Relaciones entre Estado e Iglesia Católica en la Constitución Nacional Prof.: Raúl Borello I.- Las relaciones del poder político del Estado con el poder religioso, suelen asumir, distintas formas. 1.- Estado sacral. En esta forma de organización política los fines del Estado aparecen subordinados a los principios religiosos (ej.: antiguos estados teocráticos). Es una forma casi inexistente en la actualidad. 2.- Estado confesional. Los fines políticos y temporales del Estado aparecen diferenciados de los principios espirituales, aún cuando el fenómeno religioso es recepcionado por los textos constitucionales, a veces privilegiando a la religión mayoritaria, ó declarándola religión oficial. Tal es el caso de la religión anglicana en Gran Bretaña. 3.- Estado laico: Esta solución promueve una postura neutral. El Estado no tiene religión oficial, ni privilegia ninguna. Un ejemplo de ello es la Constitución de Estados Unidos. II.- Para muchos autores, la Constitución de 1853 estableció una postura confesional. Si bien no se fijó una religión oficial, y se reconoció una amplia libertad de cultos, se reconoció al culto católico una preeminencia sobre los demás. Así el art. 2o (aún vigente) dispuso: "El Gobierno Federal sostiene el culto católico, apostólico y romano." Se ha discutido extensamente el alcance de este precepto, y su relación con la libertad de cultos. Como dijimos, algunos autores han sostenido que de ella deriva el carácter confesional de nuestro Estado y que debe darse una interpretación al verbo "sostener" que trascienda la mera ayuda financiera a las instituciones eclesiásticas (Bidart Campos). Sin embargo, la jurisprudencia de nuestra Corte ha optado por la interpretación restringida, limitada al aspecto económico y sin que implique adhesión al dogma religioso. Según Sabsay ("La Constitución de los Argentinos", pág. 22), mediante el art. 2o los constituyentes otorgaron a la religión católica el carácter de religión preferida por el Estado, quien se obligó a asistir financieramente a la Iglesia. Esta disposición implica también el otorgamiento de un "status especial" a la Iglesia Católica. Ahora bien, es posible diferenciar tres períodos en la historia constitucional argentina, respecto de esta relación: el primero, desde la sanción de la Constitución Página 1 de 4 hasta el Concordato de 1966; una segunda etapa: desde 1966 hasta la reforma de 1994, y un tercer período, a partir de esta última reforma. 1.- La Constitución de 1853, como dijimos, dio especial preferencia a la religión católica, aún cuando el texto constitucional garantizó la libertad de cultos (art. 14°) Ello surge, no solo del citado art. 2o, sino además de las facultades que se concedieron al Poder Ejecutivo para ejercer el patronato (art. 86 inc. 8 del texto anterior a la reforma de 1994), es decir la presentación de obispos para las iglesias catedrales a propuesta en tema del Senado, y para conceder pases ó retener decretos de los Concilios, las Bulas, Breves y Rescriptos del Sumo Pontífice de Roma, con acuerdo de la Corte, es decir el reconocimiento del Ejecutivo como autoridad de aplicación de Decretos y Bulas (anterior inciso 9 del citado art.) Además, la Constitución tenía otras disposiciones que evidenciaban claramente esa preeminencia de la religión católica. Así, el art. 67 (anterior) preveía una atribución del Congreso para promover la conversión de los indios al catolicismo, y le deba facultad a este órgano para aprobar ó desechar los concordatos. Así también, y con relación al Presidente, se exigía el requisito (para acceder al cargo) de "pertenecer a la comunión Católica Apostólica Romana" (art. 76 anterior), con respecto a este funcionario, también se consagraba que al prestar juramento lo haga por Dios y los Santos Evangelios (art. 80 anterior). 2.- En octubre de 1966 se firmó un acuerdo entra la Argentina y la Santa Sede que introdujo importantes modificaciones al régimen constitucional vinculado a la relación Iglesia- Estado. En este Concordato, el Estado argentino reconoce y garantiza a la Iglesia Católica el libre y pleno ejercicio de su poder espiritual, y establece que los nombramientos de obispos y arzobispos es competencia de la Santa Sede. Esta, antes de disponer los mismos deberá comunicar al gobierno argentino el nombre de la persona elegida. También se elimina el derecho de pase a favor del Poder Ejecutivo, y se reconoce a la Santa sede la facultad de publicar en la República Argentina todas las disposiciones relativas al gobierno de la Iglesia. Es decir que este Concordato hizo decaer la vigencia de algunos de los preceptos constitucionales aludidos (fundamentalmente en lo atinente al ejercicio del patronato y el derecho de pase que detentaba el Poder Ejecutivo). 