Cuán bellas son las palabras de este hermoso, pero aparentemente

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Vol. # 770214S
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SALMO 90: ¿PESIMISTA O ESPERANZADOR?
Una Oración de Moisés, Hombre de Dios
Cuán bellas son las palabras de este hermoso, pero aparentemente
pesimista salmo. Es un salmo que he leído incontables veces durante los
pasados 30 años, y siempre me ha intrigado el hecho de que es atribuido
a Moisés. También he sido cautivado por las frases asombrosas, las
revelaciones y la perspicacia de éste. El Salmo 90 evidencia el poder de
las palabras, poder que hace que uno se detenga y reflexione, que
considere profundamente y que sea motivado para tratar de alcanzar
algo, o a Alguien, fuera de nosotros y nuestra actual condición de vida.
Los Salmos de Moisés
Las palabras iniciales, en hebreo, son: Tefilá leMoshe ish haElohim, que significan: “Oración
de Moisés, hombre de Dios.” Así comienza este salmo, el que algunos eruditos cristianos
creen ser el único escrito por Moisés. Sin embargo, muchos otros eruditos cristianos y judíos
creen que es el primero de entre once salmos escritos por Moisés, que se encuentran en
orden consecutivo: los Salmos 90-100.
Un rabino del siglo 11, Shlomo Yitzchaki, conocido mejor como Rashi, ofreció una
explicación intrigante. Dijo que estos once salmos corresponden a las once bendiciones que
Moisés declaró sobre las once tribus de Israel, según Deuteronomio 33. La tribu de Simeón
fue dejada afuera porque fue responsable por la orgía que resultó en la muerte de miles de
judíos, así descrito en Números 25. Otros señalan que cada tema en los once salmos se
relaciona con cada tribu específica, y el Salmo 90 va dirigido a la tribu de Rubén con el tema
del arrepentimiento.
De acuerdo con el Talmud, David tomó prestado de la obra de diez salmistas previos,
incluyendo Moisés, adaptando e incorporando sus escritos en el Libro de los Salmos.
Ya que claramente Moisés fue el autor de éste, se puede concluir que es el más antiguo de
los salmos. Y si usted concuerda que los Salmos 91-100 también fueron escritos por él,
entonces estos son los salmos más antiguos en toda la colección.
¿Cuándo se Escribió el Salmo 90?
Otro tema que debemos tratar brevemente es la falta de
mención de una época específica en que se escribiera el salmo.
No obstante, la mayoría de los rabinos y eruditos cristianos
creen que probablemente fue escrito cerca del tiempo del
fracaso de Israel en Cades Barnea (Núm. 13 y 14) donde, en
vez de entrar a la Tierra Prometida en fe, los israelitas se
tornaron atrás en incredulidad y fueron juzgados por Dios. Este
salmo parece ser la reacción personal de Moisés ante la crisis.
Tornó su rostro a Dios en oración y buscó al eterno lugar de su refugio y el de Israel. De
hecho, años luego, Moisés diría a Israel: “El eterno Dios es tu refugio, y debajo están los
brazos eternos” (Deut. 33:27a).
El gran predicador bautista de Inglaterra, Carlos Spurgeon, concordó con esa interpretación,
diciendo: “La condición de Israel en el desierto es prominentemente ilustrativa en cada verso,
y sus vueltas, expresiones y palabras son parecidas a muchas en el Pentateuco.”
En The Torah Anthology [Antología de la Torá], el rabino Shmuel Yerushalmi describe el
Salmo 90 como “un lamento de la fragilidad del hombre y la corta duración de sus días.”
Aunque ciertamente contiene ese sentimiento, creo que ese salmo es mucho más que un
lamento, ya que contiene revelaciones sobre Dios, el hombre y la vida que son invaluables
para nuestra comprensión, y contiene oraciones que pueden ser aplicables a cualquier
persona de cualquier edad.
