DERECHO CIVIL LECCIÓN 1: CONCEPTO Y EVOLUCIÓN DEL DERECHO CIVIL

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DERECHO CIVIL
LECCIÓN 1: CONCEPTO Y EVOLUCIÓN DEL DERECHO CIVIL
1.− El Derecho civil: aproximación a su concepto y contenido actual *
Para llegar al concepto de Derecho civil no es posible una definición de tipo abstracto o descriptivo. Más bien
es preciso partir de unos presupuestos adecuados para su aprehensión y comprensión dentro del sistema.
En primer lugar, el Derecho Civil es Derecho privado. La división del Derecho en público y privado se hace
atendiendo a unos criterios:
1.− Teoría del interés: el Derecho público atendería al interés general, mientras que el Derecho privado se
ocuparía de intereses particulares. Este planteamiento está hoy prácticamente abandonado, pues importantes
sectores del Derecho privado salvaguardan intereses públicos y también existen intereses privados atendidos
por la Administración.
2.− Naturaleza del sujeto de la relación jurídica afectada: el Derecho público regularía las relaciones entre
particulares y poderes públicos y el Derecho privado las relaciones de particulares entre sí. Este fundamento
es insuficiente, en la medida en que existen relaciones de Derecho privado en las que están implicados
poderes públicos.
3.− Posición del sujeto en la situación jurídica: es una evolución del criterio anterior. Se trataría de que
cuando el Estado interviene en una relación con ius imperii el Derecho sería público, mientras que, a falta de
aquel, el Derecho sería privado. Es tal vez el criterio más ampliamente aceptado.
4.− Naturaleza de las normas: el Derecho público estaría compuesto por normas de naturaleza imperativa,
mientras que el Derecho privado lo formarían normas de naturaleza dispositiva. Este criterio es insuficiente,
pues existen normas imperativas en el ámbito privado y normas de Derecho público que dan un amplio juego
a la autonomía de la voluntad.
Con todo, es cierto que hay algo de verdad en cada uno de los criterios expuestos, que con las imprescindibles
matizaciones pueden ser completados acudiendo a los principios informadores que están en la base de ambos
sectores del ordenamiento. Con carácter general puede decirse que las situaciones jurídicas privadas se rigen
por los principios de igualdad y libertad, mientras que en las situaciones jurídico−públicas se basan en los
principios de autoridad y competencia.
La segunda característica del Derecho civil es que éste no es sólo Derecho privado, sino también es Derecho
privado general. Para comprender esto es preciso aclarar la diferencia entre normas generales y normas
especiales:
1.− Normas generales: las que están destinadas a regular la realidad social considerada en su totalidad.
2.− Normas especiales: las que tienen por finalidad regular materias o relaciones determinadas y concretas.
No constituyen un quebrantamiento de la regla general, sino simplemente una adaptación de la misma al
supuesto concreto.
En nuestro ordenamiento jurídico se afirma que el Derecho civil es el Derecho privado general, mientras que
otros sectores como el Derecho mercantil serían Derecho privado especial.
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No obstante, el carácter relativo de la relación general/especial explica también que dentro del Derecho civil
se puedan individualizar sectores que, sin haberse desgajado del tronco común para constituir disciplinas
autónomas, presentan algún rasgo de especialidad.
La delimitación entre las ramas generales del ordenamiento y las especiales no sólo sirve para marcar las
fronteras entre disciplinas jurídicas más o menos próximas o entre sectores de una misma disciplina, sino que
además es relevante en términos prácticos. En concreto, la diferenciación que ahora tratamos explica la
relación estructural de supletoriedad según la cual, cuando falte una norma en el sector especial y la
solución jurídica al mismo no puede encontrarse acudiendo a la integración dentro del mismo sector
(fundamentalmente la analogía), la norma aplicable será la del Derecho general.
Un ejemplo de esto es el art. 4.3 del Código Civil conforme al cual Las disposiciones de este Código se
aplicarán como supletorias en las materias regidas por otras Leyes.
Por último, hay que enumerar los principios o instituciones que fundamentan el Derecho civil actual y que
informan todo su contenido:
− El reconocimiento del individuo como persona y de los derechos de la personalidad.
− El reconocimiento de las personas jurídicas como sujetos de derechos y obligaciones.
− El principio de autonomía privada y sus limitaciones.
− La responsabilidad civil.
− El reconocimiento de la propiedad privada y de su función social.
− La protección de la familia y de los derechos de la persona en el seno del grupo familiar.
− El reconocimiento del fenómeno sucesorio.
2.− La formación histórica del Derecho civil: La codificación
2.1.− La codificación civil en España
2.2.− El Código Civil español: estructura, contenido y valoración
El Código Civil español sigue la clasificación del Código Civil francés, aunque con algunas variantes:
− Título Preliminar
− Libro I: personas.
− Libro II: bienes y propiedad.
− Libro III: modos de adquirir la propiedad.
− Libro IV: obligaciones y contratos.
− Disposición derogatoria.
− Trece disposiciones transitorias y tres adicionales sobre el modo de preparar las reformas del propio Código.
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A la hora de hacer una valoración del Código Civil de 1889 se debe destacar que no fue capaz de superar el
problema de la diversidad jurídica existente en los territorios de la Península.
El objeto de la codificación fue, por encima de todo, la del Derecho castellano, como demuestra el hecho de
que en la primera edición del Código no estaba la expresión Derecho civil común sino el llamado Derecho
civil de Castilla.
Desde el punto de vista sociológico e ideológico se puede considerar al Código hijo de su tiempo, aunque
está, sobre todo, pensado en una sociedad poco industrializada y predominantemente agrícola y permanece
ajeno a muchas preocupaciones sociales que ya eran fuertemente sentidas por la sociedad de la época.
3.− La Constitución de 1978 y su significado para el Derecho civil *
La entrada en vigor de la Constitución de 1978 supuso una verdadera revolución en la estructura y función del
ordenamiento jurídico español que, evidentemente, ha tenido repercusiones trascendentales en el Derecho
civil.
El carácter normativo de la Constitución ha impuesto a lo largo de estos años la necesidad de adaptación de
las normas civiles legales a los dictados de la ley fundamental.
La Constitución instaura un nuevo ordenamiento jurídico de estructura complejo que se manifiesta tanto en las
formas de producción de las normas como en el contenido de las mismas.
Desde el punto de vista de las formas de producción de las normas, la Constitución establece un complejo
sistema de fuentes en el interior del propio Estado al reconocer potestades normativas civiles a Comunidades
Autónomas. Admite también la cesión de competencias normativas a favor de entes supraestatales (UE).
Finalmente, la apertura al exterior de España, abre también el ámbito concedido a las fuentes estrictamente
internacionales por la vía de los tratados.
Desde el punto de vista del contenido, las normas, principios y valores que se consagran al máximo nivel en
el texto constitucional se imponen sobre la interpretación de todo el Derecho infraconstitucional preexistente y
sobre la producción y desarrollo de todo el Derecho futuro.
En este orden de consideraciones se debe aludir a la progresiva aceleración del proceso de producción de
leyes especiales que ya se había iniciado en la etapa preconstitucional, pero que se ha incrementado de
manera notable en los últimos tiempos. El fenómeno es común a todos los ordenamientos de nuestro entorno.
En el marco del Derecho civil español estatal esta acelerada producción legislativa se ha efectuado a veces
dentro y a veces fuera del Código civil. Dentro del Código ha ocurrido sobre todo, en el Derecho de la
persona y el Derecho de la familia. Más asombrosa es la descodificación acelerada que en los últimos años
ha experimentado el Derecho civil patrimonial y en materia de obligaciones y contratos, que ha modificado
muchas de las bases de este sector del ordenamiento que venía siendo intocable, prácticamente desde la época
romana.
Todo este rosario de leyes especiales parece arrumbar definitivamente en España el ideal codificador, el cual
estaría hoy totalmente superado. Y ello no sólo por la cantidad de leyes civiles situadas fuera del Código, sino
sobre todo porque, más allá del número, esta ingente cantidad de leyes muestra el desprestigio de la ley como
mandato general, las continuas y frecuentemente contradictorias respuestas legales a una coyuntura siempre
cambiante y, la mayoría de las veces, la absoluta falta de técnica legislativa.
LECCIÓN 2: LA PLURALIDAD DE DERECHOS CIVILES ESPAÑOLES
1.− La pluralidad de Derechos civiles españoles. Evolución histórica y reconocimiento constitucional
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La Constitución conforma al español como un Estado plurilegislativo. Aunque esto es consecuencia directo
del reconocimiento del principio de autonomía de las nacionalidades y regiones, lo cierto es que en el caso del
Derecho civil su explicación tiene indudables raíces históricos.
En este sentido una de las pretensiones de los movimientos constitucionalista y codificador del S. XIX era la
unificación del Derecho y la simplificación jurídica. En esta línea, las Constituciones españolas que se
sucedieron a lo largo del S. XIX contenían una previsión en la que se buscaba, a través de la elaboración de un
Código civil único, la uniformidad del Derecho (art. 258 de C. Cádiz).
La situación sufrió un giro radical en la segunda mitad del siglo. Las Constituciones que entonces recogieron
el ideal de unificación del Derecho civil lo hicieron ya con el convencimiento de que aquél sólo sería posible
si se mantenía, en mayor o menor medida, el Derecho foral.
La elaboración definitiva del Código civil fue posible, sobre todo, por el nuevo planteamiento de la cuestión
foral hecho por Álvarez de Bugallal, promoviendo en 1880 la elaboración de las Memorias correspondientes
a los territorios con Derecho civil propio. En 1881 Alonso Martínez presentó un Proyecto de Ley de Bases
que abordaba la cuestión de los Derechos de un modo que, finalmente, determinó el fracaso del proyecto. En
1885 se presentó un nuevo Proyecto de Ley de Bases que, finalmente se convirtió en la Ley de Bases de 11 de
mayo de 1888 que abordaba las relaciones entre el Código civil y los Derechos forales desde una posición que
respetaba más el Derecho propio de las regiones forales, permitiendo a éstas conservar su Derecho
íntegramente, rigiendo el futuro Código Civil en ellas como derecho supletorio. Además, se imponía en esa
Ley de Bases la redacción de Apéndices, en los que se habrían de contener las instituciones forales que
conviene conservar.
Todo ello significó el abandono definitivo de la idea de hacer un Código civil general que cumpliera
plenamente la función de Derecho común para todo el territorio nacional.
Varias décadas después y desde planteamientos políticos bien distintos, la Constitución republicana de
1931, tomando como principio de base la estructura plurilegislativa del Estado español, aborda las relaciones
entre el Código civil y los Derechos forales desde una nueva perspectiva, reservando al Estado la competencia
legislativa en unas pocas materias y permitiendo que las regiones autónomas asumieran en sus respectivos
Estatutos plenas competencias sobre la legislación civil, y todo ello con independencia de la preexistencia o
no de un Derecho civil propio en el territorio en cuestión.
Truncado este planteamiento con el advenimiento de la dictadura, la llamada cuestión foral toma un nuevo
cariz. Los resultados del Congreso de Zaragoza de 1946 derivaron en la propuesta de elaboración de un
Código civil general para toda España y, en lugar del fracasado sistema de Apéndices, la Compilación de
instituciones forales o territoriales.
Redactadas todas las Compilaciones, la Reforma del Título Preliminar del Código civil, realizada en
1973−1974, afronta la relación entre el Código civil y los derechos forales desde planteamientos nuevos,
asumiendo de forma definitiva la diversidad legislativa en materia civil.
2.− Competencias de lasa Comunidades Autónomas en materia de Derecho Civil *
La competencia exclusiva del Estado a la determinación de las fuentes del Derecho está regulada por el art.
149.1.8 de la Constitución, declarándose asimismo que aquélla ha de ejercitarse con respeto a las normas de
derecho foral o especial.
La ambigüedad del texto constitucional hace que con mayor motivo que en ningún otro asunto, la doctrina
haya discrepado profundamente respecto de las Comunidades Autónomas que, prevaliéndose de la excepción
constitucional, se hallaban habilitadas para asumir competencias en materia de fuentes del Derecho. Parece
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consolidada la postura proclive a considerar que la habilitación para establecer un peculiar sistema de fuentes
corresponde a las Comunidades Autónomas que hayan asumido competencias sobre su Derecho civil, es decir,
las Comunidades Autónomas con Derecho civil foral o especial.
La asunción por las Comunidades Autónomas de su competencia sobre fuentes del Derecho no va a significar,
desde luego, la proclamación por todas o por algunas de ellas de nuevos medios de producción heterogéneos y
sustancialmente distintos de los previstos en el Código civil y en el resto del ordenamiento jurídico español.
Pero la verdadera importancia de la autoproclamación de un propio sistema de fuentes está en que a partir de
ahora los derechos civiles de las Comunidades Autónomas con competencias legislativas civiles se
consolidan como ordenamientos jurídicos propios, distintos y completos en la medida en que es en su
propio seno donde se encuentran sus mecanismos de producción e integración; son además ordenamientos
jurídicos situados en el mismo plano que el ordenamiento estatal.
Es cierto que al margen de aquellas materias civiles reservadas a la exclusiva competencia del Estado son
hasta ahora abundantes las normas del Código civil y de otras leyes civiles de génesis estatal aplicadas, en
muy distinta medida, en las Comunidades Autónomas con competencia civil. Se trata de normas relativas a
materias insuficientemente desarrolladas por el legislador autonómico o que éste todavía no ha desarrollado en
absoluto y que, por consiguiente, a pesar de haberse utilizado el pertinente mecanismo de autointegración, aún
resultan ajenas al ordenamiento jurídico de la Comunidad Autónoma en cuestión. El recurso al Derecho civil
estatal como Derecho supletorio será entonces preciso, no porque éste haya de considerarse el Derecho
común de los necesariamente incompletos Derechos civiles autonómicos, sino porque coyunturalmente ese
ordenamiento jurídico concreto lo es.
3.− La relación entre los derechos civiles autonómicos y el Derecho estatal
Presupuestos generales:
a) El Código civil o, en su caso, la ley estatal que regule una cuestión civil determinada, será Derecho común
en todas aquellas materias civiles sobre las que el Estado tiene competencia exclusiva.
b) En el resto de las materias civiles el Código civil será, junto con otras leyes civiles de origen estatal,
Derecho supletorio del de las Comunidades Autónomas con Derecho civil propio (escrito o consuetudinario).
c) Ha de partirse de la igualdad sustancial de todos los Derechos civiles existentes en el territorio español,
igualdad que debe predicarse tanto entre los Derechos especiales como entre ellos y el Derecho civil general.
d) Los Derechos civiles de las Comunidades Autónomas actúan como Derecho común en su propio ámbito
territorial respecto de otras leyes especiales por razón de la materia, sean éstas estatales o autonómicas.
e) Ha de mencionarse la existencia de normas de naturaleza civil en todas las Comunidades Autónomas, con o
sin Derecho civil propio anterior a la Constitución de 1978, basado en competencias específicas asumidas en
los respectivos estatutos.
4.− Breve referencia al actual contenido normativo de los Derechos civiles autonómicos
El reconocimiento constitucional de la competencia legislativa a las Comunidades Autónomas dentro del
marco competencial reconocido por la Constitución y por los Estatutos ha dado un giro radical a aquel punto
de partida. Hoy en día, cada una de estas Comunidades Autónomas es el centro de imputación y de creación
de un ordenamiento jurídico propio que allí donde exista tiene también su parcela civil.
El grado de evolución que han adquirido estos ordenamientos civiles autonómicos a partir de su
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reconocimiento explícito y su impulso por la Constitución de 1978 ha sido muy diverso en unas y otras
Comunidades Autónomas, diversidad que obedece no tanto a su diferente punto de partida, como a la muy
diferente voluntad y fuerza política de esas Comunidades Autónomas.
Cataluña es, sin lugar a dudas, la Comunidad que más activamente ha actuado sobre su Derecho Civil propio.
En Galicia la norma esencial hasta el presente es la ley de 24 de mayo de 1995, de Derecho civil de Galicia,
que derogó la Compilación de 1963 e introdujo numerosas novedades en el panorama legislativo gallego,
como el vitalicio, el usufructo universal del cónyuge viudo o el apartamiento. Las previsiones contenidas en la
propia ley en relación con su modificación y las deficiencias técnicas observadas en estos años han propiciado
un proceso, aún no finalizado, de reforma de esta ley.
Por último, cabe destacar también la acelerada aparición de leyes civiles en Comunidades Autónomas que,
en principio, no son destinatarias de la atribución competencial excepcional que confiere el art. 149.1.8
de la Constitución. Estas leyes son dictadas con fundamento en títulos competencias diversos que han dado
lugar a un Derecho civil autonómico absolutamente desconectado de la historia y de situación precedente
de la respectiva Comunidad Autónoma. Destacan, las leyes de fundaciones de Canarias y Madrid.
LECCIÓN 3: LAS FUENTES DEL DERECHO CIVIL
1.− Preceptos constitucionales sobre fuentes del Derecho y Título Preliminar del Código civil *
Desde 1889 la regulación de las fuentes del Derecho español se ha colocado en el Código civil, cuya parte
introductoria contenía una serie de normas sobre la producción y aplicación de otras normas. Todo esto estaba
incluido en el Título Preliminar del Código civil.
En la época de la Codificación la ley era la norma soberana y como tal no estaba sujeta a ninguna otra
norma, ni siquiera a la Constitución, la cual no era considerada por entonces como un documento jurídico,
sino político. No se alzaba, por tanto, ningún obstáculo a que fuera precisamente una ley (el Código civil) la
que estableciera el régimen de creación, aplicación y eficacia de las normas jurídicas.
Estos decimonónicos conceptos de ley y Constitución no son sostenibles en un Estado y en un ordenamiento
como el diseñado por la Constitución española de 1978. En él la Constitución se configura como la norma
suprema, a la cual han de someterse todas las demás. No existe comparación posible entre Constitución y ley,
ésta última se halla subordinada a la primera, subordinación que controla un órgano diseñado para tal
cometido, el Tribunal Constitucional.
A este planteamiento responde la Constitución española de 1978 que contiene un buen número de normas de
producción jurídica. No obstante, ni supone un régimen jurídico completo sobre la producción de otras
normas, ni ha significado la derogación de los preceptos contenidos en el Título Preliminar del Código civil,
sino más bien al contrario, la coexistencia de dos distintas regulaciones de fuentes, de rango
constitucional una y legal la otra. Esta dualidad no presenta inconveniente alguno siempre que se tenga
presente que las normas legales acerca del sistema de fuentes sólo son válidas en cuanto no contradigan lo
dispuesto en la Constitución.
En la cúspide de las fuentes está la propia Constitución e inmediatamente después las Sentencias del
Tribunal Constitucional en virtud del valor que la Ley fundamental les otorga, lo que hace de las sentencias
estimatorias de los recursos y cuestiones de inconstitucionalidad verdaderas leyes negativas productoras
de efectos generales desde su publicación en el BOE. El Tribunal Constitucional actúa también como
verdadero legislador, en este caso positivo, en las llamadas sentencias interpretativas que declaran la
constitucionalidad de una ley pero atribuyéndole determinada interpretación.
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Por otro lado se ha dicho que la inclusión junto a la ley de otras fuentes no escritas como la costumbre y los
principios generales del Derecho realizada por el art. 1.1 del Código civil, es lícita en la medida en que, aún
no estando previstas en la Constitución, no contravienen lo que ella dispone. Además, la consideración del a
costumbre y los principios generales como fuentes del ordenamiento jurídico considerado en su conjunto
requiere alguna puntualización pues, de serlo, sólo lo serían en el ámbito del Derecho privado.
También los tratados internacionales en su consideración de fuentes del Derecho han quedado
profundamente por el texto constitucional. Además, por la vía de algunos tratados internacionales se han
venido a construir verdaderos ordenamientos jurídicos paralelos, como en el caso del Derecho comunitario.
El alcance de la alusión a la jurisprudencia realizada por el art. 1.6 del Código civil y el valor que cabe
otorgar a la del Tribunal supremo (y en medida análoga a los Tribunales Superiores de Justicia) sigue siendo,
tras la Constitución, un tema muy discutido, manteniéndose una discrepancia doctrinal en torno a su
configuración o no como fuente del Derecho.
2.− La Ley como fuente del Derecho civil *
La ley es mencionada como primera fuente del ordenamiento jurídico español en el art. 1 del Código civil. La
ley es la norma aprobada con este nombre por las Cortes generales por el procedimiento establecido en el
Capítulo II del Título I de la Constitución, así como las aprobadas, también cono ese nombre, por las
Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas
Para que una norma escrita pueda ser considerada como verdadera ley ha de cumplir unos requisitos de
solemnidad y otros de legitimidad:
1− Requisitos de solemnidad: se atienden observando al procedimiento establecido para la elaboración de las
leyes previsto en el Título III Cap. Segundo de la Constitución y en los Reglamentos de las Cámaras, así como
en los reglados en los Estatutos de Autonomía respectivos, para las leyes autonómicas. El procedimiento de
elaboración de las leyes estatales se desarrolla en las Cortes Generales y el de las leyes autonómicas en los
Parlamentos de las Comunidades Autónomas. En ambos casos concluye con los actos de sanción,
promulgación y publicación de las leyes.
a) Sanción: el Rey mantiene formalmente la potestad legislativa y por ello es preciso su intervención para que
existe la ley, pero se trata de una potestad meramente formal que el Rey no puede negar. La potestad
legislativa reside en las Cortes Generales y en el caso de las Comunidades Autónomas, en sus Asambleas
Legislativas.
b) Promulgación: es el acto mediante el cual el Rey hace constar que las Cortes Generales han aprobado la
Ley. La ley se presenta al Rey por el Presidente del Gobierno, a quien se la remiten las Cortes, de modo que el
Monarca debe promulgar todo lo que se le presente como ley. La sanción y promulgación de leyes
autonómicas corresponde a los presidentes de los respectivos poderes ejecutivos de las Comunidades
Autónomas.
c) Publicación: es el hecho de que la ley se haga pública y responde al principio constitucional de
<<publicidad de las normas>>. Este principio es una exigencia del Estado de Derecho, impuesta por la
necesidad de dotar de eficacia al ordenamiento jurídico, de modo que como se señala en el art. 6.1 del Código
civil, la ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento.
