Derecho canónico Capitulo VI: El derecho canónico codificado. I. Presupuestos.

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Derecho canónico
Capitulo VI: El derecho canónico codificado.
1. La primera codificación canónica
I. Presupuestos.
La codificación canónica vino a resolver el problema de la dispersión, desorden e incertidumbre legislativos
en que se encontraba la masa de disposiciones acumuladas a lo largo de la época anterior, así como a
actualizar las normas anticuadas que habían caído en desuso. Es representativa la exclamación realizada en el
Concilio Vaticano I nos abruman las leyes.
A la hora de realizar esta tarea se opto por el modelo de las codificaciones civiles. Este modelo consistía en
reducir a un cuerpo legal unitario, sistemático y organizado los diversos preceptos referentes a un sector o
rama jurídica concreta, preceptos que expresan las normas jurídicas y que se encuentran desposeídos de los
planteamientos doctrinales o de sus antecedentes históricos.
Se ha criticado el retraso con el que el derecho canónico se incorpora al movimiento codificador europeo.
Entre otras causas, puede atribuirse al recelo de la iglesia ante unas manifestaciones legislativas que venían
envueltas en un espíritu revolucionario y precedidas de unas premisas doctrinales (racionalismo, liberalismo)
que suponían el abandono de la cultura de sus raíces teológicas. Estos presupuestos doctrinales habrían
representado para la iglesia un serio obstáculo desde el punto de vista práctico por el carácter hostil y
persecutorio que llegaron a mostrar aquellos movimientos sociales y que en ocasiones supusieron la
restricción de la libertad.
Esta dificultad se agrava por la situación de unos Estados Pontificios hostigados por los ejércitos de las
potencias de la época comprometidos con la unificación de la nación italiana.
II. Gestación
Fue del Papa San Pío X la decisión de llevar a cabo la obra codificadora. Ésta comienza oficialmente en
marzo de 1904 cuando se señalan las finalidades de la codificación, se constituye la Comisión Cardenalicia
encargada de coordinar los trabajos y se traza la senda que han de seguir los mismos.
Participaron también los Dicasterios de la Curia Romana, los Metropolitanos y Obispos Sufráganos; los
Superiores mayores de las Ordenes religiosas y las Universidades eclesiásticas. En varias ocasiones fueron
requeridos para que enviasen sus observaciones y sugerencias acerca de los esquemas que les fueron
remitidos.
El fallecimiento del Pontífice transfirió a su sucesor, Benedicto XV, la misión de culminar tan ingente tarea y
promulgar el texto oficial.
El código del derecho canónico fue promulgado por la constitución pontificia el 27 de mayo de 1917.
III: Estructura.
El código de 1917 redactado en latín esta compuesto de preceptos concisos denominados cánones. Se divide
en cinco Libros que a su vez se dividen en partes, secciones, títulos y capítulos.
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Libro I De las normas generales: se refiere principalmente a las fuentes del derecho, como a la legislación
canónica y la costumbre y al computo del tiempo.
Libro II. De las personas: tras el tratamiento jurídico de la persona física y la persona moral, comprende el
régimen de los clérigos y de la jerarquía de los religiosos y de las asociaciones laicas.
Libro III. De las cosas: entendiendo el termino cosa como cualquiera de los medios de los que se vale la
iglesia para el cumplimiento de sus fines, comprende la administración de los sacramentos, los tiempos y
lugares sagrados, el culto divino, el magisterio eclesiástico, los beneficios y otros institutos no colegiados y
los bienes temporales de la iglesia.
Libro IV. De los procesos: regula los juicios en general, las causas de beatificación y canonización de los
santos.
Libro V. de los delitos y las penas: se refiere a los delitos en general, las penas en general y en especial.
IV. Características
Destacan las notas propias de todo código: un cuerpo legal unitario y sistemático cuya fuerza vinculante brota
de un solo acto legislativo y todos sus preceptos constituyen una sola ley. Comparándolo con las
codificaciones civiles diremos que el código canónico es omnicomprensivo ya que en el se encuentran
reguladas las distintas ramas de este ordenamiento.
La codificación tuvo como objeto principal la reorganización de la legislación canónica universal. Sin
embargo no se desaprovecho la oportunidad para introducir reformas disciplinares. Dice Maldonado en el
derecho codificado se encuentran los mismos caracteres, algunos incluso acentuados, del sistema canónico
que le precedió; es un derecho eminentemente pontificio y centralizador y al mismo tiempo muy pegado a lo
espiritual y cada vez mas desentendido de las cuestiones civiles.
Destaca el carácter predominantemente publicistico como ordenación de estructuras jerárquicas y regulación
de actos de la autoridad dejando escaso margen a la actividad de los laicos.
Cabe señalar la presencia de un núcleo de preceptos de escasa significación jurídica y de carácter meramente
doctrinal. Nos encontramos cánones dogmáticos o enunciadores de principios teológicos y cánones científicos
que contienen definiciones.
2. La obra jurídica del Vaticano II
I. Un concilio para el siglo XX
Se ha dicho que el concilio vaticano II ha abierto una nueva edad del derecho canónico. Su celebración va
unida a la personalidad del papa Juan XXIII, quien al poco tiempo de su elección propuso un dilatado
programa de su pontificado consistente en la celebración de un código ecuménico, la celebración del sínodo
romano, la puesta al día del código de derecho canónico y la culminación de la codificación para la iglesia
oriental.
La celebración se desarrollo en cuatro periodos de sesi0ones durante los años 1962, 1963, 1964 y 1965.fue
inaugurado el 11 de octubre de 1962 y clausurado el 8 de diciembre de 1965.
II. Características.
• Eclesiologo: realizo una profunda reflexión sobre la misión y la esencia de la iglesia destacando el papel
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importante de todos los sectores cristianos integrados en el concepto unitario de la iglesia como pueblo de
dios.
• Pastoral: mas preocupado por transmitir un mensaje religioso actualizado y descubrir formas nuevas de
evangelización que de definir principios doctrinales y síntesis de importantes construcciones teológicas.
• Reformador: constituyo una importante llamada a la renovación no solo de las estructuras eclesiales y
métodos apostólicos, sino también del espíritu y de la conciencia cristiana.
• Ecumenista: puesto que en sus deliberaciones se fomentaron las relaciones con las iglesias cristianas
separadas de la romana.
• Abierto al mundo contemporáneo: poniendo de relieve el excelso valor de toda persona dotada de una
dignidad inviolable y centro de exigencias sociales de acuerdo con su proclamada dignidad.
III. Valor jurídico de los documentos conciliares
La obra del concilio se plasmo en 16 documentos denominados constituciones (4), decretos (9) y
declaraciones (3):
• Constituciones: tienen un cometido mas elevado desde el punto de vista doctrinal y obedecen a un
planteamiento primordialmente teológico. Son: constitución dogmática sobre la iglesia; constitución
dogmática sobre la divina revelación; constitución sobre la sagrada liturgia; constitución pastoral sobre la
iglesia en el mundo actual.
• Decretos: tratan un objeto concreto; casi monográfico y tienen una tendencia mas hacia lo disciplinar. Son:
decreto sobre lo medios de comunicación social; decreto sobre las iglesias orientales; decreto sobre la
función pastoral de los obispos; decreto sobre la actividad misionera de la iglesia; decreto sobre la
formación pastoral; decreto sobre el ministerio y la vida de los presbíteros; decreto sobre la renovación de
la vida religiosa; decreto sobre el apostolado de los laicos.