Martín Rozenberg, autor del comentario judío Book of Psalms [Libro de los Salmos], nos dice
que “este salmo debe entenderse principalmente como un poema sobre la grandeza de
Dios.” ¿Cuán importante es eso en nuestros días? El hombre, en su orgullo, ve todos los
adelantos tecnológicos y médicos, y frecuentemente piensa que es el Maestro del Universo.
Pero Adonai es el único Omnisciente y Omnipotente. Veamos ahora cuán claramente Dios
nos hace reconocer esa verdad.
Dios, Nuestro Refugio
Es fácil ver que el Salmo 90 consiste básicamente de dos partes, y los primeros once versos
reflejan una contemplación de Dios y el ser humano.
El salmo comienza con: “Señor (Adonai), Tú has sido un refugio para
nosotros de generación en generación” (v. 1). ¡Qué verso tan magnífico!
¿No se eleva el corazón mientras uno lee esas palabras? Fíjese que no
dice: “El Tabernáculo ha sido nuestro refugio,” sino “Tú.” Dios no es sólo
una Persona, un Ser viviente con quien podamos relacionarnos, sino que
es un Lugar a donde podemos recurrir, en donde nos podemos refugiar,
donde podemos habitar. David y otros lo describen como una roca, un
escondedero, una torre fuerte, un lugar de refugio para cualquier peligro o
aflicción. En las epístolas, Pablo dice de Dios: “Porque en Él vivimos, nos
movemos y existimos…” (Hechos 17:28a). Dios es el “eterno hogar” de Su pueblo, el centro
de la existencia de Israel.
“…Tú has sido un refugio para nosotros de generación en generación.” Moisés no tan sólo
pensaba en las generaciones que había visto durante su propia vida. Pensaba en todas las
generaciones desde un principio, o por lo menos las generaciones comenzando con el
llamado de Abraham, revelación que ciertamente recibiría junto con la revelación del evento
de la Creación. Cuán maravilloso era Dios por ser el lugar de refugio para Su pueblo durante
todo ese tiempo.
“Antes que los montes fueran engendrados, y nacieran la tierra y el mundo, desde la
eternidad y hasta la eternidad, Tú eres Dios” (v. 2). Ese Dios tan fiel siempre has estado
presente. Desde la eternidad pasada y hasta la eternidad futura, Dios siempre ha existido y
siempre existirá. Se menciona a los montes porque ellos son la parte más perdurable de la
tierra formada por Dios. Me encanta el hecho de que en hebreo dice sencillamente, pero
poderosamente: “desde la eternidad y hasta la eternidad, Tú Dios,” o “Atá El.” Dios es el
todo en todo; Él es el único con existencia eterna, un hogar eterno.
Brevedad de la Vida sobre la Tierra
Moisés toma un tono de advertencia cuando declara en el
verso 3 (NBLH): “Haces que el hombre vuelva a ser polvo, y
dices: ‘Vuelvan, hijos de los hombres.’” La versión ReinaValera (1960) dice: “Vuelves al hombre hasta ser
quebrantado, y dices: ‘Convertíos, hijos de los hombres.’”
Ambas traducciones son correctas, ya que volver al polvo y
ser quebrantado pueden ser sinónimos. Rashi escribió: “Tú
vuelves al hombre hasta que sea quebrantado. Tú causas
aflicciones al hombre hasta convertir su fuerza y arrogancia en fragilidad y humildad.
Entonces su orgullo es quebrantado.” Algunos maestros rabínicos también enfatizan que el
verso 3 realmente dice lo siguiente: “Arrepiéntanse, hijos de los hombres. Tú [refiriéndose a
Dios] constantemente recuerdas a los hombres que han de regresar al polvo de donde
salieron, y por lo tanto deben arrepentirse sin demora. Todo el día, cada día, la diestra de
Dios está extendida y recibe a quienes se arrepientan.” ¡Cómo debe ser comunicado este
mensaje en nuestros días, aunque suene arcaico o sin sentido a nuestros oídos modernos!
