Encuentro con la Palabra artículo 1

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SERIE ENCUENTRO CON LA PALABRA ARTICULO 1.
1. ¡YO NO ENTIENDO NADA!
Felipe corrió hasta él y le oyó leer al profeta Isaías; y le dijo: ¿Entiendes lo que vas
leyendo? El contesto: ¿Cómo lo puedo entender si nadie me hace de guía? Hch
8,30.31
El hombre es incapaz de entender el significado de la Palabra de Dios
contenida en la Biblia por si mismo. Es necesario que alguien pueda
explicarnos lo que leemos. En este texto Dios envía a Felipe a encontrarse con
un etiope eunuco que leía la Biblia sin entender lo que iba leyendo. Tal vez te
preguntes como el etíope: ¿Cómo lo puedo entender si nadie me hace de guía?.
Así ocurre también en nuestro tiempo. ¿Cómo leer y comprender la Sagrada
Escritura? ¿Qué pueden significar para nosotros estos textos tan antiguos?
¿Quién nos puede introducir en el rico contenido de la Biblia?.
Lo cual nos lleva a pensar que solo Dios a través de aquellos a los que ha encargado esta labor
puede hacernos entender lo que dice, explicarnos su Palabra, solo Él puede abrir nuestro
entendimiento y preparar nuestra mente para la escucha de su Palabra: “entonces, (Jesús) abrió
sus inteligencias, para que comprendieran las Escrituras…” (Lc 24,45).
Muchas personas acostumbran tener una Biblia en casa, y son libres de
leerla cuando quieran, pero al tratar de entender a que se refiere cada cosa
podemos caer en el error, en entender una cosa por otra, en darle un sentido
equivocado a lo que estamos leyendo y acarrear confusiones1, todo esto por
tratar de entenderla por nosotros mismos. Dios confió la legítima y
verdadera interpretación de su Palabra a la Iglesia y esta como madre
nuestra y guardiana de los tesoros ahí contenidos nos enseña los medios para llegar a su sentido
verdadero2.
Así que tranquilo, si no le entiendes a lo que lees pídele a Dios que te enseñe, ten paciencia y
poco a poco Dios te ira llevando al camino que debes recorrer para entender, este primer
capítulo te llevará a un acercamiento con Dios a través de la lectura y oración con su Palabra. Y
recuerda que nadie nace sabiendo, a todos nosotros los “Felipes” Dios nos ha mandado antes a
alguien para enseñarnos.
1.1 ¡NO LE ENTIENDO A DIOS!
¿Por qué no reconocéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi Palabra. Jn 8,43
Muchos son incapaces de entender su Palabra. El mensaje de Dios se dirige a todos, pero
algunos están imposibilitados para entenderlo, pareciera que Dios habla en un idioma que no
sabemos, en una lengua extraña a nosotros.
1
Para asegurarnos de que nuestra Biblia esté siempre cerca de nosotros, es una buena idea tener una
edición grande de la Biblia en casa y una edición de bolsillo del Nuevo Testamento. De ser posible, la
versión grande debería tener comentarios que se concentren principalmente en el sentido práctico,
espiritual o ascético de la Escritura, más que en el aspecto hermenéutico o exegético. Este comentario
debe ser fiel a las enseñanzas de la Iglesia. Hay que recordar que: La Biblia es por sobre todo, un libro
por el que aprendemos a vivir la vida cristiana, más que para dirimir discusiones sobre aspectos de
interpretación.
2
Esta temática referente a la Interpretación de la Biblia en la Iglesia lo trataré en profundidad en el tercer
libro de la serie estudios bíblicos titulado: “La Biblia para Avanzados”.
Jesús dirige estas palabras a los judíos, entre ellos había muchos fariseos que creían ser eruditos
en cuestión de la Ley de Dios. Jesús los cuestiona constantemente acerca de porque no creen en
él, y advierte que aquel que no crea en el Hijo de Dios se perderá y morirá en el pecado.
Asegura que los presentes no son capaces de entender su Palabra por que el pecado ha hecho
que no puedan seguir a Dios ni escuchar su Palabra.
El pecado los ha hecho esclavos de Satanás, ha hecho que solo obren según el deseo de este y
solo crean en las cosas de su amo: “Vosotros sois de vuestro padre el Diablo y queréis cumplir
los deseos de vuestro padre” Jn 8,44.
