¿SOY ADICTO? ¿SOY ENFERMO ALCOHÓLICO? ¿Cuándo un hábito se convierte en una adicción? ¿Cómo se distingue la verdadera adicción, actividad inofensiva por la que no vale la pena recuperarse? Algunas personas se imaginan al enfermo alcohólico como un “borracho” o una “fiera desesperada”, que busca beber las 24 horas del día, todos los días. El criterio que aplican es el siguiente: si uno lo hace todos los días, entonces es alcohólico. Lo que se sigue de esta falsa creencia inversa es: si uno no lo hace todos los días, entonces no es enfermo alcohólico. La realidad es que el hecho de que una persona beba o no a diario, no quiere decir que no sea enferma alcohólica. Muchos enfermos alcohólicos, en efecto, no beben a diario (alcohol), sino que hacen un abuso esporádico de él, alternando periodos de consumos diarios con periodos de abstinencia o de consumo controlado. Es importante comprender esto, porque partiendo de este criterio erróneo, muchas personas que son enfermas alcohólicas suelen persuadirse y convencer a otros de que no tienen ningún problema: “yo no bebo todos los días así que ¿cómo voy a tener un problema?” o “sólo bebo los fines de semana, si fuera alcohólico lo haría todos los días”. Si una persona bebe alcohol todos los días o no, no es un criterio idóneo para determinar si uno es enfermo alcohólico o no. Tampoco lo es la cantidad empleada; una persona puede ser alcohólica y sólo tomar un par de copas todos los días...., si está ejerciendo un severo control sobre el impulso de beber más. Como veremos, entonces no es tanto la cantidad ni la frecuencia, sino cómo le afecta el alcohol a uno, tanto en el mismo momento como en lo que se refiere al efecto global que tiene en su vida. Básicamente, incurrir en el alcohol constituye una enfermedad si está causando problemas en su propia vida, pero se sigue haciendo a pesar de esto. Yo sabía que tenía problemas con el alcohol, pero no sabía salir de fiesta y no beber. Era aburrido, no me podía imaginar salir y no beber. Decir que yo tenía problemas con el alcohol (reconocerlo), pedir ayuda, acudir a un centro de autoayuda (APAEX), eso quería decir no volver a beber jamás: ¡¡ NO, NO PUEDE SER!! ¡¡ SERIA EL FIN!! Todos mis amigos beben, todo el mundo bebe cuando sale de fiesta (al menos, eso me parecía a mí). Bendito sea el día en que decidí dejar de beber alcohol. Gracias a ese día vivo libre y estoy aquí escribiendo esto para intentar ayudarte a que comprendas que, lo que yo pensaba de que no podía estar sin beber, es lo que quiero ahora para el resto de mi vida. Es increíble como a base de terapias, escuchando a otros enfermos alcohólicos y haciendo caso a todos los consejos que te dan (psicólogos, enfermos, médicos, terapeutas, familiares, etc.) puedes llegar a comprenderlo, a saber vivir, a saber: salir, sonreír, divertirte hablar, solucionar problemas.... y todo sin beber alcohol. Yo entré por la puerta de APAEX con 21 años, una edad muy difícil para imaginarse que no vas a volver a probar ni siquiera una cerveza cuando salgas de fiesta. Hoy tengo 29 años y sé salir de fiesta sin esa cerveza. APARTARSE DEL ALCOHOL Recuperarse de una adicción no sólo es posible; puede ser una de las experiencias más emocionantes que puede empezar una persona. Puede abrir una puerta a un modo de vida mucho más gratificante, a la que jamás te podría llevar el alcohol. Pero liberarse del alcohol es algo más que cumplir unas normas de autoayuda. Significa ante todo, cambiar el modo en que uno vive. Hay que intentar no acudir a los lugares donde uno solía ir a beber. Intenta evitar todo aquello que te pueda recordar el alcohol: - amistades con las que solías ir a beber - lugares de riesgo (donde solías ir a beber, sobre