CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SALA DE CASACION CIVIL SILVIO FERNANDO TREJOS BUENO

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República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACION CIVIL
Magistrado Ponente:
SILVIO FERNANDO TREJOS BUENO
Bogotá D. C., primero (1º) de Abril de dos mil dos
(2002).-
Referencia: Expediente Nro. 7244
Decide la Corte el recurso de casación interpuesto
por la parte demandada contra la sentencia de 15
de mayo de 1998, proferida por la Sala de Familia
del
Tribunal
Superior
del
Distrito
Judicial
de
Popayán en el proceso de filiación seguido por la
menor YEIMY JULIETH SERRATO contra DAVID
GARCIA MARTINEZ.
I. EL LITIGIO
1.
En este proceso se demanda la filiación
extramatrimonial paterna de la nombrada menor
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respecto
de
David
García
Martínez,
y
la
subsecuente obligación alimentaria a cargo del
presunto padre.
2. En resumen, narra la demanda que Liliana
Serrato Guampe y el demandado tuvieron trato
amoroso
desde
1979,
el
cual
concluyó
en
relaciones sexuales hacia finales de 1982; que
como fruto de dicha relación, nació YEIMY JULIETH
SERRATO el 14 de octubre de 1983, fecha desde
cuando el demandado la ha tratado socialmente
como padre; que, sin embargo, en la diligencia
previa de reconocimiento surtida ante el Juzgado
Tercero Promiscuo de Familia de Popayán, negó la
paternidad, no obstante haber reconocido que entre
él y Liliana existió una relación amistosa que
avanzó hasta el trato íntimo, fundado en el hecho
de que “ella en ese tiempo tenía otro muchacho y
un día que se enojó me dijo en mi cara que esa
peladita no era hija mía” (Fl. 3 C. #1).
3. Oportunamente el demandado se opuso a las
pretensiones de la demanda y alegó en su favor la
excepción de fondo que denominó de carencia de
causa, cuyo tramite negó el Juzgado tras de aducir
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que “la Ley 75/68, en relación con los juicios de
filiación natural y alimentos no las contempla” (Fl.
17 vto. Cdo. Ppal).
4. Tramitado el proceso, el Juez dictó sentencia
estimatoria de las pretensiones, de la cual apeló
infructuosamente el demandado, pues la sentencia
fue confirmada íntegramente por el Tribunal.
II.
FUNDAMENTOS DEL FALLO IMPUGNADO
En lo de fondo, después de hacer una introducción
sobre las distintas presunciones de paternidad y de
resaltar que, entre ellas, aquí se aplica la causal 4ª
de la ley 75 de 1968, la cual ante la falta de prueba
directa permite inferir las relaciones sexuales del
trato personal entre el padre y la presunta madre,
según su naturaleza, intimidad y continuidad, en
concomitancia con la época de la concepción, el
sentenciador pasa a hacer el examen de las
pruebas, sobre las cuales concluyó, en síntesis, lo
siguiente:
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1º) Según el acta de registro civil de nacimiento de
Yeimy Julieth, ésta nació el 14 de octubre de 1983,
y su concepción debió suceder entonces “entre el
13 de diciembre de 1982 y el 13 de abril de 1983”.
2º)
La
prueba
testimonial
integrada
por
las
declaraciones rendidas por Nancy Zoraida Damián
de Agredo y Zenaida Ortega Pomeo, “se considera
suficiente y legal, para establecer en el caso subexamine, el trato personal y social de la pareja
García-Serrato”, toda vez que dichas versiones
cumplen con las exigencias formales de dicho
medio de prueba, y “han expresado la razón de la
ciencia
de
sus
dichos,
que
la
ubican
en
el
conocimiento de la pareja referida y de los lugares
o sitios frecuentados para su relación personal y
social,
determinando
algunas
circunstancias
de
modo y lugar de lo afirmado por las testigos”
3º) Si bien es cierto que esas declaraciones no se
refieren a dicho trato personal y social en un lapso
de
tiempo
que
permita
establecerlo
en
concomitancia con la época de la concepción de
Yeimy Julieth, “se da una afirmación por las
deponentes
referidas,
que
lleva
a
dar
por
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configurada probatoriamente dicha concomitancia,
en forma indirecta, cual es la coexistencia del trato
referido
con
el
embarazo
de
la
madre
extramatrimonial”, lo que da pie para configurar la
causal de presunción de paternidad aquí aducida.