Se distinguen dos formas de publicidad de las normas: la publicidad formal, que consiste en la inserción de
la norma en un periódico oficial y la publicidad material mediante pregones, pasquines, publicación en
periódicos, etc. El Derecho español se rige hoy en día por el principio de publicidad formal, esto es, la
publicación oficial en el Boletín Oficial del Estado, para las leyes estatales y en el caso de las leyes
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autonómicas, la previsión del Código civil ha de completarse con las referencias contenidas en los Estatutos
de Autonomía, que en todos los casos condicionan la eficacia de sus respectivas leyes a la publicación de las
mismas en el Boletín Oficial de la respectiva Comunidad, si bien generalmente también exigen su publicación
en el BOE.
2.− Requisitos de legitimidad: se cumplen cuando el órgano que confecciona la ley tiene conferida esa
competencia por la Constitución y cuando el contenido de la ley es conforme con los principios y normas
contenidas en la Ley fundamental como norma de rango superior.
Por otro lado, hay dos tipos de leyes: leyes orgánicas y leyes ordinarias:
1.− Ley orgánica: es una creación de la Constitución, que en su art. 81 la caracteriza por una doble
circunstancia: la material, según la cual ha de referirse a una serie de materias tasadas por la propia
Constitución y la formal, de que haya sido aprobada con la mayoría absoluta del Congreso, en una votación
final sobre el conjunto del Proyecto. No existen leyes orgánicas de origen autonómico.
Las materias reservadas por la Constitución a ley orgánica son:
− <<Relativas al desarrollo de los derechos fundamentales y de las libertades públicas>>.
− <<Las que aprueben los Estatutos de Autonomía y el régimen electoral general>>.
− <<Las demás previstas en la Constitución>> (organización militar, Defensor del Pueblo, orden de sucesión
de la Corona).
Son materias que prácticamente carecen de contenido civil, excepto las destinadas al desarrollo de los
derechos fundamentales y libertades públicas.
Hay que señalar que, según la doctrina vertida al respecto por el Tribunal Constitucional, la reserva de ley
orgánica en el ámbito de los derechos fundamentales y las libertades públicas no abarca todos los aspectos del
derecho fundamental en cuestión, sino únicamente los que se refieran <<al desarrollo directo de los elementos
esenciales del derecho fundamental>>.
Uno de los problemas teóricos que ha planteado la categoría de ley orgánica es el de su posición en el
ordenamiento jurídico. Para algunos autores, dado que las leyes orgánicas no pueden ser derogadas ni
modificadas si no es por otra ley orgánica, ocuparían el segundo rango jerárquico, inmediatamente después de
la Constitución y antes de las leyes ordinarias. Para otros, la relación entre ambas clases de leyes no se explica
por el principio de jerarquía, sino por el de competencia, de tal modo que la forma de ley orgánica se reserva
para determinadas materias, y la de ley ordinaria para otras.
2.− Ley ordinaria: la mayor parte de las leyes de naturaleza civil pertenecen a la categoría de ley ordinaria.
La ley ordinaria puede definirse como aquella ley que regula materias no comprendidas en el art. 81 de la CE,
elaborada por el titular del poder legislativo, estatal o autonómico, siguiendo el procedimiento previsto en la
Constitución y en los Reglamentos de las Cámaras para las leyes estatales, y en los respectivos Estatutos de
Autonomía para las leyes autonómicas.
El procedimiento de elaboración de las leyes consta de dos fases:
− Fase de discusión y aprobación por los respectivos Parlamentos.
− Fase de integración de la eficacia: sanción, promulgación y publicación.
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Además de las leyes orgánicas y ordinarias ya mencionadas, tienen cierta relevancia en materia civil dos tipos
de actos normativos del Gobierno a los que la Constitución otorga fuerza de ley:
− Decretos legislativos: el poder legislativo hace al Gobierno una delegación para que éste los sustituya (ley
de delegación). Se trata de una delegación en materias en las que se cree que el Gobierno es autosuficiente
para regularlas, sin la necesidad de seguir el procedimiento habitual. La ley de delegación podrá ser una ley de
bases cuando pretenda la formación de textos articulados o una ley ordinaria cuando se pretendan realizar
textos refundidos.
− Decretos−leyes: son normas dictadas por el Gobierno en caso de extraordinaria y urgente necesidad. Se
trata de normas con fuerza de ley que emanan directamente del Gobierno, con carácter provisional, y sobre
las que el Parlamento sólo se pronuncia a posteriori.
3.− Los reglamentos y su valor para el Derecho civil *
Un reglamento es toda norma escrita dictada por la Administración. Los reglamentos están sometidos al
principio de legalidad. De esto se deriva que las normas con rango de ley tienen plena fuerza activa y
pasiva frente a los reglamentos, es decir, que las normas legales derogan cualquier norma reglamentaria
preexistente en la materia que se les oponga, y los reglamentos que contradigan las leyes carecen de validez.
Los reglamentos pueden emanar de los distintos órganos del poder ejecutivo, lo cual significa que, además de
estar todos ellos subordinados a las leyes, existe un orden jerárquico entre los propios reglamentos, orden
que viene determinado por el rango que ocupa el órgano que ha dictado el reglamento.
La doctrina administrativa clasifica los reglamentos emanados de la Administración en:
1.− Reglamentos ejecutivos o dependientes: se dictan para el desarrollo y ejecución de las leyes, por lo que
la ley habilitante constituye para ellos una condición de validez. Este tipo de reglamentos son abundantes en
materia civil.
2.− Reglamentos independientes: se dictan en una materia respecto de la cual no existe, ni tiene por qué, una
disposición legal previa.
Esto nos lleva a preguntarnos si en el Derecho civil pueden o no existir legítimamente reglamentos
independientes, es decir, normas emanadas del Gobierno y la Administración que no se limitan a desarrollar
una ley precedente, que conforman la única normativa jurídica sobre la cuestión. La Sala 1ª del Tribunal
Supremo parece avalar la tesis negativa, es decir, que en el ámbito del Derecho privado el reglamento no
puede entrar salvo que lo haga en ejecución de una ley previa.
Desde una postura contraria a la anterior, que también cuenta con apoyos teóricos, se permitiría el ejercicio de
la potestad reglamentaria en toda la materia civil no reservada expresamente a la ley. Es cierto que hasta la
fecha la mayor parte de las cuestiones civiles se hallan reguladas en el Código civil o en otras normas con
rango de ley, pero desde esta perspectiva, ello obedecería a razones básicamente históricas, pero no a un
general imperativo constitucional que sólo existen en aquellas materias que, efectivamente, se ven afectadas
por el principio de reserva de ley.
La mayor parte de la materia civil está actualmente regulada por ley, lo que ocasiona una congelación de
rango en esos temas que deja un escaso margen al reglamento. No obstante, desde el segundo de los
planteamientos citados, dicha congelación de rango no impediría que la propia ley la eliminase o que, al
menos, el reglamento actuase al margen de la ley en las cuestiones no previstas por ésta y que no entrasen en
el ámbito material de la reserva de ley.
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4.− Los tratados internacionales *
La consideración de los tratados internacionales en el sistema de fuentes del ordenamiento jurídico español
tiene una fuera impronta constitucional. Las novedades introducidas por la Ley fundamental son profundas: en
primer lugar, la Constitución de 1978 rompe con la idea, muy extendida entre nuestra jurisprudencia y
doctrina, según la cual el tratado quedaría reducido al momem iuris ley, pasando a considerarlo como una
fuente autónoma y distinta de la ley. Es, además, una fuente directa, pues no se exige que se dicten normas
jurídicas estatales que impongan su cumplimiento.
La Constitución española distingue tres tipos diferentes de tratados:
1.− El contemplado en el art. 93 donde se dispone <<Mediante ley orgánica se podrá autorizar la celebración
de tratados por los que se atribuya a una organización o institución internacional (sic) el ejercicio de
competencias derivadas de la Constitución. Corresponde a las Cortes Generales o al Gobierno, según los
casos, la garantía del cumplimiento de esos tratados y de las resoluciones emanadas de los órganos
internacionales o supranacionales titulares de la cesión>>.
2.− El segundo tipo de los tratados previstos en la Constitución son los tratados que requieren la previa
autorización de las Cortes Generales (art. 94.4), entre los que se encuentran todos aquellos que supongan
modificación o derogación de alguna ley o exijan medidas legislativas para su ejecución.
3.− Finalmente, los tratados excluidos de los dos preceptos constitucionales mentados serán celebrados por el
Gobierno, sin más requisito que la información de su conclusión al Congreso y al Senado (art. 94.2) y que no
tienen, al menos hasta ahora trascendencia en materia civil.
5.− La costumbre como fuente del Derecho civil *
El Derecho positivo español, a diferencia de lo que hacen otros vecinos, recoge la costumbre en el elenco de
fuentes del Derecho privado. En el vigente art. 1.1 del Código civil se afirma que la costumbre <<sólo regirá
en defecto de ley aplicable, siempre que no sea contraria a la moral o al orden público y que resulte
probada>>.
La costumbre puede ser definida como la norma creada e impuesta por el uso social.
Características
− Se trata de un Derecho de origen extraestatal, es decir, creado por las fuerzas sociales sin la intervención
del Estado, el cual, sin embargo, presta su colaboración coactiva reconociéndole carácter normativo.
− Son normas que nacen de la práctica efectiva y repetida de una determinada conducta a la que, en la
concepción tradicional, acompañan determinados requisitos.
− Es Derecho no escrito. Este rasgo no deja de ser discutido, en la medida en que se reconoce la posibilidad
de recopilación de normas consuetudinarias, fenómeno históricamente frecuente y actualmente previsto en
algún Estatuto de Autonomía.
A pesar de su reconocimiento expreso como fuente y de su aparente relanzamiento en los Derechos
autonómicos, en general se subraya la decreciente importancia del papel de la costumbre en el moderno
Derecho civil español, cuya Constitución regula el proceso de creación jurídica atribuyendo los
correspondientes poderes al Estado y las Comunidades Autónomas, para las normas con rango de ley, y al
Gobierno y la Administración estatal y autonómica para las reglamentarias. Por el contrario, la costumbre
carece, como ya hemos dicho, de cualquier reconocimiento constitucional.
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Por otra parte, aun admitiendo su valor autónomo, la importancia de la costumbre difiere notablemente en
función del sector del ordenamiento jurídico en el que nos situemos. Así, en el Derecho privado ha sido
siempre alta en el Derecho Mercantil y en el Derecho internacional público, dentro del ámbito del Derecho
público. La relevancia de la costumbre es prácticamente nula en Derecho penal.
También hay que hablar de las numerosas opiniones de autores que ven una posible contradicción de la
norma consuetudinaria con algunos principios constitucionales. Así, se ha dicho que el reconocimiento de
la costumbre como fuente del Derecho podría ser contrario tanto al principio de legalidad, como al de
seguridad jurídica, o incluso al de publicidad de las normas. Por todo esto, el art. 1.3 del Código civil dice que
la costumbre es fuente del Derecho sólo si se lo reconoce una ley válida previa, bien sea con carácter
genérico, bien actuando como norma de remisión.
Tipos de costumbre y Posición en el sistema de fuente del Derecho civil
Por su relación con la ley la costumbre puede ser:
1.− Costumbre extra o praeter legem: la costumbre que regula situaciones sobre las que la ley no se
pronuncia.
2.− Costumbre contra legem: regula una determinada cuestión contradiciendo lo dispuesto en la ley.
3.− Costumbre secundum o propter legem: resulta conforme a una ley, fijando por vía interpretativa el
sentido de dicha ley.
El Código civil sólo admite la primera, es decir, la costumbre supletoria, mientras que rechaza la eficacia
vinculante de la costumbre contraria a la ley y guara silencio respecto a la costumbre interpretativa, lo
que al parecer de la doctrina ha de entenderse en el sentido de su no reconocimiento.
En algunos Derechos civiles autonómicos se admite el valor vinculante de la costumbre contra ley, como en el
Derecho civil navarro. Pero, aún siendo asuntos de competencia autonómica, ninguna norma
consuetudinaria podrá prevalecer sobre la norma legal en todas aquellas materias sometidas al
principio de reserva de ley, incluso cuando la ley nada haya dicho al respecto.
Prueba de la costumbre
6.− Los principios generales del Derecho *
Los principios generales del Derecho fueron recogidos en la numeración de las fuentes en el texto originario
del Código civil <<Los principios generales de Derecho se aplicarán en defecto de la ley o costumbre, sin
perjuicio de su carácter informador del ordenamiento jurídico>>.
En este precepto se están explicitando las dos funciones que tradicionalmente la doctrina ha asignado a los
principios generales del Derecho:
1.− Función o significado informador: consiste en su posible utilización en la labor interpretativa de las
demás normas, así como en su función de indicador del carácter y rango que a las normas se les debe asignar.
2.− Función autónoma como fuente subsidiaria: entra en juego cuando un determinado supuesto de hecho
carezca de regulación legal o consuetudinaria.
Los principios generales del Derecho adquieren además una nueva dimensión en los ordenamientos
civiles autonómicos, donde se recogen explícitamente en todos los sistemas de fuentes con una específica
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misión: la de impedir que, frente a los principios del ordenamiento autonómico en cuestión, se puedan aplicar
normas estatales supletorias que sean contrarias a aquéllos. Ahora bien, para que esto ocurra es preciso que
entre las normas supletorias y los principios generales del sistema autonómico exista verdadera contradicción.
Estos principios plasmados en la ley fundamental tienen significado y valor constitucional, como ha
reconocido, entre otras, la STC de 2 de febrero de 1981, atribuyéndoles fuerza derogatoria de leyes
preconstitucionales que los contradigan.
7.− La jurisprudencia: concepto y valor en el sistema de fuentes *
Según el uso actualmente más frecuente de la palabra, jurisprudencia es la solución dada de manera
constante (más de una vez) a una determinada cuestión jurídica por parte de los tribunales, y
especialmente, por los Tribunales reconocidos como superiores por un determinado ordenamiento. La
jurisprudencia constituye uno de los puntos que tradicionalmente separan los sistemas jurídicos de common
law y del civil law o continentales.
El art. 1.6 del Código civil recogió la fórmula según la cual <<La jurisprudencia complementará el
ordenamiento jurídico español con la doctrina que, de modo reiterado, establezca el Tribunal Supremo al
interpretar y aplicar la ley, la costumbre y los principios generales del Derecho. Por esto, la opinión más
aceptada en nuestra doctrina es que la jurisprudencia no crea normas, sino que aplica las ya existentes. Por
tanto no puede ser considerada como fuente del Derecho. A pesar de ello se ensalza el alto valor de la
jurisprudencia como complemento del ordenamiento jurídico, para lo cual, según el propio Tribunal
Supremo, ha de cumplir los siguientes requisitos:
− Reiteración en las sentencias: al menos dos fallos iguales y sucesividad en el tiempo.
− Ratio decidendi: es preciso que los criterios conformadores de la jurisprudencia hayan sido utilizados como
razón básica para adoptar la decisión.
− Los casos decididos en las sentencias deben guardar una identidad esencial y a su vez deben estar
sustancialmente idénticos a aquél que reclama la aplicación de la jurisprudencia.
− Sólo puede crear jurisprudencia las sentencias de recursos de casación de la Sala de lo Civil del Tribunal
Supremo.
8.− El ordenamiento comunitario en el sistema de fuentes del ordenamiento jurídico español *
LECCIÓN 4: LOS LÍMITES TEMPORALES DE LAS NORMAS JURÍDICAS Y EL DERECHO
TRANSITORIO
1.− El tiempo de vigencia de las normas: entrada en vigor y derogación
Las normas jurídicas no tienen un valor ilimitado en el tiempo, sino que su vigencia se proyecta durante un
lapso temporal que va desde su entrada en vigor hasta su desaparición.
a) Entrada en vigor de las leyes
El principio constitucional de publicidad de las normas determina que las normas jurídicas escritas no
comiencen a ser eficaces hasta que, una vez publicadas, entren en vigor. Además de un requisito constitutivo
de la propia ley, la publicación es un requisito de eficacia.
Conforme al art. 2.1 del Código civil <<Las leyes entrarán en vigor a los veinte días de su completa
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publicación en el BOE, si en ellas no se dispone otra cosa>>. Todo esto excluyendo el día inicial y sin
excluir los días inhábiles.
Algunos Estatutos de Autonomía (como el catalán) recogen para sus propias leyes una cláusula de entrada en
vigor similar a la transcrita y además se sustraen a cualquier posible modificación del Código civil sobre el
asunto, lo cual sin embargo no sucede en otros Estatutos, que no mencionan plazo alguno para la entrada en
vigor (el gallego). Al no tratarse de una exigencia constitucional, nada impide que cada ley concreta pueda
ordenar un plazo distinto, que suele ser mucho más amplio.
Puesto que es admisible que la ley determine su fecha de entrada en vigor, cabe plantear la posibilidad de la
cláusula de entrada en vigor inmediata, es decir, el mismo día de su publicación. Esta posibilidad anularía,
al menos en parte, el valor de la publicación como método de conocimiento de la norma. Por eso mismo, son
probablemente inconstitucionales. Más frecuente, y en general también inconveniente, es la cláusula de
entrada en vigor al día siguiente de la publicación. Lo que nunca sería constitucionalmente legítimo sería la
entrada en vigor anterior a la publicación.
b) Derogación de las leyes
Por regla general, la ley se promulga para regir durante un período de tiempo indeterminado. No obstante
cualquier ley puede establecer un plazo determinado de vigencia de suerte que, transcurrido el tiempo o las
circunstancias en ella señalado, dejará de estar en vigor. Son las llamadas leyes temporales. Esta técnica, es
poco habitual en el Derecho civil.
Ahora bien, la técnica que más frecuentemente determina el fin de la vigencia de una ley es su derogación,
que puede definirse como el efecto de una norma determinante de la pérdida de vigencia de otra anterior
de igual o inferior rango.
Hay que aclarar que, como afirma el art. 2.2 del Código civil <<Las leyes sólo se derogan por otras
posteriores>> y que el desuso no es motivo de derogación.
Existen varios tipos de derogación:
1.− Derogación expresa: puede ser total o parcial. A su vez, puede ser específica, es decir, se señalan
explícitamente una o varias normas que se derogan, las cuales conforman las llamadas tablas de derogación.
Otras veces se hace una derogación genérica a través de una cláusula abierta según la cual se declaran
derogadas todas las leyes que se opongan al contenido de la ley derogatoria.
2.− Derogación tácita: se da por incompatibilidad entra la nueva ley y la norma o normas que resultan
derogadas.
3.− Derogación por absorción: es la que se produce cuando una ley regula con pretensiones de globalidad
una materia parcialmente regulada con anterioridad, planteándose entonces la cuestión de decidir si la ley
nueva deroga o no las anteriores. En principio, según las reglas generales de interpretación la ley especial
prevalece sobre la ley general y por consiguiente ese efecto derogatorio no se produciría. Sin embargo, esa
regla puede chocar en casos como los descritos con aquella otra según la cual la ley posterior deroga la
anterior, conflicto que en cada caso concreto habrá de ser resuelto acudiendo a la interpretación de la ley
general posterior.
El instituto de la derogación debe diferenciarse de otros con los que puede tener alguna semejanza. Así
ocurre, por ejemplo con la nulidad o invalidez de una norma porque es incompatible con otra de rango
superior.
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2.− El Derecho transitorio: retroactividad e irretroactividad de la ley *
La sustitución de una ley anterior por otra posterior plantea la cuestión de decidir cual de las dos ha de regular
los actos realizados y las situaciones creadas o nacidas bajo el imperio de la antigua ley cuyos efectos todavía
persisten a la entrada en vigor de la ley nueva. Este es el problema que tratan de resolver las llamadas normas
de transición, Derecho transitorio o Derecho intertemporal, que puede ser definido como aquel que tiene
como objetivo facilitar el tránsito de una ley a otra, a base de precisar el régimen jurídico aplicable a
las situaciones jurídicas pendientes, es decir, a las situaciones nacidas bajo la legislación derogada que
perviven al entrar en vigor la nueva ley.
Las normas de Derecho intertemporal son, las más de las veces, normas de remisión a otras normas o normas
de conflicto entre normas. No obstante, también pueden darse normas de Derecho transitorio sustancial o
material, dirigidas precisamente a regular situaciones jurídicas pendientes de manera autónoma.
En ocasiones las disposiciones transitorias se incluyen en el cuerpo de la ley, pero lo más frecuente es que se
coloquen en la parte final de las leyes con el nombre, precisamente de <<Disposiciones transitorias>>.
En relación con esto, hay que hacer referencia a la retroactividad y a la irretroactividad de la ley:
Una ley es retroactiva cuando se aplica a hechos que se han producido antes de su entrada en vigor. La
mayoría de las leyes son no retroactivas. Hay que recordar que se trata de una norma de rango legal y, por lo
tanto, sólo será aplicable en ausencia de normas transitorias específicas por parte de la ley en cuestión, la cual
es soberana para declararse o no retroactiva. Dicha soberanía a la hora de establecer o no la retroactividad de
una ley sólo está limitada por lo Constitución y, concretamente, por el art. 9.3 cuando garantiza, entre otros
principios, el de <<irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de los
derechos individuales>>. Por consiguiente, la Constitución no garantiza la irretroactividad de las
disposiciones que no sean sancionadores o restrictivas de los derechos individuales. La regla general es, en
consecuencia, la licitud constitucional de la retroactividad.
En cambio, <<las disposiciones sancionadoras favorables>>, es decir, aquéllas que imponen una sanción
menor, cuantitativa o cualitativamente, que la que imponía la ley vigente en el momento de realización de los
hechos, pueden ser retroactivas según ha reconocido el Tribunal Constitucional.
Sin embargo, la doctrina duda de que esta retroactividad in mitius pueda ser aplicada en el ámbito civil, pues
habitualmente en éste toda nueva norma sancionadora que favorezca a un sujeto perjudica a otro, quien se
vería así retroactivamente afectado.
Por último hay que hablar de los grados de retroactividad:
1.− Retroactividad en grado máximo: cuando la nueva ley se aplica a la relación jurídica creada bajo el
imperio de la ley antigua y a todos sus efectos, tanto consumados, como no consumados.