El que no entiende el mensaje de Dios es porque por su pecado se ha acercado más al Diablo
que a Dios. El que no puede reconocer el lenguaje de Dios ha perdido la gracia que Dios le ha
dado para comunicarse con Él, ha cortado su lengua espiritual que le permitía hablar con Dios,
ha envenenado con el pecado su mente que le permitía entender a Dios, ha subastado su alma
con todo lo que ha hecho en su vida en contra de si mismo 3 y que Dios aborrece, ha prostituido
su cuerpo vendiéndolo a los deseos y pasiones carnales del mundo que agradan al príncipe de
este mundo: Satanás4.
Por eso Jesús se sorprende de que los que le escuchan no puedan creer en lo
que les dice y se pregunta ¿Por qué no reconocen mi lenguaje? ¿Por qué no
pueden escucharme?, Jesús espera una respuesta a estas preguntas que nos
cuestionan fuertemente, es como si nos dijeran: ¿Por qué ya no te acercas a
Dios?, ¿Por qué ya no crees en su Palabra ni la escuchas?, ¿Por qué ya no
escuchas cuando te llama por tu nombre?, ¿Por qué ya solo tienes puesta tu fe
en las cosas del mundo?. La pregunta obligada al llegar a este punto es: ¿Seré
capaz de entender la Palabra de Dios? ¿Sigo la voluntad de Dios en mi vida o
la voluntad de su adversario? Talvez nuestro pecado nos ha nublado el entendimiento
engañándonos sin que nos diéramos cuenta. Todavía hay muchas cosas que decir, pero antes que
nada hay que quitarnos la traba que nos impide entender ya que: “Sobre este particular tenemos
muchas cosas que decir, aunque difíciles de explicar porque os habéis hecho tardos de
entendimiento” (Hb 5,11).
Quitemos pues la principal traba para entender y recuperemos nuestro estado de gracia.
Recuerda que los santos no adquirieron su gran sabiduría en cursos intensivos doctrinales, sino
directamente de Dios a través de su Palabra (lectura de la Biblia), de la intimidad con Dios (en
oración) y de nutrirse de su cuerpo (La eucaristía). Empieza pidiéndole perdón a Dios por los
pecados cometidos, acércate al sacramento de la confesión lo antes posible y reconcíliate con
Dios, Él te esta esperando con los brazos abiertos.
1.2 ¡ES QUE A VECES DIOS ME MOLESTA!
He aquí que su oído es incircunciso y no pueden
entender. He aquí que la Palabra de Yahveh se les ha
vuelto oprobio5; no les agrada. Jr 6,10
3
Comúnmente acostumbramos entender al pecado como una ofensa a Dios, algo que le hace daño, que lo
lastima; sin darnos cuenta de que el pecado afecta mas al hombre que a Dios, es el hombre quien se hiere,
se daña, lastima su alma y se asegura un sufrimiento futuro. Es entonces cuando Dios sufre porque ama al
hombre y le pesa que se dañe a si mismo.
4
Jn 12,31.
5
Vergüenza o deshonra, algo muy desagradable para el hombre.
Muchos no quieren entender su Palabra. Existen aquellos que no entienden el mensaje de
Dios no porque no puedan, sino porque no quieren dejar de hacer lo que hacen, es tan cómodo,
atractivo, placentero y agradable para muchos el pecado que prefieren seguir como están y
hacerle mas caso al mensaje de Satanás que al mensaje de Dios. Echan a la basura la Palabra de
Dios.
El profeta Jeremías pronuncia estas palabras en su libro para advertir a los descendientes de la
Tribu de Benjamín de los habitantes de Jerusalén, pues denuncia que sus caminos están
torcidos, que han hecho de Jerusalén que era la ciudad santa, una cuidad de mentira e infiel a
Dios. Aquí se denuncia que aquellos que debían permanecer fieles a Dios no lo hicieron, se
apartaron voluntariamente de Dios y ya no quieren escuchar su Palabra pues se ha vuelto una
carga para ellos.
Hay algunos hoy en día que pueden entender la Palabra de Dios pero ¡no quieren! le pasa lo
mismo que los habitantes de Jerusalén de los que habla el relato. Hoy hay muchos habitantes de
“Jerusalén” infieles y que la Palabra de Dios se les hace una molestia.
