosóficos, a modo de resumen de la filosofía
grecorromana); Polycraticus (tratado de derecho político y teoría del Estado); Metalogicon
(apología de las artes liberales contra los cornificios), etc.
[Juan de Salisbury conoció y apreció en París algo de la obra de Hildegarda, y escribe
pidiendo otras obras que desea estudiar. París conocía, al igual que Colonia y muchas otras
importantes ciudades, la producción de la abadesa de Bingen.]
II. 3. Otón de Freising (1111-1158): nieto de Enrique IV, medio hermano de Conrado III y tío
de Federico I Barbarroja, estudió en las escuelas de París (fue alumno de Abelardo, Gilberto de
Poitiers -por quien siempre manifestó gran aprecio- y de Hugo de San Víctor, entre otros),
ingresó luego en el monasterio cisterciense de Morimond y fue consagrado obispo de Freising
(sur de Alemania) en 1137. Al decir de Fraile(6), introdujo en Alemania el método dialéctico
vigente en París, y fomentó el estudio de Aristóteles (la Logica nova, esto es, los Topica y
Analytica) en la escuela catedralicia de Freising. Obras de carácter histórico: Gesta Friderici
imperatoris; Chronicon sive Historia de duabus civitatibus.
[Ésta puede haber sido una importante influencia en la cultura germana de la época, y de
Hildegarda y sus interlocutores por lo tanto.]
III. La Reacción Monástica ante la Cultura Urbana
III. 1. La Reacción ante la Cultura Urbana
Estaba encarnada fundamentalmente por los cistercienses. En efecto, los monjes blancos estaban
abocados no sólo a una reforma monástica acorde al espíritu del Papa Gregorio VII, sino
también a la sistematización de la mística y a la producción de una literatura de edificación (son
señeras al respecto las figuras de San Bernardo de Claraval, Pedro el Venerable y Aelredo de
Rievaulx, entre otros), todo lo cual poco o nada tenía en común con los intereses de la
escolástica. No se trataba de una oposición al estudio, ni al saber -los grandes representantes de
la cultura monástica de entonces eran personas muy cultas-, pero sí a la importancia dada por
los escolásticos a los estudios seculares, y a la prosecución de los mismos como fin.
Por otra parte, también estaba en juego la reivindicación del conocimiento por vía de fe y de
autoridad frente a una razón dialéctica que pugnaba por abrirse paso, cada vez más, incluso en el
saber teológico (que resultaba así equiparado a las artes liberales). Es en este ámbito que se
inscribe la famosa polémica entre San Bernardo y Abelardo, y también las impugnaciones y las
condenaciones promovidas por San Bernardo y por Guillermo de Saint-Thierry contra Gilberto
de Poitiers, Guillermo de Conches y otros. No es ajena a la actitud de los cistercienses la
novedad aristotélica, aportada y trabajada por los pensadores árabes y judíos, y la literatura
amorosa de la época, que comienza a instalarse en algunas escuelas como la de Orléans.
III. 2. La Resistencia a la Filosofía
Ya sea entendida como un método de trabajo, ya sea como la aplicación generalizada de
conceptos y categorías propias de ese saber a todo saber (y específicamente a la teología), la
filosofía era resistida -o muy desconfiada al menos- también por maestros de diversos ámbitos
religiosos. Mencionamos, entre otros, a Bruno de Segni(7), Ruperto de Deutz (abad de Saint
Laurent, de Lieja)(8), Gerhoh de Reischersberg(9), Pedro de Celles (abad de Moutier-la-Celle y
obispo de Chartres)(10), Felipe de Harvengt (abad de Buena Esperanza)(11) y otros(12).
3
NOTAS:
1. Le Goff, J., Ob. Cit., p. 60.
2. No tardarán los maestros chartrianos en sentir la necesidad de conocer el griego, y también el árabe,
para la más fiel comprensión de los textos. Así, entre los primeros traductores de la obra greco-árabe se
contarán dos discípulos de Chartres: Adelardo de Bath (1070-1142) y Hermann el Dálmata o de Carintia (
3. Jacques Paul señala su influencia en Hildegarda de Bingen.
4. El exilio del alma es la ignorancia, de donde sale para dirigirse a su patria, que es el saber, atravesando
en el camino diez ciudades: Gramática (gobernada por Donato y Prisciano); Retórica (Cicerón);
Dialéctica (Aristóteles); Aritmética (Boecio); Música (Boecio); Geometría (Arato); Astronomía
(Hyginio); Física o Medicina (Hipócrates); Mecánica (Nemrod, Salomón, Noé); Economía.
5. Ver Fraile, G. Historia de la Filosofía II,
16. Ibídem.
7. Sent. IV c.1, De Sancta Trinitate.
8. De Trinitate et operibus eius. De Spiritui Sancto. VII 10. PL 167, 1764; 1773-1774; 1777-1778. Ver
Fraile, Ob. Cit.,
9. Fraile, Ob. Cit., p. 554-555, nota 9.
10. Ibíd., p. 555. Ver también Fraboschi, Azucena Adelina. Crónica de la Universidad de París y de una
huelga y sus motivos (1200-1231).
11. Ibíd., p. 10-11.
12. Ver Fraile, Ob. Cit., p. 556-558.
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