“Porque mil años ante Tus ojos son como el día de ayer que ya pasó, y como una vigilia de
la noche” (v. 4). De esa manera comienza Moisés su lamento sobre la brevedad de la vida
humana sobre la tierra. Vemos un contraste entre la brevedad de vida humana comparada
con la eternidad de Dios. ¡Es sólo como un pequeño “bip” en el radar divino!
El Comentario Bíblico Pickering lo dice de esta manera: “El hombre camina
por el escenario de la vida en un mero momento; es un vaso de barro
destinado a desintegrarse en polvo cuando su pequeña parte ya ha sido
jugada… La medida de tiempo humano es un sencillo minuto para Dios,
quien ve toda la historia humana ante Él como un mapa.” Qué cuadro de Dios
y Su habilidad de ver toda la historia humana como un mapa. Ante Sus ojos,
un milenio es como “el ayer ya ocurrido,” como lo describe The Jerusalem
Bible, o como una vigilia (tres horas) de la noche.
“Tú los has barrido como un torrente, son como un sueño; son como la hierba que por la
mañana reverdece…; al atardecer se marchita y se seca” (vs. 5, 6b). Vemos la naturaleza
transitoria de nuestra existencia, que queda barrida como por un torrente que ha arrastrado
todo en su camino; como un dormitar o sueño que dura sólo unos minutos; o como la hierba
que brota por la mañana y se seca al atardecer.
Uno de los muchos ejemplos que vienen a la mente es la vida de Alejandro el Grande quien,
luego de conquistar gran parte del mundo conocido de su tiempo, murió a la joven edad de
32 años. La brevedad de la vida humana también frecuentemente ocupaba el pensamiento
de los autores bíblicos. Podemos encontrar muchos versos al respecto en otros Salmos, en
Job, Eclesiastés, Isaías y Santiago.
Consumidos por Su Ira
“Porque hemos sido consumidos con Tu ira, y por Tu furor hemos
sido conturbados. Has puesto nuestras iniquidades delante de Ti,
nuestros pecados secretos a la luz de Tu presencia. Porque por
Tu furor han declinado todos nuestros días; acabamos nuestros
años como un suspiro” (vs. 7-9). Estos versos claramente
describen la situación de los hijos de Israel mientras cumplían con
su sentencia de muerte en el desierto, pronunciada por Dios
cuando rehusaron proceder a la Tierra Prometida (vea Núm. 14:20-38).
Fíjese que la ira de Dios los “consumió”; y la Nueva Versión Internacional dice: “Tu
indignación nos aterra” (v. 7). Es trágico que el hombre moderno raramente atribuya las
circunstancias adversas de su vida a la desaprobación de Dios, prefiriendo hablar sobre la
nebulosa “Madre Naturaleza” en vez del Santo y Todopoderoso Dios. Efesios 2:3 y otros
versos dejan ver claramente que los pecaminosos seres humanos viven bajo la ira de Dios.
En hebreo, la palabra “ira” proviene de la misma raíz para “nariz,” alusión a la manifestación
visible de fosas nasales extendidas y respiración raspada de una persona que está airada.
¡Dicha palabra es una ilustración de la reacción emocional de Dios ante el pecado y la
rebelión!
Por lo tanto, este verso debe servir como una advertencia para todos. Cuando escogemos
desobedecer a Dios y andar por nuestro propio camino, incitamos Su ira y Su furor, y nos
encontramos barridos, marchitos o consumidos. Y si eso no ocurre, el verso 9 nos dice que
nuestros días pasan como un “suspiro,” obviamente una manera trágica de terminar nuestra
vida. Un suspiro es un aliento profundo y audible que usualmente expresa tristeza,
cansancio o frustración.
“Los días de nuestra vida llegan a setenta años; y en caso de mayor vigor, a ochenta años.