Pero ¿Qué quiere decir Jerusalén hoy en día?. No voy referirme al espacio geográfico llamado
Jerusalén sino a lo que la palabra significa: Jerusalén= “La Ciudad de la Paz” era y es hasta
hoy para los judíos “La Ciudad Santa”, el lugar de la paz, el lugar santo donde habita Dios.
Para nosotros los que creemos en la nueva y eterna alianza que Jesús firmo con su sangre en su
muerte en la cruz donde nos redimió, la “ciudad santa”, donde se encuentra la paz y la
presencia de Dios, la “Nueva Jerusalén” es: la Iglesia.
La Iglesia es grande y los habitantes que habitan en ella somos todos los bautizados. La Iglesia
debe ser la difusora y defensora de la paz, el lugar santo donde reside la presencia de Dios, y lo
es. Pero muchos de los que forman parte de esta “nueva Jerusalén” han puesto en sus oídos
como un tapón para no escuchar lo que Dios nos dice y por eso su oído no esta descubierto, esta
cerrado al mensaje de Dios, es incircunciso. No existe peor alumno que el que no quiere
aprender, ni hombre más necio que el que se niega a escuchar.
Hay muchas personas para las que la Palabra de Dios solo es como un regaño
molesto y desagradable del que se avergüenzan y prefieren no escuchar o huir
de él. Aquellos que nos dedicamos a la Evangelización nos encontramos con
gente que al quererles hablar de Dios y de su Palabra nos cierran la puerta en la
cara, nos ven como locos u ociosos, se enojan con nosotros o simplemente no
quieren escuchar.
Lo mismo pasa con el pueblo de Israel quien al pasar el tiempo se iba alejando
poco a poco de Dios que le hablaba, que se incomodaba y molestaba con las
personas que llevaban su mensaje como Moisés, los profetas, los jueces e
inclusive el mismo Jesús: “Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: Es duro este lenguaje.
¿Quién puede escucharlo?” Jn 6,60.
Hay muchos a los que el mensaje de Dios les es muy desagradable porque esta en contra de lo
que hacen en su vida y es como estar contra ellos, recuerdo aquella frase de un artista conocido6:
Así nací, así crecí y así me moriré. Con tanta razón decía llorando San Francisco de Asís “El
Amor no es amado”, Dios no es amado por la mayoría, ni siquiera es escuchado, ni mucho
menos entendido. Su amor es tan grande, que asusta al hombre que rehúsa entregarse a Dios y
prefiere la tibieza cómoda de una vida sin Dios.
6
José José, cantante mexicano.
¿Pero será verdad que Dios nos molesta? ¿No será mas bien que lo que nos incomoda
verdaderamente es el no poder experimentar a Dios por el estado en el que nos encontramos?,
¿No será que nos molesta sentir su ausencia por nuestro alejamiento aunque realmente Dios
siempre este con nosotros? ¿No será que estamos enfermos y amargados sin Dios y que le
echamos la culpa a Él de nuestra desgracia siendo nosotros mismos los culpables?. Contéstese a
si mismo mi querido hermano. Lo cierto es que por más que lo queramos ocultar con falsas
ideologías, placeres desmedidos o simular estar muy ocupado la verdad es que estamos
desesperados y tristes sin Dios, nos hace falta su presencia en nuestra vida, pero nuestro orgullo
y soberbia es tan grande que aún así no queremos saber nada de Él.
Nos sentimos libres y sin ataduras al querer vivir nuestra vida como
“Yo quiera”, haciendo solo lo que “Yo quiero”, cuando esa falsa
libertad en realidad es libertinaje obsesivo. Nunca un huérfano dirá: Yo
soy libre por que no tengo un Padre que me ame, me cuide y me
aconseje, estoy mejor en la calle solo y sufriendo. O un corredor atleta
dirá: Yo soy feliz corriendo sin rumbo, en cualquier dirección
alejándome cada vez más de la meta a la que debía llegar. O un preso
dirá: Pues yo estoy bien aquí encerradito, no como bien, me maltratan y
me va mal, pero esta es mi vida ¡No me molesten!, ¡no quiero salir!.
¿Verdad que no?.
Nosotros no podemos prescindir de Dios, ni vivir lejos de su mirada. Solo podemos cerrar los
ojos para no verlo, correr en otra dirección para no encontrárnoslo, manotearle para que no nos
abrace, enojarnos con Él para no hablarle, pero todo esto no sirve para nada, hermano: Dios no
se va a ir ni nos va a dejar de llamar, ni va a dejar de amarnos nunca.