2.− Retroactividad en grado medio: cuando la nueva ley se aplica a situaciones creadas bajo el imperio de la
ley antigua, pero sólo a los efectos nacidos con anterioridad y que todavía no se han consumado, respetando
los ejecutados conforme a la ley anterior.
3.− Retroactividad en grado mínimo: cuando la nueva ley se aplica a las situaciones jurídicas creadas bajo
el imperio de la ley antigua, pero sólo respecto a los efectos futuros, es decir, los efectos que se produzcan con
posterioridad a su entrada en vigor.
Cuando la ley no establece expresamente cual es su grado de retroactividad, la cuestión ha de resolverse
acudiendo a los criterios generales de interpretación. No obstante, en el Derecho comparado no se admite
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unánimemente la idoneidad de este sistema de graduación.
Finalmente, hay que hablar del concepto de <<retrospectividad>>, conforme al cual una ley es retrospectiva
cuando influye para el futuro sobre situaciones jurídicas constituidas en el pasado, que se prolongan en el
futuro.
3.− Límites espaciales de las normas jurídicas: especial referencia al Derecho interregional y al Derecho
internacional privado
LECCIÓN 5: EL PROCESO DE APLICACIÓN DE LA NORMA CIVIL
1.− La interpretación: concepto y clases *
La interpretación del Derecho constituye una operación jurídica básica que consiste en <<averiguar
mediante signos externos lo mandado en una norma>>. Por interpretación se entiende además el resultado
interpretativo, es decir, el significado atribuido a una norma jurídica mediante el acto de interpretación.
En todos los supuestos de aplicación de normas jurídicas es preciso proceder a su interpretación.
Clases de interpretación:
a) Atendiendo al autor de la interpretación
1.− Interpretación auténtica: es la que proviene del propio autor de la norma. En realidad, sólo existe
interpretación auténtica en sentido propio cuando la norma interpretativa tiene el mismo rango que la norma
interpretada.
2.− Interpretación doctrinal: es la realizada por los estudiosos del Derecho.
3.− Interpretación judicial: es la realizada por el poder judicial al realizar su labor jurisdiccional.
b) Atendiendo los resultados del proceso interpretativo
1.− Interpretación declarativa: se produce cuando el sentido de la norma hallado tras el proceso coincide
con el que se desprende literalmente de su texto. A su vez, la interpretación declarativa puede ser estricta o
lata, según que mediante ella se de un sentido limitado o un sentido amplio a aquellas expresiones que pueden
tener varios significados.
2.− Interpretación modificativa: es la que introduce en el texto de la norma alguna modificación. Puede ser
extensiva si el sentido hallado es más amplio que la letra con la que se expresa o restrictiva si se produce
cuando el sentido hallado es más reducido que la letra con la que se expresa.
2.− Los principios y normas sobre interpretación de otras normas: especial análisis del art. 3.1 del
Código civil *
El art. 3.1 del Código civil dice <<Las normas se interpretarán según el sentido propio de sus palabras, en
relación con el contexto, los antecedentes históricos y legislativos, y la realidad social del tiempo en que han
de ser aplicadas, atendiendo fundamentalmente al espíritu y finalidad de aquéllas>>. El Código civil español
se situó así entre los códigos que optaron por regular la función interpretativa, buscando una cierta
uniformidad en el modo de proceder de los encargados de la aplicación del Derecho.
Ha de recordarse que se trata de una norma de rango legal y, por consiguiente, vincula únicamente al
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encargado de la aplicación del Derecho y no tiene rango constitucional. Sí lo tiene, en cambio, el principio de
interpretación de todas las normas conforme a la Constitución, que es una exigencia de rango constitucional
que debe anteponerse a cualquier otro criterio hermenéutico.
También tiene un valor normativo vinculante para nuestros tribunales el principio de interpretación de las
normas internas de conformidad con el Derecho comunitario.
La costumbre, desde luego, y los principios generales con toda probabilidad ni son palabras a las que quepa
atribuir sentido ni son texto que tenga un contexto. Esto no quiere decir, evidentemente que no hayan de ser
interpretados, sino que probablemente han de serlo sin necesidad de recurrir al art. 3.1 del Código civi.
Los criterios mencionados en el art. 3.1 del Código civil no aparecen clasificados según un orden de prelación.
Además, el intérprete no está obligado a utilizar todos, ni simultánea ni progresivamente.
Criterios del art. 3.1 del Código civil
a) Elemento gramatical: el art. 3.1 se refiere a él como el sentido propio de las palabras. El elemento
gramatical también incluye el contexto, puesto que la interpretación ha de buscar no el sentido de la palabra
aislada, sino de la proposición normativa en su conjunto. El contexto incluye también el elemento sistemático
que obliga a interpretar el tenor literal de los preceptos de modo sistemáticamente acorde, es decir,
unitariamente.
b) Elemento histórico: el art. 3.1 alude a él como los antecedentes históricos y legislativos. Este principio
hace referencia tanto al elemento histórico estrictamente como al valor de los trabajos preparatorios, proyectos
de ley, etc., que también podrán ser utilizados en la interpretación de la norma.
c) Realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas las normas: consiste en adecuar las viejas
normas a las nuevas exigencias, ignoradas cuando aquéllas fueron promulgadas. Se trata básicamente de que
la aplicación de la ley no vaya contra la realidad social del tiempo en que se efectúa, la cual puede ser distinta
de la que existía cuando la ley se promulgó, a pesar de que el texto legal haya permanecido inmutable.
d) Criterio teleológico: el art. 3.1 se refiere a él como <<el espíritu y finalidad de las normas>>. Algunos
autores incluyen en este criterio teleológico o finalista el valor interpretativo de los Preámbulos y las
Exposiciones de Motivos que carecen de valor dispositivo. Díez−Picazo se muestra crítico con la utilización
de este último criterio, para él no es correcta la premisa de la que parte el art. 3.1 del Código civil, pues el
espíritu y finalidad de las norma es algo que en la mayor parte de las ocasiones ha de descubrir el propio
intérprete.
3.− La integración
3.1.− El problema de las lagunas: autointegración y heterointegración *
La palabra laguna en su relación al Derecho puede ser utilizada respecto al ordenamiento jurídico en su
conjunto, o respecto de una concreta disposición. En el primer sentido, serían lagunas del Derecho o lagunas
del ordenamiento jurídico. Según la mayor parte de la doctrina tales lagunas no existen, puesto que en el
ordenamiento globalmente considerado no puede haber casos que no puedan ser resueltos por el juez
acudiendo a una u otra fuente. En cambio, sí se aprecia la existencia de lagunas de ley o lagunas normativas,
las cuales se producen cuando para un determinado supuesto de la vida real falta una específica previsión
normativa.
¿Por qué se producen las lagunas? Porque es imposible que un conjunto normativo sea absolutamente pleno:
el cambio social genera constantemente nuevos conflictos que han de ser resueltos por el Derecho, pero que
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no siempre pueden ser previstos en la norma.
a) Tipos de lagunas
Lagunas intencionales: obedecen a la propia voluntad del legislador, quien prefiere dejar la decisión del caso
en manos del juez.
1.− Por su causa:
Lagunas involuntarias: son imputables a la aparición de nuevos hechos o incluso a la modificación de los
antiguos que convierte en inadecuada la vieja norma.
2.− Lagunas de colisión o antinomias: se produce cuando dos normas son incompatibles entre sí. La
consecuencia de esta incompatibilidad es la invalidación de ambas normas, surgiendo entonces la laguna.
Lagunas extra legem: son debidas a la concreción de la ley que no ha previsto otras condiciones más
generales no incluidas en su contenido normativo.
3.− Por su relación con
otras normas:
Lagunas inter legem: son ocasionadas por la generalidad de la ley, que no contempla circunstancias menores.
Lagunas aparentes: pueden ser colmadas aplicando la analogía.
4.− Por su naturaleza:
Lagunas auténticas: sólo pueden colmarse acudiendo a factores extrajurídicos, como la equidad.
b) Autointegración y heterointegración
Presupuesta la existencia de las lagunas normativas, es preciso colmarlas. Para ello los recursos posibles son
dos: o bien aplicar una norma del propio ordenamiento jurídico (autointegración) o bien acudir a una norma
de otro ordenamiento jurídico (heterointegración).
El procedimiento de la heterointegración conduce al fenómeno de los Derechos supletorios. Actualmente, en
el sistema de Derecho civil español, el Derecho supletorio se utiliza en un doble sentido. En primer lugar,
respecto de las distintas partes del ordenamiento jurídico, por la relación que guardan entre sí los diversos
sectores y en segundo lugar, el Derecho supletorio se utiliza para llenar las lagunas de los distintos
ordenamientos jurídicos autonómicos.
3.2.− La analogía: concepto y método de razonamiento analógico *
La analogía se puede definir como la aplicación de la norma a un caso no previsto en ella, pero que presenta
una semejanza relevante con el caso que la norma contempla.
El método de razonamiento analógico se produce del modo siguiente: si existe una norma determinada en
un ordenamiento jurídico, y el caso por ella contemplado es semejante a otro no regulado, consecuentemente,
tal norma se aplica a este segundo caso.
Está claro que el punto vulnerable del razonamiento analógico está en la relación de semejanza. El caso
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regulado y el caso no regulado no pueden tener todos los elementos comunes, pues entonces serían casos
idénticos. Entre ambos deben existir diferencias y semejanzas. El problema reside entonces en descubrir los
elementos comunes y analizar su relevancia para ver si se justifica o no la aplicación de la misma norma a
ambos supuestos. En consecuencia, para utilizar la analogía correctamente, el juez está obligado a efectuar un
doble juicio: primero un juicio de semejanza; después un juicio de relevancia de dicha semejanza.
4.− El recurso a la equidad en la aplicación del Derecho *
La equidad se puede definir como la justicia del caso concreto, de suerte que la solución a un problema es
equitativa cuando es humana y proporcionada a las circunstancias del problema y a las partes.
La equidad supone el recurso a factores extrajurídicos para resolver un problema sometido a la consideración
del encargado de aplicar el Derecho. Supone el máximo de discrecionalidad que un ordenamiento como el
español otorga al juez, aunque no se equipara al mero arbitrio judicial.
El recurso a la equidad puede responder, según la doctrina, a distintas exigencias. Así, a veces la equidad
inspira directamente una decisión, suponiendo la exclusión de la utilización de cualquier norma jurídica, es el
caso, por ejemplo, del llamado arbitraje de equidad. En otras ocasiones, la ley ordena al juez que tenga en
cuenta en su decisión factores de conveniencia y ética. Otras veces la equidad puede cumplir una función
independiente como criterio de aplicación de la norma, superando el rigor de la ley en busca de la justicia del
caso concreto.
LECCIÓN 6: LOS EFECTOS DE LAS NORMAS
1.− La ignorancia de ley y el error de derecho *
El ordenamiento jurídico existe para regular la vida en común y proporcionar soluciones a los conflictos. La
eficacia del Derecho quedaría indebidamente condicionada si se hiciera depender de que los destinatarios de
la norma la conocieran de manera suficiente. En este sentido el art. 6.1 del Código civil dispone que <<La
ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento>>, añadiendo que <<El error de derecho producirá
únicamente aquellos efectos que las leyes determinen>>.
En relación con el primer asunto, la ignorancia de ley, el precepto se limita a recordar que la norma obliga a
su cumplimiento. Lógicamente, la sanción por el incumplimiento se aplica con independencia de que el
destinatario la conozca o la ignore. El Código no dice que todos los destinatarios primarios deben conocer la
ley, sino que todos deben cumplirla.
Por el contrario, sí existe un deber especial de conocimiento para los funcionarios y jueces. Una consecuencia
inmediata de ese deber de conocimiento y cumplimiento de las normas impuesto a los jueces es que, las
normas jurídicas no precisan ser probadas por los litigantes de un proceso de tal naturaleza, puesto que el juez
debe conocerlas. Sin embargo, deben introducirse algunas matizaciones en relación con dos tipos concretos de
normas: las consuetudinarias y las procedentes de un Derecho extranjero:
1.− <<La prueba de la costumbre no será necesaria si las partes estuviesen conformes en su existencia y
contenido y sus normas no afectasen al orden público>>.
2−. <<El Derecho extranjero deberá ser probado en lo que respecta a su contenido y vigencia, pudiendo
valerse el tribunal de cuantos medios de averiguación estime necesarios para su aplicación>>.
El otro asunto tratado en el art. 6.1 del CC es el error de Derecho, del cual no se suministra en el precepto ni
su concepto, ni los requisitos que han de cumplirse para que pueda ser apreciado. En principio, puede
definirse como el conocimiento equivocado de la norma, que impulsa al sujeto a realizar un acto jurídico
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determinado. El texto codificado reconoce implícitamente que esa representación sobre la norma, al igual
que sucede con la ignorancia de la misma, resulta irrelevante como argumento de elusión del deber de
cumplimiento.
Sin embargo, el legislador expresamente admite casos en los que las propias leyes pueden dar cierta
relevancia al error de Derecho, como se deriva del reconocimiento de que el mismo producirá como únicos
efectos aquellos que expresamente las leyes determinen. Otra interpretación menos restrictiva del precepto
aboga por distinguir entre los supuestos de error de Derecho que resultan relevantes y los efectos que han de
otorgarse a ese error, considerando que la restricción legal se refiere únicamente a éstos (los efectos) y no a
aquéllos (los supuestos). De conformidad con este segundo criterio, mayoritario en nuestra doctrina, el error
de Derecho será tomado en consideración a efectos de invalidación del acto jurídico provocado por él en todos
los casos en los que la ley mencione el error, sin establecer diferencias acerca de si se trata de error de hecho o
de Derecho.
2.− La exclusión voluntaria de la ley aplicable
De conformidad con el art. 6.2 del Código civil <<La exclusión voluntaria de la ley aplicable y la renuncia
a los derechos en ella reconocidos sólo serán válidas cuando no contraríen el interés o el orden público
ni perjudiquen a terceros>>.
La exclusión de la ley aplicable parece presuponer una declaración de voluntad, unilateral o bilateral,
contraria a la aplicación de una ley determinada y un supuesto dado de acuerdo con el cual la ley en cuestión
se aplicaría si la declaración no hubiera existido.
Es unánime la consideración según la cual para que la ley aplicable pueda quedar excluida por voluntad de los
afectados, ha de tratarse de una ley dispositiva, pues en ningún caso las normas imperativas pueden ser
eludidas o limitadas. La cuestión de si las normas son imperativas o dispositivas debe resolverse utilizando los
criterios de interpretación. Las normas semiimperativas o imperativas relativas tampoco son susceptibles
de exclusión voluntaria, por no tratarse de normas dispositivas, en el sentido de estar destinadas a la
protección de una de las partes y que sólo son derogables en beneficio de ésta.
En principio, para que la exclusión de la ley dispositiva sea válida ha de ir acompañada del establecimiento
del régimen jurídico o de las reglas que deban sustituir a la que no se va a aplicar. Sin embargo, en este punto,
siguiendo a Díez−Picazo y Gullón quizás convenga distinguir dos situaciones. La primera es aquélla que
identifica la ley aplicable con todo el bloque de reglamentación de una materia o situación, en cuyo caso para
excluir el bloque entero es preciso preordenar la reglamentación sustituta. La segunda, la que supone la
exclusión voluntaria de alguna norma particular dentro del bloque, situación en la que, tratándose de una
norma dispositiva, no es necesario establecer la norma sustituta, pues se entende que ha de sustituir la norma
legal por su contraria.
3.− La nulidad de los actos contra ley *
Conforme al art. 6.3 del Código civil <<Los actos contrarios a las normas imperativas y las prohibitivas son
nulos de pleno derecho, salvo que en ellas se establezca un efecto distinto para el caso de contravención>>.
En primer lugar, resulta discutido en la doctrina el alcance del precepto en lo que atañe al tipo de normas que
han de resultar infringidas para que se produzca su operatividad. El artículo menciona las normas imperativas
y prohibitivas, omitiendo las normas dispositivas. A pesar de ello, algunos autores estiman que el precepto no
puede ser interpretado en el sentido de que quedan excluidas de su ámbito las normas dispositivas, pues éstas,
en tanto no hayan sido excluidas por los particulares, conservan su vigencia y han de ser observadas.
Frente a esta tesis, Carrasco estima que el tenor literal del precepto va más allá de su sentido correcto, por lo
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que su aplicación debe ser limitada a las normas prohibitivas, pues sólo una norma que prohíbe una conducta
puede ser infringida mediante un acto positivo de contravención del que pueda predicarse la nulidad.
La sanción de nulidad prevista con carácter general en la norma es de pleno derecho y exige una contradicción
o incompatibilidad entre el acto ejecutado y lo establecido en la norma, no bastando con cualquier género de
disconformidad.
La sanción de nulidad del acto contrario a la ley no se produce cuando la propia norma establece un efecto
distinto para el caso de contravención, bien disponiendo la conservación de la validez del acto.
4.− El fraude de ley: concepto y análisis del art. 6.4 del Código civil *
Conforme al art. 6.4 del texto codificado <<Los actos realizados al amparo del texto de una norma que
persigan un resultado prohibido por el ordenamiento jurídico o contrario a él, se considerarán ejecutados en
fraude de ley y no impedirán la debida aplicación de la norma que se hubiera tratado de eludir>>. El fraude de
ley no cabe en el ámbito penal.
En una primera aproximación, el fraude de ley se suele caracterizar por implicar la vulneración indirecta u
oblicua de una norma imperativa o prohibitiva. La estructura del fraude consistiría en una conducta que es
conforme con una norma (llamada norma de cobertura), pero que produce un resultado contrario a otra u otras
normas imperativas, o al ordenamiento jurídico en su conjunto. Atienza y Ruiz Manero han resaltado que en
la figura del fraude lo defraudado no puede ser nunca una norma concreta, sino un principio, pues en otro caso
estaríamos en presencia de un acto contra ley y no de un acto en fraude de ley. Tampoco se puede confundir el
fraude de ley con la mala fe, ni con el negocio fiduciario, ni con el negocio simulado.
De conformidad con el tenor de este artículo ha de tratarse de <<actos realizados al amparo del texto de
una norma>>, lo que a pesar de su tenor literal no limita la figura del fraude al campo de los negocios
jurídicos, por más que en éste se halle su origen y su más extenso campo de aplicación. Además, la utilización
del plural no significa que siempre sea precisa la realización de más de un acto para lograr el resultado o
consecuencia fraudulenta.
Por otro lado, el precepto parece exigir necesariamente la presencia de la norma de cobertura, lo que significa
que sólo recoge el llamado fraude extrínseco, dejando fuera el fraude intrínseco, en el que la defraudada es la
propia ley aplicada, que sería sancionado como acto contra ley.
El art. 6.4 establece además que se trata de actos <<que persigan un resultado prohibido por el
ordenamiento jurídico o contrario a él>>. Cabe cuestionarse aquí si se recoge una concepción subjetiva de
fraude que exigiría la intención de alcanzar el resultado fraudulento, o por el contrario acoge la concepción
objetiva, que incluiría los supuestos intencionales, pero que iría más allá de ellos. La opinión mayoritaria,
refrendada por la jurisprudencia, acepta una concepción objetiva de fraude que a tiende al resultado
alcanzado y no a la intencionalidad de hacerlo. Por ello creemos que puede haber fraude sin que exista
intención del agente.
Por último, el art 6.4 del Código civil señala que los actos realizados en fraude de ley <<no impedirán la
debida aplicación de la norma que se hubiere tratado de eludir>>. En consecuencia, el efecto previsto
para el fraude es la aplicación de la norma eludida, con lo que en este precepto no se prevé sanción alguna
para el acto fraudulento, limitándose a salvaguardar la aplicación de la norma eludida. Si, como creemos
posible, esta no existe, los efectos del fraude serán los derivados de la aplicación del principio o principios
vulnerados.
LECCIÓN 7: LA PERSONALIDAD JURÍDICA
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1.− La dimensión jurídica de la persona: su protección constitucional
2.− Personalidad y capacidad
2.1.− Capacidad jurídica y capacidad de obrar
1.− Capacidad jurídica: aptitud o idoneidad ara ser titular de derechos y obligaciones. Toda persona, por el
mero hecho de serlo, posee capacidad jurídica.
2.− Capacidad de obrar: capacidad para adquirir o ejercitar derechos y asumir obligaciones, que puede ser
plena o encontrarse limitada.
La capacidad de obrar se presume plena como principio general y por tanto, las excepciones, deben estar
expresamente establecidas y han de interpretarse en casos dudosos de modo restrictivo. Las únicas
limitaciones de la capacidad de obrar que hoy reconoce el Derecho son la menor edad y la falta de aptitud
de la persona para gobernarse a sí misma.
Un caso especial lo constituye la situación de los concursados y quebrados, personas que tienen un pasivo
mayor que el activo en su patrimonio, por lo que son sometidos a un proceso de liquidación para pagar a los
acreedores. Pero ni el concursado ni el quebrado son unos incapacitados a los que haya que dotar de un
representante legal, ni sufren restricción en su esfera personal. Su situación se caracteriza porque son
despojados de la gestión y disposición de sus bienes, al encontrarse afectos a una liquidación en beneficio de
sus acreedores.
Finalmente, hay que señalar que la falta de una plena capacidad de obrar no significa que el ordenamiento
jurídico se desentienda de la protección de los intereses y derechos del que la sufre. Establece, por el
contrario, normas apropiadas a estos fines, instituyendo la representación legal del incapacitado o exigiendo
un complemento de su capacidad.
3.− El estado civil
3.1.− El registro civil
El Registro Civil es la institución administrativa que cumple la función de ser instrumento de publicidad de
los estados civiles de las personas.
a) Legalidad vigente
La ley de 8 de junio de 1957, actualmente vigente, es la ley reguladora del Registro Civil en España y trató
de poner al día la organización derivada de la organización de 1870, corrigiendo algunos de los defectos que
la práctica había detectado en ella, como la excesiva rigidez con que establecía la inalterabilidad de las
inscripciones. La ley de Registro Civil fue inmediatamente acompañada del Reglamento, de 14 de noviembre
de 1958, que ha experimentado varias reformas a lo largo de su existencia.
b) Organización
Como institución de naturaleza administrativa, el Registro depende del Ministerio de Justicia y, dentro de él,
todos los asuntos referentes a él están encomendados a la Dirección General de los Registro y del Notariado.
