LA NOVELA ESPAÑOLA EN LAS TRES DÉCADAS POSTERIORES

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LA NOVELA ESPAÑOLA EN LAS TRES DÉCADAS POSTERIORES A LA GUERRA CIVIL:
CELA, DELIBES Y MARTÍN SANTOS
En el panorama de la narrativa de posguerra predomina una situación de desconcierto, de
desorientación, de falta de unidad y se produce un estancamiento en cuanto a la evolución
narrativa. Si bien en un primer momento aparecieron obras en las que se exaltaba el nuevo
régimen y que evolucionaron posteriormente hacia una justificación ideológica y moral del
mismo (José Mª Gironella, Los cipreses creen en Dios), al mismo tiempo, surge el realismo
tradicional y el “tremendismo”, variante que incorpora situaciones brutales y sórdidas. Este
rasgo está presente en las mejores novelas del período (DÉCADA DE LOS CUARENTA):
Nada, de Carmen Laforet, y La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela; que se
inscriben en el llamado realismo existencial por el relato de las vivencias de un personaje en
lucha contra un destino incierto, y por la dificultad o ausencia de comunicación. A estos autores
se unen poco después Miguel Delibes (La sombra del ciprés es alargada) y Ana Mª Matute (
Los hijos muertos) que también reflejan el desolado mundo de la posguerra desde una
perspectiva pesimista y existencial; por eso abundan en sus novelas los personajes
desorientados, tristes y frustrados.
Una obra también de Cela, La colmena, inaugura una nueva forma de novelar que
marcará los años siguientes (DÉCADA DE LOS CINCUENTA): la novela abandona la visión
existencial y recoge las nuevas preocupaciones sociales. Los temas reflejan los problemas
colectivos de la época con un estilo sencillo, ya que se pretende llegar a un amplio público. Es
el REALISMO SOCIAL (en el que se suelen distinguir el OBJETIVISMO [o realismo
objetivo, presenta la realidad desde una perspectiva neutral, pues entiende la novela
como un testimonio de la época. Ej.: El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio] y EL
REALISMO CRÍTICO [pretende denunciar de forma más explícita las injusticias sociales.
Ej.: Dos días de septiembre, de José Manuel Caballero Bonald]). CARACTERÍSTICAS: el
tema es la propia sociedad española: la dureza de la vida en el campo, la explotación del
proletariado, la miseria, etc., estructura aparentemente sencilla y preferencia por la narración
lineal, relato objetivista basado en técnicas cinematográficas, número elevado de personajes y
preferencia por el protagonista colectivo, concentración espacio-temporal, predominio del
diálogo y deseo de reflejar el habla de las distintas clases sociales.
A partir de 1960 comienzan a manifestarse síntomas de cansancio hacia el realismo
social, los autores tienen cada vez más en cuenta las aportaciones de los grandes novelistas
extranjeros (Joyce, Kafka, Proust, Faulkner) y de la literatura hispanoamericana. Una obra
marca el cambio de etapa, el inicio de lo que se conoce como la narrativa experimental,
Tiempo de silencio de Luis Martín-Santos. El mérito de esta obra no está en los temas ni en
el análisis social de la época, sino en el lenguaje y en las innovadoras técnicas narrativas.
Otras obras de esta tendencia serían: La saga fuga de J.B. de Torrente Ballester, Volverás a
región de Juan Benet, Últimas tardes con Teresa de Juan Marsé, Señas de identidad de Juan
Goytisolo, Cinco horas con Mario de Miguel Delibes. Los cambios fundamentales de esta
narrativa afectan básicamente a la estructura y a las técnicas narrativas. CARACTERÍSTICAS:
ruptura del orden cronológico, utilización del perspectivismo o multiperspectivismo, empleo del
monólogo interior y del estilo indirecto libre, riqueza expresiva, empleo expresivo de la
tipografía, empleo de secuencias como forma de división, etc.
CAMILO JOSÉ CELA. Toda la obra refleja un profundo pesimismo que, a menudo, se
enmascara bajo un humor negro muy característico del autor. En el estilo, destaca la riqueza
expresiva, incorpora el lenguaje coloquial y la habilidad en la descripción de tipos y ambientes.
Premio Nobel de 1989. Trayectoria: La familia de Pascual Duarte (relato tremendista, narra
un cúmulo de crímenes y atrocidades que parecen verosímiles por el tipo de protagonista [una
persona disminuida intelectualmente] y por el ambiente que refleja [un mundo bárbaro y
primitivo].Esta línea existencial continúa en obras como Pabellón de reposo y Viaje a la
Alcarria. La colmena inicia la etapa del realismo social, novela de personaje colectivo (salen
unos trescientos personajes), condensación temporal (dos días) y su carácter de novela abierta
que refleja el Madrid de 1942. A finales de los años sesenta inicia la experimentación de
nuevas técnicas en obras como San Camilo 1936, Oficio de tinieblas, Mazurca para dos
muertos, Madera de boj, etc.
MIGUEL DELIBES. La narrativa de Delibes tiene un tono ético y humanista de base cristiana,
que combina con el amor a la naturaleza y el rechazo a la deshumanización, al materialismo y
al consumismo. Su estilo se mantiene siempre dentro de la sencillez, aunque a lo largo de su
obra haya ido experimentando nuevas técnicas. En su obra abundan los personajes indefensos
y los ambientes humildes: los niños, los viejos, la vida del campo, la pobreza de los pueblos y
del paisaje castellano. Para Delibes lo importante es lo que se dice, no cómo se dice.
OBRAS: La sombra del ciprés es alargada (la infancia, la muerte), El camino, Las ratas (la
infancia, la dureza de la vida en el campo, combinan tono crítico con elementos líricos). Su
mejor novela quizá sea Cinco horas con Mario (conjuga la preocupación ético-social con la
renovación formal, utilización del monólogo interior por parte de Carmen mientras vela a su
esposo muerto). Sus últimas obras son: El príncipe destronado, Los santos inocentes, El
hereje.
LUIS MARTÍN SANTOS. En 1962 publica Tiempo de silencio, obra que revoluciona el
ambiente literario por sus innovaciones formales. Su estilo se aleja totalmente del realismo de
la época. Es una obra intelectual y difícil, tanto por las alusiones culturales como por el
lenguaje; mantiene la crítica social, pero al mismo tiempo añade la crítica cultural con una
gran ironía y sarcasmo. La obra refleja también un tono existencial, ya que muestra la vida
del ser humano como algo incomprensible. Su argumento es de tipo folletinesco, con
pinceladas de relato policíaco. Lo original no es el asunto, sino el tratamiento que el novelista
da a esa historia. La trama se sitúa en el Madrid de la época, y el protagonista, Pedro, es un
investigador que se ve implicado en un aborto que acaba en muerte, en un suburbio de
chabolas. La policía lo detiene y, al demostrarse su inocencia, sale en libertad. Poco después
sufre la venganza de un chabolista. Al igual que Valle-Inclán, presenta una realidad vulgar o
degradada aludiendo a prestigiosas referencias culturales, en tono majestuoso y cultista.
Sorprendió el punto de vista narrativo, que combina la perspectiva omnisciente del
monólogo interior con descripciones objetivas, diálogos y digresiones ensayísticas.
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