todo) - bebidas sin alcohol como licores, cerveza, etc. - Y muchas cosas más que irás aprendiendo y cambiando, según va pasando el tiempo. Debes dejar de marchar en círculos. Hay que interrumpir el ciclo, dejar de hacer las mismas cosas de siempre. Es imposible recuperarse de una adicción, sin antes romper ese ciclo. El camino a la recuperación, empieza por una total abstención. Continuar coqueteando con el alcohol, no hace sino mantener viva la apetencia. Si sigues coqueteando con el alcohol, aunque sea sólo en ocasiones, serás incapaz de efectuar los cambios que conducen a la verdadera recuperación. Puede que tengas un traspié, en especial al principio, pero si tropiezas, sacúdete y vuelve a levantarte. Y esta vez, coge tus armas y aprende a utilizarlas; aprende de esa recaída. El primer paso es admitir que uno es adicto (enfermo alcohólico). Tú no eres una mala persona que se está volviendo buena, sino una persona enferma que se está mejorando. Una vez que has admitido que eres un enfermo alcohólico, díselo a quien creas conveniente compartir este secreto; así, dicho secreto pesará menos. Díselo sobre todo a quien creas que te va a apoyar y no te enjuiciará. Acude a tus terapias de grupo, cuenta tu problema, aprende de los consejos de otros enfermos alcohólicos, etc. Si empiezas a hacer excepciones de estas reglas, irás perdiendo terreno y deslizándote nuevamente hacia el modo de pensar adictivo. No pienses que esto es para toda la vida. Piensa en el día a día: “yo quiero tomar esa copa, pero sólo por hoy, no voy a hacerlo”. “Hoy voy a estar 24 horas sin beber” y sobre todo, no te pongas metas. Haz lo que te aconsejan, aunque te parezca una tontería. Muchas personas creen cuando dejan de beber durante un breve periodo de tiempo, que ya están curados y que no necesitan esforzarse más. Su modo de pensar adictivo es lo que les lleva a esta conclusión y es entonces cuando vuelven a recaer. Las metas son una invitación al fracaso. Habla una alcohólica en recuperación, cómo llegó a aceptar que era enferma alcohólica: Mi momento de “revelación” fue bastante sosegado. No hubo ningún rayo que me iluminara, sino una resignación que me fue dominando. Se dio tras un periodo de once semanas en el que estuve bebiendo a hurtadillas, en forma “controlada”. En realidad, estaba fuera de control, ya que no podía dejar de beber, pero no me excedía ni me embriagaba porque quería demostrarles a todos que lo podía controlar. Pero bebía a escondidas. Tenía un botellón de vino oculto en el sótano y me había autoconvencido de que sería mejor terminarlo, tan sólo para que no se desperdiciara. Al ver que el vino iba desapareciendo, me di cuenta de que cuando terminara con esta botella saldría a comprar otra, y que me había estado engañando a mí misma. De pronto, el panorama se me fue aclarando y tuve una visión serena pero contundente de mi situación. No fue una revelación espectacular ni explosiva. Tiré el resto del vino y asistí a mi primera terapia esa noche. No he bebido una sola gota desde entonces. Con la aceptación de que uno tiene un problema con la bebida (el alcohol), la persona renuncia a la necesidad de controlar el desafío y la grandiosidad asociados a la adicción, y comienza a aceptar ayuda con gratitud. A menos que el alcohólico asuma que la sola voluntad no basta, ni todos los principios de autoayuda del mundo podrán auxiliarlo. Si no estás dispuesto a pasar un periodo de “abstención” como objetivo inicial, no podrás dar comienzo a tu recuperación. La mayoría de las adicciones pueden y deben frenarse de una vez,”en seco”. Una vez que empiezas el camino de la abstinencia (no volver a beber), es posible que te vengan ideas tales como: “mi adicción no era tan grave” o bien “otras