Con todo, su orgullo es sólo trabajo y pesar, porque pronto pasa, y volamos.” (v. 10). Aquí
leemos sobre la duración ordinaria de una vida. Varios eruditos creen que esta declaración
no pudo haber sido escrita por Moisés, ya que Aarón, Josué, Miriam y otros vivieron mucho
más que cien años. Pero las edades de esos líderes parecen ser la excepción en vez de la
regla. En los días de Moisés, la vida ya era muy semejante en duración a la nuestra. Es
realmente breve, comparada con la de los hombres en los primeros tiempos, y es como si
nada en contraste con la eternidad.
La mortandad del ser humano es reconocida no sólo como un decreto divino, sino también
como consecuencia de su propia culpa. Nuestra longevidad y mortandad es resultado del
pecado. Así como lo describió Moisés, podemos ver que una vida separada de Dios no es
nada sino una carga y agonía, y pronto desapareceremos. La inusual longevidad de 80 años
(o quizás más) sólo significa que el hombre sufre una existencia más larga de “trabajo y
pesar.”
Entonces el salmista pregunta: “¿Quién conoce el poder de
Tu ira, y Tu furor conforme al temor que se debe a Ti?” (v.
11). Si comprendiéramos la ira de Dios, no
desperdiciaríamos nuestras vidas en actos sin valor.
Debemos temer y honrar al Señor, y usar nuestras breves
vidas en esta tierra para Su gloria. Proverbios 9:10 nos dice: “El principio de la sabiduría es
el temor del SEÑOR, y el conocimiento del Santo es inteligencia.”
Sin embargo, esta valoración tan pesimista de la vida no es la última palabra de Moisés, sino
que es un preludio realista a unas próximas palabras de optimismo. Ese optimismo puede
existir aún ante las severas realidades de la vida, lo que nos trae a la segunda parte del
salmo, donde comienza la oración personal de Moisés.
Bendiciones de Dios y Anhelos del Hombre
“Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (v. 12).
Este es probablemente uno de los versos más importantes del Salmo 90. Nos enseña cómo
responder a Dios correctamente al enumerar nuestros días, un acto humilde en
reconocimiento de la finitud de nuestras vidas sobre esta tierra. Eso es exactamente lo que
he hecho desde que comencé a vivir aquí en Israel, contando los días y reconociendo la
sabiduría de considerar cómo vivir cada día.
En los seis versos concluyentes Moisés expresa sus oraciones a Dios, oraciones de pocas
palabras que tienen gran relevancia para nosotros hoy día.
¿Cuán a menudo usted utiliza las promesas y las oraciones en la Biblia para formular sus
propias oraciones? Hay numerosos ejemplos en las Escrituras que sirven como guías, e
incluso oraciones específicas para la actualidad. Desde Moisés en la Torá, a David en los
Salmos, a Pablo en el libro de los Hechos, hay una multitud de oraciones que pueden formar
la base para nuestra propia vida de oración cada día. Las oraciones de Moisés en este
salmo es un ejemplo perfecto.
Orando el Salmo de Moisés
“Enséñanos a contar de tal modo nuestros días…” (v. 12). Señor,
haznos recordar frecuentemente cuán corta es nuestra vida, cuán
maravilloso es ese regalo, y que la atesoremos cada día y la
usemos sabiamente. Rozenberg comenta: “Al contar los años de la
vida, uno a uno, la persona es impresionada cada vez más sobre la
brevedad de la vida.” Ese es un corazón sabio.
“Vuelve, SEÑOR; ¿hasta cuándo? Y compadécete de Tus siervos”
(v. 13). O Señor, ¡acércate nuevamente a mí! No me dejes ahondar
en la miseria. ¿Por cuánto tiempo tengo que seguir luchando y
sufriendo esto? Por favor, ten compasión de mí, ya que anhelo servirte y anhelo que mi vida
Te sea agradable.
Dios no deja a Su pueblo cuando peca o cuando lucha, pero a
menudo así lo parece. Cuando nos enfocamos en nuestras
circunstancias, nos preguntamos: ¿Dónde estás, Señor?