4º) Además de la prueba testimonial, constituyen
elementos de convicción que ratifican lo anterior
respecto del trato personal y social, la confesión del
demandado “contenida en el escrito de contestación
a la demanda” y la prueba genética que aunque por
sí sola no es suficiente para acreditar la paternidad,
sí permite, en unión con otros medios de prueba,
“producir convicción en el fallador”.
5o) Y aunque el demandado pretendió demostrar la
excepción de pluralidad de relaciones sexuales, la
prueba
testimonial
aportada
con
ese
fin,
consistente en los testimonios de Nancy Pérez y
Eugenia Pérez Ceballos, “no es suficiente para
producir la convicción necesaria (…), por cuanto las
deponentes no hacen expresa referencia a dichas
relaciones sino a aspectos que tienen que ver más
con la amistad de la señora Liliana Serrato Guampe
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con el señor Horacio Valencia Pérez, que trato
carnal alguno con el señor referido”.
III. LA DEMANDA DE CASACION
En ella se elevan tres cargos contra la sentencia
impugnada,
los
cuales
se
despacharán
conjuntamente por cuanto admiten una respuesta
común, como quiera que se complementan y
adolecen de defectos de técnica de casación.
CARGO PRIMERO:
1. Con apoyo en la causal primera de casación, se
acusa la sentencia de quebrantar los artículos 92
del Código Civil, 4, 6 y 7 de la Ley 75 de 1968 y
176 del Código de Procedimiento Civil, por hallar
demostrado, sin estarlo, que el trato social y
personal de la pareja Serrato-García reúne las
exigencias que ha puntualizado la jurisprudencia, o
sea, de acuerdo con las circunstancias en que tuvo
lugar y teniendo en cuenta su naturaleza, intimidad
y continuidad.
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2. La sustentación del cargo admite el siguiente
resumen:
1º) Basta recordar el testimonio de Nancy Zoraida
Damián Agredo, uno de cuyos apartes se trascribe,
quien
da
inequívoca
cuenta
de
que
en
la
forma
clara,
señora
precisa
Liliana
e
Serrato
simplemente era visitada (y eso bajo estricta
vigilancia); a ese respecto la jurisprudencia enseña
que “las solas visitas no bastan para deducir las
relaciones sexuales”.
2º) Súmase a lo anterior, las serias contradicciones
en que incurrió Liliana Serrato Guampe confrontada
con la versión de la misma Nancy Zoraida, “no
solamente en lo relacionado con las visitas sino y
especialmente con las fechas en que dice haber
vivido en casa de Mamian (sic)”; igual puede
decirse del testimonio de Zenaida Ortega Pomeo,
“testigo de referencia y, precisamente porque la
madre de Liliana le comentó que la niña era de
David”.
3º) En cuanto a la versión dada por la declarante
Nancy Pérez, “no obstante que, para la fecha de su
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declaración dice conocer a Liliana desde hace dos
años, afirma que Liliana para la época del embarazo
era muy amiga de Horacio Valencia y que salían
juntos. (Aspecto muy importante por cuanto Liliana
en su interrogatorio niega conocer a Horacio”.
4º) La declarante Eugenia Pérez Ceballos confirma
también la amistad que sostenían Liliana Serrato
con Horacio Valencia,
“y nada aporta en la
presunta relación de Liliana con David para la época
de la concepción”. Mal puede entonces el Tribunal
“considerar
esas
declaraciones
reponsivas
y
concordantes ajustadas a los presupuestos de los
artículos 227 y 228 del C. de P.C. Las pruebas no
han
sido
apreciadas
en
su
conjunto
como
imperativamente ordena el artículo 187 del C. de P.