Al frente de cada Registro se encuentra un funcionario al que se denomina Encargado del Registro.
La inspección de Registros es ejercida en primer lugar por el Director General a través de los funcionarios del
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cuerpo especial facultativo y además, se encomienda una inspección ordinaria al juez de primera instancia,
que debe velar por el buen funcionamiento de los Registros existentes dentro de su partido.
c) Tipos de Registros
1.− Registros municipales: existe, cuando menos, un Registro en cada término municipal. El Registro está a
cargo de un juez de primera instancia. En las poblaciones en las que no haya juez de primera instancia, el
registro lo lleva un juez de paz.
2.− Registro consular: existe un Registro en cada demarcación consular, que está a cargo de los cónsules de
España en el extranjero o, en su caso, del secretario de embajada encargado de la Sección consular de la
Misión diplomática.
3.− Registro Central: radica en el Ministerio de Justicia y dentro de la Dirección General. Está a cargo de un
funcionario de dicha Dirección.
La competencia de cada Registro está determinada por la del lugar de acaecimiento de los hechos que se
inscriben.
d) Secciones del Registro
Son cuatro secciones que se llevan en libros distintos e independientes.
1.− Nacimientos: es la sección fundamental, pues la inscripción del nacimiento es el centro de la vida jurídica
de la persona. En ella constan, además de ese hecho, el sexo, la edad, el nombre y los apellidos y, en su caso,
la filiación. En esta Sección debe figurar también la eventual modificación de la capacidad, de la nacionalidad
o de la vecindad civil.
2.− Matrimonios: se abre con la inscripción del acto de celebración de ésta, cualquiera que sea la forma en la
que se haya realizado. En ella deben constar también la sentencia y resoluciones sobre nulidad, divorcio o
separación y cuantos actos pongan término a la relación conyugal.
3.− Defunciones: tiene por objeto la inscripción de la muerte de la persona y, en su caso, la declaración de
fallecimiento.
4.− Tutelas y representaciones legales: tiene por objeto inscribir la constitución de los organismos tutelares
y las demás resoluciones legales, así como su eventual modificación.
e) Hechos y actos de inscripción
El art. 1. de la L.R.C. dispone que <<en el Registro Civil se inscribirán los hechos concernientes al estado
civil de las personas y aquellos otros que determine la Ley>>. Constituyen pues, objeto de inscripción, los
hechos que supongan atribución, modificación o extinción de un estado civil:
1.− Nacimiento. 6.− Defunción.
2.− Filiación. 7.− Nacionalidad y vecindad.
3.− Nombre y apellidos. 8.− Declaraciones de ausencia y fallecimiento.
4.− Matrimonio. 9−. Patria potestad, tutela y demás representaciones.
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5.− Modificación de capacidad 10.− Emancipación y habilitación de edad.
4.− El comienzo de la personalidad
4.1.− El nacimiento
El nacimiento determina la personalidad. Por tanto, se es persona desde el nacimiento. En este sentido, el art.
30 del Código civil dice que <<Para los efectos civiles, sólo se reputará nacido el feto que tuviere figura
humana y viviere veinticuatro horas enteramente desprendido del claustro materno>>. De ahí que sólo sean
inscribibles los nacimientos en que concurran las condiciones establecidas en el art. 30 del Código civil y que
se llamen criaturas abortivas a las que no las reúnen.
La Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en
1989 y ratificada por España al año siguiente, obliga a que el niño sea inscrito inmediatamente después de su
nacimiento, y tendrá derecho, desde que nace, a un nombre, a adquirir una nacionalidad y, en la medida de lo
posible, a conocer a sus padres y ser cuidado por ellos. Al obligarse a los Estados Partes de la Convención a la
aplicación de estos derechos en conformidad con su legislación nacional, puede obligar a modificar la nuestra,
que gira en torno a la inscripción del nacimiento a partir de las 24 horas como mínimo y al reconocimiento de
efectos civiles de la personalidad sin distinción alguna desde ese momento. Mientras se producen o no las
modificaciones anteriormente dichas, lo cierto es que la personalidad no se adquiere hasta que se cumpla el
art. 30 del Código civil.
Requisitos de la adquisición de la personalidad en el orden civil:
1.− Tener <<figura humana>>: ha sido siempre exigido por la tradición jurídica, que ha excluido de la
condición de persona al nacido que, en concepción común, no se puede conceptuar como tal.
2.− Vivir durante al menos 24 horas enteramente desprendido del claustro materno: han de contarse
desde la ruptura del cordón umbilical. Nada se dice acerca de que esa vida la tenga por sus órganos propios, o
al nacido haya que ayudarle con los remedios de la ciencia, por lo que no hay base legal para entender el
requisito que se examina en el primer sentido.
Por último, el art. 31 resuelve la cuestión de cuál de los nacidos en partos dobles o múltiples tiene los
derechos de primogenitura: es el primogénito el primero de los nacidos.
4.2.− La protección jurídica del concebido
El Derecho Romano dispuso ya una cierta protección del concebido y no nacido. No es que se le reconociese
personalidad estrictamente hablando, pero se le protegieron los intereses de la futura persona.
Modernamente, el problema de la protección del concebido y no nacido, que tradicionalmente se había
considerado como un problema civil, ha trascendido a otra órbita del ordenamiento, así que limitaremos el
estudio a lo que podemos denominar la protección civil.
En este sentido la sentencia del Tribunal Constitucional 53/1985, de 11 de abril, mantuvo que no puede
estimarse fundada la tesis de que al nasciturus corresponda la titularidad del derecho a la vida, pero, en todo
caso, la vida del nasciturus es un bien jurídico constitucionalmente protegido por el art. 15 de la Ley
fundamental, puntualizando que la protección que ésta dispensa al nasciturus implica para el Estado dos
obligaciones: la de abstenerse de interrumpir u obstaculizar el proceso natural de gestación y la de establecer
un sistema legal para la defensa de la vida que suponga una protección efectiva de la misma y que, dado el
carácter fundamental de la vida, incluya también, como última garantía, las normas penales. Ello no significa
que dicha protección haya de revestir carácter absoluto, en determinados supuestos puede y aun debe estar
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sujeta a limitaciones.
5.− La extinción de la personalidad: la muerte
a) Concepto
Conforme al art. 32 del Código civil <<la personalidad civil se extingue por la muerte de la persona>> y se
señala además que la muerte pone fin a la capacidad jurídica, pero no determina cuándo muere una persona,
dejando la cuestión a las reglas de la ciencia médica.
Tradicionalmente se da por muerto al organismo que tiene el corazón parado y la circulación y respiración
detenidas. Pero la ciencia médica conoce hoy que el individuo puede estar muerto antes de que todo ello
ocurra, porque tiene el cerebro en silencio, sin estimulaciones.
b) Premoriencia y comoriencia
Dice el art. 33 del Código civil que <<si se duda, entre dos o más personas llamadas a sucederse, quién de
ellas ha muerto primero, el que sostenga la muerte anterior de una o de otra, debe probarla; a falta de prueba,
se presumen muertas al mismo tiempo y no tiene lugar la transmisión de derechos de uno u otro>>. Esta
presunción de comoriencia opera, pues ,bajo los siguientes presupuestos:
1.− Que las personas fallecidas están llamadas a sucederse entre sí. Como es requisito esencial que el heredero
sobreviva al causante para poder heredar, de ahí la importancia de probar la premoriencia o, en su caso, la
entrada en juego de la presunción de comoriencia.
2.− Existencia de un estado de duda acerca de quién ha muerto primero. Es entonces cuando juega la
presunción de comoriencia siempre y cuando a quien interese la misma pruebe la existencia de la duda,
probando los hechos de que los que resulte. En cambio, el que alegue la premoriencia, debe probar la muerte
de una antes que otra.
La presunción de comoriencia lo mismo es aplicable al supuesto de que dos o más personas haya fallecido en
un mismo suceso (naufragio p. ej.) como en cualquier otra circunstancia (muerte en diferentes lugar, p. ej).
6− La prueba del nacimiento y de la muerte
a) La prueba del nacimiento
b) Prueba de la muerte
La prueba oficial del fallecimiento es la inscripción de defunción en el Registro Civil, que se hace al margen
de la inscripción de nacimiento, y da fe de la fecha, hora y lugar en que acaece. De no poder expresarse estos
datos, se indicarán los límites máximos y mínimos en que ocurrió y el primer lugar conocido de situación del
cadáver.
La inscripción se practica en virtud de declaración de quien tenga conocimiento cierto de la muerte, que se
prestará antes del enterramiento, no dándose entre tanto licencia para ello, que tendrá lugar transcurridas al
menos 24 horas desde el momento de la muerte.
Para proceder a la inscripción de defunción será necesaria certificación médica de la existencia de señales
inequívocas de muerte.
Si hubiere indicios de muerte violenta, se suspenderá la licencia de enterramiento hasta que, según el criterio
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de la autoridad judicial correspondiente, lo permita el estado de las diligencias.
7.− La duda sobre la existencia de la persona física
7.1.− La ausencia de la persona. Caracterización
El ausente, en sentido jurídico, es una persona que no sabemos si existe, ni dónde existe; hay una duda sobre
este punto fundamental. Esta duda nace oficialmente cuando media una declaración judicial que da
nacimiento a la situación de ausencia declarada.
La declaración de ausencia no modifica en nada la capacidad del ausente, sino que origina un régimen
especial de administración de su patrimonio abandonado. No es, por ello, un estado civil.
7.2.− La situación de la ausencia de hecho
7.3.− La defensa de los bienes del desaparecido
a) Presupuestos legales
El Código contempla en el art. 181 el supuesto de que una persona <<desaparezca de su domicilio o del lugar
de su última residencia sin haberse tenido en ella más noticias>>. Autoriza entonces al juez, a instancia de
cualquier persona interesada o del Ministerio Fiscal, para nombrar un defensor <<que ampare y represente
al desaparecido en juicio o en los negocios que no admitan demora sin perjuicio grave>>. Exceptúa el
precepto los casos en que la persona estuviese legítimamente representada (por hallarse sometido a tutela o a
patria potestad, p. ej.) o voluntariamente. Es decir, que cuando ha dejado un apoderado encargado de
administrar todos sus bienes, no hay razón para el nombramiento del defensor.
b) Nombramiento y actuación del defensor
El juez de oficio o a petición del Ministerio Fiscal o de cualquier otra persona capaz de comparecer en juicio
<<nombrará defensor a quien estime más idóneo para el cargo>>.
El nombramiento del defensor ha de inscribirse en el Registro Civil del lugar en que se constituye la defensa.
El defensor tendrá las atribuciones que le haya concedido el juez.
Respecto al tema de la remuneración del defensor hay que indicar que aunque el Código civil y la Ley de
Enjuiciamiento Civil no lo determinan, pero tampoco afirman el carácter gratuito del cargo, hay que entender
que por analogía con el tutor, el defensor debe ser remunerado, correspondiendo a la autoridad judicial la
fijación de su importe y modo de percepción.
El defensor, una vez nombrado, deberá, antes de empezar el ejercicio de su cargo, practicar judicialmente, con
intervención del Ministerio Fiscal, inventario de bienes muebles y descripción de los inmuebles del
desaparecido.
c) Terminación de la situación de defensa de los bienes
Dada la índole de la misma, finaliza la situación cuando:
1.− Cuando aparece el desaparecido.
2.− Cuando al desaparecido se le declara judicialmente en estado de ausencia legal o fallecido.
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3.− Cuando termina el encargo para el que fue designado.
7.4.− La ausencia legal
a) Concepto
La situación de ausencia legal de una persona presupone una declaración judicial que así lo establezca,
resultado de un procedimiento que se sigue a tal efecto
Durante el transcurso de aquel procedimiento subsistirá la figura del defensor, si se ha acudido previamente a
su nombramiento.
La declaración judicial de ausencia legal exige la concurrencia de determinados requisitos: el cumplimiento
de los plazos del art. 183:
1.− Transcurso de un año desde las últimas noticias de la persona o a falta de éstas desde su desaparición, si
no hubiese dejado apoderado con facultades de administración de todos sus bienes.
2.− Transcurso de tres años (desde aquellos momentos) si hubiese dejado encomendada la administración de
todos sus bienes a un apoderado.
b) El representante del ausente
La declaración de ausencia legal tiene como misión la protección y defensa del patrimonio del ausente. Por
ello, la medida a adoptar consiste en el nombramiento de un representante, que se encargará de la
conservación y administración del mismo.
Funciones:
1.− La representación del declarado ausente.
2.− La pesquisa de su persona.
3.− La protección y administración de sus bienes. En esa administración ha de ajustarse a las normas del
Código civil y de la Ley de enjuiciamiento civil.
4.− El cumplimiento de las obligaciones del ausente.
Finalmente, hay que distinguir entre dos tipos de representantes:
1.− Representantes legítimos: las personas más cercanas al representando (art. 184).
2.− Representantes dativos: son las personas nombradas como representantes por el juez a falta de posibles
representantes legítimos. Deben ser personas solventes y de buenos antecedentes. Los hermanos a veces son
tratados como representantes dativos.
c) Fin de la ausencia legal
1.− Por presentarse el ausente o tenerse noticias de su existencia en paradero conocido.
2.− Por la muerte del ausente.
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3.− Por la declaración de fallecimiento.
En cualquier caso de terminación de la situación de ausencia legal, el representante ha de rendir cuentas de su
gestión al frente del patrimonio por su cualidad de gestor de intereses ajenos. Incurrirá en responsabilidad si
incumplió la obligación de defenderlo y obtener de sus bienes los rendimientos de que fuera susceptible que le
impone el art. 185, o si actuó dolosa o negligentemente en la Admnistración.
7.5.− La declaración de fallecimiento
a) Concepto
Es el resultado de un procedimiento judicial, que termina por auto declarando el fallecimiento de una persona
si resultan acreditados los requisitos que para sus respectivos casos exigen los art. 193 y 194 del Código civil.
Ese procedimiento podrá ser instado por persona interesada o por el Ministerio Fiscal, aportando las
pruebas conducentes a la justificación de los requisitos que señalan dichos artículos.
La declaración judicial de fallecimiento crea una situación jurídica en la que se califica a una persona
desaparecida como fallecida y se abre su sucesión, y tiene su base en una desaparición durante un determinado
período de tiempo o que se ha producido con ocasión de un suceso que ha supuesto un riesgo real o presunto
para la vida.
b) Efectos
A raíz de la declaración de fallecimiento de una persona se produce la apertura de la sucesión de ésta, porque
hay una declaración oficial sobre su muerte. Este efecto no tiene lugar, en cambio, con el estado de ausencia.
Éste es el sentido que tiene el art. 195 cuando dice que mientras no se produzca la declaración de
fallecimiento del ausente (declarado judicialmente como tal) se presume que ha vivido.
Ahora bien, si se abre la sucesión del ausente, no por ello los llamados están exentos de toda cortapisa en el
disfrute de los bienes. Se ponen precisamente porque cabe la posibilidad de que el declarado fallecido
aparezca.
Ante todo, es necesario inventariar los bienes notarialmente, describiendo el estado de los inmuebles. Además,
los herederos no podrán disponer a título gratuito en cinco años desde la declaración de fallecimiento y se
aplaza la entrega de los legados hasta el transcurso del mismo plazo, careciendo dentro de él los legatarios del
derecho a exigirlos (no los frutos, que no serían del declarado fallecido que regresa).
c) Revocación
Los efectos de la declaración de fallecimiento cesan desde el momento en que aparece el declarado fallecido o
se tienen noticias de su existencia en paradero conocido, y se dicta auto dejando sin efecto el de aquélla, una
vez que es identificado.
Por lo que respecta a su patrimonio, que se convirtió en herencia, señala el art. 197 que recobrará sus bienes
en el estado en que se encontraren, y tendrá derecho al precio o los bienes que con él se hayan adquirido o se
enajenaron. La restitución, en cambio, no comprende las rentas, frutos ni productos obtenidos, sino desde el
día de su presencia o de la declaración de no haber muerto.
LECCIÓN 8: LA EDAD Y SU SIGNIFICACIÓN JURÍDICA
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1.− Cómputo de la edad
Para computar la edad pueden seguir dos sistemas:
1.− Computación natural: se computa la edad contando de momento a momento.
2.− Computación civil: se computa la edad utilizando como unidad no susceptible de división el día mismo.
El cómputo civil es el que recoge el art. 315 del Código civil. Por consiguiente, el día del nacimiento, por
ejemplo, se cuenta como el primero de los vividos, sea cual fuere la hora de dicho nacimiento.
2.− La mayor edad
La mayor edad se caracteriza por ser un estado civil cuyo contenido es la plena independencia de la persona y
la adquisición de una plena capacidad de obrar. La plena independencia es consecuencia de la extinción
automática de la patria potestad o, en su defecto, de la tutela, a que está sometido todo menor. La plena
capacidad obedece al alcance de la madurez psíquica.
El art. 322 establece que <<el mayor de edad es capaz para todos los actos de la vida civil, salvo las
excepciones establecidas en casos especiales por este Código>>.
La mayoría de edad se alcanza hoy a los 18 años cumplidos.
3.− La menor edad: su protección jurídica
Si la mayoría de edad se caracteriza por la independencia de la persona para regirse a sí misma y sus bienes, la
menor edad se significa por ser una fase de la vida en la que la persona está bajo la dependencia de los
titulares de la patria potestad o, en su caso, bajo tutela. Tanto aquéllos como el tutor tienen la obligación de
velar por el menor en el más amplio sentido (alimentarlo, formarlo, protegerlo...), pero también administran su
patrimonio y lo representan como principio general, debiéndoseles por aquél obediencia y respeto.
Esta diferencia de tratamiento jurídico descansa en que el ordenamiento jurídico, a partir de una cierta edad,
considera a una persona con madurez suficiente para conocer y querer con todas sus consecuencias, y que por
debajo de esa edad no la posee.
3.1.− Capacidad de obrar y responsabilidad del menor de edad
El Código civil no contiene ningún precepto acerca de un principio general de incapacidad de obrar del
menor, sino que contiene supuestos concretos y específicos en que únicamente se permite la actuación de los
menores que tengan una cierta edad, bien por sí solos, bien junto con sus padres o tutor (no es lo mismo un
menor de tres años que uno de diecisiete):
1.− A partir de los 12 años ha de prestar su consentimiento para ser acogido por otra familia o para ser
adoptado.
2.− A partir de los 14 años puede contraer matrimonio con dispensa de edad, puede hacer testamento (excepto
el ológrafo) o puede optar por la nacionalidad española, solicitándola por carta de naturaleza o por residencia
en España, asistido por su representante legal.
3.− A partir de los 16 años ha de consentir en salir de la menor edad y emanciparse u obtener la habilitación
de edad.
Dentro de la alusión genérica que hace el Código civil a los <<menores de edad>>, interesa su posición frente
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a los contratos que realicen. El art. 1.261.1º dice que no pueden prestar consentimiento <<los menores no
emancipados>>. Sin embargo, el contrato efectuado por ellos produce todos sus efectos hasta que mediante la
acción de anulabilidad, ejercitable por sus representantes legales o el mismo menor cuando alcanza la
mayoría de edad y en el plazo de 4 años a partir de entonces, queden privados de eficacia, e incluso puede ser
confirmado purificándolos del vicio de que adolecen.
También ha de destacarse el art. 162 del Código civil, que excluye del ámbito de la representación legal que
tienen los padres sobre sus hijos menores <<los actos relativos a derechos de la personalidad u otros que el
hijo, de acuerdo con las leyes y con sus condiciones de madurez, pueda realizar por sí mismo>>.
Respecto del tema de la responsabilidad del menor hay que señalar que la idea que preside la regulación
legal es la de su protección. De ahí que, cuando se declare la nulidad de un contrato realizado por incapaz,
éste no está obligado a restituir <<sino en cuanto se enriqueció con la cosa o precio recibido>>, es decir, el
incremento causado por una inversión provechosa. De ahí también que, respecto de los daños causados a
terceros por su culpa o negligencia, no responda él, sino los padres que lo tienen bajo su guarda o el tutor en
cuya compañía habita y esté bajo su autoridad, salvo que éstos prueben que emplearon toda la diligencia de un
buen padre de familia para prevenir el daño.
4.− La emancipación del menor de edad: concepto, clases y efectos
• Concepto
La emancipación es un estado civil derivado de una dimisión o abdicación de la patria potestad o de la tutela
sobre una persona menor de edad con el fin de que ésta pueda regir su persona o sus bienes como si fuera
mayor de edad.
b) Tipos de emancipación
1.− Por alcanzar la mayoría de edad.
2.− Por concesión de los que tienen la patria potestad sobre el menor: por esta vía se exige que el menor
tenga 16 años cumplidos y la consienta, y se otorgará por escritura pública o por comparecencia ante el juez
encargado del Registro Civil, no produciendo entre tanto efectos contra terceros.
3.− Por matrimonio: por esta vía se exige que el menor tenga 14 años cumplidos y se necesita la dispensa
judicial. Los efectos de esta emancipación son limitados, pues la ley no permite al menor emancipado
disponer de sus bienes inmuebles ni tomar dinero prestado sin el consentimiento de su padre, madre o tutor.
4.− Por concesión judicial: el juez podrá conceder la emancipación de los hijos mayores de 16 años que la
solicitaren y previa audiencia de los padres. El juez no está vinculado a la solicitud del menor, es decir, puede
no conceder la emancipación. El juez la concederá cuando se den estos casos:
a) Cuando quien ejerce la patria potestad contrae nuevas nupcias o conviviere maritalmente con persona
distinta del progenitor.
b) Cuando los padres vivieren separados.
c) Cuando concurra cualquier causa que entorpezca gravemente el ejercicio de la patria potestad.
c) Efectos
La emancipación habilita al menor <<para regir su persona y bienes como si fuera mayor>>, señala el art.
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323. Pero a continuación enumera los siguientes negocios que no puede realizar por sí solo hasta que
alcance la mayoría de edad, pues necesita el consentimiento de sus padres y, a falta de ambos, de su curador:
gravar o enajenar bienes inmuebles y establecimientos mercantiles o industriales u objetos de extraordinario
valor.
*El menor emancipado tiene personalidad para comparecer en juicio.
