programa 30|10 Memorias del subdesarrollo (1968), de Tomás Gutiérrez Alea 31|10 La vida es silbar (1998), de Fernando Pérez 4|11 El Mégano (1956), de Julio García Espinosa / Historias de la Revolución (1961), de Tomás Gutiérrez Alea 6|11 Lucía (1968), de Humberto Solás 11|11 De cierta manera (1974), de Sara Gómez 13|11 Retrato de Teresa (1979), de Pastor Vega 20|11 Fresa y chocolate (1993), de Tomás Gutiérrez Alea 18|11 Patakin (1983), de Manuel Octavio Gómez 25|11 La película de Ana (2013), de Daniel Díaz Torre 2|12 Melaza (2012), de Carlos Lechuga Salón de actos de la Fundación Botín. Pedrueca, 1. Santander. 20:30 horas. Entrada libre hasta completar aforo. Coordinado por Richard Peña, Director Emérito del NY Film Festival y Profesor de Estudios Cinematográficos en Columbia University (Nueva York). Octubre Jueves, 30 Viernes, 31 Noviembre Martes, 4 Jueves, 6 Martes, 11 Jueves, 13 Martes, 18 Jueves, 20 Martes, 25 Diciembre Martes, 2 Memorias del subdesarrollo (1968), de Tomás Gutiérrez Alea La vida es silbar (1998), de Fernando Pérez El Mégano (1956), de Julio García Espinosa Historias de la Revolución (1961), de Tomás Gutiérrez Alea Lucía (1968), de Humberto Solás De cierta manera (1974), de Sara Gómez Retrato de Teresa (1979), de Pastor Vega Patakin (1983), de Manuel Octavio Gómez Fresa y chocolate (1993), de Tomás Gutiérrez Alea La película de Ana (2013), de Daniel Díaz Torre Melaza (2012), de Carlos Lechuga Salón de actos de la Fundación Botín. Pedrueca, 1. Santander. 20:30 horas. Entrada libre hasta completar aforo. Coordinado por Richard Peña, Director Emérito del NY Film Festival y Profesor de Estudios Cinematográficos en Columbia University (Nueva York). Aunque siempre fue uno de los mercados más amplios para el cine en toda América Latina, Cuba solamente estableció su propio cine nacional con el triunfo de las fuerzas lideradas por Fidel Castro en 1958-1959. En efecto, uno de los primeros actos del nuevo gobierno revolucionario fue la creación del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), el 24 de marzo de 1959, que sería responsable, de aquí en adelante, de la producción, la distribución y la exhibición. Los jóvenes que crearon el ICAIC —y algunos eran muy jóvenes— tenían la cabeza llenas de ideas sobre el tipo de cine que ellos pensaban que necesitaba el “nuevo país”. El neorrealismo italiano, especialmente la forma en que el género había evolucionado en los años cincuenta, fue una gran influencia. También las llamadas tendencias “modernistas”, ya vistas en obras de Resnais, Antonioni y Bergman, ofrecieron una alternativa al modelo “clásico” de contar historias. Finalmente, la escuela documental de “cinema vérité” o “cine directo”, con su uso de cámaras ligeras supermóviles, dio al nuevo cine cubano la base de un estilo visual que pronto se convertiría en su seña de identidad. Durante los primeros quince años del ICAIC, más o menos hasta 1975, se ponía el énfasis en la creación o exploración de nuevas formas de cine, quizás como complemento a la nueva sociedad cubana. Esos años eran también los de mayor experimentación en cine, con las “nuevas olas” en Francia, Japón, Rusia, Polonia, Brasil, etc. A mediados de los años setenta, hubo un movimiento a favor de un cine más popular, menos experimental y más conectado con el pueblo. Es entonces cuando muchos realizadores se vuelven hacia los géneros clásicos, tratando de renovar el cine popular desde un punto de vista más político. Con la caída del “Bloque Soviético” la Cuba revolucionaria entró en el momento más trascendente de su historia, lo que se llama el “periodo especial”, cuando todos esperaban la caída del régimen. El ICAIC prácticamente no funcionaba. De no haber sido por el apoyo de Televisión Española y algunos otros productores extranjeros, el cine cubano hubiera desaparecido totalmente. Sin embargo, las pocas películas que vieron la luz continuaban haciendo crítica sobre la situación del país. El ICAIC ha sido siempre una organización liderada y compuesta por artistas; nunca hubo una burocracia de políticos controlando sus decisiones. Guiones, planes y presupuestos para producciones tenían que ser aprobados por comités de artistas, pero, aún así, quedaba bastante espacio para la expresión personal y la crítica social. A los extranjeros les sorprende muchas veces el nivel de crítica política y social que existe en el cine cubano, por eso es importante tener en cuenta que