Civil”; en conclusión el fallador dejó de ver que los
hechos fundantes de la demanda “no estaban
debidamente probados”, y, por lo tanto, no había
lugar a declarar probada la causal de paternidad.
CARGO SEGUNDO:
1. También con respaldo en la causal primera de
casación, se denuncia el quebranto indirecto de los
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artículos 92 del Código Civil y 7º de la Ley 75 de
1968, por no haber tenido en cuenta la sentencia,
al apreciar la prueba antropoherodobiológica, la
manifiesta “precariedad” de la misma, que obligaba
a considerarla con vista en otra prueba idónea, aun
en el evento de que el porcentaje de probabilidad
de paternidad fuera más alto que el arrojado en
este caso; “la peritación no es autónoma y debe
estar acompañada de otro elemento de convicción
que no se ha dado en el presente proceso como lo
demostré en el cargo anterior”. A ese respecto cita
apartes jurisprudenciales relativos a que tal prueba
científica no puede ser única, ni es apta para ubicar
en el tiempo el trato sexual.
2. Según el censor, tampoco es cierto que el
demandado haya confesado relación sexual alguna
con la progenitora de la demandante por la época
de la concepción; ni la peritación ni la prueba
testimonial conforme a la sana crítica ordenada por
el artículo 187 del C. de P.C., permiten “configurar
probatoriamente
una
concomitancia
en
forma
indirecta”, del trato con el embarazo.
CARGO TERCERO:
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1. En él se denuncia el fallo impugnado de haber
violado indirectamente la ley sustancial por error de
derecho, por falta de aplicación de los artículos 92
del Código Civil y el 7º de la Ley 75 de 1968.
2. Para sustentar tal acusación, el recurrente le
reprocha al Tribunal no haber ordenado practicar la
prueba
antropoherodobiológica
en
relación
con
Horacio Valencia, siendo ésta la persona con quien
la
madre
se
relacionó
durante
la
época
del
embarazo; y no haber considerado la temeridad de
la demanda de filiación “que sólo demuestra un
interés económico”, puesto que la demanda fue
instaurada 9 años y 7 meses después de nacida la
demandante; la menor no vive con su progenitora;
y no se propició ningún acercamiento previo entre
la demandante y el demandado a pesar de residir
en el mismo sector, “y, mal podría suceder que por
un decreto judicial se causara un trauma a la
menor, ante un hecho que, estando al lado siempre
ha desconocido”.
IV. CONSIDERACIONES DE LA CORTE:
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1. El contenido de los cargos propuestos, visto en
concordancia
compendiados
con
los
atrás,
fundamentos
impone
del
precisar
fallo
algunos
aspectos formales y de técnica del recurso de
casación, cuya omisión en este caso depara el
fracaso de aquéllos.
2. Sobre el particular se rememora que a la
violación de las normas sustanciales se puede
llegar, de manera directa, o sea por errores
netamente jurídicos que, por serlo, nada tienen que
ver
con
la
apreciación
de
la
demanda,
su
contestación o de las pruebas efectuada por el
sentenciador; y de modo indirecto, justamente por
mediar errores de hecho en tal apreciación, o sea
aquellos que atañen con la contemplación material
u objetiva de tales elementos, o de derecho,
concernientes
a
la
contemplación
jurídica
o
valorativa de los mismos de acuerdo con las normas
de disciplina probatoria; la naturaleza distinta de
ellos los hace incompatibles, tanto que resulta
antitécnico fundar los primeros en la violación de
las normas probatorias, y los segundos en la
desfiguración o suposición de las pruebas. Así,
pues, no es posible recriminar al fallador, por la
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senda del error de hecho, por haber incurrido en el
quebrantamiento de normas de índole probatoria,
puesto que ésto es una peculiaridad del error de
derecho.