personas parecen ser capaces de controlar su adicción ¿por qué no habría de serlo yo?” o “lo haré sólo una vez más”. Hacer trampas en el cumplimiento de tu plan, significa volver a entrar en el círculo adictivo. Para recuperarte de cualquier adicción debes dejar de utilizar, no sólo tu droga habitual, sino todas las drogas que te sirven para alterar tu estado de ánimo. Recuerda que si quieres intentar recuperarte por ti solo, estarás intentando un cambio de primer orden, lo que equivale a condenarte a ti mismo al fracaso. “Mi error más grave fue haber pasado veinte años tratando de superar mis adicciones sin ninguna ayuda. Nunca obtuve ningún resultado y perdí muchísimo tiempo”. (Carl, enfermo alcohólico y adicto a la heroína). No trates de hacer cosas por ti solo. Tu tendencia a aislarte cuando te encuentras en situaciones angustiosas, probablemente sea uno de los factores que te hizo vulnerable a la adicción, para empezar. Aislarte ahora sólo servirá para incrementar tu lástima por ti mismo, por tu soledad, y ambas cosas tienen el efecto de despertar las apetencias y precipitar la recaída. Llamar a alguien de tu “equipo” debería convertirse en un reflejo automático cada vez que sientas la apetencia de beber o te encuentres en una situación angustiosa. La red de apoyo más eficaz, por lo general, es un programa de autoayuda como el de APAEX. Entrar en la rutina de asistir a las terapias con la mayor frecuencia posible, es un excelente ritual sustitutivo. Los beneficios de incorporarse a un programa de autoayuda no son instantáneos, y muchos enfermos alcohólicos que todavía están en busca de una solución rápida, se desalientan cuando el hecho de asistir a unas pocas terapias no basta para “solucionarles su problema”. Por eso es una buena idea que asistas varias semanas antes de decidir si te resulta útil o no. Si persistes el tiempo suficiente como para borrar de tu mente la forma de pensar adictiva y evaluar la perspectiva de obtener una gratificación a largo plazo, sin duda verás que es positivo. ESTRUCTURAR TU TIEMPO Todo tu tiempo libre debería estar estructurado, en especial, los momentos del día o la semana en que tú solías beber. Mantenerse ocupado en actividades positivas que refuercen la recuperación, reduce el tiempo disponible para pensar en el alcohol y evita la frecuente tendencia a meterse en situaciones de riesgo. No dejes de trabajar en este momento, si es posible. La actividad laboral te mantiene ocupado mucho tiempo, y libre de pensamientos negativos en la mayoría de los casos. Esto tiene excepciones; si estás demasiado desconcentrado como para cumplir con tu trabajo, o si éste te da acceso al alcohol. Recurre a “gente segura” que no tenga problemas de adicción. En este preciso momento, es mejor para ti estar con otras personas. Haz las cosas que siempre quisiste hacer pero que nunca hiciste. Casi todos los alcohólicos han acumulado algunos problemas bastante serios en el momento en el que procuran dejar el alcohol: pueden tener problemas económicos, cónyuges amenazándoles con divorciarse y problemas en su trabajo. La crisis en que se encuentran sus vidas en este preciso momento, hace que les resulte muy difícil renunciar al alcohol. Estar en medio de un caos les hace perder la cualquier motivación que tengan, y el creciente estrés les hace tener algunos pensamientos negativos: “mi vida es tan difícil que me merezco un alivio” o “¿para esto dejé la bebida? No vale la pena”. No te dejes llevar por los problemas o los pensamientos. Tienes que ser inteligente. Si bebes, lo único que obtendrás es: los problemas que sigues teniendo, más otra vez el de la bebida, y si no bebes, tendrás la cabeza en su sitio para ir solucionándolo todo. ¡¡ Tú decides ¡! La actitud más responsable que puedes adoptar en este momento, es concentrarte en tu recuperación y asumir el compromiso de abordar estos problemas, tan pronto como tu recuperación te lo permita. SÍNTOMAS DE LA ABSTINENCIA Algunas personas sufren (síntomas físicos y emocionales de abstinencia) cuando dejan el alcohol. Estas secuelas incluyen insomnio, irritabilidad, cambios de humor, hipersensibilidad emocional, o por lo contrario, un adormecimiento de las emociones; falta de energía, caída del nivel de atención, incapacidad de sentir placer, falta de deseo sexual y extremada sensibilidad de estrés. El síndrome de abstinencia también puede incluir deterioros leves y temporales del funcionamiento mental como faltas de memoria, confusión de pensamiento, dificultades para concentrarse y menor nivel de atención. Estos síntomas pueden aparecer cuando se deja cualquier adicción, no sólo las adicciones a sustancias químicas. Se sabe de “comilones desenfrenados”, adictos al sexo y jugadores, que han sufrido efectos posteriores de uno u otro tipo, al interrumpir su actividad adictiva. Pero los síntomas de abstinencia son pasajeros. Por lo general, se manifiestan pocos días después de haber dejado el alcohol (u otra adicción) y desaparecen según va pasando el tiempo. La persona que busca aliviarlos volviendo a incurrir en el alcohol, no hace sino prolongar e intensificar estos síntomas a largo plazo. Para algunas personas, el comienzo de la recuperación es un verdadero regocijo: “uno se siente tan reconfortado porque ya no se lo pasa vomitando ni despertándose en camas ajenas, que es como si estuviera flotando en el aire. A uno se le agudizan todos los sentidos”, describe un alcohólico en recuperación. No tiene nada de malo disfrutar de esta experiencia si a ti te sucede. Pero recuerda que “esto también es pasajero”. Esto no significa que debas portar una actitud negativa y anticipar problemas. Sólo procura tener una perspectiva equilibrada. De lo contrario, te expondrás a sufrir una recaída. Trata de pensar en el hecho de que atravesar este periodo perturbador, es parte del proceso de liberarse. Durante la abstinencia, algunas personas sueñan que están bebiendo otra vez. En algunos casos, los sueños son tan reales que cuando te despiertas, te sientes culpable y deprimido, como si de verdad hubieras bebido. “Debo estar planeando secretamente hacerlo, o no soñaría con ello”, se dicen. Soñar que recaes, generalmente significa que tienes temor de volver a beber, no que estés planeando hacerlo. Pero si malinterpretas el significado de estos sueños, el desaliento que ésto provoca puede llevarte a recaer, si no lo afrontas. Habla de tus sueños en tu terapia. Estos sueños suelen ser estimulados por ciertas situaciones generadoras de estrés en su vida, por lo que es importante explorar las circunstancias que los rodean. Las apetencias de volver a beber son inevitables y sobre todo, al principio. Las provocan ciertos lugares, objetos, sentimientos y situaciones previamente asociados con el alcohol: cualquier cosa que te lo recuerde. O bien, algunos creen que una vez que sientan ganas de beber, éstas no van a desaparecer y cada vez le darán más ganas hasta que se rindan y recaigan. Si tú crees que lo que te espera es una batalla constante y ardua como esta, te desalentarás y hasta querrás renunciar a recuperarte. Por eso es tan importante que preveas sentir apetencias, que te informes al respecto y te prepares para afrontarlas sin correr riesgo. Tú no eres el responsable de tener apetencias, puesto que éstas son un síntoma de la enfermedad adictiva, pero sí eres responsable del modo en que reaccionas ante ellas. Las apetencias siempre son temporales. Se te pasarán solas, si