los cubanos a menudo llaman a su revolución “el proceso”, dándole el sentido de que es algo en movimiento, algo que se hace, una esperanza. Hoy, con la proliferación de las cámaras digitales y las plataformas múltiples para la divulgación de películas, quizás la estructura para el cine que se estableció en 1959 ya no tenga sentido. Hay mucha producción “no-oficial” en Cuba y varias maneras de ver cine en formatos no controlados por el ICAIC. Nadie sabe que será del futuro de la isla, ni de su producción cinematográfica pero, basándonos en esta pequeña muestra, hay razones para creer que el cine cubano continuará fascinando a todos los que los que lo descubren. MEMORIAS DEL SUBDESARROLLO | Jueves 30 de octubre 1968, Tomás Gutiérrez Alea, 97 min. La primera película cubana con un gran impacto internacional anunció la llegada de un nuevo cine muy innovador. Ubicada entre el fracaso de la invasión de Playa Girón (abril, 1961) por los exiliados cubanos y el comienzo de la “Crisis de los Misiles” en Cuba, en octubre de 1962, la película de Alea se centra en un intelectual cubano europeizado: demasiado idealista para huir a Miami, demasiado cínico para participar en la nueva sociedad. Una brillante reflexión sobre los primeros años de la Revolución y, simultáneamente, una crítica de esa reflexión, muestran que compromiso político y ambiciones artísticas no son incompatibles. RETRATO DE TERESA | Jueves 13 de noviembre 1979, Pastor Vega, 103 min. Tras más de diez años de experimentación formal con la expresión cinematográfica, el cine cubano de finales de los setenta volvió a sus raíces neorrealistas con este polémico estudio sobre la familia cubana contemporánea. Teresa es una obrera muy respetada en una fábrica de textiles, que también dirige el grupo de danza de su sindicato; su marido, Ramón, un reparador de televisiones, que está más molesto cada día porque ella no para en casa como antes. El doble turno de trabajo para mujeres —uno en la fábrica, otro en casa—, a pesar de las garantías del gobierno socialista de “igualdad de sexos”, expone una línea de falla en la Revolución. La película fue vista por más de 2 millones de cubanos, provocando frecuente peleas —verbales y hasta físicas— entre parejas en los cines. LA VIDA ES SILBAR | Viernes 31 de octubre 1998, Fernando Pérez, 108 min. Los años noventa en Cuba son conocidos como “el período especial” y recordados como años de penurias, debido a la pérdida del apoyo económico de Rusia. Pero puede que fuese más importante la pérdida fe. El derrumbe del comunismo en casi todo el mundo dejó a mucha gente sin una guía, una estructura para pensar sobre el mundo. La vida es silbar es un retrato ingenioso y emocionante sobre esta nueva realidad. Tres personajes—una bailarina esperando un papel en Giselle; un batería huérfano que teme haber perdido su ritmo; y un trabajador social tan abrumado con su vida que se desmaya cada vez que oye ciertas palabras—buscan su lugar en esta Cuba en transformación. Llena de un humor muy generoso, La vida es silbar marca un nuevo camino para el cine cubano. EL MÉGANO | Martes 4 de noviembre 1955, Julio García Espinosa, 24 min. La obra más importante del cine pre-revolucionario cubano, reunió a un grupo de jóvenes cineastas que posteriormente formarían el núcleo del ICAIC, la agencia oficial del cine cubano desde 1959. El director García Espinosa y su colaborador principal, Gutiérrez Alea, habían estudiado cine en el Centro Sperimentale de Roma y trataron de aplicar su educación neorrealista a este retrato sobre la explotación de los trabajadores del carbón en un pequeño pueblo. HISTORIAS DE LA REVOLUCIÓN | Martes 4 de noviembre 1960, Tomás Gutiérrez Alea, 81 min. El primer largometraje producido por el ICAIC en ser estrenado también da testimonio de la poderosa influencia del cine neorrealista, sobre todo con la contribución de Otello Martelli, el director de fotografía que también trabajó en Paisà con Rossellini. Hay tres historias, en la primera: “El herido”, un militante herido busca refugio el apartamento de unos conocidos, con consecuencias peligrosas; “Rebeldes” tiene lugar en la Sierra Maestra durante un ataque de las fuerzas de Batista contra las guerrillas.; y, la ultima, “La Batalla de Santa Clara”, captura la omnipresente tragedia incluso en las más gloriosas de las victorias. LUCÍA | Jueves 6 de noviembre 1968, Humberto Solás, 160 min. Descrita por un crítico como “Lo que el