3. Ahora bien, cuando se invoca la comisión de
errores manifiestos de hecho, debe el recurrente no
sólo determinar las piezas del expediente sobre las
cuales recaen, y respecto de todos y cada uno de
los fundamentos del fallo impugnado, sino también
demostrarlos. En esta última fase, le corresponde al
recurrente hacer la confrontación entre lo que
realmente fluye de la prueba cuya apreciación se
tilda de errónea y la conclusión que de ella extrajo
el sentenciador, por lo que no le resulta suficiente
exponer su propio criterio, a la manera de un
alegato de instancia, pues éste no acompasa con la
naturaleza del recurso de casación. Es entonces,
“necesario que frente a cada prueba, debidamente
determinada, la censura demuestre en dónde se
halla el error de hecho manifiesto, no encajando,
pues, el ataque que se limita a plantear un análisis
crítico sobre las conclusiones fácticas del fallador,
sin señalar, a su vez, en cuáles medios de
convicción se presenta el error, dejando esa labor a
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iniciativa del fallador, y sin mostrar ningún empeño
en establecerlos” (Sentencia No. 9 de 27 de febrero
de 1998)
4. En fin, sea numerosa o recortada la cantidad de
pruebas en que se apoya la sentencia impugnada,
debe el recurrente combatir la apreciación de todas,
puesto que, dejándose siquiera una de lado el fallo
no puede ser infirmado, desde luego que tampoco
puede la Corte examinarla de oficio.
5. Enfrentadas las anteriores explicaciones a los
cargos propuestos, emerge su falta de idoneidad,
según pasa a verse enseguida.
1º)
En lo que atañe con el cargo primero, es
preciso observar que como el Tribunal infirió las
relaciones sexuales de la pareja del trato personal y
social entre la madre y el presunto padre, en los
términos del artículo 6º, n. 4º, de la ley 75 de
1968,
fundamentalmente
con
respaldo
en
las
declaraciones de Nancy Zoraida Damián de Agredo
y Zenaida Ortega Pomeo, en las contradicciones de
la primera con la madre de la menor y en la
confesión
del
demandado
expresada
en
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la
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contestación de la demanda, se observa que el
recurrente no desarrolló su tarea en casación como
corresponde hacerlo.
En efecto, si bien extrajo uno de los apartes de la
primera declarante con la finalidad de demostrar la
debilidad de la prueba de dicho trato, no desplegó
igual empeño respecto de la segunda, Zenaida
Ortega Pomeo, de quien se limitó a decir que es
testigo de referencia, sin citar para nada la versión
rendida
por
ella;
además,
respecto
de
la
apreciación de ambas, en el cargo no se hace
ninguna confrontación con lo que realmente se
extrajo de ellas en el fallo impugnado, para hacer
ver el error manifiesto.
Nótese que el sentenciador, afirmó que tales
testimonios “han expresado la razón de la ciencia
de sus dichos, que la ubican en el conocimiento de
la
pareja
referida
y
de
los
lugares
o
sitios
frecuentados para su relación personal y social,
determinando algunas circunstancias de modo y
lugar de lo afirmado por las testigos”, nada de lo
cual se contrarresta en el cargo, y menos en
relación
con
la
apreciación
del
testimonio
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Zenaida Ortega Romeo, uno de los dos testigos en
que se funda el fallo impugnado, ni tampoco
respecto de la concomitancia del trato personal y
social entre la pareja por la época del embarazo,
como erradamente entendió el sentenciador, en
lugar
de
la
época
de
la
concepción,
como
corresponde a la causal de paternidad que dejó
aplicar, contemplada en el artículo 6º, numeral 4º,
de la Ley 75 de 1968; aspecto éste que ni siquiera
menciona el impugnante.
En síntesis, pues, el cargo primero, amén de
incompleto por no comprender el ataque efectivo
del testimonio mencionado en el párrafo anterior,
siendo uno de los puntales de la sentencia, carece
de demostración de los errores denunciados, aun
pudiendo entenderlos propuestos como de hecho,
en
la
medida
en
que
no
se
hace
ninguna
confrontación respecto de las circunstancias que el
fallador dio por sentadas en relación con el trato
personal y social de la pareja, respaldado en las
declaraciones de testigos, el interrogatorio del
demandado y la contestación de la demanda.