Las restricciones a la capacidad del menor emancipado se levantan si consienten los padres. El llamamiento a
los padres debe entenderse que se hace bajo el presupuesto de que ejercía antes de la emancipación la patria
potestad, porque ahí han de prestar una asistencia tuitiva del emancipado.
En caso de desacuerdo entre los padres, el juez debe decidir, oyendo al hijo, si atribuye facultad para decidir al
padre o a la madre.
Ante la <<falta>> de ambos, el llamamiento se hace al curador, que se nombra judicialmente para los
emancipados cuyos padres hubieran fallecido o quedaren impedidos para el ejercicio de la asistencia, sin más
objeto que asistirles en los actos que no puedan realizar por sí solos, no suplirles. No han de ser
necesariamente los dos padres o ninguno los que han de prestar la labor asistencial, si en uno de ellos concurre
cualquiera de estas circunstancias el otro prestará esta labor.
Las consecuencias que produce el negocio celebrado sin el consentimiento complementario de la capacidad es
la anulabilidad, teniendo en cuenta que se persigue la protección del emancipado. Sería una incongruencia que
si el menor de edad celebra un contrato merezca la calificación de anulable, es decir, productor de sus efectos
normales hasta que no se ejercite la acción de nulidad y con posibilidad de confirmación, el de un
emancipado, estado civil mucho más amplio que el de la menor edad, fuese nulo absolutamente ab initio.
Otras restricciones:
1.− El menor emancipado no puede ser tutor ni curador.
2.− No puede ser defensor de un desaparecido ni representante del declarado ausente.
3.− No puede otorgar testamento ológrafo, etc.
4.1.− Emancipación por vía independiente
Dice el art. 319 del Código civil que <<se reputará para todos los efectos como emancipado al hijo mayor de
dieciséis años que con el consentimiento de los padres viviere independientemente de éstos. Los padres
podrán revocar este consentimiento>>.
Se trata de una emancipación de hecho. Por <<vida independiente>> ha de entenderse <<economía
doméstica separada>>. El emancipado por vía independiente debe ejercitar una profesión, empleo u oficio,
que es administrado por y para sí.
La revocación de la situación del menor no puede ser caprichosa o arbitraria, sino por beneficio suyo.
LECCIÓN 9: INCAPACITACIÓN
1.− Concepto de incapacitación
La incapacitación es un estado civil de la persona física que se declara judicialmente cuando concurre en ella
alguna de las causas establecidas en la ley y que supone una limitación en la capacidad de obrar.
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El loco, por ejemplo, no cambia su estado civil de capaz por el de incapaz hasta que no termine el
procedimiento judicial. La sentencia modifica el estado civil.
El estado civil del incapaz supone una limitación en su capacidad de obrar, pero esta limitación no es idéntica
para todos los incapaces. El art. 210 preceptúa claramente que la sentencia que declare la incapacitación
determinará <<la extensión y límites de ésta, así como el régimen de tutela o guarda a que haya de quedar
sometido el incapacitado>>. La incapacitación debe ser siempre graduada por la autoridad judicial que la
haya pronunciado.
1.1.− Causas
Según el art. 200 del Código civil son causas de incapacitación <<las enfermedades o deficiencias persistentes
de carácter físico o psíquico, que impidan a la persona gobernarse por sí misma>>.
1.2.− Procedimiento
La incapacitación de la persona física es consecuencia de una resolución judicial (sentencia) tras un
procedimiento destinado a probar precisamente que en la persona concurren alguna de las causas legales que
permiten restringir su capacidad de obrar.
Características del procedimiento de incapacitación:
1.− En los procesos de incapacitación <<no surtirán efecto la renuncia, el allanamiento, la transacción ni el
desistimiento>>.
2.− El proceso de incapacitación se sustanciará por los trámites del juicio verbal, pero con dos especialidades:
por un lado, de la demanda de incapacitación de una persona se dará traslado al Ministerio Fiscal y a las
demás personas que, conforma a la Ley, deban ser parte en el procedimiento, emplazándoles para que la
contesten en un plazo de 20 días. Por otro lado, los Tribunales podrán decidir que los actos y vistas del
proceso se celebren a puerta cerrada y que las actuaciones sean reservadas, siempre que las circunstancias lo
aconsejen. Es decir, los Tribunales pueden excluir la publicidad del proceso.
3.− El juez no actúa de oficio, sino a instancia de parte.
4.− La legitimación activa para promover la declaración de incapacitación corresponde a las siguientes
personas:
a) <<El cónyuge o quien se encuentre en una situación de hecho asimilable, los descendientes, los
ascendientes o los hermanos del presunto incapaz>>.
b) El Ministerio Fiscal debe proveerla si esas personas no existen o no hubieran instado el procedimiento.
c) La ley también faculta a <<cualquier persona>> para poner en conocimiento del Ministerio Fiscal los
hechos que puedan ser determinantes de la incapacitación, incluso al propio presunto incapaz.
d) Se establece la obligación legal para las autoridades y funcionarias que <<por razón de sus cargos>>
conocieran la existencia de posible causa de incapacitación de una persona.
Al tratarse de un proceso que afecta al estado civil de las personas, el Ministerio Fiscal siempre es <<parte>>,
bien instando por propia iniciativa el proceso, bien personándose en el mismo una vez iniciado a instancia de
de cualquier otra persona legitimada. El Ministerio Fiscal asumirá la defensa de los intereses del presunto
incapaz en caso de que él no hubiera instado el proceso de incapacitación y el presunto incapaz no
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comparezca en el proceso con su propia defensa y representación. En caso contrario, si el Ministerio Fiscal
hubiere promovido el procedimiento, el juez designará un defensor al presunto incapaz a no ser que ya
estuviere nombrado.
1.3.− Discapacidad
2.− Efectos de la sentencia de incapacitación
Acreditados los supuestos legales, el juez dictará sentencia acordando (o, en su caso, denegando) la
incapacitación. En ella está obligado a determinar <<la extensión y límites>> de la incapacidad que declara,
así como el régimen de tutela o guarda a que haya de quedar sometido el incapacitado.
Ahora bien, si la sentencia de incapacitación tiene por objeto graduar o restringir la capacidad de obrar de la
persona en atención a la concurrencia de las circunstancias o causas legalmente previstas, cualquier variación
o alteración de esas causas debe incidir en la declaración anterior. Y, del mismo modo, la desaparición de esas
causas legales en el sujeto afectado debe producir la extinción de la declaración de incapacitación.
3.− La situación del enfermo mental no incapacitado
4.− Prodigalidad
El Código civil no precisa qué ha de entenderse por <<pródigo>> a efectos civiles, por lo que la
jurisprudencia ha delimitado su concepto y caracteres, entendiendo por tal <<la persona que de forma
habitual pone en peligro su patrimonio mediante la realización de actos inútiles e injustificados que
producen una disminución de aquél, poniendo en peligro el derecho de alimentos de sus parientes>>.
No es la prodigalidad una enfermedad, sino una conducta económicamente desarreglada que con habitualidad
pone en riesgo su propio patrimonio.
Procedimiento de declaración de prodigalidad
− El legislador considera que en este proceso no concurren circunstancias de orden público, por lo que
considera que en el proceso no es precisa la intervención del Ministerio Fiscal, salvo que alguno de los
interesados en el procedimiento sea menor, incapacitado o esté en situación de ausencia legal.
− Están legitimados para pedir la declaración de prodigalidad el cónyuge, los descendientes o ascendientes
que perciben alimentos del presunto pródigo o se encuentren en situación de reclamárselos y los
representantes legales de cualquiera de ello. Si no lo pidieran los representantes legales, lo hará el
Ministerio Fiscal.
− La sentencia que acuerde la prodigalidad debe proceder a nombrar un curador y a fijar los actos que el
pródigo no puede realizar sin la intervención del curador.
5.− Los cargos tutelares: representación legal y complemento de capacidad
El art. 215 del Código civil enumera como cargos tutelares la tutela, la curatela y el defensor judicial,
diciendo que a través de ellos se realizará, en todos los casos que proceda, <<la guarda y protección de la
persona y bienes o solamente de la persona o de los bienes de los menores o incapacitados>>. La reforma de
1983 concibe a los cargos tutelares como auténticas potestades, o si se quiere, como derechos que están al
servicio de una labor de protección del incapacitado.
a) Tutela
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La tutela es la institución destinada a completar la capacidad de obrar de ciertas personas mediante la
designación por el juez de la persona que ha de cumplir esa función tuitiva de los intereses del tutelado. La
tutela afecta tanto a la esfera personal como a la patrimonial del tutelado.
La designación del tutor requiere un previo procedimiento judicial, que puede iniciarse de oficio o a instancia
de parte.
Orden de preferencia para el nombramiento del tutor
1.− El cónyuge que conviva con el incapacitado.
2.− Los padres.
3.− La persona o personas designadas por éstos en sus disposiciones de última voluntad (o por documento
público notarial).
4.− El descendiente, ascendiente o hermano que designe el juez.
b) Curatela
Es un cargo tutelar muy semejante a la tutela, que no tiene mucha razón de ser, pues las funciones del curador
podrían ser perfectamente asumidas por el tutor. A diferencia de la tutela, que afecta tanto a la esfera personal
como a la patrimonial del tutelado, en la curatela se contempla únicamente el aspecto económico de la
actividad de la persona sometida a ella, encomendado al curador la asistencia en los actos que aquél no puede
realizar por sí solo. Básicamente, su función es completar la capacidad limitada que aquella persona tiene,
pero sin suplirla ni representarla.
c) Defensor judicial
Dentro de los cargos tutelares, el Código civil regula la figura del defensor judicial, que desempeña una labor
de representación, asistencia y protección en determinados casos que no tienen entre sí un denominador
común. El defensor judicial es la persona a la que se atribuye la representación y defensa de otra con carácter
temporal y transitorio y para ciertos actos, ya sea porque no hay persona designada para ello y razones de
urgencia imponen su designación o, en otro caso, habiendo nombramiento de representante, éste tiene
intereses contrapuestos con los de la persona representada, siendo precisa la designación de otra que evite ese
conflicto de intereses.
LECCIÓN 10: NACIONALIDAD Y VECINDAD CIVIL
1.− Nacionalidad
1.1.− Concepto y caracteres de personalidad
La nacionalidad es el status de la persona por el hecho de pertenecer a una comunidad nacional reconocida
como Estado, constituyendo su principal estado civil en cuanto que, a virtud de tal condición, resulta titular,
con carácter de exclusividad, de ciertos derechos y se sujeta, con el mismo carácter, a determinados deberes y
obligaciones.
Sin embargo, la nacionalidad no es sólo un estado civil, posee ante todo un carácter constitucional y político
evidente, aunque por una tradición histórica se ubique su regulación en el Código civil.
También se ha dicho que la nacionalidad es un vínculo jurídico entre los individuos y nación respectiva,
33
engendrador de derechos mutuos de carácter público y privado, así como de los deberes relativos.
Por último, en virtud del estado civil de nacional, se establece también una diferenciación entre nacional y
extranjero.
1.2.− Atribución y adquisición de la nacionalidad española
a) Atribución de la nacionalidad española
1.− Por ius sanguinis: uno de los modos de adquirir la nacionalidad española es mediante la filiación o linaje
(ius sanguinis). De acuerdo con este criterio, la nacionalidad se adquiere automáticamente como consecuencia
de la filiación con independencia del lugar donde se nazca, si alguno de los padres posee la nacionalidad
española. Son españoles los hijos de españoles cualquiera que sea el territorio donde hayan nacido. Éste es el
criterio que prepondera.
2.− Por ius soli: el art. 17.1 apareja la atribución de la nacionalidad española al hecho de haber nacido en
territorio español sumado a la concurrencia de otros requisitos, que son:
a) Son españoles de origen los nacidos en España de padres extranjeros si al menos uno de ellos hubiera
nacido también en España.
b) Son españoles de origen los nacidos en España de padres extranjeros si ambos carecieran de nacionalidad o
si la legislación de ninguno de ellos atribuye al hijo una nacionalidad (prevención de la apatridia).
c) Son españoles de origen los nacidos en España cuya filiación no resulte determinada.
3.− Por adopción: el art. 19 del C.c. establece que <<el extranjero menor de 18 años adoptado por un español
adquiere, desde la adopción, la nacionalidad española de origen>>, ya que se supone que la adopción de
menores es aquella que configura mejor una auténtica relación de filiación.
El precepto exige que exista un adoptante español, por lo cual en la adopción conjunta bastará con que uno de
los adoptantes sea español.
A los adoptados que sean mayores de 18 años, el art. 19 no les otorga la nacionalidad de origen
automáticamente. Les compete sólo la facultad de optar en el plazo de dos años a partir de la constitución de
la adopción.
b) Adquisición de la nacionalidad española
1.− Por opción: la opción es una facultad que la ley española otorga a determinados extranjeros cuando éstos
se encuentran en unas ciertas condiciones permitiéndoles crear una nacionalidad española mediante una
declaración unilateral de voluntad.
Los beneficiarios de la opción de nacionalidad son (art. 20)
1.− Las personas que estén o hayan estado sujetas a la patria potestad de un español en algún momento.
2.− Las personas cuyo padre o madre hubiera sido originariamente español y nacido en España.
3.− Las personas comprendidas en el segundo apartado de los art. 17 y 19, que son:
− Las personas cuya filiación o nacimiento en España se determine después de haber cumplido los 18 años.
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− El extranjero adoptado por un español después de haber llegado a la mayoría de edad.
c) Naturalización: se denomina naturalización la adquisición de la nacionalidad española que se realiza en
virtud de una concesión del Estado español.
1.− Naturalización por Carta de naturaleza: esta forma de atribución de la nacionalidad española es un
privilegio concedido por el Jefe de Estado como consecuencia del hecho de haber prestado el interesado
especiales servicios al arte, la cultura o la economía nacionales. Se entrega mediante Real Decreto y con
carácter discrecional.
2.− Naturalización por residencia: el art. 21.2 establece que la nacionalidad española también se adquiere
por residencia en España en las condiciones que señala el artículo siguiente y mediante la concesión otorgada
por el Ministro de Justicia que podrá denegarla por motivos razonados de orden público o interés nacional.
Requisitos
El presupuesto fundamental de la solicitud es el tiempo de residencia que consiste en el hecho de vivir en el
territorio español. Los requisitos establecidos en el art. 22 son:
1.− El plazo general es de 10 años.
2.− El plazo es de 5 años para los que hayan obtenido la condición de <<refugiado>>.
3.− Se exige un tiempo de 2 años cuando se trate de nacionales de origen de países iberoamericanos, Andorra,
Filipinas, Guinea Ecuatorial o Portugal o de sefardíes.
4.− Se establece 1 año de plazo para una serie de supuestos en que el punto de conexión es revelador de una
especialísima vinculación con España:
− El que haya nacido en territorio español.
− El que, disponiendo por la facultad de optar por la nacionalidad española, no la hubiese ejercido
oportunamente.
− El nacido fuera de España de padre, padre, abuela o abuelo que originariamente hubieran sido españoles.
(ETC.)
1.3.− Pérdida y recuperación de la nacionalidad española
a) Pérdida
1.− Por adquisición voluntaria de otra nacionalidad
Requisitos:
1.− Que la adquisición de la nacionalidad extranjera se produzca libre y voluntariamente.
2.−Que se trate de un emancipado (o un mayor de edad).
3.− Que resida habitualmente en el extranjero, por un plazo de 3 años a contar desde la adquisición de la
nacionalidad extranjera.
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4.− Que España no se halle en Guerra.
2.− Por utilización exclusiva de la nacionalidad extranjera que tuvieran atribuida antes de la
emancipación: se hace aquí equivalente la utilización exclusiva de una nacionalidad extranjera que no se
adquirió de manera voluntaria a la adquisición libre de ésta. Los requisitos son los mismos que en el supuesto
anterior.
3.− Por renuncia
Requisitos
1.− Que se trate de españoles emancipados (o mayores de edad).
2.− Que ostenten otra nacionalidad (no puede convertirse en apátrida).
3.− Que residan habitualmente en el extranjero, sin que sea preciso un plazo determinado.
4.− Declaración expresa de renuncia.
5.− Que España no se halle en guerra.
4.− Por sanción: sólo podrá afectar a los españoles que no lo sean de origen (las otras pueden afectar a todos
los españoles).
Supuestos
1.− Cuando durante un período de tres años utilicen exclusivamente la nacionalidad a la que hubieran
declarado renunciar al adquirir la nacionalidad española.
2.− Cuando entren voluntariamente al servicio de las armas o ejerzan cargo político en un Estado extranjero
contra la prohibición expresa del Gobierno.
3.− Cuando por sentencia firme se declare que el interesado ha incurrido en falsedad, ocultación o fraude en la
adquisición de la nacionalidad española.
b) Recuperación
Según el art. 26 del C.c. el español que haya perdido la nacionalidad española podrá recuperarla cumpliendo
con los siguientes requisitos:
1.− Ser residente legal en España. Este requisito no será de aplicación a los emigrantes ni a los hijos de
emigrantes. La residencia ha de ser legal pero, a diferencia de lo que establecía la legislación anterior, ya no se
exige que la misma sea continuada durante el plazo de un año.
2.− Declarar ante el encargado del Registro Civil su voluntad de recuperar la nacionalidad española y su
renuncia a la nacionalidad anterior, salvo que se trate de naturales de los países iberoamericanos, Andorra,
Filipinas, Guinea Ecuatorial o Portugal.
Se deberá inscribir la recuperación en el Registro Civil, pues sólo a partir de ese momento surtirá efecto la
declaración de recuperación.
1.4.− La doble nacionalidad
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Las situaciones de doble nacionalidad pueden presentarse por dos vías distintas:
1.− La primera de ellas aparece como una situación resultante del hecho de que dos legislaciones estatales, sin
existir coordinación alguna entre ellas, consideran que una persona es al mismo tiempo, nacional suyo.
2.− El segundo caso de doble nacionalidad se puede derivar de un objetivo de política legislativa común por
parte de dos Estados, basado en la existencia de una comunidad sociológica supranacional, o puede responder
a una determinada política existente en un Estado para proteger a sus nacionales en el extranjero.
Los casos de doble nacionalidad automática son tres:
1.− La doble nacionalidad obtenida durante la menor edad si, residiendo en el extranjero no se renuncia
expresamente a la española después de la emancipación.
2.− La doble nacionalidad por adquisición voluntaria de la nacionalidad de los países iberoamericanos,
Andorra, Filipinas, Guinea Ecuatorial y Portugal.
3.− Los españoles nacidos en el extranjero que hacen la declaración de conservación de la nacionalidad
española.
2.− La vecindad civil
En España coexisten diferentes legislaciones civiles: el llamado Derecho común y los Derechos civiles
especiales o forales.
El reconocimiento de esta diversidad legislativa obligó al legislador del Código civil a establecer qué
españoles están sujetos al Derecho común (C.c.) y cuáles al Derecho civil especial de Aragón, Baleares,
Cataluña, Galicia, Navarra, Vizcaya y Álava o del fuero de Baylío.
El término vecindad civil expresa la relación jurídica que se establece entre las personas (de nacionalidad
española) y el Estado, que determina la sumisión de aquéllas a cualquiera de las legislaciones civiles vigentes
en España, para las cuestiones referentes a la capacidad y estado civil, derechos y deberes de familia y
sucesiones por causa de muerte.
La vecindad civil está regulada por los art. 14 y 15 del Código civil.
2.1.− Atribución y adquisición
Las formas de adquisición de la vecindad civil son:
a) Por filiación
A tenor de lo expuesto en el art. 14.2 del Código civil tienen vecindad civil en territorio de Derecho común, o
en uno de Derecho especial, los nacidos de padres que tengan tal vecindad.
Éste es el criterio del ius sanguinis y requiere:
1.− Que la filiación esté determinada respeto de ambos progenitores.
2.− Que tanto el padre como la madre tengan la misma vecindad civil.
El art. 14.2 establece que por la adopción, el adoptado no emancipado adquiere la vecindad civil de los
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adoptantes y en su nº 3 dispone que si al nacer el hijo o al ser adoptado los padres tuvieran distinta vecindad
civil, el hijo tendrá la que corresponda a aquel de los dos respecto del cual la filiación haya sido determinada
antes.
Los padres o el que de ellos ejerza o le haya sido atribuida la patria potestad, podrán atribuir al hijo la
vecindad de cualquiera de ellos en tanto no transcurran los 6 meses siguientes al nacimiento o a la adopción.
La privación o suspensión en el ejercicio de la patria potestad, o el cambio de la vecindad de los padres, no
afectarán a la vecindad civil de los hijos.
La declaración debe realizarse ante el Encargado del Registro Civil del municipio o en documento dirigido al
Ministerio de Asuntos Exteriores.
b) Por el lugar de nacimiento
El ius soli opera según el art. 14.3 del C.c. como criterio subsidiario de atribución de la vecindad civil en los
casos siguientes:
1.− Si la filiación está determinada, sin orden de preferencia, respecto de ambos progenitores y éstos, que
tienen distinta vecindad civil, no se ponen de acuerdo sobre cual de ellas atribuir al hijo.
2.− Si son desconocidos tato el padre como la padre pero se conoce el lugar de nacimiento.
En caso de duda prevalecerá la vecindad civil que corresponda al lugar de nacimiento dice el art. 14.6.
Si el nacimiento no está determinada y como última opción, se atribuirá la vecindad civil de Derecho común.
c) Por opción
Se reconoce a la voluntad de los cónyuges y de los hijos la autonomía para cambiar la vecindad civil a través
de la vía de la opción. Los supuestos de opción son:
1.− El del hijo: a partir de los 14 años y hasta que transcurra un año después de su emancipación, podrá optar
por la vecindad del lugar de su nacimiento, o bien por la última vecindad de cualquiera de sus padres.
La declaración de opción se formulará por el interesado, si está emancipado o es mayor de edad. Si el optante
no estuviera emancipado deberá ser asistido por su representante legal.
2− El de la persona casada: cualquiera de los cónyuges no separados podrá optar por la vecindad civil del
otro.
Estas declaraciones deben manifestarse ante el Encargado del Registro Civil del domicilio o en documento
dirigido al Ministerio de Asuntos Exteriores.
d) Por residencia
El art. 14.5 del Código civil contempla dos supuestos distintos:
1.− Adquisición por declaración expresa: para que se produzca el cambio de vecindad civil se requiere que
el interesado tuviere residencia continuada durante 2 años en territorio de distinta legislación civil y
manifieste su deseo de adquirir tal vecindad.