las sobrellevas sin recaer. Las apetencias no tienen que conducir necesariamente a la recaída. Tú puedes aprender a cambiar tu antigua manera de reaccionar frente a ellas. La fuerza de voluntad es un medio de defensa poco satisfactorio frente a las apetencias. Es mejor que se aparte inmediatamente de las circunstancias que las provocan y te pongas en contacto con tu sistema de apoyo. Los factores determinantes de la recaída pueden conservar su fuerza aún después de varios años de abstinencia, de manera que permanece alerta ante la posibilidad de sentir apetencias y no TE CONFIES DEMASIADO. Cada vez que la apetencia es seguida por una copa, aumenta la posibilidad de tener futuras apetencias, y cada vez más intensas. Si consigues reaccionar de una forma seguida a tus apetencias, SIN RECAER, éstas disminuirán su frecuencia e intensidad con el tiempo. “NO SEAS FUERTE, SÉ INTELIGENTE” es un buen consejo; cuanto mayor distancia pongas entre tú y el alcohol, más probabilidades tendrás de mantenerte en abstinencia. Pensar que puedes soportar situaciones de alto riesgo sin ceder a la tentación, sólo te puede llevar a una recaída. Algunos casos que oirás en tus terapias, te demostrarán que muchos compañeros tuyos (enfermos alcohólicos) dieron lugar a una recaída por ponerse a prueba. Las apetencias más difíciles de controlar, suelen ser las inesperadas, inducidas por algo o alguien con que o quien tropiezas accidentalmente. Pero si has planeado de antemano cómo tratar tus apetencias y cuentas con un buen plan de acción, tendrás menos probabilidades de ceder a ellas. PLAN DE ACCIÓN El objetivo a lograr, cuando lo acomete una apetencia, es sobrellevarla e impedir que lo conduzcan a una recaída. El plan de acción que tú elabores para combatir las apetencias, debería incluir las siguientes medidas: 1.-Aléjate de la situación. 2.-Apártate de la persona, lugar o cosa que lo está provocando. 3.-Ponte de inmediato en contacto con algún familiar, amigo o compañeros tuyos de APAEX (siempre lleva los números de teléfono encima). 4.-Despegaté mentalmente del impulso y trata de verlo de otra forma. Un ejemplo sería “¡qué interesante!”, en lugar de “me va a atrapar”. 5.-Piensa en lo que vas a conseguir después haber bebido; todo lo malo, negativo y desagradable que siempre te ha causado el alcohol. 6.-Anótalo por escrito; puede ser útil anotar la fecha y las circunstancias de cualquier apetencia que lo acometa y, lo que hiciste para sobrellevarlo. 7.- Haz ejercicios de relajación; por ejemplo, respiraciones profundas. 8.- Visualízate a ti mismo sobrellevando con éxito tus ganas de beber. Un enfermo alcohólico es enfermo alcohólico porque no puede decir que no, no puede fijar fronteras no poner límites. Cuando inicies la abstinencia, a menudo te encontrarás ante el ofrecimiento de alguna copa. Éste puede ser inesperado o provenir de personas a las que a ti te incomoda decirles que no, por lo que es posible que te veas en un apuro. Antiguos compañeros de bebida pueden presionarte para que tomes “una copa más, en recuerdo de los viejos tiempos”, “por una no pasa nada”. Es esencial elaborar de antemano una manera cómoda y eficaz de decir que no. De lo contrario, cuando te veas en un aprieto, correrás el riesgo de caer. Si alguien se disgusta, lo que está en juego para ti es mucho más importante. Prepárate al menos dos o tres modos corteses pero firmes de decir que no; en estas situaciones, ten tu caja de herramientas lista para ser empleada. LA TÉCNICA BÁSICA Mira a la persona a los ojos y dile que no, sencilla y firmemente, una simple explicación es suficiente: “NO GRACIAS, NO BEBO” o “NO GRACIAS ME HACE DAÑO”. Si la otra persona trata de convencerte, desafiarte o discutir contigo, no