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Igual glosa cabe hacer a la censura consistente en
la contradicción en que supuestamente incurrió la
madre de la menor en el interrogatorio que se le
propuso, confrontada con el dicho de Zoraida
Damián (a quien al parecer le dicen Mamián), sin
referirse la acusación a ningún aparte de una y otra
prueba, lanzando así una crítica genérica referida a
visitas y fechas que no se indican concretamente
para detectar tal falencia. Todo para concluir el
recurrente al final del cargo primero, después de
hacer un comentario irrelevante en relación con el
testimonio de Nancy Pérez, que las declaraciones
apreciadas por el Tribunal no se han ajustado a las
reglas previstas en los artículos 226, 227 y 228 del
C. de P.C., que las pruebas no fueron apreciadas en
conjunto como manda el artículo 187 ibidem, y que
los hechos no estaban debidamente probados como
exige el artículo 176 ibidem, cayendo en desarrollos
propios de la denuncia del error de derecho, no
obstante denunciarlos como de hecho.
2º) En lo que atañe con el cargo segundo, amén de
que su éxito está ligado por fuerza a la constatación
de los errores de hecho denunciados en el cargo
primero, se halla dirigido a impugnar la apreciación
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de la prueba antropoheredobiológica, justamente
sobre la base de que debe hacerse acompañada de
otros medios de convicción, lo cual precisamente
ocurrió en este caso en el cual el sentenciador
apenas la valoró como prueba corroborante de la
paternidad. No está de más decir que, visto el cargo
separadamente, se limitó a denunciar únicamente
la infracción de los artículos 92 del C. Civil y 7 de la
ley 75 de 1968, normas que son de estirpe
probatoria, defecto ostensible frente a la invocación
de la causal primera de casación.
Y cuando se refiere a crítica de la prueba de
confesión dimanante de la contestación de la
demanda, con respaldo en la cual el Tribunal ratifica
la demostración del trato personal y
social de la
pareja, el censor no hace ninguna confrontación
entre el contenido de esa pieza procesal y lo que de
ella extrajo el sentenciador, a fin de demostrar el
error; y aunque se hubiera presentado debidamente
la acusación, lo cierto es que resultaría superflua
por haber quedado en pie la prueba testimonial que
constituye la base esencial
pues
también
la
confesión
del fallo impugnado,
fue
tomada
como
corroborante de aquélla.
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3º) El cargo tercero queda como acusación solitaria
y en él se
plantea una omisión de estirpe
meramente probatoria sin denunciar la violación de
normas de carácter sustancial, igual que ocurrió en
el cargo precedente; reproche a la sentencia que
reluce impertinente porque el censor le achaca al
sentenciador que no haya decretado la prueba
científica en relación con un tercero, el señor
Horacio Valencia, no obstante que el Tribunal no
halló mérito para vincularlo carnalmente con la
madre de la demandante, conclusión que no rebatió
el impugnante, motivo por el cual la censura queda
sin sentido; de otro lado, olvida el recurrente que
era a él a quien le correspondía demostrar la
pluralidad de relaciones sexuales, y para el efecto
no pidió la prueba de cuya ausencia ahora se
lamenta.
8. Fluye de todo lo anterior que ninguno de los
cargos está llamado a prosperar.
V. DECISION
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En mérito de las consideraciones que anteceden, la
Corte Suprema de Justicia en Sala de Casación
Civil,
administrando justicia en nombre de la
República y por autoridad de la ley NO CASA la
sentencia que en el proceso de la referencia y con
fecha 15 de mayo de 1998 profirió la Sala de
Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Popayán.
Condénase en costas del recurso de casación a la
parte impugnante, las cuales serán tasadas en su
oportunidad.
Cópiese, notifíquese y devuélvase.
NICOLAS BECHARA SIMANCAS
MANUEL ARDILA VELÁSQUEZ
JORGE ANTONIO CASTILLO RUGELES
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CARLOS IGNACIO JARAMILLO JARAMILLO
JOSE FERNANDO RAMÍREZ GOMEZ
JORGE SANTOS BALLESTEROS
SILVIO FERNANDO TREJOS BUENO
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