IV. El derecho canónico posconciliar.
Con esta denominación se designa el periodo legislativo que discurre entre la promulgación de los
documentos conciliares y la promulgación y entrada en vigor del nuevo código de derecho canónico en
1983.en esta etapa cabe distinguir la actividad encaminada a desarrollar los documentos conciliares y la
actividad legislativa reguladora de diversas instituciones.
• Al promulgarse los documentos conciliares se dispuso que entrarían en vigor en junio de 1966.sin embargo
debido a las dificultades con que se podrían encontrar se determino que entrasen en vigor en el momento
en que se señalara en las leyes de ejecución.
• Mucho mas dilatada ha sido la actividad legislativa de la santa sede. Podemos decir que afecto a sectores
muy importantes del ordenamiento canónico. Como ejemplo un grupo de disposiciones regularían
organismos al mas alto nivel de la jerarquía eclesiástica: creación del sínodo de los obispos, reforma de la
curia romana, nuevas normas para la elección del romano pontífice.
3. La segunda codificación canónica.
I. Gestación
El proyecto de actualizar el código canónico quedaba vinculado a la celebración del concilio vaticano II. Juan
XXIII creo una primera comisión para la revisión del código cuando ya había tenido lugar el primer periodo
de sesiones.
La comisión estaba compuesta por cardenales y consultores designados entre expertos de distintas
nacionalidades.
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Los trabajos se reanudaron en un acto solemne presidido por pablo VI. Por otro lado, el sínodo de obispos
aprobó los principios generales por los que se habría de regir la confección de los nuevos cánones.
Tras un intenso trabajo de las comisiones y de consultas al episcopado, a la curia romana y a las universidades
eclesiásticas a quienes se remitían los esquemas que se iban preparando, se facilito una edición reservada del
esquema para el nuevo código en el año 1980.
Esta nueva redacción fue supervisada detenidamente por Juan Pablo II con la colaboración de un reducidísimo
número de expertos, hasta que se promulga en 1983.
II. Estructura
Redactado oficialmente en lengua latina esta divido en 7 libros y estos a su vez en partes, secciones, títulos y
capítulos.
Libro I. De las normas generales: construido sobre el equivalente del código anterior, contiene una más
completa exposición de las fuentes e incorpora la disciplina general sobre las personas y los oficios
eclesiásticos.
Libro II. Del pueblo de dios: trata de los fieles cristianos y sus asociaciones, de la constitución jerárquica de
la iglesia universal y de las iglesias particulares, y de los institutos de vida consagrada y otras sociedades
apostólicas.
Libro III. De la función de enseñar: tarta de la predicación, catequesis, misiones, educación y medios de
comunicación
Libro IV. De la función de santificar: trata de los sacramentos, de otros actos de culto divino y de los lugares
y tiempos sagrados.
Libro V. De los bienes temporales de la iglesia: regula la adquisición, administración y enajenación de los
bienes eclesiásticos.
Libro VI. De las sanciones en la iglesia: se refiere a los delitos y las penas en general y de la penas por cada
uno de los delitos.
Libro VII. De los procesos: regula los juicios en general, el juicio contencioso ordinario y oral, algunos
procesos especiales, el proceso penal, el recurso contra los decretos administrativos y el procedimiento para la
remoción y traslado de párrocos.
Si se compara desde el punto de vista sistemático con el código de 1917 las diferencias no son substanciales.
III. Características
En su realización el código canónico se desenvuelve en intima conexión con la doctrina y concepción
eclesiástica del Concilio Vaticano II. Esto significa la traducción al orden jurídico de los principios
animadores de este concilio. Esta dependencia se hace patente, no solo en las formulas jurídicas adoptadas,
sino también en las frecuentes reflexiones e ilustraciones doctrinales. Por tanto el elemento doctrinal es más
acusado en este código que en el de 1917.
• Presencia de la doctrina de la colegialidad: como principio teológico significa la corresponsabilidad del
episcopado en la misión de la iglesia universal en comunión con el papa y se extiende a los diversos niveles
organizativos con la aparición de órganos colegiados.
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• Presencia del principio de descentralización eclesiástica: sin merma de la potestad pontificia se reconoce
especial importancia al episcopado y a las iglesias particulares atribuyéndoles funciones que antes estaban
reservadas a las supremas instancias. Complementario de este principio es el de subsidiariedad en virtud del
cual lo que puede asumir las iniciativa de los particulares no debe ser monopolizado por los órganos
oficiales.
• El código acomete en la línea del Concilio y de la legislación posconciliar: reforma estructuras, creando
algunas, modificando otras para su adecuación a las necesidades pastorales en la actualidad. Se trata de un
código reformador de la disciplina eclesiástica.
• Especial consideración de los miembros de la Iglesia: la consideración de esta como un todo moral
integrado por los bautizados (pueblo de dios) conducirían a la plasmación de las obligaciones y derechos de
todos los fieles para precisar en un segundo momento la situación jurídica de los mismos.
4. El proyecto de ley fundamental.
La idea de dotar a la iglesia de un texto jurídico fundamental a semejanza de los ordenamientos estatales surge
en el ambiente doctrinal y en las corrientes de opinión suscitadas durante la celebración del concilio y la
revisión del código canónico.
Desde el punto de vista oficial la idea toma cuerpo a propósito de una alocución de Pablo VI en que se
interrogaba si no seria conveniente promulgar un código fundamental, común a la iglesia latina y a la oriental.
La tarea no iba a estar exenta de dificultades. Se podía cuestionar desde los elementos que deberían ser
incorporados hasta el modo de su formalización. Al no tratarse de una constitución política sino implicada en
principios teológicos la ley fundamental debería presentarse como el transito o texto intermedio entre la
constitución teológica y el ordenamiento. Llegar a este equilibrio no era fácil.
Se manejaban también los principios del derecho constitucional de los estados: una ley superior y
fundamentadota del ordenamiento jurídico, la declaración de los derechos fundamentales y su tutela jurídica,
la atribución de las potestades eclesiásticas a los órganos de gobierno.
La comisión de reforma elaboro un primer esquema en mayo de 1969 que fue retocado en un segundo
esquema en julio de 1970. La comisión de reforma presento su último esquema oficial en enero de 1980.
5. La codificación para la iglesia oriental.
Tanto el viejo código como el vigente parten del principio de que solo se refieren a la iglesia latina. Pero junto
a esta existen otras iglesias católicas asentadas originariamente en lo que fue el imperio romano de oriente.
Estas iglesias conservan sus propios ritos y sus peculiaridades.
Estos factores motivan la mayor dificultad para elaborar un Código propio. No obstante ante la necesidad de
reorganizar las profusas fuentes de estas iglesias, Pío XI designo una comisión cardenalicia para la
preparación de este código (1929).
Entre los objetivos reformadores del papa Juan XXIII contaba la culminación del código para la iglesia
oriental. Lógicamente el código oriental debería atemperarse a las directrices del concilio vaticano II, el cual
declaro que las iglesias de oriente y occidente gozan del derecho y deber de regirse según sus respectivas
disciplinas peculiares como lo exige su venerable antigüedad. Pablo VI constituyo una nueva comisión
pontifica para la codificación de la iglesia oriental.
Finalmente en octubre de 1990 Juan Pablo II promulgaba solemnemente el código de la iglesia oriental que
entraría en vigor en octubre de 1991.
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Esta redactado en lengua latina y distribuido en 30 títulos que se dividen en capítulos y artículos.
• su sistemática contrasta ostensiblemente con la del código latino. Cabe señalar como ejemplo que no existe
una parte general.
• contiene solamente el derecho canónico que es de común observancia en las diversas iglesias orientales.
• regula minuciosamente los institutos propios del derecho canónico oriental, como es el caso de la
organización jerárquica y el de la estructura monacal.