viento se llevó cubano”, Lucía es una majestuosa y profunda épica sobre la lucha para la liberación de la isla según la experiencia de tres mujeres —cada una con el nombre de Lucía— en tres momentos claves de la historia cubana. Esta trilogía de cuentos amorosos politizados —tragedia, melodrama y comedia— retrata a una aristócrata del siglo XIX traída por su amante español; a una mujer de clase media, militante contra la dictadura de Machado (1933); y a una trabajadora de la Cuba revolucionaria en una granja comunal cargada con un esposo reaccionario. Una de películas más ingeniosas y más simpáticas sobre la desigualdad que padecen las mujeres. DE CIERTA MANERA | Martes 11 de noviembre 1974, Sara Gómez, 74 min. Una de las películas más extraordinarias del cine cubano. Desgraciadamente, fue el único largometraje de Sara Gómez, que murió durante el montaje (Gutiérrez Alea, un amigo íntimo, lo terminó). Una mezcla muy original de ficción y documental y de personajes inventados actuando en situaciones reales. La película es casi un modelo de un “texto abierto”, una obra que invita a la reflexión de los espectadores sobre una serie de realidades cubanas sin ofrecer soluciones: la persistencia de clase, racismo, absentismo laboral, relaciones sexuales, la escasez de viviendas, religión, etc. La película es también modelo de un tipo de cine que, desgraciadamente, ha tenido muy pocos seguidores. Richard Peña PATAKIN | Martes 18 de noviembre 1983, Manuel Octavio Gómez, 108 min. Un musical muy loco que contiene sátiras de todo tipo, desde las glorias de MGM hasta los “tractor-musicales” de la época de Stalin. Cuenta la historia de Shango Valdez, un derrochador que pasa los días evitando el trabajo y admirándose en el espejo. Su gran amigo, Ogum, es absolutamente lo contrario: un trabajador modelo que lidera un equipo en su granja comunal. El problema es que todo el mundo quiere ser Shango… El compositor americano Oscar Levant dijo una vez que una comedia musical era una serie de desastres seguida de una gran “performance” y esta descripción se ajusta a la perfección en el caso de Patakin, con el añadido de un combate de boxeo con la muerte como árbitro. FRESA Y CHOCOLATE | Jueves 20 de noviembre 1994, Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, 110 min. La única película cubana nominada para el Oscar por Mejor Película Extranjera abrió un dialogo sobre la sexualidad en la sociedad post-revolucionaria cubana que todavía resuena hoy. David, un estudiante joven y guapo, conoce a Diego, un hombre encantador con una sensibilidad muy refinada y un sentido de humor irresistible. Una amistad, poco probable al principio, crece entre los dos, a pesar de la atracción de David por Nancy, una vecina de Diego, y la oposición de Miguel, para quien Diego es un degenerado, a su nueva amistad. Fresa y chocolate, una gran declaración sobre la tolerancia, fue enormemente popular en casi todo el mundo. LA PELÍCULA DE ANA | Martes 25 de noviembre 2013, Daniel Díaz Torres, 95 min. Ana, una actriz luchando por llegar a fin de mes, siempre está buscando oportunidades para trabajar, no importa en qué proyecto. Cuando se encuentra con un documentalista alemán que quiere hacer un estudio sobre la prostitución contemporánea en la Habana, Ana piensa: “¿por qué no?”, y se propone como sujeto de la película confirmando la visión esperada por el documentalista y el público extranjero. Una película que satiriza el gusto por las historias y las imágenes más sórdidas de América Latina. ¡La miseria vende! Pero, también, la actuación de Ana revela, quizás, la familiaridad de muchos cubanos con un nivel de vida apenas por encima de la mera supervivencia. MELAZA | Martes 2 de diciembre 2012, Carlos Lechuga, 80 min. Un buen ejemplo de una nueva generación de producciones independientes emergiendo de Cuba, es la historia de una pareja, Aldo y Mónica, que buscan varias maneras de sobrevivir en su pueblo después de que el ingenio azucarero pare su producción. No careciendo de energía ni imaginación, la pareja inicia una serie de actividades, algunas mas legales que otras, que eventualmente atraen la atención de las autoridades. Si bien la película ciertamente ofrece una visión bastante critica de los fallos de la Cuba contemporánea, lo que más impresiona es la fortaleza de Aldo y Mónica. Uno no puede por más que imaginar lo que lograrían si les fuese dada la oportunidad de dirigir bien su talento.