te dejes arrastrar. “DISCO RALLADO” con calma pero con firmeza “COMO TE HE DICHO, NO QUIERO”. Punto y final, no digas más. Y si aún así sigue tratando de ofrecerte esa copa puedes, poner fina a la conversación. Di simplemente: “No quiero seguir hablando de esto “, y vete si es necesario. Estas situaciones probablemente te provocaran ansiedad, ambivalencia y confusión, sobre las que necesitarás hablar con alguien. Las primeras semanas pueden ser especialmente TENSAS EN TU HOGAR, POR VARIAS RAZONES: Si tu enfermedad afectó a miembros de tu familia, éstos pueden guardar mucha cólera, vergüenza, culpa y otros sentimientos negativos que no desaparecen tan sólo porque tú hayas dejado de beber alcohol. Se mostrarán reacios a confiar en tu promesa, si se han visto defraudados en ocasiones anteriores. Es probable que te sientas insultado o herido por su desconfianza y pesimismo. Esto ocurre en particular si los miembros de su familia no conocen mucho sobre la enfermedad y la recuperación. Puedes llegar a decirte”DE TODOS LOS MODOS NO ME CREEN, ASÍ QUE BIEN PUEDO BEBER”. Eso equivale a hacer depender tu recuperación de las reacciones de los demás, cuando en realidad ésta no le concierne a nadie más que a ti, que es el que saldrá ganado con la recuperación y perdiendo si vuelve a beber. A muchos enfermos alcohólicos les molesta que otros intenten controlar su recuperación. ¿De dónde vienes? ¿Con quién has estado? ¿Hoy tienes terapia…? Etc. Si te irrita que alguien esté tratando de controlar tu recuperación, habla de ello en tu terapia de grupo y te aconsejarán la mejor forma de manejar esta situación. Para entender la reacción de tu familia ante tu abstención, es útil que entiendas cómo les ha afectado a ellos tu adicción a la bebida. REPERCUSIÓN EN LA FAMILIA La mayoría de las adicciones afecta a las familias del mismo modo destructivo que al alcohólico. Para el momento que tú empieces la abstinencia, tus familiares pueden haber acumulado muchos sentimientos negativos como: -CULPA: Pensando que si hubieran hecho las cosas de otro modo, tal vez no serías alcohólico. -VERGÜENZA: Pensando que la gente dirá: ESA FAMILIA ES INSANA/MALA/INMORAL por tener un alcohólico en la familia. -AFLICCIÓN: La persona que una vez conocieron y amaron, no ha estado presente. -ENOJO: Los miembros de tu familia a menudo están enfadados por lo que les has hecho pasar. Es posible que algún familiar haya negado todo el tiempo la existencia de tu problema, como lo hacías tú, aunque se convirtiera en una cuestión fundamental en vuestras vidas. ¿POR QUÉ RECURREN LAS FAMILIAS A LA NEGACIÓN? Porque admitir que el problema existe significa tener que sufrir los sentimientos que hemos nombrado anteriormente; vergüenza, enojo, aflicción y culpa relacionados con él. Los miembros de tu familia también pueden sentirse abrumados por el problema (NO HAY MODO DE SALIR DE ESTO). Al sentirse impotentes para cambiarlo, lo más fácil es negar que esté sucediendo. Los miembros de la familia aplican la negación inconscientemente, bajo la forma de una creencia: “SI FINJO QUE NO HAY NINGÚN PROBLEMA, NO LO HABRÁ”. Esto puede dar resultado por un tiempo, pero las pruebas tangibles del problema (pérdida de empleos, falta de dinero, arrestos…) sin duda seguirán aumentando. Si están empeñados en perpetuar la negación, es posible que comience de manera inconsciente y sin mala intención, a tratar de controlar y manejar la conducta del enfermo. CONDUCTAS: -Resguardar y proteger al enfermo de las consecuencias negativas de su adición; encontrarle excusas a sus actos, relevarlo de sus responsabilidades, rescatarlo cuando se mete en problemas, pagar sus deudas… -No establecer límites apropiados con el enfermo; algunas veces los