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2.− Adquisición automática: el cambio de vecindad se produce automáticamente por la residencia
continuada de 10 años sin que el interesado haya hecho declaración en contrario durante ese plazo.
En ambos supuestos la residencia ha de ser continuada. El plazo se interrumpe cuando la residencia habitual
se establece en otro lugar.
Ambas declaraciones se harán constar en el Registro Civil y no necesitan ser reiteradas.
3.− Prueba de la nacionalidad y de la vecindad civil
a) Prueba de la nacionalidad
b) Prueba de la vecindad civil
La prueba de la vecindad civil no ofrecerá problema en los casos de adquisición mediante declaración ante el
Encargado del Registro Civil, pero sí puede plantearlo en los demás supuestos, en los que inevitablemente
será necesario acudir a la posesión de estado y a las presunciones.
La LRC permite la declaración de la vecindad civil con valor de simple presunción, en virtud de expediente
gubernativo.
En la práctica suele considerarse como prueba suficiente el hecho de haber nacido en el lugar correspondiente
a la vecindad civil que se pretende tener, sobre todo cuando ésta resulta coincidente con la residencia habitual.
LECCIÓN 11: EL PATRIMONIO
1.− El objeto de la relación jurídica: cosas y bienes
Cosa es todo bien jurídico que tiene una propia individualidad y es susceptible de apropiación. No importa
que se trate de una entidad material o inmaterial, siempre que pueda ser apropiada por un sujeto de forma tal
que le reporte una utilidad.
No basta que el bien pueda ser disfrutado para que merezca el apelativo de cosa. El mar o el aire son
susceptibles de disfrute pero no de apropiación individual. Tiene que tratarse de un bien con propia
individualidad capaz de reportar una utilidad por sí mismo.
* Es cosa la parte separada del cuerpo humano que pueda ser objeto de una donación: así los riñones, corazón,
pulmones o la sangre o el semen.
* Para el Derecho civil los animales son cosas.
Aquello que no puede ser cosa en sentido jurídico está <<fuera del comercio de los hombres>>.
1.1.− Clases
a) Cosas corporales e incorporales
1.− Corporales: son corporales las cosas perceptibles por los sentidos por disponer de una entidad material.
2.− Incorporales: son incorporales las cosas no perceptibles por los sentidos.
b) Cosas muebles e inmuebles
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1.− Inmuebles: ara el art. 334 del C.c. son bienes inmuebles las siguientes cosas: 1) el suelo y las aguas; 2) las
construcciones de todo género <<adheridas al suelo>> y los árboles y vegetales <<unidos a la tierra>>, y todo
lo que está unido a un inmueble de una <<manera fija>>, de modo que <<no pueda separarse de él sin
quebrantamiento de la materia o deterioro del objeto>>, o constituyan <<parte integrante de un inmueble>>;
3) los objetos, utensilios o maquinarias destinados por su propietario al uso o servicio de un inmueble, que
revele el propósito de unirlos de <<modo permanente>> al fundo o <<formen parte de ella de un modo
permanente>>.
− Por naturaleza (tierra).
− Por incorporación (edificios).
Inmuebles
− Por destino (estatuas, máquinas).
− Por analogía (concesiones administrativas).
2.− Muebles: se reputan bienes muebles todos los demás, incluidos los créditos, las creaciones
intelectuales...Y <<en general, todos los que se pueden transportar de un punto a otro sin menoscabo de la
cosa inmueble a que estuvieren unidos>>.
c) Bienes de consumo y de producción
Esta distinción no es utilizada por el C.c. Es importante, en cambio, para determinar la aplicación de la
normativa protectora de los consumidores.
1.− Consumo: un bien es de consumo cuando se adquiera para el uso o destino individual o familiar, sin
finalidad de reintroducirlo en el mercado.
2.− Producción: bienes con finalidad de ser reintroducidos en el mercado.
d) Bienes fungibles e infungibles
1.− Fungibles: una cosa es fungible cuando es sustituible por otra dentro del mismo género, proporcionando
al poseedor una satisfacción equivalente por tratarse de bienes pertenecientes a una clase cuyos componentes
son todos iguales. P. ej. los bienes muebles de primera mano producidos en serie.
2.− Infungibles: es infungible aquella cosa a la cual no es posible encontrar un sustituto indistinguible. P. ej.
las fincas rústicas.
e) Cosas de dominio público y propiedad privada
1.− De dominio público: son bienes de dominio público los que pertenecen a una entidad de Derecho público
(Estado, municipio, etc.) y se encuentran afectados a un uso o un servicio público, o cuando una ley atribuya
expresamente este carácter de dominio público a un bien propiedad de un ente público.
2.− Propiedad privada: todos los demás bienes pertenecientes al Estado tienen el carácter de propiedad
privada.
1.2.− Frutos, gastos y mejoras
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2.− El patrimonio
El patrimonio está formado por una masa de bienes de valor económico que suponen la esfera de actuación o
libertad de una persona, pero que al mismo tiempo sirven de garantía a sus acreedores. En esta acepción el art.
1911 del Código civil establece que el principio de responsabilidad patrimonial universal, cuando afirma que
22del cumplimiento de las obligaciones responde el deudor con todos sus bienes presentes y futuros.
El contenido del patrimonio en rigor son los derechos sobre los bienes que lo integran: el derecho de
propiedad y no la cosa del objeto mismo.
2.1.− Contenido
Complejo de bienes y derechos que tienen valor económico, el cual puede venir dado por su aptitud para ser
enajenados, para proporcionar a su titularidad un rendimiento o por la circunstancia de que ofrezca al titular la
posibilidad de usarlo que evite un sacrificio económico.
Tanto los derechos reales como los derechos de crédito forman parte del patrimonio. Los bienes
inmateriales también se incluyen en su ámbitos, como objetos sobre los que pueden ejercitarse las facultades
de su titular con vistas a su explotación económica.
Las deudas u obligaciones del titular integran el patrimonio, constituyendo su elemento pasivo. El estado
general del patrimonio vendrá dado por la relación que exista entre bienes y derechos y deudas.
No forman parte del patrimonio las cualidades o aptitudes de la persona, en función de las cuales puede
adquirir bienes, P. ej. la capacidad de trabajo o los conocimientos profesionales.
Puede afirmarse que la esfera jurídica de la persona está constituida por la suma o totalidad de relaciones
jurídicas de que ésta es titular. Dentro de esta esfera cabe distinguir dos grupos:
− Uno, el de aquellas de carácter personal, inherentes a la persona en virtud de su propia condición.
− Otro, formado por las que tienen carácter patrimonial, de contenido económico.
2.2.− Clases
a) Patrimonio personal
Se caracteriza por su atribución a una persona, física o jurídica, y por su función de servicio respecto de los
fines de la persona.
Constituido por todas las relaciones activas y pasivas de carácter patrimonial que pertenecen a una persona
física o jurídica para el cumplimiento de sus fines.
Posee fuerza expansiva en el sentido de que abarca todos los bienes y derechos de la persona que no estén
sometidos a un régimen jurídico especial.
En nuestro Derecho, el patrimonio se transmite como un todo cuando muere su titular, adquiriéndolo entonces
sus herederos mediante un solo acto: la aceptación de la herencia.
Pero mientras la persona vive no puede transmitir su patrimonio como un todo, ya que la ley no le permite
transmitir todos sus bienes gratuitamente, si lo hiciera a cambio de otros bienes, de algún derecho o
reservándose alguno sobre los bienes transmitidos, entonces éstos serán los que en adelante constituirán el
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patrimonio.
b) Patrimonios separados
Son conjuntos patrimoniales que en interés de un determinado fin y especialmente con referencia a la
responsabilidad por deudas son tratados en ciertos aspectos como un todo distinto del resto del patrimonio.
Aunque pertenecen a un patrimonio personal, se consideran independientes de éste por estar legalmente
destinados a fines específicos y determinados.
Sus caracteres típicos:
1.− Origen legal de la autonomía de ciertas masas patrimoniales del patrimonio general.
2.− La independencia del núcleo patrimonial de que se trate.
Existen varios tipos de patrimonios separados:
1.− La herencia aceptada a beneficio de inventario: la persona tiene dos masas patrimoniales: la suya
propia y la que heredó.
2.− El peculio del hijo menor no emancipado: formado por los bienes adquiridos por título gratuito cuando
el disponente lo hubiere ordenado de manera expresa; los adquiridos por sucesión.
3.− Los bienes que se dejen a título gratuito a favor de un menor no emancipado
c) Patrimonios con titular interino
Se caracteriza por la situación interina o provisional de su eventual titular. Con el fin de mantener la unidad
del patrimonio y de evitar su disgregación, el ordenamiento ordena una serie de medidas tendentes a su
conservación. El patrimonio se encuentra en situación de pendencia a la espera de que se cumplan
determinadas circunstancias que pongan fin a esa provisionalidad.
Como ejemplos típicos de patrimonio con titular interino pueden citarse el de las atribuciones que
corresponden al nasciturus, cuya virtualidad dependerá del nacimiento de la persona; o el patrimonio de la
personada desaparecida declarada ausente que se atribuye al representante legal, mientras no se acredite su
existencia.
d) Patrimonios colectivos
Se denomina así a aquellos que pertenecen a una colectividad o pluralidad de personas, cuya unión no da
lugar a una persona jurídica independiente de sus componentes. Su característica fundamental estriba en la
titularidad y viene dada or la concurrencia de más de una persona en la misma. Estos patrimonios aparecen
también separados de cada uno del os patrimonios personales de los cotitulares.
2.3.− Régimen jurídico
LECCIÓN 13: RÉGIMEN DE ASOCIACIONES Y FUNDACIONES
1.− El derecho de asociación: su marco constitucional
Se puede definir la asociación como un conjunto establemente organizado de personas que se unen para
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alcanzar un fin común a todas ellas.
Alguna de las características de la asociación son la existencia de una base personal formada por una
pluralidad de personas o el carácter estable que tiene.
El derecho de asociación está reconocido por el art. 22 de nuestra Constitución, que dice que <<se reconoce el
derecho de asociación>> que es, tanto el derecho de asociarse libremente como el de no asociarse, aunque se
haya admitido que, excepcionalmente, la ley pueda introducir al respecto alguna obligación.
El reconocimiento del derecho fundamental de asociación conlleva que la regulación de las asociaciones sólo
pueda hacerse por ley, que debe poseer el carácter de ley orgánica, y que, además, ha de respetar el contenido
esencial de este derecho de acuerdo con el art. 53 de la Constitución.
Constitucionalmente, el derecho de asociación no tiene ninguna cortapisa. La Constitución sólo declara
ilegales las asociaciones que persigan fines o utilicen medios tipificados como delito y prohíbe las
asociaciones secretas y las de carácter paramilitar.
Por lo demás, en la Constitución, el art. 22 dice que <<las asociaciones constituidas al amparo de este artículo
deberán inscribirse en un registro a los solos efectos de publicidad>>, lo que no debe entenderse en el sentido
estricto de una obligación, sino en el de una carga para obtener el efecto positivo de la publicidad.
Finalmente, el apartado 4 del art. 22 señala que <<las asociaciones sólo podrán ser disueltas o suspendidas en
sus actividades en virtud de resolución judicial motivada>>.
Del conjunto del art. 22 parece deducirse que comprende la libertad de organizarse del modo que los
asociados estimen más conveniente para alcanzar los fines perseguidos por ellos, siempre que no utilicen
medios ilícitos. El derecho fundamental quedaría mermado si el Estado pudiera, a través de cualquiera de sus
órganos, coartar dicha libertad.
1.1.− Clases de asociación
1.2.− Constitución de la asociación
a) Capacidad de los constituyentes
Pueden constituir asociaciones y formar parte de ellas tanto las personas físicas como las personas jurídicas,
públicas o privadas, de acuerdo con las siguientes reglas:
1.− Las personas físicas necesitan tener la capacidad de obrar y no estar sujetas a ninguna condición legal
para el ejercicio del derecho.
2.− Los menores no emancipados de más de 14 años pueden concurrir a la constitución de asociaciones
siempre que lo hagan con el consentimiento acreditado de las personas que deban suplir su capacidad.
3.− Los miembros de las fuerzas armadas habrán de atenerse a lo que dispongan las Reales Ordenanzas y el
resto de su ordenamiento. Lo mismo ocurre con los jueces, magistrados y fiscales.
La ley admite que las asociaciones puedan constituir federaciones, confederaciones o uniones, previo el
cumplimiento de los requisitos exigidos para la constitución de la asociación.
b) El acuerdo de constitución
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La creación de una estructura y de un organismo asociativo requiere la existencia de voluntad negocial en
cada uno de los concurrentes, que es la voluntad de establecer la mencionada estructura y el mencionado
organismo, así como de establecer las obligaciones y los medios necesarios para alcanzar los fines que la
agrupación se proponga conseguir.
c) El acta fundacional
En la ley el acuerdo de constitución no requiere ninguna forma especial, aunque para producir efectos
jurídicos debe formalizarse mediante el acta fundacional. El acta fundacional habrá de formalizarse en
documento público o privado y deberá contener:
1.− Nombre y apellidos de los promotores de la asociación si son persones físicas y la razón social si son
personas jurídicas.
2.− La voluntad de los promotores de constituir una asociación.
3.− Los estatutos.
4.− El lugar y la fecha de otorgamiento del acta y la firma de los promotores.
5.− La designación de los integrantes de los órganos de gobierno.
d) Estatutos
Los estatutos de una asociación son un negocio normativo, dirigido a crear una reglamentación para la
situación que se crea. En ellos plasma la organización y la forma en que se articulan los elementos personales
y materiales que la componen para alcanzar el fin propuesto.
1.− Denominación. No puede incluir términos que puedan inducir a confusión acerca de su identidad, ni
expresiones contrarias a las leyes, ni que coincida con ninguna otra previamente inscrita en el Registro.
2.− Domicilio y el ámbito territorial en que haya de realizar principalmente sus actividades. Las asociaciones
constituidas de acuerdo con la ley tendrán su domicilio en España, en el lugar que establezcan sus estatutos,,
que podrá ser el de la sede de su órgano de representación o aquel donde desarrollen principalmente su
actividad.
3.− Fines y actividades de la asociación.
4.− Derechos y obligaciones de los asociados, etc.
1.3.− Funcionamiento de la asociación
Este tipo de personas jurídicas suele ser común la existencia de dos clases de órganos:
a) Asamblea general
Es el órgano supremo de decisión. Eso determina que la asamblea sea el cauce hábil para la participación de
todos los miembros en la gestión del grupo, pues sus directrices y acuerdos son los que circunscriben el
ámbito en que se puede mover la junta directiva (el otro órgano) que en este particular está subordinado a la
asamblea.
Entre las funciones de la asamblea general destaca la aprobación anual de las cuentas de la asociación.
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Además, puede ser convocada de forma extraordinaria si lo solicita un número no inferior al 10% de los
asociados.
En lo que se refiere a la adopción de acuerdos, rige el principio de mayoría simple de las persona presentes o
representadas, cuando los votos afirmativos superen a los negativos (al menos que se disponga otra cosa en los
estatutos). Los acuerdos deben hacerse constar en el Libro de Actas y pueden ser impugnados ante el Juez.
b) Junta directiva
Sus facultades se extienden con carácter general a todos los actos propios de las finalidades de la asociación,
siempre que no requieran, conforme a los estatutos, autorización expresa de la asamblea general.
Lo más común es que se trate de un órgano colegiado, integrado por un número reducido de miembros entre
los que se elige a un presidente, quien ostenta la representación legal de la asociación, actúa en su nombre y
ejecuta los acuerdos adoptados por la asamblea general de asociados o por la junta directiva. Aparte del
presidente, la asociación puede nombrar apoderados o representantes voluntarios para la realización de
actuaciones jurídicas concretas.
1.4.− Responsabilidad de la asociación y de los socios
El art. 15 L.A. dice que <<las asociaciones inscritas responden de sus obligaciones con todos sus bienes
presentes y futuros>>. De esto se deduce que el patrimonio de las asociaciones sirve de garantía a los
acreedores para el cobro de sus créditos y es, además, patrimonio propio de la persona jurídica y, por lo tanto,
independiente del de cada uno de sus miembros.
Consecuencia de esta primera regla del art. 15 L.A. es la que contiene el apartado segundo, pues, si el
patrimonio de la asociación es el que responde de las obligaciones de ésta, lógicamente, los asociados no
tienen por qué ser responsables personalmente de las deudas.
El apartado tercero del art. 15 L.A. hace responsables a los miembros o titulares de los órganos de gobierno, y
a las personas que hayan actuado en nombre y representación de la asociación de <<los daños causados y las
deudas contraídas por actos dolosos, culposos o negligentes>>, precepto sobremanera confuso. Ante todo hay
que decir que, si han actuado en nombre y representación de la persona jurídica con facultades suficientes, es
la asociación la que habrá quedado obligada.
La expresión <<daños causados>> debe entenderse referida tanto a la responsabilidad extracontractual por
daños que puedan causarse a terceras personas, como la responsabilidad estrictamente contractual cuando los
daños sean consecuencia del incumplimiento de obligaciones previamente contraídas.
La expresión <<deudas contraídas por actos dolosos, culposos o negligentes>> es más difícil de entender,
pues aquí la referencia no se hace al dolo o a la culpa que se pueda haber producido en el cumplimiento de
obligaciones, sino al dolo o culpa en el nacimiento de las deudas. La primera hipótesis posible es la existencia
de deudas de la asociación que resultan de actos en los que interviene dolo o culpa del representante y, en tal
caso, la regla no es otra que una aplicación de las reglas de responsabilidad de representantes y de
mandatarios. Más difícil es aplicarla a obligaciones en que la asociación resulte acreedora y el dolo o la culpa
guarden relación con la persona con quien la asociación hubiere contratado y que tuviera, por esta razón,
derecho a una indemnización de daños y perjuicios por la existencia de responsabilidad precontractual.
El apartado 4º hace responsables a los miembros o titulares de los órganos de gobierno y representación de las
consecuencias de todos los actos y omisiones realizados en el ejercicio de sus funciones, y por las
consecuencias de los acuerdos que hubiesen votado, acuerdos que para producir responsabilidad deberán de
ser ilegales o antiestatutarios.
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Finalmente, el apartado 5º hace responsables, en los casos antes mencionados, solidariamente a todos los
miembros de los órganos de gobierno y de representación, pero no a los asociados que no formen parte de él.
1.5.− Suspensión y disolución de la asociación
El art. 17 L.A. regula las causas de disolución de las asociaciones y ha hecho desaparecer la facultad que bajo
la legislación anterior se concedía a las autoridades gubernativas para suspender las actividades de la
asociación.
Las asociaciones se disuelven por las siguientes causas:
1.− Por las causas previstas en los estatutos.
2.− Por la voluntad de los asociados expresada en asamblea general convocada al efecto.
3.− Por expiración de plazo, completa realización del fin para el que se constituyeron o la completa
imposibilidad de aplicar a éste la actividad y los medios de que se disponía.
4.− Por sentencia judicial firme.
2.− El derecho de fundación y su reconocimiento constitucional
El art. 2 de la L.F. define las fundaciones como <<organizaciones constituidas sin fin de lucro que, por
voluntad de sus creadores, tienen afectado de modo duradero su patrimonio a la realización de fines de interés
general>>.
Características
− Organización creada libremente, con un patrimonio distinto del de los fundadores, destinados por éstos a
la consecución de fines de interés general.
− No tiene fin de lucro y además desarrolla sus actividades en el mismo sentido.
− La afectación de del patrimonio a la realización de los fines fundacionales ha de ser duradera, es decir,
estable, aunque no se imponga la perpetuidad.
− Elemento imprescindible es que la fundación realice fines de interés general, que puedan beneficiar a
colectividades genéricas de personas.
En la Constitución, el art. 34 reconoce <<el derecho de fundación para fines de interés general con arreglo a
la ley>>. A pesar de su literalidad, se entiende que no puede hablarse rigurosamente de un auténtico derecho
subjetivo a crear fundaciones que son obra de la libertad individual, pero no cabe duda de que, por una parte,
en la Constitución existe una garantía institucional de la figura jurídica denominada <<fundación>> y, por
otra parte, se establece, tanto en el mismo art. 34 como en el 53 una reserva de ley que impone la confección y
promulgación de una norma que tenga precisamente este rango.
2.1.− Regulación legal, estatal y autonómica. Especial referencia a las fundaciones de interés gallego
La figura de la fundación fue regulada por la Ley 30/1994, pero debido al amplio movimiento de creación de
fundaciones en los últimos años, ésta ha tenido que ser modificada por la Ley 30/2002, que constituye en la
actualidad el conjunto legal rector de la materia.
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Los objetivos que pretende alcanzar la nueva regulación son básicamente tres:
1.− Reducir la intervención de los poderes públicos en el funcionamiento de las fundaciones.
2.− Flexibilizar y simplificar los procedimientos, especialmente los de carácter económico y financiero,
eximiendo a las fundaciones de menor tamaño de ciertas obligaciones.
3.− Dinamizar y potenciar el fenómeno fundacional como cauce a través del cual la sociedad civil coayuda
con los poderes públicos en la consecución de fines de interés general.
2.2.− Constitución de la fundación
La fundación nace cuando los fundadores, esto es, persona o personas a las que la ley reconoce capacidad al
efecto, realizan el negocio fundacional, en la forma y con los requisitos exigidos por la ley, y se lleva a cabo la
inscripción en el oportuno registro público.
a) Capacidad para crear fundaciones
El principio general es que pueden constituir fundaciones tanto las personas físicas como las personas
jurídicas, sean estas últimas públicas o privadas.
1.− Las personas físicas necesitan capacidad general de obrar y capacidad para disponer gratuitamente de los
bienes y derechos en que consista la dotación.
2.− Las personas jurídicas de carácter privado y de índole asociativa necesitan un acuerdo expreso del órgano
que sea competente para disponer gratuitamente de sus bienes con arreglo a sus estatutos o a la legislación que
les resulte aplicable.
3.− Las personas jurídicas de índole institucional necesitan el acuerdo de su órgano rector.