Cuando creemos que podemos alejarnos de Dios, vivir sin Él, lo reemplazamos por un
entretenimiento trágico como la droga, el sexo, el dinero o el poder entre otros muchos.
Buscamos el infinito donde solo hay muerte y vacío. Si la mirada divina puede incomodar a los
hombres: “¿Cuándo apartarás tu mirada de mi? ¿No me dejaras ni el tiempo de tragar saliva”
Jb 7,19; la verdad es que el mantenerse alejados de esa mirada nos mata. ¿Qué hacer entonces
para superar todo esto?. Hay que querer entender y preferir lo más (Dios) por lo menos (El
mundo). Hay que hacer lo que hizo aquella mujer enferma:
“y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada,
y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamo y le dijo: Mujer quedas libre
de tu enfermedad. Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios” Lc
13,11-13.
Hay que acercarnos a la mirada de Dios, dejarse ver por Jesús, aceptar que estamos encorvados,
desviados por nuestro alejamiento y que por nosotros mismos (sin Dios) no podemos
enderezarnos de ningún modo. Dejar esa actitud tonta de adolescentes rebeldes e inmaduros que
quieren vivir la vida solos y lejos de su Padre, sin poder valerse por si mismos. Hay que dejar
que nos imponga sus manos benditas (su voluntad y no la nuestra) y cure nuestro entendimiento
para que podamos glorificarle con nuestra vida.
1.3 LOS IGNORANTES SE EQUIVOCAN
Estáis en un error, por no entender las Escrituras ni el poder de Dios.
Mt 22,29
Es que muchos ya no creen en su Palabra. Otros muchos no creen el la Palabra
de Dios, piensan que es una invención de gente fanática, una falsedad, una
mentira, algo equivocado y fuera de tiempo. Ponen su fe en todo menos en Dios.
En este texto Jesús reprende a unos saduceos7quienes intentan hacer que se equivoque
preguntándole aspectos erróneos acerca de la resurrección. Jesús les dice que se equivocan por
no entender las Escrituras ni el poder de Dios, pero ¿Por qué no entendían las saduceos?, ¿Qué
hizo que no entendieran?.
Lo primero que les impidió entender es que pensaban saberlo todo acerca
de la Ley, al igual que los fariseos; creían que eran grandes maestros de la
Sagrada Escritura, se creían sabios. La muestra mas grande de sabiduría es
reconocer que esta no se encuentra en el conocimiento o en la ciencia sino
en la experiencia de vida y es adquirida únicamente por los sencillos y
humildes: “Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra porque has
ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños” Mt 11,25.
Aquellos que creen saberlo todo, no reconocen su ignorancia y por eso caen en el error, el gran
sabio Sócrates dijo: “Yo solo sé, que no se nada”.
Pero había otra cosa que no les permitió entender la Sagrada Escritura: No creer en ella y por
eso, tampoco en el poder de Dios. ¿Cómo creer en el gran poder que Dios tiene si no creo en su
Palabra que me lo asegura?.
Actualmente la mayoría que se dicen “inteligentes”, “críticos”, así como los estudiantes
influidos por el racionalismo, el materialismo o lo supuestamente científico8 no creen en la
Sagrada Escritura. No le creen a Dios que les habla como un Padre amoroso. No creen en su
poder, ni en que todo lo que dice su Palabra lo cumple eficazmente. No creen en lo que no
entienden.
Como el animal salvaje le teme al fuego por que no lo entiende, no sabe por que quema, solo
huye de él; así son los que desacreditan la Biblia y la rechazan por creerla algo falso, no creen
en ella, no le tienen fe. Y aunque la Palabra de Dios se les dirija directamente son escépticos y
no creen en ella:
“Y si todavía nuestro evangelio esta velado, lo está para los que se
pierden, para los incrédulos, cuyo entendimiento cegó el dios de este
mundo (el diablo) para impedir que vean brillar el resplandor de la
Gloria de Cristo, que es imagen de Dios” (2 Cor 4,3.4).