miembros de la familia le prestan dinero al enfermo, pese a saber que no lo empleará en el fin pretextado. -Obrar en convivencia con el enfermo y ayudarlo a conseguir pagar o usar el alcohol; los que actúan así es porque se sienten atrapados por el problema del enfermo. Están condenados tanto si lo ayudan como si no lo ayudan. Si estos problemas no son tratados en un ámbito profesional o de autoayuda, pueden afectar negativamente la recuperación tanto del enfermo como de su familia. Los miembros de la familia que encubren al enfermo también pueden (de forma inconsciente) sabotear la recuperación del enfermo. Si un adicto sabe que alguien lo recatará y resguardará de las consecuencias de su adicción, es más probable que siga incurriendo en ella. MITOS ACERCA DE LA RECAÍDA Mito nº 1: La recaída es señal del fracaso de la recuperación. HECHO: Tener una recaída no es señal de que tú seas un fracaso ni de que tu recuperación haya fallado. Sólo implica que has cometido un error, pero puedes aprender de él, puedes aprender a evitarlo tomando conciencia de él. Mito n º2: La recaída es inicio de una falta de motivación. Hecho: La tendencia a recaer es una parte natural de la enfermedad, repito (la tendencia) e incluso personas que están muy motivadas y desean sinceramente recuperase, pueden tener un tropiezo. Mito nº3: La recaída empieza en el instante que tú retomas el uso. Hecho: La recaída empieza mucho antes de que tú vuelvas a beber. Una recaída comienza cuando tú almacenas sentimientos mortificantes, niegas las circunstancias angustiosas de tu vida, cuando reasumes el modo de pensar adictivo, dejas de tomar medidas para manejar los problemas con eficacia, dejas de buscar ayuda, te expones a situaciones de riesgo y así sucesivamente. Retomar el uso del alcohol es, de hecho, la culminación de la recaída y no su comienzo. Mito nº4: La recaída es impredecible, y por lo tanto inevitable. Ataca sin previo aviso. Hecho: Puesto que la recaída tiene comienzo mucho antes de que vuelvas a beber, hay muchas señales de aviso y oportunidades de esquivar el proceso antes de que culmine en la reanudación del uso del alcohol. Mito nº5: La recaída atañe sólo a la droga habitual. Hecho: El uso de cualquier sustancia o actividad que emplees para anestesiar tus sentimientos, constituye una recaída, haya tenido problemas o no con ese elemento particular del pasado. Otras sustancias o actividades como el dinero, el juego, el sexo u otras drogas, pueden provocarte apetencias, recurrir tu resistencia a la droga habitual o convertirse en nuevas adicciones. Mito nº 6: Una recaída cancela todo el proceso realizado hasta el momento. Hecho: Tener una recaída no significa que todo el proceso realizado quede perdido. Si has estado 2 meses o 2 años antes de recaer, seguirás teniendo esa experiencia en materia de rehabilitación. Esos 2 meses o 2 años no dejan de existir. Un desliz puede ser un retroceso temporal que, en definitiva, te sirva para tener presente que todavía eres vulnerable. Si retomas la abstención lo más rápido posible, tu recuperación podrá continuar. Mito nº7: Si una recaída no es el fin de la recuperación, entonces está bien tener alguna. Hecho: Aunque tener una recaída no es razón para condenarse a sí mismo, siempre es algo peligroso. La recaída es la vuelta a la enajenación y la ingobernabilidad de tu adicción. Debido a la índole progresiva de la adicción, las consecuencias negativas de una recaída pueden ser aún más devastadoras que las que te indujeron inicialmente a dejar del alcohol. Algunas personas nunca vuelven al camino de la recuperación. Este escrito es un resumen de un libro, del cual he escogido y añadido algunas palabras. Joaquín Mesa Andreu, enfermo alcohólico.