4.− Por lo que se refiere a las personas jurídico−públicas, se permite que tengan, con carácter general,
capacidad para constituir fundaciones salvo que sus normas reguladores establezcan lo contrario.
b) El negocio jurídico fundacional y su naturaleza
La constitución de la fundación puede realizarse por actos inter vivos o mortis causa:
La constitución por actos inter vivos requiere, como formalidad el otorgamiento de una escritura pública. Se
requiere la escritura pública de fundación.
Por lo que se refiere a la constitución de una fundación por actos mortis causa, la ley es extraordinariamente
parca. El art. 9 L.F. dice que <<se realizará testamentariamente>> y que habrán de cumplirse en el testamento
los requisitos establecidos para la escritura pública de constitución, de suerte que el testador habrá de dotar de
contenido al negocio jurídico fundacional, que en estos casos es un negocio jurídico testamentario.
La ley no requiere que se exprese sólo la voluntad de constituir una fundación, sino también que se realice
la dotación, porque el ente <<fundación>> es la personificación de un patrimonio adscrito a un fin. El
fundador pues, no crea el ente y posteriormente lo dota, sino que aquél surge a la vida por una concreta
destinación de bienes a la realización del fin de interés general que se propone.
Por último, la escritura pública recoge el negocio jurídico fundacional como forma sustancial del mismo.
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c) Estatutos de la fundación
En la escritura de constitución han de contenerse los estatutos de la fundación. Los estatutos son obra
unilateral del fundador o fundadores, pero en ellos ha de constar como mínimo:
− Denominación de la entidad. Se exige que figure la palabra <<Fundación>> y que el nombre no coincida o
se asemeje con ninguna otra fundación previamente inscrita en el Registro. No podrán incluirse términos o
expresiones que resulten contrarios a las leyes o puedan vulnerar los derechos fundamentales de la persona.
− Los fines fundacionales.
− El domicilio y el ámbito territorial en que haya de desarrollar principalmente sus actividades.
− Las reglas básicas para la aplicación de los recursos al cumplimiento de los fines fundacionales.
− La composición del patronato, las reglas para designación y sustitución de sus miembros, las causas de su
cese...
d) Dotación
La ley permite que pueda consistir en bienes y derechos de cualquier clase, pero exige que sea adecuada y
suficiente para el cumplimiento de los fines fundacionales. Se presume que es suficiente cuando su valor
económico alcance los 30.000 €.
Para las aportaciones de carácter dinerario, la ley permite que pueda efectuarse en forma sucesiva. En tal caso,
el desembolso inicial debe ser, al menos, del 25% y el resto se debe hacer efectivo en un plazo no superior a 5
años.
Para las aportaciones no dinerarias, la ley señala que hay que incorporar a la escritura de constitución, junto
con la voluntad dispositiva de los bienes o derechos, una tasación realizada por un experto independiente y
que, además, debe acreditarse su realidad.
2.3.− Gobierno y actividades de la fundación
En las fundaciones existen dos tipos de órganos que inciden en la actividad y en el desarrollo de la
personalidad jurídica fundacional:
a) Patronato
Es el órgano de gobierno y representación de la fundación, que se crea de acuerdo con los estatutos. Está
constituido por un mínimo de 3 miembros, que elegirán entre ellos un presidente, sino estuviera ya prevista
de otro modo la designación del mismo en la escritura de constitución o en los estatutos. El patronato debe
también nombrar a un secretario, a quien corresponderá la certificación de los acuerdos.
Pueden ser patronos las personas físicas que tengan plena capacidad de obrar y no estén inhabilitadas para el
ejercicio de cargos públicos. Pueden también formar arte del patronato personas jurídicas, siempre que
designen a la persona o personas físicas que las representen en los términos establecidos en los estatutos.
Los patronos ejercen sus funciones después de haber aceptado expresamente el cargo, que es, en todo caso,
gratuito y de ejercicio personal.
Los patronos deben desempeñar el cargo con la diligencia de un representante legal y responden
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solidariamente frente a la fundación de los daños y perjuicios que causen por realizar actos contrarios a la ley
o a los estatutos o por los que hubieran realizado sin la diligencia con la que los deben realizar.
b) Protectorado
Es el órgano de la Administración pública que facilita el recto ejercicio del derecho de fundación, asegura la
legalidad de la constitución y del funcionamiento de aquélla, vela por el cumplimiento de los fines
fundacionales y suple provisionalmente al patronato cuando por cualquier motivo faltasen las personas
llamadas a integrarlo.
Aparte de su intervención en numerosas actividades de la fundación, el protectorado tiene legitimación para
instar la acción de responsabilidad contra los patronos por su actuación dañosa para la fundación; para
cesarlos si no desempeñan el cargo con la diligencia debida y para impugnar los acuerdos del patronato que
sean contrarios a los preceptos legales o estatutarios.
2.4.− Modificación, fusión y extinción de las fundaciones
a) Modificación
Modificar una fundación es modificar los estatutos por los que se rige, lo cual significa apartarse de la
voluntad del fundador. De ahí que la posibilidad de modificación de estatutos no pueda ser realizada
libremente. La ley lo permite siempre que el fundador no lo haya prohibido (o incluso condicionado) y
siempre que además, resulte conveniente para la fundación. Por ello, la modificación debe ser aprobada por el
protectorado.
En el caso de que las circunstancias que presidieron la constitución de la fundación hayan variado de manera
que ya no pueda actuar satisfactoriamente con arreglo a los estatutos inicialmente aprobados, es deber del
patronato acordar la modificación, salvo que, para este supuesto, el fundador hubiera previsto la extinción.
Si, en los casos mencionados, el patronato no acuerda la modificación, puede hacerlo el protectorado, bien de
oficio o a instancia de persona interesada.
La modificación debe formalizarse en escritura pública e inscribirse en el Registro de Fundaciones.
b) Fusión
La ley permite la fusión de fundaciones siempre que no lo haya prohibido ninguno de los fundadores, que
exista acuerdo de los respectivos patronatos y que este acuerdo se comunique al protectorado. El protectorado
puede oponerse a él en el plazo máximo de tres meses, pero sólo por razones de legalidad y mediante acuerdo
motivado.
La ley prevé, además, una fusión obligatoria en aquellos casos en que la fundación resulte incapaz de alcanzar
sus fines. Si así ocurriera, el protectorado la requerirá para que se fusione con otra de análogos fines que
hubiera manifestado ante el protectorado su voluntad favorable a la fusión, siempre que el fundador no lo
hubiera prohibido.
c) Extinción
• Causas de la extinción
1.− Por expiración del plazo para el que fue constituida.
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2.− Cuando se hubiese realizado íntegramente el fin fundacional.
3.− Cuando sea imposible la realización del fin fundacional, salvo la posibilidad de modificación o fusión.
4.− Cuando la extinción resulte de una fusión.
5.− Cuando concurra cualquier otra causa prevista en el acto constitutivo o en los estatutos, aunque haya que
recordar en este punto la limitación de la autonomía de la voluntad del fundador.
6.− Cuando concurra cualquier otra causa establecida en las leyes.
b) Liquidación de las fundaciones
Una vez producida la extinción, salvo que lo sea por fusión, la fundación entra en un proceso de liquidación,
que se realizará por el patronato bajo el control del protectorado. Por supuesto, la liquidación requiere la
consumación de las operaciones pendientes, el pago de deudas que puedan existir y el cobro de los créditos.
Los bienes y derechos resultantes de la liquidación se deben destinar a fundaciones o entidades no lucrativas
privadas que persigan fines de interés general, cuando se encontraran designadas en el negocio fundacional o
en los estatutos de la fundación extinguida. Si tales fundaciones o entidades no se encontraran designadas en
el negocio fundacional o en los estatutos, el destino podrá ser decidido, a favor del mismo tipo de entidades,
por el patronato, si tiene reconocida esta facultad por el fundador o, en otro caso, por el protectorado.
La ley no permite la reversión de los bienes al fundador o fundadores, ni a los herederos de éstos, ni a otras
personas físicas o jurídicas que hubiesen sido al efecto llamadas en el negocio jurídico fundacional y que no
reúnan las características señaladas.
LECCIÓN 15: EL DERECHO SUBJETIVO
1.− Autonomía de la voluntad y relación jurídica
El ser humano es un ser social por naturaleza. El Derecho entra en juego para establecer un orden mediante la
creación de normas de conducta que regulen los distintos intereses individuales y colectivos.
El hombre es libre para determinar cómo satisfacer sus necesidades, es la autonomía de la voluntad la que le
permite entrar en contacto con las personas e iniciar un determinado tipo de relación, que se rige por unas
normas específicas.
La relación jurídica es un entramado de intereses de varias personas que es regulado unitariamente por el
Derecho y −−− la atribución de derechos y deberes a través de los cuales se encauzan los interese en juego.
Más concretamente, podríamos definir la relación jurídica como aquélla que se da entre personas con intereses
lícitos y considerados dignos de tutela por una regla de Derecho a cuyo fin atribuye poderes y correlativos
derechos.
2.− El Derecho subjetivo y otros poderes jurídicos
El conjunto de normas que rigen un país constituyen el Derecho objetivo. En cambio, el Derecho subjetivo
dado un punto de vista general puede decirse que actúa como un conjunto de deberes jurídicos que −−−−−−−−
para defender intereses dentro del marco del derecho objetivo. Hay una interrelación entre el Derecho objetivo
y el Derecho subjetivo, ya que es el Derecho objetivo el que reconoce la existencia de los distintos derechos
subjetivos.
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El Derecho subjetivo es el poder reconocido a la persona por el ordenamiento jurídico con significado
unitario e independiente, quedando a su arbitrio la posibilidad de su ejercicio y defensa.
Se presenta como una parte activa de la relación jurídica, pero como entidad independiente y vida autónoma
de la relación jurídica, con autonomía del de su tutela (?) y de la relación jurídica con el fin de ser objeto del
tráfico jurídico para en otra relación jurídica.
Hay que distinguir Derecho subjetivo de otros conceptos similares:
1.− Potestad: poder jurídico que se reconoce, no para proteger los intereses de un titular sino para la defensa
de los intereses de otra persona. Su ejercicio no es libre sino que viene impuesto en atención a intereses
diversos. Lo específico de la potestad es la del poder con el deber de desempeñar una cierta función.
2.− Facultad: es la posibilidad de actuación de una persona como contenido de un derecho subjetivo.
2.1.− Estructura, contenido, nacimiento, adquisición, transmisión y extinción del derecho subjetivo
a) Estructura
1.− Sujeto del derecho subjetivo: es la persona a la que se atribuye la del poder jurídico. Esta del derecho
subjetivo a una determinada persona se debe a su titularidad, tanto física como jurídica. Para poder ser sujeto
de un derecho subjetivo es necesario tener capacidad jurídica y que el propio ordenamiento los reconozco
como sujetos de Derecho. El Derecho normalmente está plenamente determinado, pero puede suceder que de
forma temporal no esté determinado y sea simplemente determinable.
2.− Objeto del derecho subjetivo: es la realidad social sobre la que recae el poder jurídico reconocido por el
ordenamiento. En particular, son objeto de los derechos subjetivos la conducta de otras personas en la medida
en la que la satisfacción de sus propios interesas requiere la colaboración de otras personas. En segundo lugar,
son objeto los bienes económicos, los susceptibles de satisfacer necesidades económicas. Pueden ser
materiales o intelectuales.
b) Contenido
Conjunto de facultades que constituyen el poder en que se cimienta el Derecho subjetivo. El contenido
diferencia un derecho subjetivo de otro. Se pueden diferenciar tres niveles en un derecho subjetivo:
1.− Las facultades y las posibilidades de actuación que a la persona se le reconocen o conceden. P. ej. el
goce y disfrute de la cosa por el propietario.
2.− Los deberes y cargas: son el reverso de las facultades y constituyen la situación especial que el Derecho
impone a otras personas. Por regla general son deberes de respeto de la situación del titular. También puede
tratarse de especiales conductas que se imponen a personas determinadas. Las cargas son conductas que ha de
cumplir el propio titular del derecho subjetivo para obtener la satisfacción de un interés.
3.− El plano de la protección jurídica: la posibilidad de reclamar ante los órganos jurídicos una intervención
en defensa del interés que se pretendía salvaguardar mediante el reconocimiento del derecho subjetivo. Esta
posibilidad de reclamar la ayuda del Estado en defensa de los intereses propios se materializa en la concesión
de una acción.
c) Adquisición
Unión del Derecho subjetivo al sujeto que deviene así en titular. Distinta de la adquisición es el nacimiento de
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los derechos subjetivos, es la constitución del Derecho subjetivo que al hacerlo suyo adquiere el titular.
d) Transmisión
En cuanto a la transmisión del Derecho subjetivo, ésta no es más que el traslado del Derecho de una persona
(transmitente) a otra persona (adquirente). La transmisión requiere la condición de transmitible o enajenable
del Derecho subjetivo. La regla general en nuestro Derecho es la transmisibilidad de los derechos
patrimoniales (reales o personales), siendo intransmisibles los derechos de la personalidad y los derechos de la
familia.
e) Extinción
Implica su desaparición del panorama jurídico. Con la extinción tiene lugar la pérdida de un titular para el
correspondiente derecho subjetivo. Las diversas causas que la producen son:
1.− La muerte de su titular da lugar a la extinción del derecho. Sólo sucede en los derechos personalísimos,
en los familiares puros y en los patrimoniales que se hayan configurado como personales.
2.− o pérdida física o jurídica del objeto sobre el que recae.
3.− Llegada del plazo final de la condición a la que se hubiera otorgado la actitud de extinguirse el Derecho.
4.− El cumplimiento del interés que protege.
5.−
6.− La renuncia o acto jurídico voluntario que persigue la extinción de la acción.
2.2.− El ejercicio del derecho y sus límites
Se entiende por ejercicio del derecho subjetivo la realización del acto o serie de actos o actividades para los
que se faculta el poder concedido al titular por el ordenamiento jurídico.
Tras haber señalado que todo derecho subjetivo implica la realización de un poder, se puede decir que todo
derecho subjetivo supone el reconocimiento de un ámbito de libertad para su titular. Se acepta de forma
unánime que el ejercicio de los derechos subjetivos en ningún caso puede ser ilimitado.
Por tanto, se puede decir que el ejercicio de los derechos subjetivos tiene unos límites derivados de su propia
naturaleza . Estos son los denominados límites intrínsecos.
También tiene otros límites derivados de la concurrencia sobre un mismo objeto de varios derechos subjetivos
pertenecientes a diferentes titulares. Estos límites se llaman límites extrínsecos.
a) Límites extrínsecos
Son aquellos casos en los que el ejercicio de los derechos aparece limitado debido a la concurrencia sobre el
mismo objeto de derechos subjetivos pertenecientes a distintos titulares e incompatibles entre sí. Son los casos
de colisión de derechos.
b) Límites intrínsecos
Son aquellos que derivan del mismo contenido del derecho subjetivo. Son, pues, la frontera hasta donde llega
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la extensión del derecho subjetivo. Dentro de ellos se sitúa la figura del abuso de derecho, que supone un
ejercicio antisocial del mismo. Del mismo modo, aquí también se sitúa la noción de buena fe, que hace que el
titular del derecho subjetivo deba atenerse a criterios de lealtad y ética que le imponen la observancia de
deberes a la hora de ejecutar el derecho subjetivo.
1.− La buena fe
La doctrina civilista está de acuerdo en calificar la buela fe (a la que hace referencia el art. 101 del C.c. como
un principio general del Derecho) como aquella que tiene como función principal ser un límite intrínseco al
ejercicio del derecho subjetivo.
Es el conjunto de deberes que la lealtad y la ética, de acuerdo con los cánones sociales imponen a toda
persona en su actuación en el mundo de las relaciones jurídicas. El ejercicio de un derecho es contrario a la
buena fe cuando se ejecuta de una manera que lo hace desleal según las reglas que la concurrencia social
imponen al tráfico jurídico.
Doctrina de los actos propios
Esta doctrina tiene un origen jurisprudencia y aún no ha tenido reflejo normativo, pero son muy numerosas las
STS que sobre la base de esta doctrina rechazan el ejercicio de un derecho cuando resulte incompatible con la
conducta anteriormente observada por su titular respecto del mismo derecho o de las facultades que lo
integran.
Esta doctrina (derivación del principio de buena fe) para que sea aplicada por los tribunales requiere que el
sujeto pasivo demuestre en relación con el mismo el sujeto activo del derecho subjetivo ha desplegado con
anterioridad una conducta que interpretada con buena fe demuestra la contradicción con la nueva postura del
titular del derecho subjetivo (?). Con ello la regla de que nadie puede ir en contra de sus propios actos
constituye un límite más al ejercicio del derecho subjetivo.
2.− Abuso del Derecho
Es un límite recogido en el art. 7.2 del C.c. Puede ser entendido en un doble sentido.
− Subjetivamente: es el ejercicio del derecho con intención de dañar o sin verdadero interés por ejercitarlo.
− Objetivamente: se puede entender como el ejercicio anormal del derecho, de modo contrario a los fines
económico−sociales del derecho. La jurisprudencia del TS identifica como sinónimos las expresiones Abuso
de derecho y Ejercicio antisocial del mismo.
Los elementos que configuran el abuso del derecho son:
1.− Es necesaria una actuación del que comete el abuso y puede consistir tanto en una conducta positiva como
en una negativa (omisión).
2.− La forma de actuación: deben sobrepasarse manifiestamente los límites normales del ejercicio del
derecho, entendiendo que la normalidad del ejercicio del derecho es una cuestión que depende de las
costumbres y concepciones de cada época. Además, este traspaso de la normalidad ha de ser grave.
3.− Caracterización de la actuación abusiva: el carácter antisocial del ejercicio de un derecho se puede
manifestar:
a) Por la intención de su autor. Cuando hay intención de perjudicar, hay ejercicio antisocial.
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b) Por el objeto. Puede que la existencia de abuso se derive de que se trata de apurar demasiado las ventajas
que el derecho puede proporcionar.
c) Por las circunstancias en que se realice el ejercicio del derecho, por ejemplo cuando se realiza
extemporáneamente.
d) El resultado de la actuación abusiva: ha de consistir en la existencia de un daño para un tercero, una lesión
del interés ajeno. Puede ser material o moral.
Consecuencias del Abuso de Derecho:
Se procederá a la indemnización del daño causado y se adoptarán las medidas judiciales o administrativas que
pongan fina a la situación abusiva.
Tema 15: El derecho sujetivo
• Autonomía de la voluntad y relación jurídica.
El derecho establece un orden mediante normas de conducta que regulan los intereses individuales y
colectivos. El hombre es libre para decir como conseguir los derechos, como satisfacer sus necesidades.
La autonomía de la voluntad permite entrar en contacto e iniciar una relación como una determinada persona,
la cual se rige por una norma (relación jurídica). Además, a trabes de los cuales se encauzan los intereses en
juego, podemos definir la relación jurídica como aquella relación entre personas que tienen por objeto
intereses lícitos y considerados dignos se tutela por una reglas de derecho a cuyo fin atribuye poderes y
correlativos derechos.
• El derecho subjetivo y otros poderes jurídicos
• Estructura, contenido, nacimiento, adquisición, transmisión y extinción del derecho subjetivo.
El conjunto de normas que rigen en un determinado país constituye lo que se viene determinando el derecho
objetivo. En cambio el derecho sujetivo, desde un punto de vista general puede decirse que actúa como
conjunto de poderes jurídicos que se le concede a una persona para actuar en defensa de sus intereses dentro
del marco que concede el ordenamiento jurídico o derecho objetivo. Por tanto cabe señalar que hay una
interrelación entre el derecho objetivo y el subjetivo, ya que es el derecho objetivo el que reconoce la
existencia de los distintos derechos sujetivos.
Se puede definir el derecho sujetivo como el poder reconocido a la persona pro el ordenamiento jurídico con
significado unitario e independiente, quedando a la voluntad de ella la posibilidad del arbitrio y defensa.
El derecho sujetivo se presenta como una parte activa de la relación jurídica pero con entidad independiente y
vida autónoma de la relación jurídica, en el sentido de que el derecho subjetivo existe aunque se desprende de
su titular, se desprende de la relación jurídica con el fin de ser objeto de trafico en el ámbito jurídico para
finalmente insertarse en otra relación jurídica.
Hay que distinguir el derecho sujetivo de:
• La potestad: que es un poder jurídico y se reconoce, no para proteger los interese del titular, sino para
la defensa de los intereses de otra persona. Su ejercicio no es libres, sino que viene impuesto en
atención a intereses diversos. Lo específica de la potestad es la conexión del poder con el deber de
desempeñar una cierta función, un ejemplo: en materia de la patria potestad, los titulares de la patria
potestad tienen poderes de educación y sustento de los hijos, así como poderes de guarda y custodia.
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El reconocimiento de estos poderes en los padres, no lo es en su propio interés, sino en interés y
defensa de los hijos.
• La facultad: es la posibilidad de actuación que se atribuye a una persona como contenido de un
derecho sujetivo. Ejemplo: derecho de propiedad, que es un derecho sujetivo consistente en un poder
global que encierra un conjunto de facultades, por ejemplo la facultad de disposición, de
aprovechamiento, de exclusión
♦ Elementos del derecho sujetivo:
El sujeto del derecho sujetivo: es la persona a la que se atribuye la situación. Esta cualidad se conoce con el
nombre de titularidad, y esta puede ser por tanto de una persona física como jurídica. Para poder ser sujeto de
un derecho sujetivo es necesario tener capacidad jurídica, es decir, que el propio ordenamiento los reconozca
expresamente como derecho sujetivo. El sujeto normalmente esta plenamente determinado, pero puede
suceder que de forma temporal no este determinada y ser simplemente determinable. Ejemplo: donación al
concedido no nacido.
El objeto del derecho sujetivo: que no es más que la realidad social sobre la que recae el poder jurídico
reconocido por el ordenamiento jurídico. En particular sin objetos de los derechos sujetivos:
• la conducta o comportamiento de otras personas en la medida en la que la satisfacción de sus propios
interés requiere la colaboración de otras personas.
• los bienes económicos, es decir, aquellos susceptibles de satisfacer necesidades intelectuales.
El contenido: es el conjunto de facultades que constituye el poder jurídico en que consiste el derecho sujetivo.
