Leyenda del Delfín Rosado del Amazonas En el Amazonas colombiano, próximo a la frontera con las repúblicas de Perú y Brasil, nos encontramos uno de los espectáculos más bellos que la naturaleza puede ofrecernos, los delfines rosados. Estos mamíferos, de piel rosada, son una referencia del ecoturismo en Colombia; y no solamente por su belleza y singularidad, sino también por los mitos que se les atribuyen. Cuando el sol se esconde, la selva empieza a verse en contraluz y es difícil divisar con claridad cualquier cosa, en el agua del río algo empieza a moverse. Emerge y se sumerge. En el río Amazonas que pasa por la selva colombiana vamos a encontrar a su habitante más característico denominado por los indígenas bote o el delfín rosado. Este es el delfín de agua dulce más grande del mundo. Alcanza longitudes de hasta 2.80 m y 180 kg. de peso. Esta especie permanece activa las 24 hrs del día, con intervalos de descanso cortos. Su color rosado está determinado genéticamente, pero su intensidad depende de la actividad física del animal. A diferencia de otros delfines, esta especie tiene mucha movilidad en la cabeza, lo que le da mayor maniobrabilidad para nadar entre la densa vegetación del amazonas. El color rosado de su piel lo adquieren en una edad madura, mientras que son jóvenes su color se mantiene grisáceo negruzco. De acuerdo con la leyenda,”...El Delfín Rosado fue un joven guerrero indígena. Pero uno de los dioses le envidió sus atributos masculinos y decidió transformarlo en delfín y con esto condenarlo a vivir en los ríos y lagos de la Amazonia. En junio, mes de fiestas, danzas, fuegos y música, cuando los indígenas celebran los natalicios de sus santos y los hombres están ocupados divirtiéndose, los delfines rosados salen del río para seducir a las mujeres jóvenes. Los indígenas cuentan que esto ocurrió ya varias veces. El delfín rosado convertido en un hombre atractivo y un amante insaciable se acerca a la orilla. Está vestido de blanco y la cabeza la tiene cubierta por un sombrero de paja. Bajo el sombrero esconde la única característica que le quedó del delfín, el orificio en la cabeza por donde respira. Por ello a los niños que nacen con espina bífida, afectación caracterizada por un orificio en la espalda a causa de la fusión incorrecta de algunas vértebras, creen que son hijos de delfines. Es por eso que cuando algún hombre de sombrero se presenta durante el mes de junio, los habitantes de la selva amazónica piden que se quite el sombrero para asegurarse de que no sea un delfín. El atractivo Delfín baila perfectamente y ninguna mujer puede huir ante sus encantos. Él escoge a la muchacha más bonita, le dice piropos, baila con ella y al final le propone un paseo al borde del río. Al día siguiente, la mujer no recuerda nada de lo que había pasado en la noche. Al rato se da cuenta de que está embarazada. Este estado de cosas no provoca ninguna sensación entre los indígenas que saben que el único culpable es el delfín rosado y la pobre e inocente mujer se dejó llevar por las bellas palabras y el físico atractivo. Las mujeres indígenas y los delfines de Amazonia prefieren no acercarse mucho. En la cuenca del Amazonas, los nativos son muy supersticiosos y llaman a los niños que nacen con Espina Bífida delfines. Creen también que si le hacen daño a los delfines rosados, sus hijos nacerían con la enfermedad. Los nativos no los matan porque piensan que trae mala suerte. Para otros, son sinónimo del diablo o simplemente un mal augurio De acuerdo con la leyenda local, las mujeres jóvenes en los días de su menstruación y en las noches de luna llena que entren a las aguas del río Amazonas o anden por el río en una canoa, pueden contar con la visita del delfín que irá a embarazarlas. Por esta causa, se les acredita a los delfines rosados la paternidad de todos los niños sin padre de la región. Hasta se han encontrado casos de niños registrados en las notarias como hijos del delfín. Algunas tribus aborígenes piensan que el delfín rosado es sagrado, criaturas semidivinas o brujos, que deben ser respetados casi hasta la reverencia...” Esta superstición permitió a la especie ser intocable, sin embargo hoy se encuentran en vías de extinción. En la actualidad es una especie amenazada por la pesca excesiva de sus presas, así como por la contaminación que proviene de la Agricultura, Pesca y Minería, tanto como presas hidroeléctricas, redes de pescadores, particularmente redes Gill que vienen usadas en pesca comercial. Son consideradas las más peligrosas para los delfines. Pero afortunadamente ésta situación se está revirtiendo gracias a la activa intervención de las organizaciones ecologistas preocupadas por la conservación de esta rara especie.