• por lo general en aquellas materias que coinciden con el derecho latino se adoptan formulas mas
simplificadas y se suprimen preceptos que pudieran resultar innecesarios.
Derecho Canónico
Capitulo VII: La legislación canónica.
• Noción de ley eclesiástica.
En derecho canónico el término de ley presenta la particularidad de ser un concepto genérico, de forma que
puede considerarse ley cualquier regla o principio jurídico independientemente del órgano del que procede. La
ley equivale en derecho canónico a cualquier disposición de carácter general en cuanto significa un principio
regulador de conductas u organizador de la sociedad eclesiástica.
De ahí que nos encontremos en una situación en el derecho canónico en el que no existe una clase de
disposición eclesiástica que se llame ley.
También debemos recordar que se ha mantenido que en el derecho canónico no existe una jerarquía de fuentes
a imagen y semejanza de los ordenamientos estatales. Sin embargo esto no significa que exista una anarquía
normativa en este ordenamiento. La primera norma que se debe tener en cuenta es el derecho divino, y a raíz
de este las disposiciones canónicas tendrán un rango u otro en función del órgano del que emanen.
Definiciones de ley:
• Maldonado: es el mandato dado de modo reflexivo por la autoridad social al conjunto de los súbditos
ordenándoles una conducta ; y establece los siguientes requisitos:
♦ orientada al bien común.
♦ tiene que proceder de quien tenga potestad legislativa.
♦ debe contar con los medios necesarios para llegar a quien debe cumplirla.
♦ se dirige a la colectividad de los miembros de la sociedad.
♦ supone una innovación frente al estado anterior.
• Aysman: es una norma basada en la fe, orientada a la promoción de la vida en comunión y elaborada
con los recursos de la razón como una prescripción obligatoria general que es establecida y
promulgada debidamente por la autoridad competente para un conjunto de personas con capacidad
legislativa pasiva.
2. Los órganos legislativos.
I. Potestad de jurisdicción y potestad legislativa.
Se llaman potestades eclesiásticas al conjunto de facultades o poderes investidos de autoridad a través de los
cuales el pueblo de dios es conducido a sus fines propios.
• Potestad de orden: faculta para la imparticion de los sacramentos y ofrecer el sacrifico eucarístico
• Potestad de magisterio: facultad para exponer en nombre de la iglesia la doctrina revelada y los
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principios para la ordenación cristiana
• Potestad de jurisdicción: el objetivo es dirigir la vida cristiana de sus miembros y ordenar la vida
social de la iglesia.
La potestad de régimen se divide en legislativa, ejecutiva y judicial, sin embargo esta división en el derecho
canónico rige el principio de división de poderes. Rige el principio de plenitud de la potestad de jurisdicción
que es un concepto unitario en el que queda comprendido cualquier poder social o jurídico que se ejerce en la
iglesia para que sus miembros alcancen sus fines.
La vigencia del principio de la plenitud de la potestad explica el que diversas autoridades puedan ostentar
poderes de distinta significación jurídica, así como su culminación con otras potestades sin comparación en el
derecho estatal, como las de orden o magisterio.
El limite a esta potestad viene establecida del modo prescrito por el derecho.
En cuanto a los legisladores que no gozan de potestad suprema se estable que:
• No puede delegarse la potestad legislativa.
• El legislador inferior no puede dictar validamente una ley contraria al derecho superior.
II. El legislador universal.
• El romano pontífice. El obispo de roma: en virtud de su oficio tiene potestad ordinaria que es suprema,
plena, inmediata y universal. Comprende la potestad legislativa para dictar a titulo propio disposiciones de
valor universal.
Ostentando también potestad ordinaria sobre todas las iglesias particulares y sus agrupaciones, puede dictar
leyes pontificias de alcance particular.
• El colegio episcopal y el concilio ecuménico: el colegio episcopal, constituido por el conjunto de todos los
obispos en unión con el papa, es sujeto de potestad suprema y plena sobre toda la iglesia. La forma de
ejercer su función es a través de los concilios ecuménicos. Puede dictar disposiciones de vigencia universal.
Corresponde al romano pontífice, como cabeza del colegio episcopal, convocar dirigir y refrendar las
decisiones conciliares.
• Órganos consultivos:
• El sínodo de los obispos: es una reunión de algunos obispos procedentes de diversas partes del mundo
convocados por el para que le asistan en cuestiones referentes a la actuación de la iglesia universal. El
sínodo tiene función consultiva puesto que le corresponde debatir las cuestiones a tratar y emitir su
parecer.
• Los cardenales de la Iglesia de Roma: reunidos en conclave les corresponde la elección del romano
pontífice; son los mas asiduos colaboradores del papa y constituyen un cuerpo estable denominado
cuerpo cardenalicio. Son llamados a prestar su colaboración en reuniones denominadas consistorios,
presididos por el Papa. Su actividad desde el punto de vista legislativo es puramente consultivo.
• La curia romana: consta de diversos organismos a través de los cuáles y con cuya colaboración el
papa atiende al bien y al servicio de la iglesia universal: secretaria de estado, congregaciones,
tribunales, consejos pontificiostan estrecha es la relación entre el Papa y la curia romana que el código
les denomina indistintamente con el término de santa sede. Salvo los organismos judiciales, tiene una
amplia participación en la preparación y ejecución de las normas pontificias.
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Dentro de la función ejecutiva se le asigna una facultad normativa de carácter reglamentario que
ejercita mediante la publicación de instrucciones o la emisión de respuestas o decretos.
III. El legislador diocesano.
• El obispo diocesano: los obispos participan de las potestades de magisterio, ministerio y gobierno,
poderes que ejercita de modo concreto en relación a la diócesis que tienen encomendada, y en este
caso se denominan obispos diocesanos. A ellos corresponde en su diócesis toda potestad ordinaria que
se requiere para el ejercicio de su función pastoral y por tanto, ostenta el poder de gobernarla con
potestad legislativa, judicial y ejecutiva.
• El sínodo diocesano: es una asamblea que debe celebrarse en cada iglesia particular, en la que
participan clérigos y laicos, y se someten a estudio y consideración las cuestiones que lo hayan
suscitado. El obispo desempeña el papel moderador. El sínodo tiene carácter consultivo de tal manera
que dice el código el obispo diocesano es el único legislador en el sínodo y los demás miembros solo
tienen voto consultivo; únicamente el suscribe las declaraciones y decretos del sínodo, que pueden
publicarse solo en virtud de su autoridad
• Otros órganos consultivos:
• El consejo presbiteral: integrado por un grupo de sacerdotes o presbíteros que en representación del
Presbiterio actúa como senado del obispo. Debe ser oído en los asuntos de mayor importancia y su
consentimiento solo es necesario en los supuestos establecidos por el derecho.
• El colegio de consultores: designado por el obispo de entre los miembros del consejo presbiteral.
Viene a desempeñar la función asesora de forma habitual.
• El consejo pastoral: debe convocarse al menos una vez al año. Debe reflejar los diversos sectores de
fieles que componen la comunidad diocesana y tiene por misión estudiar y adoptar medidas prácticas
de índole pastoral. Solo tiene voto consultivo.
IV. Los legisladores intermedios.
• Concilios provinciales y plenarios: también conocidos como concilios particulares:
♦ Entendiendo por provincia el conjunto de diócesis presidida por un arzobispo metropolitano,
los concilios provinciales son la reunión de los obispos de una provincia eclesiástica.
Deliberan acerca de las cuestiones que afectan a la provincia eclesiástica.
♦ El concilio plenario es la reunión de obispos pertenecientes a varias provincias eclesiásticas.