El contenido es lo que diferencia un derecho sujetivo de otro, que desde un punto de vista abstracto cabe
señalar que el contenido de un derecho sujetivo abarca tres niveles: 1º) las facultades o posibilidades de
actuación que la persona se le reconoce o concede;2º) deberes y cargos, que son el reverso de las facultades y
constituye la situación especial que el derecho impone a otras personas, por regla general son deberes de
respecto de la situación del titular, por ejemplo en relación con la propiedad debe respectarse la propiedad
ajena pero también puede tratarse de especiales conductas que se imponen a personas determinas por ejemplo
el comprador tiene el deber de entregar el precio de la cosa comprada, por su parte las cargas son conductas
que han de cumplir el propio titular del derecho sujetivo para obtener la satisfacción de un interés, por
ejemplo si quiero que el juez ordene la carga de probar que efectivamente esa persona no me ha pagado; 3º)
plano de la protección jurídica, la posibilidad de reclamar ante los órganos jurisdiccionales su intervención en
defensa del interés que se pretendía salvaguardar mediante el reconocimiento del derecho sujetivo, esta
posibilidad de recadar la ayuda del estado en defensa de los intereses propios se materializa en la concesión de
una acción, que no es más que la posibilidad de promover la actuación de los órganos jurisdiccionales para
que defiendan el derecho sujetivo.
• Adquisición del derecho sujetivo
La adquisición del derecho sujetivo es la unión del derecho al sujeto que deviene su titular.
Distinta de la adquisición es el nacimiento de los derechos sujetivos que es la constitución del derecho
sujetivo que al hacerlo suyo adquiere el titular.
En cuanto a la transmisión este no es más que el traslado de un derecho de una persona (transmitente) a otra
(adquiriente). La transmisión requiere la condición de transmisible o enajenable del derecho sujetivo. La regla
general es la transmisibilidad de los derechos patrimoniales (derechos reales y derechos personales), siendo en
cambio intransmisibles los derechos de la personalidad y los derechos de la familia.
• Extinción del derecho sujetivo
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La extinción implica la desaparición del mismo del panorama jurídico. Con la extinción tiene lugar la perdida
para su titular del correspondiente derecho sujetivo. Son diversas las causas que puede provocar la extinción
del derecho sujetivo, pero en términos generales puedes señalarse:
• La muerte del titular, solo en los derechos personalísimos, familiares puros y en los patrimoniales que
se hayan configurado como personales.
• Destrucción o pérdida física o jurídica del objeto sobre el que recae.
• La llegada del plazo final o cumplimiento de la condición por la que se hubiera otorgado la actitud de
extinguir el derecho.
• El cumplimiento del interés que protege el derecho, es decir, la consecución de la finalidad perseguida
por el derecho.
• La confusión (derecho crédito) o la consolidación (derecho real) que implica la reunión de la posición
jurídica activa y pasiva en un mismo sujeto.
• La renuncia o acto jurídico voluntario que persigue la extinción del derecho.
• Ejercicio del derecho y sus límites
Se entiende por ejercicio del derecho sujetivo la realización del acto o serie de actos y actividades para el que
se faculta o autoriza el poder concedido al titular por el ordenamiento jurídico. Ejemplo: propietario de una
casa para modificar su estructura
Tras haber señalado que todo derecho sujetivo implica la realización de un poder se puede decir que todo
derecho sujetivo supone le reconocimiento del ámbito de libertad plenamente ilimitada, tampoco resulta
socialmente beneficiosa, de hay que se acepte de forma unánime que el ejercicio de los derechos sujetivos en
ningún caso pueda ser ilimitado y deba estar sujeto a una serie de limites, por tanto se puede decir que el
ejercicio de los derechos sujetivos tiene unos limites derivados de su propia naturaleza que de los derechos de
los demás, estos son los denominados límites intrínsecos. Además tiene otros límites que se derivan sobre la
concurrencia de un mismo objeto de varios derechos sujetivos pertenecientes a distintos titulares: limites
extrínsecos.
Son aquellos casos en los que el ejercicio de los derechos aparece limitados debido a la concurrencia sobre el
mismo objeto de derechos sujetivos pertenecientes a distintos titulares e incompatibles entre si, son los casos
de colisión de derechos, por ejemplo: cuando varias personas alquilan una casa el derecho de un inquilino
limita el de otro.
Límites extrínsecos: Son aquellos que derivan del mismo contenido del derecho sujetivo, son pues: las
fronteras hasta donde llega la extensión del derecho sujetivo. Dentro de estos límites se sitúa la figura del
abuso del derecho, que supone un ejercicio antisocial del mismo, y la noción de buena fe, que hace el titular
del derecho sujetivo deba atenerse a criterios de lealtad y ética que le imponen la observación de ciertos
deberes a la hora de ejercitar el derecho sujetivo.
• La buena fe
La doctrina civilista esta de acuerdo en calificar la buena, a la que se hace referencia en el art 101 CC, como
un principio general del derecho, que tiene la función principal de ser un limite intrínseco al ejercicio de los
derechos sujetivos. Puede decirse que la buena de es el conjunto de deberes que la lealtad y la ética, de
acuerdo con las cánones sociales impiden a toda persona en su actuación el mundo de las relaciones jurídicas.
El ejercicio de un derecho es contrario a la buena fe cuando se ejercita de una manera o en una serie de
circunstancias que lo hacen desleal, según las reglas que la conciencia social impone al tráfico jurídico.
Ejemplo: cuando un negocio con defectos formales se cumple voluntariamente sería contrario a la buena fe
ejercitar posteriormente la acción de nulidad por la existencia de un defecto formal.
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• La doctrina de los actos propios
Esta doctrina tiene un origen jurisprudencial y aun no ha encontrado reflejo normativo, pero son muy
numerosas las STS que sobre la base de esta doctrina rechazan el ejercicio de un derecho cuando resulta
incompatible con la buena fe por su titular respecto del mismo derecho del mismo derecho o de las facultades
que lo integran.
Esta doctrina de los actos propios, que es una derivación de la buena fe, para que sea aplicada por los propios
tribunales requiere que el sujeto pasivo demuestre que en relación con el mismos sujeto activo del derecho
sujetivo ha desplegado con anterioridad una conducta que interpretada de buena fe demuestre la contradicción
o incompatibilidad con la nueva postura del titular del derecho sujetivo; con ello la regla de que nadie puede ir
en contra de sus propios actos constituye un límite más al ejercicio de los derechos sujetivos.
• El abuso del derecho
Es un límite al ejercicio de los derechos sujetivos (7.2 CC), este límite puede ser entendido en un doble
sentido:
• En un sentido sujetivo, en el que tal caso es el ejercicio del derecho con intención de dañar o sin
verdadero interés por ejercitarlos.
• Desde un punto de vista objetivo, el abuso del derecho se puede entender como el ejercicio anormal
del derecho, es decir, de modo contrario a los fines económico−sociales del derecho.
La jurisprudencia del TS identifica como sinónimos las expresiones abuso del derecho y ejercicio antisocial
del derecho; de hay que ambas expresiones puedan usarse indistintamente.
Los elementos que configuran el abuso del derecho s, y que se deducen del art 7.2 CC son:
• Es necesaria la actuación del que comete el abuso. Esta puede consistir tanto en una conducta positiva,
como una negativa (omisión).
• La forma de actuación; debe sobrepasarse manifiestamente los limites normales de ejercicio del derecho
entendiendo que la normalidad es una cuestión que depende de las costumbres y concesiones de cada
época. Además este traspaso de la normalidad deber ser grave.
• Caracterización de la actuación abusiva: es que el carácter antisocial del ejercicio de un derecho puede
manifestarse de 3 formas:
• Por la intención de su autor cuando hay intención de perjudicar, hay ejercicio antisocial.
• Por el objeto, es decir, puede que la existencia de abuso se derive de que se trata de apurar demasiado
las ventajas que le derecho puede proporcionar.
• Por las circunstancias en que se realice el ejercicio del derecho. Por ejemplo cando se realiza
extemporáneamente.
• El resultado de la actuación abusiva. Este debe consistir en la existencia de un daño para terceros, debe
existir una lesión del interés ajeno, esta lesión puede ser material o moral.
Consecuencias del abuso del derecho
Dos tipos:
• Se procederá a la indemnización del daño causado.
• Se adoptará las medidas judiciales o administrativas que pongan fin a la situación abusiva.
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Tema 16: El tiempo en el derecho civil
• Reglas de cómputo del tiempo en el derecho civil
El tiempo es un factor muy importante ha de tener en cuenta en el mundo jurídico, por ejemplo para
determinar la mayoría de edad. Sin embargo para decretar los efectos jurídicos del tiempo el mismo ha de ser
determinado y medido.
Hay dos sistemas de cómputo del tiempo:
• Sistema natural: conforme al cual el tiempo se mide de momento a momento.
• Sistema civil: conforme al cual se toman en cuenta los días completos y no las fracciones temporales
menores.
Nuestro CC adopta el sistema de cómputo civil (art 5). Se adopta este sistema porque ofrece una mayor
seguridad jurídica ya que la mayor parte de las veces resulta muy difícil especificar la hora exacta en que tiene
lugar un hecho, no obstante a pesar de que el CC adopta el sistema civi8l es posible que el legislados y las
propias partes decidan aplicar el sistema natural.
Si el plazo se fija por día es imprescindible fijar si el día inicial y el día final se incluyen dentro del cómputo.
Respecto al día inicial la regla genera es que no se incluya en el cómputo, de manera que se empieza a contar
desde el día siguiente; pero esta es la regla general que tiene excepciones, por ejemplo la recogida en el art 35
CC que fija la mayoría de edad.
En cuanto al día final no hay regla especifica al respecto pero se entiende que este debe haber transcurrido por
completo para entender terminado el plazo. Esta regla se deduce de un generalización del art 1960.3º CC.
Con los días festivos/inhábiles en el ámbito civil la regla general es que se entiendan incluidos en el cómputo
los días festivos, así se prevé en el art 5.2 CC, de tal forma que si el día final es inhábil y no puede realizarse
un determinado acto deberá realizarse el día anterior.
En el ámbito procesal esta vigente el denominado sistema útil, conforme al cual en el cómputo del tiempo han
de excluirse los días inhábiles o festivos.
Si el plazo se fija por meses, trimestres, semestres o años, el art 5 dispone que se contaran de fecha a fecha y
sino existiera tal el plazo espira el último día del mes.
• La prescripción: idea general
Dentro del libro IV del CC, el Titulo 18 lleva por rúbrica de la prescripción (art 1930 y ss). Dentro de este
título se incluye dos figuras en las que el tiempo es un factor fundamental, sin embargo, estas figuras tienen
fundamentos y finalidades distintas:
• Prescripción adquisitiva o usucapión, regulada como un mecanismo para adquirir determinados
derechos.
• Prescripción extintiva, que es una forma de poner fin a algunos derechos o acciones.
• La prescripción extintiva:
• Concepto, objeto y efecto
Se puede definir la prescripción extintiva como forma de extinción de los derechos derivada de la falta de
ejercicio por su titular durante el tiempo establecido por la ley.
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La doctrina se pregunta que es lo que prescribe, si el derecho mismo o las acciones dirigidas a proteger tal
derecho. De forma prácticamente unánime lo que prescribe es el derecho. Esta extinción del derecho se
produce en perjuicio de cualquier tipo de personas tanto físicas como jurídicas, incluso también se produce en
perjuicio de la herencia yaciente.
Son prescriptibles los derechos patrimoniales que no se refieran al estado civil, los derechos personalísimos y
los relativos al derecho de familia.
La extinción de los derechos por el mero transcurso del tiempo no se produce automáticamente sino porque es
necesario que el favorecido por la prescripción la haga valer.
El fundamento de este instituto de la prescripción extintiva esta en que el derecho no debe proteger
indefinidamente los derechos que ni se usan ni son reconocidos, pues ello iría en contra de la seguridad
jurídica.
Se puede señalar como requisitos indispensables para que opere tal figura:
• La inactividad del derecho, es decir, el no ejercicio por parte del titula del derecho y también el no
reconocimiento por parte del sujeto pasivo.
• El transcurso del tiempo. Dependiendo de cada tipo de derecho el CC señala distinto plazos de
prescripción, unos son generales u ordinarios y otros específicos.
• Plazos de Prescripción
Los plazos de prescripción señalados por la ley comienzan a transcurrí desde el momento del que el derecho
pudo ser ejercitado, salvo que se disponga otra cosa; más concretamente el arte 1969 CC señala que el
comienzo de la prescripción comenzará a contar desde el día en que pudieron ejercitar las acciones. Esta es la
regla general del comienzo del cómputo del tiempo, pero como dice el art 1969 es posible que la ley señale
otra cosa.
Plazos concretos:
• Prescripción ordinaria de los derechos reales: si estos recaen sobre bienes inmuebles su plazo de
extinción es de 30 años (1963 CC). Si los derechos reales recaen sobre bienes muebles el plazo de
prescripción es de 6 años (1962 CC). Como especialidad la acción hipotecaria tiene un plazo de
prescripción de 20 años (1954 CC).
• Prescripción ordinaria de los derechos personales: todos estos derechos prescriben a los 15 años (1964
CC).
• Prescripción quinquenal: prescribe a los años ciertas obligaciones caracterizadas por su periodicidad,
estas obligaciones son: 1º) la obligación de pagar la pensión alimenticia ya devengada pero aun no
percibida; 2º) la renta de los arrendamientos; 3º) los pagos fraccionados de una obligación principal (1966
CC).
• Prescripción trienal: prescribe a los 3 años la obligación de pago de honorarios derivado de un contracto
de prestación de servicios; los 3 años comienzan a contarse desde que el profesional dejo de prestar los
servicios (1967 CC).
• Prescripción anual: prescribe al año las denominada acciones posesorias, las acciones indemnizatorias por
injuria o calumnia y la acción pro responsabilidad civil extracontractual del art 1902. El plazo comenzara a
contarse desde que la victima tuvo conocimiento del daño (1968 CC).
• Interrupción de la prescripción
Permaneciendo inactivo el derecho durante un tiempo si cesa aquella inactividad por algún acto se evita que
se produzca la prescripción, el o que se denomina interrupción de la prescripción, esto es, la realización de un
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acto que evita la consolidación de la prescripción. Es un acto que revigoriza el derecho sujetito, el derecho
vuelve a tener plena eficacia y poro ello el tiempo debe volver a contarse de nuevo para dar lugar a una nueva
prescripción; el cómputo comenzará al día siguiente de aquel en que termina el acto interrumpido.
Hay varios actos tasados por la ley validos para la interrupción de la prescripción (1973 CC):
• La acción procesal o ejercicio del derecho ante los tribunales.
• La reclamación extrajudicial, esta ha de tratarse de una autentica reclamación fuera del proceso. No se
exige una forma especial de reclamación, por lo que cabe la forma notarial, el documento privado o incluso
la reclamación verbal.
• El reconocimiento del derecho. Para interrumpir la prescripción en este caso basta cualquier conducta del
sujeto pasivo del derecho con palabras o hechos concluyentes, de los que se desprenda su aceptación de la
existencia del derecho que se estaba prescribiendo.
• Proceso penal. Esta causa no se prevé expresamente en el art 1963, pero si lo hace el art 114 de la LECrim,
que establece que mientras esta en trámite un proceso penal no podrá abrirse pleito sobre el mismo hecho,
en definitiva, no podrá ejercitarse acción civil hasta que sea definitiva la sentencia penal.
• El concurso. La declaración del concurso también interrumpe la prescripción.
• La suspensión de la prescripción
Se trata de una figura diferente de la interrupción, puesto que la suspensión simplemente paraliza la
prescripción, así cuando desaparece las causas de suspensión la prescripción no comienza de nuevo sino que
continua, se sigue el cómputo del tiempo.
El CC no recoge expresamente esta figura por ello las causas de suspensión son muy específicas y para
supuestos muy concretos, ejemplo: ley 1 de abril de 1939 se establecieron con carácter transitorio unos plazos
de suspensión como consecuencia de los avatares de la Guerra Civil.
No obstante nada impide que al amparo del principio de autonomía de la voluntad las partes establezcan unos
motivos y unos plazos de suspensión de la prescripción.
• La renuncia a la prescripción ganada
La prescripción es una figura irrenunciable, es decir, no se puede convertir en imprescriptible un negocio que
legalmente prescribe, ni al revés, no se puede convertir en prescriptible un derecho que la ley declara
imprescriptible (1935 CC). Lo que si se admite es la renuncia a la prescripción ganada, es decir, que una vez
que ha pasado el plazo para que el derecho prescriba es posible renunciar a la prescripción. Esta renuncia por
parte del favorecido por ello se exige en el renunciante un capacidad para enajenar, es decir se exige la
mayoría de edad sin incapacitación alguna o en su caso con el complemento de capacidad pertinente.
La renuncia puede hacerse expresamente o tácitamente (1938 CC párrafo 2º). A pesar de la renuncia del
favorecido por ella, el art 1937 permite que los acreedores del renunciante o cualquier otra persona interesada
en hacer valer la prescripción puedan utilizarla a pesar de la renuncia del deudor.
• La caducidad de acciones y otros poderes jurídicos: concepto, clases, objeto y efectos
La caducidad hace referencia a aquel fenómeno por el cual el mero transcurso del tiempo da lugar a la
extinción de un derecho. Puede definirse como la extinción de un derecho no ejercitado en breve plazo, recae
la caducidad sobre un derecho que nace con un plazo de vida y que pasado este se extingue. Es un derecho de
duración limitada pero la palabra caducidad se aplica únicamente a los derechos cuya duración fija la propia
ley.
La diferencia con la prescripción radica en que en esta el derecho se extingue por su inactividad durante un
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tiempo, mientras que en la caducidad el derecho debe ejercitarse dentro de determinado plazo, sino se
extingue.
En la caducidad no es posible el fenómeno de la interrupción y produce el efecto automático de la extinción
del derecho. No hace falta que se alegue puesto que es apreciable de oficio. No es posible a priori señalar
cuales son los plazos de caducidad, sino, que hay que contemplar los distintos supuestos y calificarlos de
caducidad, teniendo para ello en cuenta la poca precisión terminológica de que suele hacer gala el legislador
del CC, por ejemplo: los plazo procesales de la ley de enjuiciamiento civil son siempre de caducidad, en
materia de derecho de obligaciones las acciones de anulabilidad y rescisión tienen un plazo de caducidad;
dentro del derecho de familia está también sometidas las acciones de filiación de los arts 131 y ss del CC.
Tema 18: La Representación
• La representación: concepto y clases
A grandes rasgos puede decirse que con la representación se hace referencia al fenómeno por el cual,
habiendo un sujeto, celebrado un negocio jurídico, los efectos de este negocio se producen en relación con
otro sujeto distinto al que lo realizó. Por representación se entiende conferir a una persona la facultada de
actuar y decidir, dentro de unos límites, en interés y por cuenta de otra persona (representado).
Lo fundamental en la representación es que los efectos del negocio jurídico realizados por el representante son
validos y eficaces para el representado, este deberá exigir o cumplir lo acordado en el negocio jurídico. Según
la teoría dominante, teoría de la representación, la declaración que emite el representante es de él pero al
basarse en el poder del representado su eficacia recae sobre él.
Clases:
• Representación legal: en ella es la propia ley la que como medio de protección de ciertas personas
hace que sus intereses sean ejecutados por una persona capaz a la que la ley faculta y obliga a
desempeñar tal cargos, es el caso de los titulares de la patria potestad, tutores, defensores judiciales
• Representación voluntaria: hace referencia a aquella en el que el interesado mediante un acto de
autonomía privado denominada apoderamiento confiere a otro la autorización para actuar en su esfera
personal. Dentro de ella podemos distinguir:
♦ La directa: donde el representante actúa en nombre y por cuenta del representado, con un
poder de representación concedido por el representado. La eficacia del negocio jurídico
celebrado por el representante recae sobre el representado.
♦ La indirecta: en ella el representante actúa en su propio nombre y ante terceros no muestra la
relación representativa.
• La representación directa: el poder de representación
El acto de apoderamiento puede definirse como el acto en virtud del cual el representado concede u otorga a
otra persona un poder de representación (facultad de representar que tiene el representante).
La capacidad para otorgar el acto de apoderamiento será la misma que se exija para llevar a cabo por la propia
persona el acto o negocio donde se quiere que se le represente. Al sujeto que va actuar como representante se
le exige únicamente la capacidad general de obrar, sin que se le exija la capacidad especifica que se precisa
para el negocio representativo.
En la forma del poder de representación rige la libertad de forma, por tanto el poder podrá ser tanto tácito
como expreso, y en este caso podrá venir documentado tanto en documento privado como en público, siendo
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posible que sea verbal; no obstante hay que tener en cuenta el art 1280.5 CC que exige el documento público
para determinados poderes.
• La figura del representante sin poder
Es posible que una persona a pesar de no tener poder para ello actúe como representante y en nombre de otra
persona, se estará entonces en un caso de representación sin poder. A este representante se le denomina falsus
procurator.
Mientras no se produzca la ratificación el negocio representativo no produce ningún efecto, a pesar de que en
el art 1259 CC párrafo 2º se declara que ese negocio no es nulo; la doctrina mayoritaria teniendo en cuenta el
escaso rigor terminológico del CC manteniendo que ese negocio jurídico representativo no es nulo sino
inexistente.
Respecto de este negocio representativo efectuado por el falsus procurador cave la ratificación con efecto
retroactivos, también es posible que antes de la ratificación el 3º revoque el negocio representativo efectuado
sin poder (1259 CC).
Mientras no se ratifica el negocio jurídico representativo para el representado y representante no surte ningún
tipo de efecto, si bien si este último hubiera actuado de mala fe deberá indemnizar al 3º con el que celebro
indebidamente el negocio.
• La ratificación
Es la declaración unilateral de voluntad recepticia del representado, de querer para si el negocio representativo
que se celebro en su nombre sin poder, en definitiva acepta a posteriori la actuación del falsus procurador,
asumiendo las consecuencias del negocio representativo.
A la ratificación se refiere de forma accidental el art 1259 del CC.
La ratificación puede ser expresa o tácita.
En el caso de que exista representación el negocio representativo, que hasta entonces se había tenido cono
inexistente, deviene existente, se convierte en un negocio válido eficaz, produciendo efectos desde que se
celebro el negocio.
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