Su entendimiento esta cegado por que su fe la tienen puesta en las cosas
de este mundo pero no en Dios, y solo creen en las cosas terrenas. Jesús
sabía que muchos solo creen en las cosas de este mundo y lo que no lo
entienden no lo creen y dijo: “Si al deciros cosas de la tierra, no creéis, ¿Cómo vais a creer si
os digo cosas del cielo?” Jn 3,12.
En cambio los que creen en Dios, en su Palabra, en su Hijo Jesús, y lo aceptan como su
Salvador y Señor tienen con que creer en el poder de Dios, porque se manifiesta en ellos
mismos:
7
Grupo o secta judía de orientación política, extraordinariamente conservador y oportunista dirigido por
sacerdotes de alta posición y familias ricas. Rivales de los Fariseos, solo daban validez a la Ley escrita y
no a la tradición oral. No consideraban decisivos los escritos de los profetas. Negaban la resurrección, la
vida después de la muerte y la existencia de ángeles. Se desconoce el año en que surgieron.
8
La verdadera ciencia viene de Dios y no de sus criaturas, estas pueden adquirirla pero no la poseen por
si mismas.
“Estas son las señales que acompañaran a los que crean: en mi nombre expulsaran demonios,
hablaran en lenguas nuevas, agarraran serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les
hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien” Mc 16,17.18.
Pero hay muchos que no creen en los milagros del Señor, en las sanaciones que sigue haciendo
a los enfermos, en las experiencias sobrenaturales que experimentan los que le entregan su
corazón, ¡No creen en el poder de Dios, y lamentablemente a veces son ejemplo para otros!, y
de esto nadie se salva sucede en laicos regularmente pero llega a ocurrir hasta en algunos
sacerdotes que prefieren la doctrina a la fe, y que seguramente es que ya dejaron atrás su vida de
oración.
¿Y tu en que pones tu fe?, ¿En lo material, comprobable y científico9?, ¿En lo que
leíste en algún libro, revista o periódico?, ¿En lo que dijeron en un programa de
televisión?, ¿En lo que te imaginas que es verdad, y que no necesariamente tiene
que serlo?, ¿O en lo que otros te han convencido de que creas?. En efecto, hay
muchos profesores, escépticos, amantes de la filosofía moderna o que se dicen
intelectuales que se dedican a convencernos de que en la Biblia se encuentran
puras mentiras, de que Dios no existe o de que la Iglesia es perversa y corrupta.
Esto es muy grave ya que una mentira dicha muchas veces y de
manera convincente, engañosamente se convierte en verdad para
muchos. Jesús mismo fue victima de esta influencia de los demás en
cada uno, y dijo a Pilato cuando le pregunto si era el Rey de los judíos:
“Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mi?” Jn
18,34. En nuestros días se multiplican los incrédulos, los “hombres de
poca fe”, los ateos y los que cambian su fe por otra mas adecuada a sus
propios deseos. Es raro encontrar a alguien con una gran fe, que crea
sin pruebas, que confié sin ver, le sucede hasta a los más cercanos a Dios, le sucedió al apóstol
Tomas:
“Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y
no meto mi mano en su costado, no creeré” Jn 20,25.
Hay que creer en Dios, en su Palabra verdadera, en su poder para realizar prodigios y milagros,
hay que poner nuestra fe en Cristo su hijo y nuestro Señor. Hoy como en tiempos anteriores la
gente necesita oír de los milagros del Señor, pero estos ya casi no se dan por la falta de fe de la
mayoría. Hay que tener la fe del centurión romano que se acerco a Jesús y le dijo:
“Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; pero una palabra tuya bastará para que mi
criado quede sano” Mt 8,8.
Hay que confiar plenamente en Dios, en su Palabra que es capaz de realizarlo todo, hasta lo que
creamos imposible, porque “nada es imposible para Dios” (Lc 1,37). Hay que dejar que Dios
haga su obra. ¡Atrévete a poner toda tu fe en Él!, hazlo completamente y sin reservas, créele a
Dios como Él te cree a ti y confía en ti. Hazlo y recibirás la respuesta que Jesús le dio al
centurión: “Anda; que te suceda como has creído” Mt 8,13.
9
Hay que recordar que la ciencia trata de lo natural, lo físico y comprobable positivamente, lo finito, lo
que se puede medir, lo que tiene limites; pero no abarca lo sobrenatural e infinito, mientras que la religión
si. Esta trata de Dios, de lo espiritual, de la fe, etc.; y no de lo científico, es así que ambas se
complementan.
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