♦ Las conferencias episcopales: son una creación del concilio vaticano II. Reúnen a los obispos
propios de un determinado territorio, normalmente el que corresponde a un estado. Su
finalidad es la de estudiar las cuestiones eclesiásticas que afectan a todo ese territorio y
promover actividades pastorales conjuntas. El código les reconoce competencia legislativa
pero restringida a dar decretos generales cuando así lo establezca el derecho o bajo mandato
de la santa sede.
3. Nomenclatura de los actos legislativos.
Como ya se ha mencionado no existe en derecho canónico una terminología especifica para
cada acto legislativo. Esta situación la podemos comprobar en las leyes pontificias. Las bulas
y los breves eran las formas históricas para designar las disposiciones papales y su diferencia
radicaba en la solemnidad con la que viniesen redactadas.
En la anterior regulación de la curia romana se especificaban cuales eran las funciones de la
chancillería apostólica: expedir cartas decretales, expedir constituciones apostólicas
redactadas en forma de bula y la custodia del sello de plomo y el anillo del pescador. Y dentro
de los oficios de la secretaria de estado: redactar las letras apostólicas en lengua latina y la
expedición de breves.
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En actual curia romana se consideran documentos pontífices las constituciones apostólicas,
las cartas decretales y las epístolas. Las disposiciones pontificias son llamadas constituciones
para aquellas leyes a las que se les da una solemnidad especial y letras apostólicas motu
propio para la legislación ordinaria.
Las disposiciones emanadas de los concilios comenzaron a llamarse desde la antigüedad
cánones, de donde tomo su nombre el derecho canónico. Los documentos conciliares
adoptaron la denominación de constituciones para los de contenido dogmático o doctrinal y
decretos para los de contenido disciplinar.
4. Actos normativos distintos de la ley.
El código posee un apartado en donde recoge algunas disposiciones normativas de carácter
secundario que se venían utilizando en la práctica canónica y carecían de una regulación
específica. Estas disposiciones pueden provenir de órganos con potestad legislativa o
ejecutiva y los podemos considerar como disposiciones o actos normativos. Cuando proceden
de una autoridad ejecutiva los consideraremos actos administrativos. El legislador en este
apartado, además de esclarecer la naturaleza jurídica de estas normas, señala como deben
producirse y cual es su relación con normas superiores.
I. Decretos generales.
Los decretos generales son actos legislativos porque:
♦ Proceden de un órgano legislador competente.
♦ Establecen prescripciones comunes para una comunidad capaz de ser sujeto pasivo de una
ley
♦ Son propiamente leyes y se rigen por las disposiciones de los cánones relativos a ella.
Añade el código que quien posee potestad ejecutiva no podrá dar decretos generales a no ser
que haya sido autorizado para ello por el legislador competente.
Si nos referimos a los dicasterios de la curia romana podemos decir que no pueden publicar
leyes o decretos generales que tengan fuerza de ley, ni derogar las prescripciones del derecho
universal vigente, salvo que tengan autorización del sumo pontífice.
Como los decretos generales cuentan con naturaleza jurídica debemos preguntarnos el por que
de su consideración al margen del régimen especifico de la legislación eclesiástica. Una razón
puede ser la necesidad de recoger una figura jurídica que venia siendo utilizada y cuya
naturaleza jurídica podría ser discutida. La otra razón es la necesidad de distinguirlos
claramente de otra modalidad normativa, los denominados decretos generales ejecutorios.
Debemos decir también que se les conoce como decretos generales para distinguirlos de los
decretos singulares, pertenecientes a los actos administrativos.
Se ha pretendido establecer una equiparación entre los decretos generales del ordenamiento
canónico con los decretos−leyes de los ordenamientos estatales para situaciones de urgencia o
necesidad. Sin embargo son muy distintos los supuestos para una y otra figura, así como su
significación y las reglas por las que se desarrollan.
Mediante la posibilidad de encomendar a una autoridad ejecutiva la producción de un decreto
general se introduce el concepto de legislación delegada. Sin embargo los únicos órganos
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capaces de llevar a cabo esta delegación serian la santa sede o concilio ecuménico.
II. Decretos ejecutivos e instrucciones.
Después de demostrar el carácter de ley canónica que poseen los decretos generales
descubrimos en el código dos tipos de disposiciones cuyo cometido es aplicar la ley y facilitar
su ejecución, y por ello decimos que son actos propios de la potestad ejecutiva:
◊ Los decretos ejecutorios: determinan más detalladamente el modo en que ha de ser
observada la ley.
◊ Las instrucciones: aclaran las prescripciones de las leyes, desarrollan y determinan
los modos en los que ha de realizarse su ejecución.
Es clara su dependencia intrínseca en relación a la ley, a la que no pueden derogar ni
contradecir. Únicamente pueden ser cesados mediante revocación explicita o por cese de la
ley para cuya aplicación o ejecución fueron dados.
La diferencia entre ambos radica en el respectivo ámbito de aplicación. La instrucción viene a
identificarse con una norma de régimen interno dirigida a quienes se encargan de cuidar que
se cumplan las leyes.los decretos generales ejecutorios obligan a todos a los que están
dirigidas las leyes cuya ejecución determina.
III. Estatutos y reglamentos.
El código define los estatutos como aquellas normas que se establecen a tenor del derecho en
las corporaciones o en las fundaciones por las que se determina su fin, su constitución, su
régimen y su forma de actuar.los estatutos definen la estructura y la actividad jurídica de
organismos y entidades eclesiásticas, y su contenido puede ser muy variado según el ámbito y
rango del organismo que regulan.
Como regla general los estatutos deberán ser aprobados por la autoridad competente.
El legislador los regula con independencia de las leyes y demás fuentes normativas tras la
regulación de los actos administrativos, sin pronunciarse sobre su naturaleza jurídica, por lo
que parece que están más cerca de los actos normativos que de los actos administrativos.
Por otro lado, los reglamentos son las reglas o normas que se deben seguir en las reuniones de
personas, tanto convocadas por la autoridad eclesiástica como libremente promovidas por los
fieles, así como también en otras celebraciones.
La denominación de reglamentos se presta a que se confundan o identifiquen con los
reglamentos existentes en el derecho secular. Sin embargo no son coincidentes ya que los
reglamentos canónicos regulan las reuniones en el ámbito de la iglesia obligando a quienes
forman parte de ellas.
Derecho Canónico
Capitulo VIII: régimen jurídico de la legislación canónica.
1. Vigencia temporal.
I. Promulgación.
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Independientemente de su proceso de formación, la ley comienza a existir por su
promulgación, que puede definirse como el acto jurídico, revestido de cierta solemnidad, por
el que la autoridad exterioriza su mandato y lo da a conocer a sus destinatarios con ánimo de
obligarles.
La promulgación es un elemento esencial del acto legislativo y necesario para que surta
efectos sociales.
Dentro de este concepto se incluyen los actos de sanción de la ley y la publicación, por la que
se hace llegar ésta al conocimiento de la comunidad mediante su notificación mas o menos
solemne.La ley queda establecida cuando se promulga. Por ello podemos afirmar que en
derecho canónico la promulgación es necesaria y suficiente para la existencia de la ley.
El órgano o periódico oficial de la santa sede en el cual se promulgaban las leyes pontificias,
así como otros documentos de la curia romana, fue creado por el papa Pío X en 1909.se
conocía con el nombre de acta apostolicae sedis.
Según el código, las leyes eclesiásticas universales se promulgan mediante su publicación en
el boletín oficial de la santa sede. En cuanto a las leyes particulares se promulgaran en el
modo determinado por el legislador correspondiente.