¿Cuánto tiempo tengo que seguir vagando solo en este lugar?
Pero El sí está allí, así como estaba con su constantemente
errante pueblo en el desierto. Ellos se rebelaron, pero no se
alejaron totalmente del Señor. Dios disciplinó a Israel con
severidad, pero todavía era Su pueblo, y por eso les extendió Su
gracia. Dios aún extiende Su misericordia y compasión hacia nosotros en la actualidad.
“Sácianos por la mañana con Tu misericordia, y cantaremos con gozo y nos alegraremos
todos nuestros días. Alégranos conforme a los días que nos afligiste, y a los años en que
vimos adversidad” (vs. 14-15). Señor, hoy fue un día difícil y desalentador, pero miro a Ti
para que me traigas una nueva perspectiva y para que me des gozo al día siguiente. Permite
que me satisfaga Tu amor. Me aferro a las palabras del Salmo 30:5b, que dicen: “El llanto
puede durar toda la noche, pero a la mañana vendrá el grito de alegría.”
Aun cuando los israelitas vivían bajo la ira de Dios, y todos sobre la edad de 20 años
(excepto Josué y Caleb) estaban condenados a vivir el resto de sus días en el desierto,
Moisés comprendió la naturaleza amorosa y compasiva de Dios, y que el Padre les podría
dar una razón para cantar el resto de sus vidas. Su misericordia estará con nosotros de igual
manera.
“Sea manifestada Tu obra a Tus siervos, y Tu majestad a sus hijos” (v. 16). Señor, Te pido
que me manifiestes Tu poder en las situaciones que me rodean. Tus obras del pasado
evidencian Tu poder y Tu fidelidad, y Te pido que me fortalezcas nuevamente. También Te
pido que mis hijos y nietos vean Tu gloria y majestad, y que escojan servirte de todo
corazón.
La oración de Moisés y los israelitas podría haber continuado de esta manera: “Permite que
esa grande y gloriosa obra de liberar a Tu pueblo, que planificaste y prometiste desde
tiempos atrás, sea cumplida y manifestada ante nosotros, a la vista de todo el mundo.”
“Y sea la gracia [no’am] del Señor nuestro Dios sobre nosotros.
Confirma, pues, sobre nosotros la obra de nuestras manos; Sí,
la obra de nuestras manos confirma” (v. 17). La palabra hebrea
para “gracia” allí es no’am, y puede significar bondad,
complacencia, deleite, belleza, favor, esplendor y simpatía. Es la
misma palabra en el Salmo 27:4, donde David dice: “Una cosa
he pedido al SEÑOR, y ésa buscaré: Que habite yo en la casa
del SEÑOR todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura [no’am] del SEÑOR y
para meditar en Su templo.”
Con eso en mente, podríamos orar de la siguiente manera: “Señor, Te pido que Tu belleza,
favor, bondad y deleite estén sobre mí y junto a mí en todo momento. Tú no sólo eres un
Dios de ira y furor, sino también de misericordia, compasión y gracia. Te pido que me dirijas
y establezcas la obra que Tú has pedido que haga.”
Sin la no’am de Dios, todo lo que los israelitas intentaban hacer
era en vano, como lo que nosotros intentamos hacer, según el
Salmo 127:1. Su no’am es el secreto para una vida con propósito
y una obra perdurable (1 Cor. 15:58).
Por fin, el pesimismo de los versos 3-12 desaparece, y vemos
que una vida bajo el señorío de Dios (v. 1) resulta en gozo y
satisfacción.
Eso es lo que Moisés aprendió durante los cuarenta años en que caminó con Dios. Adonai
Eloheinu fue su gozo y satisfacción; y era el lugar donde habitaba en su viaje desde Egipto,
al desierto, al Monte Nebo y luego a la gloria. “Señor, Tú has sido un refugio para nosotros
de generación en generación.”
Por Dan Brown,
Escritor de Puentes para la Paz
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