3.- La reforma constitucional efectuada en 1994 no modificó las disposiciones de los arts. 2o {sostenimiento de culto católico por el Gobierno federal) y 14° {libertad de cultos), pero ha efectuado importantes modificaciones: a.- En primer lugar derogó las disposiciones que ya habían perdido vigencia con la firma del Concordato con la Santa Sede (anteriores arts. 86 inc. 8 y 9, atinentes a las facultades del Ejecutivo en patronato y pases). En igual sentido, suprimió la Página 2 de 4 facultad del Congreso de arreglar el patronato que preveía el anterior art. 67 inc. 19. b.- Otras disposiciones constitucionales que aludían a la relación entre Estado e Iglesia Católica, han sido modificadas: el anterior art. 67 inc. 15, atinente a la conversión de los indios al catolicismo, ha sido reemplazado por el art. 75 inc. 17, que ha suprimido esta disposición, y reconoce -en cambio- la identidad cultural de los pueblos indígenas, garantizando su respeto. la exigencia respecto del Poder Ejecutivo, en cuanto al requisito de profesar la religión católica ha sido suprimida, en el actual texto del art. 89. el juramento del Presidente y Vice al asumir su cargo, por Dios y los Santos Evangelios que disponía el anterior art. 80, ha sido sustituido, y el actual art. 93, prescribe que al tomar posesión de sus cargos prestarán juramento respetándose sus ideas religiosas. Ahora bien, ¿estas modificaciones producidas en 1994, implican un apartamiento de la concepción que previa el texto de 1853 (para algunos confesional) respecto de la relación Estado - Iglesia Católica? En un artículo periodístico publicado en Pagina/12 (17.9.95) el Ministro de la Corte Suprema, Enrique Petracci sostuvo que la reforma - al eliminar la referencia al Patronato, las facultades legislativas de promover la conversión de los indios al catolicismo, el requisito de pertenecer a la comunión católica para ser elegido Presidente ó Vice y en lugar de la obligatoriedad de jurar por Dios y los Santos Evangelios estableció que lo harían según sus creencias religiosas- evidenció la intención de acentuar el mas amplio pluralismo y el carácter no confesional del Estado. Si bien la reforma de 1994 produjo un cambio muy importante respecto de las relaciones entre Iglesia Católica y Estado, no se ha derogado el art. 2o, aún cuando aquellas modificaciones puedan acentuar una interpretación menos estricta del "sostenimiento" previsto en ese artículo. Es decir, más compatible con las exigencias de un liberalismo democrático. Cabe recordar que el Consejo para la Consolidación de la Democracia, en su dictamen preliminar (1986), recomendó suprimir el art. 2 o y establecer en el texto constitucional un artículo que consagre la libertad de cultos sin ninguna mención adicional. Es decir derogar el principio de "sostenimiento" a una determinada religión. Sobre el particular, Carlos Niño (en "Fundamentos de derecho constitucional", Ed. Astrea - Ed. 1992- pág. 287), ha dicho: " El sostenimiento de un culto en particular implica violar el principio igualitario que está implícito en la idea de libertad de cultos: los que profesan el culto preferido tienen mas facilidades para hacerlo que los que profesan otras Página 3 de 4 religiones ó desean sustituir las prácticas religiosas por otras actividades que dan sentido a su vida. Estos otros individuos están contribuyendo con sus impuestos y otras cargas al culto privilegiado y deben adicionalmente sostener su propio culto ó actividad sustitutiva. Además de la dimensión económica, ese apoyo, arinque se limite al plano de la financiación de un culto, tiene un valor simbólico importante: implica considerar privilegiados a los ciudadanos que profesan el culto preferido sobre los que no lo hacen, que son así, implícitamente clasificados en una categoría inferior." Página 4 de 4