II. Entrada en vigor.
Con el nombre de vacatio legis se conoce al periodo de tiempo que suele transcurrir entre la
promulgación de la ley y su efectiva entrada en vigor. La vacatio legis ha pasado a ser un
criterio general para el derecho canónico.
El objetivo de esta dilación de la entrada en vigor de la ley es que la comunidad adquiera el
necesario conocimiento de su existencia y de su tenor literal, sin lo cual la ley podría
permanecer incierta o dudosa, además de definir un límite a partir del cual no se pueda alegar
ignorancia.
Las leyes eclesiásticas universales entran en vigor transcurridos tres meses a partir de la fecha
que indica el número correspondiente de los Acta.
Las excepciones a la vacación de tres meses pueden provenir, o de la naturaleza de la materia
o de lo establecido en la ley.
Si nos referimos a leyes de vigencia inmediata podríamos citar a aquellas que fuesen
declarativas del derecho divino o se limitasen a interpretar, aplicar o ejecutar leyes ya
entradas en vigor.
Las leyes particulares comienzan a obligar pasado un mes desde el dia en que fueron
promulgadas, a no ser que en la misma ley se establezca otro plazo.
III. Irretroactividad de las leyes.
El principio de la irretroactividad de las leyes se recoge en el código de la siguiente forma: las
leyes miran a los hechos futuros, no a los pasados, salvo que en ellas se disponga algo
expresamente para los pasados. se trata de una consecuencia de la propia noción de ley en
cuanto norma reguladora de actos, conductas, institutos o relaciones sociales. Este principio
cumple con los postulados de seguridad jurídica y con las exigencias de la responsabilidad
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penal personal, puesto que es de justicia que las relaciones y los actos se valoren según el
derecho vigente en el momento de producirse.
Este principio puede tener excepciones pero para ello es preciso que conste la intencion pos
parte del legislador.
IV. Derogación.
Puede definirse la derogación como la perdida de vigencia de una ley en vista de un acto
legislativo que la priva de eficacia.
El código solo prevé el caso de la derogación de la ley en virtud de la entrada en vigor de una
nueva, aceptando el criterio de que ley posterior deroga la anterior.
◊ Derogación expresa: se produce porque así lo establece la nueva ley. La nueva ley
ordena completamente la materia que era objeto en la ley anterior.
◊ Derogación tacita: la nueva ley es contraria a la anterior. Se debe tener en cuenta que
en caso de duda se busca la armonización de ambas leyes.
Siempre se ha de tener en cuenta la jerarquía de las normas implicadas y la naturaleza
universal o territorial de dichas leyes. El principio de ley posterior deroga la anterior
únicamente es valido para layes del mismo ámbito. Si la interferencia es entre leyes de
distinto rango:
◊ El legislador inferior no puede dar una ley contraria al derecho superior.
◊ El legislador universal tiene potestad para derogar una ley particular; Sin embargo
el código establece que la ley universal no deroga ni el derecho particular ni el
especial
V. La cláusula derogatoria del código.
Utiliza el clásico término de abrogación. Se mantienen las normas consuetudinarias además
de los derechos adquiridos y privilegios subsiguientes.
◊ Hay una referencia expresa y explicita a la derogación del código de 1917.
◊ Hay una derogación expresa, aunque implícita, de las leyes disciplinares universales
que se regulan por completo en el código.
◊ Hay una referencia a la derogación tacita de leyes contrarias a las prescripciones
del código.
◊ Contiene un criterio especial en lo concerniente a las leyes penales que quedan
derogadas, ya sean universales o particulares, con tal de que fueran promulgadas
por la santa sede.
♦ Vigencia personal y territorial.
I. Presupuestos personales de obligatoriedad.
El efecto inmediato de la ley es la obligatoriedad en quienes están sometidos a ella. Esta
eficacia no solo es por su obligatoriedad sino por ser también atributiva de derechos. El
legislador establece los requisitos generales para la obligatoriedad de las leyes eclesiásticas,
ya que las de derecho divino obligan a toda persona:
◊ Estar en posesión de suficiente uso de razón, que se trata de un requisito de derecho
natural ya que el cumplimiento de una ley va vinculado a la responsabilidad del
sujeto.
12
◊ Haber cumplido los 7 años, salvo que el derecho disponga otra cosa expresamente.
Este requisito se conecta con el anterior en virtud de la presunción de uso de razón.
Ambos requisitos deben verificarse simultáneamente.
◊ Estar bautizado en la iglesia católica o haber sido recibido en ella. Este es un
requisito de derecho divino−positivo, ya que la consideración de bautizado es un
requisito imprescindible para pertenecer a la iglesia con todos los derechos y
obligaciones de los cristianos.
Como en el derecho canónico conviven sistemas jurídicos de diverso ámbito la obligatoriedad
de las normas dependerá de la relación de la persona con el ámbito de aplicación territorial de
la misma. El derecho canónico utiliza la siguiente nomenclatura para designar a la persona
según el lugar en el que se encuentra:
◊ Vecino
◊ Residente
◊ Transeúnte
◊ Vago
II. Criterio personal y territorial.
Partiendo de la existencia de leyes especiales y aunque la obligatoriedad legal recae
directamente sobre las personas la determinación del núcleo al que estas se extienden se
determina por un criterio espacial o que tenga en cuenta la situación de la persona. Las leyes
personales obligan donde quiera que éstas se encuentren y las leyes territoriales obligan a
quienes se encuentran en un lugar concreto:
◊ Las leyes universales obligan en cualquier parte del mundo salvo que se encuentren
en un territorio en el que no están vigentes.
◊ Las leyes particulares no se presumen personales, sino territoriales.
III. Obligatoriedad de las leyes territoriales.
Estas leyes pretenden establecer una disciplina dentro de un territorio y solo vana a quedar
afectadas aquellas personas que tengan vinculación con dicho territorio. Sus requisitos son:
◊ Que las personas pertenezcan a la parte de la iglesia asentada en ese territorio
mediante la forma de adscripción al mismo que supone la fijación del domicilio.
◊ Que se encuentren de hecho en ese territorio.
♦ Aplicación de la ley.
I. Leyes inhabilitantes: no se presumen.
Dentro del concepto de leyes invalidantes el derecho canónico distingue entre las irritantes
cuyo objeto específico es el acto jurídico y las inhabilitantes que afectan directamente a las
personas.
Puesto que el efecto de estas leyes es la nulidad de los actos realizados con infracción de las
mismas el derecho canónico establece el principio general de que solo se han de considerar
irritantes o inhabilitantes aquellas leyes en las que expresamente se establece que un acto es
nulo o una persona inhábil.
II. Ignorancia y duda.
El mandato contenido en toda ley no puede supeditar su cumplimiento a la percepción
subjetiva que pueda experimentar la persona obligada. Sin embargo, el legislador hace una
13
distinción entre ignorancia y error y duda:
♦ en cuanto a la ignorancia rige el principio general de que ésta no es excusa del cumplimiento
de la ley. El código enuncia aquel principio general con expresa referencia a las leyes
invalidantes: la ignorancia o el error acerca de las leyes irritantes o inhabilitantes no impide
su eficacia salvo que se establezcan otras cosas expresamente. En las leyes de licitud, aunque
el incumplimiento no queda salvado por la ignorancia o el error, la ilicitud subjetiva o moral
del autor puede estar modificada por la ignorancia.
♦ En caso de la duda, mientras que la ignorancia (desconocimiento) o el error (juicio falso) no
cuestionan la existencia y vigencia objetiva de la ley, la duda es la actitud mental reflexiva de
quien se cuestiona la existencia, términos, significado o alcance de una ley. Por ello se
distingue entre duda de derecho y duda de hecho: la primera versa sobre la existencia y
vigencia de la ley y la segunda gira en torno a la naturaleza o circunstancias de un hecho
concreto de tal manera que no se sabe si se encuentra o no contemplado y disciplinado por la
ley.
◊ Duda de derecho: rige el principio de que, debiendo ser la ley un mandato cierto del
legislador manifestado con animo de obligar, no puede surtir efecto en la medida que
permanezca desconocida
◊ Duda de hecho: siendo cierta la existencia de la ley así como su significación y
alcance, deberá entenderse que su eficacia será objetiva aun cuando esta pueda
permanecer oculta al conocimiento de las personas implicadas.
III. Recepción de leyes civiles.
A pesar de que no es nuevo el fenómeno de la aplicación de leyes civiles en el ordenamiento
canónico, el código a la vez que invoca el derecho civil en diversos momentos ha dedicado un
precepto general a estas conexiones y a los términos en que debe ser observado cuando sea
reclamado por la ley canónica.
♦ Cuando se alude a leyes civiles se refieren a las nacionales del país en que han de ser
aplicadas a efectos canónicos.
♦ La remisión de este precepto es de carácter material lo que equivale a la incorporación o
canonización de la ley civil.
♦ Puesto que se han de observar con los mismos efectos las leyes civiles, los institutos jurídicos
por ellas configurados han de ser individualizados e interpretadas de acuerdo con su
ordenamiento de origen.
♦ Como cláusula límite se añade el que no sean contrarias al derecho divino o bien que no
disponga otra cosa el derecho canónico.
♦ Interpretación.
I. Nociones.
En un sentido amplio la interpretación equivale al conocimiento de la ley, o en un sentido
dinámico, al proceso natural encaminado a desentrañar el significado intimo de ésta. El
concepto de interpretación va ligado a un conocimiento en profundidad, superior al derivado
de un contacto superficial con la norma. La noción de interpretación va ligada a la oscuridad
que puede presentar un texto legal o las dudas que puede ofrecer para su correcta
comprensión.
El fin de la interpretación es la indagación de la voluntad del legislador.
II. Clases.
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♦ Atendiendo al autor: en primer lugar hay que distinguir interpretación oficial o publica de la
particular. La oficial a su vez puede ser legal, administrativa o judicial según el órgano del
que procede. La particular es doctrinal cuando proviene de los expertos, científicos o
estudiosos, o bien usual.
♦ La interpretación legal o autentica: es la interpretación por excelencia. Interpretan
auténticamente las leyes, el legislador y aquel a quien este hubiere encomendado la potestad
de interpretarla auténticamente. La interpretación autentica manifestada en forma de ley tiene
igual fuerza que la misma ley, debe promulgarse; tiene efecto retroactivo si solamente aclara
palabras de la ley de por si ciertas.
♦ La interpretación administrativa: es la verificada por organismos de esa naturaleza en la
tramitación de los expedientes y en la resolución de los asuntos que le conciernen, solo
obligan a las personas y afecta a las cosas para las que se han dado.
♦ La interpretación judicial: referida en las sentencias de los tribunales y se rige por el mismo
criterio, solo obliga a las partes y afecta a las cosas para las que se ha dado.cabe destacar la
labor de la jurisprudencia no solo en la aplicación del derecho sino también en la preparación
de su reforma.
♦ La interpretación doctrinal: es la verificada por los autores, investigadores y docentes de la
ciencia canónica.
♦ La interpretación consuetudinaria: es la interpretación introducida por la comunidad en la
aplicación de la ley.la costumbre es la mejor interprete de las leyes.
♦ Atendiendo al resultado: la interpretación puede ser declarativa, extensiva y restrictiva:
♦ Declarativa: se limita a precisar las expresiones verbales de la ley tanto si son de por si
ciertas como si son dudosas.
♦ Extensiva: amplia el ámbito de aplicación de la ley de acuerdo con la mente del legislador
por entender que este dijo menos de cuanto quiso decir.
♦ Restrictiva: reduce el ámbito de aplicación de la ley.
III. Medios de interpretación.
La interpretación legal debe utilizar cuantos procedimientos, inductivos, deductivos o
empíricos se adapten en cada caso a la intelección de la ley que se trata de interpretar. La
doctrina jurídica ha incorporado como lugar común la enumeración de la interpretación
gramatical, lógica, histórica y sistemática. Coincidiendo con el ello el código canónico
enuncia los recursos a los que se debe acudir para una correcta interpretación: las leyes
eclesiásticas deben entenderse según el significado propio de las palabras, considerando el
texto y el contexto; si el resultado es dudoso y oscuro se ha de recurrir a los lugares paralelos,
cuando los haya, al fin y circunstancias de la ley y a la mente del legislador.
♦ La integración del derecho.
I. Nociones
La integración de la norma es el proceso intelectual conducente a localizar el principio
jurídico o regla aplicable a un caso desasistido de precepto legal. La doctrina jurídica general
ha designado con la locución lagunas del derecho a los vacíos que podemos encontrar en la
labor reguladora de la vida social del derecho o a los silencios del legislador al dejar de
contemplar casos y supuestos de la vida practica necesitados de cauce legal.
Históricamente una de las formas de resolver estas lagunas jurídicas fue la designación de
unos derechos supletorios que pudieran aplicarse ante la ausencia de normas. En la
actualidad, es más usual designar unos procedimientos de localización de la norma a través de
los recursos que pueda brindar el propio ordenamiento jurídico.
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El código canónico trata la cuestión de un modo practico y con u sesgo procesal en el sentido
de que enumera los diversos medios de integración en función de la necesidad de dirimir una
contienda procesal.
II. Medios de integración.
♦ Las leyes dadas para casos semejantes: se consagra con ello el recurso a la analogía legal, es
decir, la aplicación de una ley positiva a casos distintos de los previstos por el legislador
habida cuenta de la similitud existente entre unos y otros. Puede considerarse no solo como
fuente supletoria de las lagunas de la ley sino también como medio de interpretación
analógica que constituye el caso extremo de la interpretación extensiva.
♦ Los principios generales del derecho aplicados con equidad canónica: algunos autores
denominan a este recurso analogía del derecho porque así como en la analogía de la ley se
aplica ésta a un caso no previsto, en este otro recurso integrador el precepto aplicable es
extraído de los numerosos elementos que conforman el ordenamiento jurídico.
La expresión principios generales del derecho se puede identificar con aquellos criterios o
ideas que informan un determinado sistema jurídico y que se encuentran en sus diversas
regulaciones. Entre estos principios generales del derecho no pueden faltar los del derecho
natural y los del derecho divino−positivo. La aplicación de estos principios ha de hacerse
conforme a la equidad canónica, que es de por si uno de estos principios. La equidad es la
justicia del caso concreto que con frecuencia se identifica con la aplicación benigna de la ley
y en virtud de la cual la ley queda privada del rigor que pudiera comportar. La equidad
canónica añade el espíritu de las virtudes cristianas en especial la caridad, la prudencia...
♦ La jurisprudencia y practica de la Curia romana: cada una posee distinto alcance. La
práctica se refiere al modo de tramitar los asuntos propios de cada organismo. El
reconocimiento de la jurisprudencia como fuente subsidiaria del derecho tiene mas alcance
del que puede suponer el valor vinculante de cada sentencia o resolución. La jurisprudencia
esta sometida a la analogía y a los principios generales del derecho.
♦ El parecer común y constante de los doctores: el parecer u opinión de los doctores deberá
estar sustentada en los medios supletorios mencionados y su fuerza vinculante dependerá del
acierto con que manejan las fuentes y los medios de integración para resolver las lagunas del
derecho. El acierto y la rectitud estarán mas garantizados cuanto mayor sea el numero de
autores que lleguen al mismo resultado.
♦ La costumbre.
I. Nociones.
El derecho canónico reconoce el valor normativo de la costumbre como derecho no escrito
originado por los usos o modos de actuar de una colectividad. Este reconocimiento tiene lugar
hasta el punto de considerarlo como un orden normativo concurrente con la ley en la
formación del sistema jurídico − canónico.
El valor normativo de la costumbre planteo a la doctrina clásica la misma posibilidad de su
existencia, habida cuenta de que en derecho canónico las potestades eclesiásticas no radican
ni tienen su origen en la comunidad cristiana sino en la jerarquía.
Podemos definir la costumbre como la norma jurídica no escrita cuyo contenido se forma por
la actividad espontánea reiterada y publica de una comunidad de fieles y cuya fuerza de
obligar deriva de la aprobación del legislador, normalmente mediante la fijación de unos
requisitos previos.
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II. Requisitos de la costumbre.
◊ Ha de producirse en el seno de una comunidad de fieles capaz al menos de ser sujeto
pasivo de una ley, como puede ser la diócesis, la parroquia...
◊ Debe ser introducida y observada con intención de crear derecho
◊ Ha de ser racional, no solo con la naturaleza del hombre sino con los principios
fundamentales y las líneas esenciales de la estructura armónica del ordenamiento
canónico.
◊ Debe haber sido observada por un tiempo determinado. El uso o práctica continuada
puede desenvolverse en un ámbito no regulado por la ley o bien puede ser contraria
a la ley que prohíbe expresamente la conformación de futuras costumbres contrarias
o bien expresamente reprobadas por el derecho.
◊ La costumbre extralegal obtiene fuerza de ley si es observada legítimamente durante
30 años continuos y completos.
◊ La costumbre contraria a la ley puede alcanzar carácter normativo durante su
observancia en los mismos términos y durante el mismo periodo de 30 años.
◊ Cuando la ley contiene una cláusula prohibitiva de futuras costumbres contrarias,
estas solo pueden alcanzar fuerza de obligar cuando sean centenarias o
inmemoriales.
◊ Cuando la costumbre hubiera sido reprobada no puede alcanzar fuerza de obligar
por no ser razonable.
♦ La necesaria aprobación de la autoridad eclesiástica competente puede ser tacita o expresa.
III. Derogación de la costumbre.
El código establece que la costumbre se deroga por costumbres o por leyes contrarias
posteriores.
◊ La ley no revoca las costumbres centenarias o inmemoriales salvo que las mencione
expresamente
◊ La ley posterior universal no revoca las costumbres particulares siguiendo el criterio
establecido por el código de que la ley universal no deroga la particular.
IV. El código y las costumbres anteriores.
Siendo el código vigente una ley posterior con relación a las costumbres existentes al
momento de su promulgación, podrían aplicarse los criterios de derogación. Sin embargo el
legislador a establecido unas especiales previsiones.
◊ Se distinguen las costumbres universales o particulares, vigentes en el momento de la
promulgación del código que se opongo a la disciplina.
◊ Todas las costumbres que quedan reprobadas en los cánones del código deben ser
suprimidas y por cuanto la reprobación las hace irracionales no se debe permitir su
reaparición en el futuro.
◊ Las demás costumbres deben también considerarse suprimidas. Esta derogación
genérica responde al propósito reorganizador de la disciplina que lleva consigo toda
la codificación. Pero nos encontramos con dos excepciones:
⋅ Que el mismo código las permita expresamente. En este caso la dificultad
esta en compaginar una costumbre contraria al código y que a la vez se la
considere subsiguiente.
⋅ En cuanto a las costumbres centenarias y a las inmemoriales contrarias al
código este no las menciona expresamente, sino que las da por suprimidas de
acuerdo con ese principio reorganizador, insito en toda la codificación,
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sentando así el criterio practico de que puedan ser toleradas cuando el
ordinario juzga que no es posible erradicarlas
Derecho canónico
Capitulo XIII: la actividad jurídica.
1. Hechos y actos jurídicos.
I. Conceptos.
El ordenamiento jurídico no es una realidad estática ya que su participación en la vida
humana y social provoca un incesante cambio de sus diversos elementos. Las relaciones
jurídicas aparecen, se modifican y se extinguen.
Se denominan hechos jurídicos aquellos sucesos o acontecimientos que al ser tomados en
consideración por el Derecho objetivo (norma) producen efectos jurídicos en cuanto
determinan la aparición, modificación o extinción de relaciones jurídicas.
La concepción normativa del derecho explica la norma como la previsión de un supuesto al
que aquella asigna un determinado efecto.
Como dice Maldonado en el mundo que nos rodea se producen multitud de hechos y la mayor
parte son indiferentes para el derecho, sin embargo hay algunos que producen alteraciones en
el mundo del derecho, y algunos de esos hechos jurídicos producen sus efectos en la esfera
jurídica de la Iglesia, son los hechos jurídicos canónicos.
Debemos distinguir entre hechos y actos jurídicos:
◊ Hechos jurídicos: se producen sin especial intervención de la voluntad humana.
◊ Actos jurídicos: son los emanados de la voluntad del sujeto de derecho.
La actividad jurídica en derecho canónico comprende una gran variedad de actos: los
emanados de los órganos que tienen encomendadas una potestad social y que actuan en el
ejercicio de sus funciones y los emanados por los fieles en su condición de miembros de la
iglesia. Los órganos legislativos ejercitan su función mediante actos jurídicos de legislación.
Los tribunales eclesiásticos desarrollan su propia actividad a través de actos de carácter
judicial. E incluso la misma actividad santificadora de la iglesia se traduce en actos sagrados
que tienen aparejados efectos jurídicos.
II. Clasificaciones.
Los actos jurídicos pueden ser lícitos o ilícitos según sean conformes o no con las previsiones
legales. Los últimos pueden ser simplemente ilícitos o ilícitos penales si conllevan una
sanción penal, por lo que pasarían a llamarse delitos.
Atendiendo al número de sujetos que intervienen pueden ser:
◊ Simples: consisten en la declaración de voluntad de un solo sujeto.
◊ Bilaterales y plurilaterales: se caracterizan por la concurrencia de varios actos
procedentes de dos personas (o varias si son plurilaterales) que tienen un interés
reciproco en la realización del acto.
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◊ Colectivos: son los resultantes de la declaración de voluntad de varios sujetos que
persiguen un interés común.
◊ Complejos: son los que se producen a través de un conjunto de actos bien de la
misma persona o en concurrencia con otras.
Solo son llamados actos jurídicos aquellos que son validos por ajustarse a las previsiones
legales que afectan a su validez. La falta de alguno de sus requisitos da lugar a un acto nulo,
inválido o ineficaz.
◊ Inexistencia: cuanto falte todo elemento que permita subsumirlo bajo el supuesto
factico diseñado por la norma.
◊ Nulidad: se producirá cuando faltase o estuviese viciado alguno de sus requisitos
esenciales.
◊ Anulabilidad: va vinculada a la posibilidad legal de privar de efectos a un acto en
principio valido.
◊ Ineficacia: el acto aun reuniendo sus requisitos internos, esta privado de efectos por
causa de un factor externo que lo hace inoperante.
III. Presunción de validez.
Se presume valido el acto jurídico debidamente realizado en cuanto a sus elementos
externos.se trata de una medida de seguridad jurídica en la que hay un reconocimiento al
principio de buena fe: el acto jurídico realizado atendiendo a las prescripciones que lo
individualizan desde un punto de vista social reunirá los requisitos internos en virtud de la
buena fe atribuida al sujeto.
Esta presunción hace pensar en la admisión, por parte del legislador, de la distinción entre
actos jurídicos nulos y actos jurídicos inexistentes. La buena fe únicamente se presume en los
actos existentes, no en lo inexistentes.
2. Elementos del acto jurídico.
I. Capacidad.
No es un elemento del acto jurídico, sino un requisito imprescindible para que aquél pueda
tener lugar. Comprende la capacidad natural para emitir actos voluntarios y la capacidad
jurídica y la capacidad de obrar. Se necesita una capacidad específica adecuada a la
naturaleza del acto jurídico que se trate. Con frecuencia el acto jurídico representa el ejercicio
de un derecho subjetivo, de una facultad, de una potestad o de una situación jurídica. Es la
relación del sujeto (titular) con una situación jurídica determinada (titularidad) la que
determina la capacidad específica necesaria para la validez del acto jurídico.
II. Voluntariedad.
Por definición el acto jurídico es voluntario. Si, además se trata del negocio jurídico es
necesaria la intención de lograr aquellos efectos previstos y tutelados por el ordenamiento.
Por otra parte, la extensa contemplación legal de los vicios de la voluntad en el ordenamiento
canónico da cuenta de la importancia que en este ordenamiento cobra la necesidad de que el
acto voluntario surja de manera libre y espontánea.
Pero el acto jurídico no es solo un acto voluntario, sino una manifestación de la voluntad. Es
necesaria la armonía entre el acto voluntario y su manifestación, a la que podemos considerar
como un elemento externo del acto. En caso de conflicto entre ambos prevalece la falta de
voluntad.
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A veces, la manifestación de la voluntad puede encomendarse a otra persona. El derecho
canónico formulo que la persona puede hacerse representar en todo aquello que puede hacer
por si misma. Este principio debe ser matizado ya que puede haber asuntos tan vinculados a la
capacidad específica de la persona que no puedan ser gestionados por otra distinta.
Distinto es el caso de la representación legal, ya que se trata de hacer lo que el representado
(menor o incapaz) no puede hacer por si mismo. El representante obra en provecho del
representado y no en representación de este.
III. Objeto y causa.
Todo acto voluntario versa sobre un contenido en concreto. Este bien o interés en la doctrina
canónica se denomina objeto formal del acto jurídico y podríamos ver su reflejo en la
expresión legal de los elementos que constituyen esencialmente ese acto.
Relacionado con el objeto formal se encuentra el concepto de causa, que a grandes rasgos
significa el fin inmediato del acto voluntario. La causa tiene carácter objetivo porque significa
el fin que se persigue en cada tipo de acto jurídico. Por otro lado, los motivos subjetivos no
pertenecen a la sustancia del acto, sino que son un elemento irrelevante.
IV. Forma.
Todo acto jurídico necesita una declaración o una manifestación externa. Cualquier modo de
exteriorizarse el acto voluntario seria suficiente para su eficacia jurídica. Por su trascendencia
el legislador puede determinar que algunos actos sean revestidos de una especial solemnidad
mediante el cumplimiento de algunos requisitos que aseguren la certeza de su verificación y
faciliten su constatación en el orden social. La forma puede ser necesaria para la ilicitud del
acto o para la validez.
Muchos actos jurídicos canónicos, por su significación religiosa y sagrada han de atenerse a
una forma litúrgica consistente en ritos y ceremonias. Por lo general la forma litúrgica no
afecta a la validez sino solo a la licitud.
V. Elementos accidentales.
Se denominan elementos accidentales los que añadidos por la voluntad del agente limitan de
algún modo la eficacia del acto jurídico. Son principalmente la condición, el término y el
modo:
◊ Condición: hace depender la eficacia del acto voluntario de la verificación de un
hecho futuro e incierto.
◊ Termino: aplaza los efectos hasta un momento posterior previamente prefijado o
señala el momento en que se extinguirán estos efectos.
◊ Modo: carga o imprime un determinado signo al cumplimiento de las obligaciones
contraídas, comportando por lo general un gravamen en el sujeto obligado.
En el actual ordenamiento canónico no tienen especial incidencia estas categorías jurídicas en
cuanto manifestaciones de la autonomía de la voluntad. Pero pueden admitirse en la medida
en que no estén prohibidas, por ejemplo en el caso del matrimonio.
3. Vicios de la voluntad.
◊ Afecta a la existencia la violencia física o exterior. El acto ejecutado por una
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violencia exterior a la que no se puede resistir se tiene por no realizado, puesto que
esta destituido el carácter libre y voluntario.
◊ Afectan a la nulidad la ignorancia y el error sustanciales, es decir, cuando se
refieren a los que constituye la sustancia del acto o recae sobre una condición sine
que non
◊ Son validos pero rescindibles o anulables los actos jurídicos producidos por miedo
grave e injustamente infundido, por dolo o por error accidental. Se entiende que en
estos casos existe la suficiente advertencia del entendimiento y la imprescindible
deliberación de la voluntad.
En los tres supuestos (miedo, dolo y error accidental) puede tener lugar la rescisión del acto
por sentencia judicial.
El código introduce como novedad el principio de responsabilidad civil por daños: todo aquel
que ilegítimamente causa un daño a otro por un acto jurídico, o incluso por cualquier acto
realizado con dolo o culpa, esta obligado a reparar el daño inferido.
4. El tiempo
I. Su incidencia jurídica
Se ha discutido si el tiempo puede ser considerado un hecho jurídico. Aunque no produce
efectos no cabe duda que actúa como un factor determinante de fenómenos jurídicos como la
entrada en vigor de las leyes o el influjo de las diversas edades exigidas por el derecho como
requisito para ejecutar algunos actos jurídicos. Las referencias al factor temporal pueden tener
por objeto la fijación de un acto jurídico o bien su duración. Dentro de la fijación existirán
casos de coincidencia, casos de distanciamiento y casos de sucesión.
La coincidencia tiene lugar cuando el acto ha de ser verificado en un momento de tiempo
prefijado. Por ejemplo el bautismo debe tener lugar en domingo en vigilia pascual; los actos
procesales no pueden celebrarse en día inhábil.
El distanciamiento se produce cuando un acto jurídico debe celebrarse guardando un intervalo
mínimo o un periodo máximo con relación a un acto, hecho o acaecimiento anterior. Como
ejemplo el transcurso de tres meses para estimar el silencio administrativo.
En los casos de sucesión se establece una dependencia temporal entre unos y otros,
indicándose el orden en que debe producirse. Por ejemplo, la investigación del estado de a
libertad debe preceder a la celebración del matrimonio.
Por ultimo la duración consiste en la asignación de la cantidad de tiempo en la que ha de
prolongarse una situación jurídica. Por ejemplo la duración del noviciado.
II. Computo del tiempo
◊ El tiempo puede ser continuo o útil. Tiempo continuo es el que no admite ninguna
interrupción; útil el que refiriéndose a quien usa o reclama su derecho, no transcurre
para quien ignora o no puede reclamar.
◊ Las unidades de tiempo tienen una duración determinada. El día es el espacio de 24
horas y comienza a medianoche. La semana es un espacio de siete días. El mes, un
espacio de treinta. Y el año un espacio de 365 días.
◊ La medición de los plazos se basa en la fijación del termino inicial (dies a quo) y del
termino final (dies ad quem).el día a quo no se cuenta en el plazo. El día ad quem se
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incluyen en el plazo.
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